Medos, Media
Media era el nombre de la parte NO de Irán, al SO del mar Caspio y al N de Ios montes Zagros, que abarcaba la actual provincia de Azerbaiján y parte del Kurdistán persa. Los habitantes llevaban el nombre de medos o medios y eran jafetitas (Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. Gn. 10.2), cuyo linaje ario lo confirman Herodoto, Estrabón, y lo que todavía queda de su lengua. Los medos eran moradores de las estepas, y su nombre fue mencionado primeramente por Salmanasar III, quien incursionó por sus llanuras en 836 a.C. para conseguir sus famosos caballos, criados con suma pericia. Reyes asirios posteriores lo imitaron y procuraron mantener abiertos los pasos orientales para los mercaderes. Adad-nirari III (810–781 a.C.) afirma haber conquistado "la tierra de los medos y Parsua (Persia)", como lo hicieron Tiglat Pileser III (743 a.C.) y Sargón II (716 a.C.). Este último transportó israelitas a Media después de haber invadido la parte de la tierra gobernada por Dayaukku (Deioces), a quien exilió por un tiempo en Hamat (En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria y llevó a Israel cautivo a Asiria. Los estableció en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos… El rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los estableció en Halah, junto al río Gozán en Habor, y en las ciudades de los medos. 2 R. 17.6; 18.11).
Esar-hadón obligó a sus vasallos mediante tratados, pero pronto estos se rebelaron y se unieron a los escitas (Asguza) y cimerios contra el declinante poderío de Asiria después del 631 a.C. Bajo Fraortes comenzaron los ataques abiertos que culminaron con la caída de Nínive (612 a.C.) y Harán (610 a.C.) ante Kiaxares de Media y sus aliados babilonios. Los medos controlaban todas las tierras al N de Asiria y tuvieron conflictos con Lidia hasta que se ratificó la paz en 585 a.C.
En el 550 a.C. Ciro de Ansánzx derrotó a Astiages y subyugó a Media, capturando la capital Ecbatana y agregando "rey de los medos" a sus títulos. Muchos medos recibieron cargos de responsabilidad, y sus costumbres y leyes fueron combinadas con las de los persas (Ahora, pues, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, que no puede ser abrogada… Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: —Sabes, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. Dn. 6.8, 15). Media se usó a veces para denotar a Persia pero más generalmente se combinaba con la misma para denotar la parte principal de la nueva confederación (En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos: estos son los reyes de Media y de Persia. Dn. 8.20; Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se inscriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado: "Que Vasti no se presente más delante del rey Asuero"; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella. Est. 1.19). Los medos tomaron parte en la captura de Babilonia (Dn. 5.28: Tu reino ha sido roto y dado a los medos y a los persas.), como los vieron los profetas Isaías (13.17: He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no se ocuparán de la plata ni codiciarán oro.) y Jeremías (51.11, 28: ¡Limpiad las flechas! ¡Embrazad los escudos! Jehová ha despertado el espíritu de los reyes de Media, porque contra Babilonia es su pensamiento, para destruirla. Porque la venganza es de Jehová, la venganza por su templo… ¡Preparad contra ella naciones, los reyes de Media, sus capitanes, todos sus príncipes y todo territorio de su dominio!). Al nuevo gobernante de Babilonia, Ciro, se le llamó "el medo" (Dn. 11.: También yo en el primer año de Darío, el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo.), siendo hijo de Asuero, de origen medo (Dn. 9.1: En el primer año de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos).
Posteriormente los medos se rebelaron bajo Darío I y II (409 a.C.). La historia de los judíos en Media se relata en Ester y los medos bajo los sirios (seléucidas) y partos se mencionan en el primer libro de Macabeos. Media fue organizada como la 11ª y la 18ª satrapías. Los medos se mencionan, con los partos y los elamitas, en Hch. 2.9. Después de los sasánidas Media se utilizó simplemente como término geográfico.
