01. Las Disciplinas Espirituales para la Piedad
Este informe explora el concepto de las "Disciplinas Espirituales" según se presenta en los extractos de "Las Disciplinas Espirituales: Para la Piedad". El texto aborda la necesidad de la disciplina en la vida cristiana, su propósito, naturaleza y la libertad que se deriva de su práctica, siempre enmarcado en el evangelio de Jesucristo.
1. La Indisciplina de la Época y la Necesidad de Carácter Cristiano
El autor comienza señalando una característica central de la sociedad contemporánea: "La nuestra es una época indisciplinada. Las disciplinas antiguas se vienen abajo". En este contexto, la disciplina de la gracia es a menudo ridiculizada como legalismo o es "totalmente ajena para una generación que, en gran medida, es analfabeta en las Escrituras". Se enfatiza la urgencia de desarrollar un "carácter cristiano" resistente, el cual solo puede provenir de la disciplina.
2. Disciplina con Rumbo: La Visión de la Piedad
Para ilustrar la diferencia entre la disciplina sin rumbo y la disciplina con un propósito claro, se utiliza la analogía de Kevin, un niño que practica guitarra sin entusiasmo. Su actitud cambia radicalmente cuando se le da una visión de su futuro como un "guitarrista virtuoso" en el Carnegie Hall. Esta visión le otorga a su práctica un "rumbo, una meta que lo encaminará hacia el futuro".
Aplicado a la vida cristiana, se argumenta que muchos creyentes se sienten como Kevin antes de su visión: la oración es "un trabajo pesado", la meditación en las Escrituras "parece incierto", y el ayuno es a menudo un "misterio". La clave para transformar esta percepción es entender el destino final del creyente: "ser como su Hijo" (Romanos 8:29), es decir, la semejanza a Cristo o la piedad.
Aunque la semejanza a Cristo será plenamente concedida "cuando Cristo venga" (1 Juan 3:2), el texto subraya que, mientras tanto, Dios desea que los creyentes "crezcamos hacia ella". Se cita Hebreos 12:14: "Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor". La santidad, que es sinónimo de semejanza a Cristo o piedad, no es opcional.
3. La Gracia como Fundamento y la Búsqueda de la Santidad
Es crucial entender que la búsqueda de la santidad no es lo que habilita al creyente para ver al Señor. La salvación y la entrada al cielo se logran "únicamente con la rectitud que alguien más, Jesucristo, logró". Jesús vivió una vida perfecta y murió como sacrificio, y su resurrección es la prueba de la aceptación de Dios.
Aquellos que confían en Jesús reciben el Espíritu Santo, cuya presencia "hace que todos aquellos en los que él mora tengan nuevos deseos santos que antes no tenían". Estos deseos incluyen el anhelo por la Palabra de Dios y por vivir en santidad. Por lo tanto, "cuando el Espíritu Santo vive dentro de alguien, esa persona comienza a valorar y a buscar la santidad". Esto explica por qué "el que no se esfuerce por la santidad, no verá al Señor", no porque el esfuerzo salve, sino porque la ausencia de deseo por la santidad revela una falta de conocimiento genuino de Dios.
La pregunta central para el cristiano es: "¿Cómo, entonces, debo dedicarme a la santidad...? ¿Cómo puedo llegar a ser más semejante a Jesucristo?". La respuesta clara se encuentra en 1 Timoteo 4:7: "Disciplínate a ti mismo para la piedad". Este versículo es el "tema de todo el libro", afirmando que la práctica de las Disciplinas Espirituales es "el único camino a la madurez y a la piedad cristiana".
4. Definición y Características de las Disciplinas Espirituales
Las Disciplinas Espirituales se definen como "aquellas prácticas que se encuentran en las Escrituras que promueven el crecimiento espiritual entre los que creen en el evangelio de Jesucristo". Se detallan varias características:
- Personales e Interpersonales: La Biblia recomienda ambas. Aunque el libro se enfoca en las personales (ej. leer la Biblia a solas, orar en privado), se reconoce la importancia de las interpersonales (ej. escuchar la lectura de la Biblia en la iglesia, adorar públicamente, participar en la Cena del Señor). Jesús practicó ambas, y la semejanza a Cristo requiere buscar a Dios a través de ambas.
