Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
Las Bodas del Cordero
Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria,
porque han llegado las bodas del Cordero
y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido
que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente
(pues el lino fino significa las acciones justas de los santos)».
El ángel me dijo: «Escribe: "Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero"». Y me dijo: «Estas son palabras verdaderas de Dios».
Yo me postré a sus pies para adorarlo, pero él me dijo: «¡Mira, no lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que mantienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios!».l (El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía).
Apocalipsis 19:7-10
La imagen del matrimonio fue usada por los escritores sagrados desde la época del Antiguo Testamento para transmitir algo acerca de la profundidad de la relación de Dios con quienes forman parte de sus siervos.
El texto que acabamos de leer se divide en dos aspectos principales:
(1) las bodas del Cordero, y
(2) la cena de las bodas del Cordero.
LAS BODAS DEL CORDERO
La cena de las bodas del Cordero era uno de los temas favoritos del Señor Jesús. En muchas de sus historias o parábolas, hablaba de las cenas de bodas. Por ejemplo, en la parábola de las diez vírgenes, habló de la preparación ante la venida del novio. En Mateo 22: 1-14 contó la, parábola de la boda del hijo del rey. En esta ocasión festiva, el rey envió a sus siervos para que invitaran a la gente a venir a este bendito acontecimiento.
¿Quién es el novio? . . .
La pregunta «¿Quién es el novio?» no tiene sino una respuesta. El novio no puede ser otro más que «el hijo del rey» de Mateo 22: 1-14, el mismo Señor Jesucristo.
Jesús les dijo:
—¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Mateo 9: 15 y Marcos 2.19–20
En Juan 3:29, mucho después de que Juan el bautista hubiera presentado a Jesús como «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29), le pidieron a Juan que se identificara. Dejó en claro que no era el Cristo; en Juan 3:29 se refirió a Cristo como a «el novio», y a sí mismo como «el amigo, que está a su lado y lo escucha, [y] se llena de alegría cuando oye la voz del novio». Con claridad, aquí se habla de Cristo como el novio y como el Cordero. Por lo tanto, Cristo es el novio en las bodas del Cordero.
¿Quién es la novia? . . .
La respuesta a la pregunta: «¿Quién es la novia?» presenta una diferencia de opiniones.
Algunos dicen que la novia es Israel, porque en Apocalipsis 19:7 se refiere a la «novia» y en Isaías 54:5 se dice que DIOS es su esposo; pero la novia no puede ser Israel porque a la novia no se le llama esposa hasta después que la boda terminé. Además, existen dos esposas en las Escrituras. La esposa del Antiguo Testamento había sido desechada a causa de su adulterio espiritual al adorar a otros dioses (Jeremías 3:1-20; Ezequiel 16; Oseas 2; 3:1-5). Esta misma diferencia es la que Pablo tenía en mente en 2 Corintios 11:2: «El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura.» La Iglesia es culpable de muchos pecados en sus casi dos mil años de existencia, pero el adulterio espiritual no se cuenta entre ellos. En las Escrituras se define al adulterio espiritual como la adoración a otros dioses. No se puede ser cristiano, teniendo al Espíritu Santo como testigo en el corazón, y adorar a otro que no sea el Señor Jesucristo. Este hecho, por supuesto, se transforma en la prueba en cuanto a lo genuina que es la salvación.
Otro versículo importante para considerar con respecto a la Identidad de la novia se encuentra en Efesios 5:32. El apóstol Pablo, hablando de la relación entre esposos y esposas, compara al marido con Cristo ya la esposa con la iglesia. Lo resume en el versículo 32 diciendo: «Esto un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia», indicando con claridad que el cuadro perfecto de la relación entre el Señor Jesús y su iglesia es el de la novia y el novio. Por lo tanto, cuando , y de inmediato queda comprometido en matrimonio con Cristo.
Este compromiso finalizará en las bodas del Cordero.
¿Cuándo y dónde tendrá lugar esta boda?
La boda del Cordero debe tener lugar en el cielo, porque en Apocalipsis 19:11, luego de las bodas del Cordero y de la cena de las bodas del Cordero, encontramos al Señor viniendo en su «gloriosa venida» para establecer su reino. Por esta razón, debemos llegar a la conclusión de que la boda y la cena tienen lugar en el cielo. La ubicación en Apocalipsis 19 muestra que estos hechos tienen lugar al final de la tribulación, antes del reino del milenio de Cristo en la tierra.
