El impío, la Iglesia, y los demonios
Hno Álvaro Torres Forero. Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
Bucaramanga, año 2000. Estudios distritales para pastores.
Este es otro cuento. Y es bueno que lo sepamos. Una es nuestra
posición y nuestra gloria, otra la del pobre pecador. Esa es otra
historia que contar.
Nosotros gracias a Dios hemos sido libres del pecado y, una vez
libres, hemos sido hechos siervos de la justicia. Pero el pecado sí
mantiene desprotegido al hombre y sumido en la maldad, un hombre sin
Cristo es un hombre entregado a la perdición, sin esperanza.
"En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de
Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios
en el mundo". (Efesios 2:12).
Nosotros no podemos aplicarnos a nosotros mismos las Escrituras que
Dios les dice a los impíos, como tampoco podemos aplicarle a los
impíos las Escrituras que Dios nos dice a nosotros. Y eso también es
una cosa que hay que tener en cuenta.
Yo tengo una posición, y el impío tiene otra. Yo no puedo decirle al
impío que él está en la misma situación que yo. Por ejemplo, las
epístolas (haciendo un poquito de hermenéutica) fueron escritas a los
creyentes, no a los impíos, a menos que la epístola haga referencia
explícitamente a los impíos, de lo contrario debe aplicarse a los
creyentes porque las epístolas fueron escritas a la Iglesia.
Yo hablaba con un hombre que asiste a la secta "La Luz del Mundo",
buena persona el hombre, y le preguntaba a él: "¿Por qué sólo un
apóstol?"
Porque yo creo que todos cometemos esa misma falta, aunque no creamos
en los apóstoles como ellos. La gente cuando habla de un apóstol,
todos se refieren a Pablo, como si todos los apóstoles hubieran sido
como Pablo, o como si el ministerio de Pablo hubiese sido el típico de
un apóstol, pero realmente no es así, ese es un ministerio de un
apóstol. El de Pedro fue diferente, pero también es un apóstol. Y de
los otros apóstoles ni se sabe cómo fue. Entonces nosotros nos hemos
fijado solo en el ministerio del apóstol Pablo, o como si la Biblia
dijese que todos los apóstoles tenían que ser como Pablo. Pablo tenía
un ministerio específico, fue ministro a los gentiles.
Entonces, le dije yo a aquel hombre, sin embargo fíjese usted para que
se de cuenta como uno a veces sobredimenciona a alguien y subestima a
otros. Las epístolas de Pablo están todas dirigidas a una comunidad en
particular, a los Corintios, a los Gálatas, a los Romanos, a los
Efesios, a los Colosenses, a los Filipenses, etc, pero las de Pedro
no. Las de Pedro están dirigidas a todos los creyentes de todo el
mundo. Entonces fíjese cómo a veces uno sobredimenciona a alguien y
subestima a otro diciendo "es que éste era más grande". Y no es
verdad, solo que tenía un ministerio diferente. Uno no puede decir
cuál era más grande porque ¿quién sabe?
Cualquiera no puede subestimar a Pedro, el ministerio de cada uno es distinto.
Pero en general las epístolas están dirigidas a los creyentes.
Entonces usted dice "la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de
todo pecado", ¿a quién le dijeron eso? A la Iglesia, claro.
Pero cuando aplicamos esa Escritura y se la decimos al pecador, él así
de una vez ni la va a entender ni la puede recibir. Porque el
versículo ademas no está sólo, forma parte de un contexto:
Este es el mensaje que hemos oído de él y os anunciamos: Dios es luz y
no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con
él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero
si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la
verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel
y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si
decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no
está en nosotros. (1 Jn 1:5–10)
Para el bautizado es la acción limpiadora de la sangre en el cuerpo.
Para el pecador solo el arrepentimiento y el bautismos para perdón de
pecados. Para el pecador sólo la redención que es distinto.
Si no el creyente tendría que bautizarse cuando peca después de
bautizado, pero como hay una sangre que nos limpia no es necesario
volverse a bautizar.
El impío anda sin esperanza, sin Dios en el mundo, sin promesas, es desheredado.
Llevados de aquí para allá de todo viento de doctrina.
Ese impío, en esas condiciones está a merced del diablo, a merced de
las fuerzas extrañas, a merced de los vicios, a merced del pecado,
pero no nosotros.
Antes estábamos en ese arrollo, pero una mano nos sacó del arroyo, ya
no estamos en la corriente. Nos puso en una roca firme, en un lugar
seguro.
Si no hacemos diferencia vamos a tener problemas.
Cuando usted predica la Palabra y una persona se entrega a Cristo,
¿Usted de verdad cree que se entrega a Cristo? Y si ya se quiere
bautizar ¿Usted está convencido de que ya está arrepentido y
convertido?
Entonces ¿Cómo le va a aplicar algunas Escrituras que están escritas
para los no creyentes?
Usted dirá "pero hermano, es que yo todavía le veo cosas." Y yo
también, yo también le veo cosas.
Yo tengo estas comparaciones:
Si yo estoy náufrago en el mar, amarrado con mis brazos a una tabla,
delirando por el sol, el frío del agua, el hambre, la sed, la
debilidad, estoy prácticamente muerto en vida, pero de pronto aparece
un barco, me ven y me sacan de allá y me ponen en el barco, yo les
pregunto: ¿Sigo náufrago o ya estoy rescatado? Rescatado ¿verdad?
Pero ¿Cómo estoy? Estoy salvo, ya no estoy en el agua, pero después de
eso me tendrán que llevar al hospital, me pondrán suero, me hidratarán
y suavizarán esas heridas tendré que recuperarme.
La Biblia dice:
"Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo,
aunque es señor de todo, sino que está bajo tutores y administradores
hasta el tiempo señalado por el padre." (Gálatas 4:1–2).
Así que es el dueño de todo, aunque yo le vea cosas de niño todavía, y
ni me pregunte qué es un niño espiritual porque lo mando a que lea
primera a los corintios, y usted va a tener problemas creyendo que esa
gente eran hijos de Dios, con todo lo que hacían:
"De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales,
sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, no
alimento sólido, porque aún no erais capaces; ni sois capaces todavía,
porque aún sois carnales. En efecto, habiendo entre vosotros celos,
contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres?" (1
Corintios 3:1–3).
¿Qué es un niño espiritual? Mejor no miremos para ningún lado.
Claro que les dijo en la introducción que nada les faltaba en ningún
don y que ya estaban listos esperando las venida del Señor, para luego
soltarles el resto.
Pero ya están en la barca.
No es lo que usted ha creído siempre, es lo que dice la Escritura. Hay
que mirar qué dice la Escritura. Si lo que siempre ha creído usted lo
tiene enredado, pues hay que cambiarlo, claro, siempre y cuando lo
diga la Escritura, si no lo dice, pues no.
La vida del impío es diferente. El impío no tiene adopción, no tiene
herencia, no tiene promesas, no tiene nada.
Así que es muy posible que una persona que esté en pecado pueda tener
un espíritu de enfermedad, pero un creyente lleno del Espíritu Santo
no.
Vino una monja de civil al culto que hacíamos en España, y estaba mi
hermana Isabelita, ustedes saben cómo es ella para evangelizar. Se
encerró con la monjita en un habitación a convertirla y al poco tiempo
se abrió la puerta y salió mi hermana corriendo, le preguntamos qué
pasó y dijo: "me iba disque a poner las manos encima! ¡Hay poder! ¡Qué
voy a dejar yo que una impía me ponga la mano encima!"
¿Por qué ese respeto? Porque la unción que está en nosotros se
respeta. La Nueva Criatura Espiritual no puede pecar y no puede ser
tocada por el mal. Eso lo dice primera de Juan no yo. La simiente de
Dios está en él y el diablo no lo puede tocar. Discuta con Dios, no
conmigo.
Ese poco de teorías que hay por ahí las ha inventado el hombre, no Dios.
Un hombre lleno de Dios no puede estar lleno de demonios. O una cosa o
la otra, pero no las dos a la vez. La luz y las tinieblas no conviven
en la misma casa. Si hay Luz no hay tinieblas y si hay tinieblas no
hay Luz.
Dios es Luz y no hay ningunas tinieblas en él. ¿O usted cree que hay
algunas cuantas en él?
Nos vamos a enfrentar ahora al mundo, que está enfermo, lleno de
espíritus y cosas sucias, lleno de corrupción, de pecado, pero escuche
hermano:
Una joven me dijo a mí que tenia un problema grande, me contó que su
mamá estaba enferma, que tenía esto y aquello, me contó todo el
problema.
Yo la escuché y después le dije:
-Bueno, empecemos poniendo las cosas en su sitio. Para empezar, usted
no tiene ningún problema.
-¿Cómo que no hermano?
-Usted es joven, no está enferma, está salva, llena del Espíritu
Santo, llena de sana doctrina, está en la universidad, le va bien en
sus estudios, ni siquiera tiene un novio por ahí, así que con usted
las cosas están bien. ¿Cuál es el problema suyo? No tiene ninguno. Su
mamá es la que tiene un problema. Y usted que está bien puede
ayudarle.
El problema es de su mamá y a usted puede que le afecte, pero usted le
puede ayudar porque no tiene problema.
Si yo me estoy ahogando en el río con otro, no lo puedo ayudar. Yo
tengo que asegurarme que estoy a salvo, en un lugar seguro, sobre una
roca firme, y ya está, ahora si estoy en condiciones de ayudar a quien
está en problemas.
Es que tenemos que tener las cosas claras.
Yo no tengo ningún problema, yo estoy bien. Si ahora viniera Cristo,
¡Gloria a Dios!
No podemos enredarnos en la misma situación del mundo. Porque si la
sal pierde su sabor ¿a quién va a salar? Si yo estoy sucio ¿a quién
voy a limpiar? Si yo estoy en tinieblas ¿a quien voy a alumbrar?
Jesucristo dijo "entre tanto que estoy en el mundo Luz soy del mundo",
pero ahora la luz somos nosotros, él lo fue mientras estuvo
físicamente en el mundo, ahora está en Espíritu en nosotros.
Así que si la luz que hay en tí se vuelve tinieblas ¿qué densas serán
las tinieblas?
Si yo digo que un creyente o un pastor, o un diácono, tiene problemas
porque lo está molestando un demonio, y se lo voy a reprender estoy
mal. No tengo las cosas claras.
Claro que ahora se han inventado términos, "¡No! es que hay
influencias, y también hay posesiones."
Con tal de meterle el demonio al creyente se inventan lo que sea, pero
nosotros no podemos caer en eso, porque entonces vamos a tener una
confusión impresionante.
Cuando el demonio vio que Jesús estaba cerca casi sale corriendo, no
lo hizo por respeto.
El impío está desprotegido, pero el creyente está lleno del poder del
Espíritu Santo, hemos pasado de muerte a vida, y el maligno no nos
toca ¿usted lo cree? Es que eso parece mentira.
Ahora, eso no quiere decir que usted no pueda tener una tentación.Pero
¿De dónde vienen las tentaciones? Es que la gente le echa la culpa al
diablo para explicarse todo. El diablo es astuto, eso sí. La astucia
del enemigo es impresionante. Pero él siempre juega es con mi
concupiscencia.
