1. Dios proveerá para las necesidades del justo.
¡VIVIMOS POR FE!
En momentos difíciles, de escasez, muchos cristianos desisten del evangelio y regresan al mundo.
El Señor Jesús previno a sus seguidores, acerca de la escasez:
»Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? No os angustiéis, pues, diciendo: "¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?", porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. »Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal.[1]
Cuando un cristiano está sufriendo escasez es muy peligroso, porque él diablo aprovecha la oportunidad y ataca, apareciendo en el escenario difícil del cristiano.
Por ejemplo, fue muy atrevido lo que hizo con el Señor Jesús:
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. Se le acercó el tentador y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
Él respondió y dijo: —Escrito está: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."[2]
Como podemos ver vino el tentador y le dijo: tienes hambre debes hacer lo que sea pero necesitas comida; el diablo dice: así sea necesario matar, robar, mentir, estafar, atracar, traficar, haz lo que sea pero con hambre no se puede vivir.
A lo que el Señor Jesús responde: ¡no solo de pan vivirá el hombre!
Queriendo decir que la vida es más que el alimento y que Dios proveerá los medios para preservar la vida.
1) Esaú cometió una locura en un momento de hambre, llegó del campo cansado fue un día en que las cosas no le salieron bien, no consiguió nada en el campo y en el momento de la desesperación, hizo el negocio más malo de toda su vida, vendió, cambió sus derechos de primogénito por una comida:
Crecieron los niños. Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era hombre tranquilo, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; pero Rebeca amaba a Jacob.
Guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob:—Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado.
(Por eso fue llamado Edom.)
Jacob respondió: —Véndeme en este día tu primogenitura.
Entonces dijo Esaú: —Me estoy muriendo, ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?
Dijo Jacob: —Júramelo en este día.
Él se lo juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; él comió y bebió, se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.[3]
En un momento de hambre, perdió todos sus beneficios, entre ellos ser el heredero de la mitad de los bienes de su padre, ser el jefe de la familia y otros beneficios más.
Procuró heredar otra vez la bendición con lágrimas, pero no le fue posible:
Que no haya ningún fornicario o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.[4]
2) También Abraham cometió un grave error en un momento de escasez; descendió a Egipto en busca de comida y lo primero que hizo fue ponerse de acuerdo con su esposa para mentir y dar mal testimonio ante un Rey pagano. ¡Se trajo una egipcia que le causó graves problemas el resto de su vida!
Hubo entonces hambre en la tierra; y descendió Abram a Egipto para vivir allí, porque era mucha el hambre en la tierra. Y aconteció que cuando estaba próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer: Sé que eres mujer de hermoso aspecto; en cuanto te vean los egipcios, dirán: "Es su mujer." Entonces me matarán a mí, y a ti te dejarán con vida. Di, pues, que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya; así, gracias a ti, salvaré mi vida.
Aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era muy hermosa. También la vieron los príncipes del faraón, quienes la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa del faraón. Éste trató bien por causa de ella a Abram, que tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos.
Pero Jehová hirió al faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai, mujer de Abram. Entonces el faraón llamó a Abram, y le dijo: «¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? ¿Por qué dijiste: "Es mi hermana", poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, aquí está tu mujer; tómala y vete.» Y el faraón ordenó a su gente que escoltara a Abram y a su mujer, con todo lo que tenía. [5]
El rey se disgustó por la mentira de Abraham, los resultados de este viaje sin la voluntad de Dios, le ocasionaron problemas de hogar y de familia; Ismael menospreciaba a Isaac y esos pueblos tienen guerra hasta hoy.
De igual manera les ha sucedido a muchas familias, hay cantidades de hogares destruidos, niños abandonados, mujeres prostituidas y hombres dedicados a negocios ilícitos, terminando en una cárcel, por buscar con afán un mejor futuro económico.
3) Noemí regresó con su nuera pero con las manos vacías, sin esposo y sin hijos y dijo: ¡No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura![6]
Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá fue a vivir en los campos de Moab con su mujer y sus dos hijos. Aquel hombre se llamaba Elimelec, y su mujer Noemí; los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá.
Llegaron pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.
Murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales se casaron con mujeres moabitas; una se llamaba Orfa y la otra Rut. Y habitaron allí unos diez años. Murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada, sin sus dos hijos y sin su marido.
Entonces se puso en marcha con sus nueras, y regresó de los campos de Moab, porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darle pan.[7]
Esta familia se fue sin la voluntad de Dios y solo regresaron ellas dos, los otros familiares murieron.
Anduvieron, pues, ellas dos hasta llegar a Belén.
Cuando entraron en Belén, toda la ciudad se conmovió por su causa, y exclamaban:—¿No es ésta Noemí?
Pero ella les respondía:—¡No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura! Me fui llena, con las manos vacías me devuelve Jehová. ¿Por qué aún me llamáis Noemí, si ya Jehová ha dado testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha afligido?
Así regresó Noemí, y con ella su nuera, Rut, la moabita. Salieron de los campos de Moab y llegaron a Belén al comienzo de la cosecha de la cebada.[8]
Ten cuidado de las decisiones apresuradas, sobre todo en busca de dinero.
4) Otro ejemplo que debemos mirar es el de las dos mujeres que perdieron el juicio cabal a causa del hambre en la ciudad de Samaria, como no tenían alimentos entonces hicieron un acuerdo de matar a sus dos hijos y comérselos; ¡Qué horror! todo lo que se llega a hacer en un momento de desesperación cuando hay hambre.
Después de esto aconteció que Ben-adad, rey de Siria, reunió todo su ejército, subió y sitió a Samaria. A consecuencia de aquel sitio, hubo una gran hambruna en Samaria; tan duro era, que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata.
Al pasar un día el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó: —Ayúdanos, rey y señor mío.
El rey respondió: —Si no te salva Jehová, ¿con qué te puedo salvar yo? ¿Con lo del granero o del lagar?
Y añadió el rey: — ¿Qué tienes?
Ella respondió: —Esta mujer me dijo: "Trae acá a tu hijo, nos lo comemos hoy y mañana comeremos al mío." Cocimos, pues, a mi hijo, y nos lo comimos. Al día siguiente yo le dije: "Trae acá a tu hijo para que nos lo comamos." Pero ella ha escondido a su hijo.
Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, pasó por el muro y el pueblo vio las ropas ásperas que traía ceñidas a su cuerpo.[9]
Cuando Elías iba huyendo de Jezabel, tuvo hambre y sed, él pensó que iba a morir y hasta creyó que era lo mejor; pero ante esta adversidad Dios le trajo del cielo una torta y algo de beber, así lo sostuvo en el arroyo con pan y carne a través de los cuervos, también en la casa de la viuda la harina y el aceite no escasearon y no se compraron en el supermercado, sino que Dios lo envió desde el Cielo.
Acab dio a Jezabel la noticia de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero para decirle: «Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu persona como la de uno de ellos.»
Viendo Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba, que está en Judá, dejó allí a su criado. Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro. Entonces se deseó la muerte y dijo: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. »
Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel lo tocó, y le dijo: «Levántate y come.»
Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió y volvió a dormirse.[10]
En el Nuevo Testamento Jesús previno a sus discípulos del peligro de caer en la tentación del diablo pues cuando estamos en escasez, el enemigo siempre acomete en contra del cristiano:
Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?[11]
El Señor no solo alertó a sus discípulos sino que realizó algunos milagros para infundir fe a sus seguidores:
I. Jesucristo les mostró que los iba a sostener de manera sobrenatural, por lo tanto no debían darse por vencidos en el momento de la prueba.
Al salir Jesús, vio una gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo:—El lugar es desierto y la hora ya avanzada. Despide a la multitud para que vayan por las aldeas y compren algo de comer.
Jesús les dijo: —No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
Ellos dijeron: —No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
Él les dijo:—Traédmelos acá.
Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.[12]
II. Otro milagro que el Señor Jesús hizo, para enseñarles a tener fe, fue en la pesca milagrosa.
Los pescadores estaban lavando las redes, trabajaron toda la noche pero no encontraron peces, y aunque eran expertos en la pesca, fue una noche sin resultados, pero el Señor Jesús llega en el momento indicado para darles la enseñanza de aprender a esperar en él:
Aconteció que estando Jesús junto al Lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; los pescadores habían descendido de ellas y lavaban sus redes. Entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón y le rogó que la apartara de tierra un poco. Luego, sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: —Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
Respondiendo Simón, le dijo: —Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red.
Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: —Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón:
—No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Trajeron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron.[13]
Él no deja padecer hambre al justo:
Jehová es mi pastor, nada me faltará.[14]
Dios está pendiente de sus hijos y de cómo sostenerlos.
El Señor les dio una lección, lo que ellos no consiguieron trabajando toda la noche, el Señor Jesús lo proveyó en un momento y mucho más de lo que ellos esperaban, para mostrarles que donde no vemos nada Dios provee bendición en abundancia para los que creen y esperan en su Palabra.
Donde no había peces el Señor Jesús creó peces en abundancia, no pescaron más porque no cabían en la red, ni en las barcas.
III. La viuda no tuvo más aceite porque se le agotaron las vasijas, no porque se hubiese agotado la fuente de aceite:
Una de las mujeres de los hijos de los profetas clamó a Eliseo diciendo:—Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová. Pero el acreedor ha venido para llevarse a dos hijos míos como siervos.
Eliseo le dijo: —¿Qué puedo yo hacer por ti? Dime qué tienes en tu casa.
Ella respondió: —Tu sierva no tiene ninguna cosa en la casa, sino una vasija de aceite.
Él le dijo: —Ve y pídeles vasijas prestadas a todos tus vecinos, vasijas vacías, todas las que puedas conseguir. Luego entra y enciérrate junto a tus hijos. Ve llenando todas las vasijas y poniendo aparte las que estén llenas.
Se fue la mujer y se encerró con sus hijos. Ellos le traían las vasijas y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a uno de sus hijos: —Tráeme otras vasijas.
—No hay más vasijas —respondió él.
Entonces cesó el aceite. [15]
Dios hizo un milagro para conseguir dinero y salvar de la esclavitud a los dos hijos de la viuda.
Donde no había carne el Señor trajo codornices para saciarlos de carne, cuando no había harina para hacer pan, el Señor les hizo llover Maná del cielo en abundancia.
Dios proveyó los medios lo único que la viuda hizo fue creer y en consecuencia obedecer.
¡Dios proveerá para nosotros donde no hay nada!
Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus; entonces tus graneros estarán colmados con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto.[16]
Honrar no solo es obedecer el mandamiento de traer las primicias, los diezmos, las ofrendas al Señor, en honrarlo también con los gastos diarios y la buena administración; entonces Dios llenará nuestra casa de todo lo que necesitemos y lo hará en abundancia.
IV. David da testimonio que Dios ha cumplido y cumplirá su promesa, de sostener a los justos y fieles al Señor Jesús. ¿Lo cree usted?
Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni a su descendencia que mendigue pan.[17]
V. En los tiempos de Jacob, Dios envió a José a la tierra de Egipto para que a toda esta familia, (¡setenta personas!) no le faltara nada en el momento de escasez.
Antes de los siete años de hambre en toda la tierra Dios ya había preparado todas las cosas para socorrer a sus hijos:
Ahora, pues, no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá, porque para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales no habrá arada ni siega. Dios me envió delante de vosotros para que podáis sobrevivir sobre la tierra, para daros vida por medio de una gran liberación.[18]
Allí disfrutaron de abundancia por muchos años.
José se refirió a solucionar el problema del hambre como gran liberación; entonces la escasez se convierte en una atadura para el ser humano, que le genera muchos problemas. En la parábola del sembrador, el Señor dice que los espinos son los afanes por lo material y lo económico, estos ahogan la Palabra y la hacen infructuosa.
Esa es la razón por la que Dios no nos descuida y siempre nos da lo necesario, para que podamos dar fruto y preocuparnos por lo que realmente vale la pena.
Vivir en pobreza, en escasez a toda hora, o tener tanta abundancia que nos haga daño, son las cosas que Dios no quiere que nos suceda; si no cambias de personalidad y sigues siendo un siervo de Dios, humilde, fiel y colaborador con la obra de Dios y con los necesitados de la iglesia, Dios te prosperará.
Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario, no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robe y blasfeme contra el nombre de mi Dios.[19]
VI. Dios le dio de comer al profeta Elías:
Después de dar el mensaje al rey, vino un castigo por la idolatría.
Este mundo está siendo castigado con hambre, pestes, terremotos, pero Dios guarda a sus santos y les provee lo necesario y aún más; Dios lo prometió, dijo: Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.[20]
«Apártate de aquí, vuelve al oriente y escóndete en el arroyo Querit, que está frente al Jordán. Beberás del arroyo; yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.»
Él partió e hizo conforme a la palabra de Jehová, pues se fue y vivió junto al arroyo Querit, que está frente al Jordán. Los cuervos le traían pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebía del arroyo.[21]
Cuando se secó el arroyo Dios estaba pendiente de Elías no lo descuidó, asimismo Dios hará milagros para sostenernos y nada nos faltará.
«Levántate, vete a Sarepta de Sidón y vive allí; ahí le he dado orden a una mujer viuda que te sustente.»
Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Cuando llegó a la puerta de la ciudad, había allí una mujer viuda que estaba recogiendo leña. Elías la llamó y le dijo: —Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso para que beba.
Cuando ella iba a traérsela, él la volvió a llamar y le dijo: —Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tus manos.
Ella respondió: —¡Vive Jehová, tu Dios, que no tengo pan cocido!; solamente tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en una vasija. Ahora recogía dos leños para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo. Lo comeremos y luego moriremos.
Elías le dijo:—No tengas temor: ve y haz como has dicho; pero hazme con ello primero una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela. Después la harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová, Dios de Israel, ha dicho así: "La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra."
La viuda fue e hizo como le había dicho Elías. Y comieron él, ella y su casa, durante muchos días. No escaseó la harina de la tinaja, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por medio de Elías.[22]
Aparentemente la viuda era la persona menos indicada para sostenerlo, por lo poco que tenía. Esto sucede para estar seguro que Dios nos sostiene, a pesar de las circunstancias, que muchas veces son contrarias a la realidad.
VII. El Señor obró un gran milagro para mostrar a sus seguidores que lo poco que tengamos si lo ponemos en sus manos, Él lo multiplicará de manera extraordinaria.
Después de esto, Jesús fue al otro lado del Mar de Galilea, el de Tiberias. Y lo seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe: —¿De dónde compraremos pan para que coman estos?
Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: —Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco.
Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?
Entonces Jesús dijo:—Haced recostar a la gente.
Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como en número de cinco mil hombres. Tomó Jesús aquellos panes y, después de dar gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; de igual manera hizo con los pescados, dándoles cuanto querían. Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: —Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.[23]
Podemos analizar cuidadosamente que en todos estos milagros de abastecimiento, siempre sobró cantidades. Dios nos da en abundancia, tengamos fe en él y nos bendecirá hasta que sobreabunde.
[1] Mt 6.25-34
[2] Mt 4.1-4
[3] Gn 25.27-34
[4] Heb 12. 16 y 17
[5] Gn 12.10-20
[6] Rt 1.20
[7] Rt 1.1-6
[8] Rt 1.19-22
[9] 2 Re 6.24-30
[10] 1 Re 19.1-7
[11] Mt 6.25
[12] Mt 14.14-21
[13] Lc 5.1-11
[14] Sal 23: 1
[15] 2 Re 4.1-7
[16] Prov 3: 9 y 10
[17] Sal 37.25
[18] Gn 45.5-7
[19] Pr 30.8-9
[20] Mal 3.10
[21] 1 Re 17.3-6
[22] 1 Re 17.9-16
[23] Jn 6.1-13
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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