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Interpretación alegórica
Alegoría
El debate respecto a la diferencia entre el significado «espiritual» y el «literal» se remonta a los primeros siglos después de Cristo. Un buen número de eruditos cristianos de aquel tiempo entendía que los textos del Antiguo Testamento eran únicamente relevantes en la medida en que hablaban directamente de Cristo. Por ello, desarrollaron un sistema de interpretación que por un lado reconocía la existencia de un significado «literal» del texto, pero que, acto seguido, animaba al intérprete a buscar un sentido más profundo, completo y espiritual que se encontraba bajo la superficie del pasaje. De hecho, algunos de estos autores defendieron un sistema de dos niveles (literal y espiritual), mientras que otros abogaron por sistemas múltiples: tres niveles (que se correspondían con cuerpo, alma, y espíritu) o cuatro (literal, alegórico, moral, y anagógico).
Por ejemplo, el sistema cuádruple atribuye cuatro niveles de significado a la ciudad de Jerusalén: (1) literal: la ciudad israelita/jebusea; (2) alegórico: la iglesia de Cristo; (3) moral: el alma de las personas; y (4) anagógico: la ciudad celestial de Dios. Allá por el siglo cuarto este acercamiento interpretativo, aunque tenía también sus críticos, se popularizó entre muchos de los maestros de la Iglesia, y la interpretación alegórica, tal como hoy se conoce, se convirtió en la forma normal de entender el Antiguo Testamento. Esta forma de interpretación siguió siendo popular hasta el periodo de la Reforma (siglo XVI), cuando los reformadores (principalmente Calvino y Lutero) apartaron a la nueva Iglesia Protestante de este acercamiento alegórico.
Aunque ocasionalmente los reformadores se sirvieron de la interpretación alegórica, en general llevaron a la Iglesia al contexto literario de la Biblia para entender su significado. Siguiendo los pasos de los reformadores, los eruditos evangélicos de hoy han advertido a la Iglesia en contra de la extravagante utilización de las interpretaciones alegóricas que a menudo se basan más en la imaginación del intérprete que en el propio texto. No obstante, la interpretación alegórica se ha seguido utilizando por parte de un buen número de predicadores populares a lo largo del siglo XX, y sigue estando presente en varias formas. Ha experimentado también un resurgimiento a través de algunos de los acercamientos interpretativos más recientes como, por ejemplo, el de la respuesta del lector. Una vez que el autor pierde el control sobre el significado, muchos lectores son arrastrados hacia una espiritualización exagerada del texto mediante la interpretación alegórica.
¿Qué entendemos por alegoría? Una alegoría es un relato que utiliza una gran cantidad de simbolismo. Se parece a las parábolas pero tiene, en general, un mayor grado de correspondencia, es decir, la mayor parte de los detalles del relato o muchos de ellos representan algo o encierran un cierto matiz de significado. Greidanus define la alegoría como una extensa metáfora, es decir, algunos de los elementos del relato forman una cadena de metáforas que tienen un significado más profundo y unificado». La alegoría es una técnica literaria. En ocasiones, para transmitir su mensaje un escritor puede emplear la técnica de la alegoría como fundamento de todo un libro. Esto es lo que hace Bunyan en su obra, El Progreso del Peregrino. Por esta razón, cuando leemos e interpretamos El Progreso del Peregrino, hemos de hacerlo asumiendo que se trata de una alegoría y no de un texto de historia o de una novela histórica
También la Biblia utiliza la alegoría, en ocasiones. El pasaje de Isaías 5:1–7 cumple los requisitos para ser considerado como alegoría. Lee este texto y observa la amplia utilización de metáforas:
Cantaré ahora a mi amado, el canto de mi amado acerca de su viña. Mi bien amado tenía una viña en una fértil colina. La cavó por todas partes, quitó sus piedras, y la plantó de vides escogidas. Edificó una torre en medio de ella, y también excavó en ella un lagar; y esperaba que produjera uvas buenas, pero solo produjo uvas silvestres. Y ahora, moradores de Jerusalén y hombres de Judá, juzgad entre mí y mi viña. ¿Qué más se puede hacer por mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Por qué, cuando esperaba que produjera uvas buenas, produjo uvas silvestres? Ahora pues, dejad que os diga lo que yo he de hacer a mi viña: quitaré su vallado y será consumida; derribaré su muro y será hollada. Y haré que quede desolada; no será podada ni labrada, y crecerán zarzas y espinos. También mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá su plantío delicioso. Él esperaba equidad, pero he aquí derramamiento de sangre; justicia, pero he aquí clamor.
