El poder: predica para lograr un compromiso total
Cuando hablo de un compromiso total, la gente cree que vengo de Marte.
Bill Hybels
Hace poco, un hombre me estaba comentando sobre los "temas difíciles" que he tratado a lo largo de los años – el infierno, el dinero, el sexo, la confrontación en las relaciones, la autodisciplina –, y me preguntó: "De todos ellos, ¿cuál es el que a la iglesia le cuesta más entender?".
No me costó mucho encontrar la respuesta. "Entregarse a Cristo de forma completa". Al predicar, el desafío más grande es trasmitir aquello que movía la vida de Pablo. Él dice en Hechos 20:24: "Pero no estimo mi vida como valiosa para mí mismo; he abandonado mis aspiraciones y ambiciones personales; me he ofrecido a Cristo como un sacrificio vivo". Cuando esta enseñanza la oye gente con una mentalidad secular, piensa que vengo de otro planeta. La idea de vivir según los deseos de otra persona es absurda.
Para mucha personas, vivir para Cristo es puro fanatismo. Muchos se preguntan: ¿quién es tan estúpido como para renunciar a relaciones, posesiones, placer, o cierto nivel de bienestar? Creen que una devoción total a Cristo significa desperdiciar la única vida que tenemos.
Un hombre de mi iglesia es el ejemplo perfecto. Creo que su mayor problema está en el buen rendimiento de su empresa. Le salen clientes por todas partes. Su dedicación al trabajo es lo que controla su vida. Hace unos meses le pregunté por qué ya no tenía tanta pasión por las cosas de Dios.
"El negocio es muy exigente, y es cierto que está controlando mi vida", admitió. Pero, a modo de defensa, me dijo: "Pero no soy yo quien busca tanto trabajo. El negocio va bien, y el trabajo me viene solo. ¿Qué quieres que haga?".
Yo le sugerí que podía decir algo como: "Ya tengo suficiente trabajo, así que de momento no voy a aceptar más". Me miró como si estuviera mal de la cabeza. ¿Qué hombre de negocios en su sano juicio le diría que no a un cliente cuyo pedido le va a aportar un beneficio? Es algo impensable. Tener más siempre es mejor. El deseo de tener más podía más sobre este hombre que el deseo de seguir a Cristo, usar sus dones espirituales, servir a su mujer, o ser un padre para sus hijos.
Si es tan difícil persuadir a la personas para que se entregue a Cristo de forma completa, ¿para qué esforzarnos? ¿Por qué no conformarnos con que las personas se hagan miembros de nuestra iglesia y asistan, al menos, de vez en cuando?
Como pastores tenemos que pensar en la calidad del fruto que estamos produciendo. Tenemos que decidir el nivel de compromiso que esperamos de los hombres y mujeres a los que servimos.
La historia de la Iglesia nos ha enseñado que un líder puede hacer más a través de un grupito de creyentes entregados que a través de toda una multitud de personas con el corazón tibio. Así que nos surge la siguiente pregunta: ¿Qué enseñanza podemos dar para que los hermanos se comprometan con Cristo de forma completa, cuando sabemos que la mayoría de gente no quiere oír hablar de un discipulado radical?
Voy a sugerir cinco principios que me sirven de guía cuando predico sobre el compromiso.
Describe el compromiso total
El primer paso es que los oyentes tengan una comprensión clara de qué queremos decir cuando hablamos de compromiso total. Un maestro siempre tiene que estar definiendo y redefiniendo. ¿Qué significa estar totalmente entregado a Cristo? Si no significa simplemente asistir a los cultos y poner algo en la ofrenda, entonces, ¿qué significa?
Lo mejor es ir a la Biblia, donde encontramos varios pasajes que definen el compromiso:
- Las palabras de Pablo en 1ª Corintios 15:31: "cada día muero". Todos los seguidores de Cristo comprometidos que he conocido reconocían que cada día tenían que morir a un sinfín de cosas que luchaban por tener el control de su vida: la ambición personal, los placeres terrenales, el aplauso de la multitud, la avaricia, etc.
