sábado, 27 de octubre de 2007

A propósito de elecciones...

 

POLÍTICA Y BIBLIA

 

Con el termino política podemos referirnos a la conducta organiza de todo tipo. En una de sus acepciones dice el diccionario de la lengua española: Orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado.

 

Sin embargo acá nos referimos estrictamente al arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.

 

A lo largo de buena parte de la historia Cristiana se han dado dos corrientes, por un lado, una tendencia a la aceptación sumisa del gobierno en el poder, por otro, una tradición de crítica profética y oposición a los gobiernos injustos.

 

Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo sorprendieran en alguna palabra. Viniendo ellos, le dijeron:

—Maestro, sabemos que eres hombre veraz y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

Pero él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo:

—¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea.

Ellos se lo trajeron; y él entonces preguntó:

—¿De quién es esta imagen y la inscripción?

Ellos le dijeron:

—De César.

Respondiendo Jesús, les dijo:

—Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

Y se maravillaron de él[1]

Con este pasaje se ha tratado de apoyar la legitimidad del gobierno como tal y exigir como deber cristiano la sumisión no crítica a cualquier tipo de gobierno que esté en el poder. Lo que sí hace Jesús es dejar claro que los derechos divinos sobre el pueblo no excluyen los derechos legítimos del César.  Sin embargo esto no anula la crítica que hace el Señor de la forma de gobierno opresiva, característica del imperio romano:

Jesús, llamándolos, les dijo:

—Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.[2]

 

Otro pasaje que podemos considerar es: Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y serás alabado por ella, porque está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme, porque no en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para hacer justicia y para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia, pues por esto pagáis también los tributos, porque las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas continuamente a este oficio. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.[3]

La idea del apóstol pablo es que el gobierno tiene un papel dado por Dios, que pueden cumplir incluso los gobernantes paganos, y que por consiguiente tiene derecho al respeto y la cooperación de todos los ciudadanos incluyendo los cristianos.

Un importante principio bíblico y cristiano es que el gobierno debe su legitimidad a Dios, esto quiere decir que su derecho a la obediencia es relativo y no absoluto:

Pero Pedro y Juan respondieron diciéndoles:

—Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios[4]

Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron:

—Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.[5]

Frente a un caso de exigencia totalitaria, como en el que se convirtió el imperio romano, los cristianos deben dar testimonio del gobierno supremo de Dios, rehusando esa fidelidad absoluta que exige el estado. Por reconocer el Señorío de Cristo, que les impedía participar de la religión política absolutista propia del imperio romano, murieron muchos de los mártires de los primeros siglos.

Ya desde la antigüedad el salmista se cuestionaba acerca de los gobiernos con flagrante injusticia moral: ¿Se juntará contigo el trono de la maldad que hace el agravio en forma de ley?[6] Y mantiene su esperanza en la justicia divina:

¡Jehová, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate!

¡Engrandécete, Juez de la tierra; da el pago a los soberbios!                                                                                                 Él hará volver sobre ellos su maldad y los destruirá en su propia malicia.

Los destruirá Jehová, nuestro Dios.[7]

La legitimidad del gobierno se pone en tela de juicio cuando se enfrenta al gobierno de Dios. Este enfrentamiento al gobierno divino se manifiesta mediante alternativas como:

1.      Un gobierno injusto,

2.      Desprecio por la justicia divina,

3.      Pretensiones totalitarias

Están alternativas están relacionadas entre ellas y son las que han llevado a sectores cristianos a enfrentarse en oposición a estructuras políticas injustas, y los intereses sociales y económicos que la respaldan:

·         En 1934 la iglesia alemana se opuso al totalitarismo del estado nazi fundamentándose en el señorío único de Jesucristo.

·         A finales de los 60 y en la década de los 70 la teología de la liberación y la teología negra de norteamérica y Sudáfrica se levantaron, con fundamentos cristianos, bajo estándares de libertad y justicia social.

Los cristianos no pueden esperar encontrar en la Biblia una guía estática y concreta para circunstancia de la vida humana. Lo que sí hay en ella son principios generales, instrucciones y deseos de Dios para la vida humana expresados a veces en términos generales y otras en ejemplos concretos relacionados con circunstancias históricas específicas. Estos principios generales, instrucciones y deseos  de Dios pueden inspirar la mente y la persona tomará la decisión apropiada en las diversas circunstancias que la vida le presente.

