Grecia
Siempre fue un enigma determinar quiénes fueron los griegos. El idioma es indoeuropeo, y la ubicación más antigua que se conoce se encontraba en los estados micenios del Peloponeso, en el 2º milenio a.C. Cuando irrumpen en la historia, ya avanzado el 1º milenio, pertenecen indistintamente a cualquiera de los lados del Egeo.
El primer florecimiento de las dos instituciones que fueron símbolo del helenismo, la filosofía especulativa y el gobierno republicano, se produjo, aparentemente, en la costa jónica de Asia Menor. Jonia es quizás la Javán del AT (Is. 66.19: Pondré entre ellos una señal y enviaré a los sobrevivientes de ellos a las naciones: a Tarsis, a Fut y a Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no han oído de mí ni han visto mi gloria.). La extensión que abarcaban los asentamientos griegos nunca se mantuvo estática. Desde muy temprano las repúblicas se establecieron en todo el mar Negro, Sicilia, y el S de Italia, y aun en lugares tan alejados hacia el O como Marsella y España. Después de Alejandro hubo estados griegos en oriente también, en lugares tan distantes como la India. Bajo el control seléucida, y especialmente el romano, las antiguas y ricas naciones del Asia Menor y el Levante fueron divididas sistemáticamente en muchos cientos de repúblicas griegas, y sólo las regiones más atrasadas quedaron bajo gobiernos autóctonos, reales o sacerdotales. Esta fragmentación política fue siempre característica de los griegos, como también la consiguiente subordinación a las potencias extranjeras. Grecia nunca fue una entidad política. "El rey de Grecia" (Dn. 8.21) debe ser uno de los gobernantes macedonios, Alejandro o un Seleucida, que controlaba los asuntos de muchos estados griegos, pero nunca de todos. "Grecia" (Hellas) en Hch. 20.2 debe referirse a la provincia romana de Acaya, que, si bien contenía muchos antiguos estados griegos, en esa época ya casi se había convertido en una zona más bien atrasada del helenismo.
Por otra parte, la siempre creciente difusión de las instituciones griegas produjo unificación a un nivel diferente. Todo el Mediterráneo oriental, y muchas otras regiones, alcanzaron el nivel general de civilización que proporcionaba el helenismo. Las espléndidas ruinas que hoy se encuentran indiscriminadamente por esas regiones son testigos mudos de la opulencia de los estados, y de su grado de uniformidad. La idea de una vida libre y cultivada en una pequeña comunidad autónoma, que una vez fue el orgullo de unos cuantos estados egeos únicamente, ya se aceptaba en forma prácticamente universal. Atenas seguía siendo la cuna del saber, pero Pérgamo, Antioquía, y Alejandría, y muchas otras ciudades en el nuevo mundo, rivalizaban con ella o la eclipsaron.
Los estados no sólo proveían educación, sino también excelente entretenimiento, y una amplia variedad de servicios relacionados con la salud y el bienestar social, en mayor medida que la mayoría de las comunidades modernas. (Hch. 21.37–39: Cuando estaban a punto de meterlo en la fortaleza, Pablo dijo al comandante :—¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: —¿Sabes griego?¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días y sacó al desierto los cuatro mil sicarios? Entonces dijo Pablo: —Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo) Ser miembro de una de esas repúblicas, y hablar la lengua griega, eran las marcas de una persona civilizada. Esa persona podía considerarse griega, cualquiera fuera su raza (Mr. 7.26: La mujer era griega, sirofenicia de origen); todos los demás eran "bárbaros" (Ro. 1.14: Me debo a los griegos y a los bárbaros; a los sabios y a los ignorantes BJ). El término "helenistas" -GRIEGOS- en Hch. 6.1; 9.29 indica, presumiblemente, que esta distinción se aplicaba aun dentro de la comunidad étnica judía. No obstante, el vocablo "griego" (helleµn) es el que regularmente se emplea en el NT para los no judíos, y virtualmente equivalía a "gentil". Con frecuencia había griegos relacionados con las sinagogas como observadores (Jn. 12.20; Hch. 14.1; 17.4; 18.4), pero se preservaba celosamente la exclusividad de Israel como nación. El angustioso alumbramiento del evangelio desde esa matriz constrictiva fue lo que marcó el origen de la religión cristiana en su forma universal. La traducción del hebreo al griego abrió el evangelio a todos los hombres civilizados y produjo, también, el NT.