Isaías predica este pasaje a Israel para advertirles de que Dios les juzgará por su falta de justicia y rectitud. El profeta utiliza una metáfora continuada con numerosos elementos de correspondencia. Afortunadamente, en el versículo 7 el propio Isaías identifica el significado de la alegoría y nos dice lo que representa cada elemento. Dios es el propietario de la viña. Israel es la viña. Las uvas buenas que el propietario esperaba encontrar y no halló son la equidad y la justicia.
Así, la alegoría no es en sí algo negativo; es sencillamente un recurso literario más que en la Biblia se utiliza esporádicamente para transmitir un mensaje con intensidad. Sin embargo, la interpretación alegórica como método de interpretación es algo muy distinto de la alegoría, y puede inducirnos a graves errores si lo utilizamos para interpretar un texto no alegórico. En la Biblia hay pocos textos alegóricos. Por tanto, encontraremos pocas oportunidades para utilizar este método. Por favor, ¡no lo utilices al azar en todos los textos del Antiguo Testamento! No caigas en el hábito de «espiritualizar» el Antiguo Testamento por medio de la interpretación alegórica. Sitúate siempre en el contexto literario, histórico y cultural para extraer el significado del texto. Utiliza el recorrido interpretativo para llegar al significado y la aplicación, y huye de los acercamientos imaginativos y alegóricos.
Consideremos ahora algunas ilustraciones de interpretaciones alegóricas impropias que pueden sernos de ayuda. Greidanus cita la interpretación de Génesis 2:18–25 que hace el popular locutor de radio Martin DeHaan como un buen ejemplo de lo que estamos explicando. El pasaje de Génesis dice lo siguiente:
Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea. Y el Señor Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría; y como el hombre llamó a cada ser viviente, ése fue su nombre. Y el hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del cielo y a toda bestia del campo, mas para Adán no se encontró una ayuda que fuera idónea para él. Entonces el Señor Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. Y de la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada. Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.
DeHaan alegoriza el pasaje con la siguiente interpretación:
Mientras Adán dormía, Dios creó de su costado herido una compañera, alguien que formaba parte de sí mismo; y él pagó por ella con el derramamiento de su sangre […] Ahora todo queda claro. Adán es una imagen del Señor Jesús, que abandonó la casa del Padre para conseguir a su esposa al precio de su propia vida. Jesús, el postrer Adán, como el primero, ha de dormir para poder así comprar a su esposa, la iglesia: Jesús murió en la Cruz y durmió en el sepulcro durante tres días y tres noches. También su costado fue abierto cuando él durmió, y de su costado herido emanó redención.
DeHaan es bastante imaginativo con las conexiones que establece entre este el texto y la muerte de Cristo. Greidanus observa correctamente que aunque DeHaan quiere ser cristocéntrico en su predicación, lo hace sacrificando el verdadero significado del texto. El significado que propone DeHaan ha sido impuesto sobre el texto en lugar de extraído de él. «No tiene nada que ver con el mensaje que el autor quiere transmitir aquí», afirma Greidanus. Y «tristemente», sigue diciendo Greidanus:
En el proceso de la alegorización se abandona el verdadero mensaje del texto. El tema de este pasaje es el de la creación por parte de Dios de una compañera para el hombre en su soledad. El mensaje del autor para Israel trata del don maravilloso del matrimonio que Dios otorga al hombre. Puesto que Israel vivía en una cultura en que la poligamia era muy normal y las mujeres no eran valoradas como verdaderas compañeras, este mensaje acerca del diseño original del matrimonio por parte de Dios enseñaba a Israel la importancia de la norma divina para esta institución. Este es el mensaje que DeHaan hubiera tenido que predicar, puesto que estas palabras siguen siendo buenas noticias para las mujeres y los hombres de nuestros días. Y hubiera podido apoyarse con la propia enseñanza de Jesús que se basa en el pasaje y que dice, «Por tanto lo que Dios ha unido, que nadie lo separe» (Mr 10:9).