 

FORMAS DE GOBIERNO:

 

Las formas de gobierno son invenciones humanas, no están prescritas por Dios, y particularmente la democracia en su forma representativa contemporánea es una invención reciente, que se hizo posible debido a circunstancias específicamente modernas. Así que no siempre ha existido este sistema de gobierno.

 

1.      La anarquía:

Como en aquella época aún no había rey en Israel, cada cual hacía lo que le daba la gana.[8]

Anarquía significa literalmente sin gobierno. Quienes defienden la anarquía rechazan toda forma de gobierno autoritario y más bien aceptan un tipo de organización voluntaria que garantice la máxima libertad individual. Todo lo implique leyes se mira con suspicacia.

el corazón del hombre se inclina al mal desde su juventud[9]

La preferencia anarquista presume que todos los seres humanos son buenos por naturaleza  y que la coacción y la autoridad son innecesarias pues hacen más mal que bien. Pero en contraste a esto la Palabra de Dios nos dice que la autoridad civil es algo ordenado por Dios para la limitación de la maldad y el fomento de la bondad:

Por causa del Señor, sométanse a toda autoridad humana: tanto al emperador, porque ocupa el cargo más alto, como a los gobernantes que él envía para castigar a los malhechores y honrar a los que hacen el bien.  Porque Dios quiere que ustedes hagan el bien, para que los ignorantes y los tontos no tengan nada que decir en contra de ustedes.

Pórtense como personas libres, aunque sin usar su libertad como un pretexto para hacer lo malo. Pórtense más bien como siervos de Dios.  Den a todos el debido respeto. Amen a los hermanos, reverencien a Dios, respeten al emperador.[10]

La total ausencia de cualquier forma de autoridad es contraria al orden establecido en la creación del universo y en la Palabra de Dios.

 

2.      La monarquía absoluta:

En el Antiguo Testamento se enseña un principio básico en el que muy poco encaja un sistema monárquico, todos los Israelitas, como esclavos liberados por Dios, sólo le pertenecen a él y a él le deben obediencia, y todos tienen los mismos derechos  a la vida y a la libertad.

Gedeón respondió:

—No seré señor sobre vosotros, ni lo será mi hijo. Jehová será vuestro Señor.[11]

Dijo Jehová a Samuel: «Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.[12]

La monarquía solo era tolerable si el rey se portaba como un hermano entre sus hermanos y hermanas, como el primero entre iguales:

»Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová, tu Dios, te da, tomes posesión de ella, la habites y digas: "Voy a poner un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores", ciertamente pondrás como rey sobre ti al que Jehová, tu Dios, escoja. A uno de tus hermanos pondrás sobre ti como rey; no podrás poner sobre ti a un hombre extranjero que no sea tu hermano. Pero él no deberá tener muchos caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de adquirir caballos, pues Jehová os ha dicho: "No volváis nunca por este camino". Tampoco deberá tener muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni amontonará para sí demasiada plata ni oro.

»Cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta Ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas. Lo tendrá consigo y lo leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová, su Dios, guardando todas las palabras de esta Ley y estos estatutos, y poniéndolos por obra. Así no se elevará su corazón sobre sus hermanos, ni se apartará de estos mandamientos a la derecha ni a la izquierda, a fin de que él y sus hijos prolonguen los días de su reino en medio de Israel.[13]

La única justificación real del poder supremo del rey era su capacidad de intervenir para proteger a sus súbditos más vulnerables de los abusos de otros más poderosos:

Juzgará a los afligidos del pueblo, salvará a los hijos del menesteroso y aplastará al opresor… Él librará al menesteroso que clame y al afligido que no tenga quien lo socorra. Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso; salvará la vida de los pobres. De engaño y de violencia redimirá sus almas, y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.[14]

¿Reinarás tú, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, y actuó conforme al derecho y la justicia, y le fue bien? Él juzgó la causa del afligido y del necesitado, y le fue bien. ¿No es esto conocerme a mí?, dice Jehová.[15]

 

La institución monárquica recibe entonces una crítica bíblica a luz de dos principios fundamentales, bíblicos y políticos:

·         Los derechos y la libertad iguales para todo el mundo.

