sábado, 7 de febrero de 2009

JESÚS Y LA SAMARITANA


Llegó una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo:

—Dame de beber.

Juan 4: 7

1.      Introducción:

Encontramos en la forma en que Jesús dirige su charla con la samaritana un ejemplo a seguir al tratar nosotros con las personas que no conocen el evangelio, de una forma natural y sin violencia.

Este encuentro entre Jesús y la samaritana se constituye entonces en el modelo por excelencia de cómo llevar a cabo el evangelismo personal.

 

2.      Contexto Cultural y Social:

Antes de analizar el contenido didáctico del pasaje en mención se hace necesario aclarar ciertas circunstancias culturales y sociales que enriquecen de manera significativa los acontecimientos aquí narrados…

1)      La enemistad Judeo-Samaritana

Samaria es un territorio hostil al judaísmo. Para entender la enemistad religiosa entre los dos pueblos es necesario hacer un recuento histórico de la situación.

En el año 722 AC la mayor parte del pueblo del reino del norte, Israel, del cual Samaria era capital, tuvo que salir cautivo a Asiria. A algunos pobres les permitieron quedarse en la tierra de Israel. Pero de muchas naciones extranjeras vinieron a repoblar el devastado país mezclándose con los israelitas que habían quedado. A esa nueva población mezclada se les dio el nombre de Samaritanos.

Los nuevos pobladores encontraron un país infestado de fieras salvajes y atribuyeron ese asunto al disgusto que Jehová  sentía. Pidieron entonces que se les mandara un sacerdote de Jehová que les enseñara, según ellos, la ley del dios del país. Y así se formó un sincretismo religioso en que se adoraba a Jehová sin entender realmente quien fuera él.

Más tarde los judíos que regresaban de Babilonia intentaban reconstruir el templo a Jehová en Jerusalén, pero los vecinos Samaritanos se mostraron hostiles debido a la negativa de los judíos a recibir colaboración de parte de ellos.

Los samaritanos construyen su propio templo en el monte Gerizim pero uno de los reyes Macabeos, Juan Hircano, lo destruyó en el 128 AC.

El odio nacionalista se incrementó entre Judios y Samaritanos no obstante adorar al mismo Dios Jehová, aunque en su culto los samaritanos sólo aceptaban como sagrados los libros de Moisés, descartando toda la literatura profética del Antiguo Testamento.

Los samaritanos alegaban ser descendientes de José por medio de las tribus Efraín y Manasés Los judíos no reconocían en los samaritanos a sus hermanos israelitas y se creían superiores a ellos..

Pero la misericordia de nuestro Señor traspasa las barreras del odio nacionalista.  

2)      El Viaje de Judea a Galilea

Existían a lo menos tres caminos que conducían de Judea a Galilea, uno cerca a la costa bordeando el mar Mediterráneo, otro por el oriente del río Jordán atravesando la región de Perea, y un último más directo atravesando la provincia de Samaria. 

El último es que tiene la distancia más corta entre Jerusalén y Jericó, ciudades en que Jesús había desarrollado su ministerio, y Caná de Galilea, su probable destino.

Sin embargo no podemos suponer que sea esta la razón por la cual le era necesario pasar por Samaria, sino que tenía que pasar por Samaria para hacer la voluntad del que lo había enviado.

Le era necesario pasar por Samaria pues había una mujer necesitada de él, y el Señor se propone alcanzar a sus vecinos por medio de esta mujer.

Jesús es el salvador no solo de Judea sino también de Samaria, y del mundo entero. Él quería que su luz brillara también entre los samaritanos.

3)      Relaciones Hombre-Mujer en público

Era inconcebible que un hombre judío hablara en público con cualquier mujer, máxime siendo él un maestro y ella una samaritana. Había en el judaísmo una regla rabínica que decía: nadie hable con una mujer en la calle, no, ni siquiera con su propia esposa.

