lunes, 30 de noviembre de 2020

MÁS QUE JUNTOS

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Lunes 30 de Noviembre de 2020



MÁS QUE JUNTOS

De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. (1 Corintios 12.26)

¿Cómo reacciono yo cuando otra persona es honrada?

El dicho es "Juntos pero no revueltos", dando a entender que, en circunstancias específicas, se está dispuesto a convivir con alguien sin que necesariamente haya comunión con esa persona, lo que algunos llaman convivencia por conveniencia. Quizás sí sea válida esa actitud en determinados casos, pero no lo es en la Iglesia. Las aflicciones, los pesares ajenos, fácilmente hacen que brote solidaridad en otras personas; pero los triunfos, las alegrías ajenas, fácilmente hacen que broten los celos, las envidias, las sospechas. Para poder sufrir con el que sufre, llorar con el que llora, pero también gozarme con el que se goza, y que no sea con hipocresía sino con toda honestidad, sinceramente, necesito ser uno con él, sentir lo mismo que él. Unánimes, sintiendo una misma cosa. Aquellos que para evitar tener intimidad con los hermanos acostumbran llegar tarde a los eventos de la Iglesia e irse antes de que terminen, "para que nadie me pregunte nada", no entienden apropiadamente la comunión del cuerpo.

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


Maranatha…

¡Gracia y Paz!


Adonay Rojas Ortiz
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sábado, 28 de noviembre de 2020

TE NECESITO

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Sábado 28 de Noviembre de 2020



TE NECESITO

Ni el ojo puede decir a la mano: «No te necesito», ni tampoco la cabeza a los pies: «No tengo necesidad de vosotros». (1 Corintios 12.21)

El cristianismo hay que vivirlo en comunidad.

Escribiendo a los de Éfeso el mismo Pablo recomienda que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. En el cuerpo cada miembro tiene su propia actividad, luego se infiere que no todos hacen lo mismo, pero esa actividad es para ayudar a los demás miembros. Es decir, los miembros del cuerpo se ayudan mutuamente. Entendiendo que Cristo es la cabeza de su cuerpo que es la Iglesia, cabe resaltar que el apóstol escriba en el verso que leemos hoy que la cabeza no puede decirle a los pies: ¡No tengo necesidad de vosotros! Que lo entiendan aquellos que dejan de asistir a las reuniones, que como cuerpo eclesial celebramos, y piensan en arreglárselas ellos solitos con Dios diciendo: Yo no tengo necesidad de congregarme. DLB

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


Maranatha…

¡Gracia y Paz!


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viernes, 27 de noviembre de 2020

BAUTIZADO

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Viernes 27 de Noviembre de 2020



BAUTIZADO

porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. (1 Corintios 12.13)

Usted es lleno del Espíritu Santo porque es hijo de Dios

El Espíritu Santo es quien introduce al recién convertido en el cuerpo de Cristo, la Iglesia, al hacerlo nacer de nuevo. Es a ese bautismo en el cuerpo al que se refiere el verso de hoy. Algunos, acostumbrados a pensar en el bautismo del Espíritu Santo, con la evidencia inicial de hablar en otras lenguas, cada vez que encuentran la palabra Espíritu en el Nuevo Testamento, interpretan este verso como si se refiriera a esta experiencia pentecostal y entonces sacan la conclusión de que el hermano que no haya hablado en otras lenguas (entendiéndose como bautizada con el Espíritu Santo) no ha sido salva, porque es así como se introduce en la Iglesia. Es su interpretación, pero no lo que el texto dice. El bautismo con el Espíritu Santo no es para ser salvos, sino para los que hemos sido salvos. Pedro dijo en Pentecostés: arrepiéntanse, bautícense, y recibirán el don. Cuando Pablo escribe a los gálatas les dice: y por cuanto sois hijos (no para llegar a ser hijos), Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo.

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


Maranatha…

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jueves, 26 de noviembre de 2020

BIEN COMÚN

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Jueves 26 de Noviembre de 2020



BIEN COMÚN

Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos. (1 Corintios 12.7)

¡Olvídese de la tendencia a "Fulanito ministries"!

Hay en este verso una verdad fundamental que los hermanos disidentes, arrogantes, y con ínfulas de independencia en Corinto (y en cualquier lugar y en todas las épocas) con urgencia necesitaban conocer para entender bien el asunto del ministerio: la manifestación del Espíritu es para el beneficio de todos, prima el «bien común» sobre el particular. El propósito del don de Dios no es la preeminencia del individuo, sino la salud y el crecimiento de todo el cuerpo. El ministerio existe para el cuerpo, no para el individuo, si bien es cierto que éste también se beneficia, pero porque es parte del cuerpo. Vamos a tomar en serio nuestra responsabilidad de mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de paz. Esto es radicalmente opuesto al individualismo imperante en esta sociedad postmoderna, en la que se pregona como una máxima: ¡Sálvese quien pueda!. Los miembros en el cuerpo no andan compitiendo unos con otros, se colaboran mutuamente para poder crecer. ¡Nos necesitamos unos a otros!

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


Maranatha…

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miércoles, 25 de noviembre de 2020

DONES

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Miércoles 25 de Noviembre de 2020



DONES

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. (1 Corintios 12.4)

Hay tanta diversidad como funciones de los miembros.

Continuamos con la analogía del cuerpo y la iglesia. Aunque formando un solo cuerpo, y por lo tanto interdependientes los unos de los otros, somos muchos miembros y cada uno con una función distinta. Lo primero a entender es que, de forma soberana, Dios nos puso en el cuerpo donde Él quiso. Quiero decir con esto que desde que el Espíritu Santo me incorporó a la Iglesia, al nacer de nuevo, ya soy un miembro que tengo una función que cumplir y con la cual se beneficiará todo el cuerpo. Ahora bien, alguien recién convertido al Señor, con escaso conocimiento de las cosas de Dios, no va a entender muy bien esto, pero por el trabajo del mismo Espíritu en la Iglesia esa persona es preparada para cumplir con su tarea. Y para que cada miembro pueda cumplir a cabalidad con su función, el Señor, a través del bautismo del Espíritu Santo (que es también para todos los miembros) le da habilidades sobrenaturales con las cuales ese miembro en particular puede ejercer su ministerio específico en la Iglesia

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


Maranatha…

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martes, 24 de noviembre de 2020

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Martes 24 de Noviembre de 2020



PARA SU GLORIA

Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Corintios 10.31)

¿Qué comes, qué bebes, qué haces?

Me llaman la atención estos verbos, comer, beber, y hacer. Y es que en estos días de virus, pandemias, y demás, las recomendaciones que más frecuentemente oímos tienen que ver precisamente con qué comer, qué beber, qué hacer. Resumidas en coma cosas saludables, tome mucha agua, y haga ejercicio. Pablo recomienda a los hermanos honrar a Dios, darle gloria a Él, a través de lo que comen, de lo que beben, y de lo que hacen. ¡Que todo sea para la gloria de Dios! Este es un principio universal que debemos estar aplicando en todos los ámbitos de nuestra vida, como creyentes que somos. La pregunta para nosotros es ¿estamos siguiendo esta recomendación bíblica que leemos hoy? Más adelante el mismo apóstol, les va a decir a los hermanos que estaban en Corinto: Si los muertos no resucitan, «Comamos y bebamos, porque mañana moriremos». Ese era un dicho popular que muchos repetían en esos días. Pero el asunto es que sí hay resurrección, así que prestémosle cuidado a esto.

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


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lunes, 23 de noviembre de 2020

COMUNIÓN


Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Lunes 23 de Noviembre de 2020



COMUNIÓN

Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan. (1 Corintios 10.17)

Menospreciar la comunión eclesial es muy delicado.

Este verso, junto con el inmediatamente anterior, enfatiza la unidad de Cristo y su iglesia expresada en el simbolismo del pan de la Cena del Señor (un solo pan). Esta misma unidad del cuerpo de Cristo aparece más adelante, en esta misma carta, pero ya en relación con los dones espirituales. Acá lo que se resalta es la comunión de los creyentes, basada en que aunque los hermanos son muchos, sin embargo son un solo cuerpo, y por lo tanto están participando de un mismo pan, el cuerpo de Cristo. La analogía es muy disiente rae, la Iglesia es un cuerpo y para que funcione bien será indispensable la comunión de los miembros que la conforman, no hay otra manera. Los miembros somos interdependientes unos de los otros. No independientes, sino interdependientes. Es decir, dependemos los unos de los otros, de tal modo que, como se dice más adelante, la mano no puede decir al ojo "no te necesito". Así que, quien rompe con la comunión eclesial no tiene ni idea de lo que hace.

