jueves, 19 de noviembre de 2020

El nombre de Dios en una traducción judía sensible al uso de género

El nombre de Dios en una traducción judía sensible al uso de género

Por David S. Stein

Trad. Alfredo Tepox Varela

 

Si usted estuviera preparando una traducción de literatura bíblica sensible al uso de género, ¿cómo representaría usted el nombre de Dios, es decir, las cuatro consonantes hebreas del nombre propio, al que a veces se llama Tetragrámaton? Esta pregunta la planteé el pasado mes de diciembre a ciertos estudiosos bíblicos, rabinos y líderes judíos. La Sociedad Judía de Publicaciones (Jewish Publication Society) me ha encomendado la preparación de una traducción así de los Cinco Libros de Moisés, mediante la adaptación de la nueva traducción de dicha sociedad (NJPS). En vez de representar el nombre de Dios como "el Señor", tanto Ellen Frankel, directora editorial de la Sociedad, como yo estuvimos tratando de dar con una forma digna pero neutra que sustituyera al género masculino. Este ensayo es un informe de los resultados.

Trasfondo

Cuando en 1962 apareció por primera vez la Torah de la NJPS (antes conocida como New Jewish Version Versión), ésta representaba una traducción sentido por sentido del Pentateuco, a partir del original hebreo. Sus traductores intentaron realizar una traducción clara, precisa y contextual en el inglés idiomático moderno. Como tal, la versión NJPS sigue siendo popular en muchos círculos judíos, y aun fuera de ellos.

El difunto Harry M. Orlinsky, que llegó a ser presidente de la Sociedad de Literatura Bíblica (Society of Biblical Literature), fungió como director editorial de un comité de traducción integrado por siete personas. Dicho comité, además de establecer el sentido simple del texto (como supuestamente se entendía en el antiguo Israel), tomó en cuenta la interpretación judía post-bíblica. En ningún otro caso se hizo más evidente la necesidad de recurrir a esta última que en todo lo relacionado con el Nombre. Durante más de dos mil doscientos años los judíos han tratado el nombre de Dios con sumo cuidado.

Para representar el Nombre, NJPS se ciñó a la práctica que nos remite a la primera traducción de la Biblia, es decir, a la antigua versión judía en griego, conocida como la Septuaginta, cuyos lectores vivían en el ambiente politeísta del Egipto helénico. Al parecer, quienes produjeron esta traducción querían recalcar que su Deidad no era simplemente un dios más nombrado entre muchos. Como nombre sustituto, kyrios ("Señor") colocó a esta deidad particular bajo los reflectores.

El problema

La nueva versión sensible al uso de género debía seguir siendo una traducción judía. Es decir, que el editor asumía que la mayoría del público lector de esta versión habría de intentar reconciliar la traducción al inglés con el concepto del judaísmo contemporáneo de un Dios sin género. Y ese mismo público lector tenía razón para estar inconforme con la traducción que aparece en NJPS, del Nombre como "el Señor". En el uso común, "señor" es un título masculino, y para estos lectores el traducir el nombre personal de Dios como "el Señor" es como usar lentes de sol para hombres, para ver a la deidad invisible: "No estoy seguro de qué es lo que veo, pero parece que es masculino."

La investigación

Con el fin de dar con una traducción sustituta del Nombre que resultara aceptable y que contara con el favor del público lector de nuestros días, la Dra. Frankel y yo interrogamos vía correo electrónico a un buen número de personas cuyos conocimientos bíblicos o experiencia con la Biblia en círculos religiosos judíos los había llevado a considerar la cuestión de representar el nombre de Dios en inglés, y esto en un género neutro.

Nuestra carta planteaba en primer lugar cuestiones de precisión histórica: "¿Qué significaba el Nombre a los antiguos lectores del texto?", "¿Cuál era su primer y más inmediato sentido cuando lo escuchaban?", "¿Qué imagen(es) o concepto(s) evocaba?"

