GENEROS LITERARIOS DEL
ANTIGUO TESTAMENTO
Gary Light
Mateo y Lucas nos preservan la historia de la tentación de Jesús. Una de las tentaciones que enfrentó Jesús fue la tentación de lo espectacular: lanzarse del pináculo del templo. Como parte de esta tentación, el diablo trató de convencer a Jesús citando el Salmo 91: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te llevarán, de modo que nunca tropieces con tu pie en piedra. No obstante, Jesús rechazó la tentación: No pondrás a prueba al Señor tu Dios. Jesús reconoció que la escritura que citó Satanás no era una promesa dada al Hijo de Dios, sino que fue una expresión poética de la protección de Dios dada a todos los creyentes. No es una garantía literal que el Mesías, o aun el creyente, no sufrirá daño alguno en este mundo. Jesús entendió la importancia de saber el género literario de un pasaje bíblico para comprenderlo y aplicarlo a la vida.
Igualmente, nos ayudará comprender los distintos géneros literarios de la Biblia y reconocer las formas literarias que contiene cada género. Este artículo presentará una introducción básica a los géneros literarios del AT. Se estudiará tanto la importancia de los géneros en la historia de las formas como su importancia en los nuevos métodos de interpretar el AT. Se identificarán las características generales de cada género, sus formas más usadas y los propósitos del uso de cada uno. Así el lector estará mejor preparado para interpretar el texto del AT.
GENEROS LITERARIOS Y LA HISTORIA DE LAS FORMAS
La formación de la Biblia hebrea tiene una historia larga. La religión de Israel no se inició con un libro escrito. Durante mucho de la historia de Israel sus tradiciones religiosas se encontraron en forma oral y en conexión con instituciones o celebraciones específicas. Luego se escribieron para preservarlas, para establecer uniformidad en las tradiciones del pueblo y para formar una obra grande utilizando varias tradiciones que se aplican al tema.
La historia de las formas es el estudio del desarrollo de las formas literarias breves del AT. Trata de fijar cada forma distinta en su contexto sociohistórico original. Así se explica mejor su significación y se ilumina la vida social y cultual de Israel. Los géneros literarios del AT se dividen en seis clases generales de literatura: poesía cultual, escritos legales, y las literaturas histórica, profética, sapiencial y apocalíptica. Dentro de cada clase se identifican varios géneros específicos que se originaron en situaciones distintas.
POESIA CULTUAL
La poesía cultual del AT se encuentra mayormente en el libro de Salmos, pero no se limita a este libro. Por ejemplo, hay poemas semejantes en Lamentaciones, Jeremías, Jonás, Isaías 40–66 y Job. Estos textos muestran que el culto de Israel tenía varias ceremonias que utilizaron lenguaje poético para expresar la comunicación entre el adorador y Dios. Algunas ceremonias se fijaron en ciertos tiempos del año cuando todo el pueblo celebró un evento histórico o una fiesta agraria. Otros ritos del culto señalaron fases distintas de la vida humana: nacimiento, circuncisión, matrimonio y muerte. Otros se observaron en momentos de crisis del individuo (enfermedades, dudas, etc.) o de la comunidad (sequía, invasión, etc.).
Cada evento en el culto tenía sus propios géneros poéticos. Sin embargo, no tenemos una liturgia completa del culto de Israel. El libro de Salmos es más un depósito de textos cultuales preservados para estudio y devociones. Podemos encontrar salmos que se originan en tiempos del segundo templo, otros que vienen de la época antes del primer templo y otros de cada edad entre los dos. El libro de Salmos muestra una larga historia en su composición y su colección, pero en cada colección aparecen todos los géneros.
En un estudio importante, Hermann Gunkel identificó las formas básicas de la literatura poética. Según él, todos los géneros se presentaron en el culto del primer templo. Sin embargo, muchos de estos salmos se perdieron con la destrucción del primer templo. Se escribieron nuevos salmos durante el destierro para expresar la piedad y devoción individual aparte de un culto. Luego con la construcción del segundo templo, los antiguos salmos cultuales y los salmos no cultuales se unieron con nuevos salmos para el nuevo culto. Otros eruditos, como Sigmund Mowinckel, creen que el libro de Salmos preserva muchos salmos preexílicos. Estos eruditos no separan la devoción individual y el culto del primer templo. Creen que los salmos que expresan la piedad individual, igual que los que contienen elementos proféticos, siempre han estado en el culto de Israel. El destierro puede haber sido el impulso para escribir el libro de Salmos y le dio su énfasis de estudio y reflexión sin reflejar las ocasiones actuales del culto. Sin embargo, no inició una actividad poética fuera del culto. Al contrario, el libro de Salmos recibió su forma final como el "himnario" o "devocionario" del segundo templo.
