martes, 29 de enero de 2008

LA EFECTIVIDAD EN EL SERVICIO


REUNIÓN DEL COMITÉ NACIONAL DE CONQUISTADORES PENTECOSTALES

Medellín, 29 de enero de 2008

Hno. Fernando López

LA EFECTIVIDAD DEL LIDER

Palabras no tan familiares hacen 50 años. Pero hoy estas palabras se han convertido en parte de nuestro léxico.

Si bien la palabra líder no es bíblica, en la biblia se habla mucho de la palabra siervo, no queda del todo descartada. Al fin  y al cabo las cosas van cambiando con el tiempo.

Nuestras urgencias y necesidades son más apremiantes hoy que antes.

Aconteció después de la muerte de Moisés, siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, y le dijo: «Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, hacia la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, tal como lo dije a Moisés, todos los lugares que pisen las plantas de vuestros pies. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el Mar Grande donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie podrá hacerte frente en todos los días de tu vida: como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente, porque tú repartirás a este pueblo como heredad la tierra que juré dar a sus padres. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, cuidando de obrar conforme a toda la Ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. [1]

Hoy por hoy la calidad de las cosas se mide por la duración. Y hablando de liderazgo lo que se busca es que trascienda al tiempo.

Para nosotros la urgencia es mucho más fuerte todavía. La palabra crisis de liderazgo ha sido muy conocida por nosotros sobre todo en América latina. Se buscan con urgencia líderes efectivos.

Eficacia es hacer las cosas correctamente, efectividad es hacer lo correcto. ¿qué cosa será más importante, eficacia o efectividad? A veces se pude hacer lo correcto pero no correctamente. Es importante conjugar esas dos cosas.

Las personas que se pueden desarrollar integralmente somos nosotros los cristianos, lo correcto hacerlo correctamente, cada día podemos ser mejores, es clarísimo eso. En eso es Dios quien está involucrado.

Debemos ser muy consientes acerca del crecimiento y la formación de nuestro carácter.

Romanos 8: 28 nos asegura que cada hecho de nuestra vida trabaja para nuestro bien, conforme a los propósitos de Dios para nuestras vidas.

Hebreos 11 nos muestra las grandes proezas de los hombres de Dios a través de la fé. Por medio de la fe se pueden cambiar las circunstancias, pero también por medio de la fe se puede mantener firme a pesar de las circunstancias. A algunos no les gusta mucho esta segunda parte.

Es necesario que a través de diversas pruebas entremos al reino de Dios.

Pablo alguna vez sacó una lista de todas las circunstancias adversas, cárceles, naufragios, etc. Dios estaba formando el carácter de un líder. Al final dijo he terminado la carrera.

Proceso de formación de un líder efectivo:

1.       Dos desarrolla a un líder a lo largo de su vida.

2.       Dios usa gente, circunstancias, y asignaciones de ministerio para darle forma a la vida del líder.

 

EL PRINCIPIO DE CARÁCTER

El modo de ser de una persona. No hay ninguno igual a otro, cada persona tiene una característica particular, su modo de ser.

Aquí lo que prima es lo esencial. Los hábitos es lo que hacemos. Un ministerio efectivo fluye del ser, no del hacer.

Hay una tensión dinámica entre el ser y el hacer. El bautismo por ejemplo tiene de las dos es una cosa formal, pero también es sustancial.

El ser fructífero tiene que ver con el ser, el ministerio con el hacer. En Juan 15 la palabra clave es permanecer. A parte d Cristo los líderes no tienen nada que ofrecer a quienes le siguen.

Juan 15 no habla de ganar almas, habla de una vida saludable. Lo que evalúa el Señor no es con respecto a otros sino con respecto a nosotros mismos. Nuestra salud está supeditada a la relación que tengamos con el tronco. El fruto lo da el árbol, no las ramas. La sabia no proviene de las ramas sino de la raíz y fluye a través del tronco. Si nuestra relación con el tronco es saludable, el fruto está asegurado.

¿Qué esfuerzo hacen las ramas para producir fruto? Ninguno. El día que usted se esfuerce por ser bondadoso, algo está ocurriendo mal.