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


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sábado, 21 de noviembre de 2020

FIEL

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Sábado 21 de Noviembre de 2020



FIEL

No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla. (1 Corintios 10.13)

No somos autosuficientes, aceptemos la ayuda.

Después de advertir sobre el mal comportamiento y la caída de los hijos de Israel en el desierto, Pablo quiere dejar claro que nosotros no tenemos porqué terminar así como ellos. Si Dios está a nuestro lado como ese paracletos, ese abogado defensor, ese ayudador, ese divino compañero del camino, entonces es obvio que algo hará a nuestro favor cuando el peligro aseche.¡Dios es fiel! Esta es una afirmación crucial. Nuestra fe se basa en el carácter de Dios. Nuestra esperanza está en que Él es lleno de gracia, y sus promesas son seguras. Debemos creer en la fidelidad de nuestro Dios, tengamos fe en su confiabilidad. Quizás no entendamos muy bien el cómo ocurrirá esto, cómo nos ayudará Dios a resistir, cómo es que Él nos mostrará la vía de escape. Pero, Él es fiel. ¡El método para la victoria no se revela con claridad, pero la victoria está asegurada! El problema no es la ayuda divina, que nunca falta. El problema somos nosotros que a veces no atendemos a la dulce voz del Espíritu Santo.

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


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viernes, 20 de noviembre de 2020

¡CUIDADO!

Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Viernes 20 de Noviembre de 2020



¡CUIDADO!

Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga. (1 Corintios 10.12)

La salvación es tan valiosa que vale la pena cuidarla.

El apóstol Pablo está haciendo memoria de las cosas ocurridas al pueblo de Israel y nos dice que debemos tomarlas como ejemplo para nosotros que estamos viviendo ya en los tiempos finales. Dios sacó a su pueblo de Egipto, los libró del Faraón y su ejército abriéndoles camino seco en medio del mar. Les proveyó alimento en el desierto, y no los dejó morir de sed. Ellos conocieron el poder de Dios, sin embargo no se atrevieron a obedecer su voz, muy por el contrario murmuraron contra Él en múltiples ocasiones. Aún con el maná en su boca pidieron carne y llegaron a decir que mejor les iba en la esclavitud con el Faraón subyugándolos, que con el Señor en el desierto. Dios los sacó para introducirlos en la tierra prometida, pero su mal comportamiento debido a su falta de contentamiento, su obstinada negligencia, las continuas desobediencias, el no estar dispuestos a someterse a la voluntad del Señor, todo esto hizo que finalmente Él no se agradara de la mayoría de ellos, y murieron en el desierto.

¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!


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jueves, 19 de noviembre de 2020

La Profecia : ¿Un mensaje para el presente o para el futuro?

La Profecia : ¿Un mensaje para el presente o para el futuro?

Garrett-Evangelical Theological Seminary

Evanston, Illinois, E.E.U.U.

Osvaldo D. Vena

Introducción: No hay profecía sin profeta

En la Biblia la profecía esta íntimamente relacionada con la persona del profeta o, en algunos casos, de la profetisa (cf. Ex 15:20; Jue 4:4; 2 R 22:14). Profeta es una palabra que deriva del griego profetes que significa una persona que habla en nombre de otra, generalmente de un dios o una diosa. Esta palabra griega traduce el vocablo hebreo nabi, que conlleva la idea de alguien que comunica un mensaje divino. La acción de profetizar es posible porque el espíritu de Dios viene sobre la persona y le hace emitir un mensaje o cumplir una función relevante, ya sea para el presente o para el futuro inmediato. Dios, la realidad última, necesita al profeta o la profetiza para mediatizar su verdad al ser humano, pues solo así puede el ser humano escuchar la voz de Dios. El profeta es un instrumento en las manos de Dios, pero lejos de ser totalmente pasivo se constituye en los ojos, los oídos y el corazón de Dios. Es como si Dios viera, oyera y sientiera a través del profeta de tal manera que cuando el profeta dice "Así dice el Señor Dios de Israel" no hay diferencia entre lo que dice y siente el profeta en ese momento y lo que dice y siente Dios.

La profecía temprana en Israel

En Números 11:24-25 el espíritu del Señor viene sobre los ancianos reunidos en la tienda del encuentro, o sea el tabernáculo, y estos comienzan inmediatamente a profetizar. El texto pareciera sugerir que este profetizar es una acción externa visible, algo que puede ser observado y evaluado. En general los comentaristas afirman que este profetizar era una manifestación de éxtasis expresado en danza y gritería frenética, algo que era común entre los profetas de la monarquía temprana. Un caso típico sería 1 Samuel 10:10-13, donde Saúl, embuído por el espíritu, profetiza en medio de una compañía de profetas. En algunos casos, este tipo de profecía extática incluye el desnudarse y entrar en una especie de trance, una pérdida de control de las funciones mentales y físicas (cf. 1 S 19:24).

Esta actividad se le atribuye también a los profetas de los Baales en 1 Reyes 18:29, aunque su profetizar no produce los mismos efectos que la profecía de los profetas de Yavé, como Elías en este caso. Claramente, para el narrador bíblico, el Dios de Elías es el verdadero Dios y Elías es un verdadero profeta, mientras que Baal no califica como Dios ni tampoco sus profetas como profetas. En general los eruditos bíblicos coinciden en que Israel apropió la forma de profetizar en éxtasis del culto a los Baales de la religión Cannanita. Si esto es así, el pasaje de Números 11 mencionado arriba constituiría un anacronismo histórico, es decir, una descripción de una situación utilizando el lenguaje y la experiencia de un tiempo posterior, ya que el evento que se narra allí sucede mucho antes de que Israel entrara en la tierra de Canaán.

Aparentemente estos profetas tempranos vivían en comunidades o escuelas y deambulaban de un lugar a otro pronunciando oráculos para aquellas personas interesadas en conocer la voluntad de Dios. Los reyes de Israel, por ejemplo, dependían en sus campañas militares de una palabra inspirada que le revelase el futuro inmediato. Así tenemos que a menudo se encuentran grupos de profetas congregados a su alrededor con el propósito de incitar al ejército a la guerra santa en contra de los enemigos de Israel. Claro que a veces estos profetas son simplemente especialistas en buenos augurios, aún cuando las perspectivas del triunfo fueran escasas. El narrador bíblico los tilda de falsos profetas pues no hablan de parte del Señor. Tenemos un caso típico en 1 Reyes 22:5-12 donde Ahab, el rey de Israel, consulta con sus profetas sobre si debe atacar al rey sirio que controlaba la ciudad de Ramot de Galaad o no. Como estos profetas estaban mas interesados en satisfascer los deseos de victoria del rey que en escuchar la voz de Dios, por mas negativa que ella fuera, su profecía de que Dios le daría el triunfo es falsa. No hablan de parte del Señor. En los versículos que siguen, 13-28, encontramos el ejemplo de un verdadero profeta, Micaías, uno que sí habla de parte de Dios. Y su pronóstico es nefasto. Predice la derrota y muerte del rey Ahab, las cuales suceden tal cual el lo anunciara.

La profecía escrita

Los llamados profetas literarios, pues sus profecías han sido preservadas en escritos, son aquellos cuyos ministerios proféticos suceden durante los siglos 8vo al 6to AC, o sea el tiempo de la division del reino en Judá, al sur, e Israel al norte. Estos profetas han pasado a la historia por su celo en desafiar el clima político y social de su tiempo para anunciar el mensaje de Dios a su pueblo. El profeta conoce a Dios en forma íntima. Sabe que el Dios de Israel no es un Dios apático, lejano, pero por el contrario lleno de pasión (pathos) por su pueblo oprimido y de enojo por los líderes injustos que lo dañan. El profeta se sitúa entonces en el medio, en la confluencia del sentir de Dios y de la necesidad del pueblo. Desde esa ubiquidad el profeta emite la palabra profética. Quizás uno de los pasajes que mejor describa esta relación sea Amós 3:8, "¿Quién no tiembla de miedo, si el león ruge? ¿Quién no habla en nombre del Señor, si él lo ordena?" La idea aquí pareciera ser que la acción de profetizar es la consecuencia ineludible de escuchar la voz de Dios, o sea, el deseo de Dios para su pueblo. Como bien lo expresa el profeta Jeremías:

Si digo: "No pensaré más en el Señor, no volveré a hablar en su nombre", entonces tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me cala hasta los huesos. Trato de contenerla, pero no puedo. (Jer. 20:9)

El profeta se siente empujado, forzado a comunicar la palabra profética que le quema en su interior. Sabe que su mensaje no será bien recibido pues no es popular, ya que no es lo que los líderes politicos y religiosos quieren escuchar. Y sin embargo, es la voz de Dios para ése momento. Aquí nos encontramos con un asunto de gran importancia: la naturaleza del mensaje profético. Antes del exilio las profecías son por lo general profecías de fracaso. Los profetas profetizan contra Israel. Un ejemplo típico de esto serían las profecías de Jeremías, Oseas, Amós, Isaías1-39, Miqueas 1-3, etc. Durante y después del exilio las profecías se tornan en oráculos de esperanza y restauración. Los profetas anuncian al pueblo que Dios no se ha olvidado de su situación y que los hará retornar a su tierra. Aquí figuran prominentemente las profecías de Isaías 40-66, Ezequiel, Hageo y Zacarías.

Se puede notar cómo, en algunos de los profetas literarios, la profecía comienza a adquirir un relieve escatológico, esto es, comienza a referirse a un futuro que ya no es histórico sino mas bien supra-histórico. La razón por este cambio es el sentimiento de que los programas de restauración nacional y religioso instaurados después del exilio no llegaban a mediar totalmente el Reino de Dios. Aparecen así, dentro de los mismos libros proféticos, secciones que apuntan a un futuro mas allá de la historia donde Dios reinará no solamente sobre Israel pero sobre todo el mundo. Coincide con esto la convicción de que los profetas habían dejado de existir desde el tiempo de Esdras (así opina Flavio Josefo en su tratado Contra Apion) y que inclusive la profecía misma había cesado totalmente. El autor del libro de 1 Macabeos, escrito en el segundo siglo AC, lo expresa así:

Fue un tiempo de grandes sufrimientos para Israel, como no se había visto desde que desaparecieron los profetas (1 Mac. 9:27).

Profetas anónimos comenzaron entonces a escribir sus profecías utilizando el nombre de figuras legendarias del pasado, tales como Noé, Moisés, Henoc, Daniel, Jeremías, Baruc, etc. Sus escritos se popularizaron entre un sector del pueblo que aún esperaba el reino de Dios, gente que no se había acoplado al programa de Helenización impuesto por las dinastías que sucedieron a la muerte de Alejandro Magno, y que había sido abrazado por la aristocracia y varios de los líderes religiosos. Es en este tiempo que la profecía se torna apocalíptica, pues es expresada como revelación directa de Dios a través de un mensajero celestial a un profeta o vidente que luego la comunica al pueblo. Es éste el estilo literario en que fueron escritos los libros de Daniel y el Apocalipsis de Juan. Ambas obras contienen profecías que apuntan a un futuro escatológico que pareciera haberse extendido hasta nuestros días, ya que la situación allí descripta no se ha realizado todavía. Son precisamente estos dos libros que han fomentado interpretaciones erróneas sobre la naturaleza de la profecía. Es nuestra intención en este ensayo ayudar al lector/a a adquirir un entendimiento apropiado de dicho fenómeno.

La profecía en el Nuevo Testamento

La convicción de los escritores del Nuevo Testamento es que Jesús de Nazareth había inaugurado una nueva era en la historia de Dios con su pueblo. El espíritu aparece nuevamente llenando a ciertas personas y capacitándolas para la tarea de proclamación. Esto solo podía significar que el espíritu de profecía habia retornado. El evangelista Lucas nos dice que Zacarías, el padre de Juan el bautista, era una persona llena del espíritu y bajo la influencia del mismo profetiza sobre los destinos paralelos de Juan y su primo Jesús. María, la madre de Jesús, responde al anuncio de su prodigioso embarazo con un cántico que ha pasado a la historia como el Magnificat. Ella también profetiza llena del espíritu. Jesús mismo, en su bautismo, recibe el espíritu que desciende en forma de paloma. Cuando comienza su ministerio en la sinagoga de Nazareth, luego de leer la parte del libro de Isaías que dice "El espíritu del Señor está sobre mí," Jesús exclama: "Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oir" (Lc 4:21b). Después de la resurrrección Jesús impartirá el espíritu a sus seguidores cuando, soplándoles encima, les dice: "Reciban el Espíritu Santo" (Jn 20:22).

En el libro de los Hechos, cuando los primeros discípulos y discípulas reciben el bautismo del Espíritu Santo, Pedro dice que esto había sucedido en cumplimiento de la profecía de Joel: "Sucederá que en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad" (Hch 2:17a). Lo importante aquí es que el Espíritu es derramado sobre "toda carne" (pasan sarka). Esto incluye hijos e hijas, jóvenes y ancianos, esclavos y esclavas. El mensaje es claro: el Espíritu de Dios no conoce distinciones de sexo, edad y estrato social. Como vemos, en el Nuevo Testamento el espíritu ha regresado a inspirar personas para ministerios específicos. Lucas nos dice que en la comunidad primitiva había profetas y profetizas (cf. Hch 11:27; 13:1; 15:32; 21:9, 10) y el apóstol Pablo instruye a los cristianos de Corinto sobre el don de profecía (1 Cor 14).

Por último, el libro del Apocalipsis es una profecía apocalíptica que narra los acontecimientos que de acuerdo al profeta habrían de suceder en la vida del pueblo creyente en el futuro inmediato. La profecía le es dada por revelación. De ahí el nombre, apocalipsis, que significa precisamente eso: revelación, o, descubrir, desvelar, esto es, quitar el velo. Contrariamente a lo que se piensa generalmente, esta revelación no es para el tiempo del fin sino para el presente (Ap 1:19)

Pasemos ahora a analizar aquellas instancias en donde aparece la palabra profecía para ver en qué forma se ajustan a la descripción que hemos hecho arriba.

Profecía en el Antiguo Testamento

2 Crónicas 9:29

El resto de la historia de Salomón, desde el principio hasta el fin, está escrito en las crónicas del profeta Natán, en la profecía de Ahias el de Siló, y en las revelaciones del profeta Iddo concernientes a Jeroboam, hijo de Nabat.

Aquí profecía se refiere a una actividad que se ocupa de acontecimientos históricos –el reino de Salomón. Es interesante observar que un profeta –Natán- es descripto como uno que escribe "crónicas", que es un documento de una naturaleza histórica más que profética. Del profeta Ahías se dice que él también ha narrado por escrito los hechos del reinado de Salomón. Por su parte Iddo, el vidente, también se ha preocupado por escribir sus visiones. De manera que en este pasaje, profeta y profecía, vidente y visiones, tienen que ver principalmente con una actividad de registrar por escrito acontecimientos históricos. En ningun momento se sugiere que la profecía se ocupa de un futuro escatológico. Esto vendrá mas tarde en la historia de Israel.

2 Crónicas 15:8

Cuando Asa oyó este mensaje del profeta, se armó de valor y eliminó los repugnantes ídolos de todo el territorio de Judá y Benjamín y de las ciudades que había conquistado en la montaña de Efraín…

Aquí "mensaje del profeta" traduce el hebreo "la profecía del profeta". En este caso es el profeta Azarías quien trae un mesaje de Dios para su pueblo, un mensaje que es inspirado pues el espíritu de Dios viene sobre el profeta capacitándolo para su tarea de proclamación. En su mensaje Azarías hace un recuento histórico de la relacion entre Dios e Israel y entre Dios y otras naciones. De nuevo, profecía no se relaciona con predecir el futuro, sino mas bien con recordar el pasado para producir cambios en el presente. Estos cambios fueron implementados por el rey Asá, quien en obediecia a la profecía de Azarías, destruye los altares del culto extranjero y renueva el pacto con el Señor, Dios de Israel, en una ceremonia pública en Jerusalém (2 Cr 15:10-15).

Nehemías 6:12

Además me dí cuenta de que él no hablaba de parte de Dios, sino que decía todo aquello contra mí porque Sambalat y Tobías lo habían sobornado.

Semaías, un profeta a sueldo, no enviado por Dios, lo alerta a Nehemías sobre lo que aparentemente le sucederá esa misma noche y sugiere que debería esconderse en el templo para protegerse de los que quieren quitarle la vida. Esta recomendación, presentada como una especie de profecía (el hebreo dice "habló la profecía contra mí"), es contraria al espíritu y la tarea de reconstrucción de Nehemías y este sospecha de que el mensaje no es de Dios. Su sospecha es confirmada: se da cuenta que Semaías ha sido contratado por sus enemigos para desprestigiarlo. Aquí, entonces, profecía tiene que ver con un curso de acción que es recomendado y una predicción (falsa) de un acontecimiento que sucedería en el futuro inmediato ("esta noche").