Lamentos y canciones funerarias
El lamento, qina, tiene un metro poético único en hebreo: cada línea contiene cinco sílabas con acentos. Este género se compone de: 1) Expresiones de pesar y dolor que comienzan con ¡Ay! o ¡Cómo! (2 Sam. 1:25, 27; Jer. 22:18); 2) descripciones de una catástrofe (2 Sam. 1:19); 3) recuerdos del bienestar o poder anteriores (2 Sam. 1:22, 23); 4) llamamientos a llorar (2 Sam. 1:24); y, a veces, 5) súplicas sumisas (Lam. 1:21, 22). Aunque todos los elementos no aparecen en cada lamento, hay suficientes lamentos para fijar su forma normal.
Los lamentos bíblicos más conocidos son 2 Samuel 1:19–27; Amos 5:1–3; Ezequiel 19 y Lamentaciones. Erhard Gerstenberger sugiere que la forma del lamento tiene su influencia en algunos salmos (35; 44; 74), pero el tono de pérdida total está ausente. Según él, no hay lamentos auténticos en el libro de Salmos.
Quejas
Gerstenberger prefiere nombrar los textos como el Salmo 22 o Jeremías 20:7–13 quejas en vez de lamentos. Esos poemas expresan una súplica antes de que cayera la catástrofe final. Reflejan el dolor que sufre el individuo y la esperanza con que todavía puede dirigirse a Dios quien responderá con liberación de enfermedades, enemigos u otras aflicciones personales. Toda la comunidad puede utilizar la queja ante la amenaza de sequía, invasión, plaga o alguna maldad que sufre el pueblo en general (por ejemplo, Sal. 25). Así la comunidad consulta a Dios pidiendo su ayuda y espera su acción salvadora.
Los elementos de este género son: 1) La invocación a Dios (Sal. 22:1a); 2) la queja que describa o pida (Sal. 22:1b, 2); 3) La confesión de pecado o protesta de inocencia (Sal. 51:3–5; 59:3, 4); 4) la declaración de confianza (Sal. 22:4, 5, 9, 10); 5) la súplica de ayuda (Sal. 22:19, 20); 6) la imprecación contra los enemigos (Sal. 59:5, 10–13); 7) el reconocimiento de la respuesta divina (Sal. 22:21: Y desde los cuernos de los toros salvajes ¡me has respondido!); 8) el voto (Sal. 22:22; 56:12); 9) la bendición o elementos hímnicos (Sal. 22:3; 57:11); 10) la anticipación de acción de gracias (Sal. 22:22–27).
Los elementos más importantes de este género son la súplica y la imprecación contra los enemigos. Hay varios eruditos que sugieren que el género se llama "oraciones de súplicas". Sin embargo, Gerstenberger tiene razón en decir que las súplicas de estos textos "siempre tratan de cambiar una situación de injusticia y miseria a una mejor". Por eso, el nombre queja describe bien el género. Entre las quejas del Salterio están los Salmos 3–7, 9–13, 17, 22, 25–28, 35–36, 54–57, 59, 69–71, 120, 130 y 140–143.
Dentro del Salterio hay algunos textos en que un elemento de la queja domina todo el salmo. "La confesión de pecado" domina el Salmo 51 y el Salmo 26 se compone de "la protesta de inocencia". Hay tantos salmos que consisten de "la declaración de confianza" que casi forman un género propio, himnos de confianza. Entre esta clase se encuentran los Salmos 23, 4, 11, 16, 62 y 131.
Himnos de adoración
Los himnos de adoración celebran a Dios por varias causas: su papel de creador, su señorío sobre la historia, su superioridad de poder y su excelencia en todas las cosas. Estos temas diversos se expresan mediante una forma que muestra elementos comunes: 1) Invocación a Dios (Sal. 8:1); 2) llamamiento a adorar (Sal. 115:18; 117:1); 3) alabanzas a Dios por sus cualidades, obras o hechos (Sal. 115:1, 15, 16); 4) bendiciones o deseos (Sal. 115:12–14).
