sábado, 28 de noviembre de 2009

SOBRE LAS ALAS DEL AMOR 1


 

EL MATRIMONIO

Hermano Álvaro Torres Forero

INTRODUCCIÓN

El matrimonio es el resumen de las ilusiones y sueños de una pareja. Nace de la necesidad que tenemos los seres hu­manos de cariño, solidaridad y compañía. Dios lo instituyó como respuesta a estas necesidades básicas del hombre y ¿por qué no? Como respuesta a la necesidad de supervi­vencia.

Sin embargo, debido a las presiones y circunstancias que lo rodean, muchas veces termina en fracaso. Pero no tiene que ser así, ni es tan difícil que subsista, si cada miembro de la sociedad conyugal contribuye con su grano de arena y pone a Dios como su ayudador.

Edifiquemos nuestra casa sobre la base de las enseñanzas de Jesús y permitamos que la influencia del Espíritu Santo gobierne nuestras vidas y conseguiremos hogares plenos de felicidad y armonía a pesar de todo.

Los matrimonios necesitan un tratamien­to muy humano, de mucho sentido común, y la aplicación de los principios cristianos de convivencia. El propósito de Dios con el matrimonio, es que dure mientras dure la vida. Pero el matrimonio no es de suyo permanente sino que la pareja debe construir esa permanen­cia.

Lo que empieza como una atracción de dos personas del sexo opuesto para satisfacer sus necesidades afectivas, económicas, sexuales y sociales, se transforma por el amor en una familia, palabra que se proyecta la vida de la pareja más allá a otra dimensión que le da permanencia y una vida solidaria, aún en circunstancias extremas.

Pero claro está, la pareja y por ende la familia en general está sujeta a grandes presiones diarias.

Que Dios nos ayude a encontrar un poco de comprensión de la naturaleza huma­na, de la naturaleza del matrimonio y la forma de encontrar soluciones.

Dios inventó el matrimonio para que lo disfrutáramos y no para que lo soportáramos o sufriéramos. Estoy conven­cido que con la guía del Espíritu Santo y la decisión de la voluntad, esta empresa es posible.

Que Dios los ayude y que su hogar prospere y se consolide hasta que Cris­to venga o la muerte los separe.

EL MATRIMONIO

INSTITUIDO POR DIOS

El creador de la institución matrimonial fue Dios mismo. El hombre no tenía ninguna idea de que él debiera tener una compañera, ni que la necesitara. Fue Dios quien decidió crearle "ayuda idónea" y los constituyó en pareja.

El matrimonio surge a raíz de la atracción física entre el hombre y la mujer. La Biblia enseña que la base de esta relación es el amor, "no en pasión de la carne". El mero placer, que de hecho existe en la relación de pareja, no debe ser, sin embargo, el fundamento de la vida conyugal. Pero no podemos, aunque lo intentemos, quitarle su connotación de acto biológico.

RAZONES DE LA EXISTENCIA DEL MATRIMONIO

·         LA SOLEDAD NO ES BUENA

"Dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo..." En esta frase se resume la primera y gran razón que la Biblia contie­ne para justificar la unión matrimonial. El hombre por na­turaleza es un ser social, por lo tanto le es apropiado convi­vir con otra persona, en pareja; la soledad permanente pro­duce en general una situación de vacío y angustia en la ma­yoría de las personas. Por esta razón primaria, Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo..."

Además el compartir la vida con otra persona desarrolla hábitos que enriquecen la personalidad y desarrollan el ca­rácter. El saber que cuando necesito el baño tengo que espe­rar porque alguien lo está usando; el calcular cuánta crema dental voy a usar hoy, con la poca que queda porque mi cónyuge no se ha cepillado todavía; son actos simples de la vida que sin embargo tienen una proyección profunda en la relación de pareja y en la formación del carácter que se con­vierten en invaluables.

El tener que decidir, si con la poca plata que tengo com­pro para mí o para otro, recompone el cuadro de mis priori­dades.