Proverbios 30:1; 31:1

Dichos de Agur, hijo de Jaque de Masa
(Dichos de Agur hijo de Jaque. Oráculo) NVI

Dichos del rey Lemuel de Masa, con los cuales su madre le dio instrucción.
(Los dichos del rey Lemuel. Oráculo mediante el cual su madre lo instruyó) NVI

En estos dos pasajes aparece la palabra masa que puede significar "profecía","oráculo", o simplemente referirse a una tribu árabe del norte. Si se elige la traducción "profecía" u "oráculo" entonces en este contexto parecería referirse a unos dichos de sabiduría, o sea, a unos proverbios. No hay aquí predicción del futuro ni recuento del pasado sino reflecciones sobre lo cotidiano que tienen como propósito hacer que la gente viva sabiamente. Como todo proverbio, estos son más deseos del corazón, expresiones de esperanza de la persona que confía en Dios, que afirmaciones de hechos ya realizados. En este sentido la función de la profecía es instruir, como pareciera ser la idea en 31:1: la madre del rey Lemuel usó un oráculo para enseñarle sobre la esposa ideal. Esta descripción sigue los canones de la cultura del medio oriente en cuanto a cuáles son las virtudes esenciales de una mujer. Como oráculo no predice, simplemente describe o, mejor dicho, prescribe: así es como una sabia mujer debería comportarse.

Proverbios 29:18

Donde no hay dirección divina, no hay orden;
¡felíz el pueblo que cumple la ley de Dios!

El hebreo permite varias traducciones: "Cuando no hay visiones, el pueblo se relaja" o "cuando no hay revelación", o "cuando no hay profecía". La idea es que el pueblo necesita la guía y la instrucción de la palabra profética pero aparentemente esta palabra no está disponible en el presente. El versículo continúa diciendo: "felíz el pueblo que cumple la ley de Dios". La palabra hebrea para ley es tora, que puede traducirse también "enseñanza" o "instrucción". Se podría deducir de este pasaje que la obediencia a la ley de Dios provee la felicidad para el diario vivir que aquellos que viven relajadamente por falta de un profeta que denuncie sus faltas no llegan nunca a conocer. Si los profetas aparecieron en la vida institucional de Israel porque el pueblo y sus líderes habían olvidado la ley de Dios, la obediencia diaria a los mandamientos divinos, expresados en proverbios, en sabiduría práctica para la vida, hace innecesaria la actividad profética. En otras palabras, la sabiduría reemplaza a la profecía, o mejor aún, es ella misma una suerte de profecía, ya que tanto la palabra profética como la palabra de sabiduría tienen su origen en Dios (cf. Pr 30:3).

Daniel 9:24

Setenta semanas han de pasar sobre tu pueblo y tu ciudad santa…para que se cumplan la visión y la profecía…"

Algunas versiones traducen aquí "para sellar la visión y el profeta". El hebreo sugiere la idea de profecía pero la palabra es nabi, "profeta". En el contexto del libro de Daniel, profecía apunta claramente a una revelación de las cosas que irían a suceder en el futuro del profeta y del pueblo. En este caso se refiere a los acontecimientos que se desarrollarían en la historia de Israel, comenzando con el cautiverio Babilónico y llegando hasta los días de la dominación Seléucida, especialmente del rey Antíoco Epífanes. En la revelación dada al profeta Daniel estos acontecimientos culminarían con la vindicación del pueblo fiel en el juicio final y la resurrección de los muertos. Por eso la profecía está "sellada", esto es, garantizada y por lo tanto sucederá tal cual ha sido predicha.

Estas son las únicas instancias de la palabra profecía en el AT pero en realidad todo el mensaje de los profetas es una palabra profética, es decir, un anuncio de la voluntad de Dios para su pueblo que generalmente tiene que ver con un curso de acción que debe tomarse en el futuro inmediato o con una palabra de aliento para el pueblo perseguido u oprimido de que Dios pronto actuará en su favor.  

Profecía en el Nuevo Testamento

Mateo 13:14

Así, en el caso de ellos se cumple lo que dijo el profeta Isaías…"

Una traducción mas literal sería "se cumple la profecía ( profeteia) de Isaías", lo cual se refiere al libro de Isaías. En muchas otras partes se utiliza la palabra oráculo (rezen) con el mismo sentido (cf. Mt 12:17; 8:17; etc.). En el tiempo de Jesús las profecías de los profetas formaban ya parte del canon de la Biblia hebrea. Los Profetas eran leídos en las sinagogas de Palestina y del mundo Greco Romano juntamente con la Ley de Moisés.

Al principio era la palabra del profeta la que tenía autoridad. Su mensaje estaba precedido por la fórmula: "Así dice el Señor, el Dios de Israel" (cf. Jer 23:2), u "Oíd la palabra del Señor" (cf. Jer.7:2). El pueblo entendía que era Dios quien hablaba a través del profeta o la profetisa. La palabra tenía autoridad en forma inmediata. Pero también algunos profetas eran instruídos por Dios a escribir su profecía. Cuando esto sucede la profecía adquiere un valor mas permanente, pues no queda solamente en la memoria de aquellos que pudieron oir al profeta sino que, como texto escrito, ejerce una función correctiva en las generaciones siguientes. Esto es importante especialmente durante el período de la dominación Helénica y más tarde Romana, cuando dejan de existir los profetas como agentes de la palabra de Dios al pueblo. La palabra escrita reemplaza entonces a la presencia física del profeta. La profecía comienza a ser leída mas que escuchada en forma directa de la boca del profeta. Es por eso que cuando los evangelistas nos dicen que Juan el Bautista aparece proclamando un llamado al arrepentimiento, ejerciendo una clara función profética, su rol debe ser explicado o aún justificado por medio de una referencia a la profecía escrita de Isaías (cf. Mc 1:2-3). Esto se ve aún mas claramente en el evangelio de Mateo donde se nos dice que una serie de eventos en la vida del niño Jesús habían sido ya predichos en las profecías escritas de los profetas (cf. Mt 1:22; 2:5,15,17; 4:14;etc.)

Romanos 12:6; 1 Corintios 12:10; 13:2,8; 14: 1-25, 29-33a.

En todos estos pasajes profeteia es uno de los dones (carismata) del Espíritu. Pablo se preocupa por aclarar que si bien todos los carismas vienen del mismo Espíritu, hay dones que son mas beneficiosos para la comunidad que otros. El don de profecía, por ejemplo, es uno de ellos. Es sumamente interesante lo que Pablo entiende por profecía. Es posible que su descripcion proceda de las prácticas cúlticas de sus congregaciones, donde existía una gran influencia del medio ambiente Griego o Helenístico. Pero la base teológica para su entendimiento es que Jesucristo había inaugurado la era del Espíritu. Según Pablo se estaba viviendo ya el tiempo del fin, cuando el Señor retornaría del cielo a buscar a su pueblo sufriente. En este contexto la profecía en la iglesia sirve el propósito de preparar a los creyentes para ese día y tratar de convencer a los no creyentes de la urgencia de creer que Dios verdaderamente habita en la comunidad que confiesa al Cristo resucitado (1Co 14:24-25). En otras palabras, la profecía esta puesta al servicio de la escatología.

Romanos 12:6

Dios nos ha dado diferentes dones, según lo que él quizo dar a cada uno. Por lo tanto, si Dios nos ha dado el don de profecía, hablemos según la fe que tenemos.

Pablo argumenta que la iglesia esta constituída por muchos miembros que se reconocen como parte de un mismo cuerpo. En este cuerpo hay diferentes carismas o dones, los cuales cumplen diferentes funciones, pero todas ellas apuntan a sostener y nutrir el cuerpo. Uno de estos dones es el don de profecía. Pablo afirma que este don debe ser utilizado "según la fe que tenemos" o, como dicen otras versiones, "en la medida de nuestra fe". ¿Qué significa ésto? Hay dos posibilidades. Puede significar que la fe, en cuanto contenido doctrinal objetivo, es el único criterio por el cual la profecía en la congregación puede ser evaluada. O puede significar la confianza del o de la que profetiza de que Dios le dará las palabras necesarias cuando llegue el momento de profetizar. Creemos que esta última idea es la mas adecuada.

