Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. De pronto hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendió del cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. De miedo de él, los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Pero el ángel dijo a las mujeres: «No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos y va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis. Ya os lo he dicho».
Mateo 28: 1 al 7
LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO ¿ENGAÑO O REALIDAD?
INTRODUCCIÓN
Desde siempre hombre y mujeres han respondido a la muerte de sus seres queridos con un gemido semejante al de Job: El hombre que muere, ¿volverá a vivir?[1]
Los santos del Antiguo Testamento guardaban la esperanza de que después de la muerte sus cuerpos serían resucitados a una vida eterna con Dios. Aunque no tenían la claridad que nosotros tenemos después de la resurrección de Cristo, ellos guardaban una fe firme en otra vida después de la muerte. Se creía en una resurrección final que todos los justos estaban esperando en el lugar de los espíritus llamado Seol en hebreo y en griego Hades.
Abraham, por ejemplo, es el primero de quien con claridad se relata que creía en la resurrección:
Entonces dijo Abraham a sus siervos: —Esperad aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros.[2]
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac: el que había recibido las promesas, ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: «En Isaac te será llamada descendencia», porque pensaba que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir.[3]
Job lo declara con las siguientes palabras: Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán, no los de otro.[4]
Isaías profetiza: Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra entregará sus muertos.[5]
Daniel dice: Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua… En cuanto a ti, tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.[6]
Hay además unos cuantos ejemplos de resurrección de muertos a la vida terrenal, pero a diferencia de la resurrección única de Jesús, cada uno de estos ejemplos tuvo que morir otra vez:
ü El hijo de la viuda de Sarepta: —Dame acá tu hijo—le dijo él.
Lo tomó entonces Elías de su regazo, lo llevó al aposento donde él vivía y lo puso sobre su cama. Luego clamó a Jehová diciendo: «Jehová, Dios mío, ¿también a la viuda en cuya casa estoy hospedado vas a afligir, haciendo morir su hijo?».
Se tendió sobre el niño tres veces y clamó a Jehová: «Jehová, Dios mío, te ruego que hagas volver el alma a este niño».
Jehová oyó la voz de Elías, el alma volvió al niño y este revivió. Tomó luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, lo entregó a su madre y le dijo:—Mira, tu hijo vive.[7]
ü El hijo de la sunamita: Cuando Eliseo llegó a la casa, el niño ya estaba muerto, tendido sobre su cama. Entró él entonces, cerró la puerta detrás de ambos y oró a Jehová. Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas. Se tendió así sobre él y el cuerpo del niño entró en calor. Luego se levantó y se paseó por la casa de una a otra parte. Después subió y se tendió sobre el niño nuevamente. Entonces el niño estornudó siete veces y abrió sus ojos. Eliseo llamó a Giezi y le dijo: «Llama a la sunamita».
Giezi la llamó y, cuando ella entró, él le dijo: «Toma tu hijo». Apenas ella entró, se echó a sus pies, postrada en tierra. Después tomó a su hijo y salió.[8]
ü Otro más en el sepulcro de Eliseo: Aconteció que estaban unos sepultando a un hombre cuando súbitamente vieron una banda armada; entonces arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo. Pero tan pronto tocó el muerto los huesos de Eliseo, revivió y se puso en pie.[9]
ü La hija de Jairo: Mientras él les decía estas cosas, llegó un dignatario y se postró ante él, diciendo: —Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá… Cuando entró Jesús en la casa del dignatario y vio a los que tocaban flautas y a la gente que hacía alboroto, les dijo: —Apartaos, porque la niña no está muerta, sino que duerme.
Y se burlaban de él. Pero cuando la gente fue echada fuera, entró y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. Y se difundió esta noticia por toda aquella tierra.[10]
ü Muchos más en el ministerio público de Jesús: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio.[11]
ü El hijo de la viuda de Naín: Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, que era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: —No llores.
Acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: —Joven, a ti te digo, levántate.
Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. Todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros» y «Dios ha visitado a su pueblo».
