domingo, 2 de agosto de 2009

Algunas características de un buen siervo de Jesucristo IV


CARACTERÍSTICAS DE UN BUEN SIERVO DE JESUCRISTO

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

1 Timoteo 4: 13

El estudio, explicación y aplicación de la Palabra de Dios es algo vital para la iglesia. No es nada opcional, es una exigencia de Dios para sus siervos.

Una iglesia que sigue el patrón del Nuevo Testamento será una iglesia estudiosa de la palabra de Dios, y la explicará habiéndola aplicado primero a su vida.

Esta enseñanza se dirige particularmente a los líderes de la Iglesia, pero ningún creyente se escapa del campo de acción del área del servicio a Dios. Todos hemos sido llamados a ser siervos de Jesucristo. ¿Sabe usted que todos en el cuerpo de Jesucristo tenemos un ministerio? Somos ministros de Jesucristo y es bueno que lo aceptemos así. Y si lo somos debemos serlo no de cualquier manera, sino de una manera que tienda a la excelencia.

¿Cuáles son las características de un excelente siervo de Jesucristo?

En meses anteriores hemos estudiado siete de las características de un buen siervo de Jesucristo descritas en este pasaje de 1 de Timoteo 4:

Un buen ministro de Jesucristo:

  1. ADVIERTE DEL ERROR A LA CONGREGACIÓN

Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo.[1] Es decir, tiene  DISCERNIMIENTO y haciendo uso de él advierte, con la exposición de la verdad, el peligro del error.

Un buen siervo de Jesucristo:

2.       ES UN ESTUDIANTE EXPERTO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.[2] No podemos concebir la idea de un excelente siervo de Jesucristo que no tenga CONOCIMIENTO de la palabra de Dios.

Un excelente siervo de Jesucristo:

3.       DESECHA LO QUE NO SIRVE

Desecha las fábulas profanas y de viejas.[3] Siendo realistas cuando uno entiende la misión a la que Dios lo ha llamado y la importancia de ella, se hace necesaria la SEPARACIÓN de aquellos y de aquellas que no edifican, me refiero a una clase especial de personas y cosas.

Un buen siervo de Jesucristo es:

4.       DISCIPLINADO EN SU PIEDAD PERSONAL

Ejercítate para la piedad.[4] Recuerde que el fruto de la nueva condición regenerada es la SANTIFICACIÓN, la justificación por medio de la fe nos lleva a una vida de santidad. Santidad que hay que cultivar y perfeccionar por medio de algunas prácticas espirituales.

Un excelente ministro de Jesucristo es:

5.       LABORIOSO

por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios[5] El servicio a Dios no es una vida de haraganería, todo lo contrario, requiere DILIGENCIA. Nos debemos esforzar por ser eficaces y eficientes en nuestra labor.

Un buen siervo de Jesucristo:

6.       ENSEÑA CON AUTORIDAD

Esto manda y enseña.[6]  El siervo excelente transmite un mensaje lleno de PODER, un mensaje capaz de transformar la vida de quienes le escuchen.

Un buen ministro de Jesucristo:

7.       ES EJEMPLO DE VIRTUD A LOS CREYENTES

sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.[7] Un excelente siervo de Jesucristo es aquel que vive lo que predica, es decir posee INTEGRIDAD, una perfecta concordancia entre el ser y el hacer.

 

Hoy nos ocuparemos de una característica más de un siervo excelente de Jesucristo:

8.       SE OCUPA EN EL MINISTERIO DE LA PALABRA

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

Pablo, pensando en regresar a Éfeso, ciudad en la que Timoteo se encontraba ministrando, está mandando que continuamente Timoteo se ocupe en esas tres actividades el estudio, la exhortación y la enseñanza. Ese es el ministerio de la Palabra y demanda completa dedicación al mismo.

Leer, exhortar y enseñar. Esa debe ser la ocupación, su atención debe estar puesta por completo en ello. La amonestación de Pablo a Timoteo describe el deber del ministro de estudiar, exponer y aplicar las Escrituras.

Las Escrituras que Pablo menciona es en realidad el Antiguo Testamento. Si bien es cierto es de mucha edificación estudiar el pueblo, los acontecimientos, las profecías y los principios del Antiguo Testamento, también es cierto que nos compete el Nuevo pacto, por lo que hacemos bien en enfatizar en la Biblia completa, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamentos.

v  LA LECTURA:

Con toda seguridad se refiere aquí a lecturas públicas de la Escritura con instrucciones para los oyentes, pocos de los cuales habrían sido capaces de leerlas por sí mismos en aquel entonces. Esta práctica se llevaba a cabo generalmente en la sinagoga, donde la lectura pública de la Escritura constituía una parte importante de la liturgia judía:

Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en las sinagogas de ellos y era glorificado por todos.

Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Se le dio el libro del profeta Isaías y, habiendo abierto el libro, halló el lugar donde está escrito:

 «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor».

Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: —Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.[8]

La lectura pública era la práctica común en las sinagogas desde la época de Nehemías, se leía de pie las Sagradas Escrituras. Esa práctica de las sinagogas se extendió también en las primeras comunidades cristianas. La costumbre de pararse a leer en público y luego sentarse a explicarla. Así que en forma era un poco diferente a lo que hacemos hoy en día.

