No amen el dinero; estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho: «Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré» . Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda, por tanto, no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?» (Hebreos 13:5-6 NTV).
En los Estados Unidos hubo un caso muy particular el cual conoció toda la nación. En 1999, la muerte de Oseola McCarty captó la atención de todo el país. Nadie la distinguió hasta poco antes de morir. Había pasado toda su vida en Hattiesburg, Mississipi, lavando ropa para adinerados, a 50 centavos la pila de ropa, usando una tabla de lavar pasada de moda.
Luego, a la edad de 87 años, dejó pasmados a los funcionarios de la Universidad del Sur de Mississipi haciendo una donación de 150.000 dólares ¿de dónde había obtenido semejante cantidad de dinero? Había llevado una vida frugal, ahorrando cuidadosamente, e invertido con sabiduría. Ya anciana tenía esa cantidad de dinero y decidió que había algo mejor que hacer con el que gastarlo en ella misma. "tenía en el banco más dinero que el que podía usar; -dijo- no puedo llevarme nada de este mundo conmigo, así que pensé que lo mejor sería dárselo a algún joven para que se pudiera educar. Ella se sintió avergonzada ante toda la atención que recibió, pero, cuando los periodistas le preguntaron por qué había hecho eso, ella tomó prestadas algunas palabras que nos son familiares: "Más bienaventurado es dar que recibir. Lo he comprobado".
Cultivar un corazón de contentamiento es una gran valía en nuestra vida y no olvidemos mis hermanos y amigos que Él ha dicho: "no los dejaré ni los desampararé".
¡Gloria a nuestro Rey Eterno!
Buen día
Paz de Cristo
Pastor, Didier Amariles Gallego.
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