4)      La contaminación ceremonial

Ningún judío bebería en el mismo utensilio que hubiese usado un samaritano sin quedar contaminado ceremonialmente hablando.

 

3.      La estrategia de Jesús:

En el proceso de ganar el alma de esta mujer, el Señor acude a la amabilidad de la mujer, a  la curiosidad propia su personalidad femenina, a su anhelo de satisfacción y descanso eterno, y finalmente a su conciencia.

El cuarto evangelio no solo hace resaltar la naturaleza divina de Jesús sino también la humana. Jesús estaba verdaderamente cansado del camino y sediento. Seguramente que luego de que la samaritana saca su cántaro lleno de agua, Jesús le dice Dame de beber, acudiendo de esta manera a su gentileza. Aquí comenzamos a ver la estrategia de Jesús.

Si se desea ganar el acceso al corazón de una persona se pueden emplear dos métodos:

ü  Hacerle un favor a esa persona.

ü  Dejar que esa persona le haga un favor a uno.

Considerándolo bien aquí Jesús combina en su estrategia los dos métodos.

¿Cómo se te ocurre pedirme agua,  si tú eres judío y yo soy samaritana? Jesús hace que la mujer se sorprenda y aprovechando ese sentimiento de sorpresa enciende ahora su curiosidad.

Normalmente se usa que una persona inferior pide algo de una superior, por lo que en su razonamiento la samaritana pensaba tú un hombre judío estás necesitado y no puedes valerte por ti mismo, y yo una mujer samaritana soy autosuficiente y estoy en condiciones de ayudarte, pero en su respuesta Jesús le va a hacer ver que la realidad es bien diferente, la samaritana es la que necesita el agua y Jesús es la fuente que puede suministrársela: Si supieras lo que Dios puede dar,  y conocieras al que te está pidiendo agua,  tú le habrías pedido a él,  y él te habría dado agua que da vida.

Es una manera de incitar a la samaritana a hacer más preguntas, y eso es precisamente lo que Jesús está buscando. La samaritana aún no sabe quién es Jesús, ni cuál es el agua viva de la que está hablando.

Señor,  ni siquiera tienes con qué sacar agua,  y el pozo es muy hondo;  ¿de dónde,  pues,  vas a sacar esa agua que da vida? Lo que dice el forastero es absurdo pues no tiene cántaro ni cuerda, se afirma que la profundidad del pozo de Jacob en aquellos días era de más de treinta metros. La samaritana está completamente perpleja y sin embargo en su cabeza dan vuelta las palabras de Jesús.

¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob,  que nos dejó este pozo,  del cual bebieron él,  sus hijos y su ganado? Esta pregunta presupone una respuesta negativa, sin embargo muestra que la samaritana comienza a considerar la grandeza de este forastero. Ya empieza ella a ser receptiva al evangelio. Jesús en este punto ha ganado toda la atención de la samaritana.

Ahora que la samaritana está bien concentrada en las palabras de Jesús, él acude a los sentimientos más profundos del ser humano, la necesidad de un verdadero descanso y de una máxima satisfacción: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed,  pero el que beba del agua que yo le daré,  no volverá a tener sed jamás,  sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.

Por supuesto que Jesús es mayor que Jacob, ya que el agua que da es infinitamente más preciosa que la que heredó la descendencia del patriarca.

Señor,  dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.

La samaritana sigue pensando en el agua física y aunque pide del agua viva, no percibe todavía la naturaleza espiritual del diálogo.

Entonces Jesús se dirige directamente a su conciencia: Ve a llamar a tu esposo,  y vuelve acá.

Jesús no está evadiendo la petición de la samaritana, es que primeramente debe haber sed antes de tomar del agua viva y esta sed no se va a despertar antes de que haya un sentido de culpabilidad y una conciencia de pecado. Al hacer mención del marido Jesús le hace recordar a la mujer su vida inmoral.