- Actividades, no Actitudes: Las Disciplinas son "cosas que usted hace", como leer, meditar, orar, ayunar, adorar, servir. No son atributos del carácter o "fruto del Espíritu". Aunque el objetivo es "ser como Jesús", el camino para ello es "mediante el hacer las Disciplinas Espirituales bíblicas con la motivación apropiada".
- Bíblicas: El autor restringe el tema a las prácticas que la Biblia enseña o expone, evitando la subjetividad de definir "Disciplina Espiritual" según preferencias personales (ej. jardinería). Se mencionan ejemplos de Disciplinas bíblicas personales destacadas: "el estudio de la Biblia, la oración, la adoración, la evangelización, el servicio, la mayordomía, el ayuno, el silencio y el retiro, el escribir un diario y el aprendizaje".
- Suficientes: Basado en 2 Timoteo 3:16-17, el texto afirma que las Disciplinas Espirituales bíblicas "son suficientes para conocer y experimentar a Dios, y para crecer en la semejanza a Cristo". Cualquier otra práctica, si no está en la Biblia, "no es necesaria" para la madurez espiritual.
- Derivadas del Evangelio, no Divorciadas de él: Las Disciplinas, cuando se practican correctamente, deben "llevarnos más profundamente en el evangelio de Jesús y sus glorias". Se critica la tendencia a ver el evangelio solo como el punto de entrada a la fe, y las disciplinas como "disciplinas postevangelio, disciplinas divorciadas de lo que Dios ha hecho en Cristo Jesús". Esta desconexión lleva a enfocar la atención lejos de la cruz y la resurrección, haciendo que "lo que realmente importa son las disciplinas espirituales" en lugar del evangelio mismo.
- Medios, no Fines: El propósito final de las Disciplinas es la piedad, definida como "intimidad con Cristo y conformidad a Cristo". Si la práctica de las Disciplinas no persigue este propósito, es "inútil y no es más que la cáscara vacía de la piedad".
La definición concisa es: "las Disciplinas Espirituales son aquellas actividades personales e interpersonales dadas por Dios en la Biblia como los medios suficientes que los creyentes en Jesucristo deben utilizar en su búsqueda de la piedad llena del Espíritu e impulsada por el evangelio, es decir, la intimidad con Cristo y la conformidad a Cristo".
5. La Piedad se Logra por Medio de la Disciplina
El autor sostiene que los "héroes piadosos de la historia cristiana" no fueron ungidos con santidad de manera diferente al resto, sino que "avanzaron como lo hacen todos los cristianos: por medio de las Disciplinas Espirituales". La experiencia pastoral del autor lo confirma: "jamás conocí a un hombre o a una mujer que llegara a la madurez espiritual salvo a través de la disciplina".
Dios utiliza tres catalizadores para transformar a los creyentes en la semejanza a Cristo:
- Personas: Dios usa a amigos y enemigos para afinar el carácter (Proverbios 27:17).
- Circunstancias: Dios usa presiones económicas, condiciones físicas, y el clima para estimular la santidad (Romanos 8:28).
- Disciplinas Espirituales: A diferencia de los dos primeros, donde Dios obra "de afuera hacia adentro", en las Disciplinas obra "de adentro hacia afuera". Además, los creyentes tienen "una mayor medida de elección" para participar en ellas.
Se subraya que la autodisciplina no produce santidad por sí misma, que es un regalo de Dios (Juan 17:17). Sin embargo, esto no significa pasividad. El cristiano debe "disciplinarse a sí mismo con el fin de alcanzar la piedad", ejerciendo las Disciplinas como medio para recibir la gracia de Dios y crecer en semejanza a Cristo. La gracia de Dios da el deseo y el poder, pero el cristiano debe "practicar personalmente las Disciplinas", como Pablo que "trabajaba y luchaba con tanto empeño, apoyado en el gran poder de Cristo que actúa dentro de mí" (Colosenses 1:29).
