JUAN
El evangelio según san Juan ha sido, y es, el Evangelio más popular entre los cuatro. El Evangelio de Juan sorprende al lector por su sencillez y a la vez por su profundidad.
En su idioma original el vocabulario es tan sencillo y la gramática sin tantas complicaciones que el principiante del griego suele comenzar su lectura del NT en este libro. Sin embargo, el teólogo más erudito se queda meditando en su profunda riqueza espiritual, consciente de que hay dimensiones de la revelación divina que faltan sondear.
En la introducción del Evangelio, el escritor dice:
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre.[1]
Con esta muy escueta expresión, el escritor describe la enorme realidad de la auto-revelación del Dios eterno quien se identificó y se limitó con la humanidad. Juan procede a mostrar el significado de este evento sin igual para los seres humanos.
Muchas de las frases de Jesús, encontradas únicamente en Juan, figuran entre las más conocidas del NT. Por ejemplo:
ü De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.[2]
ü y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.[3]
ü Le dijo Jesús:—Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.[4]
ü Jesús le dijo: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.[5]
Haremos un repaso breve de algunas consideraciones que son útiles para la mejor interpretación del mensaje: paternidad literaria, fecha y lugar de composición, destinatarios, razón de su composición, propósito, trasfondo, mensaje, particularidades.
PATERNIDAD LITERARIA
Es anónimo y hay muy distintas opiniones en cuanto al escritor o redactores.
Es muy importante saber si el escritor fue un testigo ocular y discípulo de Jesús, o si fue un escritor del segundo siglo, como opinan algunos.
Básicamente hay tres posiciones sobre la paternidad:
La posición tradicional que sostiene que el apóstol Juan lo escribió:
Antes del fin del segundo siglo de la era cristiana, se había formado una tradición que atribuía este Evangelio al apóstol Juan y le daba una posición segura en el canon del NT. Esta tradición se mantuvo hasta fines del siglo XVIII. Sin embargo, al surgir la erudición crítica en Europa, algunos comenzaron notar las vastas diferencias entre Juan y los Sinópticos.
El apóstol Juan no lo escribió, pero sería el testigo detrás del texto (el Evangelio habría sido compuesto por un miembro de la comunidad juanina):
Niega que el apóstol Juan sea el escritor, basándose en tres evidencias:
ü el escritor del Evangelio de Juan emplea los Sinópticos;
ü existe una diferencia importante en el estilo de este Evangelio comparado con los Sinópticos; y
ü es muy dudoso que el apóstol Juan se hubiera referido a sí mismo como el discípulo a quien Jesús amaba.[6]
El apóstol Juan tuvo poco o nada que ver con la composición.
Haremos un repaso primero de algunas evidencias internas, y luego de las externas, a favor y en contra del apóstol Juan como el escritor del cuarto Evangelio.
Evidencias internas a favor y en contra de Juan
El argumento clásico avanza en círculos concéntricos, de afuera hacia adentro: el evangelista era un judío, un judío de Palestina, un testigo ocular, un apóstol y, finalmente, el apóstol Juan. Quizá la evidencia más convincente en este sentido es una referencia en el mismo Evangelio que parece indicar que el escritor es el apóstol Juan.
Después de referirse al discípulo a quien Jesús amaba, se comenta: Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las escribió. Y sabemos que su testimonio es verdadero. Se entiende que este es el comentario de unos contemporáneos de Juan quienes lo identifican como el escritor del Evangelio.
Hay abundante evidencia en los cuatro Evangelios de que el apóstol Juan gozaba de una relación muy íntima con Jesús. Fue un testigo ocular durante casi todo el ministerio de Jesús, lo que lo capacitaba como el escritor más probable de entre los discípulos. Si identificamos a Juan con el discípulo amado por Jesús, hay muchas referencias de él al lado de Jesús. Por ejemplo:
Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A éste, pues, hizo señas Simón Pedro para que preguntara quién era aquel de quien hablaba. Él entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le preguntó: —Señor, ¿quién es?[7]
Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: —Mujer, he ahí tu hijo.
Después dijo al discípulo: —He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.[8]
Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.[9]
Entonces entró también el otro discípulo que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.[10]
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor!
Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella) y se tiró al mar.[11]
Cuando Pedro preguntó a Jesús acerca del futuro de ese discípulo amado, Jesús le dijo: —Si quiero que él quede hasta que yo vuelva, ¿qué a ti? Sígueme tú.[12]
Muchos opinan también que Juan era uno de los dos seguidores de Juan el Bautista que, al ver a Jesús, dejaron a Juan y siguieron a Jesús; el otro era Andrés:
Al siguiente día estaba otra vez Juan, y con él dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: «¡Éste es el Cordero de Dios!» Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús. Volviéndose Jesús y viendo que lo seguían, les dijo: —¿Qué buscáis?
Ellos le dijeron: —Rabí —que significa «Maestro»—,¿dónde vives?
Les dijo: —Venid y ved.
Fueron y vieron dónde vivía, y se quedaron aquel día con él, porque era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.[13]
Es muy probable que el otro discípulo… conocido del sumo sacerdote era el apóstol Juan:
Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote; pero Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera e hizo entrar a Pedro.[14]
El hecho de que el apóstol Juan no se haya mencionado por nombre en el Evangelio es también una evidencia importante, aunque curiosa, señalándole como el escritor.
A esta práctica se la llama reticencia por humildad, como se ve en otros libros del NT; por ejemplo los Evangelios de Lucas y Marcos.
¿Sería posible que otro escritor del primer o segundo siglos haya escrito este Evangelio, omitiendo el nombre de un personaje tan importante entre los discípulos?
Otro hecho curioso es que, en los otros Evangelios, se hace referencia a Juan el Bautista con el título completo, pero en este Evangelio se le refiere solo como Juan. La explicación más plausible a este fenómeno es que el escritor fue el apóstol Juan.
Otra evidencia a favor del apóstol Juan como escritor es que él conocía muy bien las costumbres y la geografía de Palestina.
Mucho se ha escrito sobre las evidencias de que el texto de Juan revela el escrito de un testigo ocular. Uno de los muchos ejemplos de este hecho es la descripción gráfica y detallada del lavado de los pies de los discípulos. También, el escritor tenía amplio conocimiento del grupo de discípulos: las conversaciones entre ellos, los pensamientos de ellos y los lugares que ellos frecuentaban.
Se reconoce que hay algunas evidencias internas que aparentemente señalan a otra persona como escritor. Por ejemplo, Juan, que era galileo, concentra su atención mayormente en el ministerio de Jesús en Judea, mientras que los Sinópticos enfocan su ministerio en Galilea y sus alrededores. Esta diferencia se puede explicar al considerar que hubo distintos propósitos de los escritores.
El Evangelio de Juan puede entenderse como el resultado de un largo proceso de composición, extendiéndose sobre varias décadas, en que podemos distinguir la tradición recibida del discípulo amado, la obra del evangelista y las revisiones del redactor.
Evidencias externas a favor y en contra de Juan
La primera evidencia importante que apoya al apóstol Juan como escritor es el hecho de que ningún otro nombre figura en las tradiciones más tempranas. El primer escritor que atribuye el Evangelio a Juan, el hijo de Zebedeo, es Teófilo de Antioquía (aprox. 180 d. de J.C.). Ireneo (aprox. 130-aprox. 200 d. de J.C.) también afirma que el apóstol Juan lo escribió y que él aprendió este dato de Policarpo (aprox. 69-aprox. 155 d. de J.C.) quien conocía personalmente a Juan. Varios otros líderes de la iglesia primitiva, por ejemplo Clemente de Alejandría y Tertuliano, señalan a Juan como el escritor. El Evangelio de la verdad, probablemente escrito por Valentino (aprox. 145 d. de J.C.), refleja una dependencia notable del cuarto Evangelio como si fuera ya un escrito muy conocido y altamente respetado. Otros escritos que datan de mediados del segundo siglo citan directamente el Evangelio de Juan como, por ejemplo, El apócrifo de Juan y El Evangelio de Tomás.
El título "Evangelio según San Juan" aparece en los papiros, con fecha aprox. 200 d. de J.C. quizás este título fue puesto en el texto tan temprano como 125 d. de J.C. cuando alguien juntó los cuatro Evangelios y estos comenzaron a circular como una colección.