Los resultados son distintos a los frutos.

Los hábitos son resultado de una cosmovisión. Al hombre lo hace más lo que cree que lo que hace. A veces nos preocupamos tanto por el hacer que se nos olvida lo sustancial, el ser. Somos ministros no por lo que hacemos sino por lo que somos. Vamos a ser salvos por lo que somos y vamos a ser premiados por lo que hacemos.

Cuando llegamos al Señor teníamos unos pensamientos propios y unos hábitos propios, pero el evangelio transformó nuestras vidas.

Los líderes cristianos tiene sus hábitos efectivos:

1.       Postura de aprendizaje. Eso es de toda la vida, porque no se puede ser cristiano por horas. Se es cristiano por toda la vida. Hay varios niveles de aprendizaje, la incompetencia inconsciente, la incompetencia consiente, la competencia consiente, pero ahí no termina todo hay otro nivel, la competencia inconsciente, cuando el conocimiento está tan arraigado que  se hace mecánicamente. Este último nivel es un peligro. Pero es necesario cerrar el círculo y volver al primer nivel. El líder que creo que lo sabe todo ya perdió el año.

Los líderes siguen tres tipos de entrenamiento:

a.       Informal: investigación personal, crecimiento personal, proyectos. Autodidactas. Que no perdamos esa postura de aprendizaje. Siempre estamos aprendiendo. Personas que a veces no creemos nos están enseñando. Cuidado con ser selectivos.

b.      Entrenamiento no formal, talleres, seminarios, conferencias.

c.       Entrenamiento formal: educación continua, programas de pregrado.

El líder que cree que todo lo sabe está en camino de la inefectividad.

2.       Reconocen la selección de liderazgo y la mentoría como una prioridad. No solo se capacitan sino que capacitan a otros. Es necesario ser líderes reproductores. Están comprometidos en ser mentores de otros y tener mentores para ellos. Están alerta a los líderes potenciales en su círculo de influencia.

Un mentor es uno que capacita y forma a otro, invirtiendo su vida para modelar a otros.

1 Timoteo 2: 2 tiene cinco eslabones: Pablo- Timoteo –testigos –hombres fieles –otros.

3.       Declaración personal de la misión. Es decir, tiene una filosofía clara de su ministerio. Cuál es su razón de ser, cuál es su significado. ¿Para qué Dios nos ha llamado? Ellos tienen tres elementos claves en su declaración personal de la misión: propósito bíblico, los valores, la misión.

La filosofía de ministerio usualmente emerge en medio de sus treinta años.  Es con el tiempo que se entiende para qué fue que Dios lo llamó.

Para que seamos efectivos debemos estar en el lugar en que Dios quiere que estemos.  La productividad no se mide por el tamaño de la iglesia o cuan impresionante ellos son sino por su carácter interno.

 

4.       Experiencias repetidas de renovación.

Experimentar intimidad con Dios y debido a esto tal intimidad fluye dentro de todo su ministerio. El ingrediente esencial de liderazgo es la poderosa presencia de Dios en la vida y el ministerio del líder.

Estos líderes incorporar disciplinas espirituales dentro de su diario caminar, oración, ayunos, lectura devocional de la palabra de Dios.

Ellos han aprendido a apartarse frecuentemente con el Señor para redirigir sus ministerios y alinearlos al propósito de Dios.

5.       Percibe e interpreta las circunstancias en sus ministerios a la luz de la formación que Dios le está dando a su vida a lo largo de su existencia. Filipenses 1: 12.

Muchas cosas nos ocurren y no las entendemos, pero Dios nos está pesando en la balanza queriendo que tengamos un mayor peso de gloria.

"Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente peso de gloria"

Al oro lo ponen en el fuego para purificarlo de toda escoria. El fuego tiene dos connotaciones en la Biblia. Una es de destrucción, pero esa destrucción no es cuestión del fuego sino del material.

Dios trae a través de diversas circunstancias los mecanismos para darle forma al ministerio de los líderes.