Bibliografía. L. Cummings, Alejandro el Grande, 1949; A. J. Toynbee, Civilización helénica, Edit. Emecé; W. Durant, La vida de Grecia, 1952 (2 tt.); M. Rostoutzeff, Historia social y económica del mundo helenístico, 1967 (2 t(t).) ; J. Leipoldt, W. Grundmann, El mundo del Nuuevo Testamento, 1973; H. Metzger, Las rutas de san Pablo en el oriente griego, 1962, pp. 7–12.
A H. M. Jones, The Greek City from Alexander to Justinian, 1940; M. I. Finley, The Ancient Geeks, 1963; A Andrewes, The Greeks, 1967; M. Hengel, Judaism and Hellenism, 1974.
Seleuco Uno de los generales de menor rango de Alejandro, que se hizo cargo de las satrapías orientales después de su muerte y se convirtió en defensor principal de la partición. Después de la batalla de Ipsus en 301 a.C. fundó el puerto de Seleucia (en Pieria) (Hch. 13.4: Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.) para que sirviera a su nueva capital occidental de Antioquía, y los dominios seléucidas se extendieron más tarde hasta abarcar la mayor parte de Asia Menor. La dinastía, muchos de cuyos reyes llevaron el nombre de Seleuco o Antíoco, gobernó desde Siria durante unos 250 años, hasta que fue suspendida por los romanos. La vasta y heterogénea población exigía una política de activa helenización a fin de establecer su poderío. Esto y el hecho de que Palestina era la frontera disputada con los Tolomeos de Egipto ocasionó problemas a los judíos. La rebelión macabea, con su legado de pequeños reinos y principados, y las sectas religiosas de la época de Jesús, fue el resultado del intento seléucida de apoderarse de Palestina.
Bibliografía. E. R. Bevan, The House of Seleucus, 1902; V. Tcherikover, Hellenistic Civilization and the Jews, 1959.
Seleucia. El puerto anterior de Antioquía de Siria que se encontraba 8 km al N de la boca del río Orontes y a 25 km de Antioquía. Seleucia (Seleukeia) fue fundada por Seleuco Nicátor en 301 a.C., 11 años después de haber establecido el reino seléucida. La ciudad se encontraba al pie del mte. Rhosus, hacia el N, y ella misma se encontraba en el rincón NE de una hermosa y fértil llanura que todavía se destaca por su belleza. Estaba fortificada en el S y el O y rodeada de murallas, pero, aunque se la consideraba inexpugnable, fue tomada por Tolomeo Evergetes en las guerras tolemaicoseléucidas y permaneció en manos de los Tolomeos hasta el 219 a.C., cuando Antíoco el Grande la recapturó. La embelleció grandemente y, si bien fue tomada otra vez por un breve lapso por Tolomeo Filométor en 146 a.C., fue pronto recuperada nuevamente. Bajo Pompeyo los romanos la convirtieron en ciudad libre en 64 a.C., y de allí en adelante floreció hasta que comenzó a decaer a comienzos de la era cristiana. En la Biblia se la conoce únicamente por Hch. 13.4, como el puerto de embarque de Pablo y Bernabé cuando fueron comisionados por la iglesia de Antioquía. De Seleucia se embarcaron para Chipre en su primer viaje misionero. Probablemente sea el puerto a que se alude en Hch. 14.26; 15.30, 39, aunque no se lo menciona.