Nuestra segunda pregunta principal tenía que ver con la aceptación contemporánea. Y era la siguiente: "Entre las comunidades de creyentes con las que usted está más familiarizado (y que favorecen una traducción judía en un género neutro), ¿qué forma del Nombre cree usted que sería mejor?"

Las respuestas

Veinte corresponsales nos enviaron sugerencias bien meditadas. En efecto, estas personas fungieron de manera combinada como un seminario de expertos, como un panel de líderes de opinión, y como un grupo enfocado en los lectores potenciales. Fue un grupo variado que incluía a ocho mujeres. Casi todos los informantes habían trabajado principalmente en los Estados Unidos (en todo el país); uno de ellos radicaba en Inglaterra y ahora está en Australia, otro estaba en Israel, y por lo menos uno había viajado por varios países enseñando judaísmo u organizando comunidades. También recibimos respuesta de líderes en cinco denominaciones religiosas judías, lo mismo que de un erudito católico y uno protestante.

Los hallazgos

Mi tabulación de las respuestas resultó ser un simposio encapsulado. A continuación enumero los cinco hallazgos principales: 

1. La mayoría de los corresponsales creen que nuestras preguntas no admiten una respuesta sencilla. Sólo dos personas respondieron con una sola forma favorita, mientras que la mayoría hizo notar los pros y contras de varias opciones, y tres de ellos ni siquiera se arriesgaron a proponer algo. Muchos corresponsales consideraron que era mejor ofrecer más de una posibilidad digna de ser tomada en cuenta. Ed Greenstein, que es traductor y profesor de Biblia en la Universidad de Tel Aviv, ejemplificó el tenor de las respuestas al escribir: "Confieso, ya de entrada, que... nunca he estado del todo satisfecho con solución alguna."

2. Dos términos que gozan de popularidad entre algunos estudiantes de la Biblia brillaron por su ausencia en la conversación. Nadie sugirió Yahweh, forma que se usa regularmente en obras eruditas como Anchor Bible. Yahweh, que es una reconstrucción moderna basada en antiguas transcripciones griegas, carece de resonancia entre los judíos. Como veremos más adelante, el tabú en torno a la pronunciación del Nombre es clave en cuanto a la manera en que los judíos se relacionan con Dios en sus comunidades. De igual manera, nadie sugirió Jehová, que es un reflejo cristiano de la práctica de los escribas judíos del medievo temprano, de poner sobre las consonantes del Nombre las vocales de su pronunciación sustituta, es decir, las de Adonai, ("Señor"). Entre los judíos, la forma Jehová nunca ha ganado espacio.

3. La forma más favorecida fue la de "el Eterno", popular más allá de los linderos del movimiento de la Reforma, donde ha aparecido en traducciones de la Biblia y en la liturgia por lo menos durante quince años. La mayoría de los informantes con vínculos en ambientes rituales giraban en torno a la idea de que el Nombre tiene que ver con la raíz verbal hebrea que significa existencia. Esta relación la establece la Torah misma en la zarza ardiente (Éxodo 3). Tal percepción sugería equivalentes tales como "lo Eterno", "el Eterno", "El que será", "el Uno", "el Ser", " el Ser eterno", "El que está siendo", "La fuente del Ser". De todas estas formas, "el Eterno" fue la que más se mencionó.

Algunos de los que sugirieron tales traducciones lo hicieron así porque, según su entendimiento, para muchos judíos de nuestros días, Dios como persona, o no tiene ningún sentido o resulta una blasfemia. Unos cuantos corresponsales mencionaron der Ewige (término en alemán acuñado en 1783 por el filósofo y traductor judío Moses Mendelssohn) o L'Éternel (que usa la traducción al francés de Louis Segond, de 1874, y que es la de mayor aceptación entre los cristianos). Al parecer, la familiaridad con estos precedentes apuntaba a que "el Eterno" resultaría no ser algo excepcional. Con todo, algunos corresponsales objetaron al hecho de que tal término exagera la visión que la Torah presenta de la Deidad, y uno más lo consideró "demasiado impersonal".