 

La mayoría de la falla de los líderes no es por falta de información, no es por falta de habilidades, ni por falta de crecimiento. La falla de los líderes es de carácter y no de capacidad o conocimiento.

¿Qué es lo que hace que un líder termine bien? Incorporemos estas hábitos a nuestras vidas y dejemos que el maestro siga trabajando en nosotros. Es él quien nos ha traído hasta acá a pesar de… ¿Por qué Dios se fijó en nosotros si no éramos los mejores? Eso es gracia.

Estamos acá por su gracia y su misericordia.



[1] Josué 1: 1 al 7


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 



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domingo, 13 de enero de 2008

La Dominical del plan de salvación...


¿POR QUIENES MURIÓ JESUCRISTO?

Adonay Rojas Ortiz

 

Domingo, 13 de enero de 2008.

 

INTRODUCCIÓN:

Cristo Jesús murió en una cruz, fue hecho maldición por nosotros. No veneramos la cruz, pero en ella Jesús nos trajo una tremenda bendición al morir. Pero ¿Por quienes murió Jesucristo?

El verso que leimos está clara la respuesta, "murió por todos". Pero ¿quienes son todos? Ese es el dilema que nos reúne hoy.

En la gráfica de las dispensaciones podemos ver que Jesús trata de manera especial con nosotros ahora en la dispensación de la gracia. Ésta es la dispensación que nos debe interesar más. Dejemos de interesarnos en lo demás, gocemos lo nuestro. Puede que no sepamos mucho del A.T. o del milenio, per que sepamos lo que nos taca vivir a nosotros. Decía también a la multitud: «Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: "Agua viene", y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís: "Hará calor", y lo hace. ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo?[1]

¿Por quienes murió Jesucristo? Respondamos esa pregunta para nuestra dispensación, las demás no nos compete a nosotros.

 

DESARROLLO:

Hay dos posturas teológicas sobresalientes respecto a este tema:

1.      REDENCIONISTAS LIMITADOS

Cristo Murió solo por el grupo de elegidos que estaban predestinados por Dios para la salvación.

CALVINISMO ¿Quién fue Juan Calvino? Sus seguidores desarrollaron ampliamente la doctrina de la predestinación.

 

2.      REDENCIONISTAS ILIMITADOS

Cristo murió por todos los hombres que viven en  la era presente comprendida entre la muerte de Cristo y el arrebatamiento de la iglesia.

La muerte de Cristo tiene otros valores específicos para los hombres de las edades pasadas y las venideras.

ARMINIANISMO ¿Quién fue Jacobo Arminio? Teólogo Holandés, debatió la doctrina de la predestinación a fines del siglo XVI.

 

La Biblia enseña que Cristo sí murió por todos, tanto los que se salvan como los que se pierden en esta dispensación de la gracia. El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y él por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.[2] Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad, pues hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.[3] Palabra fiel es esta y digna de ser recibida por todos: que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.[4] Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios experimentara la muerte por todos... y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.[5] y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen[6] El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.[7]

Por no comprender muy bien esta doctrina de la predestinación algunos que han vuelto atrás no han regresado al camino creyendo que Dios nunca los salvó porque vea que volvieron atrás.

Los no creyentes aún más deben entender bien que es lo que la Biblia dice pues no es cuestión de Dios sino de cada hombre la decisión de aceptar lo que Dios ofrece, la salvación.

 

El problema acá es la elección divina. La Biblia, vale la pena decirlo, no habla de predestinación para condenación. Es más, no se habla en la Biblia de elegidos o no elegidos antes de creen en Jesucristo. Solo se habla de elección y predestinación en Cristo y para salvación. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección, porque haciendo estas cosas, jamás caeréis.[8] Los calvinistas citan este verso a medias, porque ellos creen que una vez salvo, eternamente salvos. Pero este verso y otros más en la Biblia dan la posibilidad de que algunos de los elegidos sean engañados y pierdan la salvación al descuidarse.