Efesios 5:27 indica la manera en la cual la novia se le presentará a Cristo: «Una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.» Esta condición existirá solo después del juicio de Cristo cuando los creyentes sean limpios por completo y la iglesia se transforme en un todo. Por esta razón creemos que el tribunal de Cristo, que tendrá lugar durante la tribulación, precederá a la cena de las bodas del Cordero, e inmediatamente después de que el último creyente se presente ante el juicio para recibir su recompensa se celebrarán las bodas del Cordero. Todos los cristianos que confiaron en Cristo durante la era de la gracia desde el día de Pentecostés hasta el arrebatamiento de la iglesia, formarán parte de su novia.
¿De qué manera se prepara la novia?
Años atrás una novia por lo general se hacía su propio vestido; en realidad hoy en día tampoco es inusual que se lo hagan. El vestido de esta novia hecho de lino fino (Apocalipsis 19:8), se define como «las acciones justas de los santos». Es decir, la novia se prepara a través de sus acciones justas. Puesto que esta boda viene después del juicio de Cristo, lo más probable es que la posición que el individuo ocupe como miembro de la novia lo determine el juicio del fuego, cuando sus obras sean juzgadas. Por lo tanto, los cristianos en este tiempo debemos tener cuidado de hacer buenas obras (Tito 3:8). El Señor Jesucristo desafía a los cristianos: «Acumulen para sí tesoros en el cielo» (Mateo 6:20). Aunque nos resistimos a trabajar por la recompensa debemos recordar que nuestra relación con Cristo como miembros de su novia se determinará de acuerdo al servicio fiel de hoy.
El diablo es el rey de las mentiras. Les dice a los que no son salvos: «Trabajen para la salvación.» Si la mentira fracasa y el individuo acepta a Cristo, enseguida susurra: «Ahora que has sido salvo gratuitamente. Por gracia, no tienes que hacer nada.» Este enfoque no concuerda con Efesios 2:8-10; la mayoría de los cristianos se olvidan del versículo 10: «Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. » El propósito del cristiano es estar a disposición del Señor para realizar «buenas obras».
No obstante la gracia está presente aún aquí, no nos ganamos estas hermosas vestiduras ni las construimos del todo pues Apocalipsis 19:8 claramente dice que a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente. De este modo la esposa recibe las recompensas y Dios recibe toda la gloria, pues la acciones justas de los santos no son otra cosa que el resultado de la gracia de Dios obrando en la Iglesia y a través de ella.
porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Flp 2.13).
Sería bueno que periódicamente hiciéramos un inventario para ver si en verdad estamos sirviendo a Cristo. En aquel día, todos los cristianos que no fueron fieles se lamentarán por su infidelidad, porque no solo les impedirá ocupar la posición que desearían con respecto a Cristo, sino que limitarán su grado de gobierno y de reinado con Cristo durante el reino del milenio. La actitud del apóstol Pablo debiera caracterizar a todos los cristianos: «¿Qué debo hacer, Señor?» (Hechos 22:1O.) Esta clase de proceder les proporcionará tal motivación a los creyentes que no solo recibirán una «completa recompensa» sino que escucharán decir a su Salvador: «[Hiciste bien, siervo bueno y fiel» ... ¡Ven a compartir la felicidad de tu Señor!» (Mateo 25:21.)
LA CENA DE LAS BODAS DEL CORDERO
La cena de bodas, por supuesto, no es la boda sino la fiesta de bodas del Cordero. Parece que estar invitado a esta fiesta es un honor particular, porque a Juan se le dijo que escribiera: «¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero! » (Apocalipsis 19:9.) «Dichoso» es sinónimo de «feliz» o de «honrado». En otras palabras: «Felices (u honrados) los que fueron convidados a la cena de las bodas del Cordero. »
La identidad de los invitados
Podemos deducir que habrá invitados a esta cena porque a algunos se les invita a asistir a la ceremonia de bodas. Es evidente, a la novia no se invita a la cena de bodas, ni tampoco se invita al novio. Se invita a los amigos del novio y de la novia. Ahora bien, ¿quiénes son estos amigos o invitados? Aquí hay diferencias de opiniones. No se puede tratar de la Iglesia, porque ella es la novia. Algunos tratan de identificar las parábolas de las diez vírgenes y de la cena de bodas del hijo del rey como ilustraciones de los invitados a la cena de bodas, pero estas dos parábolas sirven solo para ilustrar la prominencia de una cena de bodas en el pensamiento del Señor Jesús. Fíjese que tanto las vírgenes insensatas como los invitados que no tenían una vestimenta adecuada quedan fuera de la fiesta, mientras que en la cena de las bodas del Cordero no queda lugar para que nadie quede afuera. Estas dos son parábolas del «reino de los cielos», que enseñan que uno debiera estar preparado para la venida del novio.