Los himnos babilónicos usan muchas veces unas invocaciones largas y artísticas para impresionar a los dioses a fin de que escuchen. Es interesante que en el Salterio muchos himnos no contienen la invocación. Las invocaciones que aparecen son sencillas. La invocación del Salmo 18:1–3 es la más ostentosa de los Salmos, pero no es como los de Babilonia. La mayoría de los himnos en el Salterio se inician con el llamamiento a adorar. Es probable que un coro o el dirigente del culto lo proclamó y la gente de la congregación participó en cantar las alabanzas. Quizá la mejor manera de entender los llamamientos que ocurren al final de un salmo es que son una señal para que el pueblo continúe cantando otros himnos más.
Estos himnos se utilizaban en las fiestas anuales de Israel. Dentro de estos salmos mismos se encuentran detalles de la música y la liturgia. Su estructura es de una presentación antifonaria. En este género se incluyen los Salmos 8, 29, 33, 77, 100, 103–104, 111, 139 y 145–150.
Canciones de acción de gracias
El individuo en Israel hizo una promesa a Dios que haría un sacrificio si éste lo libraba de su problema o aflicción. Cuando recuperaba su salud, o cuando se acercaba su salvación, el creyente iba al sacerdote para pagar su voto. El sufrimiento o el peligro se dejaba atrás mediante este culto de sacrificio. Por eso la canción de acción de gracias se elevaba con gozo y gratitud. Los elementos de este género son: 1) La invitación a alabar a Dios y darle gracias (Sal. 66:1–4); 2) el relato de peligro y liberación (Sal. 41:4–9); 3) alabanzas a Dios (Sal. 138:4, 5); 4) fórmula de ofrenda en presentar el sacrificio (Sal. 138:1, 2); 5) bendiciones sobre los participantes en el culto (Sal. 32:1, 2); y 6) exhortación (Sal. 32:8, 9).
En las canciones de acción de gracias del individuo se notan dos tipos de discurso. Por un lado, hay un discurso dirigido hacia Dios, el idioma de oración. Por ejemplo, la fórmula de la ofrenda: Te doy gracias o Doy gracias se dirige a Dios en el momento de ofrecer el sacrificio de acción de gracias (todah). Por otro lado, hay un discurso dirigido a los participantes en el culto u otros que observan. Este discurso bendice, explica e invita. Los dos tipos de discurso iluminan la naturaleza de este tipo de ceremonia dentro del culto de Israel.
Este género se representa no sólo por las canciones de un individuo, sino también las de la acción de gracias de la comunidad que celebran victorias de Israel (Sal. 18, 66, 67, 118 y 129, igual como Exo. 15:1–9 y Jue. 5).
Salmos reales
El Salterio tiene otro género que se distingue por su contenido en vez de su forma. Desde el tiempo del erudito Gunkel los salmos que tocan los temas del rey y su corte se han llamado salmos reales. Sus formas pueden variar entre quejas, canciones de acción de gracias e himnos, pero celebran algo del rey: coronación (Sal. 2, 110), boda (Sal. 45) o la ciudad real (Sal. 132).
Mowinckel creyó que los salmos reales sirvieron primero al culto real de Israel. El culto popular y la mayoría de los salmos actuales se derivaron del culto real. Según Gerstenberger la situación fue la opuesta: el culto antiguo de Israel fue de familias y clanes. Luego, con el desarrollo de los gobiernos de tribus, jueces y reyes, el culto estatal adoptó los ritos populares con sus géneros poéticos. Aunque es verdad que los salmos reales muestran una influencia de otras culturas del antiguo Cercano Oriente, las formas reales más viejas se derivan de los ritos del pueblo.
Salmos de sabiduría y ley
Hay numerosos salmos que no se conforman con las características de los géneros mencionados anteriormente. Estos salmos tienen un énfasis didáctico y emplean elementos de la literatura sapiencial: 1) Proverbios, 2) dichos numéricos, 3) preguntas y respuestas, 4) acrósticos, 5) beatificaciones, 6) amonestaciones y 7) prohibiciones. Utilizan palabras clave como "sabiduría" y "temor de Jehovah". También utilizan temas de la literatura sapiencial: el destino del justo e injusto y el problema del sufrimiento del inocente. Estos salmos alaban a la Ley (torah, "instrucción divina") y llaman al lector a meditar en ella.