Otro verso es elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.[9] Es apropiado acá entender el concepto de presciencia de Dios. Dios abe todas cosas previamente pues está fuera del tiempo en la eternidad, pero no es él quien obliga a que la gente actúe de tal o cual manera. Dios es omnisciente, Él tenía conocimiento de todos los planes posibles para el universo. De todos los planes posibles con sus infinitas variantes Dios escogió un plan. Habiendo escogido un plan y conociéndolo en todos sus detalles, Dios podía conocer anticipadamente quiénes iban a ser salvos o electos y todos los detalles acerca de la salvación de ellos. Este concepto no debe reñir con el de la libertad humana para tomar decisiones, esta libertad no es un juego es real y trae grandes consecuencias.

 

Veamos despacio y comparemos algunos postulados de los redencionistas limitados y los ilimitados.

§  Si el hombre es incapaz de salvarse a sí mismo, ya que la caída en Adán fue una caída total, y si sólo Dios puede salvar, y si no todos son salvados, entonces la conclusión debe ser que Dios no ha elegido salvar a todos.

El problema acá es que se atribuye a Dios toda responsabilidad y no al ser humano, y realmente es el hombre quien escoge aceptar o no la salvación. Dios sí eligió salvar a todos los hombres, pero no todos los hombres aceptaron.

 

 Volveremos a esto luego…



[1] Lucas 12: 54 al 56

[2] 2 Corintios 5: 14 y 15

[3] 1 Timoteo 2: 3 al 6

[4] 1 Timoteo 4: 9 y 10

[5] Hebreos 2: 9 y 15

[6] Hebreos 5: 9

[7] 1 Pedro 3: 9

[8] 2 de Pedro1: 10

[9] 1 de Pedro 1: 2


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 



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miércoles, 9 de enero de 2008

Sobre el imperio Romano

 

Imperio Romano

 

En su uso moderno esta expresión no es bíblica ni clásica, y no le hace justicia a la delicadeza y la complejidad de los métodos romanos para controlar a los pueblos del Mediterráneo. La palabra imperium significaba en primer lugar la autoridad soberana confiada por el pueblo romano a sus magistrados, elegidos por medio de una disposición especial (la lex curiata). El imperium era siempre completo, y abarcaba todas las formas del poder ejecutivo, religioso, militar, judicial, legislativo y electoral. Su ejercicio estaba limitado por el carácter colegiado de las magistraturas, y también por la restricción habitual o legal de su funcionamiento a una provincia determinada o esfera de responsabilidad. Con la ampliación de los intereses romanos hacia el exterior, la provincia se fue convirtiendo, con creciente frecuencia, en provincia geográfica, hasta que el uso sistemático del imperium magistral para controlar a un "imperio" hizo posible el uso del término para describir a una entidad geográfica y administrativa. En la época del NT; sin embargo, el sistema distaba mucho de ser tan completo o rígido como lo que podría suponerse.

 

I.                   La naturaleza del imperialismo romano

 

Hablando en general, la creación de una provincia romana ni suspendía los tipos de gobierno existentes ni le agregaba al estado romano. El "gobernador" (no existía un término genérico de esta clase, sino que se usaba el título magistral correspondiente) funcionaba en asociación con las autoridades regionales con las cuales existía una relación cordial, a fin de preservar la seguridad militar de Roma, y cuando no había actividad bélica su función era principalmente diplomática. Se parecía más al comandante regional de las organizaciones internacionales modernas creadas en virtud de algún tratado y que sirven a los intereses de las grandes potencias, más que al gobernador colonial con su autoridad monárquica. La solidaridad del "imperio" era producto de la pura preponderancia del poder romano antes que de una administración centralizada directa. Abarcaba muchos cientos de estados satélites, cada uno de los cuales estaba ligado a Roma bilateralmente y disfrutaba de los derechos y privilegios que lograba negociar individualmente con Roma.

 

No cabe duda de que los romanos estaban en condiciones de abrirse camino por la fuerza a través de la maraña de pactos y tradiciones, pero este recurso ni les interesaba ni les convenía; lo que encontramos, en cambio, es que se esforzaban por convencer a sus apáticos aliados de que aprovechasen la libertad subordinada que les dejaban. Al mismo tiempo se llevaba a cabo un proceso de asimilación gradual mediante el recurso de otorgar en forma individual y comunitaria la ciudadanía romana, con lo cual compraban la lealtad de las personas importantes localmente, las que a su vez favorecían al poder patronal.

