martes, 28 de agosto de 2018
Las charlas de ahora
Lancelot Adonay Rojas Bryan
SU PROPIA SANGRE
lunes, 27 de agosto de 2018
USTED DECIDE
Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana, Baltimore, MD. Lunes 27 de Agosto de 2018.
USTED DECIDE
Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. (Hechos 20.24 RV95).
Mi satisfacción, haberles anunciado el amor de Dios.
En la emotiva despedida de Pablo en Mileto podemos apreciar el grado de entrega que él tenía a la causa del evangelio. Había sido advertido por el Espíritu Santo sobre las cosas que le esperaban en la ciudad de Jerusalén, pero Pablo estaba dispuesto a ceder su libertad y, si fuera necesario, su propia vida por la causa de Cristo y su abnegado servicio a Él. En un buen ejemplo del uso del libre albedrío, esa era su decisión. Preservar su propia vida no era un motivo al cual Pablo diera la mayor importancia; su prioridad, su preocupación principal, era terminar bien su carrera, predicando en el poder del Espíritu las buenas nuevas del evangelio a los que más pudiera. La vida o la muerte física no era lo que importaba; lo más importante, como le dijo a otra iglesia, era que Cristo fuera glorificado en su cuerpo, ya sea por vida o por muerte.
¡Que tengas un excelente día!
¡Gracia y Paz!
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
7869853401
8301 Liberty Rd,
Windsor Mill, MD 21244
Miércoles 7 PM
Domingos 8 AM
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domingo, 26 de agosto de 2018
DISCRIMINACIÓN
sábado, 25 de agosto de 2018
¡SÍ, LE AMO!
viernes, 24 de agosto de 2018
YO SOY JESÚS
miércoles, 22 de agosto de 2018
Otros puntos de vista respecto al Bautismo
El rito iniciático de la iglesia: el bautismo
Objetivos del capítulo
Después de estudiar este capítulo, debería ser capaz de:
• Citar y describir las tres teorías básicas del bautismo: medio de gracia salvadora, signo y sello del pacto y símbolo de la salvación.
• Identificar y articular con claridad el significado del bautismo para el creyente individual.
• Identificar y explicar los sujetos del bautismo.
• Evaluar el modo adecuado de bautizar.
Resumen del capítulo
Como todas las iglesias cristianas practican el rito del bautismo, el bautismo juega un papel importante en la vida de la iglesia. Los diferentes grupos cristianos mantienen tres teorías básicas. El primer grupo sostiene que la salvación llega a través del bautismo. El segundo considera el bautismo una señal del pacto que Dios hizo con Abraham. La posición del tercer grupo es que el bautismo es un símbolo de la salvación. Para resolver estos temas, es importante considerar el significado del bautismo, los sujetos del bautismo y el modo del bautismo.
Cuestiones de estudio
1. ¿En qué se diferencian las posiciones católica y luterana? ¿Qué significa ex opera operato?
2. ¿Cómo describiría la interpretación presbiteriana y reformada del bautismo? ¿Qué relación ven estos teólogos entre el bautismo y la circuncisión?
3. ¿Cómo se diferencia la tercera posición, considerar el bautismo como un símbolo de la salvación, de las otras dos?
4. ¿Cómo puede ayudarnos Romanos 6:1–11 a interpretar correctamente el significado del bautismo?
5. ¿Quiénes son los receptores legítimos del bautismo?
6. ¿Cómo se llegaría a una comprensión adecuada del modo del bautismo?
Las teorías básicas del bautismo
Bautismo como medio de gracia salvadora
Bautismo como signo y sello del pacto
Bautismo como símbolo de salvación
Resolviendo problemas
El significado del bautismo
Los sujetos del bautismo
El modo del bautismo
Prácticamente todas las iglesias cristianas practican el rito del bautismo. Lo hacen en gran parte porque Jesús en su comisión final ordenó a los apóstoles y a la iglesia: "id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt. 28:19). Casi se está de acuerdo universalmente en que el bautismo está de alguna manera conectado con el inicio de la vida cristiana, con nuestra iniciación en la iglesia universal e invisible así como en la iglesia local y visible. No obstante hay bastante desacuerdo en lo que se refiere al bautismo.
Hay tres cuestiones básicas sobre el bautismo que los cristianos han debatido: (1) ¿Qué significa el bautismo? ¿Qué consigue realmente? (2)¿Quiénes son los sujetos apropiados para el bautismo? ¿Tiene que restringirse a aquellos que son capaces de ejercer una fe consciente en Jesucristo, o se puede administrar a niños o incluso a bebés; y si es así sobre qué base? (3) ¿Cuál es el modo adecuado de bautizar? ¿Se debe hacer introduciendo a la persona en el agua (inmersión), o son otros métodos (verter, rociar) aceptables? Estas cuestiones se han colocado en orden decreciente de importancia, ya que nuestras conclusiones sobre el significado y valor del acto de bautizar ayudarán de determinar nuestras conclusiones sobre los demás temas.
Las teorías básicas del bautismo
Bautismo como medio de gracia salvadora
En el fondo de estos temas hay varios modos básicos en los que los cristianos interpretan el bautismo. Algunos grupos creen que el acto de bautizar con agua realmente aporta gracia a la persona bautizada. Esta es la doctrina de la regeneración bautismal: el bautismo produce una transformación, haciendo que la persona pase de la muerte espiritual a la vida. La forma más extrema de esta teoría la encontramos en el catolicismo tradicional. Sin embargo, nos centraremos en una posición luterana clásica que comparte muchas características con el catolicismo.