No tengo esposo. ¿Será soltera entonces? ¿Quizás viuda? La samaritana sabe que su seca respuesta no hace honor a la verdad, se ha puesto a la defensiva, no quiere ser desenmascarada ni expuesta  a la luz. No está dispuesta a hacer una confesión total de su pecado.

Pero Jesús no la abandona: Bien has dicho que no tienes esposo. Es cierto que has tenido cinco,  y el que ahora tienes no es tu esposo.  En esto has dicho la verdad.

Los cinco matrimonios, con sus respectivos divorcios, representan un fracaso doloroso y humillante, pero el desastre conyugal y moral  de la samaritana era aún peor, vivía en adulterio.

La mujer vive con un hombre, tiene un amante, no es un marido ni siquiera en el débil sentido legal. ¡Qué forma de poner al desnudo y en pocas palabras la vida pasada y presente de la samaritana! ¿Y cómo sabía Jesús todo eso? Jesús se está mostrando como aquel que, de acuerdo con su naturaleza divina, es el único ser omnisciente.

 

4.      La revelación progresiva de la identidad de Jesús:

La samaritana pasa de contemplar a Jesús como un simple extranjero judío a verlo como un profeta: Señor,  me doy cuenta de que tú eres profeta.

Ella no niega las observaciones hechas por Jesús acerca de su vida inmoral, en realidad al llamarlo profeta está admitiendo su culpabilidad y reconociendo que esa es la verdad.

Nuestros antepasados adoraron en este monte,  pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén.

 Ahora la mujer trata de desviar el tema con sus observaciones acerca del lugar donde se debe adorar, y de enfrascar a Jesús en una discusión apasionada. Es completamente natural que los pecadores eviten el tema de sus dolorosos recuerdos de su pecaminosa conducta.

El Espíritu Santo está obrando en el corazón de la samaritana. Aunque a ella no le agrada la idea de seguir hablando de su vida pecaminosa, ya el Espíritu Santo ha obrado en ella convencimiento de pecado y empieza a sentirse apesadumbrada.

Jesús responde a la mujer que el lugar de adoración no es lo importante, lo importante es la actitud del corazón y la mente, y la obediencia a la verdad de Dios. No es dónde sino cómo y qué lo que realmente importa.

Créeme,  mujer,  que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ahora ustedes adoran lo que no conocen;  nosotros adoramos lo que conocemos,  porque la salvación proviene de los judíos. Pero se acerca la hora,  y ha llegado ya,  en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu,  y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

Este extraño profeta resultó tener un profundo conocimiento sobre la esencia de Dios y un penetrante discernimiento sobre la verdadera adoración, lo que hace tambalear las tradiciones de la samaritana y entonces se refugia en su esperanza mesiánica, y declara que el Mesías es la única solución para ella: Sé que viene el Mesías,  al que llaman el Cristo.  Cuando él venga nos explicará todas las cosas.

Aún no ve a Jesús como el Mesías pero sus palabras le hacen pensar en aquel que ha de venir y que todo lo sabrá y declarará.

La mujer ahora anhela la venida del Mesías, de aquel que le dirá que hay que hacer para remediar su pecaminosa condición, y centra su confianza en él.

Y ahora llega el momento cumbre de esta autorevelación de Jesús: Ése soy yo,  el que habla contigo.

¡Esa es la mayor de todas las sorpresas! La mujer está frente a la única solución a todos sus problemas y la única respuesta a todas las preguntas que le han brotado en el corazón.

Además de ser una afirmación de su Deidad, la respuesta de Jesús constituye una invitación a creer en él.

Jesús ha revelado poco a poco quien es él y la samaritana lo ha reconocido de manera gradual de modo que primero vio en él a un simple hombre judío, después a un profeta, y por último al Cristo.

 

5.      El diálogo con sus discípulos:

En esto llegaron sus discípulos y se sorprendieron de verlo hablando con una mujer,  aunque ninguno le preguntó:  "¿Qué pretendes?"  o  "¿De qué hablas con ella?"

A pesar de su sorpresa los discípulos de Jesús se tragan su curiosidad.