·         La justicia para los más vulnerables.

El movimiento profético surgió precisamente al notarse la falencia de los reyes en estos dos principios gubernamentales.

 

3.      La Dictadura:

La Dictadura consiste en la acumulación de poder en un solo gobernante o un pequeño grupo de ellos, y en el uso, a menudo arbitrario, de ese mismo poder por parte de quienes lo ostentan. Es característico de las dictaduras la reducción de las libertades civiles individuales y el control agresivo de las instituciones políticas y sociales de parte del estado.

Un gobierno correcto, según Aristóteles, es aquel en el que los gobernantes hacen uso del poder con miras en el interés común, y un mal gobierno es aquel en el que los gobernantes rigen el país con el propósito de promocionar sus intereses o los de algún grupo minoritario, a menudo a expensas del bien común.

La autoridad política que se emplea primariamente para el beneficio personal del gobernante, que niega o coarta los derechos humanos, y que está tan centralizada que inhibe la interacción y creatividad humana, es contraria al mandato bíblico.

Según la Palabra de Dios el poder y la autoridad de los gobernantes están limitados por sus labores. Cuando Dios consintió que el pueblo de Israel tuviese rey, estableció una monarquía limitada, no una que ostentase un poder ilimitado tal y como existía en las sociedades paganas en torno a Israel. Dios impuso límites a la autoridad y quedó bien claro tanto los derechos como también los deberes y las responsabilidades del pueblo y sus gobernantes:

En seguida Samuel expuso al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro que depositó en el santuario del Señor.[16]

Que ante Dios los gobernantes no deberían buscar el beneficio propio queda claro cuando no pasa por alto y castiga a David no solo por su transgresión con Betsabé sino también por el homicidio de Urías. David había violado el pacto que había hecho con el pueblo cuando lo proclamaron rey sobre ellos. Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel ante el rey en Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos allí delante de Jehová; y ungieron a David como rey de Israel.[17]

Así que la dictadura totalitaria se opone claramente a los mandamientos bíblicos.

 

 

4.      La democracia:

El gobierno del pueblo. La idea de que el poder descanse en manos del pueblo y que son sus miembros los que pueden delegar o confiar el poder a los gobernantes se remonta como mínimo a la antigua tradición del pensamiento griego.

El concepto de democracia concede poder predominante a las personas y a los sistemas de la vida política que haga posible la expresión de los deseos del pueblo.

La democracia va en contra de las dictaduras, las oligarquías y aquellas monarquías que ejercen un verdadero poder político.

Es importante afirmar que la democracia no tiene su origen en el cristianismo. Si es verdad que el Nuevo Testamento reconoce la necesidad del ejercicio del poder, también es verdad que no ofrece un modelo político concreto.

El sometimiento de la Iglesia a los gobernantes es genuino, pero no carece de sentido crítico, pues tanto los gobiernos como los gobernados tienen obligaciones delante de Dios.

En ocasiones la democracia puede marginar a los grupos sociales cuyo voto carece de fuerza debido a su escaso número.

En la democracia el pueblo dispone de mecanismos para apartar del poder a aquellos a quienes se lo han concedido pues el gobierno tiene que dar cuentas al pueblo de su dignidad para satisfacer la confianza que éste ha depositado en él.

Pero la voz del pueblo no es la voz de Dios, ni el pueblo es tan soberano como se cree. Eso ocurre cuando el pueblo se cree Dios y es ahí precisamente donde radica el problema.

Dos ejemplos Bíblicos donde el pueblo se equivocó:

Entonces toda la congregación gritó y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. Todos los hijos de Israel se quejaron contra Moisés y contra Aarón, y toda la multitud les dijo: «¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá muriéramos en este desierto! ¿Por qué nos trae Jehová a esta tierra para morir a espada, y para que nuestras mujeres y nuestros niños se conviertan en botín de guerra? ¿No nos sería mejor regresar a Egipto?». Y se decían unos a otros: «Designemos un capitán y volvamos a Egipto».

Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel. Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos y dijeron a toda la congregación de los hijos de Israel:

—La tierra que recorrimos y exploramos es tierra muy buena.8Si Jehová se agrada de nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará; es una tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová ni temáis al pueblo de esta tierra, pues vosotros los comeréis como pan. Su amparo se ha apartado de ellos y Jehová está con nosotros: no los temáis.

Entonces toda la multitud propuso apedrearlos.[18]

 

Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: «Tú has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, danos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones».

Pero no agradó a Samuel que le dijeran: «Danos un rey que nos juzgue», y oró a Jehová. Dijo Jehová a Samuel: «Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su voz; pero hazles una advertencia solemne y muéstrales cómo los tratará el rey que reinará sobre ellos».[19]

 

Y nos faltaría tiempo para enlistar otros ejemplos desde los tiempos bíblicos hasta los tiempos actuales en los que podemos ver claramente que el pueblo con sus decisiones mayoritarias se ha equivocado.

 

 

5.      La Teocracia:

Literalmente significa gobierno de Dios. Aunque el término no aparece en la biblia, Josefo, el historiador, lo usó para describir el sistema de gobierno del antiguo Israel, caracterizado por la participación directa de Dios en todos los asuntos de los israelitas.

Realmente el Israel del Antiguo Testamento debió ser una teocracia, tenía un pacto con Dios como pueblo suyo, y este pacto tenía implicaciones en todas las esferas de la vida. Dios es descrito como el rey, el gobernante y el juez de Israel, Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey[20], y a la vez Israel es el ejército de Dios que ejecutaba sus planes, el faraón no os oirá, pero yo pondré mi mano sobre Egipto y sacaré a mis ejércitos, a mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios.[21]

 

Los patriarcas, legisladores, jueces, reyes y profetas derivaban su autoridad de Dios, y a su vez la relación entre Dios y su pueblo se definía por equivalencia con esos cargos.

 

Ya en el Nuevo Testamento la Iglesia también puede definirse como una teocracia. Cristo es la cabeza, fuente de toda autoridad. Y los líderes en la iglesia siempre deben serlo en el Señor, es él quien impone los requisitos para quienes anhelen servirle.

 

Hoy en día la soberanía de Dios puede ser establecida y ejercida no solo por reyes, sacerdotes, jueces y profetas, al estilo del Antiguo Testamento, sino por primeros ministros, presidentes, gobernadores, alcaldes, gobernantes electos y el mismo pueblo.

 

Jesucristo inauguró esta nueva era con su mensaje revolucionario: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!»[22] Esta es la buena noticia de una genuina teocracia. Ahora el Señor es el Espíritu y puede y quiere dirigir nuestras vidas. Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios[23]

 

No descartemos ni limitemos el uso de la teocracia genuina, Jesucristo es real, tenemos en su Palabra, la Biblia, las directrices y políticas de su gobierno. Vale la pena dejarnos gobernar por él.

 

Bibliografía:

Diccionario de Ética Cristiana y Teología Pastoral, Publicaciones Andamio, CLIE, 2004

Biblia Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, SBU, 1998

Biblia Dios Habla Hoy - La Biblia de Estudio SBU, 1998

 

Fe y Postmodernidad, CLIE, 2004

 

 

 



[1]Marcos 12: 13 -17

[2]Marcos 10: 42

[3]Romanos 13: 1 -7

[4]Hechos 4: 19

[5]Hechos 5: 29

[6]Salmo 94: 20

[7]Salmo 94: 1, 2, 23

[8]Jueces 17: 6 DHH

[9]Génesis 8: 21

[10]1 de Pedro2: 13 -17

[11]Jueces 8: 23

[12]1 de Samuel 8: 7

[13]Deuteronomio 17: 14 -20

[14]Salmo 12: 4, 12 -14

[15]Jeremías 22: 15 y 16

[16]1 de Samuel 10: 25

[17]2 de Samuel 5: 3

[18]Números 14: 1 -10

[19]1 de Samuel 8: 4 -9

[20]Isaías 33: 22

[21]Éxodo 7: 14

[22]Marcos 1: 15

[23]Romanos 8: 14



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