La Solidaridad
»Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
»En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham le dijo: "Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá."
»Entonces le dijo: "Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento." Abraham le dijo: "A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!" Él entonces dijo: "No, padre Abraham; pero si alguno de los muertos va a ellos, se arrepentirán." Pero Abraham le dijo: "Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos."»[1]
INTRODUCCIÓN:
La intención principal de este pasaje es llamar a aquellos que tienen una visión mundana de las riquezas a arrepentirse, y a ser solidarios, a ayudar a otros con su dinero. [2]
En el capítulo 15 de Lucas se muestra una actitud incorrecta hacia la gente; el 16 comienza mostrándonos el uso pecaminoso de las posesiones materiales. Este pasaje es entonces una especie de clímax, una combinación de estas dos cosas: el terrible resultado del manejo pecaminoso de la gente y de las riquezas. El hombre rico de esta parábola se olvidó completamente de hacerse amigos para sí por medio de las riquezas. Era el tipo de persona que debido a su riqueza debe haber estado en alta estima con los hombres, pero debido a su egoísmo era repugnante ante los ojos de Dios.
Se puede dividir en dos partes: la primera parte, se nos muestra al rico y al pobre mendigo en esta vida; en la segunda, los vemos nuevamente, pero ahora en la vida futura.
1. En esta vida
Era un hombre rico. Bueno, también lo fue Abraham y lo fue José de Arimatea. En ninguna parte la Biblia los culpa por el hecho de ser ricos. Pero con referencia a Abraham y José, no leemos lo que se dice en la descripción del rico en esta parábola, a saber que tenía la costumbre de vestirse de púrpura y lino fino. Obtener la tintura púrpura de un molusco era un proceso muy costoso. Por tanto, no es sorprendente que una túnica de púrpura, como la del rico de esta parábola, con frecuencia fuera reservada para la realeza. Además de sus túnicas de púrpura, este hombre usaba ropas interiores de lino fino. Añádase a esto el hecho de que vivía día tras día con brillante esplendor, y se hace muy claro que lo enfatizado aquí no es tanto el que fuera rico, sino algo más.
No era rico solamente. Pertenecía a la clase de gente a la cual se aplica frecuentemente el epíteto "podrido en dinero" y no sin razón. El hecho de vivir día tras día en brillante esplendor lo señala como un ostentoso, un pavo real que le gusta pavonearse. Quería que todos supieran que era rico. Estaba enamorado… de sí mismo.
El pecado de este rico era que sólo proveía para sí.
Al seguir leyendo la parábola quedará muy claro que era completamente egoísta:
Y cierto mendigo llamado Lázaro, cubierto de llagas, había sido echado a su puerta. El deseaba que el diesen las migajas que caían de la mesa del rico. Sí, aun los perros venían y le lamían las llagas.
Aquí está la prueba, la oportunidad para que el ostentoso opulento muestre si, después de todo, tiene un corazón. Un hombre muy, muy pobre, uno que lo necesita todo, está echado a la entrada de la mansión del rico.
Era un mendigo y su nombre era Lázaro. Este nombre es latino y deriva del griego Lázaros (de Eleazaros), que por su parte, reproduce el nombre hebreo Eleazar, que significa Dios ha ayudado.
Lázaro no solamente era un mendigo, completamente incapaz de abastecer para sus propias necesidades, también estaba cubierto de llagas.
Aquí entonces había una oportunidad para que el rico petimetre mostrase misericordia, porque cuandoquiera que entrara o saliera por la puerta, no podía dejar de ver a Lázaro. Además, el mendigo deseaba comer las migajas que caían de la mesa del hombre rico. La parábola no dice que hubiera recibido estas migajas. ¿No deja la impresión esta omisión que debe haber recibido muy poco? Una cosa es cierta: el rico exhibicionista no prestaba atención al mendigo, ni lo ayudaba en forma alguna, sino vivía solamente para sí.
Lo que debe de haber hecho mucho peor la condición del pobre era que perros parias, inmundos y pestilentes tenían la costumbre de venir a él y lamerle las llagas. Se demuestra un acto afectuoso de la compasión animal, en ausencia de alivio humano. Es un caso de la indiferencia cruel, entre lujos de toda suerte, a uno de los más pobres y afligidos de Dios, que se presentan diariamente ante nuestra vista. [3]
A menudo la suerte de algunos de los santos y siervos más amados de Dios es la de ser afligido grandemente en este mundo.
No se nos dice que el rico le infligiera daño alguno, pero no hayamos que se hubiera interesado por él. Le era indiferente, no era solidario. Se da a entender que el rico de hecho no hizo nada para aliviar la absoluta miseria del mendigo o su condición degradada.
Con el paso del tiempo murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El hombre rico también murió y fue sepultado.
Por fin terminó la miseria del mendigo. Murió. Ni siquiera se menciona si fue sepultado. Si hubo un verdadero funeral, tiene que haber sido tan oscuro y triste que es mejor pasarlo en silencio. Por otra parte, lo que ocurrió al alma de Lázaro es de suma importancia. El—porque el alma del hombre o su espíritu es la verdadera persona—fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.
