domingo, 6 de julio de 2008

2 DE TIMOTEO 2, 2 DE 6


Las metáforas del ministerio según 2 Timoteo 2

 

En este interesante capítulo el apóstol Pablo usa varias figuras que ilustran lo que es ser ministro del evangelio de Cristo, que nos ayudan a entender cuáles son sus responsabilidades y sus recompensas…

En algunas maneras, Timoteo contrastaba marcadamente con aquellos que habían desertado del Apóstol. En vista de la oposición al evangelio, es necesaria siempre una presentación poderosa. Pero el poder proviene de la gracia que es en Cristo Jesús, lo cual significa que contamos con el apoyo del favor inmerecido de Dios, no dependiendo de una habilidad natural.

Las ilustraciones que siguen están diseñadas para alentar a Timoteo a perseverar aun cuando la tarea se ponga difícil.

El pasaje de cerca de 2.000 años no ha perdido la agudeza de estos paralelos comunes.

 

II.                  Nos dice que es un ATLETA …
Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente
.[8]

Se usa el lenguaje deportivo; los griegos y los romanos daban mucha importancia al atletismo. Cada cuatro años se celebraban los Juegos Olímpicos, y cada tres, se celebraban en la propia ciudad de Corinto los Juegos Ístmicos.

Los juegos olímpicos se celebraban en verano, cada cuatro años (periodo llamado olimpiada), en Olimpia, el emplazamiento del santuario más importante del dios Zeus. La primera olimpiada data del 776 a.C., aunque los juegos, lo más probable, es que empezaran antes.

A principios del año de los juegos, se enviaban mensajeros a todo el mundo griego para invitar a las ciudades-estado a homenajear a Zeus. Éstas enviaban delegaciones para competir en esplendor y en actividades atléticas con otras delegaciones. En las competiciones sólo podían participar hombres honorables de ascendencia griega y durante su celebración se cumplía la denominada tregua olímpica que implicaba la paralización de los conflictos bélicos.

Los juegos pasaron de ser un festival de atletismo y lucha que duraba un día, a convertirse en una celebración de cinco días con diferentes pruebas, en el 472 a.C., y en el 350 a.C. adquirieron las características definitivas que les hicieron tan célebres para la posteridad. No se conoce con precisión el orden de las pruebas, pero el primer día se dedicaba a los sacrificios.

Los ganadores recibían como premio guirnaldas de olivo y otorgaban fama a sus ciudades de origen. Con frecuencia los poetas les convertían en celebridades, y vivían el resto de sus vidas a costa del erario público.

Los juegos olímpicos alcanzaron su máxima popularidad en los siglos V y IV a.C. En el 394 d.C. el emperador Teodosio I el Grande los suspendió por su simbología pagana. A finales del siglo XIX, en un contexto histórico evidentemente muy diferente se reanudaron bajo la misma denominación, Juegos Olímpicos, aunque se suele añadir el segundo adjetivo de 'modernos' para diferenciarlos de forma notoria de sus ilustres predecesores.

Pablo con frecuencia toma metáforas de la esfera deportiva:

No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús[9].

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.[10]

Vosotros corríais bien.[11]

para no correr o haber corrido en vano…[12]

para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano.[13]

Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo[14]

he acabado la carrera.[15]

Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad, porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera[16].

La metáfora atlética muestra la necesidad de ajustarse a las reglas, obedecerlas y competir limpia y legítimamente, es decir, en conformidad con las normas establecidas; Si el hombre de Dios ejecutando un servicio especial en su reino, no observa las normas debidas, no recibirá el premio, es más, puede recibir alguna multa.

a. Antiguamente los que competían en las olimpiadas:

  1. Debían tener diez meses completos de intenso adiestramiento/ entrenamiento

          Bajo instructores competentes o tutores.

          Nadie podía competir sin estar debidamente entrenado. Tiene que entrenarse intensamente si quiere ganar una competición.

          El atleta nos enseña disciplina, autonegación y concentración. El atleta que quiere llegar al podio no puede permitir que nada se le interponga en el programa de formación física que se ha impuesto.

          El atleta lo era de tiempo completo. El atleta profesional tenía su vida centrada en el deporte que había escogido, no aceptaba distractores. La vida del cristiano debe estar centrada en Cristo. No concebimos la idea de cristianos de tiempo libre.

          La mirada del atleta estaba puesta en la meta. El afán de los corredores es llegar a la línea final.

2.       Debía hacer un voto de que competiría de acuerdo a las reglas de las olimpiadas.

          Si alguien actuaba de mala fe, se le multaba con una cantidad de dinero considerable.

          El verdadero cristiano sabe que la norma suprema de la vida cristiana es al amor.

3.       El premio

·         El atleta solo pensaba en el galardón. Él competía con todas sus fuerzas con tal de obtenerlo.

·         Una Corona de laurel! Esta se reducía a polvo en poco tiempo.

·         Nuestra corona es la vida eterna!!! La carrera cristiana tiene como premio una recompensa imperecedera.

b. Pablo enfatiza aquí, que el ministro, para recibir su recompensa, debe correr de acuerdo a las reglas estipuladas por Dios.

¿Qué tan bien preparados como atletas estamos, cuánta disciplina falta en nuestra vida, si estamos observando las normas de la carrera, qué tanta concentración tenemos en la meta?



[1] 2 Timoteo 2: 3 y 4

[2] 1 Timoteo 1: 18 al 20

[3] 2 Timoteo 2: 3

[4] 2 Timoteo 1: 8

[5] 2 Timoteo 3: 13

[6] Mateo 5: 10 al 12

[7] Juan 15: 18 al 21

[8] 2 Timoteo 2: 5

[9] Filipenses 3: 12 al 14

[10] 1 de Corintios 9: 24 al 27

[11] Gálatas  5: 7

[12] Gálatas 2: 2

[13] Filipenses 2: 16

[14] Hechos 20: 24

[15] 2 Timoteo 4: 7

[16] 1 Timoteo 4: 7 y 8


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 



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