sábado, 30 de junio de 2007
Misionología: nuestro cometido transcultural 1
A. EL PRINCIPIO SOBRE EL CUAL SE FUNDAMENTA LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN ES EL AMOR DE DIOS
1. LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN ES LA HISTORIA DEL AMOR DE DIOS
2. DIOS TIENE UNA MISIÓN
B. LA MISIÓN REDENTORA DEL PUEBLO ESCOGIDO DE DIOS
1. LA PROMESA INTERCULTURAL DEL PACTO ABRAHÁMICO
2. DIOS ENCARGA A ISRAEL PARTICIPAR EN SU MISIÓN
3. LA CLAVE DEL ÉXITO DE ISRAEL
4. LA IGLESIA PARTICIPA DEL MINISTERIO INTERCULTURAL
5. EL MISTERIO DE LOS SIGLOS REVELADO
6. LA MISIÓN CENTRÍPETA Y LA MISIÓN CENTRÍFUGA
C. LA NATURALEZA MISIONERA DE LA IGLESIA
1. ADMINISTRADORES DE LAS BUENAS NUEVAS
2. EL PLAN DE ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN EL LIBRO DE HECHOS DE LOS APÓSTOLES
INTRODUCCIÓN
Sabido es de todos que en la Biblia se narra la historia de amor entre Dios y la humanidad. Dios no dejó a la humanidad abandonada a su suerte sino que se ideó un plan de rescate, solo porque amó al hombre de una manera que no podemos explicar.
En el Antiguo Testamento Dios trata con el pueblo de Israel de manera particular, sin perder de vista a las demás naciones, y por medio de ellos intenta rescatar al género humano.
Ahora en el Nuevo Testamento Dios obra por medio de su Iglesia, pero también a favor de las demás gentes, siempre procurando que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
Como Iglesia no podemos ignorar nuestra naturaleza misionera sino que debemos comportarnos en consecuencia a ella.
Vale la pena que analicemos detalladamente en este día misionero cuál es la misión de Dios revelada en las Sagradas Escrituras.
A. EL PRINCIPIO SOBRE EL CUAL SE FUNDAMENTA LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN ES EL AMOR DE DIOS
Desde el principio Dios tuvo que encarar un dilema en lo que respecta al ser humano. Dios creó al hombre con libre albedrío, esa libertad de escoger refleja la imagen de Dios. Le otorga al hombre el poder de que correspondiendo a su amor agrade a Dios, pero no porque Dios lo obligue a ello. El vínculo del amor es mucho más fuerte que el poder de la fuerza.
Pero el hombre pecó y cayó en estado de pecado y continua decadencia moral. En ese momento crucial es cuando Dios enfrenta el dilema, ¿Qué va a hacer Dios con el hombre? ¿Destruiría a Satanás, sus seguidores, al hombre y a la tierra de un solo golpe de su justicia? Es ahí cuando vemos que la única causa de las acciones Dios a favor de la humanidad es la naturaleza de su carácter, el amor.
1. LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN ES LA HISTORIA DEL AMOR DE DIOS
Si Dios hubiese destruido a todos o parte de los rebeldes hubiese sido justo de su parte, pero Dios ya había previsto la posibilidad del pecado del hombre y había previsto un plan para rescatarle. Ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.[2]
La solución soberana a ese problema fue la encarnación. En su gran amor por la humanidad, Dios ya había determinado realizar el supremo sacrificio aun antes de la caída del hombre. Dios pagaría personalmente la pena por el pecado del hombre, por medio de su hijo Jesucristo. … según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él.[3] Él estaba destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por amor de vosotros.[4]
Este acto de la gracia divina, único en la historia, ilustra la profundidad y el poder vencedor del amor de Dios. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.[5]
El hombre fracasó por su desobediencia y Dios entonces se propuso cimentar el fundamento de la redención enseñándole la importancia de la obediencia a su voluntad. Dios demanda una continua obediencia del pueblo de Israel pero la continua desobediencia de Israel hace que fracase en la misión que Dios le ha encargado y trajo el juicio de Dios sobre la nación entera.
La condena final de Satanás y su reino fue sellada en la muerte y resurrección de Cristo. Y gracias a su victoria Dios busca siempre levantar, redimir y capacitar al hombre para que sea vencedor sobre el reino de Satanás. Ese Dios de amor interviene a diario en los asuntos humanos para levantar al hombre de su naturaleza caída y capacitarlo para contrarrestar las acciones de Satanás.
2. DIOS TIENE UNA MISIÓN
… el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.[6]
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.[7]
Dios ha contado a lo largo de la historia con aquellos que le servían, a ellos los ha hecho partícipes de su misión. Noé construyó un arca, instrumento de salvación en el diluvio, Israel fue llamado a ser testimonio de Dios ante las naciones, y la Iglesia de Jesucristo está llamada a participar también en su misión salvífica.
El amor de Dios no está confinado a ninguna raza, nación, ni grupo cultural. El ama a todos los pueblos. El amor de Dios traspasa todas las fronteras culturales, raciales y lingüísticas. Él quiere que todos tengan una oportunidad de seguir a Jesucristo.