El seno de Abraham. El hecho de que Lázaro fuera llevado por los ángeles al seno de Abraham ciertamente demuestra que había hecho honor a su nombre. Mientras estaba en la tierra había puesto su confianza en Dios como su ayudador, y ahora Dios había ordenado a los ángeles llevar su alma al paraíso. El que había anhelado recibir las migajas y sobras ahora está reclinado a la mesa celestial, donde se celebra un banquete.
En relación con esto no debiéramos olvidar que Abraham es considerado en la Escritura no solamente como el gran patriarca sino también como el padre de todos los creyentes.
El rico también murió y fue sepultado. Debe haber sido un funeral espléndido. Nótese el contraste significativo: nada se dice acerca de la sepultura del mendigo; por otra parte, aquí nada se dice acerca del alma del rico, qué le ocurrió en el momento de su muerte.
2. En la vida futura
Y en el Hades, estando en tormentos, levantó los ojos. Ve a Abraham a lo lejos, y a Lázaro a su lado. Y habló a gritos y dijo: Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy en agonía en esta llama.
La gran verdad aquí enfatizada es que una vez que una persona ha muerto, siendo su alma separada de su cuerpo, su condición sea bienaventurada o condenada, queda fija para siempre. No hay tal cosa como una "segunda" oportunidad. Por lo tanto, las oportunidades para ayudar a los que están en necesidad, y, en general, de vivir una vida fructífera para la gloria de Dios deben ser aprovechadas ahora.
El hombre rico de la parábola aquí se presenta como estando en tormentos, una condición de la que no puede ser aliviado por el hecho de ver a la distancia a Abraham y a Lázaro a su lado. Con mucho respeto ahora se dirige al antiguo patriarca como padre Abraham, y le pide que se apiade de él. El rico mismo jamás había mostrado tal piedad cuando tuvo la oportunidad de demostrarla. Pide que Abraham envíe a Lázaro, para que éste, habiendo mojado la punta de su dedo en agua, le refresque la lengua del sufriente. Estoy en agonía en esta llama, dice.
A través de la Escritura se dice que el infierno es un lugar de llamas o de fuego. Este fuego no se puede apagar. Devora para siempre jamás.
Sin embargo, el infierno es también la morada de las tinieblas. Para algunos es el lugar de las tinieblas de afuera. Es la región donde los malos espíritus están en cadenas eternas bajo oscuridad.
El fuego eterno ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. Sin embargo, ellos son espíritus. Debe ser suficiente concluir de todo esto que palabras tales como fuego y tinieblas no deben ser tomadas en forma demasiado literal. Cada una en su propia forma indica los horrores de los perdidos en el lugar desde el cual no hay regreso.
Un hombre puede tener una gran cantidad de riqueza, pompa y placer de este mundo, pero perecer para siempre bajo la ira y la maldición de Dios.
El carácter del rico no ha cambiado en lo más mínimo. ¡El todavía considera a Lázaro como su sirviente, y no tiene vergüenza de pedir un favor de la persona misma que nunca recibió un favor de su parte!
Pero Abraham respondió: Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste plenamente todas tus cosas buenas, y asimismo Lázaro (recibió) las cosas malas. Ahora él está siendo consolado aquí y tú estás en agonía. Y además de todo esto, entre nosotros y tú se ha fijado un gran abismo, para que los que quieran pasar de este lado a vosotros no puedan hacerlo y los que quieran pasar desde allá a nosotros (tampoco) puedan.
En su respuesta Abraham quiere indicar que la petición no puede concederse.
Sería impropio, contrario a los requerimientos de la justicia—"durante tu vida recibiste … tus cosas buenas; es decir, las cosas que tú considerabas buenas, a saber, vistiéndote en púrpura y lino fino y viviendo en brillante esplendor día tras día. Aquellas cosas estaban en primer lugar en tu lista de prioridades". Está implícito: ayudar al pobre Lázaro y, en general vivir una vida útil al prójimo y para la gloria de Dios no era de ningún modo tu objetivo. Ahora, por tanto, tú recibes lo que te corresponde. Por otra parte, Lázaro recibió las cosas malas, no sus cosas malas. El no las provocó. (Por el contrario, le hizo honor a su nombre.) Ahora él está siendo consolado y así, nuevamente es como corresponde.
También sería imposible. Abraham dice al hombre condenado que hay un inmenso abismo, una garganta profunda—figura típicamente palestina, porque el país donde se presentó esta parábola tiene muchos de estos desfiladeros—que separa a los perdidos de los redimidos. Cruzar de un lado a otro es, por lo tanto, absoluta y eternamente imposible. Esta es una representación simbólica muy gráfica e inolvidable de la irreversibilidad de la suerte de una persona después de su muerte. El abismo tenía el propósito de hacer imposible el paso de un lado al otro.
Bendito sea Dios que en este mundo no hay un abismo insondable entre el estado natural y la gracia; podemos pasar del pecado a Dios, pero si morimos en nuestros pecados, no hay salida.[4]
El respondió: Entonces te ruego, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, no sea que vengan ellos también a este lugar de tormentos.