Si tiene hambre le ofrece pan, si tiene dificultades económicas le
ofrece un negocio raro, si lo ve solo le ofrece una mujer. Pero él no
es tonto de ofrecerle lo que sabe que o usted no le gusta, o que no
tiene deseo de eso. Él está jugando con su apetito.
En resumidas cuentas el problema es nuestro.
"Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios,
porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino
que cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y
seducido. Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." (Santiago
1:13–15).
¿Qué pasa entonces con el diablo en la tentación?
Bueno, vea. Una vez estábamos con el hermano Reinel en el Ecuador, en
un aeropuerto rumbo a Colombia. La persona que nos atendió de la
aerolínea nos prometió que saldríamos a tal hora, pero finalmente el
vuelo se retrasó.
Cuando fuimos a preguntar la que estaba allá en la entrada era la
misma que nos había atendido primero. Bueno, se excusó con nosotros
por la impuntualidad y como compensación nos dieron un puesto en
primera clase, pero en sillas separadas. Nosotros de todas maneras lo
aceptamos.
El vuelo estaba lleno de estudiantes alemanes, que regresaban a su
tierra pasando por Colombia. Había muchos estudiantes y jóvenes todos,
una de ellas muy insinuante, sugestivamente nos miró, bueno,
especialmente a mí.
El hermano Reinel se dio cuenta, y lo comentamos. Al fin llamaron a
abordar y todos los estudiantes estaban en clase económica, pero
cuando yo me fui a sentar en la clase ejecutiva preciso ahí, al lado
del puesto mío estaba la jovencita alemana bonita aquella que me
estaba mirando; y apenas me senté comenzó a sonreír y hablarme en
inglés. Y era tan amigable que la azafata me preguntó si quería algo
de tomar y me dijo "¿Y su señora?" Yo le dije "No. Ella no es mi
señora. ¡Hay poder!" Así que yo mejor preferí quedarme callado porque
ya uno sabiendo las intenciones para qué seguir.
Llegamos al aeropuerto, y el hermano Reinel venía enfermo, el hermano
Julio Manjarrés fue por él y entonces me quedé yo solo en el
aeropuerto esperando el vuelo a Barranquilla.
Avianca lo habían anunciado a las 6 y el de Lufthansa a las 4 PM.
Bueno yo me quedé por ahí dando vueltas en el aeropuerto hasta que ya
vi que era casi la hora de abordar, iba entrando a la sala de espera
cuando anunciaron por el altavoz que los pasajeros interesados en el
vuelo a Barranquilla favor pasar a la sala internacional número 1. Yo
me paré y si que me estaban viendo seguro pensaron "éste hombre está
loco", porque me eché a reír, me dije a mí mismo "Te apuesto lo que
quieras que aquella alemana aún no se ha ido".
Tenemos que conocer al enemigo, la Biblia dice que conocemos sus maquinaciones.
Y vea, la única persona que estaba en esa sala de espera número 1 era
la alemana aquella leyendo un libro.
Él está jugando con mi propia concupiscencia, él me pone las
circunstancias, pero la debilidad es mía.
Típica trampa del enemigo. Esa es una cosa distinta a que yo diga: "Es
que el diablo me hace pecar, pobrecito yo. Usted sabe, uno es débil, y
él me llevó de narices y me hizo pecar."
El diablo no me va a hacer pecar, él no me puede obligar, él juega con
lo que sabe que a mí me va a gustar pero hermano, no me puede obligar.
El diablo usa de astucia, pero nosotros usamos la unción del Santo.
Tenemos que aprender a manejar este recurso y no habrá mujer que nos
tumbe, se lo puedo garantizar.
Cristo nos ha dado a nosotros suficiente poder y herramientas para que
permanezcamos firmes hasta que él venga.
A aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin
mancha delante de su gloria con gran alegría. (Judas 24).
Nosotros tenemos algo de Dios que es la unción. Y el que es nacido de
Dios no es tentado por el mal.
Mientras Jesús estuvo en esta tierra él ministró con autoridad y
viendo la necesidad tuvo compasión de la gente…
Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces
dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros
pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies».
(Mateo 9:36–38).
Pero en el siguiente capitulo sigue hablando…
Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los
espíritus impuros, para que los echaran fuera y para sanar toda
enfermedad y toda dolencia. (Mt 10:1).
Jesús no contempla la necesidad solo para decir "¡Ay, qué lástima qué
pobre está el mundo!" De misiones no solo se habla, se hace. Eso fue
lo que dijo el hermano Jaime Moreno en su informe.
El viv la necesidad y enseguida llamó a los discípulos y les delegó
autoridad, y vea, de lo primero que en la escala de autoridad les
delega Jesús a los discípulos, de los primeros escalones es la
facultad de echar fuera demonios. Eso es lo más sencillo que Jesús
puso a hacer a sus discípulos. Esa es la autoridad para los bebés en
Cristo, y nosotros haciendo la bulla más grande.
-¡Imagináte! ¡Qué cosa más grande! ¡Hasta los demonios se nos sujetan
en su nombre!
-¿Y usted se maravilla de eso? ¿Eso qué tiene?
Claro que nos alegramos de eso pero la importancia de las cosas debe
estar en su respectivo orden.
Si ponemos las cosas en su sitio vamos a tener más autoridad y más éxito.
Ahora, eso no quiere decir que no vale la pena liberar a un hombre
cautivo por el demonio. Sí vale la pena.
Pero las cosas en su perspectiva como debe ser.
En Mateo no se había derramado todavía el Espíritu Santo, qué tal
nosotros los que podemos decir "no tengo plata ni oro pero en el
nombre de Jesucristo levántate y anda"
¿Cómo les hubiera parecido a ustedes si a Cristo le hubiera aparecido
un demonio que no pudiese dominar?
Entonces Jesús les dijo otra vez:
—¡Paz a vosotros! Como me envió el Padre, así también yo os envío. (Jn 20:21).
Cristo no lo mandó a usted a que los demonios le armaran un tierrero
ahí y lo sacara de ahí corriendo.
Cristo lo mandó a usted con todas las herramientas.
Cuando comenzamos la obra allá en Valencia, al fin conseguimos un
local para predicar. Lo estábamos adecuando, yo estaba ahí agachado
arreglando algo en el piso cuando oí que alguien con acento americano
preguntó:
¿Quien es el pastor acá?
Yo.
Yo quisiera recomendarle que mejor se vaya de este lugar. (Me dijo el gringo)
Entonces yo me paré, ya no era hora de estar agachado, y le dije:
- Vea, primero que yo no soy persona que salga corriendo de cualquier
lugar. Además, nosotros no encontrábamos sitio, estábamos orando y
buscando a Dios y él nos dio éste lugar. Así que no lo vamos a soltar
tan fácilmente.
Sin embargo, (le dije) yo le garantizo que desde éste púlpito jamás
hablaré en contra de usted. Yo tengo un mensaje que predicar que es
Cristo. Haga lo mismo usted allá y no habrá problema.
Pero, si yo salgo aquí a evangelizar y me encuentro con alguien que se
congrega en su comunidad, yo me sentiré en la obligación de
explicarles lo que yo creo.
Y lo autorizo, si usted encuentra a alguien de mi Iglesia, usted está
en la obligación de demostrarle a él que lo que usted predica es la
verdad. Yo no tengo temor de eso, no tengo miedo a que usted lo haga.
Y se fue. Pero como a lo 15 días llegaron como 17 personas nuevas que
yo no sabía de dónde eran. Les pregunté
bueno y ¿ustedes qué, de donde vienen?
Nosotros nos congregábamos allá en la Iglesia de aquel lado. Pero el
misionero comenzó a hablar mal de ustedes, entonces nos vinimos a ver
que tan cierto era.
Y allá se quedaron.
Nosotros no somos de los que retroceden. Tenemos un Espíritu
principesco, somos príncipes, hijos del rey, me perdonan, pero lo
somos. Eso fue lo que le dijeron a aquel hombre allá, "todos eran como
tú, parecían hijos de rey".
Tenemos la autoridad que él nos ha dado.
»De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo
hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
(Jn 14:12)
No hay en las palabras de Jesús ni un asomo de duda de que las cosas
no se darían como él dijo.
Usted puede leer el libro de Hechos de los Apóstoles, si usted
realmente cree que nosotros somos la Iglesia primitiva entonces vamos
a demostrar nuestra casta.
Yo procuro no ser arrogante, he procurado actuar con prudencia en las
situaciones de peligro, no lo voy a empujar a usted a que actúe
imprudentemente. Pero hermanos, hay momentos en los ¡qué le vamos a
hacer!
Me decía el hermano Paternina "¿a quién obedecemos? Porque nos han
dicho que no les gusta que hablemos de ofrendas ni de diezmos."
A nuestros antepasados los metieron presos, les dieron una paliza de
padre y señor mío, les amenazaron y les dijeron "ahora váyanse y no
hablen en ese nombre". Pero ellos dijeron:
Ah no! Entonces ni nos suelten porque tan pronto salgamos de aquí
tenemos que anunciar el mensaje que nos fue encomendado. Juzguen
ustedes si es justo obedecer a los hombre antes que a Dios. Si nos
sueltan nos va a tocar hablar.
Seamos lo más prudentes ¿pero hasta dande será la prudencia? ¿hasta
que nadie se convierta?
Algo tiene que empezar a pasar aquí. Los ministros de Dios tienen que
empezar a rogar a Dios y decirle "Señor rodéame con tu manto, con tu
poder, y tu protección".
Nosotros no nos metemos con nadie, pero esas personas piensan que sí
¿Qué le vamos a hacer? Vean, nuestro líder, y aquí es mejor citar la
Biblia:
Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo
Jesús, el cual es fiel al que lo constituyó, como también lo fue
Moisés en toda la casa de Dios. (Heb 3:1–2).
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí
mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. (Heb
12:3–4).
Consideremos, cuando vio que venía el diablo, ¿qué hizo?
»Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta
hora? Pero para esto he llegado a esta hora. (Jn 12:27).
No creo que nosotros andemos por ahí metiéndonos en problemas,
cuidado, pero a veces no hay por dónde. No hay remedio.
Que me trasladen! Bueno, si hay para donde pues lo trasladamos, pero
¿y cuando no haya para donde?
¿Y qué hacemos? ¿Pedimos todos una visa americana y nos vamos para
Estados Unidos?
Dios me puso aquí y aquí me quedo.
Si lo que quieres es tener un auto nuevo, vete para Estados Unidos.
Si lo que quieres es que traten como ciudadano de segunda, vete para
Estados Unidos.
Si quieres que te digan "Negro" aunque solo seas blanco quemadito,
vete para Estados Unidos.
Pero si lo que quieres es hacer la voluntad de Dios, entonces quédate
donde Dios te puso. A nosotros Dios nos pudo aquí.
Ahora, si es Dios el que te manda para allá a predicar el evangelio,
eso es otra cosa. Corre a hacer la voluntad de Dios.
Pero otra cosa es salir corriendo.
Pues sí, es peligroso, pero ¿qué hacemos?
Tenemos la unción del Santo, a él no lo mataron sino cuando dijo
"bueno ahora sí, aquí estoy, pongo mi vida". Yo espero que Dios nos
guarde a nosotros también.
No hay en ese libro de los Hechos de los apóstoles una Iglesia
temerosa, ni cobarde, ni asustada, sino una iglesia poderosa, una
Iglesia llena del Espíritu Santo y de poder. Ellos no andaban
provocando las autoridades.