Hoy Seleucia es un conjunto de extensas ruinas, materia de investigación arqueológica por una cantidad de expediciones desde 1937. Puede identificarse el perímetro de la ciudad, y se pueden ver restos de edificios, puertas, muros, el anfiteatro, el puerto interior, y el gran conducto para agua construido por Constancio en 338 d.C. en roca sólida para desviar de la ciudad el torrente de agua de la montaña. Sin embargo, el canal que conectaba el puerto interior con el mar se llenó de sedimento ya hace mucho tiempo.
Seleucia era puerto de mar cerca de la desembocadura del R. Orontes en Siria.
Tolomeo Nombre que llevaron los catorce reyes de la dinastía puramente grecomacedónica que gobernó en Egipto entre el 323 y el 30 a.C. aproximadamente.
I. Los primeros Tolomeos
Después de la muerte de Alejandro Magno en Babilonia en el año 323 a.C., uno de sus mariscales, Tolomeo hijo de Lago, se hizo nombrar sátrapa de Egipto, reconociendo los reinados nominales del hermanastro de Alejandro, Felipe Arrideo, y de su pequeño hijo, Alejandro el Menor, como también lo hicieron los otros mariscales del gran conquistador en Babilonia, Siria, Asia Menor y Grecia. Pero en 310 a.C. el pequeño Alejandro fue asesinado, y cada uno de los mariscales trató sin éxito de arrebatar todo el imperio de sus rivales, con el resultado de que fue repartido entre todos. Tolomeo, por lo tanto, se adjudicó el título de rey de Egipto en 304 a.C., y reinó hasta el año 285. Bajo su reinado, el de su hijo Tolomeo II Filadelfo (285–246 a.C.), y su nieto Tolomeo III Evergetes I (246–222 a.C.), Egipto volvió a ser una gran potencia en el Cercano Oriente, no ya como monarquía faraónica sino helenística. Tolomeo IV Filópator (222–204 a.C.) fue un gobernante disoluto, del cual se leen referencias a sus guerras con Siria en 3 Mac. 1.1–5.
Árbol genealógico simplificado de los Tolomeos, gobernantes helenísticas de Egipto.
Como los reyes tolemaicos mismos, todos sus principales ministros, todos los de rango superior en la vasta y centralizada burocracia ahora instituida para gobernar a Egipto, la mayor parte de las fuerzas armadas, y el idioma oficial de la administración, todo era griego. Egipto se convirtió en propiedad personal del rey, y fue administrado según reglas estrictamente comerciales, con el fin de obtener las máximas utilidades para la corona. Alejandría fue la capital, famosa por sus edificios, instituciones ("museo", biblioteca, serapeo, etc.), y sus exportaciones de granos, papiro, perfumes, vidrios, etc. Desde la primera hora existió en Alejandría una numerosa comunidad de judíos de habla griega; en el s. III a.C. la ley fue traducida al griego, y más tarde el resto del AT, para que pudieran conocerla y utilizarla los miembros de esa comunidad judía, y así se originó la versión conocida como la Septuaginta.
Los Tolomeos procuraron retener la lealtad de la población nativa de Egipto mediante obsequios en dinero, tierras, y nuevos edificios religosos destinados al grande y tradicional sacerdocio egipcio. Se construyeron grandes templos nuevos en el antiguo estilo faraónico, pero los "faraones" que se esculpieron en sus muros llevan los nombres de los Tolomeos escritos con jeroglíficos.
Los largos textos jeroglíficos en estos templos fueron escritos de una manera especialmente intrincada por los sacerdotes nacionalistas a fin de que ningún foráneo pudiese descubrir sus tradiciones secretas; contienen un enorme cúmulo de información sobre la religión y la mitología egipcias, buena parte de la cual venía del Egipto faraónico y ha resultado de gran valor para el estudio de dicha época.
