sábado, 13 de noviembre de 2010

Clausura semana de la familia: Yo y mi casa serviremos a Jehová!

Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

Jos 24.15

Introducción:

Es esencial que el servicio del pueblo de Dios sea hecho con actitud voluntaria.

Ellos mismos son testigos de lo que están prometiendo, no son forzados a esa decisión y tampoco tendrán a alguien que les recuerde, pues ellos mismos están adquiriendo un compromiso de mayores de edad.

Eso se llama RESPONSABILIDAD.

El amor es el único principio genuino del cual puede provenir todo servicio aceptable a Dios.

Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.[1]

Los designios de la carne son enemistad contra Dios, por tanto, el hombre carnal es incapaz de dar adoración espiritual:

Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz, por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.[2]

De ahí la necesidad de nacer de nuevo.

Desarrollo:

En el discurso Josué llama la atención del pueblo a la necesidad de conversión que implica cambios en valores y prioridades. Esto se debe manifestar en servicio a Jehová en el sentido de actos cultuales a él y en la búsqueda de la obediencia a la ley del Señor.

—Josué les dio a elegir: Escogeos a quien sirváis, ahora que las cosas están claras ante vosotros.

Después de enumerar tantos motivos de gratitud nacional, Josué llama al pueblo a que declare, de una manera solemne y pública, si será fiel y obediente al Dios de Israel.

Jehová optó por Israel; "hoy" este pueblo debe optar por Dios. Lo primero hace parte de los privilegios del pacto, pero en lo segundo se expresa la responsabilidad hacia el pacto. Es el discípulo que disfruta el privilegio de ser llamado por su maestro pero que debe responder a ese llamado con obediencia.

Dios demanda que el pueblo escoja dónde descansa su lealtad, si con los antiguos dioses de Taré, los nuevos dioses de Canaán, o con él, un ofrecimiento de opciones que resume la libertad de Israel ante Dios:

Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo:

—¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él.

Y el pueblo no respondió palabra.[3]

Y es el mismo reto a la Iglesia en la etapa previa al arrebatamiento:

»Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea:

»"El Amén, el testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto:

»"'Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Tú dices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad. Pero no sabes que eres desventurado, miserable, pobre, ciego y estás desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez. Y unge tus ojos con colirio para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete. Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.'"»[4]

¿Con todo lo que Jehová había hecho?

¿La maravillosa redención de su esclavitud; sus cuidados en el desierto; sus muchos milagros; su protección; en fin, con tanta evidencia de su amor y su poder? Y ¿después de todo eso, todavía algunos cargaban ídolos, aquellos dioses inútiles de los egipcios? Tristemente así fue.

»Ahora, pues, temed a Jehová y servidlo con integridad y verdad; quitad de en medio de vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid a Jehová. [5]

Entrar en el pacto era asunto que tenía que decidir cada familia en lo individual, como puede verse en la famosa resolución de Josué:

yo y mi casa serviremos a Jehová!

Aunque Israel funcionaba como una nación, el pacto era esencialmente un asunto de familia, y todavía lo es.

Josué resuelve servir a Dios, sea lo que fuere que los demás hagan.

Quienes resuelven servir a Dios no deben importarles estar solos de ahí en adelante.

La conversión expresada en el servicio implica un cambio en la visión del mundo y en la manera en que ellos ven a los demás y a su entorno.

Los que van al cielo deben estar dispuestos a nadar contra la corriente.

No se deben hacer las cosas como la mayoría, sino como los mejores.

Al declararse definitivamente del lado del Señor, Josué de nuevo demostró su calidad de líder espiritual. No importa lo que otros hubieran decidido, Josué tuvo que hacer un compromiso con Dios y estaba dispuesto a dar el ejemplo de vivir de acuerdo con esa decisión.

La manera en que vivimos les demuestra a los demás la seriedad de nuestro compromiso para servir a Dios.

—Los israelitas estuvieron de acuerdo con Josué, influidos por el ejemplo del hombre que había sido una bendición tan grande para ellos; nosotros también serviremos al Señor.

Fíjese cuánto bien hacen los grandes hombres por su influencia.

—Josué los lleva a expresar el deseo del corazón de Dios de serles fieles al Señor.

El verbo "servir" aparece catorce veces entre los vv. 14–28 de este capítulo final de Josué.

Servir no es un asunto de palabras sino de hechos que demuestren ese servicio.

Gran cantidad de personas se quedan solo en las formalidades cuando se les imponen tareas.

Muy bonitas las palabras del pueblo, pero se quedaron solo en eso palabras bonitas y nada más, nunca se llevaron a la práctica.

Ahora deben despojarse de toda confianza en su propia suficiencia o de lo contrario, sus propósitos serán vanos.

—Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová, Dios de Israel.[6]

Esta es una invitación a un cambio radical en su cosmovisión. Inclinar el corazón a Jehová es consecuencia de abandonar por completo a los dioses extraños que moldeaban su cotidianidad, con sus costumbres y sus relaciones intercomunitarias.

Cuando hubieron decidido deliberadamente servir a Dios, Josué los ata con un pacto solemne. Hace un monumento para memoria.

De esta manera emotiva Josué se despidió de ellos; si perecen, la sangre de ellos será sobre sus cabezas.

—Aunque la casa de Dios, la mesa del Señor y hasta los muros y árboles ante los cuales hemos expresado nuestros propósitos solemnes de servirle, dieran testimonio en contra nuestra si lo negáremos, de todos modos podemos confiar en Él, que pondrá temor en nuestro corazón para que no nos apartemos de Él.

Uno no puede "temerle" y al mismo tiempo servir a otros dioses; estos ídolos deben ser arrojados:

Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les decía: «Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.[7]

Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.[8]

El Dios celoso de Israel no tolera rival. Tampoco Jesús:

»Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.[9]

Sólo Dios puede darnos de su gracia, sin embargo, bendice nuestros esfuerzos por ser hombres se comprometen en su servicio.

Aplicación:

La gente tenía que decidir si obedecía a Dios, que había comprobado su fidelidad, o si obedecía a los dioses locales, que solo eran ídolos hechos por los hombres.

Es fácil caer en una rebelión silenciosa, siguiendo con nuestra vida a nuestra propia manera.

Pero llega el momento en que tenemos que decidir quién o qué nos controlará.

La elección es suya ¿Será Dios, su propia personalidad limitada u otro sustituto imperfecto?

Una vez que ha decidido ser controlado por el Espíritu de Dios, debe reafirmar esta decisión todos los días.

"…¡pero yo y mi casa serviremos a Jehová!" (Josué 24:15).

 



[1]Jn 4.24

[2]Ro 8.5-8

[3]1 Re 18.21-22

[4]Ap 3.14-22

[5]Jos 24.14-15

[6]Jos 24.23

[7]Lc 14.25-27

[8]Lc 14.33

[9]Mt 6.24


 
 
Paz de Cristo!

ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor 
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia 
Reuniones Martes, Jueves y Sábado 7 PM, Domingos 8 AM y 10 AM.
Calle 30 # 22 61, Cañaveral, Floridablanca.
http://adonayrojasortiz.blogspot.com/
 


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