Yo tuve la experiencia de ser viudo y curiosamente una de las cosas que me resultó difícil de asimilar fue ir de viaje y no tener alguien a quien comprarle un regalo. En mi caso yo tenía 5 hijas y claro está a ellas les compraba algo en cada viaje, pero ¡eso no es lo mismo!

No es lo mismo comer solo, que comer acompañado. En el primer caso se ingiere alimento para subsistir, en el se­gundo se come y se disfruta. El comer se convierte en un rito agradable y placentero.

Definitivamente la casa es muy grande y la cama muy an­cha: ¡mejor compartirlas!

¡Qué bueno es llegar cansado y tener quien te sobe la es­palda; Qué hermoso es tener a quien contarle que se "de­rramó la leche" o "se pegó el arroz"!

¡La vida es para compartirla!

·         LA PERMANENCIA DE LA ESPECIE

Todos los seres vivos que Dios creó, los hizo con la capaci­dad de reproducir otros seres semejantes así mismos. Los proveyó de los medios para la reproducción, El hombre no podía ser la excepción, así que Dios le hizo ayuda apropiada para que la especie humana pudiera sobrevivir, pudiera

perpetuarse tanto como el tiempo lo permitiera. De hecho el acto biológico se convierte en la base de la permanencia del hombre como especie, así se cumple el deseo de Dios, "...y los bendijo Dios, y le dijo: Fructificad, multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla..." Esta es una relación de por sí pasio­nal. Debemos aceptar este grado de placer como perfecta­mente normal y aprobado por Dios.

Además, los hombres no sólo perpetuamos la especie bio­lógica, sino que también proyectamos nuestra identidad so­cial y cultural. No queremos desaparecer. Queremos dejar "nuestra simiente".

·         NUESTRA ESCUELA

La enseñanza no es más que un esfuerzo para perpetuar­nos. La reproducción nos da la hermosa oportunidad de depositar la semilla del pensamiento, las costumbres y la creencia en una nueva generación.

·         LA COADMINISTRACIÓN DE LA CREACIÓN

La administración que se le encomendaba al hombre era de tal magnitud que no era posible hacerla solo, por eso Dios usa el plural cuando ordena "sojuzgadla", esta orden o co­misión indica que había que cogobernar. El hombre no estaría solo en esta tarea.

·         LA SOLIDARIDAD ES NECESARIA

Por más que el hombre se haya inventado, la idea prepotente de autosuficiencia e independencia total, la Bi­blia dice "mejores son dos que uno".

1.   Tienen mayor fuerza económica

2.    La ayuda mutua en tiempo de necesidad

3.    La solidaridad emocional y sentimental

4.    La fortaleza en el conflicto

5.    La ayuda familiar

LA IGUALDAD DE LOS SEXOS

Los seres humanos nos hemos elaborado la teoría del "sexo fuerte" y el "sexo débil" posiblemente sacado del verso que en la Epístola de Pedro llama "vaso más frágil" a la mujer. Pero cabría preguntarse ¿cuál es aquella fragilidad que se suple con "honor"? Obviamente no debe ser la físi­ca.

En el contexto cultural, tanto en el judío como en el judeocristiano, nuestra mujer padece esta fragilidad y el hombre debe ofrecerle su apoyo y su respeto para que su honor se mantenga intacto. Pero la realidad es, que cuando no existía esta "fragilidad" y Adán no sufría ningún prejui­cio se expresó así de la mujer: "...Esto es ahora huesos de mis huesos y carne de mi carne, esta será llamada varona", es decir, la que tengo frente a mí es una persona como yo, sólo de sexo femenino. Un varón-a, y ni Dios, ni Adán establecie­ron diferencia alguna. "Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón"; "Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo, ni libre, no hay varón, ni mujer; porque todos vosotros sois de Cristo Jesús".

EVOLUCIÓN DE LA INSTITUCIÓN MATRIMONIAL

Aunque ha habido épocas en que el matrimonio ha asumi­do diversas formas como la poligamia, (un hombre casado simultáneamente con varias esposas) o poliandria, (una mujer casada simultáneamente con varios hombres), por ejemplo; de todos modos lo establecido por Dios ha perma­necido, no sólo como una conveniencia moral sino también una solución práctica al mejor desarrollo de la familia y la sociedad.

El matrimonio en un principio surge como una práctica eminentemente social con implicaciones morales y religio­sas; el patriarca hacía las veces de sacerdote y las familias se constituían en testigos y garantes del compromiso entre la pareja. Siempre tuvo unas exigencias mínimas morales como la virginidad y la lealtad entre ambos, este era un compro­miso tan serio que el quebrantarlo conllevaba la muerte.

Después surgió como un compromiso de connotación le­gal a raíz de los bienes. Al principio no había matrimonio con extraños y por lo tanto las herencias no cambiaban de dueño, pero cuando el matrimonio rompió las barreras del clan o de la tribu hubo que proteger los bienes y los hijos. El vínculo matrimonial, se rige por la ley. Los cristianos respe­tuosos de la palabra de Dios, nos sujetamos a las leyes de la República, porque dice la escritura: "Sujetaos a las leyes". El que se opone a la autoridad a lo establecido por Dios resiste. No es aceptable, ni justificable, usando argumento alguno (vanas sutilezas), que una pareja en nuestro momento his­tórico quiera desconocer los lazos establecidos legalmente, para convivir con otra persona sin haber pasado por el pro­ceso que la ley señale, sopena de convertirse en un fornica­rio o adúltero.

En qué momento o por medio de cuál de estos tres pasos llega la pareja a ser "Una carne", porque dice la escritura: "Por lo tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una carne".

·         EL ACTO RELIGIOSO

De pronto por la reverencia que tenemos por las cosas sa­gradas pensamos que es la ceremonia religiosa la que consi­gue esta realidad, pero no, la ceremonia religiosa es más bien un reconocimiento de la pareja a Dios como soberano, como Señor de sus vidas y un acto a través del cual se busca el respaldo de Dios para el hogar que comienza a gestarse.

·         EL ACTO LEGAL

El acto legal se refiere a la protocolización del contrato matrimonial y es el que tiene efectos civiles. En cambio, si analizamos lo que la palabra de Dios dice encontramos lo siguiente, Jesús dice: "Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una carne" eso nos hace pensar que la unidad no se refiere al acto religioso, ni al acto legal.

·         EL ACTO BILÓGICO

Encontramos en 1a. Cor. 6:15-20 donde se hace referencia a la relación fornicaria, y también se dice que son "una car­ne" de donde concluimos que es el hecho biológico el que suelda esta unión.

LA ESTABILIDAD DEL MATRIMONIO

Investigando las escrituras se intuye que la voluntad de Dios con respecto al matrimonio es que éste sea estable. La idea prominente en la relación conyugal bíblica es que ésta se mantenga; que sea permanente por las razones ya ex­puestas.

Para conseguir esa estabilidad, Dios plantea toda una filo­sofía matrimonial; toda persona que aspira a que su matri­monio sea duradero y estable debe aceptar los planteamien­tos de Dios en su totalidad. Lo que no se puede hacer es utilizar de forma acomodaticia la doctrina matrimonial Bí­blica para que sirva a nuestros intereses particulares, olvi­dando que siempre que se habla de matrimonio se habla por lo menos de dos personas. Pero cuando hay hijos irre­misiblemente deben tenerse en cuenta. ¿Cuál es el plantea­miento de Dios con respecto a ese tema? Resumámoslo con las palabras del Apóstol Pablo: " ...mujeres estad sujetas a vues­tros maridos como al Señor..." "... maridos amad a vuestras mu­jeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó así mismo por ella..."

Visto así y practicado así, el matrimonio debe ser estable. En el caso cristiano, además debemos ser consecuentes con el hecho de que hemos sido llenos del Espíritu Santo y que por lo tanto es de suponer que tenemos "El fruto del Espíritu ". Si permitimos que estos dones y frutos gobiernen nuestra vida el resultado sería un matrimonio estable. "Mas el fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley".

LA DEBILIDAD DEL MATRIMONIO

Como toda actividad que involucra al ser humano, el ma­trimonio tiene su debilidad. El estado ideal está concebido por Dios, el mismo Dios ofrece las reglas para cuando el estado ideal deja de serlo. La solución que Dios plantea es consecuente con la naturaleza de la relación conyugal.

Jesús dijo: "También fue dicho: cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que esta adultere; y el que se casa con la repudiada comete adulterio". Como se puede ver, Jesús hace una salvedad. Por causa de fornicación o causa de inmoralidad sexual. Y adultera el que se casa con la repudiada que lo fue por causa diferente a la fornicación.

¿CUÁL ES EL PROBLEMA DE LA INMORALIDAD SEXUAL?

Jesús dice: "Y los dos serán una carne". Lo mismo repite el apóstol Pablo. Cuando uno lee esto con respecto a los que se casan, el primer pensamiento es que lo que los hace uno es el matrimonio, Efesios 5:31, Génesis 2:24, Mateo 19:5, pero entonces leemos 1a. Cor. 6:15-16, que se le aplica la misma regla a una relación fuera del matrimonio. Esto nos hace pensar que la unidad no se refiere al acto religioso, ni al le­gal, sino que es el hecho biológico el que consigue este efec­to. Esta unidad por lo tanto tiene una coyuntura y es que convivan sexualmente. Además, según el apóstol Pablo el matrimonio es un símbolo imperfecto de la unión más per­fecta de Cristo y la iglesia, porque dice "Grande es este miste­rio, más yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia...". Siendo esto verdad, cabe preguntarnos: ¿La unión entre Cristo y el cristiano puede romperse?, y si puede romperse, ¿Qué la rompe?. Todos sabemos que con todo el inmenso amor que Dios nos ha mostrado, sin embargo, él no tolera la infideli­dad que a menudo la Biblia llama "adulterio" y sabemos que el pecado rompe la unidad conyugal de Cristo y la igle­sia porque dice: "Vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios". El pacto de fe sólo se quebran­ta con la infidelidad; la unión más perfecta se afecta de la misma manera que la imperfecta del matrimonio. Así que el divorcio se produce porque el hombre y la mujer forman una carne con otro. Destruyéndose así la unidad que tenían formada.

El matrimonio se inicia con unos votos de fidelidad y con la unión carnal de los esposos. El adulterio, altera los votos de fidelidad hechos entre sí. De ahí que Jesucristo enseña que el que mira a una mujer y la desea en su corazón, ya adulteró con ella. Obviamente, este es un pecado, pero este pecado no es de hecho, no se insinúa que rompa el lazo conyugal y es lógico porque el proceso que explica Santiago y que da a luz la muerte es el hecho consumado. Pero el adulterio-fornicario, es decir, la infidelidad acompañada de la unión entre el miembro infiel de la pareja y otro indivi­duo tiene como fruto la ruptura de la primera unión porque según 1a. Cor 6 el infiel forma una unidad con alguien dife­rente. No se puede ser "uno" con dos a la vez. Como se puede ver, la fornicación es un pecado de comisión. El adul­terio es de intención y no necesariamente de acción.

El adulterio-fornicario, según la Biblia, es un grave peca­do. En realidad el divorcio es sólo la protocolización de la ruptura que ya se efectuó, como se diría en el argot moder­no: "La cesación de los efectos civiles del matrimonio". Claro está, que al creyente le queda la opción de perdonar; creo que esta es una posibilidad real. Pero muchas personas no las cambian ni el perdón de su pareja y persisten en su infidelidad y fornicación.

A QUÉ SE REFIERE CON "NO LO SEPARE EL HOMBRE"

Cuando leemos la escritura de Mateo 19:5 no encontramos en su contexto ni a la iglesia, que en los evangelios apenas se está gestando y se menciona muy pocas veces, ni a la so­ciedad en general. Las únicas personas mencionadas en el contexto son el padre y la madre... Obviamente a ellos se refiere. Es decir, que el padre y la madre no deben conver­tirse en elementos disociadores de la nueva pareja porque la unión que acaba de formarse es instituida, reconocida y ben­decida por Dios. Realmente la alusión es directamente a la relación que debe existir entre la nueva pareja y los padres de los contrayentes para que no se produzca la separación.

Algunos han encontrado en esas palabras un asidero para argumentar contra el divorcio, pero analicemos:

"Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre". "Por tanto", en virtud de lo dicho anteriormente. Ya que son macho y hembra; el uno para el otro, deje el hombre la anti­gua relación familiar para formar otra familia y los padres acepten esta relación y no hagan lo que contribuya a sepa­rar a la nueva pareja.

Dios hizo el matrimonio para que durara toda la vida y nos dio las herramientas para que ello fuera así. Pero si por desgracia ocurriera lo que no debiera, Dios autoriza al cón­yuge inocente a divorciarse y casarse. Otro es el caso cuan­do el apóstol Pablo recomienda la separación, pero prohibe el divorcio; "Pero los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcilíese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer".

El divorcio no es una solución ideal, siempre dejará hue­llas dolorosas. Creo que ningún hombre de Dios pueda de­dicarse a divorciar como si esto fuera un deporte. Nosotros seguiremos luchando para que la familia sea unida y esta­ble. Pero si alguno hubiere pecado siempre Dios tiene una solución, ojalá que no hubiera ningún divorcio pero por la maldad que reina en el mundo esto se vuelve a veces inevi­table.

EL PROBLEMA DE LAS CEREMONIAS

A raíz de nuestras tradiciones se nos ha planteado un pro­blema que comienza a afectarnos seriamente. Es a saber ¿A quién se le hace la ceremonia? Si una persona ha pecado ¿Le hacemos una ceremonia?. Bueno, no hay mucha base bíblica para esta línea de conducta. Lo primero que tene­mos que preguntarnos es ¿Para qué es la ceremonia matri­monial? ¿Por qué hemos llegado a pensar que es un premio o un castigo?. Más bien por qué no pensamos que es una exigencia de Dios. Todo el que cree en Jesús debe recono­cerle como Señor de su vida en todas sus acciones. Sin im­portar que haya pecado o no, de manera que las personas deben prometerse fidelidad el uno al otro, como parte de su compromiso y su posición ante Dios. ¿No será que al des­pojar esa ceremonia de toda solemnidad hacemos que los contrayentes le pierdan la seriedad que amerita el hecho e incentivemos una inestabilidad en el matrimonio a causa de lo intrascendente del compromiso? Creo, sin embargo, que sí es saludable mantener alguna diferencia entre una y otra ceremonia, aunque tengo que confesar que en las circuns­tancias de hoy, no estamos en condiciones de asegurar que todas las que desfilan de blanco son vírgenes; en efecto, sa­bemos que no lo han sido. Sin dejar de advertir que es una medida injusta ya que al hombre no se le hace desfilar con traje diferente por no ser virgen.

LA POSIBLE SOLUCIÓN

Estoy convencido de que el mejor camino es darles aten­ción a nuestros adolescentes y jóvenes para hacer un trabajo preventivo. Seguramente qué jóvenes llenos del Espíritu San­to y bien enseñados por un pastor conocedor de la palabra de Dios, nos dará como resultado: ¡una juventud sana y de buenas costumbres!

¡DIOS NOS AYUDE A HACER SU VOLUNTAD!

I Corintios 6:15-20 1 Corintios 11:11 Efesios    5:31-32 Calatas   3:28 Génesis 2:23-24 Génesis 1:28 Proverbios 6:32-35 Mateo 5:31

1 Corintios 7:10-11 Eclesiastés 4:9-12 Efesios    5:22-25 Calatas   5:22-23 Génesis 2:18. Mateo 19:5 Romanos 13:1-6 Isaías 59:2

 

 


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




Generalidades de la Escatología Bíblica

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