Desde los tiempos de Gunkel y Mowinckel se ha pensado que estos salmos no tenían una relación original con el culto de Israel. Al contrario, se cree que los salmos de sabiduría se escribieron para usos educativos particulares. Este argumento se deduce, por ejemplo, de los salmos acrósticos. No se escribieron para uso oral en el culto porque su efecto se ve solamente en forma escrita. Entonces, se dice, es un artificio educativo. Sin embargo, Gerstenberger advierte contra tal concepto de estos textos. Según él, son poemas del destierro y reflejan el cambio en el culto que provocó la nueva situación del pueblo de Israel. Sin templo y sacrificios, esparcido por el mundo, el pueblo de Israel mantuvo su fidelidad a Jehovah mediante un estudio de la Palabra de Dios escrita. Los salmos de sabiduría y ley se escribieron para la instrucción del pueblo en las sinagogas para que se mantuviera su identidad judía. Gerstenberger los describe como una forma de consejo pastoral. Los salmos de sabiduría y ley incluyen los Salmos 1, 19, 34, 37, 49, 73, 78, 91, 112, 119 y 127.
Liturgias de procesión y entrada
Cinco de los salmos muestran un uso específico en los ritos de Israel. Se recitan antes de ingresar al atrio del templo para adorar (Sal. 15 y 24) o se cantan en la procesión litúrgica (Sal. 68, 118, 132). Este género se marca no sólo por su tema, sino también por su uso de la forma antifonal que sugiere un tipo de diálogo entre el sacerdote y los adoradores.
ESCRITOS LEGALES
Los escritos legales del AT se encuentran en el Pentateuco. Aun en los tiempos más tardíos, Israel tenía que basar cualquier modificación de sus leyes en la autoridad y las enseñanzas de Moisés. En realidad, varios códigos legales se incorporan en la narración de la historia de Israel bajo Moisés: 1) Los diez mandamientos (Exo. 20:2–17; Deut. 5:6–21); 2) el código del pacto (Exo. 20:22–23:19); 3) leyes deuteronómicas (Deut. 12–26); y 4) el código de santidad (Lev. 17–26). Estas colecciones de leyes muestran los varios géneros de los escritos legales.
La mayoría de las leyes se escribieron en la forma casuística. Una ley casuística es una que describe un caso específico, lo distingue de casos semejantes y especifica las consecuencias (Exo. 21:18, 19). El comentarista Patrick propone una división de este género. La ley casuística primaria es una que describe una relación legal entre personas y los derechos y deberes en la relación antes de que haya una violación (Exo. 22:25). Esta forma es más personal que la ley casuística remediadora que describe una violación de derechos y su remedio legal (Exo. 22:5).
Las leyes casuísticas del AT, tanto en su forma como en su contenido, tienen mucho en común con las leyes de los códigos reales del Antiguo Oriente, por ejemplo el Código de Hamurabi. Algunos sugieren que Israel adoptó estas leyes de la cultura de Canaán. Es mejor reconocer que los clanes de Israel compartían un ambiente cultural semejante mediante los patriarcas y estas leyes son parte de su mundo sociológico.
Entre las leyes del AT están las de forma apodíctica, que afirma incondicional y categóricamente una aserción del bien y el mal. Es una ley absoluta que no depende de condiciones o casos. Este género se divide en tres clases: 1) el mandamiento, que prohibe en forma absoluta sin especificar el castigo por la desobediencia ("No robarás", Exo. 20:15); 2) leyes de muerte, que afirman que ciertas acciones traen la muerte como consecuencia ("El que maldiga a su padre o a su madre morirá irremisiblemente", Exo. 21:17); y 3) la maldición, que pronuncia una maldición sobre la persona que haga cierta acción. Este juicio recibe el apoyo del pueblo que responde: ¡Amén! (Deut. 27:15–26).
Albrecht Alt, quien primero hizo la distinción entre leyes casuísticas y leyes apodícticas, creía que las leyes apodícticas eran distintivamente israelitas. Sin embargo, hoy se reconoce que otras culturas también tuvieron leyes absolutas que son paralelas con los mandamientos. Es discutible si las leyes apodícticas tienen su origen en la autoridad del clan y la tribu o en la autoridad del culto. Por lo menos Israel utilizó esta forma de instrucción religiosa y moral conocida en el Antiguo Oriente para expresar la voluntad de Dios.
Estas colecciones de leyes expresan cómo debe vivir Israel bajo la voluntad de Dios. Por eso, el contenido de estas leyes toca no sólo la vida religiosa sino también la vida secular. Toda la vida se dedica a Jehovah, entonces no hay distinciones entre lo sagrado y lo secular. También estas colecciones se presentan como una parte integral de una tradición más grande, el pacto entre Jehovah e Israel. Colocar los códigos legales en la estructura del pacto acentúa que la naturaleza de los escritos legales es expresar la voluntad de Dios en una manera personal: Jehovah (o su vocero) se dirige a su pueblo que le escucha.
