Los Datos Biblicos Referentes a la...
Inspiración
La doctrina de la inspiración no es algo que los teólogos han impuesto sobre la Biblia. Más bien, es una enseñanza de la misma Biblia, una conclusión derivada de los datos contenidos en ella. Y, aparte de lo que uno piense acerca de la Biblia, ella, como cualquier otro testigo, tiene el derecho de testificar a su propio favor. Algunos descartan la validez de semejante evidencia porque es un autotestimonio y por lo tanto puede que no sea verdad. Se concede que el autotestimonio puede que sea o no verdad, pero es necesario oírlo.
Estos son los datos pertinentes que la Biblia presenta y con los cuales nos confronta.
A. 2 Timoteo 3:16
En este versículo el apóstol Pablo declara que toda la Escritura es inspirada por Dios y que es provechosa para varias cosas. Note tres afirmaciones importantes en esta declaración.
1. Toda la Escritura, la Biblia entera, es inspirada y provechosa. Este es el alcance de la revelación. El Nuevo Testamento usa la palabra “Escritura” cincuenta y una veces y siempre con referencia a alguna parte de la Biblia. Puede tratarse de todo el Antiguo Testamento (Lucas 24:45; Juan 10:35); de un pasaje particular del Antiguo Testamento (Lucas 4:21); de un pasaje determinado del Nuevo Testamento (1 Timoteo 5:18); o de una porción más amplia del Nuevo Testamento (2 Pedro 3:16, que se refiere a los escritos de Pablo).
Estas dos últimas referencias, 1 Timoteo 5:18 y 2 Pedro 3:16, tienen mucha importancia. En 1 Timoteo 5:18 Pablo combina una referencia del Antiguo Testamento y una del Nuevo y designa a ambas como Escrituras. La cita del Antiguo Testamento viene de Deuteronomio 25:4, y la del Nuevo de Lucas 10:7 (mientras que ese pensamiento se halla en Levítico 19:13 y Deuteronomio 24:15, Lucas claramente no está citando ninguno de estos dos versículos. Por cierto, el énfasis en Levítico 19 y Deuteronomio 24 está en no retener los salarios más allá del tiempo en que deben pagarse). El hecho de unir una cita de Lucas a una del Antiguo Testamento canónico es muy significativo. Recuerde también que es probable que sólo cinco o seis años hubieran transcurrido del tiempo en que se escribió Lucas a cuando se escribió 1 Timoteo.
En 2 Pedro 3:16 Pedro identifica los escritos de Pablo con las Escrituras, lo que demuestra su temprana aceptación y reconocida autoridad. Aunque es cierto que no todo el Nuevo Testamento estaba escrito cuando Pablo escribió 2 Timoteo 3:16 (faltaba 2 Pedro, Hebreos, Judas, y todos los escritos de Juan), de todos modos, debido a que todos esos libros fueron finalmente reconocidos como pertenecientes al canon de la Escritura, podemos concluir que 2 Timoteo 3:16 incluye a los sesenta y seis libros como los conocemos hoy. No se excluye a libro alguno, ni parte alguna de la Biblia; toda la Escritura es inspirada por Dios.
La mayoría no niega que 2 Timoteo 3:16 incluye a todos los libros canónicos. Aquellos que desean reducir la cantidad de Escritura incluida en el versículo lo hacen por traducirlo de esta manera: “Toda Escritura inspirada por Dios, también es útil” (En lugar de “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil”). En otras palabras, todas las partes de la Escritura que son inspiradas son útiles, pero las que no son inspiradas no son provechosas. Esa traducción indica que solamente parte de la Biblia es inspirada.
Esa traducción es posible, pero no obligatoria. En realidad, cualquiera de las dos traducciones puede alegar ser correcta. Ambas traducciones tienen que suplir la palabra “es”; puesto que no aparece en el original. El asunto se convierte en una cuestión de suplir “es” una vez o dos veces (“Toda Escrituras inspirada por Dios también es útil”, o: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil”). Se prefiere la segunda traducción, por tres razones. Primera, al suplir “es” dos veces, los dos adjetivos (“inspirada” y “útil”) se entienden de la misma manera: como predicados nominales, lo cual es más natural. Segunda, la palabra conjuntiva, aunque se puede traducir “también”, significa “y” con mucha más frecuencia. Tercera razón, una construcción similar ocurre en 1 Timoteo 4:4, donde los dos adjetivos [“de desecharse” equivale al adjetivo “rechazable”. Nota del Editor] claramente son predicados nominales. Por lo tanto, la traducción preferida hace bastante claro que toda la Biblia es inspirada.
2. La Biblia entera es espirada por Dios. Esto expresa los medios de la inspiración. La forma es pasiva, lo que significa que la Biblia es el resultado del aliento de Dios. Si, por el contrario, la forma fuese activa, entonces significaría que la Biblia exuda o habla de Dios. Por supuesto, eso es cierto, pero no es lo que Pablo dice en este versículo. Nuestra palabra castellana “inspirar” lleva en sí la idea de respirar hacia el interior de algo, específicamente, la Escritura. Es cierto que autores humanos escribieron el texto, pero la Biblia se originó como una acción de Dios, que la espiró.
