VIVIENDO COMO REYES (EN EL REINO DE SATANÁS)
"No es la pobreza, sino el descontento lo que hace al hombre infeliz" Matthew Henry
"No hay felicidad en tener o recibir, sino solo en dar. La mitad del mundo va en sentido equivocado en la búsqueda de la felicidad" Henry Drummond
Los ciudadanos de los Estados Unidos disfrutan un nivel de prosperidad que nunca había sido experimentado por ninguna nación en la historia del mundo. Aún ahora las familias de clase media baja viven con más lujos que la mayoría de los reyes en los siglos pasados. ¿Que monarca en la historia antigua habrá disfrutado de un inodoro, un horno de microondas, un televisor (con noticias al instante de todo el mundo), un automóvil, o un refrigerador? Sin lugar a dudas, la combinación de gran prosperidad y progreso tecnológico ha permitido a los Americanos vivir en un asombroso nivel de opulencia. Esto no solo sucedió. ¿Cómo arribamos a ese lugar?
El Nacimiento del Consumismo
El Renacimiento y la Reforma no fueron los únicos factores que ayudaron para guiar al mundo fuera de la horrorosa Era del Oscurantismo. Uno de los grandes momentos de este nuevo período en la historia comenzó cuando los Puritanos rompieron con la Iglesia de Inglaterra y navegaron hacia las costas del Nuevo Mundo. La historia de su sobrevivencia durante ese primer invierno cruel es ampliamente conocida y es la historia del primer Día de Acción de Gracias que ellos compartieron con los Indios que contribuyeron mucho para su sobrevivencia. La ética de trabajo de los Puritanos – quienes no solo veían el trabajo como noble, sino también como un acto de devoción a Dios – se convirtió en la fundación para el progreso de esta nación. El trabajo duro y el éxito que vino como resultado, fue su garantía de que Dios estaba con ellos.
Según Rodney Clapp, autor de "Why The Devil Takes VISA," (Porqué el Demonio prefiere VISA) por el año 1850, sesenta por ciento de la nación trabajaba en granjas Esta población rural construyó sus propias casas y graneros, formaron sus propias herramientas, hacían su propia costura, sus propias muebles, cultivaron sus propias cosechas, y criaron a sus propios animales. En todo, la vida de los primeros americanos no tenía la complejidad y el caos de nuestra sociedad moderna.
La Revolución Industrial, que comenzó a la mitad del Siglo 19, trajo enormes cambios a la cultura Americana. Aparecieron las fábricas en las grandes ciudades produciendo implementos en forma más barata y mucho más rápido de lo que cualquier individuo pudiera hacerlo. Una gran migración comenzó dado que muchos dejaban sus granjas para vivir en las ciudades y trabajar en las fábricas. Durante la última mitad del Siglo 19, el valor de los artículos manufacturados en los Estados Unidos se elevó en un asombroso 700 por ciento.
Ayudado por las nuevas eficiencias de manufactura y la producción masiva, las fábricas comenzaron a producir más de lo que el país consumía. En lugar de hacer un recorte a la producción y reducir las ganancias, los fabricantes tomaron una nueva estrategia, llamada, vendedores y publicidad. Ellos estaban tan motivados por el deseo de ganar más que llevaron este país del jardín de la vida prudente hacia la tierra prometida de gasto liberal. La práctica de comprar al crédito atrajo a la gente fuera de sus estilos de vida cautos; la tentación de "tenerlo hoy" era abrumadora. Antes de esto, la gente literalmente ahorraba centavos para comprar algo que deseaban, no importa el tiempo que tomara ahorrarlo. Comprando al crédito podían tenerlo de inmediato y pagarlo a plazo.
Los fabricantes rápidamente se dieron cuenta del explosivo potencial de la publicidad y lanzaron elaborados planes de mercadeo en masa. Los días de los anuncios clasificados insípidos en la parte trasera de los periódicos pronto se volvieron obsoletos. A este punto, la gente solo miraba los anuncios cuando necesitaba algo en particular. Ahora podían encontrar anuncios muy bien hechos en cada página. Este fue el verdadero punto de inflexión para el consumismo Americano. Por primera vez la gente estaba comprando mercancías que no necesitaban y que no estaban buscando activamente. Los publicistas habían tocado una poderosa pasión humana: deseos codiciosos.