LITERATURA HISTORICA
Mucho del AT es la narración de la historia de Israel desde su origen como familia y clan hasta las épocas de las tribus, monarquía, destierro y restauración. La definición de "historia" para el estudio literario de la Biblia no es la de la ciencia moderna porque el propósito del AT no es presentar una "exposición sistemática de los acontecimientos" de Israel. Todos los libros de la Ley (torah) y los libros de los profetas anteriores tienen un propósito kerigmático, proclamar la palabra de Dios mediante eventos selectivos, interpretados y ordenados de la historia de Israel.
Se encuentran distintas formas en la presentación de esta historia. Los autores, o redactores, de las narraciones usaron muchas tradiciones, escritas y orales, para relatar los hechos de Dios en la historia de su pueblo. Por su naturaleza, la narración histórica contiene ejemplos de discurso formal (2 Rey. 18:17–35) y de una carta (2 Rey. 5:5–6). También, se preservaron listas en contar la historia de Israel como la lista del botín en Números 31:32–40. Las genealogías (Gén. 10:1–32) e itinerarios (Núm. 33:5–37) son tipos especiales de listas. Las formas de informes y etiologías preservaron tradiciones de nacimientos (Gén. 25:19–26), batallas (Gén. 14:1–24), o el origen del nombre de alguna cosa, práctica o lugar (Gén. 32:30–32).
Los nombres de otras formas que componen la narración histórica del AT pueden malentenderse. Estos nombres se originan en el estudio de la literatura folclórica de Alemania. Debe recordarse que estos términos describen una forma literaria y no hacen un juicio en cuanto al valor histórico del contenido de la forma. Las narraciones de Génesis se describen con el término saga. La saga es una larga narración tradicional en prosa, que puede ser primitiva (Gén. 1–11), familiar (Gén. 12–26) o heroica (Exo. 2–14). La saga misma se compone de una colección de otros tipos de relatos más breves. Una tradición histórica puede preservarse en la forma de una leyenda. Otra vez, la palabra leyenda no cuestiona nada del valor histórico de la tradición. Es un término que describe un relato cuya narrativa pone énfasis en una característica del héroe, especialmente una virtud suya. Se distingue de la fábula, que narra un relato que incluye figuras humanas y animales. Es típico de la fábula enseñar una moraleja o corregir el egoísmo de una persona (Núm. 22:31–35). No hay mitos en el AT porque el mito se define como una narrativa fantástica que explica el mundo humano por las actividades de los dioses en el mundo celestial. El AT no conoce ningún dios fuera del Dios verdadero y vivo, Jehovah. A veces un escritor puede utilizar unos temas de mitos o aludir a ellos en su descripción de un evento o de una persona histórica, pero no debemos decir que hay mitos en el AT.
Estos elementos de las sagas reflejan una transmisión oral hasta, e inclusive, la formación de la narración larga. Al otro lado, la novela es una narración compleja que se originó como un relato escrito. Muchas veces incluye con su historia principal varias historias subordinadas (Gén. 37:1–47:27, Rut y Ester).
LITERATURA PROFETICA
Los libros proféticos se componen de una colección de los oráculos de los profetas y, normalmente, relatos de la vida de los mismos. Las tradiciones de los profetas anteriores se preservaron en la forma narrativa y se encuentran en la obra del historiador. En esta sección se considerarán las obras de los profetas posteriores. Hay mucha variedad en la composición de estos libros: pueden formarse en un orden cronológico (Ezequiel) o sin orden cronológico (Jeremías); pueden formarse de los oráculos del profeta exclusivamente (Sofonías) o de una narración que no tiene más que cinco palabras de la predicación profética (Jonás).
Las narrativas de los libros proféticos se expresan en tercera persona o en primera. Preservan la vocación o el llamamiento del profeta (Isa. 6; Jer. 1), visiones (Amós 8:1; Eze. 37) o accionesseñales (Isa. 7:3; Ose. 1:2–9; Jer. 27). También hay varios informes del conflicto que narran un encuentro hostil entre un profeta y la autoridad cultual o real (Jer. 26:1–19; Amós 7:10–17).
No obstante, los géneros proféticos más importantes son los que preservan el discurso de los profetas. La predicación de los profetas aparece por lo general en una forma poética. Hay un número de sermones en prosa en el libro de Jeremías que ha causado mucha discusión entre los eruditos. Es mejor entenderlos como una imitación de los sermones deuteronomísticos por el profeta. Sin embargo, los discursos poéticos forman la mayor parte de las palabras proféticas y varían en origen y en género.