B. LA MISIÓN REDENTORA DEL PUEBLO ESCOGIDO DE DIOS
El Señor escogió a los Israelitas para que fuesen participantes especiales en su plan para redimir a todo el género humano.
1. LA PROMESA INTERCULTURAL DEL PACTO ABRAHÁMICO
Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.[8] Con las promesas que le hace Dios a Abram, comenzó un nuevo capítulo en la historia de la humanidad.
Israel llegó a ser una gran nación no porque fuese descendiente de Abraham sino porque Dios, el único Dios verdadero, escogió ser identificado personalmente con el pueblo judío. Pero aun escogiendo a la nación de Israel Dios estaba dispuesto a alcanzar, levantar y redimir a todos los pueblos de la tierra.
Jesucristo fue el cumplimento directo y final de las promesas divinas. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: «En ti serán benditas todas las naciones».[9]
Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.[10] Abraham llegaría a ser bendición a todas las familias de la tierra. A nadie le permite Dios que simplemente gaste en sí mismo las bendiciones o promesas divinas. Dios bendijo a Abraham a fin de bendecir a otros y prometió darle su poder protector conforme él cumpliese la misión que Dios le había encargado.
Este modelo de “Yo haré y Tú serás” que Dios usó en su comunicación con Abraham ha sido desde entonces una constante en su comunicación con el hombre. Dios hace para que nosotros seamos. Dios interviene en la historia de la humanidad declarando y demostrando sus propósitos y su voluntad. Luego exige del hombre conforme su voluntad con la de él.
Entonces Dios llama a Abraham y a la nación de Israel con el fin de salvar a todo el género humano, no solamente a una nación.
2. DIOS ENCARGA A ISRAEL PARTICIPAR EN SU MISIÓN
Fue en el Sinaí donde Dios le dio la ley a Moisés y así mismo llamó a Israel para que fuera instrumento de su misión de alcance mundial: Al tercer mes de haber salido los hijos de Israel de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. Israel acampó allí frente al monte, y Moisés subió a encontrarse con Dios. Jehová lo llamó desde el monte y le dijo: —Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: “Vosotros visteis lo que hice con los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si dais oído a mi voz y guardáis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa”. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.[11]
El hecho de guardar el pacto haría que los Israelitas fuesen joyas preciosas para Dios y así él, que las poseía, las exhibiría a todos. La función principal del pueblo sería actuar como mediadores entre Dios y los hombres. Dios se proponía que todo Israel fuese una nación de sacerdotes para las otras naciones. Sería un pueblo apartado, separado con un propósito específico. Al establecer una correcta relación vertical con Dios, Israel será un brillante ejemplo para todas las demás naciones. Dios quería que la hermosura de la santidad de Israel atrajera el resto de las naciones hacia él.
Así que Israel tenía como misión mostrar el poder, la gloria, el amor y la compasión de Dios a las naciones. La presencia de Dios en medio del pueblo santificaría la nación e Israel reflejaría la santidad de Dios. La sociedad resultante, junto con el poder de Dios que obraba siempre a favor de Israel, actuaría como un poderoso imán que atraería a las naciones hacia Dios. Israel sería de ese modo el principal instrumento de Dios para alcanzar a todos los pueblos de la tierra.
3. LA CLAVE DEL ÉXITO DE ISRAEL
Jehová nos mandó que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová, nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová, nuestro Dios, como él nos ha mandado.[12]
¡Si me hubiera oído mi pueblo! ¡Si en mis caminos hubiera andado Israel![13]
Si hubiese obedecido en todo, Israel hubiese logrado el éxito. La obediencia ha sido siempre el factor clave para alcanzar las promesas de Dios.
Fue la constante obediencia a los mandamientos del Señor lo que le abrió las puertas a Abraham a la ininterrumpida bendición y revelación de Dios. —Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.[14]
La obediencia es la prueba de la fe, es fe en acción, así como es imposible agradar a Dios sin fe, es imposible agradar a Dios sin obediencia.
A causa de su desobediencia Israel se descalificó constantemente de recibir las bendiciones prometidas de Dios. Hubiese sido luz a las naciones si tan solo hubiese aprendido a obedecer. Pero en lugar de ser testigos justos, los hijos de Israel fueron desobedientes, rebeldes, se dejaron atrapar de los vicios de las naciones que ellos debían atraer para Dios.
Israel fracasó en su misión por su desobediencia, frustró los propósitos de Dios pero no los cambió. El Señor aún quiere que todas las naciones sean atraídas a la luz. La salvación por medio de Jesucristo es el cumplimiento divino de la promesa hecha a Abraham de bendecir a todas las naciones de la tierra.
Israel fracasó en el ministerio intercultural, pero el manto del ministerio intercultural ha sido transferido de los hijos de Israel a los hijos de Dios del Nuevo Testamento: ¡La iglesia de Jesucristo!
Ahora es la iglesia la que está llamada a participar con Dios del ministerio intercultural. Usted y yo llevamos la responsabilidad de este mandamiento. ¡Y no debemos fracasar!