Y se extendió la fama de él por toda Judea y por toda la región de alrededor.[12]
ü Lázaro: Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: —¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: —Desatadlo y dejadlo ir.[13]
ü Muchos Santos a la hora de morir Jesús: los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y después que él resucitó, salieron de los sepulcros, entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos.[14]
ü Dorcas: Aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: «No tardes en venir a nosotros».
Pedro se levantó entonces y fue con ellos. Cuando llegó, lo llevaron a la sala, donde lo rodearon todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: «¡Tabita, levántate!».
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él le dio la mano y la levantó; entonces llamó a los santos y a las viudas y la presentó viva. Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor. [15]
ü Eutico: Un joven llamado Eutico estaba sentado en la ventana, y rendido de un sueño profundo por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto. Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándolo, dijo: —No os alarméis, pues está vivo.
Después de haber subido, partió el pan, lo comió y siguió hablando hasta el alba; y luego se fue. Llevaron vivo al joven, y fueron grandemente consolados.[16]
Como podemos ver hubo resurrección de muertos a esta vida mortal antes de Cristo, durante su ministerio terrenal, y después de su ascensión hasta nuestros días, pero ninguna comparable con la resurrección de Jesucristo que es una resurrección a una vida de inmortalidad, es la victoria definitiva sobre la muerte. Habiendo conquistado la muerte Jesucristo jamás tendrá que enfrentarla de nuevo. Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él.[17]
Cuando no examinamos las bases o fundamentos de nuestra fe, Satanás usa nuestra ignorancia para atacar nuestra creencia, sembrando dudas en nuestra mente. Hagamos un pequeño esfuerzo intelectual por llegar a ser obreros que no tienen de qué avergonzarse y que usan bien la Palabra de Verdad.
Decía Luis Pasteur: "Un poco de ciencia nos aparta de Dios. Mucha, nos aproxima". De tal modo que les animo a que examinemos sin miedo y de manera minuciosa esta valiosa doctrina de la resurrección de Cristo.
Al final concluiremos que la resurrección corporal de Jesucristo es:
Uno de los engaños más malvados, viciosos y desalmados que jamás se hayan impuesto sobre los seres humanos, o
El hecho más extraordinario de la historia de la humanidad.
Otros ya han hecho este trabajo, demoraron años investigando y recopilando evidencias, y al final llegaron a la misma conclusión. Por mencionar algunos:
Ø Lew Wallace, famoso militar, político y escritor norteamericano se propuso refutar seriamente la deidad de Cristo y su resurrección y terminó escribiendo un famoso libro defendiéndolas Ben Hur: Una historia de Cristo;
Ø Frank Morison, un abogado británico se dedicó a escribir un libro que sirviera para repudiar la resurrección de Jesucristo, y escribió un libro titulado ¿Quién movió la piedra? Confirmando las más claras evidencias de la resurrección de Cristo;
Ø Josh McDowell, doctor en leyes, académico norteamericano que pasó de ser ateo a defensor del cristianismo al decidir preparar una tesis que examinara la evidencia histórica de la fe cristiana con la finalidad de refutarla. Plasmo la tesis resultante en su libro Evidencia que demanda un veredicto, que no es otra cosa que la recopilación de la evidencia encontrada que apoya la historicidad del cristianismo en lugar de refutarla.
Ø Francis S. Collins, médico, físico y químico, especialista en genética y quien lideró el Proyecto Genoma Humano y ganó por ello el premio Príncipe de Asturias en 2001. Collins inicialmente era ateo y buscando pruebas intelectuales que lo reafirmaran en su ateísmo, reconoce que en un punto los hechos lo llevaron a admitir que la fe en Dios era más racional que no creer, terminó convirtiéndose al cristianismo y escribió el libro ¿Cómo habla Dios? dónde relata sus experiencias y expone sus conclusiones.