Los que se oponen a la paternidad juanina del cuarto Evangelio hacen mucho hincapié en el poco uso que éste tuvo en la iglesia primitiva. Se contesta que el hecho de que los gnósticos y otros grupos heréticos fueron atraídos al cuarto Evangelio y lo citaban explica esta renuencia.
Hay varias evidencias arqueológicas que indican que el cuarto Evangelio era conocido en Roma temprano en el segundo siglo. Por ejemplo, hay murales en las catacumbas que representan escenas que se piensa provienen del Evangelio de Juan: la resurrección de Lázaro y la Cena del Señor con canastas en la mesa relacionadas con la multiplicación de los panes y los peces. Nadie piensa que este Evangelio fue escrito en Roma. El hecho de que algunas de las familias más prominentes de Roma, temprano en el segundo siglo, adornaron sus tumbas con murales que representaban escenas descritas en el Evangelio de Juan indica dos cosas: es casi seguro que el Evangelio fue escrito en el primer siglo y lo escribió un apóstol.
Puesto que no hay evidencias concluyentes que señalan a otra persona como el escritor del Evangelio, sería ilógico abandonar la posición que tiene una tradición sólida. Por otro lado, esta incertidumbre en cuanto al escritor no afecta en absoluto el valor histórico y doctrinal del Evangelio.
En conclusión, el apóstol Juan, hijo de Zebedeo, es el escritor del evangelio.
LUGAR DE COMPOSICIÓN
El texto del Evangelio de Juan no hace mención de ningún lugar de composición, ni en forma explícita ni implícita. Sin embargo, han surgido tres tradiciones, cada una con argumentos interesantes:
1. El lugar tradicional para la composición del Evangelio es Éfeso, donde aparentemente el apóstol Juan fue pastor durante varios años. Esta tradición se basa en una cita de Ireneo: Después Juan, el discípulo del Señor, quien también se reclinó sobre su pecho, él mismo publicó un Evangelio durante su residencia en Éfeso de Asia. Lo que da valor a esta cita es que Ireneo tuvo contacto personal con Policarpo, quien conocía personalmente al apóstol Juan. Corroborando esta tradición está el hecho de que Éfeso estaba cerca de Frigia, el centro del movimiento montanista, un grupo apocalíptico que utilizó el Evangelio de Juan en una fecha temprana. Una característica del Evangelio es que insistió en un rol menor que Juan el Bautista jugó en el ministerio de Jesús. Sabemos, basados en Hechos 19:1–7, que discípulos de Juan el Bautista continuaron en Éfeso durante muchos años y bien puede ser que este hecho explica la insistencia mencionada en un rol menor del Bautista.
2. Otro lugar de composición del Evangelio que ha sido mencionado y defendido es la ciudad de Antioquía de Siria. Se señala la coincidencia del lenguaje de Juan con el de los escritos de Ignacio (aprox. 35-aprox. 107), obispo de Antioquía. Otra evidencia de este sitio como lugar de composición del Evangelio puede ser el hecho de que el primer comentario ortodoxo de Juan fue compuesto en Antioquía de Siria por Teófilo, en el segundo siglo.
3. Otros apuntan a Alejandría de Egipto como el lugar de composición. El argumento más fuerte de esta posición es que el manuscrito más antiguo del Evangelio se encontró justamente en Egipto. También, la aparente similitud del Evangelio con el método alegórico, considerado característico de Egipto, da cierto apoyo a esta tradición. Finalmente, a favor de Alejandría como sitio de composición es que Egipto fue el centro del gnosticismo incipiente. Los gnósticos, utilizaron ampliamente el Evangelio de Juan, quizás en parte porque estaba a su alcance en una fecha temprana.
FECHA DE COMPOSICIÓN
Los comentaristas están muy divididos y muy distanciados en cuanto a la fecha de composición del cuarto Evangelio, yendo desde el año 40 hasta el 150 d. de J.C.
La última década del primer siglo ha sido la opción tradicional durante siglos.
La tendencia en los últimos 50 años, sin embargo, ha sido de ubicar la fecha más temprano. La fecha de la destrucción de Jerusalén (70 d. de J.C.) ha tenido influencia en esta tendencia.
