Epístola del Apóstol Pablo a los Gálatas
El hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo.
(Gl 2.16)
Introducción
"La epístola a los Gálatas es mi epístola. Es como si estuviera unido en matrimonio con ella. Es mi Catalina". Así hablaba Lutero, quien consideró a Gálatas el mejor de los libros de la Biblia. Esta carta ha sido llamada "El grito de guerra de la Reforma", "la gran carta de la libertad religiosa", "la declaración cristiana de la independencia", etc.
El ritualismo religioso que trata de conformarse a la ley de Moisés—esta era la trampa en la que estaban cayendo los gálatas del tiempo de Pablo:
Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas.» 3:10;
Ciertamente, yo, Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la Ley. De Cristo os desligasteis, los que por la Ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5:2–4.
1. ¿QUIÉN?
Pablo, apóstol (no por disposición de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo.
2. ¿A QUIÉN?
a las iglesias de Galacia.
A los gálatas, Galacia probablemente staba ubicada en lo que hoy es Turquía. En este caso Pablo escribe a las iglesias que fundó en Antioquía de Pisidia, Iconio y Derbe, durante su primer viaje misionero.
3. ¿CUÁNDO Y DÓNDE?
Algunos aceptan como la fecha correcta una que esté al final del primer viaje misionero (cerca de 50 d. C.), y como el lugar de su composición: Antioquía.
Es posible, entonces, que Gálatas sea la más antigua carta de Pablo que haya sido preservada, o sea la primera
4. .¿POR QUÉ?
Pablo estaba muy preocupado porque unos visitantes le habían dicho a la iglesia gálata que él no era un verdadero apóstol y, peor todavía, habían dado una versión diferente del evangelio.
Estos maestros obstinados en el error habían dicho a los gálatas que, además de depositar su confianza en Jesús, debían observar la Ley, como lo requería la alianza judía. Como signo de su sujeción, era preciso circuncidarse. Sin embargo, nadie excepto Jesús ha pasado toda la vida sin infringir la ley mosaica.
Brevemente, entonces, la ocasión que impulsó a Pablo a escribir esta carta fue la siniestra y, hasta cierto punto, exitosa influencia que estaban ejerciendo estos judaizantes alborotadores sobre las iglesias de Galacia del sur.
5. ¿PARA QUÉ?
Objetivo de la carta.
El propósito de la carta era neutralizar este peligroso error por medio de enfatizar nuevamente el glorioso evangelio de la gracia de Dios en Cristo Jesús: la justificación por la sola fe sin obras de la ley. Pero también escribía para exhortar a los destinatarios a que adornasen y demostrasen el genuino carácter de su fe por medio de una vida en la que abunde el fruto del Espíritu.
6. ¿QUÉ?
Pablo repite que Dios acepta a una persona que pone su fe—su confianza—en Jesús. Eso es lo único que necesita:
Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición … por la Ley nadie se justifica ante Dios … Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros. (Gl 3.10–13)
Pablo también les dice a estos cristianos gentiles que, mediante la fe, ellos son ahora tan hijos de Abraham como lo eran los judíos. En otras palabras, ahora son parte del pueblo de la alianza divina:
Así Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que tienen fe, estos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: «En ti serán benditas todas las naciones.» De modo que los que tienen fe son bendecidos con el creyente Abraham. (Gl 3.6–9).
La lucha incesante por observar la Ley no solo es innecesaria sino que sofoca la libertad de que debieran disfrutar los cristianos:
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. (Gl 5.1)
Los cristianos han de llevar un nuevo tipo de vida que complazca a Dios, pero no por sus propios esfuerzos. Así como ahora recibían nueva vida en Jesús mediante el poder del Espíritu Santo, así el Espíritu les ayudaría a producir las cualidades de «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza».
PUNTOS PRINCIPALES
ü Autoridad de Pablo como apóstol 1–2
ü La Ley condena; la fe salva 3–4
ü Libertad y responsabilidad 5–6
7. ¿CÓMO?
Tenemos aquí una carta escrita a toda velocidad y con sumo acaloramiento. Pablo está desesperadamente inquieto respecto a los nuevos cristianos en Galacia. Teme que los hayan descarriado las ideas erróneas que les han puesto en la cabeza los predicadores visitantes. Les dice con franqueza:
Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.(1.6–7).
¡Gálatas insensatos!, ¿quién os fascinó …? (3.1)
¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿ahora vais a acabar por la carne? (3.3).
¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo por deciros la verdad? (4.16).
¡Ojalá se mutilaran los que os perturban! (5. 12).
Pablo les había explicado con toda claridad el evangelio, y en la carta les repite lo medular:
El hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo. (Gl 2.16)
Aplicación
¿Qué entendieron los primeros receptores de la carta?
¿Cuál es el mensaje de la carta para los receptores de hoy?
Justificación por medio de la fe.
sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la Ley nadie será justificado. (2.16).
Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas.» Y que por la Ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque «el justo por la fe vivirá». Pero la Ley no procede de la fe, sino que dice: «El que haga estas cosas vivirá por ellas.» (3.10–12).
Este es el tema que tienen que tienen en común Gálatas y Romanos, y el cual tanto fascinó a los reformadores de la edad media.
¡Ni legalismo, ni libertinaje!
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud (5:1).
A todos los que estén dispuestos a creer en la Palabra de Dios Gálatas muestra el camino hacia la libertad verdadera. Esa libertad genuina no es ni el legalismo ni el libertinaje. Es la libertad de ser "esclavo de Cristo". Consiste en rendirse uno mismo a Jesucristo para salvación. Esta libertad se encuentra cuando uno está dispuesto a dejar todo intento de salvarse a sí mismo, y aceptar a Cristo Jesús como su Salvador y Señor, gloriándose solamente en su cruz:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (2: 20)
Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo, porque, en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino la nueva criatura. (6.14–15)
Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros (pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero») (3:13).
Para todos aquellos que por la gracia soberana de Dios han sido llevados a hacer esto, (rendirse a Cristo) la ley deja de ser para siempre el medio de lograr la felicidad o el boleto al cielo cuando llega la muerte. Guiados por el Espíritu de Cristo, los redimidos, en agradecimiento por la salvación que recibieron como una dádiva, comienzan a adornar sus vidas con "el fruto del espíritu: amor, gozo, paz, longanimidad, bondad, benignidad, fidelidad, humildad y dominio propio" (5:22, 23).
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y así jamás satisfaréis los malos deseos de la carne. (RVA 5.16).
Esta última afirmación merece ser enfatizada. En los días de Pablo, ni el legalismo ni el libertinaje estaban conquistando victorias reales y finales. Era precisamente el evangelio de la libertad en y por medio de Cristo que salía conquistando y para conquistar.
Si Pablo se hubiera rendido al legalismo, el cristianismo se habría conocido tan sólo como una forma de judaísmo modificado, y jamás podría haber conquistado el mundo en ningún sentido. Los gentiles lo hubieran rechazado.
Si Pablo se hubiera comprometido con el libertinaje, siguiendo el ejemplo de aquellos que habían adoptado el lema, "Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde" (Ro. 6:1), o como se le tildaba injustamente que él decía, ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): «Hagamos males para que vengan bienes»? (Ro 3.8), los corazones de los que estaban destinados a la vida eterna jamás hubieran estado satisfechos:
Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. (5.13).
Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (5.19–21).
Tarde o temprano se habría descubierto la falsedad de la "nueva religión". Pero debido a que Pablo no sucumbió a ninguno de ellos, sino que proclamó las riquezas de la gracia perdonadora y transformadora de Dios, el cristianismo llegó a ser la más grande de las fuerzas espirituales en el mundo entero, el estilo de vida destinada a invadir los corazones de todos aquellos que fueron escogidos por Dios desde la eternidad "de todo linaje y lengua y pueblo y nación" (Ap. 5:9).
Esa sigue siendo entonces la pregunta sobre la que hay que tomar una decisión: ¿el legalismo, el libertinaje, o la verdadera libertad?
Ese es el problema hoy día también.
Bibliografía
Batchelor, M. (2000). Abramos la Biblia. Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
Hendriksen, W. (2005). Comentario al Nuevo Testamento: Gálatas (11–12). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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