3. La Biblia entera es útil. Esto expresa el propósito de la inspiración. Su utilidad consiste en que enseña, amonesta, corrige, restaura, y entrena en justicia; para que el creyente pueda ser apto, capaz, o proficiente, y completamente equipado en cada aspecto de su ser. La Biblia no es para ponerla en un museo y admirarla, sino para aplicarla a nuestras vidas.
En resumen: al juntar las tres ideas de 2 Timoteo 3:16, el versículo nos declara que la Biblia entera provino de Dios para enseñarnos cómo vivir.
B. 2 Pedro 1:21
Este versículo nos dice con singular claridad, cómo Dios usó a los escritores humanos para producir la Biblia. El Espíritu Santo los movió o los impulsó. El uso del mismo verbo en Hechos 27:15 ilumina nuestro entendimiento en cuanto al significado de “llevar” o “mover” a los escritores humanos. Justamente antes que el barco que llevaba a Pablo a Roma se destrozara en la isla de Malta, se encontró con una fiera tormenta. Aunque eran hombres con experiencia, los marineros no pudieron guiarlo; así que finalmente tuvieron que dejar que el viento llevara al barco a dondequiera que soplara. En la misma manera que ese barco fue manejado, dirigido, o llevado por el viento, Dios dirigió y movió a los escritores humanos que El usó para producir los libros de la Biblia. Aunque el viento fue la fuerza que movió el barco hacia adelante, los marineros no estaban dormidos e inactivos. De igual manera, el Espíritu Santo fue la fuerza guiadora que dirigió a los escritores; quienes, aun así, llevaron a cabo un papel activo al escribir las Escrituras.
Pero este versículo también aporta otro dato importante. Declara que la voluntad de los autores humanos no dirigió la operación de escribir la Biblia. El mismo verbo, “mover” o “llevar” aparece también [en griego] en la última parte del versículo. Así que la profecía no fue traída por la voluntad del hombre. El Espíritu lo hizo, no la voluntad del hombre. Esta declaración arroja valiosa luz sobre la cuestión de la inerrancia de la Biblia. La voluntad del hombre, incluso su voluntad de cometer errores, no trajeron las Escrituras; más bien, el Espíritu Santo, que no puede errar, trajo las Escrituras. Es cierto que los escritores estaban activos al escribir; pero lo que escribieron fue dirigido, no por sus propias voluntades con la posibilidad de error, sino por el Espíritu Santo, que es veraz e infalible.
B.B. Warfield, comentando sobre 2 Pedro 1:21 enfatizó bien este punto: “En esta declaración singularmente precisa y llena de sentido, hay varias cosas que demandan que se les observe cuidadosamente. Está, primero que todo, la negación enfática de que la profecía —es decir, en la hipótesis sobre la cual estamos trabajando, la Escritura— deba su origen a la iniciativa humana: ‘Porque nunca la profecía fue traída —“vino” es la palabra que usa la versión inglesa”— por la voluntad del hombre’. Entonces, hay la afirmación, igualmente enfática, de que su origen está en Dios: Es cierto que fue declarada por hombres, pero los hombres que la declararon lo hicieron como instrumentos de Dios. Y, una cláusula notable se inserta aquí, y está puesta delante en la oración para que el énfasis caiga sobre ella, la cual nos dice cómo hombres, al hablar, hablasen no de sí mismos, sino Dios a través de ellos: fue como llevados —el mismo término que arriba fue traducido ‘fue traída’, y posiblemente pudiera interpretarse ‘traídos’ aquí— por el Espíritu Santo que ellos hablaron. Al hablar así bajo la influencia del Espíritu Santo, las cosas que ellos hablaron no provinieron dí si mismos, sino de Dios” (The Inspiration and Authority of the Bible [Philadelphia: Presbyterian and Reformed, 1948], p. 136).
En resumen: 2 Pedro 1:21 declara que Dios usó a los hombres y nos dio una Biblia completamente veraz.
C. 1 Corintios 2:13
Aquí Pablo afirma que la revelación de Dios llegó a nosotros en palabras. Esto contrarresta la contención de algunos de que la inspiración solamente tiene que ver con los pensamientos que Dios quería que supiéramos, y no con las palabras con las cuales se expresaron esos pensamientos. Sostener ese punto de vista releva a uno de tener que creer en la inerrancia del texto; porque uno supuestamente pudiera tener pensamientos acertados (los de Dios) transmitidos en palabras erróneas (las del hombre). Pero Pablo insistió en que el mensaje de Dios vino en las palabras del texto.
El hecho de que Pablo dice que él habló con palabras, no significa que no se esté refiriendo a sus escritos. Note que Pedro dijo que Pablo ‘habló’ en sus epístolas (2 Pedro 3:16). Así que ‘hablamos con palabras’ ciertamente puede referirse a las cartas de Pablo.
En resumen: Este versículo enseña que las palabras mismas de la Biblia son inspiradas.