Persia, Persas
Los persas indoeuropeos, pastores nómadas del S de Rusia, probablemente penetraron en la meseta irania a fines del 2º milenio a.C. En el 836 a.C. Salmanasar III de Asiria recibió tributo de los gobernantes de Parsua, cerca del lago Urmia. Su sucesor encontró la tierra de Parsuas en el S, en la que finalmente se asentaron varias tribus. Todavía se llama Farsistán a esta zona al E del golfo Pérsico. Persépolis y Parsagarda fueron sus ciudades principales. El hebreo paµras, 'Persia', se refiere a esta tierra.
I. Historia persa y judía
Las primeras tradiciones del pueblo persa están registradas en el libro sagrado, el Zend-Avesta. Los primeros reyes que se registran gobernaron desde Ansán, al NO de Susa. Aquemenes al cual reyes posteriores atribuyeron la fundación de la dinastía probablemente reinó ca. 680 a.C. Su nieto, Ciro I, se opuso a Asurbanipal de Asiria, pero más tarde se sometió. Ciro II, nieto de Ciro I, se rebeló contra su amo medo, Astiages, lo mató y se apoderó de su capital, Ecbatana, en 550 a.C. A partir de entonces el idioma y las costumbres de los medos ejercieron gran influencia sobre los persas. A este éxito siguió la subyugación de Anatolia y la conquista de Creso de Lidia (547 a.C.). Luego se dirigió al E para extender su reino al NO de la India. Alrededor de 540 a.C. se sintió lo suficientemente fuerte para atacar Babilonia. Después de varias batallas entró triunfalmente en Babilonia el 29 de octubre del 539 a.C., diecisiete días después de que su ejército hubo tomado la ciudad (Dn. 5.30s: La misma noche fue muerto Belsasar, rey de los caldeos. Y Darío, de Media, cuando tenía sesenta y dos años, tomó el reino.). Pronto regresó el rey a Susa, pero su hijo Cambises permaneció en Babilonia para representarlo en las ceremonias religiosas. El imperio fue dividido en grandes regiones gobernadas por sátrapas, elegidos entre los nobles persas o medos, pero bajo los cuales se encontraban funcionarios nativos (cf. Dn. 6: Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas que gobernaran en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas dieran cuenta, para que el rey no fuera perjudicado.). Diversas estatuas de dioses que habían sido llevadas a Babilonia por el último rey nativo, Nabonido (que quizás se refleja en Is. 46.1s: ¡Se ha postrado Bel, se abatió Nebo! Sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga, esas cosas que vosotros solíais llevar son puestas cual una carga sobre las bestias cansadas. Fueron humillados, se derrumbaron juntos; no pudieron escaparse de la carga, sino que ellos mismos tuvieron que ir en cautiverio.), volvieron a sus respectivos santuarios. Como no había imagen de Yahvéh que pudiera llevarse de vuelta a Jerusalén, Ciro devolvió a los judíos los preciosos utensilios que Nabucodonosor había sacado del templo (Esd. 1.7ss: El rey Ciro, por su parte, hizo entrega de los utensilios del templo del Señor, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén y llevado al templo de sus dioses. Ciro los devolvió por conducto de Mitrídates, el tesorero, quien después de contarlos los entregó a Sesbasar, gobernador de Judá. La cuenta de los objetos fue la siguiente: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos, treinta tazas de oro, cuatrocientas diez tazas de plata de inferior calidad, y mil objetos más. El total de objetos de oro y plata fue de cinco mil cuatrocientos. Todo esto lo llevó Sesbasar de vuelta a Jerusalén, al regresar de Babilonia con los desterrados.). Más importante aun, dio autorización real para la reconstrucción del templo a cualquier judío que deseara volver a Judá (Esd. 1.1–4: En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del Señor anunciada por Jeremías, el Señor impulsó a Ciro a que en todo su reino promulgara, de palabra y por escrito, este decreto: "Ciro, rey de Persia, declara lo siguiente: El Señor, Dios de los cielos, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra, y me ha encargado que le construya un templo en Jerusalén, que está en la región de Judá. Así que, a cualquiera de ustedes que pertenezca al pueblo del Señor, que Dios lo ayude, y vaya a Jerusalén, que está en Judá, a construir el templo del Señor, el Dios de Israel, que es el Dios que habita en Jerusalén. Y a cualquiera de los sobrevivientes que emigre del lugar donde ahora vive, que le ayuden sus vecinos con plata, oro, bienes y ganado, además de donativos para el templo de Dios en Jerusalén.). Un tal