miércoles, 23 de febrero de 2011

Quinta Señal

Jesús anda sobre las aguas!

Al anochecer descendieron sus discípulos al mar, y entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero él les dijo:

—Yo soy; no temáis.

Entonces ellos lo recibieron con gusto en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra a donde iban.

Juan 6: 16 al 21

El evento de Jesús caminando sobre el agua se encuentra también en Mateo y en Marcos, pero con algunas diferencias. En Mateo y Marcos los discípulos se asustaron, pensando que Jesús era un fantasma y sólo Mateo relata el intento de Pedro de ir hacia Jesús caminando sobre el agua. Mateo y Marcos también revelan el propósito de Jesús de apartarse de la multitud para orar, mientras que Juan indica que su motivo fue de evitar que lo tomaran por la fuerza para ser rey. Dichas diferencias no representan contradicciones, sino datos adicionales que cada autor pensaba que eran importantes y que son fáciles de armonizar.

El mar de Galilea está 195 m por debajo del nivel del mar, tiene una profundidad de 45 m y está rodeado de colinas. Estas características físicas hacen que quede expuesto a tormentas repentinas con vientos que causan olas muy altas. Aunque estas tormentas se esperaban en este lago, no dejan de ser atemorizantes.

Cuando Jesús fue a sus discípulos durante la tormenta andando sobre el agua (a más de 5 km de la costa), les dijo que no temiesen. A menudo nos enfrentamos a tormentas espirituales y emocionales y nos sentimos sacudidos como un pequeño bote en un gran lago. A pesar de las circunstancias aterradoras, si confiamos nuestras vidas a Cristo para que las proteja, Él nos dará paz en cualquier tormenta.

A. Los discípulos sin Jesús.

Estando separados de Jesús, estaban expuestos a peligros inminentes que no tardaron en manifestarse.

Los discípulos habían remado varias horas. Habían partido de la orilla oriental al oscurecer, o poco después. Probablemente se demoraron con la esperanza de que Jesús se uniera con ellos, y así dejaron que llegara la noche oscura. Ahora serían las 3 de la madrugada, o más tarde (la cuarta vigilia de la noche; es decir, entre 3 y 6 de la madrugada). Tan fuerte era la tempestad que la barca no había recorrido más que veinticinco o treinta estadios. Un estadio son 180 metros, y por tanto el significado es que la barca había navegado cuatro o cinco kilómetros. Ahora bien, si la distancia del punto en que los discípulos embarcaron al punto de llegada era de algo más de siete kilómetros, como parece probable, entonces queda claro que los discípulos se encontraban, realmente, en medio del mar. Por otra parte no hay que descontar la posibilidad de que la violencia del viento los hubiera desviado algo de su ruta, o que ellos hubieran intentado alcanzar la orilla. Sea como sea, todavía les quedaba mucho trecho para llegar a su destino.

De lo que no se habían dado cuenta los discípulos era que el Señor Jesucristo sabía dónde y cómo estaban ellos.

Marcos agrega el detalle gráfico y emocionante, los vio fatigados bogando, usando todas sus fuerzas para combatir las olas y poder avanzar contra el viento, pero con poco resultado. Jesús vio desde la montaña y a través de la obscuridad de la noche, porque su corazón estaba del todo con ellos; sin embargo, no quiso ir en su auxilio mientras no llegara el momento que él quisiera. Los veía de lejos y en el momento preciso, de acuerdo a su plan, llegó hasta ellos.

B. Los discípulos y el Jesús desconocido.

Cuando habían remado como cuatro o cinco kilómetros, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.

¡Sucedió de repente! Mirando hacia el este (mientras que su barca se dirigía al oeste), aquellos remeros vieron en la espesa oscuridad la silueta de una figura que andaba sobre las embravecidas olas. Ni los vientos ni las olas parecían preocuparle mucho a esta forma humana. Andaba, pues, en medio de la tempestad, y lo hacía tan rápido que gradualmente se fue acercando a la barca, hasta que pareció que iba a pasar por su lado. Al ver a Jesús caminar sobre el agua, cosa nueva y extraña, la única conclusión de ellos, según los Sinópticos, sería que era un fantasma. ¿Quién no tendría temor y quién no llegaría a esa conclusión en tales circunstancias? Es completamente comprensible.

Muy asustados, los fatigados discípulos gritaron: ¡Un fantasma, un fantasma! Estos detalles que Mateo y Marcos dan, los omite Juan, quien se limita a decir simplemente: Cuando habían remado como cuatro o cinco kilómetros, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.

La causa de este miedo era que, al principio, los hombres no entendieron que esa figura humana no era un fantasma, era Jesús.

C. Los discípulos y el Jesús que ellos conocen.

El Jesús que les trae palabras de paz.

Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Según Mateo y Marcos, las palabras Yo soy fueron precedidas por ¡Tened ánimo!

Yo soy es una expresión que nos recuerda de la manera en que Dios se identificó con Moisés y que Juan emplea repetidas veces. Yo soy es la traducción del término hebreo para Jehovah, JHVH.

Al decir Yo soy, Jesús estaba afirmando su deidad. El pronombre personal yo es enfático y el verbo soy del tiempo presente enfatiza el eterno ser de Dios.

El autor de la carta a los hebreos lo declara en otros términos: ¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos! El mandato ¡no temáis! sigue la afirmación identificadora. Literalmente sería: no continuéis temiendo.

Volviendo al relato de Juan, cuando los discípulos se convencieron de que lo que veían no era un fantasma sino el mismo Señor, quisieron recibirlo a bordo, y, en efecto, lo hicieron. Entonces cesó el viento. Sus primeros temores ahora se convierten en admiración y gozo. Y en seguida el bote, que cuando Jesús lo abordó se encontraba a mucha distancia de la orilla, se halló en la tierra adonde iban. También esto se presenta como un milagro.

Aquél que ya había manifestado su poder en las enfermedades tenía también absoluto dominio del viento y las olas. Demostró ser el mismo Dios manifestado en carne.

Lo que Job celebra como la prerrogativa distintiva de Dios: Él solo extiende los cielos, y anda sobre las olas del mar. (Job 9: 8). Lo que Agur se preguntaba acerca de Dios, ¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? (Proverbios 30:4). Se hace carne y claramente visible a través de Jesús de Nazaret.

Con Jesús en la barca el viaje se cumplió feliz, seguro y rápido, cosa que no sucedía cuando ellos estaban remando sin él. Él tiene la capacidad y la voluntad de cuidar a los suyos.

Mateo indica que cuando subió a la barca los discípulos vinieron y le adoraron diciendo: ¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!

 

Mateo continúa la historia con la intención de Pedro de andar sobre las aguas para llegar hasta Jesús. Juan omite esta reacción de Pedro. Ese evento, relatado en los Sinópticos, revela el carácter impulsivo y audaz de Pedro, pero también su debilidad en medio de una crisis.

 

El milagro que se produjo en el mar, constituye en realidad, cuatro milagros en uno:

1.      Jesús anda sobre el mar;

2.      hace que Pedro ande también sobre el mar (aunque este suceso no se narra en el cuarto Evangelio);

3.      se revela como Señor de la tempestad, pues al entrar en la barca, la tormenta cesa; y

4.      muestra su dominio sobre las distancias, ya que al entrar en la barca ésta se encuentra inmediatamente en la orilla.

 

Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario  (Mt. 14:23, 24).

Aun cuando la tempestad rugía furiosa, y las tinieblas envolvían al pequeño grupo, en realidad estaban totalmente seguros, pues en el monte había alguien que estaba pendiente de ellos. Aquí tenemos, verdaderamente, una hermosa imagen con muchas aplicaciones en nuestro tiempo.

Los discípulos aprendieron que Jesús conocía sus circunstancias, así como conoce las nuestras hoy. También se dieron cuenta de que el Señor no se quedó mirando, sino que les ayudó en el tiempo de presión, como también lo hace con nosotros aquí.

Juan nos demuestra con este relato la dependencia que los apóstoles tenían de Jesús.

Otra vez el Mesías responde a una gran necesidad y lo hace milagrosamente, andando sobre el agua. Ni el viento ni el oleaje lo pudieron detener o afectar de tal manera que el milagro de caminar sobre el agua se convierte en una verdadera señal que logró el propósito anunciado por Juan: para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

 


 
 
Paz de Cristo!

ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor 
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia 
Reuniones Martes, Jueves y Sábado 7 PM, Domingos 8 AM y 10 AM.
Calle 30 # 22 61, Cañaveral, Floridablanca.
http://adonayrojasortiz.blogspot.com/
 


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