Nuestra cultura predica de forma feroz que "podemos tenerlo todo", pero ese eslogan no aparece por ningún lado en la enseñanza de Cristo. A mí me resulta difícil ponerme delante de una congregación de clase media-alta y decirle todo aquello que tiene que abandonar o, al menos, eliminar de su lista de prioridades. Pero tengo que hacerlo.
- El mandamiento de Jesús en Lucas 10:27 dice: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente". Eso significa que tenemos que obedecer la Palabra de Dios y organizar nuestra vida de forma que podamos vivir siendo conscientes en todo momento de su presencia (con las implicaciones que esto tiene).
- La pregunta de Juan: "El que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?" (1ª Juan 4:20). Vivimos en una época en la que el odio está a la orden del día y, con frecuencia, esa actitud salpica a los miembros de nuestras iglesias. No obstante, las Escrituras dicen claramente que para estar completamente comprometidos con Jesús tenemos que estar en paz con nuestros hermanos. Los verdaderos cristianos y, en particular los líderes, deben tomarse lo que dice en Mateo 5:23–24 muy en serio. La integridad en las relaciones tiene que ser una prioridad y, de forma activa, debemos buscar la reconciliación cada vez que surja un problema. Ése debería ser un requisito para poder servir en la iglesia.
- La enseñanza constante de Jesús sobre el uso del tiempo, los talentos y los tesoros. Cuando una persona ha pasado treinta años de su vida dedicada a los negocios (invirtiendo en ellos todo su tiempo y talentos), es difícil que se entregue a Jesús de forma completa. Es duro oír versículos como "Buscad primeramente el reino de Dios", o "¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?".
Para desarrollar las disciplinas espirituales personales – el estudio bíblico, escribir un diario, orar, ayunar, meditar – hay que dedicarles tiempo. Y tardaremos. No es algo automático. También es tiempo quedar con un grupo pequeño donde poder retarnos los unos a los otros y confrontarnos con la verdad de forma amistosa. El servicio práctico para el reino de Dios también implica tiempo. Pero todos esos compromisos de tiempo son una clara muestra de nuestra entrega a Cristo.
Un médico de nuestra iglesia ha decidido trabajar cuatro días a la semana para poder dedicar los otros tres al liderazgo que ejerce en la iglesia y a su familia. Esa decisión ha significado una reducción considerable de sus ingresos. Pero ha decidido morir a ello para poder vivir lo que Cristo le ha llamado a hacer aparte de su vocación como médico. Ya había estado usando sus habilidades para servir a seres necesitados, pero ahora, además, puede usar sus dones de administración y liderazgo en la iglesia. Él ha puesto su tiempo, sus talentos y sus tesoros a disposición de Dios.
Sé ejemplo
El segundo paso a la hora de predicar sobre el compromiso es más duro: sé comprometido. Es obvio. No podemos llevar a una congregación al compromiso total si nosotros no estamos siendo de ejemplo.
Todos los pastores han pasado por momentos en los que no estaban completamente comprometidos. Es como preguntarle a un atleta: "¿Siempre has estado en plena forma?".
Inevitablemente, la respuesta va a ser: "No, no siempre".
Y cuando le preguntamos que cómo se sentía cuando no lo estaba, responde: "Fatal. Desmotivado. Fracasado".
Hace poco leí sobre un líder muy importante al que le preguntaron: "¿Cuál es tu principal objetivo como líder de tu organización?".
"Interceptar cualquier señal de entropía". Aquella respuesta me fascinó, pues eso es lo que yo intento hacer con mi propia vida, buscar cualquier señal de desorden o caos. Me miro y me pregunto, ¿En qué área de mi vida me estoy desviando? ¿En qué área no estoy demasiado en forma? ¿En qué área estoy siendo perezoso? Antes de mirar la condición espiritual de los demás, me examino a mí mismo.
Una de mis mayores frustraciones es no ser capaz de administrarme el tiempo para poder vivir de forma entregada en todo momento. Pero si estoy dispuesto a escuchar la verdad sobre mí mismo, el Espíritu me mostrará áreas en las que no estoy siendo cuidadoso, ni coherente. Entonces me puedo arrepentir e interceptar la entropía en su fase inicial.