El hombre que antes fue rico revela aquí un poco de compasión. Pero aun este interés en otros podría haber estado mezclado con el interés propio. Quiere que se advierta a sus cinco hermanos para que ellos puedan quedarse fuera del infierno.
Como quiera que sea, aun ahora no está pidiendo algo en favor de la gente en general, sino solamente por sus cinco hermanos. ¡Y aun ahora él parece no poder quitarse la idea que Lázaro es su siervo!
Pero Abraham dijo: Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que escuchen a ellos.
Tanto Moisés como los profetas, señalan hacia adelante a aquel que se daría a sí mismo en rescate por muchos.
No, padre Abraham, contestó él, pero si alguien de los muertos va a ellos, ellos se convertirán.
¡Qué equivocado estaba! Realmente apareció alguien de entre los muertos al pueblo. Y su nombre era Lázaro (aunque no el Lázaro de la parábola). La historia se encuentra en Juan 11. ¿Resultó esto en que todos se convirtieran? De ningún modo. El resultado fue que los enemigos de Cristo planeaban dar muerte al Lázaro que había resucitado, y estaban más decididos que antes a destruir a Jesús.
Él le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aun si alguien se levanta de entre los muertos.
Jesús resucitó de entre los muertos. Pero los que no quisieron creer a Moisés y a los profetas no se convencieron, y ciertamente no se convirtieron.[5]
CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
La riqueza no condena al ser humano automáticamente y lo envía al infierno; tampoco la pobreza en esta vida es garantía de gozo eterno en la próxima. El destino final depende de nuestra relación con Dios, que a menudo se refleja en la actitud que asumimos ante las posesiones materiales.
En este relato bíblico se deja ver que es inaceptable delante de Dios que una persona viva en riqueza y prosperidad, con pobres y necesitados a la puerta. La parábola no nos dice si el rico era indiferente, si le negaba a Lázaro alguna cosa. Sólo se describe la situación y el deseo de Lázaro saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico. La sola situación le condena al rico. Incluso, el texto presupone que tal situación significaba de por sí una desobediencia a la ley de Moisés.
Cuando no se logra practicar el amor y la misericordia, se entra al camino que lleva a la pérdida en la vida venidera. [6]
Las riquezas materiales son algo que Dios nos confía a fin de que sean usadas responsablemente para bien. La actitud ante las riquezas es una clara indicación de una vida egoísta, o una vida bajo la total soberanía de Cristo.
El hombre que no aprende a servir a Dios y su prójimo con sus bienes termina siendo esclavo de la abundancia, y no está preparado para la tormenta que se avecina sobre él.
Ésta fue la maldad de Sodoma, tu hermana: soberbia, pan de sobra y abundancia de ocio tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del necesitado.[7]
Cuando un pueblo enfrenta una crisis, climática por ejemplo, el elemento indispensable para sobrevivir es la solidaridad.
No nos volvamos el uno contra el otro, más bien tomémonos de las manos y luchemos juntos contra el enemigo común. En lugar de gastar nuestros recursos, nuestro tiempo y nuestra energía el uno contra el otro, sumemos esfuerzos y confrontemos el temporal.
Como eran «avaros» los fariseos consideraban la prosperidad como una prueba de rectitud, veían en las riquezas una señal de las bendiciones de Dios, y en la pobreza, una señal de castigo divino. Jesús los alarmó con esta historia donde se premia a un mendigo enfermo y se castiga a un hombre rico. El rico no fue al infierno por sus riquezas, sino por egoísmo. No alimentó a Lázaro, no le permitió entrar en su casa, ni cuidó de su salud. A pesar de sus muchas bendiciones, fue un hombre duro de corazón. La cantidad de dinero que tengamos no es lo más importante, sino la forma en que lo usamos. Los ricos pueden ser generosos o avaros, lo mismo sucede con los pobres.
¿Cuál es su actitud frente a sus posesiones?
¿Las acapara con egoísmo o las usa para bendición de los demás?[8]
[1] Lc 16.19-31
[2] Biblia Plenitud: La Biblia De Estudio Que Le Ayudara a Comprender a Aplicar La Plenitud Del Espiritu Santo En Su Diario Vivir. Editorial Caribe, 2000
[3]Jamieson, Roberto ; Fausset, A. R. ; Brown, David: Comentario Exegético Y Explicativo De La Biblia - Tomo 2: El Nuevo Testamento. El Paso, TX. Casa Bautista de Publicaciones, 2002
[4]Henry, Matthew: Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. Editorial Unilit, 2003
[5]Hendriksen, William: Comentario Al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Lucas. Libros Desafío, 2002
[6]Carson, D.A. ; France, R.T. ; Motyer, J.A. ; Wenham, G.J.: Nuevo Comentario Bı́blico : Siglo Veintiuno. Sociedades Bı́blicas Unidas, 2000
[7] Ez 16.49
[8] Biblia Del Diario Vivir. Editorial Caribe, 2000
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
No hay comentarios:
Publicar un comentario