Ahora bien, como cada persona ha recibido de Dios una medida o proporción diferente de fe (cf. Ro 12:3), la profecía variará de acuerdo a cuánta fe una persona posea. Esta fe, por ser un carisma del Espíritu (1 Co 12:9), no debe ser interpretada como confiriendo más o menos status a la persona que la recibe pero mas bien en términos de su función en la congregación. Dios es el que ha repartido los dones y éstos deben ser utilizados sobriamente, no como motivo para gloriarse sino mas bien como instrumentos para la edificación de la iglesia. La profecía, entonces, debe estar íntimamente relacionada con la fe, o sea, con una dependencia y confianza en que Dios dará las palabras para que la profecia se comunique. De lo contrario la profecía se convierte en falsa. Al igual que aquellos profetas del Antiguo Testamento que se encargaban de profetizar solamente lo bueno, estos profetas de las comunidades cristianas tempranas profetizaban falsamente, de lo que había en sus corazones, no en el corazón de Dios. Esto les acarreaba fama y prestigio. De ahí que el apóstol advirtiera a los creyentes de que no deberían pensar de sí mismos más de lo debido (Ro 12:3).

1 Corintios 12:10

Unos reciben poder para hacer milagros, y otros tienen el don de profecía.

En este pasaje Pablo menciona nuevamente el don de profecía como parte de una lista de dones que el Espíritu ha distribuído en la iglesia. Esta lista no debe ser entendida como final o totalizadora. De ninguna manera. Es simplemente una enumeración de los dones más visibles en la comunidad de Corinto. Uno de los errores mas notables de los exégetas bíblicos ha sido el considerar a Pablo como un teólogo sistemático, es decir, un creador de doctrinas fijas e inamovibles, alguien que describe en forma exacta los límites de la doctrina cristiana. Pero Pablo era un carismático. El mismo lo dice en 1 Co 14:18-19. Bajo la influencia del Espíritu, y de las situaciones particulares por las que atravesaban sus congregaciones, Pablo dá instrucciones contextuales, agregando o substrayendo a sus listas de dones o vicios, cambiando una palabra por otra, dándole a una misma palabra significados diferentes. El lenguaje no es para Pablo un fin en sí mismo sino más bien un medio para hacer conocer la voluntad del Espíritu. Desafortunadamente, la iglesia que le sucedió no supo interpretar esta libertad semántica del apóstol e hizo un dogma de lo que fueron sencillamente consejos pastorales, inspirados por el Espíritu Santo, para congregaciones que estaban atravezando momentos difíciles.

1 Corintios 13:2, 8-10

Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fé necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada….El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos. Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas, que llegarán a su fin cuando venga lo que es perfecto.

Los dones del Espíritu, dice Pablo, pueden llegar a usarse indebidamente, para provecho personal. Usados fuera del contexto del amor (agape), pierden su valor. En lugar de valorizar a la persona que los posee, la desvalorizan. "Si no tengo amor, no soy nada…de nada me sirve"

En el versículo 2 la profecía es descripta como aquel don mediante el cual una persona puede acceder a los misterios divinos lo cual la capacita para entender la realidad humana. Así y todo, comparado con el amor, este don tiene un valor secundario y un alcance limitado (v.9). El don de profecía, como todos los demás dones, sirve para equipar a la iglesia en su ministerio de proclamación del evangelio. Pero llegará un día cuando ya no será necesario, pues el reino de Dios sera la única realidad que exista.

1 Corintios 14: 1

Procuren, pues, tener amor, y al mismo tiempo aspiren a que Dios les de dones espirituales, especialmente el de profecía.

En este capítulo, en los versículos 1-33a y 37-40, encontramos la enseñanza Paulina más concreta sobre el don de profecía. El apóstol obviamente tiene predilección por este don, no por lo que el mismo otorga a la persona que lo posee pero por su función en la comunidad. Por eso él aconseja que se deben procurar los dones mejores, esto es, aquellos que sirven mejor al pueblo de Dios, sobre todo el don de profecía (14:39).

¿Cuál es el entendimiento Paulino de este don? Pablo lo compara con el don de lenguas y afirma que el don de profecía es mas importante pues cumple una función social en la congregación. Esto se basa en que para el apóstol no hay nada mas importante que el amor. Utiliza todo el capítulo 13 para referirse a este tema. De ahí entonces que los dones que edifican a la comunidad en amor son puestos de relieve. Posiblemente los corintios enfatizaban demasiado el don de lenguas lo cual creaba un cierto resentimiento entre aquellas personas que no lo poseían. Pablo afirma que el don de lenguas es importante. El mismo lo tenía (v.18) pero aparentemente limitaba su uso a la devoción privada, ya que afirma que en la iglesia el prefería comunicar mensajes proféticos, entendibles, para enseñar a otros, antes que hablar a Dios en lenguas. Cuando una persona ora a Dios en lenguas extrañas, dice Pablo, la única persona que se beneficia es ella sola. Y no la persona total sino su espíritu. Hay una conección entre el orante y Dios que elude la razón, es irracional, y si bien esto es válido, dice el apóstol, "mi entendimiento permancece estéril" (v.14). La persona que escucha las lenguas no sabe la razón por la cual está dando gracias el o la orante y, al no poder decir amén a su acción de gracias, permanece sin edificación (vv.16-17). Esto no es lo que Pablo desea para la iglesia en Corinto. La única forma en que las lenguas pueden llegar a ser de edificación es si alguien que posee el don de interpretación de lenguas (cf. 1 Co 12:10) interpreta su significado para la iglesia (v.5).

Un asunto interesante que Pablo recalca es que el don de profecía debe estar bajo el control del profeta. ¿Qué significa ésto? La palabra clave aquí es jupotasetai, que se traduce "sometidos". Puede significar que la profecía en la iglesia está sometida a la evaluación de aquellos que tienen el don de profecía. La evaluación tiene por fin detectar una falsa profecía o un falso profeta. O bien puede significar que solo la persona que posee el don de profecía puede ser el instrumento válido para transmitir la palabra profética. El trasfondo de esta recomendación podría ser la presencia en la congregación de Corinto de personas que se atribuían el don de profecía sin en realidad poseerlo, lo cual las constituía en falsos profetas o profetizas. El contexto de este pasaje pareciera sugerir la primera posibilidad, esto es, que para asegurar el orden en la congregación las profecías deberían hacerse por turno, en un número limitado de individuos (dos o tres sugiere Pablo) para no crear confusión, y que el resto de los que tienen el don de profecía deberían juzgar la veracidad de la palabra profética emitida.

Lucas 1:67-68

Zacarías, el padre del niño, lleno del Espíritu Santo y hablando proféticamente, dijo: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a rescatar a su pueblo".

Zacarías, el padre de Juan el Bautista, profiere una profecía concerniente al destino del niño recién nacido. Esta tiene la forma de un himno similar al de María en el mismo capítulo, el famoso Magnificat. Zacarías hace una enumeración de las promesas de Dios a su pueblo en el pasado y anuncia cómo esas promesas se han comenzado a cumplir con el nacimiento de Juan. La profecía no narra los acontecimientos futuros en detalle. Solamente describe cómo en el futuro inmediato Dios comenzará a manifestar su plan salvífico para Israel a través del ministerio profético de Juan. Se trata de un delineamiento mayormente teólogico, y no cronólogico, del futuro del pueblo creyente a la luz de las promesas divinas.

1 Timoteo 4:14

No descuides los dones que tienes y que Dios te concedió cuando, por inspiración profética, los ancianos de la iglesia te impusieron las manos.

Aquí Timoteo es exhortado a no descuidar los dones que hay en él (el griego dice "el don" y no se explica a cual de los dones del Espíritu el autor se refiere) y que le fuera transferido por medio de profecía (profeteia), o don profético, a través de la imposición de manos del consejo de ancianos. Es importante notar que la profecía es canalizada a través de la imposición de manos o en conjunción con la misma. Vemos cómo los dones, que en 1 Corintios y Romanos parecieran ser distribuídos libremente por el Espiritu, aquí necesitan ser mediatizados por los ancianos que ejercen autoridad en la comunidad. Esto parece reflejar un tiempo cuando el liderazgo de la iglesia ha comenzado a reservarse el derecho de controlar el acceso de los creyentes a los dones del Espíritu. La libertad en la cual se experimentaban estos dones en las comunidades Paulinas ha dado lugar ahora a un control por parte de la jerarquía con el propósito de garantizar el correcto uso y el destinatario apropiado de los dones. Esto pareciera denotar una iglesia que ha emprendido ya el camino hacia la institucionalización.

2 Pedro 1: 19-21

Esto hace más seguro el mensaje de los profetas, el cual con toda razón toman ustedes en cuenta. Pues ese mensaje es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbrarles el corazón. Pero ante todo tengan esto presente: que ninguna profecía de la Escritura es algo que uno pueda interpretar según el propio parecer, porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo.

