| 14. Predicación en nuestro culto dominical, Noviembre 18 y 25/2012. COMENTARIOS A HEBREOS (Continuación 13). Heb.2:9-13, "Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los Ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio." Este es un pasaje de significado muy profundo: Jesús, Dios manifestado en carne se identificó con el hombre para redimirlo. Esta "identificación" es la manifestación suprema de la gracia divina. Si el hombre iba a alcanzar su destino glorioso, necesariamente, ¡esto solo podía ser cumplido por un hombre! Pero, ¿quién, de los hombres?, si todos habían pecado y eran culpables. La demanda de la justicia divina era que el hombre fuera ejecutado conforme a la sentencia por la pena de su pecado, y esa penalidad era la muerte, "Porque la paga del pecado es muerte..." (Rom. 6:23.) Ahora bien; sin excepción, todo hombre estaba imposibilitado para pagar por la culpa de otro; los recursos del hombre fueron agotados totalmente y ninguno fue suficiente para pagar. Sin embargo, si el hombre debía alcanzar tal meta tan elevada, señalada para él en el Plan de Dios, esto tenía que ser realizado por un hombre. Entonces, vemos a Jesús –Quien es el Santo- "que fue hecho un poco menor que los ángeles", ("tomando la forma de siervo –hombre", Filip.2:7), "... a causa del padecimiento de la muerte..." (pagando por los pecados del hombre), vs.9. Jesús, Quien no tenía pecado, pagó nuestra deuda y alcanzó así el ideal del destino del hombre. Según el vs.8, no vemos que todas las cosas estén sujetas al hombre en un dominio bien ordenado y tranquilo, pero en cambio, vemos "a Jesús", Quien "fue hecho un poco menor que los ángeles" –por un poco de tiempo- "para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos" –"hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filip.2:7-8)- y lo vemos "coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte" –"Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo" (Filip.2:9-10.) Solo Dios podía salvar al hombre, porque solo Él fue y será siempre sin pecado. Pero Dios es Espíritu Eterno, y por tanto no podía morir. ¿Cómo podía salvarnos? ¡Le fue necesario a Dios, Espíritu Inmortal, asumir la humanidad para así identificarse con la raza pecadora; y "en los días de su carne" (Heb.5:7), Él mismo nos reconcilió "en su cuerpo de carne, por medio de la muerte" (Col.1:22); y "aboliendo en su carne las enemistades" (Ef.2:15) –porque "Dios fue manifestado en carne" (1ªTim. 3:16) y debe confesarse que Jesucristo, Quien "ha venido en carne" (1ª Jn.4:2-3), "es el verdadero Dios y la vida eterna" (1ªJn.5:20)- Él, padeció "por nosotros en la carne" (1ªPed.4:1), "siendo a la verdad muerto en la carne" (1ªPed.3:18), y nos abrió un "camino nuevo y vivo... a través del velo, esto es, de su carne" (Heb.10:20), porque "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Heb.2:14-15.) ¡Él Se reveló en carne para "por el padecimiento de la muerte", redimirnos de la perdición eterna! En Su "forma de siervo, hecho semejante a los hombres... y hallado en la condición de hombre", Él murió por el hombre. El venir "en carne" fue el medio de rescatar al hombre caído. "Hallado en la condición de hombre" –Jesús (Dios) como hombre- vivió, fue muerto, y resucitó, proveyendo "tan grande salvación" para los hombres (léase Ap.1:10-18.) Como un hombre, Él alcanzó para el hombre el destino que el hombre había perdido. Pero, esto fue realizado por medio de "el padecimiento de la muerte", y con el propósito de "llevar muchos hijos a la gloria" (vs.10), porque así "convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas". Por eso que Él hizo a favor nuestro es que podemos ir asumiendo aquel elevado y santo estado: HIJOS PARA SU GLORIA, por medio de nuestro vivir cotidiano; y es por eso que Pablo dice en 2ªTim.2:11-12, que "Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él..." ¡Qué victoria y consolación tan grandes! Los vss.11-13, nos enseñan que Él nos hace partícipes de Su propio Ser, y no se avergüenza, por tanto, de llamarnos ¡Sus hermanos! ¡Es la perfección de una obra cumplida! ¡Es la exaltación que Dios mismo hace de Sus hijos! "... He aquí yo y los hijos que Dios me dio" (vs.13.) Esto es superior, y mucho, al razonamiento de la mente humana, mortal. ¡Ser hecho UNO con Dios! 1ª Cor.6:17, "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él." 2ªPed. 1:3-4, "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia". Y, todo esto corresponde a Su gran amor con que nos amó, el cual hace exclamar a Juan, "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado todo lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es." (1ªJn.3:2.) (Léase 1ªCor.15:33-58). ¡Somos los hermanos; somos los hijos; y eso, "en medio de la congregación"! ¡Que honor tan elevado! (Léase Heb.12:18-24.) Nos dice entonces, Heb.12:18-24, "Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocaba el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel." Hay aquí dos tipos de experiencias: de unas hemos sido guardados –"no os habéis acercado"-; es decir, no hemos tenido participación de: el monte que se podía tocar y que ardía, la oscuridad, las tinieblas y la tempestad, el sonido de la trompeta, la voz atronadora; pero las otras son las que nos competen: el monte de Sión, la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, la compañía de miles de ángeles, la congregación de los primogénitos inscritos en los cielos, Dios nuestro Juez, los espíritus de los santos, Jesús nuestro Mediador, la sangre mejor que la del justo Abel. ¡Esas son las experiencias de ser salvos por Cristo Jesús! Heb.2:14-18, "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados." Aquí se nos muestra el propósito de la manifestación en carne por parte de Dios, el cual es de forma múltiple y podemos puntualizarlo de la siguiente manera. 1) "Porque así convenía a Dios", se constituye en una expresión perfectamente compatible, o afín, con el corazón de Dios y Su pensamiento: vs.10, "Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten..." 2) Para manifestar la unión entre el que santifica y los que son santificados (vss.11-14.) Es así como Jesús oró, según Jn.17:21-23. 3) Para hacerse partícipe de las experiencias y aflicciones del hombre (vs.17, "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos...") 4) Para reunir alrededor de Él a la nueva familia espiritual (vss.12-13.) 5) Para poder morir por ellos (vs.14, "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.") 6) Para derrotar al diablo (vs.14, "... para destruir... al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.") ¡Este es un triunfo extraño: salir victorioso a través de Su propia muerte! En el desierto Jesús demostró Su fuerza, Su poder, contra las tentaciones del enemigo malo, pero eso fue solo el comienzo. La batalla decisiva se libró en el Calvario; pero contrariamente a lo que pudiera esperarse o pensarse, allí el Señor venció a Satanás dándose al dolor y a la muerte para satisfacer de ese modo la sentencia de la Ley y agotar el pecado por medio de Su muerte, que era la de todos y saldó "la paga del pecado". Eso desarmó al diablo, porque "el hombre fuerte" (según Luc.11:21-23), quedó derrotado por el "hombre más fuerte", quien entró en sus dominios, le arrebató la presa y le ató. ¡Ahora hay liberación del "temor de la muerte" por la muerte de Jesucristo en la cruz! 7) Para librar a los Suyos del temor de la muerte (vs.15, "y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.") Esta liberación es consecuencia lógica de la victoria de Jesús sobre el malo. Todo propósito humano es limitado y se cierra por el temor de la muerte, la cual pone fin a la vida humana aquí. Pero es mucho más grave el temor de la muerte espiritual, que es el estado de separación eterna de Dios. Los que se allegan a Jesús por fe en Su Nombre son librados de tan espantoso temor y pasan al ámbito de la vida eterna en Él. 8) Para socorrer a la descendencia de Abraham (vs.16.) 9) Para ser misericordioso y fiel sumo sacerdote (vss.17-18.) Aquí se subraya otra vez la identificación de Jesús con el hombre necesitado, derrotado y al borde del precipicio eterno, lleno de temores y sin esperanza: "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos..." Él escogió soberanamente asumir la humanidad para "ser en todo semejante a sus hermanos". De esta manera, Él realmente podía sufrir "tentación", habilitándose para "socorrer a los que son tentados", y "a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote" para toda la humanidad. Nuestro Dios participó de nuestra naturaleza y anduvo donde nosotros andamos para poder levantarnos a andar con Él. Porque Él llegó a ser "semejante a sus hermanos", nosotros podemos llegar a ser "semejantes a Él". Él participó de nuestra naturaleza para poder impartirnos la Suya. Es Su Voluntad que seamos "participantes de la naturaleza divina" (2ª Ped.1:4). Bendiciones. En Cristo Jesús, José de la Cruz Rios. Pastor. |
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