jueves, 10 de junio de 2010

Principios de Mayordomía

PRINCIPIOS BÍBLICOS SOBRE ECONOMÍA

Fe y Posmodernidad. Theo G Donner. CLIE[1]

El tema de la economía se toca también en la Biblia en forma más o menos amplia. Queremos, pues, empezar por resaltar algunas pautas que la misma Biblia nos da sobre este tema:

1.   El trabajo:

 El concepto bíblico del ser humano, como veremos en el último estudio es tridimensional. La persona se desarrolla a través de tres relaciones fundamentales:

Ø  La relación con Dios,

Ø  La relación con el prójimo y

Ø  La relación con el mundo natural.

La tercera dimensión corresponde al carácter del ser humano como trabajador.

Es común, especialmente en nuestro medio, pensar en el trabajo como una maldición, como un resultado del pecado y de la caída del hombre. Y es cierto que leemos en Génesis que, por causa del pecado, la tierra es maldita:

Y al hombre dijo: —Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: "No comerás de él", maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida, espinos y cardos te producirá y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás.[2]

Pero el trabajo es parte de la realidad humana antes de la caída. El capítulo 2 de Génesis que trata en forma particular de la creación del ser humano, empieza por describir que:

aún no había ninguna planta del campo sobre la tierra ni había nacido ninguna hierba del campo, porque Jehová Dios todavía no había hecho llover sobre la tierra ni había hombre para que labrara la tierra[3]

 Y cuando Dios crea al hombre:

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara[4]

Además leemos:

Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.»[5]

 Estos textos previos a la caída parecen implicar una responsabi­lidad activa del ser humano frente a la naturaleza.

Así que el hombre es creado para trabajar, para la labor productiva. Y esto implica que el hombre encuentra una parte de su auto-realización a través del trabajo. Es por eso que el desempleo es algo tan frustrante, tan humillante, algo que le quita dignidad al ser humano. La persona necesita el trabajo como expresión de su ser tanto como para sostenerse.

Lo que ocurre con la caída es una distorsión del trabajo. Lo que Dios había hecho bueno, ahora se frustra y se desvía. Llega a ser algo que no nos satisface como debía satisfacernos.

2.   La Propiedad:

 Otra parte del Antiguo Testamento que nos orienta en el aspecto económico es el concepto de propiedad que encontramos en la ley de Moisés. La tierra que Israel recibe para poseerla, la recibe como don gratuito de parte de Dios. La propiedad es una bendición que Dios otorga. Es Dios quien reparte la tierra entre las familias de Israel y da el mandato explícito:

La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es, y vosotros como forasteros y extranjeros sois para mí.[6]

Esta perspectiva bíblica tiene varias implicaciones importantes:

Ø  la propiedad proviene de Dios;

Ø  tenemos estas propiedades en calidad de mayordomos pero no de propietarios en posesión;

Ø  la propiedad es familiar y no individual.

El contexto de este pasaje es la ley de redención que hacía pro­visión para la restauración de la propiedad a la familia a la cual perte­necía originalmente. Al término de cincuenta años, en el año de jubileo, las tierras que se habían vendido volvían a su propietario original. Aún antes de esa fecha, los miembros de familia podían rescatar la tierra para restaurarla a su familia, por redención.

3.   Relaciones Económicas:

Junto con esta pauta vemos que la ley de Moisés se preocupa por las relaciones económicas en el pueblo de Israel. Todo aquel que se encontraba en situación marginada, dependiente o necesitado, gozaba de la protección especial de la ley. Todo israelita estaba obligado a tener cuidado en su trato de siervos, jornaleros, pobres, ancianos, etc.

Las denuncias proféticas nos muestran la seriedad con que mira Dios las relaciones sociales, laborales y económicas en general. El An­tiguo Testamento denuncia la opresión y explotación, rechaza el orgullo de los ricos y pudientes, y rechaza toda piedad y práctica religiosa que no va acompañada de una justicia social ejemplar.

Esta denuncia profética forma el telón de fondo para las expresio­nes del Nuevo Testamento con respecto a las relaciones económicas.

4.   El Evangelio como poder transformador:

Es propio observar, como muchos lo han hecho, que el Nuevo Testamento no presenta un programa de reforma social y económica. No hay protesta frente a la institución de la esclavitud, no se cuestiona la situación que dejaba la esposa casi sin derechos legales, no se atacan las políticas del gobierno, ni las condiciones económicas en general.

A la larga, el Nuevo Testamento produjo cambios, no por un pro­grama político de reforma, sino por una nueva valoración y evaluación de las instituciones existentes. Que amo y esclavo pueden ser hermanos en la fe, dentro de la comunidad de la iglesia; que en Cristo no hay varón ni hembra; la responsabilidad de amor y cuidado por parte del marido en el matrimonio; la predicación de un reino nuevo y la subor­dinación de la obediencia política a la obediencia absoluta que el cristiano le debe a Dios -todos son elementos que, como la levadura, van cambiando la sociedad y la cultura donde se predican y se practican.

5.   Nueva escala de valores:

El Evangelio de Lucas nos refiere la bienaventuranza que Jesús pronuncia sobre los pobres:

Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.[7]

También nos cuanta los ayes que pronunció sobre los ricos y saciados:

Pero ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.

¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.[8]

Esto de por sí implica una nueva escala de valores. Algo semejante a esta nueva escala de valores ya se había visto en el Antiguo Testamento:

Así ha dicho Jehová: «No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas me agradan, dice Jehová.»[9]

Ya no vale el hombre por lo que este mundo aprecia y valora, sino por la relación que tenga con Dios:

Y les dijo: —Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.[10]

6.   La Solidaridad:

»Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.

»En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham le dijo: "Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá."

»Entonces le dijo: "Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento." Abraham le dijo: "A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!" Él entonces dijo: "No, padre Abraham; pero si alguno de los muertos va a ellos, se arrepentirán." Pero Abraham le dijo: "Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos."»[11]

En este relato bíblico se deja ver que es inaceptable delante de Dios que una persona viva en riqueza y pros­peridad, con pobres y necesitados a la puerta. La parábola no nos dice si el rico era indiferente, si le negaba a Lázaro alguna cosa. Sólo se describe la situación y el deseo de Lázaro saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico. La sola situación le condena al rico. Incluso, el texto presupone que tal situación significaba de por sí una desobe­diencia a la ley de Moisés.

7.   Las riquezas:

Varias veces se menciona cuán difícil es para el rico salvarse:

Porque es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.[12]

El joven rico tiene que vender todo, darlo a los pobres y seguir a Jesús para salvarse:

Un dignatario le preguntó, diciendo: —Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

Jesús le dijo: —¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. Los mandamientos sabes: "No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre." 

Él dijo: —Todo esto lo he guardado desde mi juventud.

Al oír esto, Jesús le dijo: —Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: —¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas![13]

A Zaqueo se le anuncia salvación cuando se compromete a dar la mitad de sus bienes a los pobres y restaurar generosamente a cualquier lo que haya defraudado:

Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y, corriendo delante, se subió a un sicómoro para verlo, porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba lo vio, y le dijo: —Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me hospede en tu casa.

Entonces él descendió aprisa y lo recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a hospedarse en casa de un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: —Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguien, se lo devuelvo cuadruplicado.

Jesús le dijo: —Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.[14]

Se anima a los discípulos acumular tesoros en el cielo y no en la tierra:

»No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino. Vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruye, porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.[15]

8.   La avaricia es idolatría:

Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.[16]

»Ningún siervo puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.»[17]

En este diciente pasaje bíblico se niega la posibi­lidad de servir a Dios y a las riquezas. Las riquezas se presentan aquí en el texto original con el nombre personal de Mamón, para indicar que tal servicio a la riqueza es idolatría.

El mismo mensaje lo encontramos en Colosenses donde Pablo dice explícitamente que la avaricia es idolatría:

Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.[18]

9.   Nuevos valores económicos:

Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.[19]

La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que significa «Hijo de consolación»), levita, natural de Chipre, vendió una heredad que tenía y trajo el producto de la venta y lo puso a los pies de los apóstoles.[20]

La práctica económica de la iglesia primitiva nos muestra qué implicaciones prácticas tenían los nuevos valores económicos. Un nuevo concepto de mayordomía llevaba a los cristianos a no mirar nada como de su posesión exclusiva. Una nueva escala de prioridades llevaba a los pudientes a proveer por las nece­sidades de los demás, sin ninguna coerción u obligación.

Reteniéndola, ¿no te quedaba a ti?, y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.[21]

10.               El contentamiento:

El apóstol Pablo nos dice de forma categórica que el amor al dinero es raíz de todos los males -un análisis neta­mente económico, y muy moderno, del problema del mal. Vale la pena citar el contexto:

Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo y, sin duda, nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos; pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores.[22]

Allí está la nueva regla que los creyentes han de obedecer.

11.               Acepción de personas:

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: «Siéntate tú aquí, en buen lugar», y decís al pobre: «Quédate tú allí de pie», o «Siéntate aquí en el suelo», ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos y venís a ser jueces con malos pensamientos?

Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

Si en verdad cumplís la Ley suprema, conforme a la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos por la Ley como transgresores.[23]

Santiago adopta un estilo profético cuando denuncia la acep­ción de personas en la iglesia por razón de los recursos económicos que representan y luego denuncia de manera general a los ricos por su afán por las riquezas, por su injusticia para con sus obreros, por su injusticia contra inocentes y por su vida de lujuria.



[1] Anotado por Adonay Rojas Ortiz y adaptado para enseñar en la congregación de Cañaveral en Junio de 2010.

[2] Gn 3.17-19

[3] Gn 2.5

[4] Gn 2.15

[5] S. Gn 1.28

[6] Lv 25.23

[7] Lc 6.20

[8] Lc 6.24-25

[9] Jr 9.23-24

[10] Lc 12.15

[11] Lc 16.19-31

[12] Lc 18.25

[13] Lc 18.18-24

[14] Lc 19.1-10

[15] Lc 12.32-34

[16] Mt 6.24

[17] Lc 16.13

[18] Col 3.5

[19] Hch 2.44-45

[20] Hch 4.32-37

[21] Hch 5.4

[22] 1 Ti 6.6-10

[23] Stg 2.1-9


 
 
Paz de Cristo!

ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor 
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia 
Reuniones Martes, Jueves y Sábado 7 PM, Domingos 8 AM y 10 AM.
Calle 30 # 22 61, Cañaveral, Floridablanca.
http://adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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