Albedrío
Pero, si tenemos la libertad de escoger, ¿cómo puede Dios ser verdaderamente soberano sobre el curso de la historia? ¡Qué enigma!
Un principio que debe permanecer absolutamente supremo es que la Biblia es nuestra autoridad final, y no la razón. Esto no quiere decir que la posición escritural está en contra de la razón; simplemente es una afirmación de que nuestra razón no logra comprender plenamente a Dios y sus caminos. Tenemos que conformarnos con lo que Él nos dice; toda especulación más allá de eso es meramente ... especulación.
(Del lat. arbítrium) .
Libre albedrío.
Sentencia del juez árbitro. Libertad de resolución. Libre Potestad de obrar por reflexión y elección. Según el gusto o voluntad de la persona de que se trata, sin sujeción o condición alguna.
El tener la capacidad de hacer sin límite no implica que sea compulsivo el uso. En otras palabras Dios puede crear pero no está obligado a hacerlo. Cuando la Biblia dice que Él es quien quita y pone reyes quiere decir que Él puede hacerlo pero no afirma que Él lo haga. En otras palabras no todos los reyes que gobiernan están puestos por Dios. Lo que si esta instituido por Dios es el principio de autoridad.
El libre albedrio es, como dijimos antes, la libre Potestad de obrar por reflexión y elección. Según el gusto o voluntad de la persona.
Siempre llama la atención la conversación que se desarrolló entre Dios y Caín cuando Dios rechazo la ofrenda de éste: Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, (tu voluntad) y tú te enseñorearás de él (Tu podrás dominarla). Génesis 4:7.
Lo primero que tenemos que pensar es que Dios es un ser serio y que nunca engañaría a nadie. En este pasaje le dice claramente a Caín que él es dueño de su voluntad y que tomara la decisión que quisiera.
Además, le explica la situación y le sugiere una salida pero Caín siempre hizo lo que quiso y no fue precisamente lo que Dios quería.
En el caso del apóstol Pablo es curioso observar lo que el dice: Salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que prisiones y tribulaciones me esperan. Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo; con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Hechos 20:23-24
Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy DISPUESTO no sólo a ser atado, más aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Hechos 21:13
El Espíritu Santo le estaba dando testimonio, no las malas lenguas, ni el Diablo, y estaba DISPUESTO, en un acto voluntario, a morir.
La historia de la humanidad es un testimonio claro de que el hombre ha ido en contra de la voluntad de Dios.
La Biblia nos enseña que al ser humano le toca tomar la decisión de hacer o no lo que Dios le plantea:
Miren, hoy les doy a elegir entre la vida y el bien, por un lado, y la muerte y el mal, por el otro. Deuteronomio 30:15
Si aceptan ser obedientes, comerán de lo mejor que produce la tierra; pero si insisten en ser rebeldes, morirán sin remedio en la guerra." El Señor mismo lo ha dicho. Isa 1:19 y 20
En el caso de Balaam está claro que Dios no quería que fuese pero Balaam siempre fue en contra de la voluntad de Dios: No vayas con ellos ni maldigas a ese pueblo porque a ese pueblo lo he bendecido yo. Números 22:12. Pero Balaam siempre fue.
Arrepentíos y bautícese cada uno… Hechos 2:38
En el caso de la Salvación, está claro que el arrepentimiento y la creencia son actos voluntarios del ser humano.
Cuando los hermanos de Jerusalén oyeron estas cosas, se callaron y alabaron a Dios, diciendo: -¡De manera que también a los que no son judíos les ha dado Dios la oportunidad de volverse a él y alcanzar la vida eterna! Hechos 11:18
Este verso no pretende decir que Dios les haya dado la sensación de arrepentimiento ni que se haya arrepentido por ellos. Lo que sí está claro es que los judíos pensaban que los gentiles no tenían oportunidad de salvación y con esta experiencia les quedó claro que la oportunidad era una oportunidad universal.
Así que el hombre es responsable de sus decisiones y tiene que asumir las consecuencias.
