martes, 8 de mayo de 2012

La parábola de los dos hijos

28 "¿Qué pensáis (de lo siguiente)? Un hombre tenía dos hijos. Fue al primero y le dijo: 'Hijo, ve a trabajar en la viña hoy'. 29 Pero él respondió y dijo: 'No quiero'. Sin embargo, después se arrepintió y se fue. 30 Entonces él fue al segundo y le dijo lo mismo. Este dijo: 'Sí, señor, iré', pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que el padre quería?" Ellos respondieron: "El primero". Jesús les dijo: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas están entrando en el reino de Dios antes que vosotros. 32 Porque Juan vino a vosotros en el camino de justicia y vosotros no le creísteis; pero los publicanos y las prostitutas le creyeron. Sin embargo, cuando visteis esto, ni siquiera os arrepentisteis después para creer en él".

Mateo 21:28–32 

La parábola de los dos hijos

Como indica el v. 32, esta parábola está estrechamente relacionada con el relato inmediatamente precedente. La actitud de las autoridades hacia Juan el Bautista, vv. 24–27, es el vínculo. Aquí se plantea el carácter inexcusable de esta actitud. 28–30. ¿Qué pensáis (de lo siguiente)? Un hombre tenía dos hijos. Fue al primero y le dijo: Hijo, ve a trabajar en la viña hoy. Pero él respondió y dijo: No quiero. Sin embargo, después se arrepintió y se fue. Entonces él fue al segundo y le dijo lo mismo. Este dijo: Sí, señor, iré; pero no fue. A fin de hacer justicia a la idea central de la parábola probablemente sea mejor abstenerse de transformarla en una alegoría. No hay que preguntarse: "¿Qué representa la viña?", etc. Hay que dejar que la historia se desarrolle en la forma que Jesús la relató: El mismo, en los vv. 31b y 32, hará la aplicación.

Así que notamos que el padre de dos hijos pide a uno de ellos que vaya a trabajar en "la viña". No es necesario dar a "la" el sentido "mi". Imagínese una situación similar hoy en día. ¿No es natural que un padre asuma que no solamente él sino también sus hijos estén suficientemente interesados en ese precioso terreno como para considerarlo la viña de la familia, y no solamente suya en forma personal? La respuesta del muchacho, "No quiero", o "No quiero ir", tiene también un sonido moderno. Los hijos no han cambiado mucho a través de los siglos. Sin embargo, felizmente eso se aplica aun a la reacción posterior del muchacho: posteriormente "se arrepintió y fue". Por una u otra razón se sintió mal por su tajante negativa. Lamenta su brusca negativa y va a trabajar.

El padre entonces va con la misma petición a su otro hijo. La reacción de éste es exactamente la opuesta. Su respuesta, "Sí, señor, yo iré" (literalmente, "Yo, señor") tiene el sabor de un cumplimiento pronto y de buena gana, pero a nada conduce: no fue.

Jesús ahora se vuelve a sus oyentes, los que se habían reunido alrededor suyo en el templo, particularmente a los principales sacerdotes y ancianos (véase v. 23) y pregunta: 31a. ¿Cuál de los dos hizo lo que el padre quería? Ellos respondieron: El primero. La respuesta era tan obvia que, si iban a dar una respuesta, esta era la única forma posible de hacerlo. La "aplicación" les llega con una fuerza tremenda: 31b, 32. Jesús les dijo: Os aseguro que los publicanos y las prostitutas están entrando en el reino de Dios antes que vosotros. Porque Juan vino a vosotros en el camino de justicia y vosotros no le creísteis; pero los publicanos y las prostitutas le creyeron. Sin embargo, cuando visteis esto, ni siquiera os arrepentisteis después para creer en él. Los publicanos, por las razones presentadas en conexión con 5:46—véase sobre ese pasaje—eran despreciados por los judíos, especialmente por sus dirigentes. Se les clasificaba junto con las rameras o prostitutas, mujeres de mala fama (cf. Lc. 15:30; 1 Co. 6:15; 6:16; Heb. 11:31; Stg. 2:25; Ap. 17:1; etc.). Mateo usa esta palabra "prostitutas" solamente aquí en 21:31, 32. En cuanto al sustantivo relacionado (5:32; 19:9), véase nota 684. Los publicanos, por medio de su codicia y extorsión, y las prostitutas por medio de su cruda inmoralidad, habían dicho "No quiero" a la demanda de Dios. Eran como el primer hijo de la parábola. Sin embargo, después, como resultado de la predicación de Juan el Bautista—véase este pasaje y Lc. 3:12—muchos "publicanos" se habían convertido. Ahora aprendemos que las prostitutas también, probablemente en números considerables, habían respondido favorablemente al mensaje de Juan (21:32). Habían sido impresionadas por el "camino de justicia" de Juan: su propia conducta justa unida con la conducta justa que él, como profeta de Dios, exigía del pueblo, a saber, que se arrepintiesen, etc.