Profecía se refiere aquí al mensaje escrito de los profetas, una referencia a la Biblia hebrea, la cual propiamente interpretada apunta claramente a la venida de Jesucristo. Es importante destacar la relación entre el mensaje inspirado de los profetas y la interpretación inspirada de sus profecías. De nuevo, lo que garantiza una correcta lectura cristológica del Antiguo Testamento es el Espíritu Santo. Y el autor previene a su audiencia de que es posible que, así como existían falsos profetas en el pueblo de Israel, algunos en la congregación interpreten falsamente las escrituras. Uno de los problemas en la comunidad era que algunos negaban la segunda venida de Cristo (cf. 3:4). El autor los declara falsos maestros y considera sus enseñanzas como herejías (2:1). Obviamente, el autor se coloca del lado de los que están autorizados para decidir quiénes son los falsos intérpretes de la tradición.

Apocalipsis 1:3; 22:7,10,18, 19

Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan la lectura de este mensaje profético, y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque ya se acerca el tiempo (1:3).

¡Vengo pronto! ¡Dichoso el que hace caso del mensaje profético que está escrito en este libro! (22:7)

También me dijo: "No guardes en secreto el mensaje profético que está escrito en este libro, porque ya se acerca el tiempo de su cumplimiento (22:10).

A todos los que escuchan el mensaje profético escrito en este libro, les advierto esto…Y si alguno quita algo del mensaje profético escrito en este libro…(22: 18-19).

En todos los versículos mencionados arriba la construcción griega es siempre "las palabras de la profecía" (tous logous tes profeteias), la cual se refiere al libro de apocalipsis como profecía escrita. Es interesante notar que todo el libro del Apocalipsis esta encerrado entre dos afirmaciones similares, una en 1:3 y otra en 22:18-19. En ambos casos hay una referencia al tiempo del fin expresada en la misma forma: "el tiempo está cerca" (jo kairos engus). Claramente, la profecía contenida entre estas dos afirmaciones, entre los capítulos 1 y 22, es un mensaje para el tiempo presente que necesita ser escuchado y obedecido, dado que según Juan el fin de todas las cosas se acerca. Esta profecía está expresada en forma visionaria (4:1), la cual le llega al profeta a través de una experiencia de éxtasis (1:10; 4:2). Una y otra vez este libro deja entrever la dinámica de la revelación apocalíptica: un mensajero celestial comunica su mensaje a un vidente que, en forma espiritual, no literal, visita las regiones celestes en donde se le muestran los acontecimientos que habrían de suceder en el mundo real del profeta.

Apocalipsis 11:6

Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo, para que no llueva durante el tiempo en que esten comunicando su mensaje profético, y también tienen poder para cambiar el agua en sangre y para hacer sufrir a la tierra con toda clase de calamidades, tantas veces como ellos quieran.

Aquí se refiere al ministerio profético, "la profecía" de los dos testigos, quienes asumen características muy parecidas a las de Elías y Moisés en el Antiguo Testamento. El precio que pagan por su ministerio profético es la muerte (11:7), la cual es seguida por una vindicación divina en la forma de resurrección y ascensión a los cielos (11:12). Obviamente la profecía de estos dos testigos es una denuncia de los poderes de maldad que dominan el mundo, simbolizados en la bestia que sube del abismo (11:7). Nuevamente vemos cómo profecía es entendida en términos de un mensaje de parte de Dios relevante para la situación actual.

Apocalipsis 19:10

Me arrodillé a los pies del ángel, para adorarlo, pero él me dijo: "No hagas eso, pues yo soy siervo de Dios, lo mismo que tú y tus hermanos que siguen fieles al testimonio de Jesús. Adora a Dios." Pues este testimonio de Jesús es el que inspira a los profetas.

La expresión "el testimonio de Jesús" se utiliza varias veces en el Apocalipsis junto con "la Palabra de Dios" (cf. 1:2; 6:9; 12:17; 20:4). Obviamente el testimonio de Jesús y la Palabra de Dios están íntimamente conectados. Si comparamos este pasaje con el de Apocalipsis 22:8-9 vemos una semejanza muy interesante:

Yo, Juan, ví y oí estas cosas. Y después de verlas y oírlas, me arrodillé a los pies del ángel que me las había mostrado, para adorarlo. Pero él me dijo: "No hagas eso, pues yo soy siervo de Dios, lo mismo que tú y que tus hermanos los profetas y que todos los que hacen caso de lo que está escrito en este libro. Adora a Dios."

Claramente, "las palabras de este libro" y "el testimonio de Jesús" son usados como sinónimos. El libro del Apocalipsis es un testimonio de Jesús dado por profetas como Juan. Como tal es Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu, quien a su vez inspira a los profetas.

La iglesia, una comunidad profetica

Lo que califica a la iglesia como profética es el hablar en nombre de Dios, el comunicar un mensaje a través de la inspiración del Espíritu Santo, es poder decir a sus contemporáneos: "Así dice el Señor." La iglesia primitiva comprendió desde el principio que ésta era su función. En el evangelio de Juan, Jesús promete enviar el Espíritu Santo después de su partida. Jesús lo llama el Defensor (parakletos), el Espíritu de la verdad (Jn 14:16-17). Pero como el mundo no puede recibirle, la comunidad es su mediadora al mundo. Al proclamar un mensaje en nombre de Dios a través de la inspiración del Espíritu, la comunidad se transforma en una comunidad profética. Esto se ve claramente en 14:26, donde se nos dice que el Defensor -o el Consolador en otras traducciones- cumplirá la función de enseñarles a los discípulos todas las cosas y de recordarles las enseñanzas de Jesús. El Espíritu guiará a la comunidad a toda la verdad, comunicándole los secretos de Dios y anunciándoles las cosas que habrán de venir (16:13). El libro de los Hechos de los Apóstoles sugiere que la razón por la cual la misión de la iglesia primitiva tuvo tanta repercusión fué por la presencia del Espíritu en su medio. El Espíritu llega el día de Pentecostés y capacita a los discípulos y discípulas para "hablar…las maravillas de Dios" (Hch 2:11). Esto es ciertamente mensaje profético. El resto del libro de los Hechos proporciona innumerables ejemplos de cómo la comunidad, inspirada por el Espíritu, lleva adelante su misión. De manera que misión y mensaje profético son inseparables, dos caras de una misma moneda.

Todos estos pasajes dejan entrever cómo el Espíritu, actuando en el medio de la comunidad, la capacita para una tarea que es sin duda profética, ya que involucra anunciar a sus contemporarios que Dios, en Cristo, se ha acercado para liberar al ser humano de todo aquello que no le permite alcanzar su potencial total como criatura de Dios. Cada vez que en la Biblia se habla de una acción o una demanda divina que es comunicada por mediadores humanos estamos hablando de profecía aun cuando ésta no incluya una predicción del futuro. Este mensaje es siempre desestabilizador pues confronta al ser humano con el imperativo divino de hacer justicia, amar misericordia y obedecer humildemente a Dios (Miq 6:8b).

Como parte de la iglesia de Jesucristo en el siglo veintiuno debemos ser conscientes de no cometer dos errores que muchos cristianos sinceros han cometido a través del tiempo. El primero es limitar la profecía a una predicción de los acontecimientos futuros. Como hemos visto, la Biblia parece sugerir que la profecía tiene que ver con un mensaje que se anuncia hoy para hoy, un mensaje que se basa en la actividad de Dios en el pasado y que exhorta a la comunidad y al mundo a un curso de acción, a una ética que esté de acuerdo con lo que Dios espera del ser humano. En esta función profética la iglesia va a denunciar las estructuras de poder –ya sean políticas, económicas o religiosas- que alienan a los seres humanos sin dejarles alcanzar la plenitud de vida para la que fueron creados. La profecía tiene un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro, pero habla para el presente. La tarea de la iglesia, entonces, no es predecir el futuro, pues éste ya se conoce: Dios triunfará al fin. Así lo afirma Apocalipsis 21:14:

Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir.

El segundo error es pensar que se puede limitar la profecía a aquellas personas que poseen el don carismático de la profecía. Algunas denominaciones afirman que los dones que se describen en 1 Corintios 12 están aún presentes en la iglesia de hoy. Es especialmente en estos círculos donde se corre el riesgo de pensar que la profecía es patrimonio de unos pocos, de aquellos a quienes el Espíritu ha concedido este don. Sin llegar a negar que ciertas personas puedan poseer una capacidad espiritual especial para discernir la realidad, y que esta capacidad sea algo dado por Dios, quisieramos afirmar vehementemente que la iglesia como comunidad, como presencia en el mundo, toda la iglesia, cada uno de sus miembros, cumple, o debería cumplir una función profética tal cual la describiéramos en este ensayo.