De una forma realmente brillante, los expertos en mercadeo aprendieron a crear cierta atmósfera a fin de vender sus productos. Rápidamente comprendieron que un buen vendedor no se enfoca en el artículo que vende sino en los beneficios esperados. De hecho, la gente de mercadeo de los automóviles Packard pudo haber creado un anuncio con la foto de una familia manejando su nuevo carro por alguna carretera pintoresca. El efecto que esta foto hace en el subconsciente sería que un auto Packard le da a la familia libertad, emoción, y lujo.
Consecuentemente, una pareja podría visitar un distribuidor de Packard solo para "dar una mirada." Entonces un vendedor bien entrenado los trabajaría, llevando más lejos sus ilusiones mientras ejerce la suficiente presión para hacer más deseable la compra del carro en lugar de irse sin él. Desde esos primeros días, este mismo principio del mercadeo básico ha estado trabajando a la gente en innumerables maneras y con más de un millón de diferentes productos.
Durante la primera mitad del Siglo Veinte, los fabricantes tuvieron un progreso constante, aún así lento, en su plan de transformar a los ciudadanos Americanos en consumidores motivados por el deseo, en lugar de consumidores motivados por la necesidad. No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que este plan floreció completamente y millones de americanos entraron en un frenetismo de compras. Los Estados Unidos pronto se convirtió en una nación basada en el crédito mientras la gente tomaba billones de dólares de deuda para las próximas décadas.
No satisfechos de inducir a los Americanos a comprar lo que querían, vendedores al por menor pero con mucha codiciosa fueron un paso más allá con el propósito de crear bienes que se arruinaran pronto o que quedaran fuera de temporada ("obsolescencia planificada"). En 1955, el vendedor Victor Lebow dio un vistazo a sus estrategias de mercadeo cuando dijo, "Nuestra economía enormemente productiva…demanda que hagamos del consumo nuestra forma de vida, que convirtamos el comprar y el uso de bienes en rituales, que busquemos nuestra satisfacción espiritual y la satisfacción de nuestro ego, en el consumo…Necesitamos consumir cosas, quemarlas, vestirlas, reponerlas, y descartarlas a un ritmo siempre creciente."
Con excepción de la recesión de los Setentas, el gasto de los consumidores se ha incrementado exponencialmente. Es como un simpático perrito perdido tomado por una pareja confiada que se vuelve un San Bernardo y se los come fuera y dentro del hogar. Nuestras pequeñas extravagancias de los `Cincuentas y `Sesentas han crecido como un monstro al que difícilmente podemos alimentar. La enorme deuda de los E.U. es solo un síntoma externo de lo que se ha convertido en una enfermedad nacional. Un día tendremos que sufrir las consecuencias!
Es del conocimiento común que en el Siglo Diecinueve, uno de los planes utilizados por algunas compañías era incrementar el margen de utilidades estableciendo "Tiendas de Compañía." Los propietarios irían a un área y construían una barriada para los trabajadores, incluida una tienda general de la compañía. Mucho del cheque de los trabajadores encontraría su camino de regreso a los dueños por medio de esta tienda. Cuando el dinero era escaso, la tienda ofrecía crédito fácil. Si la deuda crecía más allá de la capacidad de pago de los trabajadores, el trabajador no podía abandonar su trabajo. Se convertía en un esclavo de la empresa y trabajaba por años sin poder ahorrar nada. Sería forzado a pasar el resto de su vida trabajando agotadoramente sin ninguna perspectiva de cambio. Naturalmente esta práctica era muy ventajosa para los dueños de empresas, quienes realmente la fomentaban ofreciendo crédito fácil.