El bautismo, según los sacramentalistas, es un medio a través del cual Dios imparte la gracia salvadora; trae como resultado el perdón de los pecados. Ya sea despertando o fortaleciendo la fe, el bautismo produce el lavamiento de la regeneración. Según la forma de pensar luterana, el sacramento es ineficaz a menos que la fe ya esté presente. A este respecto, la posición luterana difiere de la católica, que mantiene que el bautismo confiere la gracia ex opera operato, o sea, que el sacramento actúa por sí mismo. El punto de vista luterano, en otras palabras, resalta que la fe es un requisito previo, mientras que el punto de vista católico enfatiza que el sacramento es autosuficiente. Se debería hacer hincapié en que el sacramento no es una infusión física de una sustancia espiritual dentro del alma de la persona bautizada.
A menudo se hace una comparación entre el sacramento del bautismo y la predicación de la Palabra. Predicar despierta la fe introduciéndose por el oído para tocar el corazón. El bautismo, por su parte, llega al corazón a través de los ojos.
El sacramento es Dios actuando, no una obra que la persona bautizada ofrece a Dios. Tampoco es una obra en la que el ministro o el párroco vierte cierta forma de gracia sobre la persona bautizada. Más bien, el bautismo es la obra del Espíritu Santo iniciando a la gente en la iglesia: "Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo, porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu" (1 Co. 12:13).
Romanos 6:1–11 es crucial para el punto de vista sacramentalista del bautismo. En su interpretación de este pasaje el bautismo no es simplemente una imagen de nuestra unión con Cristo en su muerte y resurrección, sino que el bautismo realmente nos une con Cristo. Cuando Pablo dice: "todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte" (v. 3), quiere decir que el bautismo nos une con la muerte de Cristo y su resurrección (v. 5).
Además de estar unido objetivamente a Cristo de una vez y para siempre con el bautismo, el sacramento también tiene un efecto subjetivo en el creyente. Este efecto durará a lo largo de toda su vida, aunque el bautismo sólo se administre una vez. A los creyentes a menudo se les recordará este hecho. En realidad, esto es lo que se hace Pablo en Romanos 6:3–5 y en Gálatas 3:26–27. El saber que uno ha sido bautizado y que por tanto está unido a Cristo en su muerte y resurrección será una fuente constante de ánimo e inspiración para el creyente.
Los sujetos del bautismo, para el luteranismo, entran dentro de dos grupos generales. Primero, están los adultos que han llegado a la fe en Cristo. Ejemplos explícitos los encontramos en Hechos 2:41 y 8:36–38. Segundo, los niños y los bebés también eran bautizados en los tiempos del Nuevo Testamento. Evidencias se ven en el hecho de que los niños son traídos ante Jesús para que los toque (Mr. 10:13–16). Además, leemos en Hechos que casas enteras fueron salvadas (Hch. 11:14 [ver 10:48]; 16:15, 31–34; 18:8). Es razonable suponer que la mayoría de estas casas no estaban compuestas por personas adultas exclusivamente. Los niños forman parte del pueblo de Dios, de igual manera que sin duda formaban parte de la nación de Israel en el Antiguo Testamento.
Que los niños fueran bautizados en el Nuevo Testamento es el precedente para que sean bautizados hoy en día. Es más, el bautismo de los niños es necesario. Porque todas las personas han nacido en este mundo con el pecado original, lo cual es razón suficiente para estar condenados. La mancha de este pecado debe ser eliminada. Como los niños no son capaces de ejercer por sí mismos la fe necesaria para la regeneración, es esencial que reciban la limpieza que trae el bautismo.
En la teología católico romana, los infantes no bautizados que mueren no pueden entrar en el cielo. Son enviados a un lugar llamado limbus infantium. Allí no sufren las penas y privaciones del infierno, pero tampoco disfrutan de los beneficios y las bendiciones del cielo. La teología luterana, por su parte, no está muy segura de la posición de los niños no bautizados. Existe una posibilidad de que Dios tenga un medio, que no nos ha sido revelado completamente, de proporcionar fe a los niños no bautizados de los cristianos. Se nos recuerda que en el Antiguo Testamento las niñas, aunque no eran circuncidadas, de alguna manera podían disfrutar de los beneficios del pacto. Sin embargo, no hay una propuesta similar para los hijos de los no creyentes. Ni existe dogmatismo sobre ninguna de estas materias, ya que no nos han sido reveladas, pero están entre las cosas inescrutables de Dios.7 Hay, según observan los luteranos, una larga práctica de bautismo de niños, que se puede verificar en fuentes extrabíblicas al menos desde el segundo siglo después de Cristo. Por lo tanto hay un buen precedente para esta práctica. Como no conocemos los detalles de cómo actúa Dios con los niños e infantes no bautizados, es aconsejable que los cristianos bauticen a sus hijos
Los teólogos luteranos son conscientes de que se les ha acusado de que hay incoherencia entre su práctica del bautismo de niños y su insistencia en la justificación sólo por la fe. Normalmente tratan este dilema aparente de dos maneras. Una es sugerir que los niños que son bautizados pueden poseer una fe inconsciente. La fe, mantienen, no necesariamente requiere poder de razonamiento o conciencia. Lutero observó que la fe no cesa cuando uno está dormido, preocupado o realizando un trabajo que exige mucho esfuerzo. Jesús enseña que los niños pueden tener una fe implícita. Evidencias las encontramos en Mateo 18:6 ("alguno de estos pequeños que creen en mí"); 19:14; Marcos 10:14 y Lucas 18:16–17. Otra prueba es la profecía de que Juan el Bautista "será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre" (Lc. 1:15). Finalmente tenemos las palabras de Juan: "Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre" (1 Jn. 2:13). La otra manera de tratar la aparente incoherencia es mantener que es la fe de los padres la que está presente cuando el niño es bautizado. Incluso algunos dirían que la iglesia ejerce la fe en nombre del niño. El bautismo de niños, por lo tanto, se apoya en una fe vicaria.
En el catolicismo romano este dilema no se presenta. Porque de acuerdo con la doctrina católica, el bautismo tiene efecto ex opere operato. La fe realmente no es necesaria. El único requisito es que alguien presente al niño y que el sacerdote administre el sacramento adecuadamente.