D. Una colección de datos
Estos datos demuestran algo de la variedad del material que Dios movió a los autores humanos a incluir en la Biblia.
1. Material que vino directamente de Dios. Las dos piedras en que fueron escritos los Diez Mandamientos vinieron directamente de Dios (Deuteronomio 9:10).
2. Material recopilado. Aunque algunas partes de la Biblia se escribieron directamente (como algunas de las cartas de Pablo), otras fueron el resultado de previa investigación para recopilar datos. El Evangelio de Lucas es un ejemplo de esto (Lucas 1:1–4).
Lucas no fue un testigo presencial de los eventos de la vida de Cristo. Así que, o Dios le tuvo que haber dado a él revelación directa de esos eventos para que escribiera su Evangelio, o él los tuvo que haber descubierto por medio de investigación. En su prólogo, Lucas nos dice que (a) él consultó a testigos presenciales de la vida y ministerio de Cristo; ) usó narraciones escritas disponibles de partes de Su ministerio; (c) investigó cuidadosamente y escudriñó todas sus fuentes; (d) planeó un arreglo ordenado de su material; y (e) el Espíritu Santo lo movió y lo llevó a él en la tarea misma de escribir; de modo que todo lo que escribió fue preciso y verídico.
3. Material profético. Aproximadamente un cuarto de la Biblia fue profecía al momento de escribirse (aunque, por supuesto, algo de todo ese material se ha cumplido). La profecía verdadera puede venir solamente del Dios verdadero, que todo lo sabe. Ningún escritor humano podría concebir profecía que fuera cien por cien verdadera.
4. Material histórico. Gran parte de la Biblia narra la historia, y lo hace en forma precisa. La mayoría de las porciones históricas fueron escritas por aquellos que habían personalmente presenciado esos eventos. (e.g., Lucas, quien fue compañero de Pablo en muchos de sus viajes, Hechos 16:10–13; 20:5–21:18; 27:1–28:6; o Josué, quien participó en la conquista de Canaán y entonces escribió sobre la misma en el libro de Josué). Algo como la historia de la creación, por supuesto, tuvo que ser revelado por Dios a Moisés; puesto que ningún ser humano fue testigo presencial; y Moisés escribió de esto mucho después de ocurrir.
5. Otro material. La Biblia sí archiva cosas que no son verdad, como las mentiras de Satanás (Génesis 3:4–5); pero da cuenta de ellas con exactitud. La Biblia también contiene citas de los escritos de personas no salvas (Tito 1:12). También tiene algunos pasajes que son fuerte e intensamente personales y emocionales (Romanos 9:1–3). Pero esta variedad de material se ha relatado con exactitud.
En resumen: Esta variedad de materiales demuestra que Dios algunas veces reveló cosas en forma sobrenatural y directa; algunas veces permitió que los autores humanos compusieran Su mensaje usando su propia libertad de expresión. Pero El espiró el producto total, dirigiendo en varias formas a los autores, para darnos Su mensaje en las palabras de la Biblía.
II. Una Definicion de la Inspiracion
Por supuesto, una definición adecuada debe formularse, tomando como base los datos que las Escrituras proveen sobre el particular, según se expuso arriba. El esqueleto de una definición es esta: Dios dirigió a los hombres para que ellos escribieran Su mensaje en la Biblia.
Si le agregamos carne a ese esqueleto llegamos a una definición como esta: Dios supervisó a los autores humanos de la Biblia, para que ellos compusieran y grabaran sin error Su mensaje a la humanidad en las palabras de sus escritos originales.
Note cuidadosamente algunas de las palabras clave en esa definición. (1) La palabra “supervisar” admite el alcance de las relaciones que Dios tuvo con los escritores y la variedad de materiales. Su supervisión algunas veces fue muy directa y otras no tanto, pero ésta siempre incluía el guardar a los escritores para que ellos escribieran con exactitud.
(2) La palabra “compusieran” muestra que los escritores no eran taquígrafos pasivos a los cuales Dios les dictaba el material, sino escritores activos.
(3) “Sin error” expresa la aseveración de la misma Biblia de que ella es la verdad (Juan 17:17).
(4) La inspiración solamente puede atribuírsele a los escritos originales, no a las copias o las traducciones, por más precisas que sean.
Observe: El procedimiento utilizado en este capítulo ha sido examinar los datos bíblicos concernientes a la inspiración, y entonces formular una definición que incorpore esos datos. La definición, pues, intenta ser una declaración de las aseveraciones de la Biblia acerca de sí misma. No comenzamos con una definición, para imponerla sobre los datos y, en el proceso, forzar o seleccionar solamente los datos que respaldaran esa definición.
Finalmente, nunca debemos perder de vista las aseveraciones asombrosas que la Biblia hace acerca de sí misma en el asunto de la inspiración. Ningún otro libro puede compararse con ella. Dios la espiró, los hombres la escribieron; nosotros la poseemos.
Ryrie, C. C. (2003). Teologı́a básica (pp. 76–81). Miami: Editorial Unilit.