1. LA IMPORTANCIA DE LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación y vana es también vuestra fe.
1 Corintios 15: 14
La resurrección de Jesucristo y el cristianismo permanecen de pie juntos o caen juntos. Pues sin la creencia en la resurrección sencillamente la fe cristiana no hubiese llegado a existir, los discípulos habrían quedado destruidos y derrotados. Seguramente hubieran recordado a Jesús como su amado maestro, pero los efectos de la crucifixión y la sepultura hubieran silenciado para siempre cualquier esperanza de que Jesús fuera el Mesías. La cruz hubiera permanecido como el triste y vergonzoso fin de su carrera.
Para ilustrar esto sencillamente traigamos a memoria las palabras de los discípulos de Jesús que después de su muerte y sepultura caminaban hacia Emaús:
Dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. Hablaban entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Y sucedió que, mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero los ojos de ellos estaban velados, para que no lo reconocieran.
Él les dijo: —¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?
Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: —¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?
Entonces él les preguntó: —¿Qué cosas?
Y ellos le dijeron: —De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo lo entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y lo crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él fuera el que había de redimir a Israel. Sin embargo, además de todo, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las cuales antes del día fueron al sepulcro; como no hallaron su cuerpo, volvieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron.
Entonces él les dijo: —¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?
Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.
Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Pero ellos lo obligaron a quedarse, diciendo: —Quédate con nosotros, porque se hace tarde y el día ya ha declinado.
Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?
Levantándose en esa misma hora, volvieron a Jerusalén; y hallaron a los once reunidos y a los que estaban con ellos, que decían: —Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.
Entonces ellos contaron las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan.[18]
De tal modo que el origen del cristianismo se da con la certeza de los primeros discípulos de que Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos. La verdad del cristianismo se basa en la resurrección corporal de Cristo.
La resurrección de Jesús es el punto central de toda predicación apostólica. Son más de cien los pasajes del Nuevo Testamento que hacen referencia a esta verdad central, fue el punto principal del testimonio de los apóstoles.
Aunque Pablo es quien más espacio le dedica a esta doctrina, no surgió con él. Pedro en su primer discurso en día de Pentecostés proclama como verdad central la resurrección de Jesús. En el relato de Hechos de los Apóstoles vemos que los apóstoles predicaron la doctrina de la resurrección a judíos y a gentiles. Lo hicieron en Jerusalén, Antioquía de Pisidia, Atenas, Roma, etc. Es decir, esta doctrina era parte fundamental de la predicación apostólica y básica para la fe cristiana.
Negar la resurrección de Cristo sería negar la veracidad del relato histórico del Nuevo Testamento. Si los libros del Nuevo Testamento muestran ser precisos en términos de confiabilidad histórica, tal y como sucede, esta es una buena razón inicial para aceptar la resurrección como una verdad objetiva.
Negar la resurrección de Jesús es ir en contra de toda la evidencia pertinente que estaba disponible en la iglesia primitiva.
La resurrección de Jesucristo nos abre un caudal de esperanza. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo final.[19]
La resurrección de Jesucristo es nuestra certeza de vida eterna. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros.[20]
Jesús mismo lo enseñó: »No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.[21]
Si Jesucristo no resucitó no es Dios. Jesús afirmó ser Dios, por ejemplo él dijo: —De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuera, yo soy.[22] Abraham había vivido al menos dos mil años antes de Jesús, de tal manera que existir desde antes que existiera Abraham equivale a tener la misma existencia de Dios.
Y para colocar otro ejemplo de sus afirmaciones de divinidad, Jesús también dijo: El Padre y yo uno somos.[23] Cosa que entendieron claramente quienes le oían, por eso su reacción: Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo. Jesús les respondió: —Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?
Le respondieron los judíos, diciendo: —Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios.[24]
Estas y cualquiera otra de sus afirmaciones de ser Dios pierden valor y son una total falsedad si Cristo no resucitó en el mismo cuerpo físico que fue puesto en la tumba. La resurrección corporal de Jesús tiene un valor probatorio como evidencia de la divinidad de Cristo. Sería absurdo declarar como Dios a alguien que estuviera en la tumba.