 

II.                Crecimiento del sistema provincial

 

La habilidad diplomática imperial tal como se explica arriba la fueron adquiriendo los romanos en el curso de las primitivas relaciones de Roma con sus vecinos en Italia. Su genio ha sido localizado en forma diversa en los principios del sacerdocio fecial[1], que exigía un respeto estricto por las fronteras y no aceptaba ninguna otra razón para la guerra, en la generosa reciprocidad de los primitivos tratados romanos, y en los ideales romanos del patrocinio, que exigía una lealtad estricta de parte de los amigos y vasallos a cambio de la protección. Cualquiera haya sido la razón, Roma pronto adquirió el liderazgo de la liga de ciudades latinas, y luego, por espacio de varios siglos, bajo el impacto de las esporádicas invasiones galas y germanas, y las luchas con potencias de ultramar, tales como los cartagineses y algunos de los monarcas helenísticos, concertó tratados con todos los estados italianos al S del valle del Po, tratados mediante los cuales reguló sus relaciones con los mismos. Con todo, sólo en el 89 a.C. se les ofreció a estos pueblos la ciudadanía romana, y de este modo se convirtieron en municipalidades de la república.

 

Mientras tanto se llevaba a cabo un proceso similar en todo el Mediterráneo. Al final de la primera guerra púnica Sicilia fue hecha provincia (241 a.C.), y el peligro cartaginés condujo a otras medidas del mismo tipo en Cerdeña y Córcega (231 a.C.), la España citerior y ulterior (197 a.C.), y finalmente a la creación de una provincia en África después de la destrucción de Cartago en el 146 a.C. En contraste, al principio los romanos vacilaron ante la idea de imponerse a los estados helenísticos de oriente, hasta que después del reiterado fracaso de las negociaciones libres se crearon provincias para Macedonia (148 a.C.) y Acaya (146 a.C.). A pesar de alguna medida de violencia, como la destrucción de Cartago y Corinto en el 146 a.C., las ventajas del sistema provincial romano pronto adquirieron reconocimiento en el exterior, como resulta claro por el paso de tres estados a Roma por legado de sus gobernantes, lo cual condujo a la formación de las provincias de Asia (133 a.C.), Bitinia y Cirene (74 a.C.). Los romanos se habían ocupado de hacer una limpieza por su propia cuenta, y la amenaza a las comunicaciones ocasionada por la piratería habían llevado para entonces a la creación de provincias para la Galia narbonense, Ilírico, y Cilicia.

 

La ambición profesional de los generales romanos ya comenzaba a hacerse sentir. Pompeyo agregó el Ponto a la Bitinia, y creó la nueva provincia principal de Siria como resultado de su comando mitridático del año 66 a.C., y en la década siguiente César abrió toda la Galia, dejando a los romanos establecidos en el Rin, desde los Alpes hasta el mar del Norte. El último de los grandes estados helenísticos, Egipto, se convirtió en provincia después de que Augusto derrotó a Antonio y Cleopatra en el 31 a.C. A partir de dicho momento la política fue de consolidación más bien que de expansión. Augusto llevó la frontera hasta el Danubio, y creó las provincias de Retia, Nórico, Panonia, y Mesia. En la generación siguiente las dinastías locales fueron remplazadas por gobernadores romanos en varias regiones. Galacia (25 a.C.) fue seguida por Capadocia, Judea, Britania, Mauritania, y Tracia (46 d.C.).

 

Por consiguiente el NT se encuentra en un punto en el que la serie de provincias se ha completado, y todo el Mediterráneo ha sido provisto por primera vez de una autoridad supervisora uniforme. Al mismo tiempo, en muchos casos los gobiernos preexistentes todavía florecían, si bien con pocas perspectivas de progreso ulterior. El proceso de la incorporación directa en el seno de la república romana siguió adelante hasta que Caracala, en el 212 d.C., extendió la ciudadanía a todos los residentes libres del Mediterráneo. Desde ese momento en adelante las provincias son territorios imperiales en el sentido moderno.