Otros prestaron menos atención al significado del Nombre, y más a su aspecto sonoro, y les resultó notable el hecho de que el Nombre lo forman sólo cuatro vocales, de modo que su pronunciación debe haber sido un singular susurro. En la opinión de Arthur Waskow, rabí del Movimiento de Renovación Judía, esto permite traducir el Nombre como "el Hálito de Vida".

4. A pesar de los varios decenios de intenso escrutinio por parte de los estudiosos en cuanto al profundo significado original del Nombre, varios corresponsales insistieron en declararse ignorantes. En nuestros días no hay manera de saber lo que los antiguos lectores de la Torah creían que significaba el Nombre. Más aún, estos estudiosos hicieron notar que el Nombre mismo puede no haber dado nunca a los lectores una señal clara en cuanto a su significado, a no ser en aquellas ocasiones en que el texto hace notar un problema. En todo caso, probablemente la etimología del Nombre no era un factor fundamental. Es decir, el Nombre era un nombre y, como tal, su origen habrá estado mayormente al margen de toda cuestión. Y así Adele Berlin (de la Universidad de Maryland), por ejemplo, se preguntaba si alguien en el antiguo Israel "se puso a pensar regularmente" en cuanto al significado del Nombre.

5. La mayoría de nuestros corresponsales se mostraban renuentes a ofrecer una traducción del Nombre, y presentaban argumentos convincentes para justificar su renuencia. A decir verdad, la mitad de ellos preferían algo que, en las palabras de Frederick Greenspahn (Universidad del Atlántico de Florida), retuviera "el sentido de un nombre que al mismo tiempo preserve el aura que envuelve al original".

Entre esos diez informantes había algunos preocupados por dar a los lectores un término que pudiera leerse en voz alta. Por tal razón, sugerían que se transliterara una palabra hebrea, ya fuera Adonai ("el Señor"), que es la vocalización masorética y que de manera convencional se usa en las oraciones, o HaShem (literalmente, "el Nombre"), que en los círculos ortodoxos judíos contemporáneos es de uso común fuera del contexto cúltico, o bien la traducción de esta palabra, es decir, el Nombre.

Sin embargo, un buen número de ellos nos sugirió considerar términos que no tuvieran una pronunciación evidente, entre ellos las formas YHVH o YHWH (esta última, reflejo de la pronunciación más temprana de la letra hebrea vav, tal como se conoce a partir de las antiguas transcripciones griegas). Los informantes hicieron notar el uso que Everett Fox hace del término YHWH en su muy respetado proyecto de traducción. Su argumento era que, para los judíos, la ausencia misma de vocales es muy signficativa. Marcia Cohn Spiegel, quien durante veinte años se ha dedicado a organizar el estudio de los textos sagrados entre las mujeres judías, fue de la opinión que el acto de transcribir, más que el de traducir, el Tetragrámaton "refleja el misterio de nuestro conocimiento y entendimiento de quién es Dios, y qué es Dios". Zalman Schachter –Shalomi, fundador del Movimiento de Renovación Judía, habló de haber experimentado con varias traducciones y representaciones del Nombre; sin embargo, concluyó: "Puesto que tenemos que usar palabras que la gente ya conoce, tropezamos con un problema, porque en nuestro vocabulario cotidiano no hay ninguna buena palabra que pueda sustituir a las cuatro letras del Nombre. Parece que lo mejor es incluso volver a [una transcripción como] YHVH, y ponerle punto final a esta cuestión." La teóloga Judith Plaskow ve un valor en presentar a los lectores el desafío de un nombre sin vocales, pues "da pie a que las comunidades se planteen la pregunta, potencialmente vívida, de cómo debiera traducirse el Nombre".

