Rom. 11:13; 1 Cor. 4:1–4; 2 Cor. 6:3; Col. 4:17; 1 Tim. 4:6, 12–16; 2 Tim. 2:1, 15, 16; 4:5.
Bienaventurado el pastor que no se deja llevar por los chismes de la semana hasta el grado de introducirlos en su sermón el día domingo: porque él tendrá un mensaje de Dios.
Bienaventurado el pastor que no se ofende cuando alguien habla encomiásticamente de su predecesor, y guarda su lengua de menguar las obras del pastor anterior: porque a todos impresionará bien.
Bienaventurado el pastor que no es muy dado a tratar a las personas del sexo opuesto: porque permanecerá muchos años en la obra del Señor.
Bienaventurado el pastor que tiene bien disciplinado su hogar, cuya esposa se porta con decoro, y se viste y habla con propiedad: porque recibirá bendiciones sin cuento.
Bienaventurado el pastor que no culpa a todos los demás por sus errores y fracasos: porque será un gran director.
Bienaventurado el pastor que no se descuida a sí mismo, ni a su familia, ni el edificio en que predica: porque será respetado de todos.
Bienaventurado el pastor que posee una visión; que, con los ojos bien abiertos, echa mano a todas las oportunidades para impulsar el avance del reino de Dios: porque será deseado por todo el pueblo de Dios.
Bienaventurado el pastor que está enteramente santificado: porque será feliz siempre.—O. N. Robinson.
Lerı́n, A. 500 ilustraciones (64–65).
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