Dios nos guarde de ser fanfarrones y andar pavonándose por ahí. Pero
es que hermanos, aún acá en Bucaramanga, en el sitio que parece más
seguro, no es seguro. Caminamos por la misericordia del Señor, él nos
guarda. Pero mientras él nos tenga aquí los domingos, abramos la
Iglesia, invoquemos al Señor y que pase lo que tenga que pasar. Éste
evangelio tiene que ser predicado con poder, con el poder que Dios nos
ha dado.
Así que el Espíritu Santo llena la Iglesia. Yo quisiera que usted
tomara su Biblia y marcara la frase "lleno del Espíritu Santo". Ese
fue el estribillo, Pablo lleno del Espíritu Santo, Pedro lleno del
Espíritu Santo, Esteban lleno del Espíritu Santo, y los hermanos lleno
del Espíritu Santo, no hubo quien los parara, hablando con denuedo,
con franqueza, con poder del Espíritu Santo. Su hablar y su accionar
fue firme.
Y la Palabra de Dios corría y era glorificada, y el Señor añadía cada
día a la Iglesia a aquellos que iban a ser salvos.
Yo no creo en la vulnerabilidad de la Iglesia ante la influencia
satánica, frente a los demonios. Ahora, si usted peca ese sí es otro
problema, no me reclame nada.
Bajo la sombra del Altísimo, Dios no protege a nadie que no esté bajo
sus alas. Eso es otra cosa.
Por eso uno se vuelve hasta cansón en eso. Eso sí, manos limpias,
corazón limpio, arrodíllese y dígale al Señor "aquí están mis pasiones
sexuales".
Si somos consientes de nuestra debilidad buscaremos más a Dios en ese sentido.
Alguien me dijo cuando me quedé viudo y me volví a casar, "Cuatro años
es mucho tiempo". ¿Cómo es eso que mucho tiempo? Yo no sé a qué se
refiere. Si yo había estado antes mucho tiempo solo, 23 años para ser
exacto.
Un cuerpo puesto de verdad en el altar de Dios, lleno del Espíritu
Santo, Dios te dará victoria, ¿cómo que no? Es que el Espíritu Santo
no es solo para hablar en lenguas, hay un fruto muy bonito del
Espíritu Santo que se llama TEMPLANZA, dominio propio.
Esta Biblia no es un cuento, es la verdad de Dios.
Una persona disque llena del Espíritu Santo también va a estár llena
del diablo, eso no es así. No podemos promocionar eso.
¿En qué consiste entonces la libertad con que Cristo nos hizo libres?
¿Y qué de la promesa que nos hizo a nosotros de estar a nuestro lado
para que nadie nos haga daño?
Si yo me paro aquí a decirle a todos ustedes "hermanos cuidado, porque
el diablo, usted se puede perder, vea bien." ¿En qué momento me voy a
convencer de que soy salvo?
Yo le hablé a una señora católica, en Canadá, de habla francesa, y le
dije "Bueno compartamos nuestra experiencia con Dios, usted me cuenta
la suya y yo le cuento la mía. ¿Cómo fue eso de su salvación? ¿usted
está segura de eso?"
Ella me dijo: "Bueno mijo, es que eso no lo sabe nadie hasta después
que uno se muere."
¿Eso es lo que usted cree de los creyentes de su Iglesia? Entonces
¿Por qué predica como si creyese eso? ¿Por qué siempre predica como si
ellos no fueran salvos? ¿Por qué sembrar duda?
¿Por qué predicar siempre que los hermanos no oran, que nos buscan a
Dios, que malgastan el tiempo, que a toda hora están viendo
televisión? ¿Por qué predican eso? ¿Usted verdad ve que los creyentes
a toda hora están viendo televisión?
"No hermano, pero es que la gente". Pero el amor todo lo cree. ¿O no?
¿Por qué creo yo que yo soy fiel y los demás están mal? ¿Por qué?
¿Y por qué quiero sembrar en los creyentes siempre esa duda? Siempre
sembrando dudas. Yo leo al apóstol Pablo y habla distinto:
Estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis
llenos de bondad y rebosantes de todo conocimiento, de tal manera que
podéis aconsejaros unos a otros. (Romanos 15:14).
de tal manera que nada os falta en ningún don mientras esperáis la
manifestación de nuestro Señor Jesucristo; (1 Corintios 1:7).
estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena
obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. (Filipenses 1:6).
De esta esperanza ya habéis oído por la palabra verdadera del
evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y
lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y
conocisteis la gracia de Dios en verdad. (Colosenses 1:5–6).
porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para
guardar mi depósito para aquel día. (2 Timoteo 1:12).
Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más
de lo que te digo. (Filemón 21).
Pero en cuanto a vosotros, amados, estamos persuadidos de cosas
mejores, pertenecientes a la salvación, aunque hablamos así. (Hebreos
6:9).
Miremos bien la Palabra de Dios, mire las epístolas a ver que sembraba
Pablo en el corazón de los creyentes. ¿Cuántas veces sembraba la duda
sobre la experiencia de los creyentes?
Cuidado con su enseñanza. Porque eso lo que hace es crear incredulidad
en el corazón de los oyentes y el diablo viene y encuentra el terreno
abonado. Un hermano que cree que no está salvo, que si Cristo viene
esta noche se queda. Cuide su enseñanza.
Un hermano allá en Cartagena me contó alguna vez de una situación
problemática que tenía con su esposa, y hablando y hablando me fue
contando en qué consistía el problema. Ella no disfrutaba la relación
sexual y cuando estaba con él era casi a la fuerza, no porque ella
quisiera ni porque le gustara.
Al fin pude hablar con la hermana y ella me dijo: "hermano, lo que
pasa es que tengo un miedo, miedo que de pronto Cristo venga y estemos
nosotros en eso y nos quedemos."
Eso suena gracioso pero es preocupante, eso es terrible. ¿Por qué?
Porque su mamá le había enseñado eso.
Y aunque usted no le diga al creyente "¡Si viene Cristo se queda!",
pero usted les está diciendo a los creyentes, "¡Es que son carnales!
¡Es que no buscan a Dios! ¡Es que no ayunan! ¡Es que solo están
pensando en eso! ¡Es que la pasión!" Y con eso la gente se forma esa
idea.
Deje que la gente se goce en la salvación, enséñeles, deje que la
gente sepa que Cristo los salvó, los llenó y que no hay diablo que los
toque.
Hay visitas pastorales, hay momentos para compartir con los jóvenes,
hay semanas de la familia, enseñe sabiamente, pureza, "¡Cómo vale la
pena mantenerse puro!" Rubén perdió su primogenitura por acotarse con
la mujer de otro, subió al lecho paterno; Judá perdió su primogenitura
porque se acostó con una mujer que, pensó él, era prostituta.
Enseñe con sabiduría santidad no para ser salvos, sino a partír de ser salvos.
Pero si yo estoy diciendo "es que los demonios vienen, y usted está
bajo la influencia de ellos, vamos a reprenderlo".
Ahora si alguien confiesa un pecado eso es diferente, si usted le abre
las puertas al enemigo yo no le garantizo que le pueda pasar. Pero el
hombre que está en Dios vivirá protegido por el Señor.
Pero el Señor si nos garantiza éxito total y final.
¿En qué consiste la armadura que Dios nos ha dado? Yo no le veo a
ustedes elementos de hierro encima ni nada de eso.
Todos son elementos de convicción, el yelmo de la salvación, el escudo
de la fe, la creencia, la espada del Espíritu que es la Palabra de
Dios, los pies calzados con el evangelio, ceñidos los lomos con la
verdad.
No son practicas extrañas son convicciones. Si usted no enseña a la
Iglesia a estar convencidos, si usted comienza a sembrar dudas, va a
tener a los hermanos todos horadados para que el enemigo entre y haga
lo que quiera.
Vamos a ver si concluimos esto:
No es aceptable desde el punto de vista de la doctrina de Jesús,
pensar que un cristiano genuino pueda quedar a merced de el diablo y
sus demonios.
Algunos todavía pensando disque en maldiciones generacionales. Pero
eso ya está superado hace rato.
La Biblia dice:
En aquellos días no dirán más: "Los padres comieron las uvas agrias y
a los hijos les da dentera", sino que cada cual morirá por su propia
maldad; a todo aquel que coma uvas agrias le dará dentera. (Je
31:29–30).
¡Qué es eso! Eso lo dice en la ley, ni siquiera en la gracia. Dice que
no se dirá más ese refrán ¿por qué lo decimos nosotros? "Ah porque es
un versículo de la Biblia", sí pero está ahí para decirnos que no lo
digamos.
Y lo explica largo:
Y si preguntáis: "¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre?".
Pues porque el hijo actuó conforme al derecho y la justicia, guardó
todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que
peque, esa morirá. El hijo no llevará el pecado del padre ni el padre
llevará el pecado del hijo; la justicia del justo recaerá sobre él y
la impiedad del impío recaerá sobre él. (Eze 18:19–20).
Lea todo ese capítulo y verá. ahí está bien explicadito.
Eso es en la ley, y en la gracia es todavía más grande el abismo.
Por eso es que es buena la tal hermenéutica, porque le ayuda a uno a
colocar los versículos en su puesto, no cortados sino en conexión con
lo que se está hablando.
Se dice:
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la
carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos
así. (2 Co 5:16).
Es un versículo que habla de relaciones. Yo ya no soy hijo de la
señora Carmen. Soy una nueva creación. Se rompió con todo lo que traía
la carne.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas
viejas pasaron; todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17).
No tenemos nada que ver con el pasado. Las cosas viejas pasaron ya y
todas, no algunas, todas son hechas nuevas.
Por favor! ¡Usted no sabe el daño que hace eso! ¿No ve que estamos
condenando a nuestros hijos?
Llegó una niña a mi oficina a hablarme de su vida, y su padre le habló
de un espíritu malvado, que su madre se había prostituido cuando tenía
tantos años, y que seguramente ella también iba a ser igual.
Yo le dije ¡Eso es un mensaje del diablo! ¡Cristo vino a liberarnos de
la maldición! ¡Eso no tiene por qué ser así! No lo permita.
No predique eso hermano. Entonces ¡a qué vino Cristo por favor! ¿En
qué consiste la libertad? ¿En qué consiste la nueva vida?
Eso es un engaño satánico para debilitar la obra de Cristo. Con
argumentos semibíblicos y semicristianos, perpetuando la maldad de la
que Cristo nos hizo libres.
Y eso le metió en la cabeza, y le dio, y le dio, hasta que por fin
terminó en lo mismo. Y ahora la gente dice: "Se da cuenta hermano,
usted dice que no, pero mire". ¿Y usted cree que eso lo demuestra? El
papá le dio y le dio hasta que la convenció. A mí me gustaría es
tratar con ese padre, ¡Dios mío!
No podemos sembrar el mal y luego pensar que con los resultados hemos
demostrado algo.
Claro que las influencias familiares hacen mella, esas charlas y esas
habladurías dañan los buenos hábitos.
Las conversaciones corrompidas dañan las costumbres morales, dice una versión.
Y entonces se cree que se está demostrando algo.
Predica libertad porque a eso es que Cristo nos mandó.