Mucho del discurso profético parece tener su origen en un ambiente legal o cultual. El pleito del pacto (rib) es una forma común en los profetas. Es un litigio contra el pueblo de Dios que contiene un llamamiento a testigos, declaración de un pleito, una exposición de las cargas contra el pueblo y un anuncio del castigo que corresponde con las cargas (Ose. 4:1–3). El apercibimiento de arrepentirse se compone de un llamado de atención y una declaración de motivación. El llamado consiste en la fórmula del mensajero ("Así dice Jehovah"), el vocativo ("oh apóstata Israel") y la admonición. La declaración incluye una promesa, una acusación y una amenaza (Jer. 3:12, 13). El profeta suena como juez en Israel cuando pronuncia un discurso de juicio. No obstante, sus palabras no son las de un juez humano, son las del juez divino. Este género incluye la carga y el juicio (Amós 7:16, 17). Otro género profético es el oráculo de salvación que anuncia un evento futuro ("en aquel día") sin explicación de mérito de lo que Dios hará por su pueblo (Ose. 2:18–23). Se supone que este género es una adaptación del discurso litúrgico del sacerdote que responde a una lamentación del individuo. Los profetas también adoptaron himnos del culto en su mensaje (Amós 4:13; 5:8, 9; 9:5, 6). En otras ocasiones aun hicieron parodias del llamamiento a la adoración del sacerdote (Ose. 4:15b; Amós 4:4, 5).
Es cosa segura que los profetas adoptaron y adaptaron formas de discurso de muchas áreas de la vida, no sólo las jurídicas y cultuales. El uso de parábolas y alegorías por los profetas sugiere una influencia de sabiduría en los profetas. Así también el uso de proverbios (Jer. 23:28) y dichos numéricos (Amós 1:3–2:8) demuestra un conocimiento de la sabiduría de las tribus. El profeta pudo imitar los cantos de amor (Isa. 5:1, 2) o un lamento (Amós 5:2, 3). Quizá este último sea el origen de los oráculos de ¡Ay! (Amós 6:1).
Es importante notar que los profetas utilizaron y adaptaron un gran número de géneros para predicar su mensaje. Los profetas bíblicos no tenían un púlpito en un templo o una congregación que les escuchaba cada semana. Tenían que proclamar en las calles, en los mercados o en la entrada de la ciudad. Para que se escuchara su mensaje tenían que utilizar las formas de un litigio o una canción para captar la atención de la multitud. La variedad de géneros proféticos es testigo a la gran variedad de situaciones en que predicaron los profetas.
LITERATURA SAPIENCIAL
La Biblia contiene una clase de literatura que se distingue por su ocupación del tema de la sabiduría (jokmah). Esta clase sí exhibe temas y géneros característicos, pero no podemos designar todos los textos que utilizan los géneros como literatura sapiencial. Es posible encontrar una parábola en la literatura profética (Eze. 15) o una fábula en literatura histórica (Jue. 9:8–15), pero Ezequiel no es un sabio ni el libro de Jueces es un ejemplo de la literatura sapiencial. Las tradiciones sapienciales tenían una influencia en cada faceta de la sociedad israelita. La literatura sapiencial de la Biblia consiste en Proverbios, Job y Eclesiastés.
Se disputa el origen de las tradiciones sapienciales de Israel. Varios proverbios y admoniciones bíblicos sugieren que el hogar servía como el primer centro de instrucción; la sabiduría se inició como una función de las familias o clanes. Las responsabilidades de instrucción se compartieron entre el padre y la madre (Prov. 6:20) y no prestar atención resultó en el castigo (Prov. 13:24). Que la sabiduría tiene un origen popular se ve en las similitudes que comparan varias tribus con animales (Gén. 49:8, 9, 14 y 17). Sin embargo, algunos proverbios se entienden mejor como productos de la corte (Prov. 16:12–15). Por eso, se sugiere que la sabiduría de Israel tiene su origen en una escuela de la corte para instruir a los príncipes. No es extraño llamar al maestro "padre" y hay suficientes modelos de tales escuelas en el Antiguo Oriente como en Egipto y Mesopotamia.