El rabino leía la Escritura de pie y se sentaba a explicarla. Era necesaria la explicación para que se entendiera el mensaje del texto. Hoy es aún más necesario explicar la Palabra porque estamos muy lejanos al contexto original del texto bíblico.

Si bien la lectura pública es el pensamiento prominente, el Espíritu quería enseñar también que la lectura de las Escrituras en privado debería ser la fuente de toda sabiduría de la cual quienes enseñen deberían sacar todo lo que presentaran a sus oidores.

v  LA EXHORTACIÓN:

Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos.[9]

Una invitación a la obediencia. Es apelar a la conciencia de aquellos que escuchan y moverlos a una decisión, que en mensaje desemboque en acción. Se busca entonces una aplicación de la Escritura en la vida práctica de quienes la escuchan, que se ponga por obra la Palabra.

Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.[10]

La Palabra de Dios dirigida a los sentimientos y a la voluntad con miras a la regulación de la conducta.

v  LA ENSEÑANZA:

Hace referencia a un proceso sistemático de impartir la doctrina, la transmisión de la doctrina cristiana. En todo momento un siervo de Dios debe estar ensañando la sana doctrina de manera organizada, para su mejor comprensión.

De poco sirve exhortar a una persona aceptar a Jesucristo como su salvador si ella no sabe lo que significa eso. Usted debe ser capaz de explicar su fe de manera razonable a otros.

A muchos Dios nos ha liberado de los deberes seculares de la vida precisamente para que podamos dedicar todo nuestro esfuerzo, nuestra mente, al estudio y la oración para de esa forma exponer de mejor manera la palabra de Dios. Y esa debe ser la oración de la congregación por quienes les enseñan.

Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: —No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la Palabra.[11]

Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,  por el cual soy embajador  en cadenas,  y con denuedo hable de él como debo hablar.[12]

No puede haber una fe cristiana duradera en ninguna iglesia sin un ministerio de enseñanza.

Recordemos que uno de los requisitos ministeriales que estudiamos hace un mes es precisamente que sea apto para enseñar.

Pero no dejé de anunciarles a ustedes nada de lo que era para su bien, enseñándoles públicamente y en sus casas. [13]

La Palabra de Dios dirigida al entendimiento, como para comunicar conocimientos.

La enseñanza es una tarea de doble honor, entre más se dedique a ello, más honorable se hace usted: Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.[14]

 

Como vamos camino hacia la perfección, vamos buscando lo excelente, debemos entonces procurar también ser excelentes siervos de Jesucristo. Todos estamos invitados a servir a Jesucristo, a dedicar nuestra vida a aquel que nos la dio, y quienes hemos sido salvos no solo estamos invitados sino que nos sentimos comprometidos a hacerlo, pero no es bueno hacerlo de cualquier manera, por eso es imperante que se prepare para servirle a Dios.

Ya hemos estudiado, y espero que incorporado a nuestra vida, ocho consejos.  Si los practicamos en nuestra vida de servicio, veremos que Dios nos lleva a cumplir su propósito en nuestra vida:

*      denunciemos el error enseñando la verdad,

*      dediquémonos al estudio bíblico,

*      desechemos lo que no sirve,

*      ejercitémonos para la piedad,

*      trabajemos duro,

*      enseñemos con amor y autoridad,

*      seamos ejemplo a los creyentes, y

*      se dedica al ministerio de la Palabra.

Debemos ser incansables e insaciables en leer, exhortar, y enseñar la Palabra de verdad. Las tres actividades son de gran relevancia para el siervo de Dios.

Sea en público o en privado, la exhortación y la instrucción deben estar basadas en la lectura de las Escrituras.

Algunos jamás exhortan, otros nunca enseñan, y otros consideran la lectura de la Biblia solo como un prefacio necesario al argumento que se quiere emitir. Pero entendamos que las personas no se reúnen en nuestra iglesia para escuchar las opiniones de un predicador sino para escuchar la Palabra de Dios. Si no hay lectura de la Palabra, exhortación, y enseñanza, el título de Culto a Dios le quedó grande a cualquier reunión.

La cuidadosa selección, la lectura clara, y la interpretación de una porción adecuada de la Palabra de Dios es la parte vital del culto tanto congregacional como familiar o personal.  

No es suficiente escuchar o leer la Palabra de Dios, ni incluso conocerla bien. Debemos también ponerla en práctica. Qué fácil es escuchar un sermón y olvidarnos de lo que dijo el predicador. Qué fácil es leer la Biblia y no pensar en cómo vivir de una manera práctica en nuestra vida cotidiana. Qué fácil es discutir lo que significa un pasaje y no vivir su significado. Exponernos a la Palabra de Dios no es suficiente. Ella nos debe conducir a la obediencia. Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos.[15]

 

 

 



[1] 1 Timoteo 4: 6a

[2] 1 Timoteo 4: 6b

[3] 1 Timoteo 4: 7a

[4] 1 Timoteo 4: 7b

[5] 1 Timoteo 4: 10                                                                                                       

[6] 1 Timoteo 4: 11

[7] 1 Timoteo 4: 12

[8] Lucas 4: 14 al 21

[9] 1 Timoteo 4: 13 DHH

[10] Hechos 20: 31

[11] Hechos 6: 2 al 4

[12] Efesios 6: 18 al 20

[13]Hechos 20: 20

[14] 1 Timoteo 5: 17

[15] Santiago 1: 22


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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