La resurrección de Jesús crea un abismo insalvable entre el cristianismo y las grandes religiones del mundo. Todos los millones y millones de judíos, budistas y mahometanos que existen en el mundo están de acuerdo en que sus fundadores nunca han salido del polvo de la tierra en una resurrección victoriosa sobre la muerte, cosa distinta ocurre con los millones de cristianos en el mundo.
Los restos de Abraham, Buda, Confucio, Lao-Tzu, Zoroastro, Mahoma, y todos los demás, están aún aquí en la tierra, en cambio la tumba de Jesús está vacía.
Con la resurrección Dios colocó un sello de aprobación a todo lo que hizo y dijo Jesús. que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos.[25]
Jesús había dicho que tenía poder para entregar su vida y para volverla a tomar. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.[26] Si Jesús no hubiese resucitado esto no se habría cumplido, pero su resurrección fue el visto bueno de parte de Dios de que todas sus declaraciones fueron verdad.
Cuando le pidieron señal Jesús indicó que la única señal sería su resurrección: —La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.[27] Arriesgó deliberadamente el cumplimiento de este evento como su credencial única y suficiente para demostrar que realmente era el Mesías.
La resurrección convirtió la catástrofe en victoria. Sin la resurrección la muerte de Jesús no habría significado más que la humillación y maldición de parte de Dios; pero en vista de la resurrección de Jesucristo podemos considerar su muerte como el evento por medio del cual se obtiene el perdón de los pecados.
Si la resurrección no es un hecho histórico, entonces el poder de la muerte permanece inquebrantable; y con ello el efecto del pecado; y la importancia de la muerte de Cristo queda sin certificación; y en este orden de ideas los creyentes están aún en sus pecados precisamente como estaban antes de oír el mensaje del nombre de Jesús.
Un evangelio sin la doctrina de la resurrección no tiene mensaje alguno de redención.
De ser falsa la resurrección Pablo y sus colegas serían unos impostores de la peor calaña. Si la resurrección de Cristo es una mentira, entonces quienes la proclaman como verdad son unos mentirosos.
Quienes niegan esta doctrina tratan a Dios de mentiroso y a los apóstoles de testigos falsos.
Ahora bien, si se predica que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de ustedes que no hay resurrección? Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes.
Aún más, resultaríamos falsos testigos de Dios por haber testificado que Dios resucitó a Cristo, lo cual no habría sucedido, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados.
En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo.
Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales.
Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron. De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre, también por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos.[28]
CONCLUSIÓN
La doctrina de la resurrección de Jesucristo es fundamental para la fe cristiana.
Si no existiera la resurrección, los predicadores predicarían falsedades, los cristianos estarían aún en sus pecados y los creyentes que han muerto estarían perdidos para siempre.
[1] Job 14: 14a
[2] Génesis 22: 5
[3] Hebreos 11: 17 al 19
[4] Job 19: 25 al 27
[5] Isaías 26: 19
[6] Daniel 12: 2 y 13
[7] 1 Reyes 17: 19 al 23
[8] 2 Reyes 4: 32 al 37
[9] 2 Reyes 13: 21
[10] Mateo 9: 18 y 23 al 26
[11] Mateo 11: 5
[12] Lucas 7: 12 al 17
[13] Juan 11: 43 y 44
[14] Mateo 27: 52 y 53
[15] Hechos 9: 37 al 42
[16] Hechos 20: 9 al 12
[17] Romanos 6: 9
[18] Lucas 24: 13 al 35
[19] 1 Pedro 1: 3 al 5
[20] Romanos 8: 11
[21] Juan 14: 18 y 19
[22] Juan 8: 58
[23] Juan 10: 30
[24] Juan 10: 31 al 33
[25] Romanos 1: 4
[26] Juan 10: 17 y 18
[27] Mateo 12: 39 y 40
[28] 1 Corintios 15: 12 al 21
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
Color coding for safety: Windows Live Hotmail alerts you to suspicious email. Sign up today.
No hay comentarios:
Publicar un comentario