Los que optan por una fecha más tardía encuentran expresiones como, p. ej., los judíos (5:16) y expulsarán de las sinagogas (16:2) como evidencia de que ya existía una enemistad abierta entre los creyentes en Jesús y los judíos.
Un número creciente de críticos del NT se ha inclinado por una fecha alrededor de 70 d. de J.C., o más temprano aún. Mencionaremos algunas de las evidencias que inspiran tal conclusión:
ü El uso de ciertas expresiones en Juan es una indicación de una fecha relativamente temprana. Por ejemplo, el escritor se refiere a los seguidores de Jesús como "discípulos" en vez de apóstoles, como fue el caso temprano en la historia del cristianismo. También usa la expresión "sus discípulos", para distinguirlos de los de Juan el Bautista y otros maestros, en vez de "los discípulos". Este último término comenzó a usarse más tarde cuando ya no daría lugar a confusión con otros discípulos.
ü Otra posible evidencia de una fecha temprana es el uso que hace el escritor de verbos en el tiempo presente. Por ejemplo, en 5:2, al referirse al paralítico de Betesda, el escritor dice "hay un estanque con cinco pórticos…", probablemente indicando que existía cuando estaba escribiendo el Evangelio.
ü En el Evangelio no hay mención de la destrucción de Jerusalén, incluyendo el templo, evento que tuvo lugar en el año 70 d. de J.C. Esta es una evidencia de mucho peso en la consideración de la fecha de composición, indicando que probablemente fue escrito antes de ese evento.
Concluimos que es imposible fijar una fecha exacta para la composición del Evangelio de Juan, pero algunos de los comentaristas más reconocidos ahora están proponiendo una fecha inmediatamente antes o después del año 70.
Hay una teoría, aceptada por muchos eruditos, de que la tradición reflejada en el Evangelio surgió de la comunidad juanina en forma oral antes del año 70, pero que la composición escrita tuvo lugar hacia el fin del primer siglo.
De todas formas son de gran peso, entre otras, las siguientes evidencias:
Ø la comprobada independencia de Juan en relación con los Sinópticos;
Ø la referencia al templo y otros edificios en Jerusalén como existentes;
Ø ciertos rasgos primitivos en relación con el nombre de Jesús, llamado Rabí, y el rol de Jesús como un profeta como Moisés;
Ø la influencia marcada de la comunidad de Qumrán, la cual desapareció cerca del año 68;
Ø la polémica en contra de Juan el Bautista, como una influencia de su movimiento todavía existente en la fecha de composición; y
Ø la ausencia de una mención de la destrucción de Jerusalén.
DESTINATARIOS
Tanto a Judíos como a gentiles
El énfasis en el título "Cristo", interpretado para significar el "Mesías" o el "Ungido", un término no familiar a los griegos, indica que el escritor tenía en mente la evangelización principalmente de los judíos.
Aquél encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías —que significa «Cristo»—.[15]
Le dijo la mujer: —Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.[16]
Esta era la estrategia de Pablo al predicar a los judíos de la dispersión en las sinagogas.
Además entendemos que va dirigido a los gentiles por la aclaración de algunos términos hebreos y por el tono del evangelio que es muy universal, incluyendo así a judíos y gentiles:
De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.[17]
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a ésas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor. [18]
Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.[19]
Juan es llamado el evangelio universal.
PROPÓSITO
Juan mismo nos dice cual es el propósito de su libro, claramente evangelístico, como se ve en:
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.[20]
El verbo clave en el pasaje citado arriba es creer, encontrado tres veces más en el contexto cercano, y un total de 98 veces en el Evangelio de Juan, en contraste con solamente 34 veces en total en los Sinópticos. Ese creer en Cristo conduce a vida eterna, otro énfasis prominente en Juan.
Claramente, el propósito dominante del libro es evangelístico, llevando todo a una relación personal con Cristo que resulta en paz con Dios.
Siendo tan claro y explícito el propósito expresado, parecería innecesario seguir buscando. Sin embargo, hay una larga serie de intentos en esa dirección, a veces dejando de lado por completo el propósito expresado por el escritor, a veces deseando complementarlo.