En el Apocalipsis de Juan el testimonio profético de toda una comunidad se paga con el sufrimiento y el martirio, al cual seguiría, según el vidente, la vindicación divina y el acceso al reino celestial para participar de las bodas del Cordero. Este no es otro mas que el Jesús resucitado, quien en su vida terrenal fué identificado, y se comportó, como un auténtico profeta. La iglesia actual esta llamada a imitar su ejemplo, lo cual implicaría estar dispuesta a pagar el mismo precio que el pagó por su fidelidad a Dios y su reino. Al igual que en el Antiguo Testamento y en el tiempo de Jesús, las instituciones del poder político, económico y religioso de nuestra sociedad harán todo lo posible para silenciar al profeta y su profecía. La tarea de la iglesia, entonces, es ser fiel al llamado de Dios y estar dispuesta a anunciar el mensaje profético de liberación cualquiera sea el costo.

Preguntas para la discusión

1. ¿Hay alguna diferencia entre el don de profecía que el Espíritu distribuye libremente en la iglesia y la misión profética de ésta como un todo?

2. Si Jesús es descripto en los evangelios como un profeta, ¿podríamos decir entonces que Jesús poseía el "don" de profecía? Si la respuesta es no, ¿puede existir profecia sin el don carismático del que habla Pablo?

3. ¿Cuáles serían algunas de las implicaciones prácticas del ministerio profético de la iglesia en la actualidad?

4. Dado el entendimiento popular del profeta como aquel que predice el futuro y de la profecía como un mapa detallado de los acontecimientos que habrán de suceder en el mundo, como debería entonces la iglesia vivir su vocacion profetica de manera que estas nociones erroneas puedan ser combatidas?

5. ¿Cuál podría ser una respuesta, desde la perspectiva bíblica de la profecía, a la euforia carismático-evangelística que permea muchas de las denominaciones protestantes de Estados Unidos y América Latina?


-- http://www.traducciondelabiblia.org/archivo/vol_2009_en_linea/


ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


El nombre de Dios en una traducción judía sensible al uso de género

El nombre de Dios en una traducción judía sensible al uso de género

Por David S. Stein

Trad. Alfredo Tepox Varela

 

Si usted estuviera preparando una traducción de literatura bíblica sensible al uso de género, ¿cómo representaría usted el nombre de Dios, es decir, las cuatro consonantes hebreas del nombre propio, al que a veces se llama Tetragrámaton? Esta pregunta la planteé el pasado mes de diciembre a ciertos estudiosos bíblicos, rabinos y líderes judíos. La Sociedad Judía de Publicaciones (Jewish Publication Society) me ha encomendado la preparación de una traducción así de los Cinco Libros de Moisés, mediante la adaptación de la nueva traducción de dicha sociedad (NJPS). En vez de representar el nombre de Dios como "el Señor", tanto Ellen Frankel, directora editorial de la Sociedad, como yo estuvimos tratando de dar con una forma digna pero neutra que sustituyera al género masculino. Este ensayo es un informe de los resultados.

Trasfondo

Cuando en 1962 apareció por primera vez la Torah de la NJPS (antes conocida como New Jewish Version Versión), ésta representaba una traducción sentido por sentido del Pentateuco, a partir del original hebreo. Sus traductores intentaron realizar una traducción clara, precisa y contextual en el inglés idiomático moderno. Como tal, la versión NJPS sigue siendo popular en muchos círculos judíos, y aun fuera de ellos.

El difunto Harry M. Orlinsky, que llegó a ser presidente de la Sociedad de Literatura Bíblica (Society of Biblical Literature), fungió como director editorial de un comité de traducción integrado por siete personas. Dicho comité, además de establecer el sentido simple del texto (como supuestamente se entendía en el antiguo Israel), tomó en cuenta la interpretación judía post-bíblica. En ningún otro caso se hizo más evidente la necesidad de recurrir a esta última que en todo lo relacionado con el Nombre. Durante más de dos mil doscientos años los judíos han tratado el nombre de Dios con sumo cuidado.

Para representar el Nombre, NJPS se ciñó a la práctica que nos remite a la primera traducción de la Biblia, es decir, a la antigua versión judía en griego, conocida como la Septuaginta, cuyos lectores vivían en el ambiente politeísta del Egipto helénico. Al parecer, quienes produjeron esta traducción querían recalcar que su Deidad no era simplemente un dios más nombrado entre muchos. Como nombre sustituto, kyrios ("Señor") colocó a esta deidad particular bajo los reflectores.

El problema

La nueva versión sensible al uso de género debía seguir siendo una traducción judía. Es decir, que el editor asumía que la mayoría del público lector de esta versión habría de intentar reconciliar la traducción al inglés con el concepto del judaísmo contemporáneo de un Dios sin género. Y ese mismo público lector tenía razón para estar inconforme con la traducción que aparece en NJPS, del Nombre como "el Señor". En el uso común, "señor" es un título masculino, y para estos lectores el traducir el nombre personal de Dios como "el Señor" es como usar lentes de sol para hombres, para ver a la deidad invisible: "No estoy seguro de qué es lo que veo, pero parece que es masculino."

La investigación

Con el fin de dar con una traducción sustituta del Nombre que resultara aceptable y que contara con el favor del público lector de nuestros días, la Dra. Frankel y yo interrogamos vía correo electrónico a un buen número de personas cuyos conocimientos bíblicos o experiencia con la Biblia en círculos religiosos judíos los había llevado a considerar la cuestión de representar el nombre de Dios en inglés, y esto en un género neutro.

Nuestra carta planteaba en primer lugar cuestiones de precisión histórica: "¿Qué significaba el Nombre a los antiguos lectores del texto?", "¿Cuál era su primer y más inmediato sentido cuando lo escuchaban?", "¿Qué imagen(es) o concepto(s) evocaba?"

Nuestra segunda pregunta principal tenía que ver con la aceptación contemporánea. Y era la siguiente: "Entre las comunidades de creyentes con las que usted está más familiarizado (y que favorecen una traducción judía en un género neutro), ¿qué forma del Nombre cree usted que sería mejor?"

Las respuestas

Veinte corresponsales nos enviaron sugerencias bien meditadas. En efecto, estas personas fungieron de manera combinada como un seminario de expertos, como un panel de líderes de opinión, y como un grupo enfocado en los lectores potenciales. Fue un grupo variado que incluía a ocho mujeres. Casi todos los informantes habían trabajado principalmente en los Estados Unidos (en todo el país); uno de ellos radicaba en Inglaterra y ahora está en Australia, otro estaba en Israel, y por lo menos uno había viajado por varios países enseñando judaísmo u organizando comunidades. También recibimos respuesta de líderes en cinco denominaciones religiosas judías, lo mismo que de un erudito católico y uno protestante.

Los hallazgos

Mi tabulación de las respuestas resultó ser un simposio encapsulado. A continuación enumero los cinco hallazgos principales: 

1. La mayoría de los corresponsales creen que nuestras preguntas no admiten una respuesta sencilla. Sólo dos personas respondieron con una sola forma favorita, mientras que la mayoría hizo notar los pros y contras de varias opciones, y tres de ellos ni siquiera se arriesgaron a proponer algo. Muchos corresponsales consideraron que era mejor ofrecer más de una posibilidad digna de ser tomada en cuenta. Ed Greenstein, que es traductor y profesor de Biblia en la Universidad de Tel Aviv, ejemplificó el tenor de las respuestas al escribir: "Confieso, ya de entrada, que... nunca he estado del todo satisfecho con solución alguna."

2. Dos términos que gozan de popularidad entre algunos estudiantes de la Biblia brillaron por su ausencia en la conversación. Nadie sugirió Yahweh, forma que se usa regularmente en obras eruditas como Anchor Bible. Yahweh, que es una reconstrucción moderna basada en antiguas transcripciones griegas, carece de resonancia entre los judíos. Como veremos más adelante, el tabú en torno a la pronunciación del Nombre es clave en cuanto a la manera en que los judíos se relacionan con Dios en sus comunidades. De igual manera, nadie sugirió Jehová, que es un reflejo cristiano de la práctica de los escribas judíos del medievo temprano, de poner sobre las consonantes del Nombre las vocales de su pronunciación sustituta, es decir, las de Adonai, ("Señor"). Entre los judíos, la forma Jehová nunca ha ganado espacio.