Es digno de notarse, en relación con esto, que ante la enseñanza de Juan deben haberse arrepentido mujeres también, no solamente hombres. Más y más las puertas del reino se estaban abriendo también a ellas (véanse 27:55, 56; Mr. 16:9; Lc. 7:36–50; 23:27ss; Jn. 4:7ss; 11:1ss; 12:1ss; Gá. 3:28). Estos publicanos y prostitutas arrepentidos habían dicho "No queremos", pero después se habían arrepentido, y habían creído.

Por el contrario, los líderes religiosos de los judíos, hombres considerados como bien familiarizados con la ley de Dios y que exteriormente se conducían de un modo como si estuvieran diciendo constantemente: "Sí, señor, haremos todo lo que tú requieres de nosotros, e iremos dondequiera que tú quieras que vayamos", no lo hacían y no iban. Era con respecto a ellos que Jesús iba a declarar: "Ellos dicen, pero no hacen" (23:3). Cf. Ex. 19:8; 32:1ss; Is. 29:13. Habían rechazado a Juan (3:7–10), y aun la conversión de los publicanos y las prostitutas por su predicación no había logrado cambiar sus corazones y mentes. Por lo tanto, eran como el segundo hijo. Habiendo rechazado al Bautista, ahora estaban en el proceso de conspirar el homicidio de Aquel a quien Juan había proclamado. Y al responder: "El primero" (el primer hijo hizo lo que el padre quería), ¡se habían condenado a sí mismos! Así que los publicanos y las prostitutas estaban entrando en el reino de Dios antes que estos líderes; esto es, aquellos estaban obteniendo las bendiciones del reino, de las cuales, por propia decisión, estaban excluidos los hostiles principales sacerdotes y ancianos y sus seguidores. En cuanto al término "reino de Dios" (en Mateo, usualmente "reino de los cielos"), véase sobre 4:23; 13:43.

Aunque esta parábola de los dos hijos, que se encuentra solamente en Mateo, no sea quizás tan conocida como muchas de las otras, de ningún modo es menos importante. En realidad, apenas podría uno imaginarse una lección más importante que la que aquí se enseña. Por supuesto, la lección es esta: El hacer la voluntad de Dios es la única cosa necesaria. ¿No es esa la enseñanza tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento? Véanse 1 S. 15:22; Sal. 25:4; 27:11; 86:11; 119, en varios lugares; 143:10; Is. 2:3; Mt. 7:21–27; 28:20; Jn. 15:14; Hch. 5:29. Y la voluntad de Dios es que los hombres en todo lugar se conviertan y reconozcan al Señor Jesucristo como Señor y Salvador, para gloria de Dios (Mt. 3:2; 4:17; 11:28–30; Jn. 3:16, 36; 1 Co. 10:31; 2 Co. 10:5). En cuanto a la relación del Mediador con aquel que lo envió, ¿no dijo él, "Mi comida es hacer la voluntad del que me envió, y que acabe su obra" (Jn. 4:34)?



Paz de Cristo!

ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia
Calle 30 # 22 61 Cañaveral, Floridablanca
Reuniones Martes, Jueves y Sábado 7 PM. Domingos 8 AM, 10 AM y 5 PM
Le esperamos!

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