Un hombre que fue misionero, y creyente por más de 20 años, lo
encontraron ahí en un pecado bien maluco, rayando con la blasfemia
contra el Espíritu Santo.
Recogieron una señora de la calle, anciana, gorda, sin dientes, una
mujer que casi no podía ni hablar. La llevaron a su casa y la tuvieron
ahí. Pero un día que la esposa salió, la mujer vino y le preguntó al
pastor "Hermano, yo soy bautizada pero aún no he recibido el Espíritu
Santo. ¿Cómo hago para recibirlo?" El hombre le dijo "venga, yo le voy
a enseñar", y la llevó a la habitación, la desnudó, y prácticamente la
violó diciéndole que así iba a recibir el Espíritu Santo, eso es una
blasfemia.
Un hombre que hace una cosa así, justificando un pecado con una
explicación tan sagrada, yo francamente dudo que Dios lo pueda
perdonar. Lo dudo.
Ella le contó a la esposa, y la esposa sabiendo que su esposo perdería
el ministerio, le confrontó y se pidieron perdón, y a la anciana le
ofrecieron prácticamente una pensión para que se callara y no contara
nada.
Cuando lo confrontaron él reconoció y dijo "es que ustedes no me
conocen hermano, no saben lo que me ha pasado. Mi padre era un hombre
muy malo, mis hermanos, mis tios eran hombres muy malos. Mi familia
era una familia corrompida y eso yo lo llevo dentro."
Yo digo que ese hombre no se había convertido. Habiendo predicado como
15 años y sin entender el evangelio. Creyendo que arrastraba la cadena
de pecados ancestrales, y que esa cadena no se ha roto.
¿De qué cadenas fue que nos libró el Señor entonces? ¿Cuáles fueron
las puertas de la cárcel que Cristo abrió?
El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,
a pregonar libertad a los cautivos
y vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos
y a predicar el año agradable del Señor. (Lc 4. 18 y 19)
¡Sea libre en el nombre del Señor!
No siga predicando eso así.
O yo no tengo nada que ver con mi padre o Cristo verdad no trajo lo que dijo.
¡Rompe el círculo! Recuerdan el sermón aquel de los 60 años.
Yo estaba pensando en eso y meditando.
Yo tuve una experiencia muy grande aquel día.
Una joven me había dicho, hermano, ore por mí. Mi madre es drogadicta
y vende droga, mi padre es drogadicto y vende droga, mis hermanos son
drogadictos y venden droga, y yo practicamente soy la única y no sé.
Yo estaba pensando en eso y meditando. Entré en una situación de
angustia, que ya tarde pensaba también en mis propias hijas en una
circunstancia diferente, mi madre murió de cáncer, mi suegro murió de
cáncer, mi papá murió de cáncer, mi hermana murió de cáncer, mi
primera esposa murió de cáncer, y también vez como un círculo cerrado.
El diablo siempre trae esa idea de sembrar dudas en la gente.
Yo me encerré y oré a Dios, "Dios mío, que por lo menos yo sea el
último". Y no sabía que ya tenía cáncer en la próstata. Pero ya tenía.
O hay libertad o no hay libertad. O Cristo realmente vino trayendo un
mensaje que liberta al hombre o nosotros realmente nos estamos
engañando aquí.
O yo ya no tengo nada que ver con mi padre o Cristo realmente no hizo
lo que dijo que vino a hacer.
Yo me estaba bañando, ya sabiendo que tenía cáncer, y mientras me
bañaba yo oraba ahí, y empecé a oír aquel sermón, y me oía a mí mismo
predicando "¡Rompe el círculo, rompe el círculo!" De pronto se paró el
sermón y oí una voz "¡El círculo está roto!"
Yo quiero decirte que no podemos seguir siendo esclavos, porque eso sí
esclaviza, pensar yo que porque mi mamá y mi papá, y yo no sé cuantos
más, hicieron lo que hicieron yo tengo que estar amarrado.
O somos nuevas criaturas o esto no funciona.
Las cosas viejas pasaron ya, he aquí todas son hechas nuevas.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza
poderosa. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar
firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y,
habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, vestidos
con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo por anunciar
el evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomad el yelmo de
la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
(Efe 6:10–17)
Yo no puedo dejar humanamente de ser hijo de mi mamá, pero yo puedo
estar cubierto con la armadura de Dios y ser libre.
Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados. (Col 1:13–14).
El fin de la ley es Cristo.
Vea lo que hace una interpretación errónea de la Escritura. El caso
que mencionó el hermano Reinel esta mañana nos conmovió grandemente.
Eso tiene que sacudirnos.
Ellos fueron a orar por alguien que tenía problemas de demonios, y
oraron y se fueron a su casa, pero la hermana se vino preocupada.
En la noche, ya durmiendo ella, oyó ruidos y se paró, y ella dice que
vio que algo voló para el cuarto de su hijo, y ella comenzó a
reprender, pero mientras reprendía sacudía y golpeaba al niño. Su
padre vio eso y no hizo nada, algunos hermanos que vinieron vieron y
no hicieron nada.
¿Alguna vez ustedes han descubierto en algún versículo de la Biblia, o
alguna situación, que los espíritus salen a la fuerza?
«Esta es palabra de Jehová para Zorobabel, y dice:
"No con ejército, ni con fuerza,
sino con mi espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos. (Zacarías 4:6).
Nosotros tenemos algunas costumbres, pero miremos que dice la Escritura.
Entonces estás cosas nos han sacudido fuerte a nosotros, mire los
problemas de una interpretación errónea de la Palabra.
Nosotros tenemos algo en nosotros que es muy poderoso, más de lo que
nosotros todavía pensamos. Es la unción del Espíritu Santo.
Vea, cuando murió mi primera esposa, al mes murió mi hermana y yo tuve
que viajar al Canadá. Yo me quedé en la casa de Lucho y estábamos ya
dormidos cuando oímos un ruido en la habitación en la que estaban
durmiendo las niñas, los dos nos despetamos pero él fue a ver que
había pasado y yo me quedé dormido enseguida. Pero dormido soñé, digo
yo que soñé, que me levanté y había ido a la habitación, y vi cómo una
figura de mujer, como mi primera esposa, se lanzaba, así en el aire,
sobre mi hija para abrazarla, pero ella gritaba porque sabía que
estaba muerta. Yo en el sueño ví eso y reprendí al fantasma ese en el
Nombre de Jesús y vi como un globo que explotó.
Bueno, Lucho entró y me dijo "Es Ilenia" y yo le dije "Sí, déjalo así
que ya está arreglado". Es que uno tiene que dormir en el Espíritu. Yo
estaba seguro que no pasaba nada.
"No con ejército, ni con fuerza,
sino con mi espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos."
Yo sospeché que el diablo iba a utilizar la imagen de su madre para
molestar a las niñas y hacerlas ver cosas, porque eso sí puede hacer,
molestarlas, hacerlas ver visiones y mostrarles cosas engañosas.
Yo no iba a permitir al diablo molestara a mi hija, así que de regreso
en Barranquilla me encerré en mi habitación y le dije al diablo
"Bueno, vamos a arreglar este asunto entre los dos ahora." Es que
hermanos, el diablo no nos da un brinco, y yo no le iba a permitir que
molestara a mis hijas.
El miedo nuestro es lo que le da fuerza a él. El temor nuestro. Si
usted anda con miedo entonces va a tener problemas.
Los demonios no salen a puñetazos, ni a patadas, ni a tirones de pelo.
Un día me llamaron acá en Bucaramanga como a la 1 de la mañana, que
fuera de inmediato que había un problema con una mujer endemoniada.
Bueno, me alisté y salí a ver qué era lo que pasaba. Llegué y tenían a
una muchacha ahí agarrada como entre tres y les había roto un
ventilador o algo así.
-Suéltenla. (Les dije)
-No hermano que rompe el ventilador
-Suéltenla y sálganse de la habitación.
Y una vez solos le dije a la mujer:
-En el nombre del Señor cálmese. Alabe al Señor.
Y ya. Se arregló todo, sin tanto problema. No rompió el ventilador ni nada.
Aquellos si amarraron al endemoniado, pero Cristo no lo amarró, Cristo lo soltó.
Yo no voy a negar que haya espíritus violentos, pero es que hemos
cogido la costumbre de nosotros ser los violentos, y los demonios se
sujetan es a la autoridad del Nombre no a la fuerza de alguien.
Tenemos un Nombre que es sobre todo nombre.
Cristo es el Todopoderoso. Con eso poder y esa autoridad vamos a
enfrentar los problemas. No con fuerza porque nos vamos a exponer a
hacerle el daño a una persona, o a que ella nos haga daño.
En Montreal me llamaron a una casa de liberación, vi que tenían a una
joven allá tirada en el suelo, y forzándola y gritándola "¡Hay poder!
¡Hay poder!" como a mí me incomoda ver esas cosas me salí de la
habitación. Eso no me gusta ni verlo, a mí me causa molestia. Al fin
salió mi hermana a decirme que viniera a orar por esa persona. Yo le
dije que lo haría siempre y cuando ellas hicieran lo que yo les
dijera.
"Sí, sí, venga y ore".
Dios nos ha ungido con el poder del Espíritu Santo.
No es una experiencia emocional, es poder, autoridad.
Si le falla una vez no se ponga a pelear con el demonio. Porque puede
ser que alguna vez usted, o yo, no esté muy bien espiritualmente,
quién nos manda a dormir tanto. ¿Quién lo manda a no estar en forma?
Cuando usted esté en condiciones hágalo. No se ponga a pelear con los
demonios a brazo partido.
Un demonio tiene tal fuerza descomunal, físicamente hablando, que ni
dos ni tres personas lo pueden mantener.
La unción es permanente, pero el aceite fresco si puede fluir.
Mantengamos el aceite fresco.
Tenemos que ejercer la autoridad.
No vamos a permitir que un demonio nos sabotee un culto, o que
maltrate a una persona y que nosotros no vamos a hacer nada. Dios nos
dio autoridad para liberarlos. Pero no es con fuerza, ni con ejército,
sino con mi Espíritu dice el Señor.
No se ponga usted a hacer lo que el demonio le mande, es usted el que
le da orden al demonio, no a la inversa.
-¡Hermano! Ore por mí.
-Yo no voy a orar por usted.
-No. Siéntese y cuénteme ¿qué es lo que le pasa?
No deje que el demonio le mande.
El solo hecho de que una persona venga a que yo ore por ella ya me
está diciendo que no tiene un demonio.
¿Dígame cuantos de los endemoniados vinieron a Jesús para que él los
liberara? Muéstreme al menos uno.
— ¡Señor Jesús écheme fuera de este cuerpo!
¿Cuántos? ¿Hay alguno?
Cuando alguien dice hermano venga, ore por mi que yo siento que un
espíritu… Yo le digo "¡No! venga, hablemos, ¿cuénteme?"
Ya sé que no tiene un demonio. ¿Por qué? Porque ningún espíritu va a
venir a que yo lo eche fuera. Los espíritus no quieren salir.
¡Qué tal un demonio convertido! Disque buscando al Señor. Los demonios
no están convertidos.
La gente endemoniada la trajeron a Jesús, no vinieron voluntariamente.
Ningún demonio va a venir a pedir que lo saquen del cuerpo, los
demonios no se quieren salir del cuerpo.