 

III.             La administración de las provincias

 

Hasta el ss. I a.C. las provincias correspondían a los magistrados romanos, ya sea por el año en que ocupaban el cargo, o por el año inmediatamente posterior, cuando continuaban ejerciendo el imperium como promagistratura. A pesar del elevado sentido de responsabilidad del aristócrata romano, y de una formación política y legal sostenida a lo largo de toda su vida, resultaba inevitable que gobernase su provincia con la vista puesta en la etapa posterior en la capital. El primer tribunal permanente en Roma se estableció para juzgar a los gobernadores provinciales por casos de extorsión. Mientras la competencia por los cargos se libraba sin restricciones, la creación de comandancias de 3, 5 y 10 años de duración no hizo sino empeorar la situación. Llegaron a constituir la base de intentos de usurpación militar llevados a cabo abiertamente. Los estados satélites quedaron en una situación desesperada. Se habían acostumbrado a proteger sus intereses ante los gobernadores antojadizos buscando el patronazgo de casas poderosas en el senado, y a la larga se hacía justicia. Ahora, durante los 20 años de guerra civil que siguieron al cruce del Rubicón (49 a.C.), se vieron obligados a tomar partido y arriesgar su riqueza y su libertad en un conflicto de resultado incierto. Tres veces los enormes recursos de oriente fueron reunidos para una invasión de Italia misma, pero en cada caso el intento resultó inútil. Luego le tocó al vencedor, Augusto, reparar el daño ocasionado, en el curso de sus 45 años de poder sin rivales. Primero aceptó para sí mismo una provincia que comprendía la mayoría de las regiones donde todavía hacía falta una guarnición de importancia, especialmente la Galia, España, Siria y Egipto. Esta concesión le fue renovada periódicamente hasta su muerte, y la costumbre se mantuvo a favor de sus sucesores. Designó comandantes regionales, y de este modo surgió una clase de administradores profesionales, y por primera vez se logró una planificación uniforme a largo plazo.

 

Las provincias restantes siguieron siendo asignadas a los que estaban dedicados a la magistratura regular, pero la posibilidad de usar irregularmente la posición quedó anulada debido al poder supremo de los césares, y de todos modos la inexperiencia hacía que las decisiones fueran supeditadas a ellos, de modo que se impuso ampliamente un tipo cesariano de administración.

 

En el peor de los casos, una provincia mal administrada podía ser transferida a la jurisdicción cesariana, como ocurrió en el caso de Bitinia en los días de Plinio.

 

Tres de las responsabilidades principales de los gobernadores están claramente ilustradas en el NT.

 

La primera estaba vinculada con la seguridad militar y el orden público. El temor a la intervención romana condujo, precisamente, a la traición cometida contra Jesús (Si lo dejamos, todos van a creer en él, y las autoridades romanas vendrán y destruirán nuestro templo y nuestra nación. Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año, les dijo: —Ustedes no saben nada, ni se dan cuenta de que es mejor para ustedes que muera un solo hombre por el pueblo, y no que toda la nación sea destruida. Jn. 11.48–50), y Pablo fue arrestado por los romanos sobre la base de la suposición de que era agitador (Estaban a punto de matarlo, cuando al comandante del batallón romano le llegó la noticia de que toda la ciudad de Jerusalén se había alborotado. El comandante reunió a sus soldados y oficiales, y fue corriendo a donde estaba la gente. Cuando vieron al comandante y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. Entonces el comandante se acercó, arrestó a Pablo y mandó que lo sujetaran con dos cadenas. Después preguntó quién era y qué había hecho. Pero unos gritaban una cosa y otros otra, de modo que el comandante no podía aclarar nada a causa del ruido que hacían; así que mandó llevarlo al cuartel. Al llegar a las gradas del cuartel, los soldados tuvieron que llevar a Pablo a cuestas, debido a la violencia de la gente; porque todos iban detrás, gritando: "¡Muera!" Cuando ya iban a meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante del batallón: —¿Puedo hablar con usted un momento? El comandante le contestó:    —¿Sabes hablar griego? Entonces, ¿tú no eres aquel egipcio que hace algún tiempo comenzó una rebelión y salió al desierto con cuatro mil guerrilleros? Hch. 21.31–38). Los gobiernos de Tesalónica y Éfeso demuestran la paralización que se había producido debido al temor a la intervención (pero como no los encontraron allí, llevaron a rastras a Jasón y a algunos otros hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: —¡Estos hombres, que han trastornado el mundo entero, también han venido acá, y Jasón los ha recibido en su casa! ¡Todos ellos están violando las leyes del emperador, pues dicen que hay otro rey, que es Jesús! Al oir estas cosas, la gente y las autoridades se inquietaron. Pero Jasón y los otros dieron una fianza, y los soltaron. Hch. 17.6–9) (Con lo que hoy ha pasado corremos peligro de que nos acusen de agitadores, pues no hay ninguna razón que podamos dar, si nos preguntan por la causa de este alboroto." Dicho esto, despidió a la gente. Hch. 19.40). Por otra parte, entre los estados fenicios, como también en Listra, se llevan a cabo procedimientos violentos aparentemente sin control romano (Herodes estaba enojado con los habitantes de Tiro y de Sidón, los cuales se pusieron de acuerdo para presentarse ante él. Lograron ganarse la buena voluntad de Blasto, un alto funcionario del rey Herodes, y por medio de él le pidieron paz, porque Tiro y Sidón obtenían sus provisiones en el país del rey. Hch. 12.20) (En esto llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que hicieron cambiar de parecer a la gente; entonces apedrearon a Pablo y, creyendo que lo habían matado, lo arrastraron fuera del pueblo. Hch. 14.19).

 

La segunda cuestión principal tenía que ver con las rentas públicas. Los césares enderezaron el sistema impositivo, y lo colocaron sobre un pie equitativo basado en censos (Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. Lc. 2.1). Jesús y Pablo defendieron los derechos romanos en esta cuestión (¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no? Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo: —Enséñenme una moneda de denario.  ¿De quién es la cara y el nombre que aquí está escrito? Le contestaron: —Del emperador. Jesús les dijo: —Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios. Lc. 20.22–25) (También por esta razón ustedes pagan impuestos; porque las autoridades están al servicio de Dios, y a eso se dedican.

Denle a cada uno lo que le corresponde. Al que deban pagar contribuciones, páguenle las contribuciones; al que deban pagar impuestos, páguenle los impuestos; al que deban respeto, respétenlo; al que deban estimación, estímenlo. Ro. 13.6–7).

 

La tercera obligación, y la más onerosa, era la jurisdicción. Tanto por remisión por parte de las autoridades locales (Si Demetrio y los que trabajan con él tienen alguna queja contra alguien, ahí están los jueces y los juzgados; que reclamen ante las autoridades y que cada uno defienda su derecho. Hch. 19.38), como por apelación en contra de ellas (Pero como Festo quería quedar bien con los judíos, le preguntó a Pablo: —¿Quieres ir a Jerusalén, para que yo juzgue allá tu caso? Pablo contestó:  —Estoy ante el tribunal del emperador romano, que es donde debo ser juzgado. Como bien sabe usted, no he hecho nada malo contra los judíos. Hch. 25.9–10), los litigios giraban en torno a los tribunales romanos. Largas demoras comenzaron a surgir a medida que fue aumentando el costo y la complejidad del sistema. Los gobernadores, acosados por la falta de recursos, se esforzaban por revertir la responsabilidad sobre los causantes locales (Y al saber que Jesús era de la jurisdicción de Herodes,  se lo envió, pues él también se encontraba aquellos días en Jerusalén. Lc. 23.7; pero como se trata de palabras, de nombres y de la ley de ustedes, arréglenlo ustedes mismos, porque yo no quiero meterme en esos asuntos. Hch. 18.15). Los cristianos, empero, se unían libremente al coro que cantaba loas a la justicia romana (El gobernador le hizo entonces a Pablo señas de que hablara, y Pablo dijo: —Con mucho gusto presento mi defensa ante usted, porque sé que usted es juez de esta nación desde hace muchos años. Hch. 24.10; porque está al servicio de Dios para tu bien. Pero si te portas mal, entonces sí debes tener miedo; porque no en vano la autoridad lleva la espada, ya que está al servicio de Dios para dar su merecido al que hace lo malo. Ro. 13.4).

 

IV.             El imperio romano en el pensamiento neotestamentario

 

Mientras las complejas relaciones entre gobernadores, dinastías, y repúblicas se hacen evidentes en todas partes en el NT, y les son familiares a sus escritores, la atmósfera realmente imperial del ascendiente cesariano lo satura todo. El decreto de César hace que José viaje a Belén (Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque  José era descendiente de David. Lc. 2.4). Él es la antítesis de Dios en la sentencia de Jesús (Jesús les dijo: —Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios. Lc. 20.25). Su distante envidia sella la sentencia de muerte de Jesús (Desde aquel momento, Pilato buscaba la manera de dejar libre a Jesús; pero los judíos le gritaron: —¡Si lo dejas libre, no eres amigo del emperador! ¡Cualquiera que se hace rey, es enemigo del emperador! Jn. 19.12). César cuenta con la falsa lealtad de los judíos (Pero ellos gritaron: —¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo! Pilato les preguntó: —¿Acaso voy a crucificar a su rey? Y los jefes de los sacerdotes le contestaron: —¡Nosotros no tenemos más rey que el emperador! Jn. 19.15), la lealtad espuria de los griegos (y Jasón los ha recibido en su casa! ¡Todos ellos están violando las leyes del emperador, pues dicen que hay otro rey, que es Jesús! Hch. 17.7), la esperanzada confianza del apóstol (Si he cometido algún delito que merezca la pena de muerte, no me niego a morir; pero si no hay nada de cierto en las cosas de que me acusan, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos. Pido que el emperador mismo me juzgue. Hch. 25.11). Es el "emperador" a quien deben obediencia los creyentes (Por causa del Señor, sométanse a toda autoridad humana: tanto al emperador, porque ocupa el cargo más alto, 1 P. 2.13). Mas su misma exaltación resultó fatal para la lealtad cristiana. Había algo más que una pizca de verdad en la repetida insinuación. En última instancia los cristianos habrán de desafiarlo. Fueron las manos de hombres "inicuos" las que crucificaron a Jesús (Y a ese hombre, que conforme a los planes y propósitos de Dios fue entregado, ustedes lo mataron, crucificándolo por medio de hombres malvados. Hch. 2.23). La cacareada justicia habrá de ser rechazada por los santos (Cuando alguno de ustedes tiene un pleito con otro, ¿por qué va a pedir justicia a los jueces paganos, en vez de pedírsela a los del pueblo santo? 1 Co. 6.1).

 

Así, mientras que la paz imperial romana abrió el camino para el evangelio, la arrogancia imperial romana le significó un desafío mortal.

 

Bibliografía. P. Grimal, La formación del imperio romano, 1974; M. Rostovtzeff, Historia social y económica del imperio romano, 1972, 2 t(t).; J. Leipoldt, W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973, t(t). I, pp. 21–74; E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, 1985, t(t). I, pp. 323–349.

CAH, 9–11; G. H. Stevenson, Roman Provincial Administration, 1949; A. N. Sherwin-White, Roman Society and Roman Law in the New Testament, 1963; F. E. Adcock, Roman Political Ideas and Practice, 1959; F. Millar, The Roman Empire and its Neighbours, 1967; H. Mattingly, Roman Imperial Civilization, 1957; J, P. V. D. Balsdon, Rome: the Story of an Empire, 1970; E. A. Judge, The Social Pattern of the Christian Groups in the First Century, 1960.

[2]



[1] Sacerdote que declaraba la guerra y concertaba la paz.

[2]Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.



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domingo, 6 de enero de 2008

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Generalidades de la Escatología Bíblica

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