Sesbasar fue nombrado gobernador (Esd. 5.14: También nos dijeron que el rey Ciro sacó del templo de Babilonia los utensilios de oro y plata que Nabucodonosor había tomado del templo de Dios en Jerusalén y llevado al templo de Babilonia, y que se los entregó a un tal Sesbasar, al cual había nombrado gobernador.). Evidentemente se trataba de un oficial especial responsable ante el rey. El gobernador de la provincia "del otro lado del río" (la región al O del Éufrates) evidentemente no tenía conocimiento del edicto de Ciro cuando en el 520 a.C. trató de demorar las obras. Su carta fue a su superior, el sátrapa que estaba a cargo de Babilonia y el O. No se encontró registro alguno entre los archivos que se guardaban en Babilonia, pero se halló un memorando en Ecbatana, ciudad en la que Ciro había residido durante el primer año de su reinado. Darío I (522–486 a.C.) confirmó el decreto, y ordenó a sus funcionarios que ayudaran a los judíos.
Darío y su sucesor Jerjes I (486–465 a.C.) pusieron considerable energía en su esfuerzo por conquistar a los griegos del Peloponeso, que era casi la única zona que había quedado fuera del imperio persa en el mundo conocido, porque Cambises II (530–522 a.C.) había anexado Egipto en el 525 a.C. La derrota en Maratón (490 a.C.), a manos de un pequeño ejército gr. fue el único revés que sufrió Darío. Su reorganización de las satrapías, su sistema de comandancias militares, y su introducción de la acuñación de monedas, como también de sistemas legales y postales, duraron tanto como el imperio. Estas medidas, junto con un considerable grado de autonomía otorgado a los pueblos tributarios, contribuyeron grandemente a la estabilidad del imperio, y permitieron la supervivencia de una comunidad tan pequeña como Judá, en la que funcionarios judíos actuaban como gobernadores.
Bajo Artajerjes I (465–424 a.C.) los asuntos judíos tuvieron representación oficial en la corte. Parece que Esdras fue "secretario de estado para asuntos judíos". Se lo acreditó como enviado especial para reorganizar el culto en el templo de Jerusalén (458 a.C.). El estímulo que recibieron los ansiosos judíos los llevó a exceder los términos de la comisión de Esdras, y reconstruyeron los muros de la ciudad. El rey se enteró de esto por el gobernador de Samaria, que evidentemente tenía cierta responsabilidad sobre Judá. El monarca ordenó el cese de las obras al comprobar en los registros que la ciudad se había rebelado contra reyes anteriores (Entonces el rey Artajerjes les envió la siguiente respuesta: "A Rehúm el comandante, a Simsai el secretario, y a sus compañeros que viven en Samaria y en el resto de la provincia al oeste del río Éufrates: saludos. "En relación con la carta que ustedes me han enviado, y cuya traducción ha sido leída en mi presencia, ordené que se hiciera una investigación. Se ha encontrado, en efecto, que esa ciudad se ha rebelado anteriormente contra los reyes, que se han organizado en ella revueltas y rebeliones, y que hubo en Jerusalén reyes poderosos que dominaron en la provincia al oeste del río Éufrates, a los cuales se pagaba tributo, impuestos y derechos. Por lo tanto, ordenen a esos hombres que detengan las obras y que, hasta nueva orden mía, no se reconstruya la ciudad. No descuiden este asunto, para que no aumente el mal en perjuicio del reino." Cuando la carta del rey Artajerjes fue leída en presencia de Rehúm, de Simsai el secretario, y de sus compañeros, todos ellos fueron inmediatamente a Jerusalén, y por la fuerza obligaron a los judíos a detener las obras. Esd. 4.17–23). Artajerjes se encontraba frente a una rebelión en Egipto (ca. 460–454 a.C.), de modo que no podía permitir la construcción de una fortaleza tan cercana a dicho país. Pero el copero del rey era un judío, Nehemías, que pudo contrarrestar los efectos de este decreto, y logró que lo nombraran Gobernador de Judá (Y como todo el pueblo lloraba al oir los términos de la ley, tanto el gobernador Nehemías como el maestro y sacerdote Esdras, y los levitas que explicaban la ley al pueblo, dijeron a todos que no se pusieran tristes ni lloraran, porque aquel día estaba dedicado al Señor, su Dios. Neh. 8.9), con permiso para reconstruir los muros (445 a.C.). No hay registros sobre las relaciones entre los gobernantes persas y los judíos después de este período. Cuando el imperio persa estuvo bajo el poder de Alejandro (331 a.C.), los judíos simplemente transfirieron su lealtad de un monarca a otro.