En el primer momento, Palestina—incluida la comunidad judía—y Celesiria formaban parte del reino tolemaico juntamente con Chipre y la Cirenaica. Pero después de una serie de batallas en los años 202–198 a.C. Antíoco III de Siria finalmente expulsó de Siropalestina a las fuerzas del joven Tolomeo V Epífanes (204–180 a.C.); esta región, con sus habitantes judíos, pasó así al dominio (seléucida) de Siria.
La piedra de Rosetta es un decreto de Tolomeo V, ca. 196 a.C., inscrita tanto en egp. (jeroglíficos y demótico) y gr.; su descubrimiento en 1799 proporcionó la clave para descifrar los jeroglíficos egp., y para el comienzo de la egiptología moderna.
II. Los Tolomeos posteriores
El remplazo de la dominación egp. por la dominación siria habría de tener drásticas consecuencias para los judíos unos treinta años más tarde, bajo Antíoco IV. Hasta llegar a este período, algunos de los choques entre los reinos de Egipto y Siria (del "Sur" y el "Norte") se vislumbran en Dn. 11.4ss. Bajo Tolomeo VI Filométor (180–145 a.C.) las luchas dinásticas primeramente dividieron a la familia real; su despiadado hermano Tolomeo VII Evergetes II fue por un tiempo copartícipe en el reinado y finalmente lo sucedió. Tolomeo VI favoreció a los judíos en Egipto y permitió al hijo del desposeído sumo sacerdote, Onías III de Jerusalén, establecer un templo rival en Leontópolis, Egipto, alrededor de 16½ km al N de Heliópolis. Las actividades de Tolomeo VI en Siria se mencionan en 1 Mac. 10.51–57; 11.1–18; las de Tolomeo VII (145–116 a.C.) en 1 Mac. 1.18 y 15.16 (vínculos con Roma). Otros Tolomeos, no de sangre real, que se nombran en los apócrifos son, un general de Antíoco IV Epífanes (1 Mac. 3.38; 2 Mac. 4.45; 6.8; 8.8; y quizás 10.12), y un yerno de Simón Macabeo que asesinó a Simón y a dos cuñados en Doc, cerca de Jericó, en el año 135 a.C. (1 Mac. 16.11ss).
Bajo los Tolomeos posteriores el estado egp. declinó progresivamente. Fueron más frecuentes las sublevaciones de los nativos; los reyes y sus despiadadas reinas (Cleopatras y Berenices) eran personas disolutas (siendo cosa común los homicidios entre familiares), mientras que el poder de Roma crecía a pasos agigantados. Al final de la línea real estaba la brillante pero inescrupulosa Cleopatra VII y el hijo de su unión con Julio César, Tolomeo XIV Cesarión. Llegó a cautivar tanto a César como a Antonio, pero no hizo ninguna impresión sobre Octavio (Augusto), motivo por el cual se suicidó para evitar la humillación de aparecer en una procesión triunfal romana. De esta manera Egipto pasó bajo el yugo de Roma en el año 30 a.C.
Bibliografía. °AHWB, pp. 77; C. Gancho, "Lágidas", °EBDM, t(t). IV, cols. 881–883; C. F. Pfeiffer, "Egipto", °DBA, pp. 243s; J. Bright, La historia de Israel, 1983; D. S. Russell, El período intertestamentario, 1973; E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, 1985, t(t). I, pp. 171ss; F. F. Bruce, Israel y las naciones, 1979.
E. Bevan, A History of Egypt under the Ptolemaic Dynasty, 1927; véase además CAH, 7, 1928; y para el fondo religioso, Sir H. I. Bell, Cults and Creeds in Graeco-Roman Egypt, 1953. Para la enumeración y los reinados de los Tolomeos, cf. T. C. Skeat, The Reigns of the Ptolemies, 1954; tamb. A. E. Samuel, Ptolemaic Chronology, 1962.
K.A.K.
[1]Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.
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