Bautismo

Análisis Interactivo: Bautismo y Salvación

Bautismo y Salvación

Un Análisis Exegético de su Relación Indispensable

Introducción: La Cuestión Fundamental

El presente estudio aborda una de las cuestiones soteriológicas más cruciales del Nuevo Testamento: la relación entre el bautismo y la salvación. Lejos de ser un rito opcional o meramente simbólico, un análisis riguroso de los textos bíblicos revela el bautismo como una condición divinamente establecida e indispensable en el proceso de la salvación. Esta aplicación interactiva explora los pilares exegéticos que fundamentan esta doctrina, invitando al estudiante de las Escrituras a examinar la evidencia tal como fue presentada por Cristo y sus apóstoles.

La Gran Comisión: Una Secuencia Inalterable

El punto de partida ineludible es el mandato de Jesucristo mismo, registrado en el Evangelio de Marcos. Aquí, el Señor no presenta dos ideas separadas, sino una proposición condicional unificada. La estructura gramatical es precisa y su orden, teológicamente significativo. No se contempla la salvación para el creyente que omite el bautismo.

"El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado."
- Marcos 16:16

Análisis de la secuencia salvífica:

1. Creer (πιστεύσας - pisteusas)
+
2. Ser Bautizado (βαπτισθεὶς - baptistheis)
=
3. Ser Salvo (σωθήσεται - sōthēsetai)

Nótese que la condenación se vincula únicamente a la incredulidad porque esta es la raíz que impide dar el siguiente paso ordenado por Cristo: el bautismo. El que no cree, naturalmente, no se bautizará. Sin embargo, para el que cree, el bautismo es el paso consecuente y necesario para completar la condición de la salvación.

La Tipología del Diluvio: Salvación a Través del Agua

El apóstol Pedro ofrece una de las analogías más poderosas, conectando el bautismo con el evento del diluvio. El arca de Noé, un instrumento de salvación, fue levantada y llevada a la seguridad precisamente por el agua que juzgó al mundo. Pedro declara que este evento es un "tipo" o prefiguración del bautismo, el cual ahora nos salva.

"El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) mediante la resurrección de Jesucristo."
- 1 Pedro 3:21

TIPO: El Diluvio

  • Un mundo corrompido destinado al juicio.
  • El agua actúa como agente de juicio y destrucción.
  • Ocho personas se salvan a través del agua (δι᾽ ὕδατος) al estar dentro del arca.
  • El arca es el único medio de salvación provisto por Dios.

ANTITIPO: El Bautismo

  • Una humanidad pecadora bajo condenación.
  • El agua del bautismo simboliza la sepultura del viejo hombre.
  • El creyente es salvado a través del bautismo, que es la respuesta de fe.
  • La obediencia a Cristo en el bautismo es el medio de salvación que nos une a Su muerte y resurrección.

Pedro aclara que su poder no es meramente físico ("no quitando las inmundicias de la carne"), sino espiritual: es la respuesta de una conciencia que apela a Dios por limpieza, una limpieza que se hace efectiva en el acto del bautismo por la autoridad de la resurrección de Cristo.

El Instrumento para el Perdón de los Pecados

El Nuevo Testamento vincula consistentemente el bautismo con el perdón de los pecados, que es un componente esencial de la salvación. Sin remisión de pecados, no hay reconciliación con Dios. Los siguientes pasajes establecen esta conexión de forma explícita e inequívoca.

Hechos 2:38 - El Sermón de Pentecostés

+
"Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados..."

La preposición griega "eis" (para) indica propósito y dirección. El bautismo no es una celebración de un perdón ya recibido, sino el medio divinamente señalado para recibir dicho perdón, posterior al arrepentimiento.

Hechos 22:16 - La Conversión de Saulo

+
"Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre."

A pesar de su encuentro con Cristo en el camino a Damasco y de haber sido un creyente arrepentido por tres días, los pecados de Saulo (Pablo) aún no habían sido lavados. Ananías le ordena ser bautizado para que este lavamiento ocurra.

Marcos 1:4 - El Bautismo de Juan

+
"Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados."

Incluso el bautismo precursor de Juan, que preparaba el camino para Cristo, estaba intrínsecamente ligado al concepto de "perdón de pecados". El bautismo cristiano, superior al de Juan, lleva esta realidad a su pleno cumplimiento en el nombre de Jesús.

La Exhortación Apostólica: "Sed Salvos"

El clímax del primer sermón del evangelio en Hechos 2 no es solo una explicación teológica, sino una exhortación urgente a la acción. La respuesta a la pregunta "¿qué haremos?" fue "Arrepentíos y bautícese". La narrativa confirma que la salvación estaba ligada a esta obediencia.

"Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas."
- Hechos 2:40-41

Análisis de la Conexión Causal:

  1. La Exhortación: "Sed salvos". Este es el objetivo final presentado a la multitud.
  2. La Condición: Pedro ya había establecido el arrepentimiento y el bautismo como la respuesta requerida (v. 38).
  3. La Reacción: "Los que recibieron su palabra..." (es decir, aceptaron la exhortación y sus condiciones).
  4. La Acción Consecuente: "...fueron bautizados".

La secuencia es clara: la salvación fue ofrecida, y aquellos que la aceptaron lo demostraron y la hicieron efectiva a través del bautismo. La adición de las 3,000 almas a la iglesia se registra después de su bautismo, no antes.

Conclusión Exegética

Los testimonios bíblicos, desde el mandato directo de Cristo hasta la exégesis tipológica y la práctica apostólica, convergen en una conclusión ineludible: el bautismo no es un apéndice opcional a la fe, sino una parte integral y necesaria del plan de salvación ordenado por Dios. Es el momento en que la fe obediente de un pecador arrepentido se encuentra con la gracia de Dios para el perdón de los pecados, resultando en la salvación a través del poder de la resurrección de Jesucristo. Por lo tanto, para quien desea obtener la salvación, la pregunta de Ananías resuena a través de los siglos: "¿Por qué te detienes?".

sábado, 13 de marzo de 2010

MATEO

MATEO

Mateo ha sido llamado "el Evangelio para el maestro" porque el material se presenta en forma muy adecuada para ser usado en la enseñanza. Probablemente, por esta razón este Evangelio fue el más ampliamente usado de los cuatro en la iglesia primitiva. Mientras que Marcos ofrece una narración vívida y fluida, Lucas un estudio sensible del trato de Jesús con las personas, y Juan un cuadro más explícitamente teológico de Jesús, Mateo coleccionó relatos y dichos de Jesús que se enfocan particularmente sobre los intereses normales en la vida de la iglesia, y los arregla de tal manera que un maestro en la iglesia podría valerse de ellos. Muy probablemente Mateo mismo era un maestro e incluyó en su Evangelio el material que estaba acostumbrado a presentar a los miembros de su propia congregación.

Obvios son los cinco grandes "discursos", o colecciones de las enseñanzas de Jesús, y todos terminan con la siguiente fórmula: "Cuando Jesús hubo terminado estos dichos", o algo parecido. Los mencionados discursos abarcan los caps. 5–7, 10, 13, 18, y 24–25:

1.     El sermón del monte

2.     El apostolado cristiano

3.     El reino de los cielos

4.     La vida de la comunidad cristiana

5.     El final de los tiempos

 Cada uno parece tener base en un "discurso" más breve en alguno de los otros Evangelios, y cada uno tiene una unidad de tema que lo atraviesa. Muchos de estos dichos recogidos aparecen en otros lugares entre los Evangelios sinópticos, dando a entender que Mateo cuidadosamente preparó cinco "antologías" de las enseñanzas de Jesús sobre ciertos temas.

Tanto dentro de estos discursos como a lo largo del resto del Evangelio, a Mateo le gustaba presentar divisiones claramente estructuradas del material, lo que las hace relativamente fáciles de memorizar. Ejemplos obvios son:

ü  las tres secciones equilibradas de la genealogía (1:1–17; nótese el resumen en el v. 17),

ü  las ocho bienaventuranzas (5:3–10, nótese la misma conclusión a la primera y a la última);

ü  las seis "antítesis" (5:21–48, nótese la recurrente fórmula introductora),

ü  los tres tipos de observancias religiosas (6:1–18, con una estructura casi idéntica, aparte de una expansión de la sección sobre la oración) y

ü   los siete ayes sobre los maestros de la ley y los fariseos (23:13–36).

De notar es la colección de los milagros en los caps. 8, 9 y el discurso de parábolas en el cap. 13.

Comparado con el estilo vivaz y narrativo de Marcos, la manera como Mateo relata las historias de Jesús puede parecer apagada. Aunque Mateo contiene mucho más material que Marcos, donde relatan la misma historia, típicamente Mateo es más conciso. Por ejemplo, los relatos que se presentan en el cap. 5 de Marcos (43 versículos) sólo ocupan 16 versículos en Mateo El ha omitido todos los detalles vívidos y eliminado toda "redundancia" en la narración, enfocando de esa manera la enseñanza principal. Pero donde el punto principal de un relato está dentro de algún dicho de Jesús, Mateo a menudo puede, mientras reduce la narración, ofrecer los dichos en una forma más amplia (cf. Mateo 8:5–13 y Lucas 7:1–10).

De estas maneras, Mateo ha arreglado su material para que fuera más adecuado para enseñar en la iglesia.

1.     ¿QUIÉN LO DIJO?

La tradición primitiva del cristianismo unánimemente atribuyó a Mateo el apóstol su condición de escritor de este libro, ex recolector de impuestos de Capernaúm, cuyo llamamiento se registra en 9:9 (Marcos y Lucas le llaman Leví).

Los primeros siglos del cristianismo no nos ofrecen ningún otro candidato como autor, y una tradición que es primitiva y unánime no debe descartarse como falsa a menos que la naturaleza del libro mismo la hiciese inapropiada.

Realmente, esta asignación tradicional cuadra bastante bien, ya que un recolector de impuestos, judío, transformado en dirigente cristiano, sería de esperar que exhibiera el tipo de tensión en su actitud al judaísmo.

1. Mateo (Mt. 9:9; 10:3; Mr. 3:18; Lc. 6:15; Hch. 1:13), llamado también Leví (Mr. 2:14; Lc. 5:27, 29), era judío, como se ve claramente por sus nombres. Esto puede explicar el carácter judaico de su Evangelio.

2. Cuando recibió el llamamiento a seguir a Jesús, Mateo era un publicano, esto es, un cobrador de impuestos en Capernaum. Es probable que estuviera al servicio de Herodes Antipas. Puesto que trabajaba en "Galilea de los gentiles" tenía que estar familiarizado con el griego y con el arameo. El Evangelio según Mateo muestra que su escritor tenía buen conocimiento de más de un idioma. Así las citas que en él se encuentran con frecuencia presentan una especie de paráfrasis en que se combinan elementos de la Septuaginta griega con elementos arameos y derivados del hebreo.

Mateo, como recolector de impuestos,  estaba obligado a presentar informes escritos del dinero que cobraba. Hasta puede haber sabido algún sistema de taquigrafía. Por lo tanto, era la persona más indicada para tomar notas de las palabras y obras de Cristo. Además, los recolectores de impuestos, en virtud de su oficio, estaban acostumbrados al manejo de datos y documentos, a tal grado que el grupo apostólico le habrá permitido funcionar a Mateo como tipo de "secretario".

3. Mateo no solamente era un judío inteligente; también era profundamente religioso, como se ve del hecho de que cuando Jesús lo llamó, él obedeció inmediatamente. Como tal bien podemos creer que tenía un conocimiento muy completo del Antiguo Testamento en hebreo y de la traducción al griego, la Septuaginta. Ciertamente estaba bien versado en las Escrituras. Por eso, guiado por el Espíritu, era el tipo de hombre que podía interpretar pasajes del Antiguo Testamento de tal modo que podía aplicarlo a nuevas situaciones. El Evangelio según Mateo concuerda con esta habilidad de parte de Mateo. Los escritores de los demás Evangelios, podemos suponer, pudieron hacer uso de las notas de Mateo. El, por su parte, pudo utilizar el Evangelio de Marcos.

4. La tradición es unánime al señalar a Mateo como el escritor. Nunca menciona a otro:

ü  Eusebio, al comienzo del cuarto siglo, escribió lo siguiente: "Mateo, habiendo predicado al principio a los hebreos, cuando estaba a punto de salir en busca de otros puso por escrito en su idioma nativo el Evangelio según él mismo, y así, al escribir, hizo provisión para la falta de su propia presencia" (op. cit., III.xxiv.6).

ü  Un poco antes, Orígenes (escribió entre 210–250) se expresó en forma similar, y también, aun antes (entre 182 y 188), Ireneo.

ü  Papías es el más antiguo en esta serie de testigos (entre 125 y 140) cuya referencia a Mateo y su Evangelio también ha sido citada. Papías fue descrito por Ireneo como oyente del apóstol Juan y compañero de Policarpo.

Hay abundante testimonio del uso de este Evangelio en los primeros escritos patrísticos que se han preservado (los atribuidos a Bernabé, Clemente de Roma, Ignacio y Policarpo). La Didaché también añade su testimonio. En realidad, uno puede decir sin exageración que la evidencia externa del uso primitivo de este Evangelio, y de su atribución a Mateo tan pronto como estas comenzaron a hacerse, es unánime.

5. Sería difícil explicar cómo dentro de un período de quizás sesenta años desde que se escribió este Evangelio pudiera haberse perdido el nombre de su verdadero escritor y se hubiera puesto otro nombre ficticio en su lugar.

6. El escritor de una obra tan hermosa en diseño, tan armoniosa en estilo y tan majestuosa en contenido difícilmente podría haberse perdido de vista.

7. El hecho de que este Evangelio fue atribuido a uno de los menos destacados de los doce apóstoles, un hombre acerca de quien apenas se sabe algo, es otro argumento en favor del carácter fidedigno de esta atribución.

Sin embargo, tales sugerencias no llegan a ser una comprobación. De los cristianos primitivos cuyos nombres conocemos, el Mateo a quien la tradición primitiva atribuye el Evangelio no es un candidato improbable. Pero el texto del Evangelio propiamente no dice quién es el autor, y el asunto bien puede quedar abierto. En ningún lugar revela el escritor su identidad. Lo que escribió es anónimo y permanece anónimo.

El título que, según se interpreta corrientemente aunque no en forma estricta, atribuye el libro a Mateo como escritor, sólo fue agregado hacia el año 125 d.C. Por eso no pertenece al libro inspirado mismo.

2.     ¿A QUIÉN LO DIJO?

Bajo la dirección providencial de Dios, los libros proféticos del Antiguo Testamento son seguidos de inmediato por el libro del cumplimiento de las profecías, Mateo. Además, en armonía con la norma: "al judío primeramente y también al griego" (Ro. 1:16); y " me seréis testigos en Jerusalén … y hasta lo último de la tierra" (Hch. 1:8; cf. Lc. 24:47), se pone en primer lugar el Evangelio más judaico, escrito por un judío para los judíos. Le sigue el Evangelio según Marcos quien, aunque también es judío, lo compuso para los romanos. Lucas, que no es judío, viene luego con su Evangelio dirigido a los griegos. Aunque en todos estos Evangelios se presenta a Jesús como el único Redentor del pecador, la sublime verdad de que este Redentor es "el Salvador del mundo", esto es, de los elegidos de Dios reunidos de toda nación bajo el cielo, se enfatiza en el Evangelio de Juan.

 Así el orden de los libros de nuestro canon progresa en forma muy bella de lo particular a lo universal; sin embargo, lo particular ya incluye lo universal, y lo universal, en un sentido, sigue siendo particular siempre: el evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, a todos ellos y a ellos solamente.

Es el único Evangelio en que no es necesario explicar las costumbres judías (15:2; contrástese con Mr. 7:3, 4), porque los judíos conocían sus propias costumbres.

3.     ¿CUÁNDO LO DIJO?

La destrucción de Jerusalén y el templo en el año 70 d. de J.C. es una preocupación prominente en Mateo Pero siempre se menciona como un evento futuro (naturalmente, dado que es Jesús el que lo menciona). Algunos comentaristas creen que el lenguaje usado (p. ej. en 22:6, 7) refleja el conocimiento que Mateo tenía del evento, no solamente su predicción por Jesús, por lo tanto, se da la fecha después del año 70 d. de J.C. Otros no tienen problema con predicciones algo "circunstanciales", y señalan que el lenguaje usado es similar al de otras profecía del AT y de otras partes, de modo que no es necesario que dependa de la observación del evento. También hay pasajes en Mateo que presuponen que el templo estaba intacto (5:23, 24; 17:24–27; 23:16–22); y tales lugares no han sido suprimidos por editores en la manera que los autores posteriores al año 70 d. de J.C. lo hubieran hecho.

Otros argumentos dependen del sistema relativo de fechar tanto en los escritos del NT como en los desarrollos de las relaciones judeo-cristianas que se presuponen. En esto hay poco lugar para ser dogmáticos, y algunos estudiosos consideran una fecha de los primeros años del 60 como una alternativa atractiva en comparación con la fecha propuesta como alrededor del año 80 d. de J.C.

Narra desde el nacimiento de Cristo hasta su resurrección (6 o 4 a.C. al 26 o 30 d.C.)

4.     ¿DÓNDE LO DIJO?

Respecto al lugar y tiempo de composición del evangelio, no es posible fijarlos con exactitud. Muchos piensan que pudo haber sido escrito en tierras de Siria, quizás en Antioquía, después que los ejércitos romanos destruyeran Jerusalén en el año 70.

5.     ¿QUÉ DIJO?

"El Rey y su reino". Bajo este tema general, encontramos varios temas dominantes que corren a través del Evangelio y que apoyan el tema general: la persona de Jesucristo; el reino de los cielos; la iglesia cristiana; el conflicto con los fariseos, entre otros.

Sin lugar a dudas, la persona de Jesucristo es el tema más destacado y de más importancia en el desarrollo del Evangelio de Mateo. El autor presenta el origen divino y humano de Jesús, su identidad, misión, autoridad, dones, demandas, obras y enseñanzas.

Los títulos mesiánicos que se le asignan a Jesús revelan distintas facetas de su persona: Hijo del Hombre; Hijo de David; Rey de los Judíos; Emanuel, una vez; Hijo de Dios, o "Hijo" cuando se entiende "Hijo de Dios"; Siervo de Dios, una vez; Señor, una vez, por Jesús mismo, y múltiples veces como título de honor; Cristo, trece veces: es llamado y se llama a sí mismo "maestro" (10:24 ss.; 23:8; 26:18); y como "profeta" (10:41; 13:57; 16:14; 21:11, 46). Más que los títulos, las obras de Jesús revelan quién era y para qué había venido al mundo. Salvó a los hombres de sus pecados, proveyó la interpretación correcta a la ley de Moisés, fundó la iglesia, discipuló a los doce, denunció a los enemigos, echó fuera demonios, sanó a los enfermos y venció la muerte.

Mateo presenta a Jesús con atributos humanos y divinos. Tuvo un nacimiento humano de la virgen María, pero es llamado "Emanuel" (Dios con nosotros); lleva el título "Hijo de David" e "Hijo del Hombre", pero también "Hijo de Dios". Por un lado Jesús experimentó hambre, sed, cansancio y tentación; por otro lado Mateo termina el Evangelio presentando a Jesús como el Cristo glorioso, resucitado y poseyendo toda autoridad en el cielo y en la tierra (28:18). Como tal, la promesa de Dios de "establecer para siempre el trono de David" tiene su cumplimiento en el Cristo. Este, como Rey, recibe de su Padre toda autoridad sobre cielo y tierra.

En segundo lugar y acompañando naturalmente el tema anterior, se destaca el tema del reino de los cielos. El término "reino", aparece unas 100 veces en Mateo. Mateo prefiere "reino de los cielos" (33 veces) al término "reino de Dios" (4 veces). Estos dos términos son esencialmente sinónimos en los sinópticos. El "reino de los cielos" se refiere al dominio o gobierno soberano de Dios sobre todo. Dios es Rey, y los que le obedecen componen su reinado. En Daniel 7:13 ss. se predice un dominio eterno que sería entregado al "Hijo de hombre". En Jesús, esta profecía encuentra su cumplimiento perfecto.

El reino de los cielos es buenas nuevas: anuncia que Dios está en el trono, que es el verdadero Soberano y que dará el triunfo final a sus súbditos sobre todos los adversarios, inclusive sobre el pecado y la muerte. El reino viene también como juicio que será administrado por el Juez justo sobre toda la humanidad. El tema del juicio es prominente en Mateo. Tendrá su culminación en la Segunda Venida del Cristo.

El reino se presenta en Mateo como presente y futuro, como "ya" y "todavía no". Como presente, el reino se inicia y se concreta en la persona de Jesucristo en su primera venida. Jesús y Juan el Bautista anuncian que el reino se ha acercado. Jesús describe la naturaleza y demandas de los súbditos del reino en el "Sermón del monte". Distintas facetas del reino se presentan en una serie de parábolas, especialmente en el cap. 13. Existe un antagonismo irreconciliable entre el reino de los cielos y el reino de Satanás.

Como futuro, el reino se manifestará en su plenitud con la Segunda Venida del Hijo de Dios. Los súbditos deben estar siempre preparados para ese evento culminante porque vendrá sin previo aviso, como ladrón en la noche. Mientras lo esperan, deben estar ocupados en la extensión del reino en el mundo. La iglesia es la agencia encargada con la misión de extender el reino.

Estos dos temas, Jesús como Rey y el reino de los cielos hecho realidad en la tierra por él, proveen una base sólida para llamar al Evangelio de Mateo "El Evangelio Real". Todos los comentaristas reconocen este tema como uno de los principales, si no la misma esencia del Evangelio de Mateo.

6.     ¿POR QUÉ LO DIJO?

Mateo estaba integrado en una comunidad, o iglesia, que enfrentaba algunas necesidades comunes al cristianismo en todas las generaciones. El quiso proporcionar a esa comunidad una herramienta eficaz para realizar un ministerio triple:

(1) defender sus creencias de los ataques de los adversarios judíos, especialmente de los líderes del judaísmo oficial,

(2) instruir a los nuevos convertidos del paganismo y

(3) ayudar a los miembros de la comunidad a vivir una vida disciplinada por el ejemplo, las obras y las enseñanzas de su maestro y señor.

Es pues un libro

(1) apologético,

(2) doctrinal-litúrgico y

(3) eclesiástico.

El énfasis apologético es el más evidente al lector. Este énfasis se puede resumir en la frase: "Jesús es el Mesías." Todos los pactos, símbolos, figuras y profecías del AT se cumplen en él. El es la verdadera consumación de la religión de Israel. Para lograr este propósito, Mateo emplea nada menos unas cien citas, directas o indirectas, del AT. 

7.     ¿PARA QUÉ LO DIJO?

Se ha dicho que Mateo (Mt) es por excelencia el evangelio de la iglesia. Escrito para instruir acerca de Jesucristo al nuevo pueblo de Dios, se ofrece ante el lector como un texto de estructura básicamente didáctica.

En general se puede decir que el propósito de este Evangelio fue ganar plenamente a los judíos para Cristo; esto es, ganar a los aún no convertidos y fortalecer a los ya convertidos. Con el fin de lograrlo, el énfasis se pone en el hecho de que Jesús es ciertamente el Mesías largamente esperado que se anuncia en las Escrituras hebreas.

En Mateo se enfatiza particularmente el hecho de que Jesús es ciertamente el Cristo de la profecía, no solamente para que los judíos, aceptando a este Hijo de David como su Salvador, puedan tener vida en su nombre, sino también a fin de que puedan defenderse contra los ataques del enemigo y aun puedan llegar a ganar a los gentiles.

Cuando una persona pregunta: "¿Cuál es el propósito de este Evangelio?", lo mejor que se puede hacer para encontrar la respuesta es leer y volver a leer todo el libro.

8.     ¿CÓMO LO DIJO?

Las divisiones principales, como ya se ha indicado, serían las mismas para los tres Sinópticos, a saber:

     I.     El comienzo de la tarea

     II.     La continuación de la tarea

     III.     El cumplimiento de la tarea

 Mateo escribe su obra siguiendo, en líneas generales, el esquema de Marcos, aun cuando a cada paso pone su sello personal en los textos que redacta. En cuanto a los materiales narrativos utilizados, si bien muchos son comunes a Marcos y Lucas, hay alrededor de una cuarta parte que aporta Mateo de manera exclusiva.

Los relatos de Mateo, más concisos que los de Marcos, son de un estilo severo y pulcro, y mantienen cierto tono ceremonial que induce a pensar en un escritor de formación rabínica. A ello contribuye la presencia en el texto de no escasos elementos literarios que son típicamente hebreos.

Este Evangelio es metódico, es decir, caracterizado por el orden. El escritor emprende la obra de acuerdo con un plan definido, afirmando que Jesús es, en verdad, el Cristo.

Este Evangelio es atractivo. Ha sido denominado "el libro más importante del mundo" (Renán), "el libro más exitoso que se haya escrito" (Goodspeed). Además de ser importante y exitoso, es también verdaderamente hermoso. Leerlo de principio a fin de una sentada es una experiencia emocionante. El libro es sencillamente irresistible.

Es un Evangelio orientado hacia el pasado; es decir, hacia el Antiguo Testamento, con sus muchas predicciones mesiánicas, y que proclama su cumplimiento en el presente, a saber, en Jesucristo. Mateo contiene por lo menos cuarenta citas formales, esto es, citas que de inmediato se evidencian como tales al ser introducidas por palabras tales como "que lo que fue dicho … se cumpliese", "Oísteis que fue dicho", "porque así está escrito en el profeta", etc. Nótese las siguientes:

Referencia en Mateo

Pasaje del Antiguo Testamento

Véase también

1:23

Is. 7:14

2:6

Mi. 5:2

2:15

Os. 11:1 (cf. Ex. 4:22)

2:18

Jer. 31:15

2:23

¿Is. 11:1? (cf. Is. 53:2, 3)

Jn. 1:46; 7:52

3:3

Is. 40:3

Mr. 1:3; Lc. 3:4

4:4

Dt. 8:3

Lc. 4:4

4:6

Sal. 91:11, 12

Lc. 4:10, 11

4:7

Dt. 6:16

Lc. 4:12

4:10

Dt. 5:9; 6:13

Lc. 4:8

4:15, 16

Is. 9:1, 2

5:12

Ex. 20:13; Dt. 5:17

5:27 (cf. 19:18)

Ex. 20:14; Dt. 5:18

Mr. 10:19; Lc. 18:20; Ro. 2:22; 13:9; Stg. 2:11

5:31 (cf. 19:7)

Dt. 24:1

Mr. 10:4

5:33

Lv. 19:12; Nm. 30:3; Dt. 23:21, 22

5:38

Ex. 21:24; Lv. 24:20; Dt. 19:21

5:43 (cf. 19:19; 22:39)

Lv. 19:18

Mr. 12:31, 33; Lc. 10:27; Ro. 13:9; Gá. 5:14; Stg. 2:8

8:17

Is. 53:5

9:13 (cf. 12:7)

Os. 6:6

11:10

Mal. 3:1

Mr. 1:2; Lc. 7:27

12:7 (cf. 9:13)

Os. 6:6

12:18–21

Is. 42:1–4

13:14, 15

Is. 6:9, 10

Jn. 12:39–41

13:35

Sal. 78:2

15:4a (cf. 19:19)

Ex. 20:12; Dt. 5:16

Mr. 7:10a; 10:19; Lc. 18:20; Ef. 6:2

15:3b

Ex. 21:17; Lv. 20:9; Dt. 27:16; Pr. 20:20; 30:17

Mr. 7:10b

15:8, 9

Is. 29:13

Mr. 7:6, 7

19:4

Gn. 1:27

Mr. 10:6

19:5

Gn. 2:24

Mr. 10:7

19:7 (cf. 5:31)

Dt. 24:1

Mr. 10:4

19:18, 19 (cf. 5:43; 22:39)

Ex. 20:12–16; Lv. 19:18; Dt. 5:16–20

Para Mt. 19:18, 19a, véase también Mr. 10:19; Lc. 18:20; y para Mt. 19:19b véanse las referencias dadas en Mt. 5:43

21:5

Zac. 9:9

Jn. 12:15

21:13a

Is. 56:7

Mr. 11:17a; Lc. 19:46a

21:13b

Jer. 7:11

Mr. 11:17b; Lc. 19:46b

21:16

Sal. 8:2

21:42

Sal. 118:22, 23

Mr. 12:10, 11; Lc. 20:17; Hch. 4:11; 1 P. 2:7

22:24

Dt. 25:5

Mr. 12:19; Lc. 20:28

22:32

Ex. 3:6

Mr. 12:26

22:37

Dt. 6:5

Mr. 12:30; Lc. 10:27a

22:39 (cf. 5:43; 19:18, 19)

Lv. 19:18

Véanse referencias dadas con Mt. 5:43

22:44

Sal. 110:1

Mr. 12:36; Hch. 2:34, 35; Heb. 1:13

23:38, 39

Sal. 118:26; Jer. 22:5

Lc. 13:35

24:15

Dn. 9:27; 11:31; 12:11

Mr. 13:14

24:29–31

Véase p. 904s

26:31

Zac. 13:7

Mr. 14:27

26:64

Sal. 110:1; Dn. 7:13, 14

27:9, 10

Zac. 11:12, 13 (cf. Jer. 32:6–15)

27:46

Sal. 22:1

Mr. 15:34

 Es un Evangelio orientado hacia el presente, que revela la voluntad de Dios para el momento actual, y hacia el futuro: el suyo (sufrimientos, muerte, resurrección, etc.), el de su pueblo y el del mundo.

En Mateo, Jesús no solamente es el cumplimiento de la profecía; también es muy definidamente el profeta. Como tal, es mayor que Jonás (12:39–41; cf. Lc. 11:29–32), hace que uno recuerde vívidamente a Isaías (13:13–15), y responde a la predicción dada a Moisés. En realidad, es el Glorificado, el que iba a venir, y a quien el pueblo debía oír (Dt. 18:15–19; Mt. 17:5). Como profeta de Dios revela la voluntad de su Padre en todo lo que es, dice y hace. Cuando queremos leer los grandes discursos de nuestro Señor y Salvador, nos dirigimos naturalmente al Evangelio de Mateo en primer lugar, porque sean cuales fueren los paralelos que los otros Evangelios contienen, es el ex publicano quien nos entrega este material en su forma más completa y organizada (caps. 5–7; 10; 13; 18; 23; y 24–25). Es nuevamente Mateo quien no solamente ha preservado para nosotros las predicciones de Cristo acerca de sí mismo—estas lecciones acerca de la cruz seguida por la corona también se encuentran en los demás Evangelios—sino también nos ha dejado la predicción más vivida y detallada del Maestro con respecto al curso futuro de los acontecimientos respecto de Jerusalén, la iglesia y el mundo (23:37–25:30), culminando con el majestuoso cuadro del juicio final, que introduce la miseria eterna y la bienaventuranza eterna (25:31–46).

Por lo tanto, se puede decir algo en favor del punto de vista que sostiene que, aunque en cada Evangelio se presenta a Jesús como el Mesías largamente esperado, nuestro Gran Profeta, compasivo Sumo Sacerdote y Rey eterno, es el oficio profético el que aparece prominentemente en Mateo:

"Según algunos, Mateo describe a Jesús especialmente en su calidad de rey. No se puede negar que lo vemos surgir de una dinastía real, que oímos de la adulteración de su reinado de parte de los judíos y de Pilato, que se vindica a sí mismo como verdadero rey de Israel, y que en la conclusión él funciona como rey, poseyendo toda autoridad en el cielo y en la tierra. Sin embargo, como lo vemos, esto no es lo que distingue el Evangelio de Mateo de los demás … antes, al contrario, en ningún Evangelio aparece en el primer plano el oficio profético de Jesús en forma tan clara como en el primero. No sólo es cierto que Jesús es el cumplimiento de la profecía, sino que él mismo—son testigos los diversos discursos completos que aparecen en Mateo más que en los otros—actúa como profeta con respecto a su propia obra, especialmente como profeta de sus propios sufrimientos y muerte. El es el verdadero profeta, el profeta de Dt. 18:18 … En este Evangelio, como lo demuestra su contenido y organización, la palabra de Cristo recibe un énfasis mayor que su obra." (Commentaar op het Nieuwe Testament, Kampen, 1954, pp. 14, 15).

Este Evangelio es hebraizante, esto es, se caracteriza por los patrones de pensamiento y el espíritu de los hebreos. Cuando la palabra "hebraizante" se emplea en un sentido más amplio, como referencia al mundo conceptual de los judíos, las ideas religiosas que eran prominentes entre ellos debido a su trasfondo veterotestamentario y la fraseología por medio de la cual se expresaban esas ideas, el adjetivo es completamente adecuado.

Tenemos la idea de la teleología divina: el plan de Dios y su realización en la historia, un énfasis más fuerte sobre la profecía y su cumplimiento que el que se encuentra en los demás Evangelios, como se ha mostrado. También tenemos el deleite que Mateo encuentra en el concepto siete. Ya en el primer capítulo representa a Cristo como el iniciador del séptimo siete, el clímax de los tres catorces. Aunque, en la forma presentada por Mateo, el Padre nuestro tiene seis peticiones (6:9–13), sin embargo, según él, Jesús dijo un grupo de siete parábolas del reino (cap. 13) y pronunció siete ayes contra los fariseos y los escribas (cap. 23).

el constante énfasis de este Evangelio sobre la ley

El presenta a Jesús como "hijo de David, hijo de Abraham"

este es el único Evangelio en que no se reserva el título "rey de los judíos", refiriéndose a Jesús, para los capítulos finales, sino que se encuentra desde el mismo principio (2:2). Es también el único Evangelio en que se informa que Jesús dio el mandamiento: "En ningún camino de los gentiles entréis, ni en ciudad alguna de los samaritanos, sino más bien id a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (10:5, 6). Es también el único Evangelio en que se anotan estas palabras: "No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Es el único Evangelio que llama "santa ciudad" a Jerusalén (4:5; 27:53; cf. Ap. 21:2). Finalmente, la afirmación "el Evangelio de Mateo tiene un aspecto más judaico que los demás Sinópticos" es enteramente correcta. Es en ese sentido que lo llamamos "hebraizante".

Este Evangelio es evangelizador, esto es, tiene un amplio propósito misionero. Mateo deja muy en claro que este Mesías de la profecía está relacionado con todo el mundo. En su genealogía se mencionan no solamente una buena cantidad de descendientes de Abraham, sino también "extranjeras" como Tamar, Rahab y Rut (1:3, 5). Los magos vinieron del oriente a adorar al niño y a ofrecerle presentes (cap. 2). Que el evangelio de la salvación plena y gratuito alcanza aun a los que están fuera de las fronteras de Israel es evidente por las palabras de Cristo: "Muchos, os digo, vendrán del este y del oeste y se reclinarán a la mesa con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos pero los hijos del reino serán echados fuera a las tinieblas más distantes" (8:11, 12). Es el mismo Cristo que sanó al siervo del centurión (8:5–13), elogió la fe de la mujer cananea y sanó a su hija (15:21–28). Él es quien dijo: "El reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos" (21:43). También dijo: "… invitad a cuantos encontréis a las bodas … Y el salón de bodas se llenó de invitados" (22:9, 10). Lo que quizás sea el mandamiento de carácter más universal se encuentra en el capítulo final: "Por tanto, id y hacer discípulos de todas las naciones" (28:19–20).

Se podría hacer la pregunta: "Pero, ¿cómo es posible que el mismo evangelista—o que Cristo, el evangelio (las buenas nuevas de salvación), o el Evangelio (el libro de Mateo)—sea al mismo tiempo hebraizante y evangelizador?" La respuesta se encuentra en pasajes tales como Hch. 13:46 y Ro. 1:16.

Después del Gólgota, con un vislumbre anticipado aun durante el período inmediatamente precedente, hay una raza escogida, que está formada por todos los que están "en Cristo", sin importar cuál sea su raza o nacionalidad. Las distinciones marcadas que caracterizaban la era del Antiguo Testamento se desvanecieron completamente (Ro. 10:12; 1 Co. 7:19; Gá. 3:9, 28, 29; Ef. 2:14, 18; Col. 3:11; 1 P. 2:9; Ap. 7:9; 22:17).

PARÁBOLAS PECULIARES A MATEO:

Ø  La cizaña (13:24–30, 36–43)

Ø  El tesoro escondido (13:44)

Ø  La perla de gran precio (13:45, 46)

Ø  La red (13:47–50)

Ø  El siervo sin misericordia (18:23–35)

Ø  Los obreros de la viña (20:1–16)

Ø  Los dos hijos (21:28–32)

Ø  La fiesta de bodas del hijo del rey (o la boda del hijo del rey, la fiesta de bodas, la boda real, 22:1–14)

Ø  Las cinco vírgenes prudentes y las cinco insensatas (25:1–13)

Ø  Los talentos (25:14–30)

 

BIBLIOGRAFÍA:

Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997). Comentario bı́blico mundo hispano Mateo (1. ed.) (36). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

Carson, D.A. ; France, R.T. ; Motyer, J.A. ; Wenham, G.J.: Nuevo Comentario Bı́blico : Siglo Veintiuno. electronic ed. Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 2000.

Hendriksen, W. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo (89). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Sociedades Bíblicas Unidas: Reina Valera 1995—Edición De Estudio. Sociedades Bíblicas Unidas, 1995

 

 



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