sábado, 22 de diciembre de 2007

MEMORIAS DEL CAMPAMENTO JUVENIL EN LA ZONA SUR DE SANTANDER

Barbosa, 16 de diciembre de 2007

Hno. Carlos Alberto Murillo

2 Corintios 4: 7

 

LA RELACIÓN ENTRE LO HUMANO Y EL ESPÍRITU SANTO

 

El Espíritu Santo es un tema que me apasiona, me gusta hablar del Espíritu Santo.

Si hay algo de lo que hoy tengamos necesidad es de recibir el Espíritu Santo. Yo no ando preocupado de si viene el Señor quien se queda, pero sí me preocupa que los hermano reciban el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo se recibe por fe. Es para los hijos de Dios. "Cuanto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan", eso se refiere a los hijos. Tu eres un hijo de Dios, "a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos Hijos de Dios".

Cuando el hermano mayor llegó a su casa y vio la fiesta que había le hizo un reclamo a su padre, pero el padre le dijo "hijo tu siempre has estado en mi casa y todo lo mío es tuyo".

¡Lo que mi padre tiene es mío!

¿Quién te dijo que no tienes derecho a tomar de lo que es de tu padre?

¡Tienes derecho! ¡Él nos lo ha dado!

Algunos creen que esto del Espíritu Santo es para una clase superior dentro de la Iglesia, están llenos de complejos y creen que no tienen derecho a esta gloria, a este poder.

Cuando hablamos del Espíritu de Dios que descienda sobre el ser humano, hablamos de cosas incompatibles.  ¿Cómo es que esa gloria de Dios desciende sobre estos vasos de barro?

¿Alguien está necesitado aquí de algo?

¿A quién le llama la atención el barro? El apóstol habla de la excelencia del Espíritu guardado en vasos de barro.

Algunos perfumistas envasan sus esencias en estuches o frascos costosísimos, el perfumista se preocupa por el envase.

Joel dice: "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne", no dice "de mi Espíritu" como si fuera una parte nada más, eso no es lo que dice. El Señor derramó su Espíritu  sobre nosotros.

Lo que importa es la esencia de lo que hay por dentro de ese empaque, cuando Dios llena a alguien con su Espíritu Santo no se pone a pensar si es alto, bajo, blanco, mono, gordito o delgado.

Satanás nos trabaja siempre en la autoestima, les dice al oído a las personas: "no son nadie". No éramos nadie pero ahora somos hijos de Dios, valemos y somos importantes, tanto que los ángeles saltan cuando uno de los hombres se arrepiente.

¡Desechemos esos engaños del diablo!

Ya no vivimos arrastrados, somos hijos de Dios. Un hijo de Dios viene con confianza a su Padre. Él levanta del polvo al pobre y al menesteroso alza del muladar para hacerlo sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo.

 No tomemos esa actitud espiritualista que solo quiere vivir de apariencias. Tenemos derecho a sonreír, tenemos derecho a jugar.                                                                                                                                                               

Abre tu boca y yo la llenaré.

Dios quiere llenar del Espíritu Santo a hombres comunes y corrientes, que duermen, trasnochan, trabajan, comen. Dios los quiere llenar.

Es a ti que eres humano a quien Dios quiere llenar de su Santo Espíritu, no tienes que ser un ángel para ser lleno del poder del Espíritu Santo. Así como somos imperfectos y todo él nos quiere llenar, eso sí él se encarga de arreglarnos.

Pudiese Dios haber inventado robots iguales, pero no lo hizo. Nos tiene a nosotros.

¿Cómo hace Dios para hablarnos a todos a través de un predicador? Así como no sabemos cómo crecen los huesos del bebé en el vientre de la madre tampoco conocemos bien cómo funciona la obra de Dios.

Como es de sabroso un culto espontáneo. La alabanza fluyendo le agrada a Dios.

Tenemos libre albedrío para adorar a Dios. Llega el momento en el que hay que decidir si estamos acá porque nos obligan o porque estamos enamorados de Dios.

Dios nos sigue amando a pesar de que somos polvo y por eso nos da el poder del Espíritu Santo.

Isaías 32 describe un plano tremendo de la existencia humana. Habla de los sufrimientos de las necesidades, de los dolores que  se sufre al estar lejos de Dios, pero lo malo termina en un verso que dice "hasta que sobre vosotros sea derramado el poder de lo alto". Ese hasta pone un límite.

Es cuestión de entender nuestra necesidad, es importante llenarnos de la gloria de Dios.

Es Espíritu Santo el que transforma el desierto en oasis.

Los discípulos estaban felices con Jesús, pero se entristecieron cuando él dice me voy. Él les consuela diciendo "a ustedes les conviene que yo me vaya porque no os dejaré huérfanos, vendré a vosotros."

¿Para qué? Para que donde yo estoy vosotros también estéis. Esto es una revelación tremenda, ahí es donde se hace  magnífica la omnipresencia de Dios. Dondequiera que haya alguien invocando a Jesucristo ahí está él obrando. Hay Espíritu Santo suficiente para todos.

"Cuando llegó el día de pentecostés estaban todos unánimes juntos. De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Todos llenos del Espíritu Santo y hablaban en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen."



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