Preséntate tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza, mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de vosotros.
(Tit 2.7–8)
Preséntate tú en todo como ejemplo
Adonay Rojas Ortiz
La difícil tarea de ser ejemplo, modelo, el molde, o el prototipo de la humanidad, ese es el reto que nos plantea el Señor Jesucristo. ¿Será imposible lograrlo? Estoy seguro que no, pues de otro modo él no nos lo exigiría.
Últimamente he observado que hay dos palabras muy devaluadas en nuestro medio, responsabilidad y compromiso.
Muchas personas se escabullen fácilmente de alguna tarea que le ha sido delegada, no dan su palabra, o la empañan sin valor, no hacen un voto, le tienen miedo al compromiso. Y es precisamente, por la predisposición que tienen a quedar mal, que antes de aceptar o asumir su obligación, ya están pensando en que no van a cumplir, en cómo quedar mal, en que evasiva sacar para no quedar "tan mal".
¡Qué cosa tan horrible eso!
¡Qué tal llegar a la cita médica y que nos dijeran que como amaneció haciendo frío el doctor se quedó durmiendo hasta tarde ese día y no vendrá a trabajar!
O peor aún, el médico y el paciente llegaron pero el responsable de abrir el Centro Médico y de tenerlo listo estaba de celebración con sus amigazos del colegio o de la universidad y ¡se quedó dormido en medio de la borrachera!
Abundarían los ejemplos en diferentes áreas, y entre más importante sea, más notorio es que la exigencia de responsabilidad y compromiso es mayor.
No podemos imaginarnos un mundo lleno de irresponsables y gente sin compromiso alguno, y menos aún vivir en él.
Creo que como cristianos es más que nuestro deber resaltar la importancia de estas dos virtudes, compromiso y responsabilidad, tan vívidamente reflejadas en el testimonio de nuestro salvador.
¿Cómo sería el mundo, cómo funcionaría mi ciudad, a dónde nos conduciría el comportamiento humano, si todos fueran como yo?
¿Se respetarían las normas, los horarios, los protocolos?
Pablo está aconsejando a uno de sus discípulos, Tito en esta ocasión, y le dirige una amonestación similar a la que dirigió a Timoteo. Él también había recibido una amonestación para que fuera el modelo de los creyentes (en palabra, conducta, amor, fe y pureza). Se usa la misma palabra griega en 1 Ti. 4:12 y aquí en Tito 2: 7.
Tito debe:
a. amonestar a los más jóvenes (v. 6), y
b. darles un buen ejemplo (vv. 7 y 8).
Precepto y ejemplo van de la mano. El precepto solo no tiene fuerza, porque con frecuencia "donde falla el precepto, el ejemplo obra". Los más jóvenes de las diversas congregaciones confiadas al cuidado de Tito debían poder ver en su líder lo que él les estaba exigiendo.
En su enseñanza, Tito debe mostrar incorruptibilidad. La actitud y el modo en que presenta su enseñanza debe ser de dignidad y seriedad. Su enseñanza más formal no solamente debe estar caracterizada por la pureza del contenido y seriedad de método, sino que todo su hablar (su palabra cuando quiera y donde quiera que hable), sea pronunciada en la forma de un sermón, una lección, un mensaje de consolación o aun como una conversación cotidiana común, debe ser sana y no censurable, no sujeto a un rechazo justo.
Ahora bien, el resultado o propósito que se quiere lograr con esa conducta es: de modo que quien esté en la oposición se avergüence, no teniendo ningún mal que decir de nosotros. La referencia es especialmente a cualquiera de los propagadores del error en Creta, descritos en Tit. 1:10–16.
Ahora cuando el oponente comienza a notar que su plan solapado y ruin de esparcir murmuraciones maliciosas sobre Tito, o que la presentación de cargos formales en su contra fracasa, debido a la conducta irreprochable del representante de Pablo, que refuta completamente las insinuaciones y acusaciones que se dirigían en su contra, este enemigo de la verdad será avergonzado. Parecerá un necio al no tener "ningún mal que decir sobre" … aquí esperaríamos que la expresión siguiente fuera "de ti" (Tito), pero realmente es "de nosotros", porque el antagonismo no está dirigido contra Tito como un individuo aislado, sino contra él como discípulo de Cristo; por eso realmente la insinuación va contra Cristo y todos sus mensajeros.
Cuando yo quedo mal, no solamente soy yo, quedó mal quien me delegó, quedó mal mi congregación, el nombre de la Iglesia comienza a perder reputación, y finalmente el cristianismo en general es cuestionado. Yo quedo mal cuando no asumo ni mi responsabilidad, ni mi compromiso.
Finalmente, el texto de hoy me hace pensar en otra palabra, integridad.
Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo?,
¿quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a Jehová;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás. (Sal 15.1–5).
¡Valoremos entonces la responsabilidad y el compromiso!
Mostrémonos como ejemplo, en todo. Los discípulos de Cristo debemos comportarnos en todo de manera armoniosa con la doctrina cristiana, para que no sea blasfemada la Palabra de Dios. Fallar en los deberes adquiridos es un gran reproche al cristianismo.
Que tu propia conciencia responda a tu rectitud.
¡Qué gloria es para el cristiano cuando la boca que se abre en su contra, no puede hallar nada malo para hablar de él!
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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