Disque viniendo a Jesús para que él lo eche fuera.
Lo que pasa es que como la gente oye tantas cosas. Todo piensan que es
espíritus, pero no.
¿A cuántos de ustedes les ha pasado esta experiencia que es muy común,
muy popular? Está usted durmiendo y siente que se ahoga, que como que
no puede respirar.
No es una pesadilla. Eso es problema de las neuronas, que a veces como
que se desconectan.
Hay muchas explicaciones físicas para eventos que parecen
paranormales, pero son normales.
Lo importante es entender que Jesús tiene toda potestad, y nos ha dado
autoridad.
Usémosla.
--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor Ordenado IPUC
http://adonayrojasortiz.blogspot.com
jueves, 29 de junio de 2017
lunes, 26 de junio de 2017
¿Maldiciones Generacionales?
Algunos todavía pensando disque en maldiciones generacionales. Pero
eso ya está superado hace rato.
La Biblia dice:
En aquellos días no dirán más: "Los padres comieron las uvas agrias y
a los hijos les da dentera", sino que cada cual morirá por su propia
maldad; a todo aquel que coma uvas agrias le dará dentera. (Je
31:29–30).
¡Qué es eso! Eso lo dice en la ley, ni siquiera en la gracia. Dice que
no se dirá más ese refrán ¿por qué lo decimos nosotros? "Ah porque es
un versículo de la Biblia", sí pero está ahí para decirnos que no lo
digamos.
Y lo explica largo:
Y si preguntáis: "¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre?".
Pues porque el hijo actuó conforme al derecho y la justicia, guardó
todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que
peque, esa morirá. El hijo no llevará el pecado del padre ni el padre
llevará el pecado del hijo; la justicia del justo recaerá sobre él y
la impiedad del impío recaerá sobre él. (Eze 18:19–20).
Lea todo ese capítulo y verá. ahí está bien explicadito.
Eso es en la ley, y en la gracia es todavía más grande el abismo.
Por eso es que es buena la tal hermenéutica, porque le ayuda a uno a
colocar los versículos en su puesto, no cortados sino en conexión con
lo que se está hablando.
Se dice:
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la
carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos
así. (2 Co 5:16).
Es un versículo que habla de relaciones. Yo ya no soy hijo de la
señora Carmen. Soy una nueva creación. Se rompió con todo lo que traía
la carne.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas
viejas pasaron; todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17).
No tenemos nada que ver con el pasado. Las cosas viejas pasaron ya y
todas, no algunas, todas son hechas nuevas.
Por favor! ¡Usted no sabe el daño que hace eso! ¿No ve que estamos
condenando a nuestros hijos?
Llegó una niña a mi oficina a hablarme de su vida, y su padre le habló
de un espíritu malvado, que su madre se había prostituido cuando tenía
tantos años, y que seguramente ella también iba a ser igual.
Yo le dije ¡Eso es un mensaje del diablo! ¡Cristo vino a liberarnos de
la maldición! ¡Eso no tiene por qué ser así! No lo permita.
No predique eso hermano. Entonces ¡a qué vino Cristo por favor! ¿En
qué consiste la libertad? ¿En qué consiste la nueva vida?
Eso es un engaño satánico para debilitar la obra de Cristo. Con
argumentos semibíblicos y semicristianos, perpetuando la maldad de la
que Cristo nos hizo libres.
Y eso le metió en la cabeza, y le dio, y le dio, hasta que por fin
terminó en lo mismo. Y ahora la gente dice: "Se da cuenta hermano,
usted dice que no, pero mire". ¿Y usted cree que eso lo demuestra? El
papá le dio y le dio hasta que la convenció. A mí me gustaría es
tratar con ese padre, ¡Dios mío!
No podemos sembrar el mal y luego pensar que con los resultados hemos
demostrado algo.
Claro que las influencias familiares hacen mella, esas charlas y esas
habladurías dañan los buenos hábitos.
Las conversaciones corrompidas dañan las costumbres morales, dice una versión.
Y entonces se cree que se está demostrando algo.
Predica libertad porque a eso es que Cristo nos mandó.
Un hombre que fue misionero, y creyente por más de 20 años, lo
encontraron ahí en un pecado bien maluco, rayando con la blasfemia
contra el Espíritu Santo.
Recogieron una señora de la calle, anciana, gorda, sin dientes, una
mujer que casi no podía ni hablar. La llevaron a su casa y la tuvieron
ahí. Pero un día que la esposa salió, la mujer vino y le preguntó al
pastor "Hermano, yo soy bautizada pero aún no he recibido el Espíritu
Santo. ¿Cómo hago para recibirlo?" El hombre le dijo "venga, yo le voy
a enseñar", y la llevó a la habitación, la desnudó, y prácticamente la
violó diciéndole que así iba a recibir el Espíritu Santo, eso es una
blasfemia.
Un hombre que hace una cosa así, justificando un pecado con una
explicación tan sagrada, yo francamente dudo que Dios lo pueda
perdonar. Lo dudo.
Ella le contó a la esposa, y la esposa sabiendo que su esposo perdería
el ministerio, le confrontó y se pidieron perdón, y a la anciana le
ofrecieron prácticamente una pensión para que se callara y no contara
nada.
Cuando lo confrontaron él reconoció y dijo "es que ustedes no me
conocen hermano, no saben lo que me ha pasado. Mi padre era un hombre
muy malo, mis hermanos, mis tios eran hombres muy malos. Mi familia
era una familia corrompida y eso yo lo llevo dentro."
Yo digo que ese hombre no se había convertido. Habiendo predicado como
15 años y sin entender el evangelio. Creyendo que arrastraba la cadena
de pecados ancestrales, y que esa cadena no se ha roto.
¿De qué cadenas fue que nos libró el Señor entonces? ¿Cuáles fueron
las puertas de la cárcel que Cristo abrió?
El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,
a pregonar libertad a los cautivos
y vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos
y a predicar el año agradable del Señor. (Lc 4. 18 y 19)
¡Sea libre en el nombre del Señor!
No siga predicando eso así.
O yo no tengo nada que ver con mi padre o Cristo verdad no trajo lo que dijo.
¡Rompe el círculo! Recuerdan el sermón aquel de los 60 años.
Yo estaba pensando en eso y meditando.
Yo tuve una experiencia muy grande aquel día.
Una joven me había dicho, hermano, ore por mí. Mi madre es drogadicta
y vende droga, mi padre es drogadicto y vende droga, mis hermanos son
drogadictos y venden droga, y yo practicamente soy la única y no sé.
Yo estaba pensando en eso y meditando. Entré en una situación de
angustia, que ya tarde pensaba también en mis propias hijas en una
circunstancia diferente, mi madre murió de cáncer, mi suegro murió de
cáncer, mi papá murió de cáncer, mi hermana murió de cáncer, mi
primera esposa murió de cáncer, y también vez como un círculo cerrado.
El diablo siempre trae esa idea de sembrar dudas en la gente.
Yo me encerré y oré a Dios, "Dios mío, que por lo menos yo sea el
último". Y no sabía que ya tenía cáncer en la próstata. Pero ya tenía.
O hay libertad o no hay libertad. O Cristo realmente vino trayendo un
mensaje que liberta al hombre o nosotros realmente nos estamos
engañando aquí.
O yo ya no tengo nada que ver con mi padre o Cristo realmente no hizo
lo que dijo que vino a hacer.
Yo me estaba bañando, ya sabiendo que tenía cáncer, y mientras me
bañaba yo oraba ahí, y empecé a oír aquel sermón, y me oía a mí mismo
predicando "¡Rompe el círculo, rompe el círculo!" De pronto se paró el
sermón y oí una voz "¡El círculo está roto!"
Yo quiero decirte que no podemos seguir siendo esclavos, porque eso sí
esclaviza, pensar yo que porque mi mamá y mi papá, y yo no sé cuantos
más, hicieron lo que hicieron yo tengo que estar amarrado.
O somos nuevas criaturas o esto no funciona.
Las cosas viejas pasaron ya, he aquí todas son hechas nuevas.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza
poderosa. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar
firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y,
habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, vestidos
con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo por anunciar
el evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomad el yelmo de
la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
(Efe 6:10–17)
Yo no puedo dejar humanamente de ser hijo de mi mamá, pero yo puedo
estar cubierto con la armadura de Dios y ser libre.
Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados. (Col 1:13–14).
El fin de la ley es Cristo.
Hno. Álvaro Torres F.
--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor Ordenado IPUC
http://adonayrojasortiz.blogspot.com
eso ya está superado hace rato.
La Biblia dice:
En aquellos días no dirán más: "Los padres comieron las uvas agrias y
a los hijos les da dentera", sino que cada cual morirá por su propia
maldad; a todo aquel que coma uvas agrias le dará dentera. (Je
31:29–30).
¡Qué es eso! Eso lo dice en la ley, ni siquiera en la gracia. Dice que
no se dirá más ese refrán ¿por qué lo decimos nosotros? "Ah porque es
un versículo de la Biblia", sí pero está ahí para decirnos que no lo
digamos.
Y lo explica largo:
Y si preguntáis: "¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre?".
Pues porque el hijo actuó conforme al derecho y la justicia, guardó
todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que
peque, esa morirá. El hijo no llevará el pecado del padre ni el padre
llevará el pecado del hijo; la justicia del justo recaerá sobre él y
la impiedad del impío recaerá sobre él. (Eze 18:19–20).
Lea todo ese capítulo y verá. ahí está bien explicadito.
Eso es en la ley, y en la gracia es todavía más grande el abismo.
Por eso es que es buena la tal hermenéutica, porque le ayuda a uno a
colocar los versículos en su puesto, no cortados sino en conexión con
lo que se está hablando.
Se dice:
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la
carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos
así. (2 Co 5:16).
Es un versículo que habla de relaciones. Yo ya no soy hijo de la
señora Carmen. Soy una nueva creación. Se rompió con todo lo que traía
la carne.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas
viejas pasaron; todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17).
No tenemos nada que ver con el pasado. Las cosas viejas pasaron ya y
todas, no algunas, todas son hechas nuevas.
Por favor! ¡Usted no sabe el daño que hace eso! ¿No ve que estamos
condenando a nuestros hijos?
Llegó una niña a mi oficina a hablarme de su vida, y su padre le habló
de un espíritu malvado, que su madre se había prostituido cuando tenía
tantos años, y que seguramente ella también iba a ser igual.
Yo le dije ¡Eso es un mensaje del diablo! ¡Cristo vino a liberarnos de
la maldición! ¡Eso no tiene por qué ser así! No lo permita.
No predique eso hermano. Entonces ¡a qué vino Cristo por favor! ¿En
qué consiste la libertad? ¿En qué consiste la nueva vida?
Eso es un engaño satánico para debilitar la obra de Cristo. Con
argumentos semibíblicos y semicristianos, perpetuando la maldad de la
que Cristo nos hizo libres.
Y eso le metió en la cabeza, y le dio, y le dio, hasta que por fin
terminó en lo mismo. Y ahora la gente dice: "Se da cuenta hermano,
usted dice que no, pero mire". ¿Y usted cree que eso lo demuestra? El
papá le dio y le dio hasta que la convenció. A mí me gustaría es
tratar con ese padre, ¡Dios mío!
No podemos sembrar el mal y luego pensar que con los resultados hemos
demostrado algo.
