Autor de salvación eterna para todos los que le obedecen
Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen.
(Hebreos 5:9)
—Cristo nos dejó el ejemplo para que nosotros aprendamos a obedecer humildemente la voluntad de Dios por todas nuestras aflicciones. Necesitamos la aflicción para aprender la sumisión. Su obediencia en nuestra naturaleza nos estimula en nuestros intentos de obedecer y para que esperemos sostén y consuelo en todas las tentaciones y sufrimientos a que estamos expuestos. Siendo perfeccionado para esta gran obra, Él es hecho Autor de eterna salvación para todos los que le obedecen, pero ¿estamos nosotros en ese número?[1]
Más específicamente, fue perfeccionado como Autor (DHH "fuente") de eterna salvación. Cada experiencia de prueba le preparó para un acto final de obediencia, su muerte:
Por lo cual, entrando en el mundo dice:
«Sacrificio y ofrenda no quisiste, mas me diste un cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: "He aquí, vengo, Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí."»
Diciendo primero: «Sacrificio y ofrenda, holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron» —cosas que se ofrecen según la Ley—, y diciendo luego: «He aquí, vengo, Dios, para hacer tu voluntad», quita lo primero para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.[2]
Por este medio alcanzó la salvación del pecado, la muerte y el diablo, capacitando a aquellos que creen en él para compartir con él la vida del mundo venidero.
La idea de que Cristo establece un modelo de obediencia para que otros le sigan se sugiere por las palabras para todos los que le obedecen. Sin embargo, esta expresión no indica que la salvación se gane por la obediencia. La salvación es el don de Dios para nosotros en Cristo, pero aquellos que le buscan como el único Autor de eterna salvación querrán expresar su fe en una obediencia permanente como él lo hizo:
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar, pues aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
«Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor ni desmayes cuando eres reprendido por él,
porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados.[3]
La fe en Cristo nos consagra a compartir su lucha contra el pecado.[4]
La actitud de Cristo:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.[5]
Aunque era Hijo, él aprendió obediencia por medio de lo que sufrió y, habiendo sido hecho perfecto, llegó a ser la fuente de salvación eterna para todos los que obedecen
El énfasis que recae sobre el verbo principal, "él aprendió", apoya la lectura a causa de su sumisión reverente.
a. ¿Debía Jesús aprender a obedecer? El escritor introduce este tema mencionando primeramente la debilidad de Jesús, y afirmando este hecho a modo de concesión: "aunque Jesús era el Hijo de Dios". El no dice que porque Jesús era divino debía aprender obediencia. Jesús nada tenía que aprender respecto a la obediencia, puesto que su voluntad era igual a la voluntad de Dios. Sin embargo en su humanidad Jesús debía demostrar obediencia plena; él debía llegar a ser "obediente hasta la muerte—¡incluso la muerte en la cruz!" (Fil. 2:8). Según lo formula una versión: "aunque era Hijo, él aprendió obediencia en la escuela del sufrimiento".149
b. ¿Cuál era la obediencia que Jesús tenía que aprender? Las traducciones, por razones de estilo y dicción, hablan de obediencia. En el griego original, empero, hay un artículo definido que precede al sustantivo de modo que se lee "la obediencia"; es decir, la bien conocida obediencia que se esperaba del Mesías.
Es cierto que el hombre pecador necesita corregir sus caminos escuchando la Palabra de Dios y volviéndose de la desobediencia hacia la obediencia. Pero Cristo, el Impecable (sin pecado) no necesitaba aprender olvidando lo aprendido. Más bien, por medio de su obediencia activa y pasiva, Cristo aporta vida eterna para el pecador y la exoneración de la deuda del pecado del hombre. Dice Pablo en Romanos 5:19: "Porque así como por medio de la desobediencia de un hombre los muchos fueron hechos pecadores, también así por medio de la obediencia de un hombre los muchos serán hechos justos".
c. ¿Cómo fue Jesús hecho perfecto? Jesús, como Hijo de Dios, es perfecto. Pero en su humanidad, "Jesús crecía en sabiduría y estatura, y en gracia para con Dios y los hombres" (Lc. 2:52). Vemos su desarrollo en la escuela de la obediencia. Y a medida que la carga se va haciendo más pesada para Jesús, así también va creciendo su disponibilidad para asumir la tarea que su Padre le ha dado.
En el huerto de Getsemaní y en la cruz de Calvario, él sufrió las pruebas finales y definitivas. Jesús fue perfeccionado por medio del sufrimiento. Su perfección "se transformó en fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen". El escritor de Hebreos repite, en efecto, el pensamiento que había expresado en Hebreos 2:10—Jesús, perfeccionado por medio del sufrimiento, lleva a muchos hijos a la gloria. La perfección, por consiguiente, debe ser vista como el cumplimiento de la tarea que Jesús tenía que desempeñar. Cristo cumplió perfectamente el propósito que Dios le había asignado.[6]
El escritor de Hebreos llama a Jesús "fuente" de la salvación.
Al haber llevado a cabo su obra salvadora, especialmente en Getsemaní y en el Gólgota, Jesús es la fuente de la salvación eterna. Sólo aquellos que le obedecen tendrán parte en la salvación que Jesús provee. "La salvación que Jesús ha logrado es concedida ¡a todos aquellos que le obedecen!, Hay algo apropiado en el hecho que la salvación que fuera lograda por la obediencia del Redentor sea accesible a la obediencia de los redimidos".[7]
Como él obedeció, los que reciben el beneficio de su sacrificio lo obedecen a él. Esta obediencia no es un requisito de la salvación, sino la consecuencia natural de la fe genuina. El autor afirma aquí que la salvación que compró es permanente. Cristo es una fuente perfecta de salvación.
¿Estás dispuesto a obedecerle?
[1]Henry, M. (2003). Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo. (993). Miami: Editorial Unilit.
[2] Hebreos 10.5-10
[3] Hebreos 12.1-11
[4]Carson, D., France, R., Motyer, J., & Wenham, G. (2000, c1999). Nuevo comentario Bı́blico : Siglo veintiuno (electronic ed.) (He 5.9-10). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
[5] Filipenses 2.5-11
149 Véase la NEB en cuanto a esta traducción. Kenneth Taylor parafraséa este versículo de la siguiente manera: "Y aunque Jesús era el Hijo de Dios, él tuvo que aprender por experiencia lo que es obedecer cuando obedecer implica sufrimiento" (LB).
[6]Cevallos, J. C. (2006). Comentario Biblico Mundo Hispano tomo 23 : Hebreos, Santiago, 1 Y 2 Pedro, Judas. (74). El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.
[7]Kistemaker, S. J. (1991). Comentario al Nuevo Testamento: Hebreos (169). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor