jueves, 28 de agosto de 2014
miércoles, 27 de agosto de 2014
martes, 26 de agosto de 2014
miércoles, 20 de agosto de 2014
el pastor
moneteismo
Understanding Israelite Monotheism
The Gods of the Old Testament
elohim | elim |
Deut 32:17; Pss 82:1; 86:8; 95:3; 96:4; 97:7, 9; 136.2; 138:1 | Exod 15:11; Psa 89:5–7 [Heb: vv. 6–8]; Psa 29:1 |
Deuteronomy 32:17 describes the gods (elohim) worshiping in disobedience as "demons" (shedim, low-ranking divine beings known in other ancient Near Eastern texts). They are not merely idols of wood and stone. Elsewhere in Deuteronomy, the writer describes these "other gods" (acherim elohim) as the heavenly host (Deut 17:3). And the same heavenly host terminology also is used in references to actual spirit beings assembled in Yahweh's presence (1 Kgs 22:19–23). Deuteronomy 4:19–20 and its explicit parallel, Deut 32:8–9, together demonstrate that the heavenly host terminology designates more than celestial objects:
Lest you lift up your eyes to heaven, and when you see the sun and the moon and the stars, all the host of heaven, you be drawn away and bow down to them and serve them, whom the Lord your God has allotted to all the peoples under the whole heaven. But the Lord has taken you and brought you out of the iron furnace, out of Egypt, to be a people of his own inheritance, as you are this day (Deut 4:19–20).
When the Most High gave to the nations their inheritance, when he divided mankind, he fixed the borders of the peoples according to the number of the sons of God. But the Lord's portion is his people, Jacob his allotted heritage (Deut 32:8–9).
"Denial Statements" in the Old Testament
You were shown these things so that you might know that the Lord, he is the God; besides him there is no other (Deut 4:35).
Know therefore this day, and lay it to your heart, that YHWH, he is the God in heaven above and on the earth beneath; there is no other (Deut 4:39).
See now that I, even I, am he, and there is no god beside me; I kill and I make alive; I wound and I heal; and there is none that can deliver out of my hand (Deut 32:39).
Israelite Monotheism
Michael S. Heiser
miércoles, 13 de agosto de 2014
martes, 12 de agosto de 2014
jueves, 7 de agosto de 2014
martes, 5 de agosto de 2014
Quitó la maldición!
Qué bueno un mensaje que tenga a Cristo como centro.
Quitó la maldición
Por Ron Schoolcraft, pastor de Columbus, Indiana, abril de 2002
Es asombroso observar cómo los hitos de la historia se pueden resumir en lo que podríamos llamar las "siete Cs" de la historia:
1. La Creación
2. La Caída (Corrupción / Maldición)
3. El Cataclismo (El diluvio de Noé)
4. La Confusión (de lenguas / Babel)
5. Cristo
6. La Cruz (La Iglesia)
7. La Consumación.
La maldición no hacía parte del orden que Dios creó en el principio. "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera". Pero Dios había advertido a Adán acerca de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal: "porque el día que de él comieres, ciertamente morirás". O, de forma más literal: "Porque te irás muriendo hasta extinguirte". En el momento en que Adán y Eva desobedecieron a Dios, ocasionaron la maldición de la muerte, el deterioro y la corrupción en el mundo: "Porque por cuanto la muerte entró por un hombre… Porque así como en Adán todos mueren". (1 Corintios 15.21-22).
La maldición ha operado ya por varios siglos sobre la tierra y sus habitantes. A decir verdad, toda la creación quedó bajo maldición al momento de la Caída: "Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora". (Romanos 8.22). Sin embargo, observando las señales de los tiempos, podemos concluir que el fin está cerca. La maldición, inexorablemente,[1] está llegando a su fin.
Paradójicamente, la ciencia, que no quiere tener nada qué ver con ningún precepto bíblico, ha confirmado, sin proponérselo, la maldición y sus efectos como un hecho científico establecido y comprobado. La ciencia identifica este principio básico de deterioro como la Segunda Ley de la Termodinámica. La Creación, desde la maldición, ha estado sometida a esta ley que enuncia un proceso universal de deterioro y muerte. Esta Segunda Ley de la Termodinámica expresa la tendencia universal de todos los sistemas y procesos hacia el deterioro, siendo cada vez menos predecibles y más desordenados: lo nuevo se va desgastando, lo joven se va envejeciendo y lo vivo muere. El apóstol Pablo escribió acerca de esta tendencia: "La creación[2] misma será libertada de la esclavitud de corrupción (deterioro), a la libertad gloriosa de los hijos de Dios". (Romanos 8.21). ¡La liberación completa de la maldición o, lo que es lo mismo, de "la esclavitud de corrupción" está a las puertas!
La maldición recayó en primer lugar sobre la serpiente: "Maldita serás más que todos los animales… sobre tu vientre andarás, y polvo comerás". (Génesis 3.14). La maldición también abarcó al resto de animales: "Todos los animales, y… todas las bestias del campo".[3] (Génesis 3.14). Dios también maldijo el suelo: "Maldita será la tierra por tu causa". (Génesis 3.17). Adam y Eva (la humanidad) fueron maldecidos: "Pues polvo eres, y al polvo volverás". (Génesis 3.15-19).
Henry Morris, en la "Biblia de estudio del Defensor" menciona cuatro aspectos de la maldición de Adán:
1. Dolor emocional. "Con penosos trabajos comerás de ella". (Génesis 3.17).
2. Dolor físico. Representado por "Espinos y cardos te producirá". (Génesis 3.18).
3. Sudor (lágrimas). "Con el sudor de tu rostro". (Génesis 3.19). Debido al trabajo duro.
4. Muerte. Expectativa de muerte física. "Al polvo volverás". (Génesis 3.19).
Ciertamente, es más que simple coincidencia que Jesucristo, el "último Adán", padeció en los mismos cuatro aspectos para redimirnos de la maldición:
1. Él fue "varón de dolores, experimentado en quebrantos". (Isaías 53.3).
2. Él soportó intenso dolor por las espinas: "y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas". (Mateo 27.29).
3. "Su sudor como grandes gotas de sangre". (Lucas 22.44) y él "habiendo ofrecido oraciones… con gran clamor y lágrimas".[4] (Hebreos 5.7).
4. Salmos 22.15-16 es una profecía de sus sufrimientos y de su muerte: "Me has puesto en el polvo de la muerte… horadaron mis manos y mis pies".
Además, Cristo, por la gracia de Dios, experimentó "la muerte por todos". (Hebreos 2.9). Y mediante su muerte destruyó "al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre[5]". (Hebreos 2.14-15). ¡Gracias a Jesucristo, algún día glorioso "ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor". (Apocalipsis 21.4)! Todos los aspectos de la maldición serán abolidos. Es más, en la consumación de todas las cosas "no habrá más maldición". (Apocalipsis 22.3). La maldición, que ha reinado desde la Caída hasta la Consumación, finalmente, no será más".
El mismo Dios que anduvo solo en el huerto del Edén buscando a los suyos; y que se arrodilló solo en el huerto de Getsemaní orando por los suyos; fue sepultado solo en una tumba, que estaba en un huerto, después de morir por los suyos. Como está escrito: "risto nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero". (Gálatas 3.13. Véase también Deuteronomio 21.22-23).
Él llevó la maldición por nosotros, tanto la maldición Adámica como la maldición de Moisés. Gracias sean dadas a Dios, quien por la muerte, sepultura y por la resurrección victoriosa de Jesucristo destruyó la maldición de la muerte. "Y no habrá más maldición". (Apocalipsis 22.3).