De modo que, al querer encontrar un significado «espiritual» y profundo en Génesis 2, DeHaan pasa por alto el contexto del capítulo y pierde de vista una importante enseñanza acerca del matrimonio. El mensaje de Dios acerca del matrimonio es un mensaje espiritual, y no es necesario que busquemos en nuestra imaginación alguna forzada conexión con la muerte de Cristo para hacer que el pasaje sea relevante. Lo que dice DeHaan respecto a la importancia de Cristo y su muerte es cierto. Ciertamente Cristo murió por su esposa, la Iglesia y, sin duda, la redención «emana» de su costado. Sin embargo, el mero hecho de que alguien entienda la importancia de la muerte de Cristo no significa que tal persona comprenda la enseñanza de Génesis 2. Nuestro criterio para evaluar las interpretaciones de Génesis 2 no puede ser solo que la teología del Nuevo Testamento que se desprende de tal interpretación sea correcta. No, nuestra evaluación ha de responder al hecho de si existen o no buenas razones para afirmar que éste es el sentido que el Espíritu Santo quería darle a este pasaje. La afirmación: «Jesús murió en la Cruz para salvar a pecadores como yo» es una importante verdad bíblica. Sin embargo, este hecho no la legitima como significado de todos los textos del Antiguo Testamento.
Una sección del Antiguo Testamento que parece suscitar interpretaciones alegóricas especialmente imaginativas es la descripción del tabernáculo que encontramos en el libro de Éxodo. En este libro, después de que Dios haya liberado de Egipto a los israelitas y les haya llevado al desierto, establece un pacto con ellos. En el centro mismo del pacto hay una triple afirmación de Dios: «Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo, y yo moraré entre vosotros». Para poder habitar físicamente entre ellos, Dios necesita un lugar. Por ello, les pide que construyan un tabernáculo (un templo portátil) a fin de poder residir entre ellos. La mayor parte de la segunda mitad del libro de Éxodo desarrolla los detalles de la construcción de este tabernáculo.
La importancia del tabernáculo radica en que allí se circunscribía la presencia física de Dios. Como tal, tiene sin duda numerosas conexiones en el Nuevo Testamento. La doctrina de la presencia de Dios sigue siendo crucial para los creyentes del Nuevo Testamento, sin embargo ahora experimentamos tal presencia en nuestro interior, por medio del Espíritu, y no a través de la adoración en el tabernáculo, como el pueblo del tiempo de Moisés. Por otra parte, el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento se relaciona estrechamente con la adoración de Israel en el tabernáculo y proporciona un trasfondo esencial para ayudarnos a entender el sacrificio de Cristo. Por ello, es indudable que en cierto sentido los sacrificios veterotestamentarios apuntan a Cristo.
El libro de Hebreos pone de relieve un buen número de comparaciones entre Cristo y el sistema de ritos relacionados con el tabernáculo del Antiguo Testamento. Nos dice, por ejemplo, que la ofrenda de Cristo es mejor que los antiguos sacrificios puesto que, por una parte, Él era irreprensible y, por otra, su sacrificio no ha de repetirse una y otra vez como sí sucedía con los del Antiguo Testamento. Como sumo sacerdote, Cristo es también mejor que los sacerdotes israelitas puesto que, siendo sin pecado es un mejor mediador y más cualificado para entendernos. De modo que, hay muchos elementos del tabernáculo y su sistema de sacrificios que encuentran paralelos en el Nuevo Testamento. No obstante, esta afirmación no nos legitima para establecer constantes e imaginativas conexiones entre Cristo y cada uno de los detalles del tabernáculo.
Los exégetas alegóricos parecen dedicarse a buscar cualquier conexión temática o semántica, por vaga que parezca, entre los detalles del tabernáculo y la vida de Jesús. En este acercamiento se acepta casi cualquier conexión, con tal de que tenga alguna relación con Jesús. Sin tomarse la molestia de validar sus conclusiones, estos exégetas proclaman a menudo la supuesta conexión, por rocambolesca que ésta sea, como el significado del texto en cuestión.