Además de intentar ser un ejemplo de entrega y compromiso total, necesitamos a otros líderes de la congregación que sean fieles seguidores de Cristo, pues ellos me ayudan a transmitir lo que significa ser un cristiano totalmente comprometido. El otro día, cuando estaba reunido con los ancianos de mi iglesia, miré a mi alrededor, y pensé: Todos los ancianos de esta iglesia se han comprometido con Jesucristo, y harían por Él lo que Él les pidiera. Eso quiere decir que cuando predico sobre el compromiso total, ellos son los primeros en animarme: "¡No bajes el listón! ¡Estamos contigo!". Sería muy difícil animar a la congregación a vivir un discipulado serio si los ancianos y otros líderes no estuvieran en la misma línea que yo.
Lo que es muy emocionante es que cuanto más entregados estén el pastor y los líderes, más entregada estará la congregación. Y así, el crecimiento en la congregación anima a los líderes a comprometerse aún más, lo que propicia un ciclo continuo de crecimiento. El discipulado total se convierte, pues, en algo contagioso y estimulante.
En nuestra iglesia hay un hombre cuyo único día libre es el miércoles; ese día, viene a la iglesia por la mañana, y limpia las fuentes de agua. Hay otro hombre que viene los días que tiene libres y acondiciona las aspiradoras. Otros voluntarios cuidan del jardín que hay a la salida de la iglesia. Hace poco vi a una joven de la congregación arreglando las plantas. Tenía a su bebé a un lado, en su cochecito. Y mientras escuchaba una cinta, seguía removiendo la tierra alrededor de las flores. Cuando veo un discipulado que se manifiesta en diferentes formas de servicio, yo me siento motivado a ser un siervo más entregado.
Predica desde todos los ángulos
El tercer paso es predicar sobre la entrega o el compromiso total desde el máximo número de ángulos posible. A continuación explicaré lo que quiero decir.
- Selecciona una serie de temas que lleven de forma natural del llamamiento al compromiso. En cierto sentido, todas las predicaciones definen algún aspecto del compromiso, ya sean sobre el matrimonio, el desarrollo del carácter, el cuidado de nuestro cuerpo, etcétera. No obstante, creo que el llamamiento a un compromiso total se transmite mejor si se presenta de forma explícita, y algunas series no se prestan a hablar de compromiso tan bien como otras.
Por ejemplo, en nuestra iglesia tuvimos una serie de predicaciones sobre la honestidad en las relaciones. Fue una serie muy útil, pero a mí como predicador no me brindó la oportunidad de hacer un llamamiento para que la iglesia adoptara un compromiso más serio con Jesús. Si lo hubiera hecho, habría resultado un tanto manipulador, pues eso no es lo que ellos esperaban. Con algunos temas, si quiero ser íntegro, tengo que limitarme al tema en cuestión. Para hablar del discipulado, tendré que buscar otro momento.
Pero hay otros temas que nos permiten, de forma natural, incluir un llamamiento a la entrega y el compromiso. No hace mucho prediqué una serie de sermones titulada "Alternativas al Cristianismo", en la que hablé del movimiento de la Nueva Era, de los Mormones, de los Testigos de Jehová, del Hinduismo, del Islam, del Budismo, y los comparé con el Cristianismo. Después de hacer una comparación honesta con estos sistemas de creencias, finalicé la serie diciendo: "Después de escuchar todo esto, ¿no diríais que el mensaje cristiano es absolutamente convincente? Cuando lo ponemos al lado de los demás sistemas de creencias, ¿no resulta un camino mucho más excelente? Si esta serie de predicaciones te ha llevado a la conclusión de que el Cristianismo es convincente por su verdad, por la persona de Jesucristo, y por lo que hace en las vidas de las personas, entonces, acéptalo con todo tu corazón, alma, mente y fuerzas. ¡Que nada te detenga!".
Está claro que tratar sobre esos temas brindaba una oportunidad espléndida para llamar a la congregación al compromiso, y yo no quise perderla. Cuando planifico mis predicaciones, superviso qué series o temas selecciono para asegurarme de que en mi propósito de llevar a la congregación al compromiso total no hay manipulación ninguna.