Unos opinan que el propósito principal del escritor fue el de refutar el gnosticismo. Uno podría encontrar evidencia para sostener esta teoría, pero se ha comprobado que el gnosticismo, por lo menos como sistema organizado, apareció en el segundo siglo. Sí, existían antes del fin del primer siglo ciertos elementos que figuraron luego en el gnosticismo. Por ejemplo, los docetas negaban la realidad de la encarnación del Dios eterno, pensando que nada de lo material podría ser divino. El mismo nombre "doceta" proviene del verbo griego dokeo que significa "parecer". Ellos sostenían que el cuerpo de Jesús fue una mera apariencia. La insistencia del escritor que se ve en 1:14: Y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…, y más aún en 1 Juan, da la idea de que tenía en mente a este grupo herético.
Otros han propuesto teorías más alejadas de la realidad del Evangelio:
ü El uso por el escritor de la expresión "los judíos" ha dado lugar a la teoría de que el Evangelio se escribió como una polémica contra los judíos incrédulos.
ü El uso de términos como Logos y una serie de expresiones místicas dan lugar a la teoría de que el propósito del escritor era el de presentar un cristianismo helenizado que apelara a los intelectuales. Al examinar el texto uno descubre que el Evangelio es el producto más bien de una mente judía, no de una helenista.
El propósito dominante, expresado por el mismo escritor, se ajusta perfectamente al texto. Esto no quiere decir que no haya habido propósitos secundarios que estaban en la mente del escritor.
MENSAJE
El Evangelio según San Juan presenta al lector que aún no ha expresado ningún deseo de conocer a Cristo, una descripción verídica de quien quiere ser su Salvador o, si rechaza su oferta, de quien será su Juez. La revelación demanda una respuesta.
El libro nos dice que vivía en Palestina un judío, llamado Jesús, que afirmaba que era el dueño legítimo de todas las cosas, el Pan de Vida, el Agua Viva, el Buen Pastor que daría su vida por sus ovejas, aquel que resucitaría a los muertos en el último día, el Mesías mismo, el Camino a Dios, el objeto legítimo de la fe y la adoración, una persona tan completamente divina en todos los sentidos, que podía decir: Yo y el Padre uno somos.[21]
Esto es, en verdad, asombroso. Pero más maravilloso aun es esto: ¡el escritor del libro acepta estas afirmaciones como verdaderas! Al Jesús de esta historia se le atribuyen los títulos más exaltados. Lo llama el Verbo (Logos) de Dios, y nos dice que este Verbo había estado con Dios y el escritor incluso le llama Dios, ¡Y todo esto en el primer versículo! Para el escritor, Jesús no es en nada menos que el único Dios hecho carne.
El tema del libro es dado en el propósito: Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.
Los comentaristas bíblicos de todos los tiempos han competido entre sí para describir la grandeza del evangelio que escribió Juan.
Este libro es una combinación fascinante de leche y vianda.[22] Presenta simultáneamente un mensaje bellísimo en su sencillez, así como verdades de gran profundidad que nos han dejado pasmados por veinte siglos.
El libro no es un repaso ni una nueva forma literaria de lo contenido en Mateo, Marcos y Lucas, quienes presentaron a Cristo y su mensaje en un ambiente histórico, cada uno escribiendo desde un punto de vista distintivo como rey, siervo y hombre. En ellos se nota más el elemento cronológico.
Juan seleccionó los eventos y enseñanzas de sólo unos cuantos días de la vida terrenal de Jesús. Es más, los capítulos del 13 al 20 sólo tratan de una sola semana, la última. Bajo la dirección del Espíritu Santo de Dios, le tocó al último evangelio interpretar los eventos, centrándose en la persona y obra de Jesucristo.
BOSQUEJO DE JUAN
Hay una división clara al final del capítulo 12. Cristo se aparta de las multitudes y se retira al círculo íntimo de sus discípulos.
A. El Verbo rechazado (1:1–12:50)
B. El Verbo apreciado (13:1–17:26)
C. El Verbo crucificado (18:1–19:42)
D. El Verbo resucitado (20:1–21:25)
PARTICULARIDADES
Los Sinópticos, en contraste con Juan, dan poca atención a los samaritanos.
Los saduceos no se mencionan en este Evangelio.