[1] Basado en el capítulo 1 de ”Misionología: nuestro cometido transcultural” de Larry D. Pate
[2] Hebreos 2: 16
[3] Efesios 1: 4
[4] 1 Pedro 1: 20
[5] Romanos 8: 37
[6] Lucas 19: 10
[7] 2 Pedro 3: 9
[8] Génesis 12: 3
[9] Gálatas 3: 8
[10] Génesis 12: 2 y 3
[11] Éxodo 19: 1 -6
[12] Deuteronomio 6: 24 y 25
[13] Salmo 81: 13
[14] Génesis 22. 16 -18
martes, 26 de junio de 2007
Jesús en el libro de Génesis II
Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón. Génesis 3: 15
Y conoció de nuevo Adam a su mujer, la cual parió un hijo, y llamó su nombre Seth: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otra simiente en lugar de Abel, a quien mató Caín. Génesis 4: 25 RV1909
En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra. Génesis 22: 18
A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Gálatas 3: 16
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Daniel 9: 24
Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros: y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra: porque Jehová lo ha dicho. Isaías 25: 8
Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 1 Corintios 15: 22
Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida. Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos. Romanos 5: 18 y 19
Perros me han rodeado; me ha cercado una banda de malignos; desgarraron mis manos y mis pies.
¡Contar puedo todos mis huesos! Entre tanto, ellos me miran y me observan.
Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes. Salmo 22: 16 -18
Y si alguien le pregunta: “¿Qué heridas son estas en tus manos?”, él responderá: “Las recibí en casa de mis amigos” Zacarías 13: 6
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Gálatas 4: 4 y 5
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Hebreos 2: 14 y 15
Él anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quitó de en medio clavándola en la cruz. Y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Colosenses 2: 14 y 15
Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades (la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Efesios 2: 14 -16
Y el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Romanos 16: 20
lunes, 25 de junio de 2007
Lección Nº 7 de “El Ministerio Peldaño a Peldaño”
(Lección Nº 7 de “El Ministerio Peldaño a Peldaño” 1
OBJETIVO: que el obrero comprenda con mucha claridad, por medio de la interpretación de las sagradas Escrituras: que el único que puede regresar al hombre a su estado de inocencia es Dios por medio de la fe que el creyente ponga en Cristo por su obra redentora.
1. Definición
2. Concepto de justicia respecto a las reglan que se establezcan
3. El papel que juega la fe
4. El Nombre y el Espíritu
5. Justificados por su gracia
6. Muertos para ser justificados
7. Orientando a los culpables
1. Definición
Probanza que se hace de la inocencia o de la bondad de uno. Ser justificado es ser declarado inocente (no culpable).
Para ser declarado inocente hay que pasar por un juicio; en ese juicio se aplicará el concepto de justicia que prevalezca en la conciencia del juez.
2. Concepto de justicia respecto a las reglan que se establecen
El concepto de justica varía mucho dependiendo de las reglas que se establezcan.
Ejemplos:
a. Los evolucionistas consideran que es justo que el más fuerte se imponga.
b. Los mahometanos predican “el ojo por ojo” y piensan que es justo que el culpable “pague” de alguna manera tangible su culpa.
c. Los chinos proclamaban una justicia fundamentada en una filosofía de relación. Los amigos de mis amigos son mis amigos. Los enemigos de mis enemigos, son mis amigos. Los amigos de mis enemigos son mis enemigos.
d. La justicia mosaica era severa y predicaba que el que a hierro mata a hierro muere. Ojo por ojo y diente por diente. Consistía en una serie de normas y prácticas que concluían en una sentencia: “el que haga estas cosas vivirá por ellas”. (Romanos 10: 5)
La ley del Antiguo testamento se basaba en la realidad de que Dios es Santo y el hombre pecador. Al ser Dios santo y justo “no dará por inocente al culpable”. (Números 14: 18)
No hay forma de que la justicia y la santidad de Dios declaren inocente al culpable. En el libro de Job (9: 1 -2) se pregunta ¿cómo se justificará el hombre ante Dios?
Y hay una aseveración que complica notablemente la situación del hombre: “el hombre vano se hará entendido cuando un pollino de asno montés nazca hombre” (Job 11: 12). Obviamente esto no sucederá jamás! Porque afirma la escritura que ”el corazón del hombre se inclina de continuo al mal” (Génesis 6: 5). Así que no existía la posibilidad de que el hombre cambiara el curso de su destino. El apóstol Pablo afirma que “no hay justo ni aún uno” (Romanos 3: 9 -12) y concluye: “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3: 23).
La situación, pues, es clara “Yo soy pecador vendido al pecado…” Isaías nos recuerda que nuestros pecados han hecho separación entre nosotros y nuestro Dios. (Isaías 59: 2)
La conclusión es clara y a la vez concluyente: “Solo tú eres santo”.
En este estado de cosas Dios quiere ayudar al hombre pero ya que el hombre no puede subir, Dios decidió bajar.
Como el castigo de Dios tenía que recaer sobre la raza humana para satisfacer la justicia de Dios, el hombre no hubiera sobrevivido. Dios produjo una solución. La respuesta de Dios es Cristo. La encarnación es el arma secreta de Dios para resolver el problema que no tenía solución. Dios decidió “por el puro afecto de su voluntad”, y sin exigir nada al hombre, hacerse hombre.