El espíritu del kosmos está haciendo exactamente lo mismo en América ahora. Cada año, muchas personas se ven a sí mismas cayendo más y más profundo en las deudas con quien "viene para robar, matar y destruir." (Juan 10:10) Están presos en la esclavitud del consumismo como estaban aquellos trabajadores en la tienda de la compañía. El agente esclavizante en sus vidas no es la deuda en sí misma, sino su amor por las cosas de este mundo y el crédito fácil que las puso a su alcance.
La vida Americana está caracterizada por una búsqueda, egoísta e interminable, de más cosas y experiencias frescas. El Sueño Americano es simplemente "más para mí y mio". Somos constantemente bombardeados por el encantamiento de alguna publicidad o motivados por nuestro propio deseo de algo que queremos. El periódico New York Times estimó que el típico ciudadano de los E.U. será expuesto a 3,500 anuncios por día.
Uno esperaría encontrar que tal publicidad no tiene efecto sobre los cristianos americanos, sin embargo en esta área los creyentes difieren muy pocos de los no salvos. Trabajamos igual de duro para "tomar la delantera." Estamos igual de endeudados. Compramos igual cantidad de lujos innecesarios, engañados en la creencia que es un símbolo de bendición divina. En breve, si somos honestos con nosotros mismos tenemos que admitir que hasta lo último somos dirigidos en nuestros deseos como aquellos fuera de la comunidad evangélica. Tal nivel de codicia hace burla de la Cruz.
El Poder de la Lujuria de Codicia
El pecado de la codicia está muy enfatizado en la Biblia. Es prohibido en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:17). Jesús lo describe como una de las pasiones diabólicas en el corazón de un hombre (Marcos 7:22). Pablo la menciona como una de las características de alguien que va camino al infierno (Efesios 5:5). Hay dos palabras Griegas traducidas como "codicia:" epithumeo, que es usualmente traducida como "lujuria" o "deseo," y pleonektes, que significa, "estar ansioso por más de algo". El pecado de la codicia es el acto de ajustar los deseos de alguien hacia algún objeto y mantenerse codiciando esto hasta que lo posea. Una cosa es querer algo; es completamente otra cosa cuando una persona lo codicia. La siguiente analogía ayuda a ilustrar este término Bíblico. Dos hombres cristianos entran en la sección de ropa de una tienda de departamentos y ven un bonito traje en la vitrina. Ninguno de los dos puede pagarlo en ese momento. La reacción de cada hombre ante el traje revela su condición espiritual. Al primero le gustaría tenerlo, pero se da cuenta que no puede pagarlo y rápidamente descarta el pensamiento de comprarlo. El otro lo codicia y se siente tan forzado a tenerlo que lo compra con su tarjeta de crédito, cayendo en lo que Juan refiere como "la codicia de los ojos."
La lujuria de codicia es la fuente más subestimada de maldad en el estilo de vida Americano. Es el pecado más frecuentemente omitido en el vocabulario de la iglesia Americana. Los predicadores son reacios a traer el tema. Y si es mencionado en un mensaje, usualmente es tocado en general en una forma que no es ofensiva.
Sin importar esta aversión de nuestras iglesias, la Biblia tiene mucho que decir acerca de esto. Pablo describió este pecado a su discípulo Timoteo: Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1 Timoteo 6:9-10)
El deseo de tomar la delantera es una de las pasiones más fuertes en el corazón del hombre. La codicia que impulsa esto, es tan fuerte que Pablo la equipara a la idolatría porque es en esencia la adoración de las posesiones. (Colosenses 3:5; Efesios 5:5) El problema no es tanto un amor por el dinero en sí mismo, sino por los objetos de deseo que este puede adquirir. Este apetito mueve a la gente sin pensarlo dos veces. Sin embargo, sería muy sabio para cada hijo de Dios darle seria atención y examinar cuidadosamente sus corazones. La devoción por el dinero es extremadamente peligrosa porque causa que la gente se aleje de su fe. ¿Cuántos cristianos en América se han extraviado completamente de una fe vibrante en Cristo y aún no tiene ni idea de su condición espiritual?