Claro que las influencias familiares hacen mella, esas charlas y esas
habladurías dañan los buenos hábitos.
Las conversaciones corrompidas dañan las costumbres morales, dice una versión.
Y entonces se cree que se está demostrando algo.
Predica libertad porque a eso es que Cristo nos mandó.
Un hombre que fue misionero, y creyente por más de 20 años, lo
encontraron ahí en un pecado bien maluco, rayando con la blasfemia
contra el Espíritu Santo.
Recogieron una señora de la calle, anciana, gorda, sin dientes, una
mujer que casi no podía ni hablar. La llevaron a su casa y la tuvieron
ahí. Pero un día que la esposa salió, la mujer vino y le preguntó al
pastor "Hermano, yo soy bautizada pero aún no he recibido el Espíritu
Santo. ¿Cómo hago para recibirlo?" El hombre le dijo "venga, yo le voy
a enseñar", y la llevó a la habitación, la desnudó, y prácticamente la
violó diciéndole que así iba a recibir el Espíritu Santo, eso es una
blasfemia.
Un hombre que hace una cosa así, justificando un pecado con una
explicación tan sagrada, yo francamente dudo que Dios lo pueda
perdonar. Lo dudo.
Ella le contó a la esposa, y la esposa sabiendo que su esposo perdería
el ministerio, le confrontó y se pidieron perdón, y a la anciana le
ofrecieron prácticamente una pensión para que se callara y no contara
nada.
Cuando lo confrontaron él reconoció y dijo "es que ustedes no me
conocen hermano, no saben lo que me ha pasado. Mi padre era un hombre
muy malo, mis hermanos, mis tios eran hombres muy malos. Mi familia
era una familia corrompida y eso yo lo llevo dentro."
Yo digo que ese hombre no se había convertido. Habiendo predicado como
15 años y sin entender el evangelio. Creyendo que arrastraba la cadena
de pecados ancestrales, y que esa cadena no se ha roto.
¿De qué cadenas fue que nos libró el Señor entonces? ¿Cuáles fueron
las puertas de la cárcel que Cristo abrió?
El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,
a pregonar libertad a los cautivos
y vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos
y a predicar el año agradable del Señor. (Lc 4. 18 y 19)
¡Sea libre en el nombre del Señor!
No siga predicando eso así.
O yo no tengo nada que ver con mi padre o Cristo verdad no trajo lo que dijo.
¡Rompe el círculo! Recuerdan el sermón aquel de los 60 años.
Yo estaba pensando en eso y meditando.
Yo tuve una experiencia muy grande aquel día.
Una joven me había dicho, hermano, ore por mí. Mi madre es drogadicta
y vende droga, mi padre es drogadicto y vende droga, mis hermanos son
drogadictos y venden droga, y yo practicamente soy la única y no sé.
Yo estaba pensando en eso y meditando. Entré en una situación de
angustia, que ya tarde pensaba también en mis propias hijas en una
circunstancia diferente, mi madre murió de cáncer, mi suegro murió de
cáncer, mi papá murió de cáncer, mi hermana murió de cáncer, mi
primera esposa murió de cáncer, y también vez como un círculo cerrado.
El diablo siempre trae esa idea de sembrar dudas en la gente.
Yo me encerré y oré a Dios, "Dios mío, que por lo menos yo sea el
último". Y no sabía que ya tenía cáncer en la próstata. Pero ya tenía.
O hay libertad o no hay libertad. O Cristo realmente vino trayendo un
mensaje que liberta al hombre o nosotros realmente nos estamos
engañando aquí.
O yo ya no tengo nada que ver con mi padre o Cristo realmente no hizo
lo que dijo que vino a hacer.
Yo me estaba bañando, ya sabiendo que tenía cáncer, y mientras me
bañaba yo oraba ahí, y empecé a oír aquel sermón, y me oía a mí mismo
predicando "¡Rompe el círculo, rompe el círculo!" De pronto se paró el
sermón y oí una voz "¡El círculo está roto!"
Yo quiero decirte que no podemos seguir siendo esclavos, porque eso sí
esclaviza, pensar yo que porque mi mamá y mi papá, y yo no sé cuantos
más, hicieron lo que hicieron yo tengo que estar amarrado.
O somos nuevas criaturas o esto no funciona.
Las cosas viejas pasaron ya, he aquí todas son hechas nuevas.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza
poderosa. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar
firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y,
habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, vestidos
con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo por anunciar
el evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomad el yelmo de
la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
(Efe 6:10–17)
Yo no puedo dejar humanamente de ser hijo de mi mamá, pero yo puedo
estar cubierto con la armadura de Dios y ser libre.
Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados. (Col 1:13–14).
El fin de la ley es Cristo.
Hno. Álvaro Torres F.
--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor Ordenado IPUC
http://adonayrojasortiz.blogspot.com
domingo, 25 de junio de 2017
sábado, 24 de junio de 2017
martes, 20 de junio de 2017
JESUCRISTO BASTA
Jesucristo Basta
Steven y Lluvia Richards © 2017 CanZion
Álbum: Somos Iglesia
Director de video: Jesiah Hansen
LETRA:
Nuestros corazones insaciables son hasta que conocen a su salvador. Tal y como somos nos amó, Hoy nos acercamos sin temor. Él es el agua que al beber Nunca más tendremos sed //Jesucristo basta // Mi castigo recibió Y su herencia me entregó //Jesucristo basta // Fuimos alcanzados por su gran amor, con brazos abiertos nos recibe hoy. Tal y como somos nos amó, Hoy nos acercamos sin temor. Él es el agua que al beber Nunca más tendremos sed //Jesucristo basta // Mi castigo recibió Y su herencia me entregó //Jesucristo basta // Ahora hay un futuro y esperanza fiel. En su amor confiamos, hay descanso en Él.
domingo, 18 de junio de 2017
sábado, 17 de junio de 2017
Descanso
IPUL BALTIMORE
Adonay Rojas Ortiz
June 17, 2017
El descanso.
Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mt
11:29–30)
Este realmente no es un sermón propiamente dicho, es la conclusión de
un sermón que dividí en tres partes. Las dos partes anteriores las
prediqué consecutivamente estos dos domingos anteriores.
En el primero de ellos les hablé sobre lo primero que el Señor quiere
que aprendamos de él, la mansedumbre, el estar dispuesto a sufrir de
manera injusta pero encomendando la causa a quien todo lo juzga y
quien dijo:
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira
de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el
Señor». (Ro 12:19)
La mansedumbre no es debilidad, es sabiduría, y nos libra de muchos
problemas. Necesitamos la mansedumbre.
El domingo anterior proseguí con lo otro que quiere el Maestro que
aprendamos, la humildad. Aquella esquiva virtud que si alguno descubre
que la tiene acaba de perderla. Los humildes no notan que lo son.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte
a su debido tiempo. Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él
tiene cuidado de vosotros.
(1 Pe 5:6–7)
También dijimos que una cosa es la humildad y otra la humillación,
recordando lo que le pasó a Nabucodonosor, que cual el salmista pudo
exclamar:
Antes que fuera yo humillado,
descarriado andaba;
pero ahora guardo tu palabra.
(Ps 119:67).
Humildad es aceptar nuestra condición, llena de limitaciones e
imposibilidades, sólo de esa forma podemos aceptar el divino socorro.
Lo contrario a humildad es arrogancia, altivez, orgullo, petulancia.
Estas palabras, mansedumbre y humildad, son sinónimas y tienen que ver
con doblegarse, con inclinarse, postrarse, y son además actitudes que
produce el Espíritu Santo en nuestra vida. No es fruto del
entrenamiento eclesial, es fruto del Espíritu Santo que moldea en
nosotros el carácter de Jesús.
Hoy entonces llegamos a la conclusión de éste sermón: Si aprendemos de
Jesús mansedumbre y humildad descansaremos, hallaremos el verdadero
reposo.
El pasaje bíblico que hemos estado analizando forma parte de una
cláusula textual más amplia en la que sobresalen algunas palabras que
parecieran contradictorias, yugos, cargas, trabajos, y descanso:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas,
porque mi yugo es fácil y ligera mi carga».
(Mt 11:28–30)
¿Saben ustedes qué es y para qué se usa el yugo?
Un yugo es un aparato de madera que se colocaba en el cuello a los
bueyes para que tiraran del arado atrás de ellos, generalmente se
trabajaba en yuntas de bueyes que no solo unían y sumaban sus fuerzas
sino que aprendían a jalar hacia el mismo lado y al mismo ritmo. Se
procuraba colocar un buey experimentado con uno que apenas comenzaba a
usarse, de ese modo el nuevo aprendía del viejo la tarea a realizar.
En los tiempos bíblicos también se usaba el yugo en seres humanos,
cuando se los llevaba cautivos. También en ocasiones se mantenía a los
esclavos cautivos por medio de un yugo.
Figurativamente, cualquier carga impuesta sobre otro, o cualquier
medio de sujeción, se consideraba yugo.
Ésta figura del yugo se usa además de manera alegórica para estados
que exigen unión, como el matrimonio por ejemplo:
Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.(La 3:27).
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. (2 Co 6:14).
Además se usaba la expresión "lleven mi yugo" para indicar "háganse
más discípulos", "sigan mi norma", "permítanme enseñarles". Y ese es
el sentido en el que Jesús lo usa.
La idea que se describe es aceptar "las condiciones o el yugo". Es una
acción concreta que consiste en colocarnos este yugo y aceptar las
condiciones.
Se denota entonces que quien lleva el yugo puesto no hace lo que
quiere. Tiene que ponerse de acuerdo con su compañero de yugo para
hacer algunas actividades y hay que ceder entonces la voluntad a la de
otro.
¿Cómo es que eso nos puede dar descanso?
En una oportunidad Jesús tomó un niño y lo puso como ejemplo, dijo:
—De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos. (Mt 18:3).
Ahora que tengo mi bebé me he dado cuenta de lo dependiente que es la
vida de un niño.
Él no vive afanado por nada, se divierte, come, duerme, si quiere que
lo alce en brazos extiende sus manitas hacia mí, poco le importa a él
si yo estoy cansado, si ya pagamos la renta, si hay o no mercado, no
se preocupa por la ropa que le vamos a poner, ni por el alimento que
debemos darle. Él solo pide, él solo presenta la necesidad, la
solución de ella no es asunto suyo, él tiene unos padres que velan por
él.
Las decisiones de su vida las ha dejado a cargo de otro. ¿Qué ropa
ponerse? ¿Qué comer? ¿Dónde vivir? ¿En qué escuela estudiar? Él no
decide, otro lo hace por él y él acepta plácidamente acatar esas
decisiones sin cuestionarlas ni pedir explicaciones.
Si no nos hacemos como Lancelot Adonay, no entraremos en el reino de los cielos.
Adán y Eva en el paraíso eran como niños, ellos no andaban afanados
tomando sus propias decisiones, alguien proveía para ellos, alguien
decidía lo que era bueno y lo que no, ellos solo confiaban y
disfrutaban la vida, hasta que vino la tentación.
Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y
seréis como Dios, conocedores del bien y el mal. (Ge 3:5).
¿Conocedores del bien y del mal?
¿Y tomaremos nuestras propias decisiones sin depender de nadie?
¿Seremos independientes entonces?