“que Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, sin tener en cuenta a los hombres sus pecados”. (2 Corintios 5: 19)
Cuando Dios se encarnó asumió la condición humana con todas sus consecuencias, pero sin pecado. Ya en la condición humana se identificó con el hombre hasta ocupar su lugar en la silla de los acusados y en esa condición se presentó a juicio por nosotros. La Biblia dice que: “lo que era imposible para la ley por cuanto era débil, por la carne, Dios enviando a su hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8: 3). Así que hubo un juicio y Cristo ocupó nuestro lugar; de esta manera nosotros siendo juzgados y condenados en Cristo, pasamos a una situación de no deber nada. Nuestro récord se limpió. No hay deuda. Cristo pagó por nosotros. Somos inocentes.
Estos son los hechos. ¿Cómo se nos aplican a nosotros? Cuando aceptamos la muerte de Cristo en nuestro lugar, es decir, nos consideramos juzgados y muertos, quedamos libres del primer marido con quien estábamos casados, es a saber, la ley. “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de de otro…” (Romanos 7: 4) Nos podemos casar con otro marido: Cristo.
3. El papel que juega la fe
La fe juega un papel protagónico en el proceso de justificación. Pero no la fe “por sí” sino “la fe en”. La fortaleza de la fe no es ella misma sino el objeto de la fe. El apóstol Pablo dice que si pusimos nuestra fe en Cristo y éste no resucitó, vana es nuestra fe. La fe puesta en un hecho vano la convierte en “vana”, pero la fe puesta en un hecho trascendental la convierte en trascendental.
La fe ene la resurrección de Cristo: el capitulo 4 de Romanos concluye con un argumento, y es que Abraham creyó a Dios. Por ser Dios a quien había creído, esta fe le es contada por justicia y no solo a él sino también a nosotros que hemos creído en aquel que levantó a Cristo de entre los muertos. La resurrección de Cristo es tan trascendental que nos indujo a ponerle confianza al que la ejecutó.
Esta fe en este hecho se nos cuenta por justicia. Al ser considerados justos tenemos paz para con Dios, porque la enemistad de Dios es con aquellos que son considerados culpables, los versos 8 y 9 nos dicen que como Dios amó a los culpables pagó con la muerte de su hijo, (redimió) por ellos y que esta fe en la sangre redentora, justifica su acceso a Dios.
4. El Nombre y el Espíritu
En primera de Corintios 6: 11 el apóstol Pablo nos indica que la justificación al hombre tiene que ver con su identificación con la manifestación de Dios en Cristo. Fe en su nombre. En el caso de Cristo su nombre es un mensaje a la humanidad Emmanuel ¡Dios con nosotros! Dios a nuestro favor. El Espíritu ha derramado ese espíritu por el cual clamamos “Padre nuestro”.
5. Justificados por su gracia
Dios nos ha declarado inocentes por buena voluntad. Tenemos su favor inmerecido. Y esto es posible por medio del rescate pagado. (Romanos 3: 24)
6. Muertos para ser justificados
Todo este proceso de justificación termina con una aplicación práctica “El que ha muerto ha sido justificado del pecado”. (Romanos 6: 7)
Todos sabemos que el tema básico del capítulo 6 de Romanos es el bautismo.
7. Orientando a los culpables
La necesidad que tiene el mundo de ser declarado inocente para poder llegar a la salvación, impone la predicación del evangelio. En Romanos 1: 16 san Pablo concluye un argumento “el evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. ¿Qué hay que creer? El evangelio ¿Qué es el evangelio? El hecho de que Dios haciéndose hombre pagó el rescate por todos los hombres (1 Juan 2: 2).
Esto es lo que hay que creer y “el justo que viva en esta fe, por esa creencia vivirá”.
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1 “El Ministerio Peldaño a Peldaño” es una serie de lecciones doctrinales, para pastores con tarjeta de predicador y licencia local, elaboradas en el año 2003 por el hermano Álvaro Torres Forero durante su trabajo como Maestro Nacional de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
miércoles, 20 de junio de 2007
Jesús en el libro de Génesis Parte 1
en el libro de génesis
-alegoricemos un poco-
1. EL PRINCIPIO:
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Gn 1: 1
En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. Juan 1: 1 -3
Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia Col 1: 18
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida —pues la vida fue manifestada y la hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó— 1 Juan 1: 1 y 2
«Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin», dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso Apocalipsis 1. 8
»Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: »“El Amén, el testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto. Apocalipsis 3: 14
Y me dijo: «Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, le daré gratuitamente de la fuente del agua de vida. Apocalipsis 21: 6
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Apocalipsis 22: 13
2. EL ESPÍRITU DE DIOS:
La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Génesis 1: 2
Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos. 1 Pedro 1 : 10 y 11
Dios es Espíritu. Juan 4: 24
El Señor es el Espíritu. 2 Corintios 3: 17
un solo cuerpo y un solo Espíritu. Efesios 4: 4
3. LA PALABRA DE DIOS:
Dijo Dios. Génesis 1: 2
Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos; y todo el ejército de ellos, por el aliento de su boca. Salmo 33: 6
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié. Isaías 55. 10 y 11
Por la fe comprendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Hebreos 11: 3
En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla…
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad.
