Guardadlos, pues, y ponedlos por obra, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: "Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta"
Deuteronomio 4: 6
La importancia de la Palabra de Dios está fuera de toda discusión. Bien lo resume esta lectura que tomé de un Nuevo Testamento, de esos que distribuyen los Gedeones Internacionales, que encontré una noche en hotel de la ciudad de Villavicencio:
La Biblia contiene la mente de Dios, el estado del hombre, el camino de Salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes.
Sus doctrinas son Santas, sus preceptos son comprometidos, sus historias son verdaderas y sus decisiones son inmutables.
Léala para ser sabio, créala para ser salvo y practíquela para ser santo.
Contiene la luz para guiarle, alimento para sostenerlo y consuelo para alentarlo a usted.
Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y el itinerario del cristiano.
Aquí se restablece el Paraíso y las puertas del infierno son reveladas.
Cristo es su gran tema, nuestro bien su diseño, y la gloria de Dios su finalidad.
Debe llenar la memoria, gobernar el corazón y guiar los pies.
Léala lentamente, frecuentemente y en oración.
Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer.
Es dada a usted en vida, será abierta en el juicio y recordada para siempre.
Ella encierra la responsabilidad más alta, recompensará la labor más grande y condenará a todos los que menosprecian su contenido sagrado.
La Palabra de Dios fue dada inicialmente al pueblo de Israel. Moisés fue el encargado de impartir las primeras instrucciones de la Ley de Dios.
En el Antiguo Testamento, y particularmente en el libro de los salmos las palabras leyes, mandamientos, estatutos, decretos, ordenanzas, testimonios, son intercambiables entre sí como sinónimos de la Palabra de Dios.
¡Qué privilegio que tenía el pueblo de Israel! que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas. A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.[1]
Establezcamos inicialmente que el objetivo de la Palabra de Dios es nuestra salvación:
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.[2]
Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.[3]
No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego.[4]
Pero una vez que hemos sido salvos debemos acudir a la Palabra para nuestra perfección:
Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. [5]
Una cosa es la salvación y otra nuestra perfección. No necesitamos ser perfectos para ser salvos. Necesitamos ser perfectos porque hemos sido salvos.
Sería un absurdo exigirle perfección a alguien que aún está esclavo del pecado.
Fue precisamente por eso que Dios primero libertó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto y luego sí les dio las normas para enseñarles a vivir en libertad. Esas normas de las que hablo no son otra cosa que La Palabra de Dios, estaban diseñadas para hacer de Israel una nación especial, un pueblo como ningún otro sobre la tierra. Lo único que tenía que hacer Israel era atender y obedecer esos mandatos, eran la voluntad de Dios para su pueblo.
Insisto estaban diseñadas para la perfección de Israel, serían un pueblo feliz si las obedecían, pero ¿qué ocurrió? Baste leer los salmos 78, 105, 106 y 107 para ver la paciencia de Dios para con Israel. Con razón dice a través del profeta: Extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde, que anda por mal camino, en pos de sus propios pensamientos.[6]
¡Cómo para no creer! Israel tenía todo para ser exitosos, para ser los mejores, pero no quisieron!
Así dijo Jehová: «Paraos en los caminos, mirad y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino. Andad por él y hallaréis descanso para vuestra alma».
Mas dijeron: «¡No andaremos!».
«Puse también sobre vosotros atalayas, que dijeran: "¡Estad atentos al sonido de la trompeta!".
Y ellos dijeron: "¡No lo estaremos!"»[7]
Sabemos de memoria la triste historia de Israel. Ellos terminaron castigados por el Señor a través de los asirios y de los babilónicos.
Pero la cuestión es ¿Hemos aprendido la lección? Pablo dice que esas cosas son advertencias para nosotros:
No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron el mar; que todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar, todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo. Pero de la mayoría de ellos no se agradó Dios, por lo cual quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: «Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar». Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos lo tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por mano del destructor.
Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales. Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.[8]
¿Cómo estamos nosotros hoy?
Todos sabemos que la Biblia es la palabra de Dios, pero ¿acudimos a ella para estudiarla como lo que es La Palabra de Dios? ¿Conocemos el mensaje de Dios para nosotros?
Sabía usted que con tan solo media hora diaria, en promedio, de lectura bíblica en un año habrá leído usted toda la Biblia. Pero algunos de años de bautizados no la han leído aún, todavía les cuesta encontrar génesis, apocalipsis o el libro de los salmos, y ni hablar de Nahúm, Abdías o Ester.
¡Increíble! Algunos no tienen ni idea de lo que habla la Biblia!
Sabemos que es la Palabra de Dios, sabemos que fue diseñada para nuestro beneficio, que busca nuestra perfección, pero aún así le prestamos más atención a otra cosa que a sus mandamientos.
Menciono solo tres ejemplos:
ü Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.[9]
ü Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi Casa: Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.[10]
ü Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.[11]
¿Cómo es posible que conociendo nosotros la historia de Israel la estemos repitiendo?
Buscamos las promesas de Dios, sus bendiciones, pero olvidamos que la mayoría de ellas están condicionadas a la obediencia y que la desobe3diencia también trae consecuencias negativas sobre nuestra vida.
Ésta es una exhortación para conocer, estudiar y obedecer la bendita palabra de Dios que es La Biblia.
[1] Romanos 9: 4 y 5
[2] Juan 20: 30 y 31
[3] 2 Timoteo 3: 14 y 15
[4] Romanos 1: 16
[5] 2 Timoteo 3: 16 y 17
[6] Isaías 65: 2
[7] Jeremías 6: 16 y 17
[8] 1 Corintios 10: 1 al 12
[9] Hebreos 10: 24 y 25
[10] Malaquías 3: 10
[11] Mateo 6: 33
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
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