Las dos teorías no son mutuamente exclusivas. El hogar ha de ser un lugar de instrucción, especialmente de los jóvenes. Este tipo de instrucción utilizó dichos memorables por siglos en una forma oral. Luego, con el establecimiento de escuelas en la corte, se coleccionaron los aforismos, proverbios y dichos populares juntamente con la sabiduría desde otras culturas (comp. Prov. 22:17–24:22 con la sabiduría de Amenemope). Este proceso de colección se inició en el reino de Salomón, pero duró por siglos (ver Prov. 25:1; 30:1; 31:1; 24:23). Por fin, en el tiempo del destierro se formó una escuela de escribas religiosos que preservó la sabiduría "secular" de la corte porque era una expresión de la sabiduría de Dios y la estimó como torah, "instrucción," igual como la Ley. Es esta escuela que dio a Job, Proverbios y Eclesiastés su forma canónica.
En la literatura sapiencial se encuentra una cantidad de formas. El aforismo, mashal, puede distinguirse entre: 1) El proverbio, que es un aforismo popular basado en la experiencia y la observación (Prov. 11:24); 2) el dicho sabio, que es un dicho didáctico que infunde un valor o una lección (Prov. 16:20); y 3) el dicho numérico, que es un aforismo caracterizado por una forma numérica que consiste en un título y una lista (Prov. 30:18, 19). No es necesario que el dicho sabio sea bien conocido por el pueblo. El maestro puede formar un ejemplo para enseñar una lección específica. La sabiduría usa también admoniciones (Prov. 16:3), mandatos (Prov. 8:33) y prohibiciones (Prov. 22:24, 25). Según Proverbios 1:6 los sabios usaron enigmas para instruir, pero el único ejemplo completo en el AT se encuentra en Jueces 4:10–18.
Además, los sabios emplearon formas más extensas en su instrucción. Se usa la alegoría, un cuento cuyos detalles representan otras cosas en la interpretación (Prov. 5:15–23). Hay el cuento ejemplar que es un relato concreto para ilustrar un punto de enseñanza (Prov. 7:6–23). La narración autobiográfica, sea confesión o reflexión personal, comparte la experiencia rica del sabio con el alumno (Ecl. 1:12–2:26). Finalmente, los sabios aun utilizaron himnos para describir la sabiduría. Se personificó la sabiduría y el himno alaba a esta personificación (Job 28).
LITERATURA APOCALIPTICA
Friedrich Lücke reconoció la literatura apocalíptica como una clase distinta en el siglo XIX. Sin embargo, poco se ha hecho en analizar las formas del género. Las causas de esta carencia incluyen el uso múltiple del término apocalíptico para describir elementos sociológicos y filosóficos tanto como literarios y el hecho que el género apocalíptico usa muchas formas literarias que se encuentran en la literatura profética. En realidad muchos quieren clasificar la literatura apocalíptica como una clase de la literatura profética. Sin embargo, parece mejor reconocer que la diversidad de formas componentes y la similitud de ellas con otros géneros no oculta la consistencia que la literatura apocalíptica tiene en sí.
La literatura apocalíptica es un género de literatura que narra la revelación de una realidad trascendente por parte de un ser sobrenatural. Esta realidad tiene aspectos temporales y espaciales, es decir que tiene que ver con una salvación al fin de la historia (escatología) y un nuevo mundo sobrenatural. Hay dos divisiones en este género: un apocalipsis con viaje al otro mundo y un apocalipsis histórico que no incluye un viaje al mundo sobrenatural. Ejemplos de libros apocalípticos judíos del primer subgénero son 1 Enoc 1–36, 2 Enoc y 3 Baruc. Los libros canónicos (Apocalipsis del NT y Daniel del AT) son ejemplos del subgénero apocalíptico histórico. La función de este género literario es proveer una visión del mundo que consuela a la comunidad de fe en tiempos de crisis y opresión. Su revelación de la voluntad de Dios y su última victoria apoyan a la gente a mantenerse fiel bajo la autoridad divina que es más grande que la autoridad opresiva que se les opone.
La forma más común en la literatura apocalíptica es la visión (o sueño) simbólica (Dan. 7–8). Esta narrativa se compone de una indicación de las circunstancias, una descripción de la visión o sueño, una petición por una interpretación (muchas veces es una oración y se hace por miedo), la interpretación alegórica por un ángel (pero en 2 Baruc 39 es Dios mismo quien interpreta) y una conclusión que narra la reacción del vidente o incluye más instrucciones del ángel.
La epifanía (Dan. 10:1–9) también es la narración de una visión. Sin embargo, esta visión es menos comprensiva que la visión simbólica y consiste en una revelación de una sola figura sobrenatural. Muchas veces esta forma precede el discurso angélico, una revelación de la voluntad divina por parte de un ángel sin elementos visuales. Relacionada con esta forma es el diálogo revelador. Es una conversación entre el recipiente y un ser celestial que revela (un ángel o Dios). Este diálogo puede ocurrir en una visión o independiente de una visión.