Unos cuantos corresponsales propusieron soslayar totalmente al inglés. Adele Berlin sugirió simplemente el insertar en el texto inglés el Nombre en hebreo. Y Joel Hoffman, lingüista y traductor de liturgia, se imaginó el que adoptáramos la antigua práctica de usar letras hebreas arcaicas.

Nuestra decisión

Aunque inicialmente la doctora Frenkel y yo buscábamos una traducción al inglés, tuvimos que concluir que, aunque se usara de manera consistente, ninguna traducción podría hacer justicia al Nombre, ya fuera tal y como aparece en la Biblia, o como a partir de allí se ha tratado en la tradición judía. La Torah usa el Nombre primordialmente como nombre (no como título ni atributo, ni como descripción o declaración), que es como seguramente lo vivió la comunidad lectora original. La deidad de la Torah es una persona con un nombre. El tomar el texto en sus propios términos demanda el rechazar cualquier traducción con artículo definido. De igual manera, las traducciones parafrásticas resultaban ser poco prácticas, y muy difícilmente encajarían en los múltiples casos de retórica bíblica.

Luego de considerar lo que nuestros corresponsales tenían que decir, convinimos primeramente en representar el Nombre sin interferencias y sin vocales: YHWH. El hacerlo así permitiría que la palabra fungiera como nombre, sin limitar la concepción de Dios a una sola cualidad. Invitaríamos a quienes leyeran la traducción en voz alta, a pronunciar el Nombre mediante cualquier término que acostumbraran usar. Así, los que prefirieran la vocalización tradicional de Adonai podrían pronunciarlo así, mientras que los que prefirieran "el Eterno" también podrían pronunciarlo de esa manera. Y así por el estilo.

Sin embargo, en algún momento la casa publicadora optó por usar letras hebreas en lugar de YHWH, aunque con la misma intención. Al principio no usamos el hebreo, en parte por razones prácticas: la presencia de caracteres hebreos podría impedir que algunos autores citaran nuestro trabajo. Además, nos preocupaba que la lengua "extraña" pudiera intimidar a no pocos lectores. Pero gracias al amplio uso de computadoras y de tipos Unicode los tipos hebreos están ahora al alcance de todos. Y se puede argumentar que el Tetragrámaton en el hebreo que conocemos se ve más estético, y se percibe más imponente, que la transcripción inglesa YHWH (a la vez que consideramos que la escritura hebrea arcaica resultaba demasiado extraña). Aunque los lectores potenciales son mayormente monolingües (como la mayoría de los norteamericanos promedio), dimos por hecho que aceptarían la presencia de este singular término hebreo en gran parte del libro. De modo que percibimos un cambio de actitud entre los lectores de hoy, en comparación con los de la generación anterior.

En las traducciones judías de la Biblia, la presencia de algunas letras hebreas, por lo general en la página titular y en las notas, deja constancia de los vínculos entre esa traducción y el texto original. También NJPS usó el Tetragrámaton hebreo en un pasaje que coloca al Nombre mismo bajo los reflectores, a saber, Éxodo 6.3. En este aspecto, NJPS siguió en su traducción a la edición JPS de 1917, en tanto que la versión King James y su revisión de 1885 usaron "Jehovah".

Ahora la Sociedad Judía de Publicaciones (Jewish Publication Society) está ampliando en gran manera aquella práctica antigua como una de las muchas características atrevidas de la nueva edición. Es muy dudoso que hubiéramos llegado a este punto sin llevar a cabo nuestra investigación. Lo que me permite afirmar que las traducciones bíblicas son, como lo ha señalado Leonard Greenspoon, "en su más amplio sentido, empresas y posesiones comunitarias".

 


-- http://www.traducciondelabiblia.org/archivo/vol_2010_en_linea/


ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


No hay comentarios:

Generalidades de la Escatología Bíblica

NO DEJE DE LEERLO