| 13. Predicación en nuestro culto dominical, Octubre 7 y 21/2012. COMENTARIOS A HEBREOS (Continuación 12). Heb.2:5-8, "Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo tus pies. Porque en cuento le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas." Podemos ver aquí un asunto que está implícito, acerca de LA SUPERIORIDAD DE JESÚS SOBRE ADÁN. "Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando" (vs.5). No se menciona explícitamente el nombre de Adán, pero este queda sobreentendido, pues, de lo que se quiere hablar aquí es de la gloria del hombre ideal. "No sujetó –no puso en sujeción de- a los ángeles el mundo venidero", ya que el destino de esos seres celestiales era otro, y quien había de enseñorear sobre la creación era el hombre. El autor de la carta a los hebreos, para probar esta aseveración cita el Sal.8, que a su vez es como un eco posterior de Gén.1:26-30, "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí os he dado toda planta que da semilla, que está sobre la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así." En realidad, este es el anuncio que Dios hace respecto de Su propósito con el hombre, quien es introducido en el mundo de la creación de Dios como la criatura que había de ser distinto totalmente de todas las demás criaturas animadas, por su esencia espiritual, capaz de tener comunión con su Creador, aunque físicamente relacionado con el orden natural. Pero el decreto divino: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" (Gén.1:26), hace del hombre el ser creado con capacidad y derecho para enseñorear sobre toda especie de vida aquí sobre la tierra. Por eso es que el salmista canta del hombre como "hecho poco menor que los ángeles", y sin embargo, ha sido coronado "de honra y de gloria" por el Creador mismo, Quien le hizo "enseñorear sobre las obras (de sus) manos; todo (lo puso) debajo de sus pies: ovejas, bueyes, todo ello; y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos, y los peces del mar." (Sal.8:5-8.) Este es el papel original del hombre en el concierto de lo creado. "... pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas." (vs.8.) La aparición del pecado hizo que el hombre cayera y fallara en el desempeño de su papel de "dominador" de la creación, el cual se le tornó penoso y difícil; pierde el ideal de su destino original, incapacitándose para redimirse a sí mismo, y cayendo cada vez más lejos de su dignidad, o gloria para la que fue creado. Idealmente, el hombre es aún "Señor de la Creación", pero asombra ver el contraste entre este elevado pensamiento de Dios respecto de Su criatura más preciada y la manifiesta debilidad e insignificancia del hombre, tal como se veía ahora, después de la caída. Eso explica el interrogante que se plantea el salmista: "¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?" (Sal.8:4.) También el patriarca Job preguntó: "¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón, y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes?" (Job, 7:17-18.) Y David insiste con su interrogante: "Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, o el hijo del hombre, para que lo estimes?" (Sal.144:3.) ¿Qué, o quién es el hombre? La Biblia dice que fue por un hombre que el pecado entró en el mundo, y fue por ese mismo hombre que –al pecar- vino la muerte (Rom.5:12, "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron"). Pero, no obstante que el pecado hizo su aparición arruinando el destino glorioso del hombre y sembrando en él la muerte, Dios no abandonó Su propósito de engrandecer al hombre, lo cual, siendo entendido por el autor de la carta a los hebreos, lo hace poner un gran énfasis en ese concepto del dominio del hombre ideal sobre la creación de Dios, y dice al respecto: "... Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él...", y enseguida añade: "... pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas." (vs.8.) Lo que ocurre es que no puede desconocerse el evidente fracaso y ruina acaecidos por el pecado, lo que dificulta al hombre caído el logro de su alto destino: su gloria. ¿Cómo, o de qué manera puede cumplirse el designio de Dios para que sea honrado por la realización de Su Plan para el hombre ideal? La respuesta está en las palabras del vs.9 de este capítulo 2 de Hebreos: "Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos." Esto nos enseña que el propósito de Dios es cumplido en nuestro Redentor, el Señor Jesucristo, Quien quitó el pecado y la muerte por el sacrificio de Sí mismo, y a Quien podemos contemplar "coronado de gloria y de honra", es decir: posesionado del Poder de Dios. (Rom.5:14, "No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la trasgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir." 1ªCor.15:21-22, "Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo Jesús todos serán vivificados." Vss.45-49, "Así también está escrito: Fue hecho el primer Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales los terrenales; y cual el celestial, tales los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.") ¡Él, Jesús, es superior a Adán! Él, Quien es el postrer Adán, el Señor, es Quien soluciona el problema del pecado y la muerte, el cual fue causado por el primer Adán, y sujetará a Sí Mismo "el mundo venidero acerca del cual venimos hablando" (como dice en Heb.2:5), y ese "mundo venidero" no es el patrimonio de los ángeles, sino del hombre. La expresión –"mundo venidero"- es una referencia al Reino que se establecerá sobre esta tierra en el Milenio, durante el cual el "Hijo del Hombre" por excelencia, será el Rey: Quien gobierne, pues, es Él de Quien se dice aquí que "fue hecho un poco menor que los ángeles", y los redimidos con Su sangre, estarán con Él siempre. "Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra." (Ap.5:8-10); "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años." (Ap.20:4-6.) Bendiciones. En Cristo Jesús, José de la Cruz Rios. Pastor. |
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