Daniel es el único libro apocalíptico en el AT con su visión del fin decisivo de la historia. Hay otras obras proféticas que tienen un interés escatológico, sin embargo se mantienen firmemente dentro de la historia de este mundo. Por eso Isaías 24–27, 56–66 y Zacarías 9–14 pueden describirse como literatura protoapocalíptica. Zacarías 1–8 y Ezequiel también son protoapocalípticos en cuanto a su simbolismo, visiones y uso de un ángel como intérprete. El desarrollo completo del género apocalíptico estaba en el período intertestamental con El testamento de Levi, Apocalipsis de Sofonías, Apocalipsis de Abraham y Similitudes de Enoc, entre otros. Este género se usaba no solamente en el NT (Apocalipsis), sino también en la creación de libros apocalípticos de los gnósticos.
GENEROS Y LOS NUEVOS METODOS DE INTERPRETACION
No es suficiente simplemente identificar los géneros o las formas del AT y buscar la situación en la vida del pueblo (Sitz im Leben) en que se originó cada forma. Estas tradiciones se formaban con formas orales y escritas. Originalmente ellas se preservaron por distintos grupos en Israel, la una independiente de la otra. Sin embargo, ahora no existen en formas aisladas sino como elementos integrados en el contexto de un libro (y en el contexto más amplio del AT como una totalidad). Por eso, es imperativo estudiar los textos del AT en su forma final; estudiarlos como escritura y como literatura.
El estudio de la historia de formas trata de penetrar detrás del texto bíblico para reconstruir la situación sociohistórica de cada texto. La crítica canónica no usa el texto como una fuente de una significación que está detrás del texto, sino que reconoce que la significación del texto bíblico para la comunidad de fe radica en el texto mismo. Se enfoca en lo que dice el texto al creyente. Para descubrir qué dice el texto, el lector debe apreciar no sólo el proceso de la composición literaria del texto pero también cómo la comunidad de fe ha entendido este texto en cada generación.
Las comunidades de fe que aceptan el AT como escritura (la comunidad judía y la cristiana) han adoptado textos completos, no solamente partes de textos. Han adaptado estos textos durante los cambios en sus situaciones históricas. Por ejemplo, las leyes ceremoniales de sacrificio en el libro de Levítico no tenían el mismo significado para el Israel preexílico como el que tenía para los judíos de la diáspora o el que tenía para los primeros cristianos. La crítica canónica, entonces, reconoce que el texto sagrado puede llevar una pluralidad de significado dentro de una comunidad de fe.
El estudio de la Biblia como literatura es aún más amplio porque una interpretación auténtica del texto no depende de que el intérprete es miembro de la comunidad de fe. El texto bíblico se analiza como obra literaria con una énfasis en las estrategias artísticas del texto. Los libros de la Biblia son obras literarias en sí mismas. Las tradiciones que se preservan en estas obras ahora pierden su independencia y se desligan de su Sitz im Leben social. Forman parte de un texto que crea su propio "mundo." Es el trabajo del intérprete apreciar este "mundo del texto" y hacer claras las conexiones entre este mundo y el mundo del lector.
Los métodos de la nueva crítica literaria se centran en el texto como una totalidad. Es importante leer la obra como novela o poesía u obra didáctica. Se busca no solamente el género de una sección de la obra, sino también se quiere identificar el género de la obra completa que causa la cohesión de todas las partes en formar algo más grande que simplemente la suma de las partes, que es el texto. Otros métodos literarios se centran en el lector como quien produce la significación de la obra. En estas teorías de la respuesta del lector el significado se encuentra en la interacción entre el texto y el lector. Todavía, para llegar a una interpretación auténtica, el lector ha de reconocer la coherencia de la obra total, es decir que tiene que reconocer el género que da a la obra su unidad.
El estudio de los géneros del AT se inició en identificar micro-géneros, formas breves y reconstruir la situación sociohistórica de su origen. Sin embargo, esta identificación de un evento detrás del texto como lo tenemos no es el fin de la interpretación bíblica. Hay también la necesidad de reconocer el género de la obra completa, el macro-género, apreciar su arte literario en el uso de formas, micro-géneros, y descubrir las significaciones para la comunidad de fe que existen en la conexión entre el "mundo del texto" y el mundo de la comunidad de fe. Dominar los géneros del AT nos ayudará a entender la significación del texto de la Biblia, la Palabra de Dios.
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