La palabra griega para "disciplina", gumnasia, de donde vienen "gimnasio" y "gimnasia", implica "ejercitar o disciplinar". Las Disciplinas Espirituales son "ejercicios espirituales" que, como el levantamiento de pesas, "estimulan la fuerza corporal" y "promueven la piedad".
La historia de Zaqueo (Lucas 19:1-10) ilustra el rol de las Disciplinas: "Piense en las Disciplinas Espirituales como maneras en las que podemos ponernos espiritualmente en el camino de la gracia de Dios y buscarlo, así como Zaqueo se colocó físicamente en el camino de Jesús y lo buscó". Al participar en estas prácticas bíblicas "por fe", los creyentes pueden "esperar experimentar a Dios" y ser transformados.
6. La Voluntad de Dios y el Ejemplo de Jesús
La frase "disciplínate a ti mismo para la piedad" es una "orden de Dios, no simplemente una sugerencia". La santidad no es opcional para los seguidores de Dios, y por lo tanto, "el medio para la santidad, es decir, las Disciplinas Espirituales, tampoco es una opción". El discipulado de Jesús implica aprender de Él y seguirle, lo cual requiere disciplina, ya que "usted no sigue a alguien por casualidad, al menos no por mucho tiempo, ni aprende tanto accidentalmente como lo hace por medio de la disciplina".
El autor lamenta que muchos cristianos sean "indisciplinados espiritualmente", a pesar de ser "notablemente disciplinados en otras áreas de su vida" (profesión, deportes, estudios). Critica la idea de que llegar a ser como Jesús no requiere esfuerzo, contrastándolo con el tiempo y sacrificio dedicados a otras habilidades. Una mujer que confesó "Yo sé cómo hacer de todo en la iglesia, pero no sé cómo leer la Biblia y orar" ejemplifica la falta de "canales profundos y desgastados de la disciplina de estar en contacto con Dios".
7. Los Peligros de la Negligencia y la Recompensa de la Libertad
Descuidar las Disciplinas Espirituales conlleva dos peligros principales:
- No conocer a Dios: Para aquellos que no tienen hambre de Dios, las Disciplinas son "deberes religiosos tediosos", no un "banquete de Dios". Esto sugiere que su descuido podría indicar una falta de conocimiento genuino de Dios, llevando a "pasar por alto a Dios para siempre".
- Producir poco fruto espiritual: El autor utiliza el ejemplo de Samuel Taylor Coleridge, un genio que "jamás una mente tan genial produjo tan poco" debido a su falta de "esfuerzo constante y concentrado". De manera similar, los creyentes con dones espirituales pueden no desarrollarlos ni dar fruto si no se disciplinan. "El peligro de descuidar las Disciplinas Espirituales es el peligro de producir poco fruto espiritual, y que la vida de usted signifique poco para el reino".
Finalmente, el texto aborda la aparente contradicción entre disciplina y libertad. Contrario a la idea de esclavitud, "hay una libertad en la vida cristiana que no viene a través de la indolencia, sino de la disciplina". Así como un guitarrista virtuoso logra libertad a través de décadas de práctica disciplinada, la "libertad y la disciplina han llegado a considerarse como mutuamente excluyentes, cuando, de hecho, la libertad no es en absoluto lo opuesto, sino la recompensa final, de la disciplina" (Elisabeth Elliot).
La "libertad que da la piedad" es la "libertad de hacer lo que Dios nos llama a hacer a través de las Escrituras y la libertad de expresar los atributos del carácter de Cristo a través de nuestra propia personalidad". Esta libertad no se logra con incursiones esporádicas, sino con "perseverancia". Como dice 2 Pedro 1:6: "al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad". La "verdadera piedad no requiere simplemente diez mil horas, sino la perseverancia de toda una vida".
Conclusión
Las Disciplinas Espirituales, lejos de ser una carga o un camino legalista, son el medio divinamente establecido para que los creyentes crezcan en piedad, intimidad y semejanza con Cristo. Su práctica, fundamentada en el evangelio y con la piedad como meta, transforma el "trabajo pesado" en un "deleite", llevando a una vida de gozo, propósito y libertad en Cristo, modelada por el propio ejemplo de Jesús.
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