- Presenta el servicio entregado como una respuesta gozosa a lo que Dios ha hecho por nosotros, y no como un medio para ganarnos la salvación. Nosotros los pastores tenemos que asegurarnos de que los oyentes han entendido que el discipulado es una muestra de agradecimiento a Dios, y no una forma de ganar su aprobación.
A veces, cuando estaba haciendo un llamamiento al compromiso, me he parado para decir: "Si tú estás fuera de la familia de Dios, tienes que entender que el discipulado es una respuesta a la maravillosa Gracia de Dios. No es un intento de mejorar nuestra imagen ante Dios. Pablo dice que podemos 'entregar nuestro cuerpo para ser quemado', pero que no podemos obtener la salvación a través del discipulado. El compromiso es un medio para expresar gratitud, no para ganarnos la entrada al Cielo".
- Ilustra las alternativas a un compromiso entregado. Cuando intento retar a alguien con una mentalidad fuertemente secular, y animarle a que siga a Jesucristo de forma entregada, resulta muy eficaz presentarle el otro lado de la historia.
Por ejemplo, el día que llegaba al final de una serie titulada "Virtudes extraordinarias y poco comunes", hablé del contentamiento. Empecé diciendo: "Nuestro protagonista siempre quería más. Quería más dinero, así que arriesgó una cantidad de dinero que había heredado invirtiéndolo en Bolsa. Quería más fama, así que se abrió camino en Hollywood y pronto se convirtió en una estrella y en director de cine. Quería más placeres sensuales, así que pagó grandes sumas de dinero para satisfacer su apetito sexual. Quería más emoción, así que diseñó, construyó y pilotó el avión más rápido del mundo. Quería más poder, así que en secreto y de forma muy audaz se metió en cuestiones políticas de tal forma que logró que dos presidentes de los EE.UU. se convirtieran en sus títeres. Y siempre quería más. Estaba completamente convencido de que conseguir cada vez más le traería la verdadera satisfacción. Desgraciadamente, la historia demuestra lo contrario".
Entonces procedí a explicar el aspecto que tenía en sus últimos días de vida: demacrado, con el pecho hundido y las uñas largas y roñosas; dientes negros y podridos; varios tumores e incontables marcas de aguja debido a su adicción a las drogas. "Howard Hughes murió", dije, "creyendo en el mito de la acumulación. Murió millonario, pero también esclavo de las drogas y desquiciado".
Si describimos el camino y el destino de una vida egoísta, centrada en uno mismo, podemos mostrar la futilidad y el vacío que producen. Así, podemos decir: "Amigos, seguir en ese camino es una locura. ¿No lo veis? Quizá estos hombres cayeron mucho más bajo de donde estáis vosotros ahora. Pero ponedle un poco de imaginación. Pensad cuál es el destino de la dirección que habéis tomado. Antes o después estarás tan harto de buscar y no encontrar algo que te satisfaga, que clamarás: '¡Necesito beber agua viva!'. Puedes hacerlo de aquí a quince años, después de haber pasado por tres o cuatro matrimonios más, y haber dejado cuatro o cinco hijos desamparados. O puedes aprender de las locuras de los demás, y entregarte ahora mismo y confiar en Cristo".
Y a continuación pregunto: "¿Tu última adquisición ha saciado la sed de tu alma? ¿Tu último logro – un ascenso, tu matrimonio, tu primer hijo, tu libro recién publicado – te ha dejado totalmente satisfecho?". La gente tiene que admitir que aquello que pensaba que le iba a llenar una vez lo alcanzara, normalmente no le satisface de forma plena.
- Para aquellos que están satisfechos en el presente, ofréceles tu ayuda para más adelante. A veces la gente dice: "¡Si yo ya soy feliz como estoy! Ya tengo todo lo que quiero. Tampoco tengo grandes problemas, así que estoy bien como estoy, ¡gracias!".
Cuando los oyentes se auto-engañan, no nos van a escuchar. De hecho, normalmente nada de lo que les digamos les va a convencer. De nada sirve luchar para hacerles ver sus necesidades. Pero de forma pública o en privado podemos ofrecerles nuestra ayuda para el día en el que finalmente se den cuenta de que necesitan a Cristo.