Los discípulos reciben una lección de la verdadera emancipación de la mujer. El Señor indica claramente que ante él el alma de una mujer no es de menos valor que la de un hombre.

Es posible que si los discípulos, todavía con profundos prejuicios sociales, hubieran estado con Jesús el intercambio entre él y la samaritana se hubiera frustrado.

La mujer dejó su cántaro,  volvió al pueblo y le decía a la gente: Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho.  ¿No será éste el Cristo?

Salieron del pueblo y fueron a ver a Jesús.

La mujer no olvidó su cántaro sino que lo dejó deliberadamente. Fue y compartió el mensaje con sus conciudadanos de una manera tan efectiva que produjo una salida masiva del pueblo en busca de Jesús. Ella abandonó el llevar el agua del cántaro para poder llevar a los hombres a Jesús.

Mientras tanto,  sus discípulos le insistían: --Rabí,  come algo. --Yo tengo un alimento que ustedes no conocen --replicó él.

La conversación con la samaritana le había dado a Jesús tanta satisfacción interior como si hubiera comido un suculento banquete. Así como la mujer no entendía lo del agua viva, los discípulos no entendieron lo de la comida.

"¿Le habrán traído algo de comer?",  comentaban entre sí los discípulos. --Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra.

El hacer la voluntad de Dios produce en nuestra vida una profunda satisfacción y renueva nuestras energías.

Aunque todavía faltaban cuatro meses para que llegase la siega de los cereales, la cosecha de almas ya puede empezar a recogerse, desde ahora. En la mente de Jesús existe una estrecha relación entre la siega material y la espiritual.

¿No dicen ustedes:  'Todavía faltan cuatro meses para la cosecha'?  Yo les digo:  ¡Abran los ojos y miren los campos sembrados!  Ya la cosecha está madura; ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna.  Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran juntos.

Porque como dice el refrán:  'Uno es el que siembra y otro el que cosecha.'

Jesús realmente está motivando a sus discípulos a dedicarse a la tarea urgente de compartir el evangelio ¡ya!

Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo.  Otros se han fatigado trabajando,  y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo.

Cristo como sembrador y los discípulos como segadores se regocijan juntos. Tanto Jesús como la samaritana habían estado trabajando entre estos samaritanos, Jesús indirectamente a través de la samaritana, y ésta directamente entre sus vecinos. Los discípulos acababan de entrar en esta labor.

Pero no solo Jesús y la misma samaritana habían sembrado, los profetas habían hecho lo propio y se habían muerto sin ver el fruto de su trabajo, sin embargo lo hacían con esperanza.

 

6.      El resultado:

Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la mujer:  "Me dijo todo lo que he hecho."

Tiempo más tarde se llevaría a cabo una fructífera labor tanto en la ciudad como en la provincia de Samaria.

El contacto personal con Jesucristo es necesario para hacer completa la fe. Un conocimiento personal de Jesucristo, un encuentro personal con él va a resultar en una relación personal con él, que es la esencia de la salvación.

Así que cuando los samaritanos vinieron a su encuentro le insistieron en que se quedara con ellos.  Jesús permaneció allí dos días y muchos más llegaron a creer por lo que él mismo decía. --Ya no creemos sólo por lo que tú dijiste --le decían a la mujer--;  ahora lo hemos oído nosotros mismos,  y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo.

Los samaritanos reconocen en Jesús no solo un judío, un profeta, el Mesías, el Salvador del mundo.

 

7.      Conclusiones:

Una persona vale mucho más que el universo entero. No menospreciemos a ningún ser humano por arruinado que lo encontremos.

Detrás de una persona siempre hay más que llegan a los caminos del Señor.

Siempre valdrá la pena el tiempo que le dediquemos a alguien para compartir con ella el evangelio.

Nunca esperes el momento de una grande acción, de la vida a los pequeños actos da atención, ¡brilla en el sitio donde estés!

 

 

 

 


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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