Por ejemplo, cuando leemos Éxodo 27:19 encontramos una referencia a las estacas del tabernáculo (clavos en la RV Antigua), el acercamiento alegórico popular llevaría a buscar algún tipo de conexión entre Cristo y las estacas del tabernáculo. Piensa por un momento y a ver qué puedes imaginar. ¿Alguna idea? Por supuesto, si las estacas hubieran sido de madera, podríamos decir que representan la Cruz, pero, lamentablemente, estaban hechas de bronce (la RV Antigua traduce «metal»). Quizás podríamos proponer algo asumiendo el término bronce. El bronce no se descompone o pudre como la madera, y la salvación que tenemos en Jesús tampoco se descompone o pudre, de modo que, quizás las estacas de bronce representan nuestra permanente relación con Cristo. ¿Qué os parece? Además, las estacas del tabernáculo también sirven para tensar y sostener los lienzos laterales del tabernáculo. Esta idea de sostener puede darnos un campo bien abonado para elucubrar. Jesús nos sostiene y apoya. Él es nuestra firme ancla igual que lo son estas estacas. Así que las estacas han de representar a Jesús y su fortaleza para sostenernos, ¿no?
O quizá hemos de seguir el sendero interpretativo de las afiladas puntas de las estacas en cuestión. El camino que lleva a Cristo es angosto, como angostas y afiladas son las puntas de las estacas del tabernáculo. ¿Y si pensáramos en la tierra en que se hunden las estacas? Ningún cristiano puede crecer a no ser que Cristo entre en nuestras vidas. Quizá la tierra en cuestión sea nuestro corazón y la estaca que se hunde firme y profundamente en la tierra representa a Cristo que viene a nuestras vidas. Pero puede también que la tierra tenga un sentido negativo, quizás representa a Satanás, y las estacas que se clavan en la tierra representan la derrota de Satanás.
¿No te parecen rocambolescos estos significados? ¿Es así como los cristianos hemos de interpretar la Biblia? ¿Vamos acaso a encontrar el mensaje que Dios ha asignado al texto mediante esta clase de especulaciones arbitrarias? ¿Cuál es el límite de nuestra imaginación? Con este método podemos imaginar un montón de significados para las estacas del tabernáculo sin que ninguno de ellos sea el que el autor quiso dar a sus palabras (si es que las estacas del tabernáculo tienen alguna otra significación aparte de su papel de tensar los lienzos laterales de la tienda de reunión).
No obstante, los exégetas alegóricos encuentran un sentido cristológico a todos los detalles del tabernáculo, incluso a sus estacas. Por ejemplo, utilizando la traducción de la Antigua RV que traduce clavos en lugar de estacas del tabernáculo, Talbot afirma:
Los clavos, [estacas] del Tabernáculo estaban hechos de latón; por tanto, el óxido no les afectaba. Del mismo modo que éstos soportaban todas las tormentas del desierto así también la santa vida de Cristo se mantuvo firme contra todas las arremetidas de Satanás. ¡De qué modo tan exacto y minucioso prefiguran las glorias de nuestro Señor crucificado y resucitado los detalles del esquema del tabernáculo dados por Dios!
DeHaan supera a Talbot. Es capaz de ir incluso más allá de las descabelladas sugerencias que antes hemos propuesto. Primero concuerda con Talbot en que la resistencia a la corrosión del latón o bronce de que están hechas las estacas representa la vida y muerte incorruptible de nuestro Señor Jesús. Pero a continuación, encuentra una profunda significación en el hecho de que las estacas estaban hundidas en la tierra hasta la mitad. Escribe:
Repetimos, los clavos estaban clavados en la tierra, pero también salían de la tierra, lo cual representa la muerte y la resurrección, aquello que está sepultado, y aquello que se eleva por encima de la tierra. La parte de los clavos que se hunde en la tierra se convierte en un símbolo de la muerte del Señor Jesucristo; mientras que la parte que queda por encima de ella sugiere su resurrección. Y esto es el Evangelio, las «Buenas Nuevas» de la salvación, la obra consumada que nos aporta seguridad. Si los clavos se hundieran por completo en la tierra, no tendrían ningún valor. Una parte de ellos ha de quedar por encima de la tierra para que las cuerdas puedan atarse a ellos. Así también, la muerte del Señor Jesucristo por sí sola no podía salvar a un solo pecador. Las buenas nuevas del Evangelio no están únicamente en la Cruz, en la muerte de Cristo por los pecadores, sino en la muerte y la resurrección de nuestro Salvador. Los clavos están sepultados, pero se elevan también por encima de la tierra para nuestra seguridad.