Desde el punto de vista luterano el modo del bautismo no tiene gran importancia. Por supuesto tiene que haber agua, pero es el único factor importante. En realidad, el significado principal de la palabra βαπτίζω (baptizō) es "sumergir," pero tiene otros significados. En consecuencia, no estamos seguros de qué métodos se utilizaban en los tiempos bíblicos, o si incluso había o no un único método. Como no hay un simbolismo esencial indispensable en el modo, el bautismo no está atado a una forma concreta.
Bautismo como signo y sello del pacto
La posición mantenida por los teólogos tradicionales reformados y los presbiterianos va muy unida al concepto del pacto. Consideran que los sacramentos, de los cuales el bautismo es uno, son signo y sellos de la gracia de Dios. Los sacramentos no son medios de gracia ex opere operato o en virtud de algún contenido del rito mismo. Más bien, como dice la Confesión Bélgica, son: "signos visibles y sellos de algo interno e invisible, por medio de los cuales Dios obra en nosotros por el poder del Espíritu Santo." En particular, son signos y sellos de que Dios está cumpliendo el pacto que estableció con la raza humana. Al igual que la circuncisión en el Antiguo Testamento, el bautismo nos asegura las promesas de Dios.
La importancia del sacramento del bautismo no es tan clara para los reformados y los presbiterianos como para los sacramentalistas. El pacto, la promesa de gracia de Dios, es la base, la fuente de la justificación y la salvación; el bautismo es el acto de fe mediante el cual entramos a participar de este pacto y por tanto experimentamos sus beneficios. El acto del bautismo es a la vez el medio de iniciación al pacto y el signo de la salvación. Charles Hodge lo dijo de esta manera: "Dios por su parte, promete garantizar los beneficios representados en el bautismo a todos los adultos que reciben el sacramento en el ejercicio de la fe, y a todos los niños que, cuando lleguen a la madurez, se mantengan fieles a los votos que se hicieron en su nombre cuando fueron bautizados." En el caso de los adultos, estos beneficios son absolutos, mientras que la salvación de los niños está condicionada a la continuación futura de los votos hechos.
Los sujetos en el bautismo son en muchos aspectos los mismos que en el punto de vista sacramentalista. Por una parte, todos los adultos que creen han de ser bautizados. Ejemplos de las Escrituras son aquellos que respondieron a la invitación de Pedro en Pentecostés, creyeron y fueron bautizados (Hch. 2:41) y el carcelero de Filipos (Hch. 16:31–33). Por otra parte, los niños de padres creyentes también han de ser bautizados. Aunque el bautismo de niños no se ordena de forma explícita en las Escrituras, no obstante se enseña de forma implícita. Dios hizo un pacto espiritual con Abraham y su descendencia (Gn. 17:7). Este pacto ha continuado hasta nuestros días. En el Antiguo Testamento siempre se hace referencia a él en singular (por ejemplo, Éx. 2:24; Lv. 26:42). Sólo existe un mediador del pacto (Hch. 4:12; 10:43). Los convertidos del Nuevo Testamento participan o son herederos del pacto (Hch. 2:39; Ro. 4:13–18; Gá. 3:13–18; He. 6:13–18). Por tanto, la situación de los creyentes tanto en el Nuevo Testamento como hoy en día hay que entenderla según los términos del pacto hecho con Abraham.
Como el pacto del Antiguo Testamento se mantiene vigente, sus provisiones se mantienen. Si los niños estaban incluidos en el pacto en aquel entonces, lo siguen estando hoy. Ya hemos observado que el pacto no era sólo para Abraham, también era para sus descendientes. También es importante el carácter universal del concepto que el Antiguo Testamento tiene de Israel. Los niños estaban presentes cuando se renovó el pacto (Dt. 29:10–13). Josué leyó los escritos de Moisés ante todos los presentes: "delante de toda la congregación de Israel, de las mujeres, los niños" (Js. 8:35). Cuando el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel y expresó la promesa del Señor para todo Israel los niños estaban presentes (2 Crón. 20:13). Toda la congregación, incluso los niños que todavía mamaban (Jl. 2:16), escucharon la promesa de Joel de que se derramaría el Espíritu sobre los hijos y las hijas (v. 28).
Ahora se produce un paso clave en el argumento: al igual que la circuncisión era el signo del pacto del Antiguo Testamento, el bautismo lo es en el Nuevo Testamento. Está claro que la circuncisión ha sido dejada de lado, ya no es satisfactoria (Hch. 15:1–2; 21:21; Gá. 2:3–5; 5:2–6; 6:12–13; 15). El bautismo ha sustituido a la circuncisión como rito iniciático en el pacto. Fue Cristo el que hizo esta sustitución. Ordenó a sus discípulos que evangelizaran y bautizaran (Mt. 28:19). Al igual que los prosélitos convertidos al judaísmo debían ser circuncidados, los convertidos al cristianismo tienen que ser bautizados. Es su marca de entrada al pacto. Los dos ritos tienen claramente el mismo significado. Que la circuncisión indicaba que se trataba de cortar con el pecado y cambiar el corazón se puede ver en las numerosas referencias del Antiguo Testamento a la circuncisión del corazón, o sea, la circuncisión espiritual en contraposición con la circuncisión física (Dt. 10:16; 30:6; Jer. 4:4; 9:25–26; Ez. 44:7, 9). El bautismo es representado de forma similar como un lavamiento de pecados. En Hechos 2:38 Pedro instruye a sus oyentes: "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados." En 1 Pedro 3:21 escribe: "El bautismo… ahora nos salva." Pablo hace referencia al "por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo" (Tit. 3:5), y también vincula el bautismo con el avivamiento espiritual (Ro. 6:4). Una evidencia concluyente de que se está suplantando la circuncisión con el bautismo la encontramos en Colosenses 2:11–12: "En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por mano de hombre, sino por la circuncisión de Cristo, en la cual sois despojados de vuestra naturaleza pecaminosa. Con él fuisteis sepultados en el bautismo, y en él fuisteis también resucitados por la fe en el poder de Dios que lo levantó de los muertos."