II. Cultura persa
La lengua persa indoeuropea se escribía con un alfabeto cuneiforme compuesto por 51 signos silábicos simples, pero su uso estaba limitado casi exclusivamente a los monumentos imperiales. La cancillería imperial empleaba la lengua y los caracteres arameos para las comunicaciones oficiales. Se llevaban a cabo traducciones en idiomas locales (cf. Est. 3.12; 8.9 y 10: El día trece del primer mes del año fueron llamados los secretarios del rey, los cuales escribieron las órdenes de Amán a los gobernadores regionales y provinciales y a las autoridades de cada nación. Estas órdenes fueron escritas en la escritura y la lengua propias de cada provincia y pueblo, y firmadas en nombre del rey Asuero y selladas con el sello real… Los secretarios del rey fueron llamados inmediatamente. Era el día veintitrés del mes tercero, o sea el de Siván, y todo lo que ordenó Mardoqueo fue escrito a los judíos, a los gobernadores regionales y provinciales y a las demás autoridades de las ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hasta Etiopía, en la lengua y escritura propias de cada provincia. También a los judíos se les escribió en su lengua y escritura. Las cartas fueron firmadas en nombre del rey Asuero y, después de sellarlas con el sello real, fueron enviadas por medio de correos que montaban veloces caballos de las caballerizas del rey).
Diversos objetos encontrados en diferentes sitios dan testimonio del lujo de la corte persa, como lo describe el libro de Ester. Cierto número de bajos relieves en piedra muestran al rey y sus cortesanos, y el tributo de sus vencidos. Los retratos de los diferentes grupos raciales son ejemplos particularmente buenos del arte persa de esculpir la piedra. El tesoro de Oxo (actualmente en el Museo Británico en su mayor parte) y otros objetos encontrados por casualidad muestran la artesanía de orfebres y joyeros. Los cuencos y vasos de oro y plata macizos ilustran sobre la riqueza de los reyes. Podemos ver la influencia griega en algunas obras de los persas; y entre las listas de dependientes de palacio aparecen artesanos griegos.
III. La religión persa
Los primitivos persas reverenciaban a los dioses de la naturaleza, la fertilidad, y los cielos. La tribu de los magos componía, casi exclusivamente, la clase de los sacerdotes. Algún tiempo después del año 1000 a.C. Zoroastro proclamó una religión de elevados ideales morales bajo el principio de "haz el bien, odia el mal". Para él existía un dios, Ahura-mazda, el Bien, representado por el fuego y el agua de la purificación. En contraposición con el bien había un tenebroso poder del Mal. Darío I adoptó este credo, pero pronto se perdió entre cultos más antiguos. Las doctrinas de Zoroastro sobrevivieron y se esparcieron ampliamente por otros países. Podemos ver su influencia en los escritos del judaísmo primitivo y según algunos estudiosos, en el NT.
Bibliografía. .[1]
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A. T, Olmstead, History of the Persian Empire, 1948;
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[1]Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.
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