Que empiece la revolución
Por: Thomas L. Friedman
Andrew Ng es catedrático adjunto de ciencia informática en Stanford y tiene una manera más bien encantadora de explicar cómo la nueva empresa de educación interactiva en línea, de la que es cofundador, Coursera, abriga la esperanza de revolucionar la educación superior al permitir que los estudiantes de todo el mundo no sólo oigan sus cátedras, sino hagan asignaciones, sean calificados, reciban un diploma por completar el curso y usen eso para obtener un empleo mejor o lograr que los acepten en una escuela mejor.
"Normalmente enseño a 400 estudiantes", explicó Ng. Pero el semestre pasado enseñó a 100.000 en un curso en línea sobre aprendizaje de máquinas. "Para llegar a tan grande número de estudiantes antes habría tenido que enseñar mi clase normal de Stanford durante 250 años".
Bienvenidos a la revolución de la educación universitaria. Ocurren grandes progresos cuando lo que repentinamente es posible se encuentra con lo que es desesperadamente necesario. Los costos de obtener un diploma universitario han estado subiendo más rápidamente que los del cuidado de la salud, así que la necesidad de suministrar educación superior a bajo costo y de calidad es más aguda que nunca. Al mismo tiempo, en una economía de conocimiento, obtener un título de educación superior es más vital que nunca antes. Y gracias a la proliferación de tecnología inalámbrica de alta velocidad, internet de alta velocidad, teléfonos inteligentes, Facebook, la nube y tabletas, el mundo ha pasado de conectado a hiperconectado en apenas siete años. Finalmente, una generación que ha crecido con estas tecnologías se siente cada vez más cómoda aprendiendo e interactuando con profesores a través de plataformas en línea.
La combinación de todos estos factores dio origen a Coursera.org, que fue lanzada el 18 de abril, con el respaldo de capital de riesgo del Silicon Valley, como informó mi colega John Markoff por primera vez.
Empresas privadas, como Phoenix, han estado ofreciendo diplomas en línea, por años, por una tarifa. Además, escuelas como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y Stanford han estado ofreciendo cátedras gratuitas en línea. Coursera es el siguiente paso: Erigir una plataforma interactiva que les permita a las mejores escuelas del mundo no sólo ofrecer una amplia variedad de cátedras gratuitas en línea, sino también un sistema de pruebas, formas de calificar, ayuda de estudiante a estudiante y otorgar certificados por haber terminado un curso por menos de US$100. (Suena como una buena oferta. Las cuotas escolares en el Stanford de la vida real ascienden a más de US$40.000 anuales). Coursera está empezando con 40 cursos en línea —desde informática hasta humanidades—, ofrecidos por catedráticos de Stanford, Princeton, Michigan y la Universidad de Pensilvania.
"Las universidades producen y son dueñas del contenido, y nosotros somos la plataforma que lo soporta y lo transmite", explicó Daphne Koller, catedrática de ciencia informática en Stanford que fundó Coursera con Ng después de ver decenas de miles de estudiantes siguiendo sus cátedras de Stanford en línea y sin costo alguno. "También estaremos trabajando con empleadores para conectar a estudiantes —sólo con su consentimiento— con oportunidades laborales que sean apropiadas a sus habilidades recientemente adquiridas. Así que, por ejemplo, una empresa biomédica en busca de alguien con habilidades en programación y biología informática pudiera preguntarnos por estudiantes que obtuvieron buenos resultados en nuestros cursos sobre computación de la nube y genómica. Es magnífico para empleadores y empleados; y permite que alguien con una educación menos tradicional obtenga las credenciales para abrir estas oportunidades".
El MIT, Harvard y empresas privadas, como Udacity, están creando plataformas similares. En cinco años esto será una industria enorme.
Si bien las conferencias o cátedras son en inglés, los estudiantes han estado formando grupos de estudio en sus propios países para ayudarse mutuamente. El mayor número de registros son de Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, India y Brasil. "Un estudiante iraní me envió un correo electrónico para informarme que había encontrado una manera de descargar los videos de la clase y los estaba quemando en discos compactos y haciéndolos circular", dijo Ng el jueves pasado. "Acabamos de superar un millón de matrículas".
Para facilitar el aprendizaje, Coursera parte sus cátedras en pequeños segmentos y ofrece pruebas en línea, que pueden ser calificadas por el mismo estudiante, para abarcar cada nueva idea. Opera con el sistema de honor, pero está creando herramientas para reducir las trampas. En cada curso los estudiantes formulan preguntas en un foro en línea para que todos las vean y después votan por preguntas y respuestas de arriba abajo. "Así que las preguntas más útiles burbujean a la cima y las malas descienden a través de votos", explicó Ng. "Con 100.000 estudiantes puedes registrar cada una de las preguntas. Es una enorme mina de datos". Aunado a esto, si un estudiante tiene alguna duda sobre la conferencia de ese día y es de mañana en El Cairo, pero son las 3 a.m. en Stanford, no hay problema. "Siempre hay alguien de pie en algún lugar para responder a tu pregunta" después de que la publicas, aseguró. El tiempo de respuesta promedio es de 22 minutos.
Estas plataformas de aprendizaje de alto nivel podrían permitir que facultades de la comunidad en Estados Unidos, limitadas por el presupuesto, "cambiaran" sus aulas. Esto es, que descargaran a los mejores catedráticos del mundo sobre cualquier tema y permitieran que sus propios profesores se concentraran en trabajar cara a cara con los estudiantes. Koller dice: "Eso permitirá que la gente que carece del acceso a aprendizaje de clase mundial —debido a limitaciones financieras, geográficas o de tiempo— tenga una oportunidad de forjarse una vida mejor para sí y sus familias".
Cuando se considera cuántos problemas alrededor del mundo son atribuibles a la falta de educación, esa es una noticia muy buena. Que empiece la revolución.
* Columnista de 'The New York Times', quien ganó su tercer Premio Pulitzer en 2002.
© 2012 New York Times News Service
Paz de Cristo!
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