La Siembra y la Semilla
En la parábola del Sembrador y la Semilla, Jesús describió cuatro tipos de suelo, cada tipo representando un diferente estado del corazón. El tercer tipo de suelo es espinoso por las codicias. Jesús dijo, "Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa" (Marcos 4:18-19). Estas "espinas" trabajan mano a mano entre sí. Representan los tres pasos que da una persona codiciosa mientras retrocede de las simples verdades de la Palabra de Dios.
Jesús nos está dando una foto de alguien que recién ha llegado al Señor. La mayoría de personas que han nacido de nuevo experimentan ese bendito primer amor cuando los pensamientos de Jesús llenan completamente su mente. Él significa todo para esa persona. El corazón estaba lleno de gozo. La perspectiva de la vida era fresca. La hierba es más verde. Todo era maravilloso. Aun así, Jesús dijo que a lo largo del camino, "los deseos por otras cosas entran y ahogan la palabra." El corazón, que ha sido tan completamente satisfecho en Cristo, ahora ha permitido que algo muy diabólico se deslice hacia el interior. Es codicioso: esperar algo para sí mismo. Mientras la persona continua alimentando esta bestia, su apetito crece. Las espinas de otras atracciones comienzan a invadir el corazón de las personas. Antes que pase mucho tiempo, toman completo control apagando y asfixiando la Palabra, que un día estuvo tan viva. Aun cuando la persona se ha mantenido fiel en su asistencia a la iglesia, en su corazón se ha extraviado de la fe.
Las Preocupaciones de la Vida
Hace varios años, hablé en un grupo de hombres acerca de la necesidad de simplificarse la vida. Después un joven de buena apariencia, con una mirada ambiciosa, vino hacia mí para defender su estilo de vida con una racionalización que he escuchado antes en muchas ocasiones. "Solo quiero proveer un buen hogar para mi familia". Yo sentí que él estaba determinado a creer en lo que él quería creer, así que yo asentí educadamente y no respondió. Si el señor me hubiera permitido, le habría hecho algunas preguntas puntuales, como:
Tú dices que tu preocupación es el bienestar de tu familia. Si eso es realmente lo que motiva tu excesivo trabajo/ tu costoso estilo de vida, entonces ¿por qué permites que tu familia vea horas de televisión cada noche sin preocupación acerca de cómo esto les afecta?
¿Por qué no tienes ningún tiempo disponible para compartir con tu hijo?
¿Por qué no tomas el tiempo para interceder ante la rebeldía de tu hija adolecente?
¿Por qué no hay un altar familiar en tu casa?
¿Eres el líder espiritual de tu casa?
¿No es cierto, señor, que usted es un maniático de trabajo, motivado por la ambición de tomar la delantera y por la pasión de acumular más posesiones?
¿Está seguro que es el interés de ellos lo que le preocupa y no su propio ego?
Claro que la agudeza de estas preguntas probablemente habría molestado a este hombre, cosa que no quería hacer, pero estas son preguntas legítimas que todos debemos considerar. Es demasiado fácil subestimar la poderosa atracción de los encantos de este mundo.
Una vez que una persona ha comenzado a alejarse del Señor, se enreda en las "preocupaciones de la vida", que son simplemente las responsabilidades de la vida, como la comida, la casa, el vestido, transporte, la escuela de los niños, el seguro, los pagos, y más. Los cristianos responsables proveen para sus familias, por supuesto: las Escrituras así lo demandan (I Timoteo 5:8). Pero Jesús nos ordenó no preocuparnos o ser consumidos por tales cosas. Esto era un punto tan importante que Él dedicó una gran porción del Sermón del Monte a este tema. Él dijo "No os afanéis por vuestra vida!" (Mateo 6:25). Este fue un mandamiento equivalente en importancia a "No cometerás adulterio" y aun así es visto como si fuera una insignificante sugerencia de un abuelo condescendiente. Con toda honestidad, la ansiedad por el dinero, ¿no viene del temor, inseguridad y falta de confianza? ¿O aún de una subyacente aversión a la incomodidad? En lugar de aprender a "dar con libertad" como Jesús enseñó, en lugar de aprender como "buscar primeramente el reino de Dios," ¿no nos enfocamos demasiado en nuestra atención en proteger nuestras posesiones en este mundo? ¿No es cierto que la duda llena nuestros corazones hasta que nos entregamos a nuestros temores? Cuando esto sucede, ¿no es cierto que caemos en pánico y tratamos con todo nuestro esfuerzo de tomar la delantera y adquirir aún más para sí mismos?