Es necesario hacer dos observaciones adicionales. Primera, los que sostienen que el bautismo es esencialmente un signo y sello del pacto afirman que no es legítimo imponer a un niño las obligaciones que incumben a un adulto. Segunda, resaltan el aspecto objetivo del sacramento. Lo que realmente importa no es la reacción subjetiva, sino nuestra iniciación objetiva dentro del pacto con su promesa de salvación.
Según el enfoque reformado y presbiteriano del bautismo, el modo tiene una consideración de relativamente poca importancia. El verbo βαπτίζω es ambiguo. Lo que era importante en los tiempos del Nuevo Testamento era el hecho y las consecuencias del bautismo, no la manera en que era administrado.
Existen indicaciones de que el medio utilizado en los tiempos del Nuevo Testamento no fue, en realidad, no podría haber sido, exclusivamente la inmersión. Por ejemplo, ¿Juan habría sido capaz físicamente de sumergir a todos los que vinieron a él? ¿El carcelero de Filipos dejó su puesto en la prisión para ir donde hubiera agua suficiente para la inmersión? ¿Se trajo agua a casa de Cornelio en cantidad suficiente para realizar la inmersión? Cuando se bautizó a Pablo, ¿abandonó el lugar donde Ananías lo encontró? Estas preguntas sugieren que la inmersión puede que no haya sido practicada en todos los casos.
Es más, la inmersión no es necesaria para conservar el simbolismo del bautismo. El rito del bautismo no ejemplifica principalmente la muerte y la resurrección, sino con la purificación. Cualquiera de los diferentes medios de ablución del Antiguo Testamento - sumergir, verter, rociar - representarán la purificación. Son los διαφόροις βαπτισμοῖς (diaphorois baptismois) a los que se hace referencia en Hebreos 9:10. Según estas consideraciones, podemos usar cualquier medio que sea apropiado y que esté a nuestra disposición.
Bautismo como símbolo de salvación
La tercera teoría que examinaremos considera el bautismo como un símbolo, una demostración externa o indicación del cambio interno que se ha producido en el creyente. Sirve como testimonio público de nuestra fe en Jesucristo. Es un rito iniciático: somos bautizados en el nombre de Cristo.21
Cristo ordenó el acto del bautismo (Mt. 28:19–20). Como fue instituido por él, se entiende que es más una ordenanza que un sacramento. No produce ningún cambio espiritual en el bautizado. Continuamos practicando el bautismo simplemente porque Cristo lo ordenó y porque sirve como forma de proclamación. Confirma el hecho de nuestra propia salvación para nosotros mismos y la afirma para los demás.
El acto del bautismo no aporta beneficios o bendiciones especiales. En particular, no se nos regenera a través del bautismo, porque el bautismo presupone fe y la salvación hacia la que conduce la fe. Es, por tanto, un testimonio de que uno ya ha sido regenerado. Si existe beneficio espiritual, es el hecho de que el bautismo nos hace miembros o participantes de la iglesia local.
Para esta teoría del bautismo, la cuestión de los sujetos adecuados para el bautismo es muy importante. Los candidatos para el bautismo ya habrán experimentado el nuevo nacimiento gracias a la fe. Habrán demostrado una evidencia creíble de su regeneración. Aunque no es competencia de la iglesia o de la persona que administra el bautismo juzgar al candidato, existe obligación de determinar al menos que el candidato entiende el significado de la ceremonia. Esto se puede determinar pidiendo al candidato que dé testimonio oral o que responda a algunas preguntas. Precedente para tales precauciones antes de administrar el bautismo lo podemos encontrar en las palabras del Bautista a los fariseos y los saduceos que acudían a él para bautizarse: "¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Producid, pues, frutos dignos de arrepentimiento" (Mt. 3:7–8).
El bautismo del que estamos hablando es el bautismo de los creyentes, no necesariamente el bautismo de adultos. Es el bautismo de aquellos que reúnen las condiciones para la salvación (o sea, arrepentimiento y fe activa). Evidencia de esta posición la podemos encontrar en el Nuevo Testamento. Primero, hay un argumento negativo o argumento por el silencio. En el Nuevo Testamento la única gente a la que se identifica específicamente por su nombre cuando son bautizados son adultos. Los argumentos de que "seguramente habría niños cuando se bautizaba a casas enteras" y "no podemos estar seguros de que no hubiera niños bautizados" no tienen demasiado peso frente a los que mantienen el bautismo de los creyentes; y, de hecho, esos argumentos parecen bastante flojos. Además las Escrituras dejan claro que la fe personal, consciente en Cristo es requisito previo para el bautismo. En la Gran Comisión, el mandamiento de bautizar sigue al de discipular (Mt. 28:19). Juan el Bautista exigía arrepentimiento y confesión del pecado (Mt. 3:2, 6). Al final de su sermón de Pentecostés, Pedro llamó al arrepentimiento y después al bautismo (Hch. 2:37–41). Creer y a continuación ser bautizado es el patrón en Hechos 8:12; 18:8 y 19:1–7. Todas estas consideraciones llevan a la conclusión de que los creyentes responsables son la única gente que debe ser bautizada.
En lo que se refiere al modo del bautismo, hay alguna variación. Ciertos grupos, en particular los menonitas, practican el bautismo de los creyentes, pero por otros modos distintos a la inmersión. Sin embargo, probablemente la mayoría de los que defienden el bautismo de los creyentes utilizan exclusivamente la inmersión, y por lo general se les identifica como bautistas. Si el bautismo se entiende como símbolo y testimonio de la salvación que ha sucedido en la vida del individuo, no es sorprendente que la inmersión sea el modo predominante, ya que es el que mejor representa la resurrección del creyente de una muerte espiritual.