3. La forma más favorecida fue la de "el Eterno", popular más allá de los linderos del movimiento de la Reforma, donde ha aparecido en traducciones de la Biblia y en la liturgia por lo menos durante quince años. La mayoría de los informantes con vínculos en ambientes rituales giraban en torno a la idea de que el Nombre tiene que ver con la raíz verbal hebrea que significa existencia. Esta relación la establece la Torah misma en la zarza ardiente (Éxodo 3). Tal percepción sugería equivalentes tales como "lo Eterno", "el Eterno", "El que será", "el Uno", "el Ser", " el Ser eterno", "El que está siendo", "La fuente del Ser". De todas estas formas, "el Eterno" fue la que más se mencionó.

Algunos de los que sugirieron tales traducciones lo hicieron así porque, según su entendimiento, para muchos judíos de nuestros días, Dios como persona, o no tiene ningún sentido o resulta una blasfemia. Unos cuantos corresponsales mencionaron der Ewige (término en alemán acuñado en 1783 por el filósofo y traductor judío Moses Mendelssohn) o L'Éternel (que usa la traducción al francés de Louis Segond, de 1874, y que es la de mayor aceptación entre los cristianos). Al parecer, la familiaridad con estos precedentes apuntaba a que "el Eterno" resultaría no ser algo excepcional. Con todo, algunos corresponsales objetaron al hecho de que tal término exagera la visión que la Torah presenta de la Deidad, y uno más lo consideró "demasiado impersonal".

Otros prestaron menos atención al significado del Nombre, y más a su aspecto sonoro, y les resultó notable el hecho de que el Nombre lo forman sólo cuatro vocales, de modo que su pronunciación debe haber sido un singular susurro. En la opinión de Arthur Waskow, rabí del Movimiento de Renovación Judía, esto permite traducir el Nombre como "el Hálito de Vida".

4. A pesar de los varios decenios de intenso escrutinio por parte de los estudiosos en cuanto al profundo significado original del Nombre, varios corresponsales insistieron en declararse ignorantes. En nuestros días no hay manera de saber lo que los antiguos lectores de la Torah creían que significaba el Nombre. Más aún, estos estudiosos hicieron notar que el Nombre mismo puede no haber dado nunca a los lectores una señal clara en cuanto a su significado, a no ser en aquellas ocasiones en que el texto hace notar un problema. En todo caso, probablemente la etimología del Nombre no era un factor fundamental. Es decir, el Nombre era un nombre y, como tal, su origen habrá estado mayormente al margen de toda cuestión. Y así Adele Berlin (de la Universidad de Maryland), por ejemplo, se preguntaba si alguien en el antiguo Israel "se puso a pensar regularmente" en cuanto al significado del Nombre.

5. La mayoría de nuestros corresponsales se mostraban renuentes a ofrecer una traducción del Nombre, y presentaban argumentos convincentes para justificar su renuencia. A decir verdad, la mitad de ellos preferían algo que, en las palabras de Frederick Greenspahn (Universidad del Atlántico de Florida), retuviera "el sentido de un nombre que al mismo tiempo preserve el aura que envuelve al original".

Entre esos diez informantes había algunos preocupados por dar a los lectores un término que pudiera leerse en voz alta. Por tal razón, sugerían que se transliterara una palabra hebrea, ya fuera Adonai ("el Señor"), que es la vocalización masorética y que de manera convencional se usa en las oraciones, o HaShem (literalmente, "el Nombre"), que en los círculos ortodoxos judíos contemporáneos es de uso común fuera del contexto cúltico, o bien la traducción de esta palabra, es decir, el Nombre.

Sin embargo, un buen número de ellos nos sugirió considerar términos que no tuvieran una pronunciación evidente, entre ellos las formas YHVH o YHWH (esta última, reflejo de la pronunciación más temprana de la letra hebrea vav, tal como se conoce a partir de las antiguas transcripciones griegas). Los informantes hicieron notar el uso que Everett Fox hace del término YHWH en su muy respetado proyecto de traducción. Su argumento era que, para los judíos, la ausencia misma de vocales es muy signficativa. Marcia Cohn Spiegel, quien durante veinte años se ha dedicado a organizar el estudio de los textos sagrados entre las mujeres judías, fue de la opinión que el acto de transcribir, más que el de traducir, el Tetragrámaton "refleja el misterio de nuestro conocimiento y entendimiento de quién es Dios, y qué es Dios". Zalman Schachter –Shalomi, fundador del Movimiento de Renovación Judía, habló de haber experimentado con varias traducciones y representaciones del Nombre; sin embargo, concluyó: "Puesto que tenemos que usar palabras que la gente ya conoce, tropezamos con un problema, porque en nuestro vocabulario cotidiano no hay ninguna buena palabra que pueda sustituir a las cuatro letras del Nombre. Parece que lo mejor es incluso volver a [una transcripción como] YHVH, y ponerle punto final a esta cuestión." La teóloga Judith Plaskow ve un valor en presentar a los lectores el desafío de un nombre sin vocales, pues "da pie a que las comunidades se planteen la pregunta, potencialmente vívida, de cómo debiera traducirse el Nombre".

Unos cuantos corresponsales propusieron soslayar totalmente al inglés. Adele Berlin sugirió simplemente el insertar en el texto inglés el Nombre en hebreo. Y Joel Hoffman, lingüista y traductor de liturgia, se imaginó el que adoptáramos la antigua práctica de usar letras hebreas arcaicas.

Nuestra decisión

Aunque inicialmente la doctora Frenkel y yo buscábamos una traducción al inglés, tuvimos que concluir que, aunque se usara de manera consistente, ninguna traducción podría hacer justicia al Nombre, ya fuera tal y como aparece en la Biblia, o como a partir de allí se ha tratado en la tradición judía. La Torah usa el Nombre primordialmente como nombre (no como título ni atributo, ni como descripción o declaración), que es como seguramente lo vivió la comunidad lectora original. La deidad de la Torah es una persona con un nombre. El tomar el texto en sus propios términos demanda el rechazar cualquier traducción con artículo definido. De igual manera, las traducciones parafrásticas resultaban ser poco prácticas, y muy difícilmente encajarían en los múltiples casos de retórica bíblica.

Luego de considerar lo que nuestros corresponsales tenían que decir, convinimos primeramente en representar el Nombre sin interferencias y sin vocales: YHWH. El hacerlo así permitiría que la palabra fungiera como nombre, sin limitar la concepción de Dios a una sola cualidad. Invitaríamos a quienes leyeran la traducción en voz alta, a pronunciar el Nombre mediante cualquier término que acostumbraran usar. Así, los que prefirieran la vocalización tradicional de Adonai podrían pronunciarlo así, mientras que los que prefirieran "el Eterno" también podrían pronunciarlo de esa manera. Y así por el estilo.

Sin embargo, en algún momento la casa publicadora optó por usar letras hebreas en lugar de YHWH, aunque con la misma intención. Al principio no usamos el hebreo, en parte por razones prácticas: la presencia de caracteres hebreos podría impedir que algunos autores citaran nuestro trabajo. Además, nos preocupaba que la lengua "extraña" pudiera intimidar a no pocos lectores. Pero gracias al amplio uso de computadoras y de tipos Unicode los tipos hebreos están ahora al alcance de todos. Y se puede argumentar que el Tetragrámaton en el hebreo que conocemos se ve más estético, y se percibe más imponente, que la transcripción inglesa YHWH (a la vez que consideramos que la escritura hebrea arcaica resultaba demasiado extraña). Aunque los lectores potenciales son mayormente monolingües (como la mayoría de los norteamericanos promedio), dimos por hecho que aceptarían la presencia de este singular término hebreo en gran parte del libro. De modo que percibimos un cambio de actitud entre los lectores de hoy, en comparación con los de la generación anterior.

En las traducciones judías de la Biblia, la presencia de algunas letras hebreas, por lo general en la página titular y en las notas, deja constancia de los vínculos entre esa traducción y el texto original. También NJPS usó el Tetragrámaton hebreo en un pasaje que coloca al Nombre mismo bajo los reflectores, a saber, Éxodo 6.3. En este aspecto, NJPS siguió en su traducción a la edición JPS de 1917, en tanto que la versión King James y su revisión de 1885 usaron "Jehovah".

Ahora la Sociedad Judía de Publicaciones (Jewish Publication Society) está ampliando en gran manera aquella práctica antigua como una de las muchas características atrevidas de la nueva edición. Es muy dudoso que hubiéramos llegado a este punto sin llevar a cabo nuestra investigación. Lo que me permite afirmar que las traducciones bíblicas son, como lo ha señalado Leonard Greenspoon, "en su más amplio sentido, empresas y posesiones comunitarias".

 


-- http://www.traducciondelabiblia.org/archivo/vol_2010_en_linea/


ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


Generalidades de la Escatología Bíblica

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