Jesús confrontó directamente esta forma de pensar cuando dijo, "Porque todo aquel que quiera salvar su vida, la perderá: y todo el que pierda sui vida por causa de mi, este la salvara" (Lucas 9:24). Es pecado para nosotros tratar de salvar la vida que se nos ha ordenado entregar.
Engañado
Si una persona continúa entregándose ante tal codicia, un sigiloso engaño comienza a permear su corazón. "El engaño de las riquezas" aplica no solo a los ricos, sino también a cualquiera que adopta la mentalidad del kosmos. Entre más tiene una persona, mas quiere. Como Salomón decía, "El que ama el dinero, no se saciará de él; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto" (
En 1957, (tomando en cuenta la inflación) el trabajador Americano promedio ganaba menos de la mitad del dinero que gana hoy. ¿Está más feliz? No, de acuerdo a David Myers, autor de Society in the Balance (Sociedad en la Balanza): Desde 1957, el número revelado por el Centro de Investigación de Opinión de la Universidad de Chicago, en la categoría "muy contentos" ha declinado de 35 a 29 por ciento. De hecho, entre 1956 y 1988, el porcentaje de Americanos que decía estar "satisfecho con su presente situación financiera" bajó de 42 a 30 por ciento."
La prosperidad también ciega a la persona ante su verdadera condición espiritual. John Wesley, analizando la mentira de las riquezas, dijo lo siguiente:
En verdad es mentira. Porque ellos sonríen y traicionan; besan y golpean en el infierno. Les sacan los ojos, endurecen el corazón, se roban toda la vida de Dios; llenan el alma con orgullo, enojo, amor por el mundo; hacen a los hombres enemigos de la cruz completa de Cristo. Y mientras tanto son ardientemente deseados y perseguidos vehementemente, aun por aquellos que creen que existe un Dios.
La más grande mentira de prosperidad es la habilidad de hacer a la gente creer que están caminando con el Señor cuando en realidad hace mucho que se separaron de Él en sus corazones. Como Laodicea en Apocalipsis 3, ellos piensan que sus vidas espirituales marchan muy bien. Pero Jesús ve las cosas de una forma muy diferente. La codicia del materialismo ha consumido su sustancia espiritual. Para Jesús ellos se ven como niños con los estómagos hinchados, no porque estén llenos, sino porque están muriendo de hambre! Al final, van a descubrir que se "han perforado a sí mismos con muchos dolores," como lo dijo Pablo a Timoteo.
El Deseo por Otras Cosas
Como cualquier adicción, la lujuria por ganancias materiales se ha vuelto un hábito que debe mantenerse a cualquier costo. Nuestra exasperante lujuria ha silenciado nuestras persistentes preocupaciones. Hemos sido engañados por el tremendo poder que está oculto en el gran reino del DESEO. Muchos, si no la mayoría de los creyentes, se han vendido al sistema del Anticristo, que un día demandará lealtad como el precio de mantener sus estilos de vida ("ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre" (Apocalipsis 13:17). Los que van a la iglesia que piensan que pueden vivir por años como esclavos del kosmos y luego un día repentinamente declarar su libertad están en un gran engaño. Tales personas se están preparando para recibir la marca de la bestia! En cierta forma en sus corazones, ya lo han recibido.
Cuando Satanás ofreció los reinos y la gloria de este mundo a Jesús a cambio de adoración, el mostró el verdadero deseo de su corazón. El diablo apasionadamente ansiaba la exaltación que solamente le pertenece a Dios. Tenga cuidado si está pensando, "Claro que Jesús lo rechazaría. ¿Por qué adoraría a Satanás?" Parece tan simple para nosotros rechazar esa tentación. Pero, ¿te das cuenta que el diablo ha puesto en la mesa la misma oferta para ti? Y muchos lo están aceptando sin pensarlo bien. Comprometen un poco aquí, un poco allá, pero en su mente "no es gran cosa." La sutileza de la oferta oculta la enormidad de lo que está pasando. El diablo está literalmente en los detalles. En las letras pequeñas está aquello que él realmente persigue: Nuestra profunda lealtad a su sistema. El diablo no está preocupado por la gente que "pronuncia el nombre de Cristo," mientras en la práctica sigan siendo siervos de su sistema. La hipocresía es la delicia del diablo.
Pablo, sabiendo completamente que tan intoxicante puede ser este espíritu, advirtió a Timoteo: "huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre" (I Timoteo 6:11). Hay urgencia en las palabras de Pablo que nos recuerdan a los ángeles advirtiendo a Lot, "Escapa por tu vida! No mires tras ti, escapa...no sea que tú también seas alcanzado" (Génesis 19:17).
El Camino de Salida
Sin importar el tremendo poder engañoso del materialismo que afecta a muchos, tú puedes estar entre los pocos que han cambiado las cosas. El hombre que se ha "enredado en los negocios de la vida diaria" (II Timoteo 2:4), puede soltarse! Aquellos que están cargados por "las cosas del mundo" pueden "despojarse de todo peso" (Hebreos 12:1) La persona que se ha hecho "conforme a este mundo," puede "ser transformado por la renovación de su mente." (Romanos 12:1) Esto requerirá de compromiso, disciplina, y una nueva perspectiva de la vida en Cristo Jesús, pero vale la pena el esfuerzo para liberarse del violento y abrumador remolque del kosmos.
Si tú estás preso por la codicia; si tú sabes en tu corazón que Jesús deplora tus hábitos derrochadores; si tú verdaderamente quieres cambiar, pero no estás seguro de cómo hacerlo; te ofrezco las siguientes sugerencias:
Primero, solo arrepiéntase. Un verdadero cambio de corazón siempre comienza por el arrepentimiento. Examine su corazón completamente. Disponga de tiempo solo con Dios y estudie lo que la Biblia dice acerca de la avaricia, la codicia, y el dinero, y estudie también lo que dice sobre dar. Permita al Señor exponer y sacar de raíz todo aspecto de la codicia que El encuentre en usted. Ofrézcale un arrepentimiento detallado. Una vez que ha hecho eso, está espiritualmente limpio. Los pasos que faltan le ayudarán a desarrollar un nuevo estilo de vida.
Segundo, cambie su perspectiva acerca de Dios. Es importante que usted comience a verlo como su Proveedor y su Bendición. En lugar de darse placeres todo el tiempo, deje que el Señor lo haga. Él lo hará, si usted solo le da la oportunidad. "Espere pacientemente por El." Usted no necesita todo lo que quiere y no lo necesita AHORA.
Tercero, si usted tiene deudas, haga un plan para pagarlas. Comience con las deudas más pequeñas y destine cada centavo que pueda hacia esas deudas. Sacrifique algunos de sus gustos. El dolor no es nada comparado con lo libre que se va a sentir cuando sus deudas estén canceladas. Mantenga una tarjeta de crédito por si la necesita para emergencias, pero de otra manera aprenda a vivir sin ellas.
Finalmente, simplifique su estilo de vida. Admita que ha estado viviendo extravagantemente. No olvide que eso que llamamos "las necesidades de la vida" vienen todas con viñetas de precio alto. Es maravilloso descubrir que tan poco realmente necesitas para vivir!
La gente está acostumbrada a la obsesiva "rueda de caballitos" de trabajar de más y comprar de más. El pensamiento de elegir un estilo de vida diferente nunca ha pasado por sus mentes. Pero tenemos opciones. No tenemos que vivir como reyes en el reino de Satanás. No tenemos que vender nuestras almas al diablo. Podemos elegir simplificar nuestras vidas. Podemos vivir en un nivel más manejable.