Resolviendo problemas
Vamos a tratar ahora los temas que planteamos al principio de este capítulo. Debemos preguntarnos cuál de las posiciones que hemos resumido es la más sostenible según todas las evidencias relevantes. La cuestión de la naturaleza y el significado del bautismo debe preceder a todas las demás.
El significado del bautismo
¿Es el bautismo un medio de regeneración, un medio esencial para la salvación? Algunos textos parecen apoyar esa suposición. Sin embargo, tras un examen más detenido, lo persuasivo de esta posición resulta menos impactante. En Marcos 16:16 leemos: "El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado;" observemos, no obstante, que la segunda parte del versículo no menciona en absoluto el bautismo: "pero el que no crea, será condenado." Sin embargo, más allá de esto, todo el versículo (y de hecho todo el pasaje, vv. 9–20) no se encuentra en los manuscritos más fiables.
Otro versículo que se cita en apoyo al concepto de la regeneración bautismal, la idea de que el bautismo es un medio de gracia salvadora, es Juan 3:5: "De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios." Pero no hay una indicación clara de que se tenga en mente el bautismo aquí. Debemos preguntarnos qué significaría para Nicodemo "nacer de agua", y nuestra conclusión, aunque no es firme, puede favorecer la idea de limpieza y purificación, más que la del bautismo. Hay que fijarse en que el énfasis en todo el pasaje se pone en el Espíritu Santo y que no se vuelve a mencionar el agua. El factor clave es el contraste entre lo sobrenatural (Espíritu) y lo natural (carne): "Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es" (v. 6). Jesús explica que nacer de nuevo es nacer del Espíritu. Esta obra del Espíritu, como el soplar del viento, no se puede comprender del todo (vv. 7–8). Viendo el contexto general, parece que nacer del agua es sinónimo de nacer del Espíritu. El καί (kai) del versículo 5, pues, es un ejemplo del uso ascendente de la conjunción, y el versículo debería ser traducido: "el que no nace de agua, o sea del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios."
Un tercer pasaje que es necesario tomar en cuenta es 1 Pedro 3:21: "El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias del cuerpo, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) mediante la resurrección de Jesucristo." Observe que este versículo es en realidad una negación de que el rito del bautismo tenga ningún efecto por sí mismo. Salva sólo en que es "la aspiración de una buena conciencia hacia Dios," un acto de fe reconociendo que dependemos de él. La auténtica base de nuestra salvación es la resurrección de Cristo.
Algunos pasajes del libro de los Hechos vinculan el arrepentimiento y el bautismo. Probablemente el más destacado sea la respuesta de Pedro en Pentecostés a la pregunta: "Hermanos, ¿qué haremos?" (Hch. 2:37). Él contesto: 'Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo' " (v. 38). Sin embargo, el énfasis en el resto de la narración es que tres mil personas recibieron la palabra, después fueron bautizados. En el siguiente sermón que se recoge de Pedro (3:17–26), el énfasis se pone en el arrepentimiento, la conversión y la aceptación de Cristo; no se hace mención alguna al bautismo. El versículo clave (v. 19, que es paralelo al 2:38 excepto por el hecho significativo de que no hay un mandamiento de ser bautizado) dice: "Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo." El kerygma en el capítulo 4 se centra en la importancia de creer en Jesús; una vez más no existe mención alguna al bautismo (vv. 8–12). Y cuando el carcelero de Filipos preguntó: "¿Qué debo hacer para ser salvo?" (Hch. 16:30), Pablo simplemente contestó: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa" (v. 31). No mencionó el bautismo, aunque debemos señalar que toda la casa fue bautizada poco después. Aunque hay una clara e importante conexión entre arrepentimiento y conversión por una parte y bautismo por otra, estos pasajes de Hechos parecen indicar que la conexión no es inseparable o absoluta. Por tanto, al contrario que el arrepentimiento y la conversión, el bautismo no es indispensable para la salvación. Parece más bien que el bautismo podría ser una expresión o consecuencia de la conversión.
Finalmente, debemos examinar Tito 3:5. Aquí Pablo escribe que Dios "nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo." Si esta es una alusión al bautismo, es vaga. Parece más bien que "el lavamiento de la regeneración" se refiere a una limpieza y perdón de los pecados. El bautismo es simplemente una representación simbólica, no el medio de su perdón. Concluimos que hay poca evidencia bíblica para apoyar la idea de que el bautismo es un medio de regeneración o un canal de gracia esencial para la salvación.
Es más, hay ciertas dificultades específicas unidas al concepto de regeneración bautismal. Cuando se explican todas las implicaciones, este concepto contradice el principio de salvación por la gracia, que con tanta claridad se enseña en el Nuevo Testamento. La insistencia en que el bautismo es necesario para la salvación es algo que tiene paralelismo con la insistencia de los judaizantes en que la circuncisión era necesaria para la salvación, una idea que Pablo rechazó con fuerza en Gálatas 5:1–12. Además, con la excepción de la Gran Comisión, Jesús no incluyó el bautismo en su predicación y enseñanza sobre el reino. De hecho, el ladrón de la cruz, no estaba bautizado, ni pudo serlo. No obstante Jesús le aseguro: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc. 23:43). También debería señalarse que los intentos de reconciliar el concepto de regeneración bautismal con el principio bíblico de salvación sólo por fe han resultado inadecuados. Ni el argumento de que los niños que son bautizados tienen una fe inconsciente ni el argumento de que la fe de los padres (o de la iglesia) es suficiente resulta muy convincente. En varios puntos, pues, la teoría de que el bautismo es un medio de gracia salvífica es insostenible.
¿Y qué ocurre con la afirmación de que el bautismo es una continuación o suplantación del rito de circuncisión del Antiguo Testamento como marca de que se ha entrado a formar parte del pacto? Es significativo que el Nuevo Testamento tienda a despreciar el acto externo de la circuncisión. Argumenta que la circuncisión tiene que ser reemplazada, no por otro acto externo (por ejemplo, el bautismo), sino por un acto interno del corazón. Pablo señala que la circuncisión del Antiguo Testamento era una formalidad externa que denotaba judaísmo, pero el auténtico judío es el que es judío en su interior: "sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu y no según la letra. La alabanza del tal no viene de los hombres, sino de Dios" (Ro. 2:29). Pablo está afirmando no sólo que la circuncisión ha pasado, sino que todo el marco del que formaba parte la circuncisión ha sido reemplazado. Mientras que Oscar Cullmann y otros han argumentado vigorosamente que el bautismo es el equivalente del Nuevo Testamento a la circuncisión, George Beasley-Murray ha señalado que el bautismo en realidad "acabó con la necesidad de la circuncisión porque significó la unión del creyente con Cristo, y en unión con Él la antigua naturaleza fue abandonada. Una circuncisión inferior fue reemplazada por otra más grande; la circuncisión espiritual prometida en el antiguo pacto se convirtió en una realidad en el nuevo a través del bautismo. Entonces, si algo ha reemplazado a la circuncisión externa no es el bautismo, sino la circuncisión interna. Sin embargo, existe, como Pablo sugiere en Colosenses 2:11–12, una relación cercana entre la circuncisión espiritual y el bautismo.
Entonces, ¿cuál es el significado del bautismo? Para responder a esta pregunta hay que señalar primero que hay una fuerte conexión entre el bautismo y nuestra unión con Cristo en su muerte y resurrección. Pablo resalta este punto en Romanos 6:1–11. El uso del tiempo aoristo sugiere que en un momento específico el creyente realmente queda vinculado a la muerte y resurrección de Cristo: "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (vv. 3–4). Segundo, observamos que el libro de los Hechos a menudo relaciona creencia y bautismo. El bautismo normalmente va a continuación o prácticamente coincide con creer. Al contar su conversión y bautismo muchos años después, Pablo citó las palabras que le dijo Ananías: "Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre" (Hch. 22:16). Las palabras de Ananías sugieren que en el bautismo alguien invoca el nombre de Señor. El bautismo, pues, es en sí mismo un acto de fe y compromiso. Aunque la fe es posible sin el bautismo (o sea, la salvación no depende de que uno sea bautizado), el bautismo es un acompañamiento natural y es la consumación de la fe.
El bautismo es, pues, un acto de fe y un testimonio de que uno se ha unido a Cristo en su muerte y resurrección, de que se ha experimentado la circuncisión espiritual. Es una indicación pública de nuestro compromiso con Cristo. Karl Barth hace una presentación clara y directa de este punto en sus primeras palabras de su corto pero estupendo libro The Teaching of the Church Regarding Baptism (La enseñanza de la iglesia sobre el bautismo): "El bautismo cristiano es en esencia la representación [Abbild] del renacimiento de un hombre mediante su participación, a través del poder del Espíritu Santo, en la muerte y resurrección de Jesucristo, y además la representación de la asociación del hombre con Cristo, con el pacto de gracia que se concluyó y se realizó en Él, y con la comunión de Su iglesia."
El bautismo es una forma poderosa de proclamar la verdad de lo que Cristo ha hecho; es una "palabra en agua" testificando la participación del creyente en la muerte y resurrección de Cristo (Ro. 6:3–5). Es un símbolo y no una simple señal, porque es una imagen gráfica de la verdad que representa. No hay una conexión inherente entre una señal y lo que representa. Es sólo una convección que, por ejemplo, el semáforo en verde nos diga que podemos pasar en lugar de que debemos parar. Por el contrario, la señal en un cruce de vías es más que una señal; también es un símbolo, porque es un dibujo básico de lo que intenta indicar: el cruce de una carretera y una vía de tren. El bautismo es un símbolo, no sólo una señal, porque realmente expresa la muerte y resurrección del creyente con Cristo.
Los sujetos del bautismo
La siguiente cuestión lógica trata sobre quiénes son los sujetos adecuados para el bautismo. La cuestión aquí es si hay que defender el bautismo de niños o el bautismo de creyentes (o sea, la posición que dice que el bautismo debería quedar restringido a aquellos que han confesado su fe en la obra expiatoria de Cristo). Hay que señalar que nuestra dicotomía no es sobre el bautismo entre niños y adultos, porque los que rechazan el bautismo de niños estipulan que los candidatos al bautismo deben en realidad haber ejercido la fe. Nosotros defendemos que el bautismo de los creyentes es la posición correcta.
Una de las consideraciones más significativas es la falta de cualquier indicación positiva en el Nuevo Testamento sobre el bautismo de niños. Una admisión impresionante se hizo en Baptism and Confirmation Today (Bautismo y Confirmación Hoy), un informe que hizo la Unión de Comités sobre Bautismo, Confirmación y Comunión de la Iglesia de Inglaterra:
Está claro que los receptores del bautismo normalmente eran adultos y no niños; y debe admitirse que no hay una evidencia concluyente en el Nuevo Testamento sobre el bautismo de niños. Todo lo que podemos decir es que es posible que cuando se dice que "la familia" fue bautizada puede que incluya a los niños (Hch. 16:15, 33; 1 Co. 1:16). Pero de todas formas queda claro que la doctrina del bautismo en el Nuevo Testamento se expresa en relación con el bautismo de adultos, como fue también el caso (con dos o tres excepciones) en los escritores de los tres primeros siglos… en cada caso que se recoge sobre el bautismo en el Nuevo Testamento, el evangelio había sido oído y aceptado, y la condición de la fe (y supuestamente el arrepentimiento) había sido conscientemente cumplido antes de la recepción del sacramento.