Los Sinópticos presentan la enseñanza pública de Jesús, mientras que Juan presenta las enseñanzas informales de Jesús con los discípulos y los encuentros informales con sus enemigos.
El Evangelio de Juan describe, con pocas excepciones, la obra de Cristo en Judea.
En el Evangelio según Juan se dice muy poco acerca del Ministerio en Galilea; y casi nada sobre el Ministerio de Retiro. Sin embargo, algunos acontecimientos y discursos del Primero y del Ultimo Ministerio en Judea reciben cuidadosa atención.
El cuarto Evangelio es mucho más concreto que los Sinópticos al indicar la hora y el lugar exactos de los sucesos que se relatan. Basándose en las grandes festividades que se mencionan en este Evangelio, se puede determinar la duración del ministerio de Cristo.
Como ya hemos indicado, se omite aquí una gran parte del material que encontramos en los Sinópticos. No obstante, se conserva la misma estructura del relato que hay en ellos, aunque se ha añadido mucho material nuevo. Todo esto armoniza con el propósito específico del evangelista y no implica ningún conflicto entre Juan y los Sinópticos.
Predomina en este Evangelio la enseñanza de Cristo, pero aquí esta enseñanza no es en forma de parábolas, como lo es con frecuencia en los Sinópticos, sino en la de elaborados discursos. Esto simplemente significa que, mientras estuvo en Judea se dirigió a los líderes religiosos de los judíos y también cuando habló a sus discípulos en el Aposento Alto, Cristo consideró más apropiado hablar sin parábolas.
El tema principal en Juan no es el reino, como en los Sinópticos, sino la persona del Cristo, su divinidad. A pesar de todo, la diferencia no es absoluta. También en el Evangelio de Juan, Jesús aparece hablando sobre la entrada en el reino (3:3–5); y de igual forma, en los Sinópticos Jesús revela la gloria de su persona divina.
Éste es el Evangelio de los siete Yo soy:
1. Yo soy el pan de vida (6:35).
2. Yo soy la luz el mundo (8:12).
3. Yo soy la puerta de las ovejas (10:7).
4. Yo soy el buen pastor (10:11).
5. Yo soy la resurrección y la vida (11:25).
6. Yo soy el camino, y la verdad, y la vida (14:6).
7. Yo soy la vid verdadera (15:1).
Estas descripciones vinieron de labios de Cristo mismo y cada una merece un estudio por separado.
Este Evangelio se detiene largamente en los sucesos y discursos de un período de menos de veinticuatro horas.
Juan es rico en contrastes, tales como: luz, tinieblas; espíritu, carne; terrenal, celestial; de arriba, de la tierra; vida, muerte; amar, aborrecer; regocijarse, lamentarse; angustiarse, confiar; ver, volverse ciego.
BIBLIOGRAFÍA:
Bartley, James; Patterson, Juan B; Wyatt, Joyce Cope; Editorial Mundo Hispano (El Paso, Tex.): Comentario Bíblico Mundo Hispano Juan. 1. ed. El Paso, TX : Editorial Mundo Hispano, 2004.
Carson, D.A.; France, R.T.; Motyer, J.A.; Wenham, G.J.: Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno. Sociedades Bíblicas Unidas, 2000.
Jamieson, Roberto ; Fausset, A. R. ; Brown, David: Comentario Exegético Y Explicativo De La Biblia - Tomo 2: El Nuevo Testamento. El Paso, TX : Casa Bautista de Publicaciones, 2002
Platt, Alberto T.: Estudios Bíblicos ELA: Para Que Creáis (Juan). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1995.
[1] Jn 1.14
[2] Jn 3.16
[3] Jn 8: 32
[4] Jn 11.25
[5] Jn 14.6
[6] Juan 21:20; ver también 13:23; 19:26; 20:2; 21:7
[7] Jn 13.23-25
[8] Jn 19.26-27
[9] Jn 19.34
[10] Jn 20.8
[11] Jn 21.7-8
[12] Jn 21.22
[13] Jn 1.35-40
[14] Jn 18.15-16
[15] Jn 1.41
[16] Jn 4.25
[17] Jn 3.16
[18] Jn 10.16-17
[19] Jn 12.32
[20] Jn 20.30-31
[21] Jn 10.30
[22] 1 Cor 3. 2
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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