Obsérvese el salto que DeHaan ha dado del texto a la pura especulación. Ninguno de las pasajes del Éxodo que mencionan las estacas del tabernáculo alude a la tierra (Ex 27:19, 35:18; 38:20; 38:31; 39:40). ¡La tierra ni siquiera se menciona! No obstante DeHaan ha creado todo un nivel de significado espiritual a partir de esta conexión, cuando menos cuestionable, entre el hundimiento parcial de las estacas del tabernáculo y la resurrección de Cristo. ¿No es un poco rocambolesco? ¿Cuáles son los controles o límites de este tipo de interpretación? ¿Son también libres los lectores para seguir esta línea de razonamiento, o solo DeHaan tiene este «discernimiento»?
Las estacas del tabernáculo tienen un gran número de connotaciones ¿Somos libres para desarrollar principios teológicos a partir de todas estas connotaciones? Por ejemplo, para el montaje del tabernáculo se utilizaban un buen número de estacas, probablemente cientos de ellas. ¿Es acaso este gran número de estacas un buen símbolo de Cristo? Esto podría conducir al punto de vista herético de que existen muchos Cristos. Obsérvese también que quienes clavaban las estacas en el suelo y las arrancaban después eran hombres. ¿Es esto un buen símbolo de la resurrección? Otros como DeHaan asumen que las estacas eran siempre hundidas en el suelo por manos expertas y que nunca se arrancaban ¿Pero es esto cierto? No era Dios, sino algunos hombres quienes clavaban las estacas del tabernáculo; ¿Has estado alguna vez de cámping? ¿Acaso no es muy normal tener algún problema con las estacas de las tiendas? Es evidente, a pesar de todo lo que expresa Talbot, que estas estacas del tabernáculo probablemente se desclavaban alguna vez o se arrancaban cuando el viento soplaba con fuerza. ¿Significa esto que Jesús no es digno de confianza? ¡Qué absurdo!
Y ¿cómo sabe DeHaan que las estacas del tabernáculo se clavaban solo hasta la mitad como hacemos hoy con las piquetas de las tiendas de campaña? Quienes han montado tiendas sobre terreno arenoso saben también que sobre esta superficie las piquetas o estacas normales son del todo inútiles a menos que se hundan del todo. ¿Tuvieron que clavar de este modo las estacas los sacerdotes durante el Éxodo? Además, en Números 3:36–37 y 4:32 se nos dice que al clan de los meraritas de la tribu de Leví se le dio la responsabilidad del cuidado y mantenimiento de las estacas del tabernáculo. ¿Cómo afecta esto a la cristología de DeHaan? ¿Acaso significa que el sacerdocio del Antiguo Testamento se ocupa del cuidado y transporte de Cristo como hacían estos sacerdotes con las estacas del tabernáculo? ¿Te das cuenta de lo absurda que puede llegar a ser esta línea de interpretación? No existe ninguna conexión legítima entre las estacas del tabernáculo y la resurrección de Jesucristo, e inventárnosla no honra a Cristo.
¿Existe simbolismo en el tabernáculo? ¡Por supuesto! Pero este simbolismo ha de estudiarse en el marco del trasfondo histórico y cultural del Antiguo Oriente Medio donde vivió el pueblo del Éxodo. A lo largo de toda la Biblia, Dios se comunicó con su pueblo utilizando aquellas formas con las que éste estaba familiarizado. La Biblia utiliza símbolos con frecuencia. Uno de los problemas que plantea la interpretación alegórica de los símbolos es que los exégetas de esta tendencia tienden a servirse de la imaginación para encontrar alguna profunda conexión teológica con el Nuevo Testamento, sin preguntarse siquiera lo que el símbolo en cuestión podría haber significado para los receptores bíblicos. En su celo por encontrar representaciones simbólicas de Cristo, con frecuencia pasan por alto el verdadero significado de importantes símbolos.