Juan 1: 1 -5 y 10 -14 DHH
en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Colosenses 1: 16
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida —pues la vida fue manifestada y la hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó— 1 Juan 1: 1 y 2
4. LA LUZ:
«Sea la luz» Génesis 1: 3
porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz. Salmo 36: 9
Él revela lo profundo y lo escondido, conoce lo que está en tinieblas y con él mora la luz. Daniel 2: 22
Yo, Jehová, te he llamado en justicia y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. Isaías 42: 6 y 7
¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti! Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová y sobre ti será vista su gloria. Andarán las naciones a tu luz y los reyes al resplandor de tu amanecer. Isaías 60: 1 y 2
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos, para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz. Lucas 1: 76 -79
Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Saldréis y saltaréis como becerros de la manada. Malaquías 4: 2
Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Lucas 2: 29 -32
El pueblo que habitaba en tinieblas vio gran luz, y a los que habitaban en región de sombra de muerte, luz les resplandeció. Mateo 4: 16
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron.
Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo. Juan 1. 4 -8
Y esta es la condenación: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3: 19 -21
Otra vez Jesús les habló, diciendo: —Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8: 12
Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo. Juan 9: 5
Entonces Jesús les dijo: —Aún por un poco de tiempo la luz está entre vosotros; andad entretanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas, porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Juan 12: 35 y 36
Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Juan 12: 46
por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio. 2 Timoteo 1: 10
Este es el mensaje que hemos oído de él y os anunciamos: Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él. 1 Juan 1: 5
Allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos. Apocalipsis 22: 5
lunes, 18 de junio de 2007
Algunos aspectos importantes a considerar sobre la justificación. III
Es importante que entendamos la atribución de la justicia de Dios[1], tanto los principios sobre los cuales Dios condena al pecador como los principios sobre los cuales Dios salva al cristiano.
Vamos despacio:
1. El hecho de la atribución es resaltado cuando Dios por causa del pecado de Adán le atribuye a toda la raza humana el título de pecador; en efecto todos los hombres son considerados pecadores por Dios [2]. Ante él todos prevaricamos en aquel que era el progenitor y responsable de todos nosotros, Adán.
Esto se desarrolla más aún en el hecho de que el pecado del hombre fue atribuido a Cristo cuando Él se ofreció como ofrenda por el pecado del mundo [3]. Así también la justicia de Dios es atribuida a todos los que creen, para que ellos puedan permanecer delante de Dios en toda la perfección de Jesucristo. Por causa de esta provisión se puede decir de todos los que son salvos en Cristo que ellos son hechos justicia de Dios en Él [4]. Siendo que esta justicia es de Dios y no del hombre y que, según lo afirma la Escritura, ella existe independiente de toda obra u observancia de algún precepto legal, es obvio que esta justicia atribuida no es algo que el hombre pueda efectuar. El que una persona haya sido buena no aumenta la justicia que Dios le atribuye, ni si ha sido mala disminuye la justicia atribuida por Dios a él. Sólo hay que creer en aquel que justifica a quien es de la fe de Jesús[5].
2. Los resultados de la atribución se ven en que la justicia de Dios es atribuida al creyente sobre la base de que el creyente está en Cristo por medio del bautismo. A través de esa unión vital con Cristo por el Espíritu el creyente queda unido a Jesucristo como un miembro de su cuerpo [6], y como un pámpano a la Vid verdadera [7].
El creyente es constituido justo en virtud de su posición en Cristo. Por causa de la realidad de esta unión Dios ve al creyente como una parte viviente de su propio Hijo. Por lo tanto, Él ama al creyente tanto como ama a su propio Hijo [8], y considera que el creyente es lo que su propio Hijo es: la justicia de Dios [9]. Cristo es la justicia de Dios; por consiguiente, aquellos que son salvos son hechos justicia de Dios por estar en Él. En este orden de ideas nosotros estamos completos en Él [10] y somos hechos perfectos en Él para siempre [11].
3. En las Escrituras se nos dan muchas ilustraciones de la atribución.
Dios proveyó túnicas de pieles para Adán y Eva y para obtenerlas fue necesario el derramar sangre [12], es decir Dios le atribuyó a los inocentes animales la culpa del hombre y al hombre le atribuyó la inocencia de los animales que fueron desnudados para que con su vestido se vistieran Adán y Eva.