Si Dios hubiera querido crear un ser que hiciera lo que Él quería así lo hubiera hecho pero escogió soberanamente crear un ser que tuviera la capacidad moral, que dicho seas de paso sin libre albedrio no existe, de decidir o hacer el bien o el mal. La mejor prueba de ello es Adán mismo.
La soberanía y el libre albedrío
Hablamos aquí acerca de la libertad de la voluntad, la capacidad de escoger o determinar las acciones propias sin coerción. Dado que nuestras acciones están tan fuertemente influenciadas por nuestra crianza, creencias religiosas, circunstancias de vida, etc., nuestra situación nunca podrá ser de indeterminación completa.
Así como leemos que Dios está al control de la historia de su creación a lo largo de las Escrituras, también observamos que las personas hacen elecciones por las que son recompensadas o castigadas. Parece suficientemente claro en la Biblia que podemos hacer elecciones no obligadas.
Jesús lamentó la condición de Jerusalén en su tiempo: ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! (Mateo 23:37). Los judíos son culpados por su elección, o su falta de elección. Hasta se nos ordena que hagamos elecciones: Elijan ustedes mismos a quiénes van a servir, ordenó Josué (Josué 24:15). Jesús nos dijo: ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas! (Marcos 1:15), como si pudiésemos elegir hacerlo. Abraham recibió lo que Dios prometió porque escogió obedecer a Dios:
Llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y le dijo:
—Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. (Génesis 22:15-18).
¿Qué leemos en la Biblia? Leemos tanto que Dios está al control como que podemos ser hechos legítimamente responsables de nuestras elecciones. ¡Y no tenemos que encontrar un versículo en apoyo de una postura y otro en apoyo de la otra!
En Génesis 50:20, José dijo a sus hermanos, que lo habían vendido como esclavo: "Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente". Pedro reprendió a los judíos en Pentecostés: "Éste [Jesús] fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios; y por medio de gente malvada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz" (Hechos 2:23). Que los verdugos tenían al menos parte de la culpa está claro a partir del hecho de que Jesús pidió el perdón de ellos en la cruz (Lucas 23:34). En Isaías leemos que fue Dios quien envió a los asirios para castigar a Judá, ¡pero luego los castigó a ellos por hacerlo con una actitud incorrecta (Isaías 10:5-15)!
Este problema surge típicamente en discusiones sobre la cuestión de la elección para la salvación. Jesús y los apóstoles hacían la oferta como si los oyentes (o lectores) pudieran aceptarla o rechazarla. Dios no juega juegos; el llamado al arrepentimiento y la salvación se volvería una farsa si nuestra elección no tuviera nada que ver con él. Se nos dice "¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!" (Marcos 1:15). Pero también se nos dice que es Dios quien escoge (ver Juan 15:16; Romanos 9:14-22).
Las personas que pasan demasiado tiempo pensando en este tema tienden a inclinarse más hacia un lado que el otro. Sin embargo, es importante notar que no perdemos un ápice de tensión al enfatizar un aspecto por sobre el otro, sea la soberanía de Dios o la libre voluntad del hombre. Si exageramos la soberanía de Dios, tenemos la dificultad de entender el juicio de Dios contra los que no fueron elegidos. ¿Cómo encaja esto con la enseñanza bíblica de que Dios no muestra favoritismos, o el mandato de amar a todas las personas, aun nuestros enemigos? Por otra parte, si exageramos el libre albedrío del hombre, ¿cómo podrá un hombre ser salvo jamás?
Sin embargo, eso no significa que la cuestión de la soberanía de Dios no sea importante.
¿Cómo conviviré con ambas verdades bíblicas a la vista: que Dios es soberano sobre todo y que yo seré responsabilizado por mis elecciones? Se me ha dado la responsabilidad de obedecer a Dios. ¡Pero estoy agradecido de que la carga final de cumplir su voluntad no descansa en mí! En eso, debo confiar en Él. Este es el punto crucial de la cuestión soberanía-responsabilidad: Si bien tenemos la capacidad y la responsabilidad de elegir, podemos tener confianza en que el plan de Dios será realizado, que sus promesas se cumplirán y que finalmente todo saldrá perfectamente.
Paz de Cristo!