Juan el bautista, uno de los últimos santos del Antiguo Testamento indicó que él era un amigo del novio (Juan 3:29). Estos santos del Antiguo Testamento estarán en el cielo y tendrán sus recompensas, pero no formarán parte de la iglesia, de la novia de Cristo. Son los amigos del novio y de la novia, que, a esta altura se pueden ver como los invitados a la fiesta. Entonces, todos los creyentes que murieron desde Adán hasta la resurrección de Cristo serán los invitados a la fiesta. Además de ellos, aparecerán los que recibieron al Señor durante la tribulación, muchos de los cuales murieron como mártires por el testimonio de Cristo. Estos serán los invitados a la fiesta. Algunos sugieren que tal vez los ángeles se encuentren entre los invitados. Sin embargo, no me parece probable, Los ángeles pueden ser espectadores durante la cena de las bodas del Cordero, pero debiéramos fijarnos en que la cena se distingue por el uso del nombre sacrificial de nuestro Señor: el Cordero. Los ángeles nunca han sido los receptores de las bendiciones de los redimidos.
Solo aquellos que han tenido una existencia humana, que han pecado, y que han sido redimidos por la sangre del Cordero se encontrarán allí, ya sea como la novia de Cristo o como los invitados. No quiero decir que los santos del Antiguo Testamento son inferiores a los de la iglesia, o a los del cuerpo de Cristo, sino simplemente quiero señalar que es una bendición especial para la iglesia. Ahora bien, Israel, o los invitados a la cena de las bodas del Cordero tienen promesas y maneras de relacionarse con él que nosotros no compartimos; sin embargo, la cena de las bodas del Cordero es una experiencia reservada para la iglesia.
LA LUNA DE MIEL DEL CORDERO
Después de las bodas en esta tierra, en la fiesta se acostumbra ofrecer una recepción o celebración que reemplazó en la era moderna a la antigua cena de bodas. Pero luego de la cena de bodas, el novio y la novia por lo general se cambian de ropa y se escabullen hacia su luna de miel. Es más que una mera coincidencia que, inmediatamente después de la cena de las bodas del Cordero, Juan nos dice: «Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco» (Apocalipsis 19:11a). A partir de este momento, se lanza a describir la gloriosa venida del Señor Jesucristo a la tierra para establecer su reino, cuando vendrá con su esposa, la iglesia. La tierra, antigua morada de la iglesia de la cual fue arrebatada y el lugar donde el Cordero mismo vivió y murió, se convertirá entonces en el lugar de los mil años de luna de miel. ¡Cómo quisiera Dios que todo matrimonio pudiera disfrutar del cumplimiento de este símbolo: mil años de paz!
EL CREYENTE Y EL MILENIO
Al momento después de que Cristo descienda a esta tierra, comenzará el reinado del milenio. Cristo establecerá su reino y los creyentes reinarán con él. 2 Timoteo 2:11-12 aclara este proyecto. Ese reinado se basa en las obras de los creyentes, porque Pablo dice: «Si resistimos, también reinaremos con él.»
EL REINADO DE ACUERDO A LA FIDELIDAD
En Lucas 19:11-27 encontramos la parábola del dinero. Aquí se habla del elemento cuantitativo en nuestro servicio cristiano. Diez siervos recibieron una cantidad de dinero cada uno. El primero lo invirtió y cuando su Señor regresó había ganado diez veces más. Fíjese en el elogio y el mandato del Salvador en Lucas 19:17: «¡Hiciste bien, siervo bueno! –le respondió el rey-. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades.» Como este siervo hizo producir lo que se le dio, recibió autoridad sobre diez ciudades durante el milenio. Lo mismo se dice en el versículo 18 acerca del segundo siervo, que tomó su dinero y lo multiplicó por cinco. Recibió autoridad para reinar sobre cinco ciudades.
El siervo infiel, que le devolvió a su señor el dinero que le dio, no recibió nada; más bien le quitaron su dinero, lo cual bien puede indicar que los siervos infieles de Cristo, aunque son salvos («pero como quien pasa por el fuego», 1 Corintios 3:15), no tendrán ninguna recompensa, sino que experimentarán una existencia más bien árida durante el milenio.
Los siervos fieles, en cambio, recibirán un lugar de verdadero liderazgo en el reino de Cristo, una posición directamente proporcional al grado de fidelidad en el servicio cristiano. Qué desafío para los creyentes a ser fieles en cualquier forma posible durante esta vida, porque en este servicio a Cristo acumulan tesoros en el cielo que un día determinarán su estado y posición durante mil años.
