“Cuando el rey tome posesión del poder, mandará que le hagan una copia escrita de esta enseñanza, tomada del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas. Siempre deberá tener esa copia consigo, y leerla todos los días de su vida, para que aprenda a reverenciar al Señor su Dios, a respetar todo el contenido de esta enseñanza y a poner en práctica sus mandatos, para que no se crea superior a sus compatriotas ni se aparte para nada de estos mandamientos. Así, tanto él como sus descendientes tendrán un largo reinado en Israel.” Deuteronomio 17: 18 -20 DHH
Uno de los mayores inconvenientes a la hora de trabajar en equipo es manejar apropiadamente las estructuras de autoridad.
En nuestro contexto eclesial manejamos muy bien las estructuras de autoridad y lo explicamos con el principio de autoridad y la sujeción; pero ¿deben funcionar así los comités y los trabajos en equipo?
Uno de los mayores inconvenientes a la hora de trabajar en equipo es manejar apropiadamente las estructuras de autoridad.
En nuestro contexto eclesial manejamos muy bien las estructuras de autoridad y lo explicamos con el principio de autoridad y la sujeción; pero ¿deben funcionar así los comités y los trabajos en equipo?
Tenemos que replantearnos nuestros roles o papeles dentro de cada contexto en el que nos desempeñamos.
Hay por lo menos dos formas de reconocer la autoridad en nuestro entorno eclesial:
Antigüedad: Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano.[1] En este aspecto entonces se toma en cuenta y se respeta la experiencia y el paso de los años que, se supone, ha traído sabiduría a la persona que los ha vivido.
Cargos: Él quita reyes y pone reyes.[2] Aquí las cosas son distintas, el título que se confiere es el que representa esa investidura de autoridad.
Ahora bien, no siempre el cargo se otorga teniendo a en cuenta la antigüedad de la persona y es allí donde comienzan los conflictos que impiden que un equipo de trabajo funcione adecuadamente.
Para que un equipo funcione de manera óptima se necesita coordinación y perfecta armonía entre sus miembros. Un exceso de autoridad o un conflicto por ella dentro del equipo, terminará con él.
En la Iglesia estamos invitados a someternos con gozo a la voluntad de Dios, ¿pero cuál es la voluntad de Dios? Lo único que tengo claro es que la voluntad de Dios es que yo decida lo que hago, obviamente dejándome guiar por él. Pero es mí responsabilidad y debo asumirla.
La Biblia nos exhorta a someternos a las autoridades establecidas[3], teniendo cuidado con la rebeldía frente a ellas, cualquiera sea el sistema de gobierno. En los tiempos en los que la Biblia exhorta a respetar y obedecer a las autoridades no había democracia, estaban bajo un sistema autocrático, el imperio romano.
En nuestro medio tendemos a pensar que la democracia es más cristiana que cualquier otro sistema de gobierno, pero ¿será verdad? Lamentablemente este modelo de gobierno fácilmente se convierte en una pugna de intereses donde cada cual busca su propio beneficio. Esa es precisamente la raíz de la politiquería.
Debemos ser consientes de cuál es nuestro papel o roll en cada entorno y actuar de acuerdo a él dentro del equipo que nos ha correspondido trabajar, procurando el alcance de los objetivos y reestructurando cada vez el esquema tradicional que tenemos de autoridad, que en muchas ocasiones entorpece, en vez de ayudar, el funcionamiento del equipo.
La clave para que todo funcione adecuadamente dentro del comité es lo que dice el texto del inicio, no creerse superior a sus compatriotas. Somos compañeros de un equipo, procurando el alcance de una meta común.
Somos un grupo de trabajo, estamos catalogados como comité y estamos en el proceso de actuar como un equipo de trabajo. Lo lograremos en la medida en la que estemos pendientes y apliquemos las leyes que rigen el funcionamiento de los grupos.
Si queremos funcionar como un verdadero equipo de trabajo es hora de ocupar nuestro puesto, desempeñar nuestro papel, y entender que los principios eclesiásticos de autoridad no están diseñados para los comités. Al tratar de funcionar en el comité sin modificar las estructuras eclesiásticas de autoridad, éste no existiría en la realidad, perdería su naturaleza de ser y tendríamos que buscar otro nombre para este grupo de trabajo que resultaría.
Rompamos los paradigmas. Queda claro que si eliminamos algunas practicas nocivas dentro del grupo, nuestro comité funcionará mejor y pronto seremos el equipo que soñamos.
Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.[4]
¡Dios les bendiga!
Hay por lo menos dos formas de reconocer la autoridad en nuestro entorno eclesial:
Antigüedad: Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano.[1] En este aspecto entonces se toma en cuenta y se respeta la experiencia y el paso de los años que, se supone, ha traído sabiduría a la persona que los ha vivido.
Cargos: Él quita reyes y pone reyes.[2] Aquí las cosas son distintas, el título que se confiere es el que representa esa investidura de autoridad.
Ahora bien, no siempre el cargo se otorga teniendo a en cuenta la antigüedad de la persona y es allí donde comienzan los conflictos que impiden que un equipo de trabajo funcione adecuadamente.
Para que un equipo funcione de manera óptima se necesita coordinación y perfecta armonía entre sus miembros. Un exceso de autoridad o un conflicto por ella dentro del equipo, terminará con él.
En la Iglesia estamos invitados a someternos con gozo a la voluntad de Dios, ¿pero cuál es la voluntad de Dios? Lo único que tengo claro es que la voluntad de Dios es que yo decida lo que hago, obviamente dejándome guiar por él. Pero es mí responsabilidad y debo asumirla.
La Biblia nos exhorta a someternos a las autoridades establecidas[3], teniendo cuidado con la rebeldía frente a ellas, cualquiera sea el sistema de gobierno. En los tiempos en los que la Biblia exhorta a respetar y obedecer a las autoridades no había democracia, estaban bajo un sistema autocrático, el imperio romano.
En nuestro medio tendemos a pensar que la democracia es más cristiana que cualquier otro sistema de gobierno, pero ¿será verdad? Lamentablemente este modelo de gobierno fácilmente se convierte en una pugna de intereses donde cada cual busca su propio beneficio. Esa es precisamente la raíz de la politiquería.
Debemos ser consientes de cuál es nuestro papel o roll en cada entorno y actuar de acuerdo a él dentro del equipo que nos ha correspondido trabajar, procurando el alcance de los objetivos y reestructurando cada vez el esquema tradicional que tenemos de autoridad, que en muchas ocasiones entorpece, en vez de ayudar, el funcionamiento del equipo.
La clave para que todo funcione adecuadamente dentro del comité es lo que dice el texto del inicio, no creerse superior a sus compatriotas. Somos compañeros de un equipo, procurando el alcance de una meta común.
Somos un grupo de trabajo, estamos catalogados como comité y estamos en el proceso de actuar como un equipo de trabajo. Lo lograremos en la medida en la que estemos pendientes y apliquemos las leyes que rigen el funcionamiento de los grupos.
Si queremos funcionar como un verdadero equipo de trabajo es hora de ocupar nuestro puesto, desempeñar nuestro papel, y entender que los principios eclesiásticos de autoridad no están diseñados para los comités. Al tratar de funcionar en el comité sin modificar las estructuras eclesiásticas de autoridad, éste no existiría en la realidad, perdería su naturaleza de ser y tendríamos que buscar otro nombre para este grupo de trabajo que resultaría.
Rompamos los paradigmas. Queda claro que si eliminamos algunas practicas nocivas dentro del grupo, nuestro comité funcionará mejor y pronto seremos el equipo que soñamos.
Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.[4]
¡Dios les bendiga!