A Abraham le fue atribuida justicia por haber creído a Dios [13], y así como los sacerdotes del tiempo antiguo se debían vestir de justicia [14], así el creyente es cubierto con el manto de la justicia de Dios. [15]
La actitud del apóstol Pablo hacia Flemón es una ilustración tanto del mérito como del demérito atribuido a otro. Refiriéndose al esclavo Onésimo, dice el apóstol: < (atribución de mérito). Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta (la atribución de demérito)>> 16]
4. Esta atribución de la justicia divina afecta la posición –justificación instantánea- y no el estado –santificación progresiva-. Existe, por lo tanto, una justicia de Dios, que nada tiene que ver con las obras humanas, que está en y sobre aquel que cree [17]. Esta es la posición de todos los que son salvos. Pero en su vida diaria, o estado, aún los creyentes se hallan lejos de ser perfectos, y es en este aspecto de su relación con Dios en el que se debe
5. La justicia atribuida es la base de la justificación. De acuerdo a su uso en el Nuevo Testamento, las palabras <> y <> vienen de la misma raíz. Dios declara justificado para siempre a aquel que Él ve en Cristo. Este es un decreto objetivo, ya que la persona justificada está vestida de la justicia de Dios. La justificación no es una ficción o un estado emotivo; sino más bien una consideración voluntaria en la mente de Dios. Al igual que la justicia imputada, la justificación es por fe [19], por medio de la gracia [20], y se hace posible a través de la muerte y resurrección de Cristo [21]. La justificación es permanente e inmutable, siempre que se permanezca en Cristo pues descansa solamente en los méritos del Hijo de Dios.
La justificación es más que el perdón, porque el perdón es la cancelación de la deuda del pecado, mientras que la justificación es la atribución de justicia. El perdón es negativo (supresión de la condenación), en tanto que la justificación es positiva (otorgamiento del mérito y posición de Jesucristo).
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[1]David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras Romanos 4: 6
[2]Romanos 5: 12 -21
[3]2 Corintios 5: 21
[4]1 Corintios 1: 30
[5]Romanos 3: 26
[6]1 Corintios 12: 13
[7]Juan 15: 5
[8]Efesios 1: 6
[9]2 Corintios 5: 21
[10]Colosenses 2: 10
[11]Hebreos 10: 14
[12]Génesis 3: 21
[13]Génesis 15: 6; Romanos 4: 9 -22;
[14]Salmo 132: 9
[15]Isaías 61: 10
[16]Filemón 17 y 18
[17]Romanos 3: 22
[18]2 Pedro 3: 18
[19]Romanos 5: 1
[20]Tito 3: 4 -7
[21]Romanos 3: 24 y 4: 25
sábado, 16 de junio de 2007
Algunos aspectos importantes sobre la justificación II
A. LA AUTOJUSTICIA DEL HOMBRE[1]
En completa armonía con la revelación de que Dios es justo tenemos la correspondiente declaración que ante la mirada de Dios la justicia del hombre, que ha olvidado la justicia de Dios y ha querido establecer la suya propia[2], esta resulta ser es como trapo de inmundicia[3]. Aunque el estado pecaminoso del hombre se revela constantemente a través de las Escrituras, no hay descripción más completa y final que la que se encuentra en el capítulo tres de la carta a los romanos[4]; y debe notarse que, como en el caso de otras evaluaciones bíblicas del pecado, tenemos aquí una descripción del pecado como Dios lo ve.
Las normas que los hombres han establecido para vivir en familia y en sociedad no son la base sobre la cual han de ser juzgados delante de Dios. En su relación con Dios los hombres no son sabios comparándose consigo mismos[5]. Porque no están perdidos solamente aquellos que la sociedad condena, incluso algunos de ellos son salvos, sino que los que realmente están condenados por la inalterable justicia de Dios[6].
Por lo tanto, no hay esperanza alguna fuera de la gracia divina; porque nadie puede entrar en la gloria del cielo si no es aceptado por Dios como lo es Cristo. Para esta necesidad apremiante del hombre Dios ha hecho una provisión abundante.
jueves, 14 de junio de 2007
Algunos aspectos importantes a considerar sobre la justificación I
Algunos aspectos importantes a considerar sobre la justificación.
"Mas al que no hace obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia." -Romanos 4:5.
La Biblia hace énfasis en una diferencia trascendental entre Dios y el hombre, y es que Dios es justo[1], mientras que, el cargo fundamental hecho a los seres humanos es que no hay justo, ni aun uno[2]. Pero en este mismo orden de ideas, una de las glorias de la gracia divina es el hecho de que una justicia perfecta, semejante a la blanca e inmaculada vestidura de una novia, ha sido provista en Cristo y es gratuitamente concedida a todos los que creen en El[3].
¿De qué manera podrá justificarse el pecador delante de Dios?[4] Este es el asunto que nos compete resolver hoy y es de trascendental importancia. En él radica el cimiento de toda nuestra esperanza, puesto que mientras que estemos en enemistad con Dios, no puede haber paz verdadera ni gozo perdurable, en esta vida ni en la eternidad.
La doctrina de la justificación afirma que nuestra posición de justos ante los ojos de Dios es algo que se nos regala, no algo que hemos de conseguir por nuestros méritos.
A. DIOS ES JUSTO
Esta justicia de Dios es invariable e inmutable. Él es infinitamente justo en su propio Ser e infinitamente justo en todos sus caminos.
Dios es justo en su Ser: Es imposible que Él se desvíe de su propia justicia, ni siquiera hay en él sombra de variación[5]. Dios no puede mirar el pecado con el mínimo grado de tolerancia. Por consiguiente, puesto que todos los hombres son pecadores, tanto por naturaleza como por práctica, el justo juicio divino ha venido sobre todos ellos para condenación[6]. La aceptación de esta verdad es de gran importancia para llegar a un correcto entendimiento del evangelio de la gracia de Dios.
Dios es justo en sus caminos: Debe también reconocerse que Dios es incapaz de considerar con ligereza o con algún grado de superficialidad el pecado, o de perdonarlo en un acto de flojedad o debilidad moral. La gloria del evangelio no radica en que Dios haya tratado con suavidad o blandura el pecado; sino más bien en el hecho de que todos los juicios que la infinita justicia tenía necesariamente que imponer sobre el culpable, el Cordero de Dios los sufrió en nuestro lugar, y que este plan que procede de la mente misma de Dios es, de acuerdo a las normas de su justicia divina, suficiente para la salvación de todo el que cree en Él[7].
Por medio de este plan Dios puede satisfacer su amor salvando al pecador sin quebranto de su justicia inmutable; y el pecador, que en sí mismo está sin ninguna esperanza, puede verse libre de toda condenación creyendo en Jesús[8].
Dios manifestó Su voluntad al hombre en estado de inocencia de una forma apropiada a su condición[9] y, después de la Caída, no le dejó sin testimonio, sino que le habló por medio de la naturaleza y de la conciencia, siendo ésta la voz interna que acusa o excusa los actos del hombre[10].
Pero la plena manifestación de la voluntad de Dios para con los hombres fue dada en el Sinaí, donde Dios enunció los diez mandamientos, y luego instruyó a Moisés con otros muchos preceptos complementarios. La Ley representa lo que Dios, en justicia, requiere de los hombres en las circunstancias reales de la vida, y el mandamiento es siempre santo y justo y bueno[11].
Pero, bajo repetidas pruebas, se demostró que el hombre era incapaz de cumplir la justicia exigida por Dios, ya que su naturaleza pecaminosa siempre le arrastraba a la desobediencia. Una ley quebrantada no puede salvar a nadie, sino que condena inflexiblemente al infractor de ella. El que no la cumple, muere.
Cuando Moisés, al ver que Israel había quebrantado la Ley en todos sus capítulos antes de recibirla en forma escrita, quebró las tablas de piedra al pie del Sinaí[12], y con esto dio a entender, en forma simbólica, el fracaso del hombre ante las santas exigencias de la Ley divina[13].
[1] Salmo 119: 137; Juan 17: 25; Romanos 3: 26; 2 Timoteo 4: 8; 1 Juan 1: 9 y 2: 1
[2] Romanos 3: 10
[3] Romanos 3: 22
[4] ¿Cómo, pues, se justificará el hombre delante de Dios? ¿Cómo será puro el que nace de mujer? Si ni aun la misma luna es resplandeciente ni las estrellas son puras delante de sus ojos, ¿cuánto menos el hombre, ese gusano, ese gusano que es el hijo de hombre? Job 25: 4 -6
[5] Santiago 1: 17
[6] Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios Romanos 2: 5
[7] Juan 3: 16 -18; 5: 24
[8] Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús Romanos 8: 1
[9] Génesis 2: 16 y 17
[10] Cuando los gentiles que no tienen la Ley hacen por naturaleza lo que es de la Ley, estos, aunque no tengan la Ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos Romanos 2: 14 y 15
[11] Romanos 7: 12
[12] Éxodo 32: 19
[13]Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas» Gálatas 3: 10
viernes, 8 de junio de 2007
El Precio de ser mensajero del Rey de reyes III
1. La cruz: solo muriendo viviremos.
¡NO A LAS COMODIDADES!
El camino del discipulado no es un camino de comodidades y de arreglos económicos.
La cruz era un instrumento de tortura, al parecer de origen persa, que los romanos la usaban para infligir la pena de muerte; el condenado mismo tenía que llevar a cuestas su cruz o, más bien, la viga transversal de ella, hasta el lugar de la ejecución.
Por medio de esta imagen Jesús prepara a sus discípulos para enfrentarse a la muerte y hasta para considerarse ya muertos respecto de sí mismos y del mundo. La idea que la cruz suguiere es la de un criminal condenado a muerte.
Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. [1]
No podemos amarnos a nosotros mismos más que a Jesucristo, el amor a Dios debe sobrepasar todos los demás amores incluyendo el amor propio.
“Puede que haya que sacrificar ambiciones personales, la tranquilidad, la comodidad que se hubiese podido disfrutar, puede que haya que sacrificar una excelente carrera que se pudiese haber completado en la vida, puede que tengamos que darnos cuenta que las cosas luminosas que antes nos habían deslumbrado ya nunca serán para nosotros. Pero vale la pena con tal de encontrar la verdadera felicidad encerrada en el servicio a Dios.”
“Seguramente hay que sacrificar nuestra propia voluntad, pues ningún verdadero siervo de Dios puede hacer lo que asimismo le agrada, pues el día que lo haga dejará de ser siervo, es su deber hacer lo que a su amo le agrada. El verdadero cristiano siempre lleva una cruz a cuestas.”
martes, 5 de junio de 2007
El precio de ser un mensajero del Rey de reyes II
El siervo del Señor no será sincero en su propósito ni constante en su decisión a menos que ame a Jesús más que a nadie y más que a nada en este mundo.
Puede suceder que el amor que uno tenga por su esposa y por su familia le haga renunciar a alguna gran oportunidad, algún curso, algún trabajo, alguna aventura, algún sacrificio; ya sea porque no se quiere separar de ellos o porque no quiera someterlos a ningún peligro.
Pero el asunto hoy es que a veces uno desatiende el llamado de Dios a algún servicio arriesgado porque se deja inmovilizar por los lazos familiares. Y esta disyuntiva es más frecuente de lo que parece.
De hecho sí es posible que los seres más queridos se conviertan en los peores enemigos si son ellos los que de alguna manera le impiden a uno hacer lo que Dios quiere que haga.
Algunas veces nos tocará escoger entre los lazos más íntimos de la tierra y nuestra lealtad a Jesucristo.
Y dijo a otro: —Sígueme. Él le respondió: —Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
Jesús le dijo: —Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios.
Entonces también dijo otro: —Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
Jesús le contestó: —Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios.[1]
Muchos hombres de Dios nos han dado ejemplo a lo largo de la historia.
De todas las lealtades debemos tener en prioridad la lealtad a Dios.
Así como el odio de nuestros parientes por causa del evangelio no debe apartarnos de Jesús, tampoco debe apartarnos de él, y su voluntad para nuestra vida, el amor que sintamos a nuestros más allegados familiares y amigos.
[1] Lucas 9: 59 -62
lunes, 4 de junio de 2007
El precio de ser un mensajero del Rey de reyes I
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mateo10: 37 -39
Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les decía: «Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, después que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar”. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Lucas 14: 25 -33
Hay una gran diferencia entre andar con Jesús y ser su discípulo. Algunos están de parte de Jesús, pero nos son sus soldados, están a favor de él pero sin sacrificar nada. En algunas congregaciones hay muchos que andan con Jesús, espectadores sin compromiso que van solo por ver que va a pasar, pero pocos reales discípulos suyos.
Se ve clara la absoluta honestidad de Jesús. EL Señor no engaña a sus seguidores les es muy claro, es más les pone como condición de admisión que esté dispuestos a sufrir. Quienes no están preparados para el padecimiento no pueden seguir a Jesús. Quien le sigue no va camino a la gloria y al poder terrenal, sino que debe estar dispuesto a sacrificar lo que más quisiera en la vida, ya abrazar un sufrimiento que sólo podía compararse con la agonía de un crucificado.
El siervo del Señor debe ser un varón de dolores experimentado en sufrimientos.[1]
No es digno del Señor quien no esté dispuesto a prescindir de todo por seguir a Jesús.
Quien no ponga en el interés por Cristo un valor tan grande como para preferirlo por encima de todos los demás intereses de la vida es indigno de la felicidad y la dignidad que sobrelleva el ser un verdadero cristiano.
Cualquier cosa que entreguemos a cambio de esta perla preciosa bien vale la pena por la eterna ganancia del cambio que hagamos. Este es el mejor negocio. Vale la pena hacer esta buena inversión pero hay que calcular muy bien el costo.
El matrimonio es un estado en el que no se debe entrar a la ligera, ni descuidadamente; hay que pensarlo bien, con respeto y en el temor del Señor. El hombre y la mujer deben calcular bien lo que cuesta el matrimonio, porque tiene un costo.
Lo mismo sucede con el evangelio, pero si bien es cierto que las exigencias de Jesucristo imponen bastante respeto y seriedad, no debemos olvidar que también es cierto que él nunca nos deja solos a la hora de cumplirlas.[2]
¡Prefiero a Cristo!
Prefiero a Cristo que oro y plata, prefiero ser suyo que andar en el mal.
Más que ser el rey de dominios mil y vivir en la maldad;
Prefiero a Cristo que a aplausos aquí, prefiero ser fiel y tras él seguir. Prefiero a Cristo que fama mundial, prefiero su nombre por siempre exaltar.
sábado, 2 de junio de 2007
PORQUE TU ME AMASTE
viernes, 1 de junio de 2007
¡NO A LA VIDA SIN SENTIDO!
“El que busca en primer lugar la tranquilidad, la comodidad, el cumplimiento de sus ambiciones personales, la seguridad social, puede ser que obtenga todo eso pero será un hombre infeliz; porque vinimos a este mundo a servir a Dios y a nuestros semejantes.”
“Lo que realmente hace valiosa la vida para los demás y digna de vivir para uno mismo es el servicio. Cumplir el propósito de Dios en nuestra vida es el camino de la verdadera felicidad.”
“Encontrar la vida aquí y en el más allá es sencillamente gastar –perder- esta vida sirviendo a Dios y a nuestros semejantes.”
El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
Cada día es una experiencia nueva con Dios, él sí que sabe sorprendernos y sacarnos de la rutina.
Paz de Cristo!
Soneto al Crucificado
No me mueve, mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tu me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.