Y vino la desgracia, el hombre queriendo ser como Dios terminó esclavo
del pecado, con un pesado yugo sobre su cuello. Había sido engañado,
pero se había atrevido a desobedecer, a no acatar la orden de Dios, a
independizarse, a no depender de nadie. ¡Cuan frustrado terminó el ser
humano!
En su impotencia e incompetencia el hombre solo tiene una alternativa
de verdadera liberación, reconocer con mansedumbre y humildad su
lamentable estado y volver a su estado inicial, aceptar el yugo que
quebró en su desobediencia. Ese es el yugo fácil que nos ofrece
Jesucristo.
Una hermana, que con toda seguridad experimentó la frustración de
vivir sin la guía del Espíritu Santo, compuso esta hermosa canción:
Tu opción señor muy simple parecía Quise
probar que había algo mejor Más todo
lo que hice me hizo daño Y cada
paso más me descarrió.
Oí tu dulce voz que me guiaba Más terca quise hacer mi voluntad
Construí un mundo de poder, fama y fortuna Y solo aumentaba mi pesar.
Lo haré a tu manera, pues traté a la mía Y anduve errante sin hallar
una salida Lo haré a tu manera y con alegría Señor tu amor, sanó mi
corazón.
Luché contra tu intento de ayudarme Te di la espalda una y otra vez
Huí con la esperanza de ser alguien Pero al final de todo fracasé.
//Lo haré a tu manera, pues traté a la mía Y anduve errante sin hallar
una salida Lo haré a tu manera y con alegría Señor tu amor, sanó mi
corazón.//
Esa es la realidad de alguien que quiere en su orgullo hacer las cosas
a su manera, es mejor permitir que el Señor sane nuestras heridas, y
hacer las cosas a su manera.
¿Qué tal Lancelot Adonay tratando de tomar las decisiones que me
competen a mí? ¿Cómo se sentiría de frustrado, incompetente, y
fracasado?
Alguna vez oí una ilustración sobre un hombre que iba caminando con
una enorme carga de leña sobre sus espaldas, tan pesada que casi
doblaba al hombre por la cintura.
Alguien que pasaba por esa misma carretera, pero en una camioneta, se
apiado de aquel laborioso hombre leñador y le invitó a subir a la
parte trasera de su carro mientras llegaban al pueblo más cercano, a
donde también se dirigía el leñador.
Al llegar al pueblo y estacionar su camioneta el conductor fue a la
parte trasera a ver cómo había llegado su pasajero. Cual sorpresa se
llevó al ver al anciano leñador aún doblado por la cintura y con la
pesada carga sobre sus espaldas...
-¿Pero cómo es posible que no hayas soltado esa enorme carga sobre el
platón de la camioneta?
-Ésta es mi carga, soy yo quien tengo que llevarla, no voy a permitir
que otro la lleve por mi, yo puedo solo.
¡Qué falta de humildad la de aquel anciano!
Ocupemos nuestro lugar.
¿Trabajados?
¿Cargados?
Les invito a que descansemos en el Señor…
BIBLIOGRAFÍA
Diccionario Teológico Beacon (p. 731). Lenexa, KS: Casa Nazarena de
Publicaciones.
Scott, C. (2012). Recursos misioneros para la Iglesia local (p. 37).
Buenos Aires, Argentina: Carlos Scott.
--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor Ordenado IPUC
http://adonayrojasortiz.blogspot.com
Adonay Rojas Ortiz
June 17, 2017
El descanso.
Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mt
11:29–30)
Este realmente no es un sermón propiamente dicho, es la conclusión de
un sermón que dividí en tres partes. Las dos partes anteriores las
prediqué consecutivamente estos dos domingos anteriores.
En el primero de ellos les hablé sobre lo primero que el Señor quiere
que aprendamos de él, la mansedumbre, el estar dispuesto a sufrir de
manera injusta pero encomendando la causa a quien todo lo juzga y
quien dijo:
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira
de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el
Señor». (Ro 12:19)
La mansedumbre no es debilidad, es sabiduría, y nos libra de muchos
problemas. Necesitamos la mansedumbre.
El domingo anterior proseguí con lo otro que quiere el Maestro que
aprendamos, la humildad. Aquella esquiva virtud que si alguno descubre
que la tiene acaba de perderla. Los humildes no notan que lo son.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte
a su debido tiempo. Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él
tiene cuidado de vosotros.
(1 Pe 5:6–7)
También dijimos que una cosa es la humildad y otra la humillación,
recordando lo que le pasó a Nabucodonosor, que cual el salmista pudo
exclamar:
Antes que fuera yo humillado,
descarriado andaba;
pero ahora guardo tu palabra.
(Ps 119:67).
Humildad es aceptar nuestra condición, llena de limitaciones e
imposibilidades, sólo de esa forma podemos aceptar el divino socorro.
Lo contrario a humildad es arrogancia, altivez, orgullo, petulancia.
Estas palabras, mansedumbre y humildad, son sinónimas y tienen que ver
con doblegarse, con inclinarse, postrarse, y son además actitudes que
produce el Espíritu Santo en nuestra vida. No es fruto del
entrenamiento eclesial, es fruto del Espíritu Santo que moldea en
nosotros el carácter de Jesús.
Hoy entonces llegamos a la conclusión de éste sermón: Si aprendemos de
Jesús mansedumbre y humildad descansaremos, hallaremos el verdadero
reposo.
El pasaje bíblico que hemos estado analizando forma parte de una
cláusula textual más amplia en la que sobresalen algunas palabras que
parecieran contradictorias, yugos, cargas, trabajos, y descanso:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas,
porque mi yugo es fácil y ligera mi carga».
(Mt 11:28–30)
¿Saben ustedes qué es y para qué se usa el yugo?
Un yugo es un aparato de madera que se colocaba en el cuello a los
bueyes para que tiraran del arado atrás de ellos, generalmente se
trabajaba en yuntas de bueyes que no solo unían y sumaban sus fuerzas
sino que aprendían a jalar hacia el mismo lado y al mismo ritmo. Se
procuraba colocar un buey experimentado con uno que apenas comenzaba a
usarse, de ese modo el nuevo aprendía del viejo la tarea a realizar.
En los tiempos bíblicos también se usaba el yugo en seres humanos,
cuando se los llevaba cautivos. También en ocasiones se mantenía a los
esclavos cautivos por medio de un yugo.
Figurativamente, cualquier carga impuesta sobre otro, o cualquier
medio de sujeción, se consideraba yugo.
Ésta figura del yugo se usa además de manera alegórica para estados
que exigen unión, como el matrimonio por ejemplo:
Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.(La 3:27).
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. (2 Co 6:14).
Además se usaba la expresión "lleven mi yugo" para indicar "háganse
más discípulos", "sigan mi norma", "permítanme enseñarles". Y ese es
el sentido en el que Jesús lo usa.
La idea que se describe es aceptar "las condiciones o el yugo". Es una
acción concreta que consiste en colocarnos este yugo y aceptar las
condiciones.
Se denota entonces que quien lleva el yugo puesto no hace lo que
quiere. Tiene que ponerse de acuerdo con su compañero de yugo para
hacer algunas actividades y hay que ceder entonces la voluntad a la de
otro.
¿Cómo es que eso nos puede dar descanso?
En una oportunidad Jesús tomó un niño y lo puso como ejemplo, dijo:
—De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos. (Mt 18:3).
Ahora que tengo mi bebé me he dado cuenta de lo dependiente que es la
vida de un niño.
Él no vive afanado por nada, se divierte, come, duerme, si quiere que
lo alce en brazos extiende sus manitas hacia mí, poco le importa a él
si yo estoy cansado, si ya pagamos la renta, si hay o no mercado, no
se preocupa por la ropa que le vamos a poner, ni por el alimento que
debemos darle. Él solo pide, él solo presenta la necesidad, la
solución de ella no es asunto suyo, él tiene unos padres que velan por
él.
Las decisiones de su vida las ha dejado a cargo de otro. ¿Qué ropa
ponerse? ¿Qué comer? ¿Dónde vivir? ¿En qué escuela estudiar? Él no
decide, otro lo hace por él y él acepta plácidamente acatar esas
decisiones sin cuestionarlas ni pedir explicaciones.
Si no nos hacemos como Lancelot Adonay, no entraremos en el reino de los cielos.
Adán y Eva en el paraíso eran como niños, ellos no andaban afanados
tomando sus propias decisiones, alguien proveía para ellos, alguien
decidía lo que era bueno y lo que no, ellos solo confiaban y
disfrutaban la vida, hasta que vino la tentación.
Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y
seréis como Dios, conocedores del bien y el mal. (Ge 3:5).
¿Conocedores del bien y del mal?
¿Y tomaremos nuestras propias decisiones sin depender de nadie?
¿Seremos independientes entonces?
Y vino la desgracia, el hombre queriendo ser como Dios terminó esclavo
del pecado, con un pesado yugo sobre su cuello. Había sido engañado,
pero se había atrevido a desobedecer, a no acatar la orden de Dios, a
independizarse, a no depender de nadie. ¡Cuan frustrado terminó el ser
humano!
En su impotencia e incompetencia el hombre solo tiene una alternativa
de verdadera liberación, reconocer con mansedumbre y humildad su
lamentable estado y volver a su estado inicial, aceptar el yugo que
quebró en su desobediencia. Ese es el yugo fácil que nos ofrece
Jesucristo.
Una hermana, que con toda seguridad experimentó la frustración de
vivir sin la guía del Espíritu Santo, compuso esta hermosa canción:
Tu opción señor muy simple parecía Quise
probar que había algo mejor Más todo
lo que hice me hizo daño Y cada
paso más me descarrió.
Oí tu dulce voz que me guiaba Más terca quise hacer mi voluntad
Construí un mundo de poder, fama y fortuna Y solo aumentaba mi pesar.
Lo haré a tu manera, pues traté a la mía Y anduve errante sin hallar
una salida Lo haré a tu manera y con alegría Señor tu amor, sanó mi
corazón.
Luché contra tu intento de ayudarme Te di la espalda una y otra vez
Huí con la esperanza de ser alguien Pero al final de todo fracasé.
//Lo haré a tu manera, pues traté a la mía Y anduve errante sin hallar
una salida Lo haré a tu manera y con alegría Señor tu amor, sanó mi
corazón.//
Esa es la realidad de alguien que quiere en su orgullo hacer las cosas
a su manera, es mejor permitir que el Señor sane nuestras heridas, y
hacer las cosas a su manera.
¿Qué tal Lancelot Adonay tratando de tomar las decisiones que me
competen a mí? ¿Cómo se sentiría de frustrado, incompetente, y
fracasado?
Alguna vez oí una ilustración sobre un hombre que iba caminando con
una enorme carga de leña sobre sus espaldas, tan pesada que casi
doblaba al hombre por la cintura.
Alguien que pasaba por esa misma carretera, pero en una camioneta, se
apiado de aquel laborioso hombre leñador y le invitó a subir a la
parte trasera de su carro mientras llegaban al pueblo más cercano, a
donde también se dirigía el leñador.
Al llegar al pueblo y estacionar su camioneta el conductor fue a la
parte trasera a ver cómo había llegado su pasajero. Cual sorpresa se
llevó al ver al anciano leñador aún doblado por la cintura y con la
pesada carga sobre sus espaldas...
-¿Pero cómo es posible que no hayas soltado esa enorme carga sobre el
platón de la camioneta?
-Ésta es mi carga, soy yo quien tengo que llevarla, no voy a permitir
que otro la lleve por mi, yo puedo solo.
¡Qué falta de humildad la de aquel anciano!
Ocupemos nuestro lugar.
¿Trabajados?
¿Cargados?
Les invito a que descansemos en el Señor…
BIBLIOGRAFÍA
Diccionario Teológico Beacon (p. 731). Lenexa, KS: Casa Nazarena de
Publicaciones.
Scott, C. (2012). Recursos misioneros para la Iglesia local (p. 37).
Buenos Aires, Argentina: Carlos Scott.
--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor Ordenado IPUC
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miércoles, 14 de junio de 2017
Humildad
(i) La primera y principal es la humildad. En griego es tapeinofrosynê, que es una palabra que acuñó por primera vez la fe cristiana. En griego no hay una palabra para humildad que no contenga algun atisbo de mezquindad. Posteriormente, Basilio había de describirla como «el joyero de todas las virtudes»; pero antes del Cristianismo la humildad no se consideraba ni siquiera como una virtud. El mundo antiguo consideraba la humildad despreciable.
En griego hay un adjetivo para humilde, que está íntimamente relacionado con el nombre, tapeinós. Una palabra se conoce siempre por las que lleva en su compañía, y la de esta era despreciable. Solía encontrase en compañía de los adjetivos griegos que quieren decir servil (andrapodôdês, dulikós, duloprepês), innoble (aguenês), despreciable (ádoxos), rastrero (jamaizêlos, que es el adjetivo que describe esa clase de plantas). En los días antes de Jesús la humildad se consideraba una cualidad cobarde, rastrera, servil e innoble; sin embargo, el Cristianismo la colocó a la cabeza de todas las virtudes. Entonces, ¿de dónde procede esta humildad cristiana, y qué conlleva?
(a) La humildad cristiana viene del conocimiento propio. Bernardo decía de ella: «Es la virtud por la que una persona llega a ser consciente de su propia indignidad, como resultado del más íntimo conocimiento de sí misma».
El vernos a nosotros mismos tal como somos es la cosa más humillante del mundo. La mayor parte de nosotros nos atribuimos un papel importante en la vida. En alguna parte se cuenta la historia de un hombre que, antes de acostarse, soñaba despierto sus sueños de grandeza. Se veía como el héroe de rescates emocionantes del mar o de las llamas; como un orador que tenía alucinada a una numerosa audiencia; como un futbolista que marcara el gol de oro en una final; siempre estaba en el centro de atención de muchos. Así somos casi todos. Y la verdadera humildad se produce cuando nos miramos a nosotros mismos, y vemos nuestras debilidades, nuestro egoísmo, nuestros fracasos en el trabajo y en las relaciones personales, etcétera.
(b) La humildad cristiana se produce cuando nos colocamos al lado de Cristo, y cuando consideramos lo que Dios espera de nosotros.
Dios es la suma perfección, y es imposible satisfacer a la perfección. Mientras nos comparemos con otros como nosotros, puede que no salgamos malparados de la comparación. Es cuando nos comparamos con la perfección cuando vemos nuestro fracaso. Uno puede considerarse muy buen pianista hasta que oye a alguno de los grandes intérpretes del mundo. Uno puede considerarse un buen ajedrecista hasta que se compare con cualquiera de los grandes maestros. Uno puede creerse un buen investigador hasta que conozca la vida de los grandes descubridores. Uno puede creerse un buen predicador hasta que escuche a uno de los príncipes del púlpito.
La propia satisfacción depende del nivel con el que nos comparemos. Si nos comparamos con nuestros semejantes, puede que nos demos por satisfechos. Pero el dechado cristiano es Jesucristo, y Dios nos demanda la perfección; y al colocarnos bajo ese rasero no nos queda lugar para el orgullo.
(c) Esto se puede decir de otro modo. R. C. Trench dice que la humildad viene del sentimiento constante de nuestra propia criaturidad. Nos encontramos en una situación de absoluta dependencia de Dios. Somos criaturas; y para la criatura no puede caber sino humildad en la presencia del Creador. La humildad cristiana se basa en el conocimiento propio, en la contemplación de Jesucristo y en las demandas de Dios.
COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO POR WILLIAM BARCLAY
OBRA COMPLETA
CLIE
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lunes, 12 de junio de 2017
HUMILDAD Diccionario Bíblico Certeza
La importancia de esta virtud surge del hecho de que es parte del carácter de Dios. En el Sal. 113:5–6 se representa a Dios como incomparablemente elevado y grande, y sin embargo se humilla a prestar atención a las cosas que han sido creadas; mientras que en el Sal. 18:35 (cf. 2 S. 22:36) se atribuye la grandeza del siervo de Dios a la humildad (benignidad) que Dios le ha demostrado.
En todos los pasajes del AT que mencionan esta cualidad recibe alabanza (p. ej. Pr. 15:33; 18:12), y a menudo las bendiciones de Dios recaen sobre los que la poseen. Moisés es vindicado en razón de ella (Nm. 12:3), mientras que Belsasar es reprendido por Daniel (5:22) porque no ha sacado provecho de la experiencia anterior de Nabucodonosor, que podría haber provocado en él una actitud de humildad. 2 Cr., en particular, la hace el criterio por el cual se ha de juzgar el desempeño de sucesivos reyes.
Este término está estrechamente relacionado, en derivación, con la aflicción, que a veces recae sobre los hombres por la acción de su prójimo, cosa que a menudo se atribuye directamente al propósito de Dios, pero que siempre está calculada para producir humildad de espíritu.
En forma similar, en el NT, en Mt. 23:12 y paralelos, se emplea la misma palabra para expresar el castigo que merece la arrogancia (la humillación) y el requisito previo de la promoción (la humildad). En el primer caso es un estado de bajeza que sobrevendrá por el juicio de Dios. En el segundo es un espíritu de humildad que permite que Dios envíe la bendición del adelanto o progreso. También Pablo la usa en Fil. 4:12 para describir su aflicción, pero se apresura a aclarar que la virtud reside en la aceptación de la experiencia, de modo que una condición impuesta desde afuera se convierte en la ocasión para la manifestación de la actitud correspondiente dentro de la persona. En la misma epístola (2:8) el escritor cita un ejemplo que debemos emular. la humildad de Cristo, que deliberadamente dejó de lado su prerrogativa divina y se humilló progresivamente, recibiendo a su debido tiempo la exaltación que inevitablemente ha ser el corolario.
Como ocurre con todas las virtudes, es posible simular la humildad; y el peligro está claramente expuesto en la carta que Pablo dirige a los colosenses. Cualquiera sea la traducción del difícil pasaje de Col. 2:18, es evidente que tanto allí como en 2:23 el apóstol se refiere a un impostor. A pesar de todas las apariencias de humildad, los falsos maestros en realidad están hinchados por el concepto que tienen de su propia importancia. Al colocar su propio sistema especulativo en contraposición con la revelación de Dios, niegan precisamente lo que su ascetismo parecería proclamar. Pablo advierte a sus lectores contra esta falsa humildad, y en 3:12 los exhorta a que su humildad sea genuina.
Bibliografía.
W. Bauder, H.-H. Esser, L. Coenen, "Humildad", °DTNT, t(t). II, pp. 314–321; O. Schaffner, "Humildad", Conceptos fundamentales de teología, 1966, t(t). II, pp. 277–287; J. Jeremias, Las parábolas de Jesús, 1970.
W. Baudel, H.-H. Esser, NIDNTT 2, pp. 256–264; TDNT 5, pp. 939; 6, pp. 37–40, 865–882; 8, pp. 1–26.
--
domingo, 11 de junio de 2017
viernes, 9 de junio de 2017
Humildad
HUMILDAD Este vocablo entró en el cast. hacia mediados del siglo xiii, del lat. humílitas = baja estatura, humildad, abatimiento, y éste, de humus = tierra (en el sentido de «suelo», lugar bajo, etc.; para oficios nobles el lat. tiene terra).
La humildad, más bien que expresada en un vocablo técnico, es presentada en la Biblia en una serie de actitudes que tienen como denominador común el sentimiento de la propia pequeñez, de la propia indignidad moral y de la dependencia de Dios en todo.
Por otra parte, hay una falsa humildad como la de aquel famoso abad que solía decir de sí mismo: «y vuestro abad que indignamente os preside», hasta que un buen día, un inocente novicio se atrevió a decir: «y nuestro abad que indignamente nos preside». Allí se acabó la humildad del abad con la reprimenda que propinó al pobre novicio. También es falsa la humildad de quienes suelen acusar a sus prójimos (con fundamento o sin él) de «viles gusanos, infames pecadores, destinados al infierno, etc.».
La humildad ocupa un lugar muy alto en la tradición cristiana desde que la Palabra de Dios se lo concedió. Si algo vale el hombre es por lo que Dios ha puesto en él (cf. Sal. 8:4–5 y comp. 2 Co. 3:5–6). «El Dios Alto y Sublime» (cf. Is. 6:1) habita con el quebrantado y humilde de espíritu (Is. 57:15. cf. Mt. 5:3) y exige, a su vez, que el hombre se comporte humildemente ante Él (cf. Mi. 6:8). Jesús dio un sublime ejemplo de humildad al lavar los pies a sus discípulos (Jn. 13), oficio del esclavo, como quien había tomado la forma de esclavo al despojarse a sí mismo de toda reputación y aparecer en este mundo como un cualquiera (Fil. 2:7–8). Por tanto, cualquiera de los suyos que quiera ser el primero, será siervo de todos (Mr. 10:44).
El apóstol Pablo era realmente humilde, porque conocía bien la «medida» que Dios le había dado y no necesitaba compararse con otros (cf. 2 Co. 10:12–14). Por eso exhortaba a los fieles de Roma: a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno (Ro. 12:3). Y dice a los fieles de Filipos: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo (Fil. 2:3). Si nos medimos con la medida con que nos mide Dios, seremos verdaderamente humildes sin despreciar a nadie y sin estar orgullosos de la propia humildad.
Para Agustín, heredero de la cultura clásica, la humildad consistía en conocerse a uno mismo, igual que Balmes*, cuando dice: «La humildad es el conocimiento claro de lo que somos sin añadir ni quitar nada». Según Teresa de Jesús* la humildad es «andar en la verdad», que recuerda el dicho de Agustín: «Si me preguntáis cuál es el camino que conduce al conocimiento de la verdad, qué cosa es la más esencial en la religión de Jesucristo, os responderé: Lo primero es la humildad, lo segundo es la humildad y lo tercero es la humildad, y cada vez que me hagáis la misma pregunta, os daré la misma respuesta».
La humildad es el fundamento de la fe y su perfección más lograda, pues no es otra cosa que realizar en uno mismo el ser y carácter de Jesucristo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt. 11:29).
Bib. Rafael Marañón Barrio, La divina humildad (CLIE, Terrassa 1997); A. Murray, Humildad: hermosura de la santidad (CLIE, Terrassa).
DICCIONARIO TEOLÓGICO ILUSTRADO
Francisco Lacueva
Editado por Alfonso Ropero
© 2001, Editorial CLIE
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domingo, 4 de junio de 2017
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