Un gran número de estudiosos del Nuevo Testamento ahora admiten este punto. No hacen una afirmación más fuerte que la de que sea posible que el bautismo de toda una familia pueda incluir a los niños.
Sin embargo, algunos estudiosos plantean un enfoque más vigoroso. Entre ellos está Joachim Jeremias, que argumenta que debe haber habido niños en las familias que fueron bautizados. Con respecto a Hechos 11:14 (ver 10:48); 16:15; 16:31–34; 18:8 y 1 Corintios 1:16, declara: "En estos cinco casos la evidencia lingüística nos prohíbe restringir el concepto de 'familia' a los miembros adultos. Por el contrario, muestra que es la familia al completo incluyendo todos sus miembros la que recibe el bautismo." Beasley-Murray, sin embargo, señala que esta línea de argumentación, aunque parece razonable, conduce a conclusiones que van más allá de lo que pretende Jeremias, porque las familias en cuestión experimentan algo más que el bautismo. Beasley-Murray mantiene, por ejemplo, que "según el principio de Jeremias no hay que tener ninguna duda sobre el significado de [Hch. 10:44–48]: todos los familiares de Cornelio escucharon la palabra, todos recibieron el Espíritu, todos hablaron en lenguas, todos fueron bautizados; los niños presentes escucharon la palabra, recibieron el Espíritu, hablaron en lenguas y fueron bautizados. A esto ¡no se permite ninguna excepción!" Por supuesto, hay otra interpretación de este pasaje y de otros como este. Es posible que todos los miembros de estas familias reunieran las condiciones para el bautismo: creyeron y se arrepintieron. En ese caso, por supuesto, todos los individuos habían alcanzado la edad de comprender y de ser responsables.
Otro argumento que se utiliza para apoyar el bautismo de niños es el de los niños que fueron traídos ante Jesús y a los que él impuso las manos (Mt. 19:13–15; Mr. 10:13–16; Lc. 18:15–17) podrían en realidad haber sido traídos para ser bautizados. La comisión especial sobre bautismo de la Iglesia de Escocia en un informe de 1955 argumenta que la expresión de Jesús: "estos pequeños que creen en mí" (Mt. 18:6) significa que han sido "bautizados en Cristo" (Gá. 3:27). El informe además intentaba demostrar que Mateo 18:3; Marcos 10:15 y Lucas 18:17 son análogos a Juan 3:3 y 3:5, y que todos hacen referencia al bautismo. Esto es una elaboración del argumento de Jeremias. Beasley-Murray comenta en esta sección del informe: "Algo de esa exégesis me parece tan improbable que no puedo entender cómo un cuerpo responsable de teólogos de mediados del siglo veinte pudo permitir que eso se publicase en su nombre."
Tanto Jeremias como Cullmann ven Marcos 10:13–16 y sus pasajes paralelos en referencia al Sitz im Leben, la situación de la iglesia primitiva. Ellos creen que estas narraciones se incluyeron en los evangelios para justificar la práctica de la iglesia del bautismo de niños. Aunque el análisis y la evaluación de este asunto va más allá del ámbito de nuestra obra,39 es importante observar que los pasajes en cuestión no mencionan el bautismo. Seguramente si el propósito al incluirlos en los evangelios era justificar el bautismo de niños, habría una referencia clara en algún lugar en el contexto inmediato. Cuando Jesús dijo que cualquiera que entrase en el reino de los cielos debería hacerlo como un niño, estaba refiriéndose a la necesidad de confiar de forma absoluta, no al bautismo.
Finalmente, observamos que la defensa del bautismo de niños procede o bien de la idea de que el bautismo es un medio de gracia salvadora o de la idea de que el bautismo, como la circuncisión en el Antiguo Testamento, es un signo y sello de entrada en el pacto. Como ambas ideas se ha demostrado que son inadecuadas, debemos concluir que el bautismo de niños es insostenible. El significado del bautismo requiere que mantengamos la posición del bautismo de los creyentes ya que en ninguna parte el Nuevo Testamento se ofrece una prueba clara de que un individuo haya sido bautizado antes de demostrar fe.
El modo del bautismo
No es posible resolver el tema de cuál es el modo adecuado del bautismo basándonos sólo en los datos lingüísticos. Sin embargo, deberíamos señalar que el significado predominante de βαπτίζω es "sumergirse o introducirse bajo el agua" Incluso Martín Lutero y Juan Calvino reconocieron que la inmersión era el significado básico del término y la forma original del bautismo practicado por la iglesia primitiva. Hay varias consideraciones que argumentan que la inmersión era el procedimiento bíblico. Juan bautizó en Enón "porque allí había muchas aguas" (Jn. 3:23). Cuando fue bautizado por Juan, Jesús "subía del agua" (Mr. 1:10). Tras oír las buenas nuevas, el eunuco etíope dijo a Felipe "Aquí hay agua, ¿qué impide que sea bautizado?" (Hch. 8:36). Después los dos descendieron al agua. Felipe le bautizó y los dos subieron del agua (vv. 38–39).
Pero ¿el hecho de que la inmersión fuera el modo que se empleaba originalmente es más que históricamente autoritativo para nosotros? O sea, ¿es también normativamente autoritativo para nosotros? No existe duda de que el procedimiento seguido en los tiempos del Nuevo Testamento fuera la inmersión. Pero ¿significa eso que nosotros debamos seguir practicándolo hoy? ¿O existen otras posibilidades? Los que no le dan importancia al modo mantienen que no hay un vínculo esencial entre el significado del bautismo y la manera en que se administra. Pero si, como establecimos en nuestra discusión sobre el significado, el bautismo es realmente un símbolo, y no meramente un signo arbitrario, no somos libres para cambiar el modo.
En Romanos 6:3–5 Pablo parece estar defendiendo que hay una conexión importante entre cómo se administra el bautismo (uno es sumergido en agua y luego se le saca de ella) y lo que simboliza (la muerte del pecado y la nueva vida en Cristo, y más allá de ello, el bautismo simboliza la base de la muerte del creyente al pecado y la nueva vida: la muerte, el entierro y la resurrección de Cristo). Beasley-Murray dice:
A pesar de la frecuente negación de los exégetas, seguramente es razonable creer que la razón para que Pablo dijese que el bautizado está enterrado como si estuviese muerto, en lugar de muerto (como en el v. 6), es la naturaleza del bautismo como inmersión. El simbolismo de la inmersión representando el entierro es muy llamativo, y si el bautismo tiene que ser comparado con el simbolismo profético, el paralelismo del acto y el suceso simbolizado no carecen de importancia. Realmente una afirmación como la de C. H. Dodd "La inmersión es como un entierro… la emersión una especie de resurrección," se puede hacer sólo porque el kerygma concede esa importancia al bautismo; todo su significado procede de Cristo y su redención: es el kerygma en acción, y si la acción representa adecuadamente el contenido del kerygma, mucho más claro será su discurso. Pero repetimos, el "con Él" del bautismo se debe al evangelio, no a la imitación. Es "con Su muerte": Cristo y su muerte, Cristo y su resurrección dan al rito todo su significado. Como dijo uno de los primeros bautistas británicos, ser bautizado es ser "sumergido en agua para morir."
Se podría decir que Beasley-Murray, como bautista, tiene prejuicios en esta materia. Sin embargo, no se puede decir lo mismo del estudioso reformado Karl Barth, que escribió:
La palabra griega βαπτίζω y la palabra alemana taufen (de Tiefe, profundo) en su origen y adecuadamente describen el proceso mediante el cual un hombre o un objeto está completamente inmerso en agua y después es extraído de ella de nuevo. El bautismo primitivo que se llevaba a cabo de esta manera tenía su procedimiento, al igual que lo tenía la circuncisión en el Antiguo Testamento, el carácter de una amenaza directa a la vida, concluida inmediatamente con la liberación y la conservación correspondiente, el resurgir del bautismo. Casi es innegable que realizar el bautismo por inmersión - como se hizo en Occidente hasta bien entrada la Edad Media - expresaba lo que representaba de forma mucho más expresiva que lo que luego fue la forma más habitual, especialmente cuando la efusión se redujo sencillamente a rociar y al final prácticamente a mojar con la menor cantidad de agua posible… ¿Será la última palabra sobre el tema que la facilidad en la administración, la salud y la propiedad son razones importantes para hacerlo de otra manera [o sea, para administrar el bautismo de formas distintas a la original]?
Según estas consideraciones, la inmersión parece ser la forma más adecuada de las distintas posiciones. Aunque puede que no sea la única válida, es la forma que conserva de manera más plena el significado del bautismo.
Cualquiera que sea el modo que se adopte, el bautismo no es un asunto para tomar a la ligera. Tiene gran importancia, porque es un signo de unión del creyente con Cristo y, como confesión de esa unión, un acto adicional de fe que sirve para cimentar más firmemente esa relación.
Erickson, M. J. (2008). Teología sistemática. (J. Haley, Ed., B. Fernández, Trans.) (Segunda Edición, pp. 1094–1110). Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie.
BINOMIO
sábado, 18 de agosto de 2018
LLANTO Y ALEGRÍA
jueves, 16 de agosto de 2018
EL SER INTEGRAL
de Agosto de 2018.
EL SER INTEGRAL
Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro
ser—espíritu, alma y cuerpo— sea guardado irreprochable para la venida
de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5.23 RV95).
El propósito es la santificación total del cristiano.
Muchos son lo que basados en este texto enseñan la condición
tripartita del ser humano. Sin embargo la Biblia presenta al hombre
como un ser compuesto por una parte material y otra espiritual. Pero
sin dejarnos distraer por esa discusión, más allá de enseñar que el
hombre es bipartita o tripartita lo que intenta acá el apóstol es
hablar de la totalidad del ser humano, del ser integral. Esa
integridad de la humanidad que nos impide entonces pensar entonces que
lo que pase en lo material no va a afectar lo espiritual, y viceversa.
Se nos presenta un ejemplo de paralelismo literario, en el que en
primer lugar se señala la totalidad de la santificación, y luego la
totalidad del ser humano. La idea es de plenitud y de perfección. La
santificación, que es progresiva, estará completa en el día en que
seamos trasladados a la presencia del Señor.
¡Que tengas un excelente día!
¡Gracia y Paz!
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
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8301 Liberty Rd,
Windsor Mill, MD 21244
Miércoles 7 PM
Domingos 8 AM
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ADONAY ROJAS ORTIZ
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martes, 14 de agosto de 2018
GRACIAS
de Agosto de 2018.
¡GRACIAS!
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5.18 RV95).
La gratitud es reconocimiento a la soberanía de Dios.
Así como en toda circunstancia estamos alegres, también en toda
circunstancia debemos estar agradecidos. No es que seamos masoquistas
para agradecer por un dolor, o alguna situación dura o difícil por la
que atravesemos. No agradecemos por la circunstancia en sí, sino
porque en medio de ella podemos contar con la ayuda de aquel que no
nos prometió que no pasaríamos por los ríos, o por el fuego, pero lo
que sí prometió es que cuando pasemos por allí Él estará con nosotros.
José es el ejemplo más sobresaliente de cómo Dios puede usar hasta la
circunstancias más adversas para beneficio de los que ama. Todas las
cosas ayudan a bien a los que a Dios aman de corazón. Como dice aquel
antiguo himno si el mundo en vez de rosas de da espinas, el Señor en
rosas todas cambiará. Con esa convicción en nuestra mente seamos
agradecidos.
¡Que tengas un excelente día!
¡Gracia y Paz!
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
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ADONAY ROJAS ORTIZ
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