Mientras usted cambia su vida, también quiero animarlo a seguir el mandamiento de Jesús: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde los ladrones no minan ni hurtan" (Mateo 6:19-20).
D.L Moody escribió pertinentemente las siguientes palabras:
"No os hagáis tesoros en la tierra". Parece un poco severo, tal vez, pero debe ser correcto. Después de todo, todo lo que el hombre vale es lo que tiene en el cielo. No trajimos nada a este mundo, y con certeza no vamos a sacar nada de él. Por eso Dios dice, No hagáis. Los cristianos que lo hacen, sufren. No hay ganancia en esto. Se hace a un costo terrible, los deseos del corazón a cambio del apoyo del alma. Aquí vienen dos barcos en un rio. El primero, a todo vapor, surca valientemente el agua; el segundo se arrastra, remolcado por otro. Este parece estar a punto de hundirse, pero aun flota. ¿Por qué? Porque lleva una carga de madera y está inundado. Lot estaba bien mientras se mantuvo con su tío Abraham, pero cuando lo dejó, y se fue a Sodoma tuvo mucho de las cosas de este mundo, y se inundó. Así es con muchos cristianos. Han estado inundados. Han tenido tanto dinero que no pueden llegar a la orilla por sí mismos, y necesitan de otros para que les ayuden a llegar. La vida religiosa es lenta. El pulso espiritual comienza a latir lentamente. "¿Por qué sucede esto?" preguntan, "¿que no tenemos más poder espiritual, y más gozo del Señor?" El secreto se encuentra con facilidad. Las personas que se preguntan esto, han tenido su tesoro aquí.
Cuando los hombres se elevan en un globo, llevan bolsas de arena como lastre, y cuando quieren elevarse más tiran un poco de la arena. Ahora, hay algunos cristianos que antes de poder elevarse, tendrán que votar algo de lastre. Podría ser dinero, o cualquier otra consideración mundana, pero si desean elevarse tendrán que deshacerse de eso. Si usted está sobrecargado, solo bote algo de dinero y va a subir como con alas de águila. Cualquier ministro le dirá que hacer con ese dinero. Nunca he visto ningún departamento de la obra del Señor que no necesite algo de dinero.
Jesús manda a los creyentes a hacer tesoros en el cielo. Toda buena obra, toda oración de intercesión, todo momento de verdadera adoración, toda acción desinteresada, todo esto está siendo traducido a la moneda celestial y almacenada en una cuenta celestial a su nombre. Podemos depositar tanto como queramos en nuestra cuenta de ahorros eterna. Ese "dinero" es reservado para la eternidad y protegido por el infalible seguro de depósitos de Dios. Si usted estuviera trasladándose a un país extranjero el próximo año, ¿no cree que sería sabio enviar dinero a un banco en esa ciudad antes que usted llegue? ¿No sería una bendición llegar allá y tener un balance positivo en su cuenta?
Podemos pasar la vida entera egoístamente tratando de vivir como reyes y construir riquezas en el reino de Satanás, pero en lo que a mí respecta, es mejor ser heredero del Único que pone a Satanás bajo Sus pies! Estamos encaminados en los momentos finales de la historia de la humanidad. Es tiempo de preparar nuestra vidas para lo que hay adelante!
Meditación de la Escritura y Oración
La prosperidad es de corta vida como las flores silvestres, así que nunca cuentes con ella (Santiago 1:10)
La ambición por el dinero trae problemas y nada más que problemas. Al andar ese camino, algunos pierden completamente el equilibrio en la fe y viven para lamentarlo amargamente por siempre (I Timoteo 6:10).
Señor, es verdad; he vivido una vida de opulencia. He vivido como un rey en el reino de Satanás y he rechazado las más profundas riquezas de Tu reino. He tenido casi todo cuanto he querido. He sido terriblemente culpable por demandar lo que quiero en el momento! Me arrepiento de mi avaricia por las cosas! Por favor ayúdame a ser disciplinado para pagar todas mis tarjetas de crédito y vivir menos egoístamente. Quiero que mis tesoros estén en el cielo no en la tierra!
Copiado de "Intoxicados con Babilonia"
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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