Por ejemplo, los cuatro colores fundamentales que encontramos en el tabernáculo eran el rojo, el blanco, el púrpura, y el azul. Sin hacer ninguna investigación acerca de la significación de estos colores en los contextos religiosos del Antiguo Oriente Medio, Talbot concluye que el azul nos habla de la deidad de nuestro Señor, puesto que es el color «celestial». DeHaan y Simpson coinciden con él, y apuntan que el color azul expresa el origen celestial de Cristo.13
Obsérvese su línea de razonamiento. El azul es el color del firmamento. En la Biblia el término cielos es sinónimo de firmamento. Jesús procede del cielo. Por tanto, el color azul ha de aludir a su origen celestial. De este modo, establecen un significado «espiritual» para el símbolo «azul». Están cerca pero no acaban de situarse en el buen camino. Se apoyan simplemente en su intuición e imaginación en lugar de investigar el trasfondo del simbolismo de los colores en el mundo del Israel de la Antigüedad.
¿Qué simbolizaba el color azul en el antiguo Oriente Medio? ¿Cómo podemos descubrir lo que realmente significaba? Investiguemos un poco. Una buena obra de referencia que podemos consultar para el estudio de palabras simbólicas es el Dictionary of Biblical Imagery (Diccionario de Imaginería Bíblica), editado por Ryken, Wilhoit, y Longman. Su exposición de la utilización simbólica del color azul en el antiguo Oriente Medio es muy interesante:
En el pensamiento antiguo se creía que el firmamento separaba el lugar de los dioses del reino de los humanos. Por tanto el color azul, el del firmamento, bien podría sugerir la frontera entre Dios y su pueblo y simbolizar su majestad. Igual que el tinte púrpura, el que se utilizaba para el color azul era muy caro y connotaba riqueza y prestigio. El azul era el principal color de las vestiduras de los sumos sacerdotes de Israel (Ex 28). El manto del efod del sumo sacerdote era completamente azul y la túnica sobre la que se situaba de lino blanco. Por ello, el sumo sacerdote representaba la frontera entre la esfera humana y la divina y se movía en ambas cuando desarrollaba sus funciones en el Lugar Santísimo.
Como podemos ver en esta explicación, no es necesario alegorizar o utilizar la imaginación para encontrar importantes simbolismos espirituales en el color azul que se utilizó en el tabernáculo y las vestiduras sacerdotales. El tabernáculo era el lugar de la presencia de Dios que moraba con su pueblo como un rey viviría en su palacio. Por esta razón, parece apropiado que se utilizaran los materiales más caros (telas teñidas de azul y púrpura) para expresar su majestad. Las connotaciones del firmamento son también significativas. La razón para que en el tabernáculo se utilizara esta gran cantidad de material azul no era señalar el origen celestial de Jesús, sino más bien poner de relieve el concepto de la frontera entre el Dios Santo y la humanidad pecaminosa, una frontera que normalmente separa a la humanidad de la divinidad, pero que Dios ha cruzado al venir a morar en el tabernáculo. Éste era el lugar en el que Israel se acercaba a Dios. El color azul les recordaba la majestad de la deidad, y también el hecho de que estaban cruzando el umbral místico para encontrarse con el Dios vivo, que había decidido habitar entre ellos. No hay necesidad de alegorizar un significado de tal trascendencia.
¿Qué conclusiones podemos sacar de todo esto? En nuestros esfuerzos por determinar el significado del texto bíblico, hemos de evitar la tentación de alegorizar. No nos afanemos para ver a Cristo en cada una de las rocas y estacas del Antiguo Testamento, o de lo contrario se nos escapará el verdadero significado que Dios quiere transmitirnos. Utilicemos el recorrido interpretativo; nos ayudará a mantenernos en el buen camino.
Es evidente que existen numerosas conexiones legítimas entre Cristo y el Antiguo Testamento. Tales vínculos se sitúan generalmente en las categorías de la profecía y la tipología.
Duvall, J. S., & Hays, J. D. (2008). Hermenéutica: Entendiendo la Palabra de Dios: Un acercamiento práctico a la lectura, interpretación y aplicación de la Biblia. (A. F. Ortiz, Ed., P. L. Gómez Flores, Trans.) (pp. 256–266). Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie.