viernes, 1 de junio de 2007

Soneto al Crucificado

No me mueve, mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tu me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Bellísimo poema!
Les envío un cálido abrazo desde Buenos Aires.
Daniel

Generalidades de la Escatología Bíblica

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