El escritor de un himno nos desafía a: «Trabajar porque llega la noche, cuando el trabajo del hombre se acaba.» Las sombras de la noche caen rápido; todo cristiano debiera estar ocupado en los negocios de su Señor, «aprovechando al máximo cada momento oportuno» (Efesios 5: 15), mientras todavía queda luz.
JESÚS EL ÚNICO DIOS: www.unicodios.blogspot.com |
Julio César Clavijo Sierra |
Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos.
2 Co 8.9
(Ilustración de la hermana que no le abrió al pastor porque pensó que era el que cobraba el arriendo.)
La gracia de Dios es una doctrina que corre a través de toda la Biblia:
Desde Génesis:
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y la simiente suya;
esta te herirá en la cabeza,
y tú la herirás en el talón. Gn 3.15.
Y al hombre dijo:
—Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer
y comiste del árbol de que te mandé diciendo: "No comerás de él",
maldita será la tierra por tu causa; Gn 3.17
Hasta Apocalipsis:
El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!». El que oye, diga: «¡Ven!». Y el que tiene sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida. Ap 22.17
Definición.
La gracia divina es el favor de Dios, el impulso de Su amor, hacia el hombre que nada ha merecido, de modo que llega a ser la fuente de donde fluye el caudaloso río de la salvación en todos sus aspectos, y el origen de todo bien para el hombre. La gracia divina es mucho más que una mera benignidad, pues, tratándose del favor del Dios soberano y omnipotente, pone en movimiento todos los recursos de la divinidad y lleva a feliz término todos Sus buenos propósitos en orden al hombre.
De la fuente de la gracia brota la obra de la Cruz, la gloria de la Resurrección, el descenso del Espíritu Santo, la formación de la Iglesia, la derrota final del mal y la inauguración de la nueva creación.
Partiendo de la base de la definición que ya hemos adelantado, podemos notar lo siguiente:
El origen de la gracia.
Y el Verbo se hizo carne
y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad;
y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre.
Juan testificó de él diciendo: «Este es de quien yo decía: "El que viene después de mí es antes de mí, porque era primero que yo"».
De su plenitud recibimos todos,
y gracia sobre gracia,
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Jn 1.14 al 17
He aquí la hermosa y típica frase con la cual se nos hace ver que Jesucristo es el autor de la gracia, que fue provista desde la eternidad, pero traída y manifestada hace ya más de dos mil años.
Él nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio. 2 Ti. 1:9 y 10
El alcance de la gracia.
1) Potencialmente pone la salvación al alcance de todos los hombres:
«Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres …» Tit. 2:11.
2) Basta para la salvación del peor de los pecadores que se arrepiente y cree en Cristo, según el ejemplo que tenemos en la conversación de Saulo de Tarso
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús, nuestro Señor, porque, teniéndome por fiel, me puso en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; pero fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Y la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrara en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. 1 Ti 1.12 al 17
Véase también:
Uno de los malhechores que estaban colgados lo insultaba diciendo:
—Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
Respondiendo el otro, lo reprendió, diciendo:
—¿Ni siquiera estando en la misma condenación temes tú a Dios? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; pero este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús:
—Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino.
Entonces Jesús le dijo:
—De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lc. 23:39–43.
3) La gracia divina se relaciona con todos los aspectos de la obra de Dios a favor de los hombres:
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. Hch. 15:11;
y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, Ro. 3:24;
Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia. Gá. 1:15;
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Ef. 2: 4–10.
4) Convierte al trono de juicio en trono de gracia para el creyente, y es la fuente de todo consuelo y de su socorro:
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. He. 4:16;
Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Co. 12:9.
5) Es el poder y la sustancia de todos los dones, o sea, «operaciones de gracia», como también de todo servicio eficaz
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. 1 Co. 15:10;
Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. Ro. 12:6 al 8
6) Todo esto se incluye en «las abundantes riquezas de su gracia» (Ef. 2:7).
El ejemplo excelso de la gracia.
«Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» (2 Co. 8:9).
¡Tal es la gracia que ha de reflejarse en la vida de los creyentes!
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. (2 P. 3:18).
Conclusión
Cristo vino a salvar a quienes no lo merecían.
Es a través de Jesucristo que nos llega a nosotros la gracia de Dios. Ro 5: 15; 1 Co 1: 4
Todo lo que ocurre en la vida cristiana ocurre solo por gracia.
La gracia nos lleva a vivir también por gracia, siguiendo el ejemplo de Jesucristo.
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. Mt 10.8
Una recomendación final: ¡NO RECHACE LA GRACIA DE DIOS!
No desecho la gracia de Dios, pues si por la Ley viniera la justicia, entonces en vano murió Cristo. Gl 2.21