Durante varios años fui pastor de los Chicago Bears y dirigí un estudio bíblico en el estadio en el que entrenaban. Había un jugador que siempre hacía lo mismo. Pasaba por delante de la puerta donde nos encontrábamos, me hacía un saludo con un movimiento de cabeza y un guiño, y continuaba su camino. Un día le dije: "Ahora todo te va genial. Tienes todo el dinero y la fama que querías. Por eso pasas de largo guiñándonos el ojo de forma condescendiente, como si tus compañeros que vienen al estudio y yo fuéramos tontos". Él me sonrió.
Continué: "No pretendo ejercer de profeta fatalista, pero en cualquier momento podrías caer de ese pedestal. Y entonces te darás cuenta de que no lo tienes todo. Cuando eso ocurra, llámame".
Me llamó tres semanas después. "Mi único hermano acaba de tener su primer hijo. El bebé ha nacido con malformaciones. Mi hermano está destrozado, y yo también. No sé lo que hacer, ni lo que decir. ¿Podemos quedar?".
Con aquellos que creen que ya están satisfechos, nuestra mejor estrategia es hacerles saber que el día en el que se den cuenta de que necesitan algo más, estaremos a su disposición.
Ten paciencia y deja que el Espíritu obre
Por naturaleza, soy una persona muy impaciente. Pero he tenido que aprender a ser paciente, a predicar sobre el discipulado, y a dejar que el Espíritu haga su obra.
Llegar a estar completamente comprometido con Cristo es un proceso. Colosenses 1 dice que el ser humano necesita llegar a estar completo en Cristo, pero 1ª Corintios 3 me recuerda que todos empezamos como bebés espirituales. Mi responsabilidad no es forzar el crecimiento, sino ofrecer el menú adecuado. ¿El menú que estoy ofreciendo brinda el alimento que lleva a la madurez? ¿Es un menú demasiado sólido, y por eso se atragantan? ¿O les estoy dando comida-basura, muy buena de sabor, pero muy baja en nutrientes?
En última instancia, todos los creyentes deberían entregarse de forma plena a Cristo. No obstante, no todos los creyentes lo harán al mismo ritmo. En nuestra iglesia hay caracteres tímidos y metódicos. Si están aprendiendo a jugar al tenis, hacen una clase de cuarenta y cinco minutos a la semana y tardarán ocho años en aprender a jugar bien. Y cuando avanzan hacia el compromiso total con Cristo, lo hacen a la misma velocidad. No es que estén luchando con Dios o siendo rebeldes; su lenta progresión hacia el compromiso total es natural, pues es un reflejo del ritmo con el que avanzan en cualquier área de la vida. Con personas así, tengo que reducir un poco, y avanzar de acuerdo con su ritmo.
Otras personas, en cambio, son totalmente lo contrario. No hace mucho, un hombre me escribió lo siguiente: "Tengo dos negocios. Me convertí al cristianismo en una de tus predicaciones hace dos semanas. Ya he encontrado a dos personas para que lleven mi empresa. Yo estoy dispuesto a dedicar el resto de mi vida a servir en la iglesia de Willow Creek. Llámeme".
Le llamé enseguida, ¡para pedirle que no realizara todos esos cambios de forma tan rápida! Su ímpetu me había preocupado, pero algunos son así. ¡Probablemente se habría declarado a su mujer una semana después de conocerla!
Debido a estas diferencias de personalidad, nunca digo cosas como: "Tienes que tomar una decisión antes del próximo domingo". Ponerle a la iglesia una fecha concreta a veces no es demasiado sabio. Yo prefiero decir algo como: "Hoy habéis oído una verdad muy importante de la Escritura. Por favor, no seáis tan solo oidores. Sed hacedores. Mi casa y yo hemos decidido (ahí menciono el compromiso sobre el que estoy predicando). Tú también tienes que tomar una decisión. Que el Espíritu Santo te ayude a tomar la decisión adecuada".
Tienes que estar preparado para vivir con oposición
Me veo obligado a mencionar un hecho doloroso que forma parte de la vida pastoral. La predicación de un cristianismo comprometido provoca el descontento de los creyentes acomodados, que intentarán persuadirnos de que bajemos el listón.
Los creyentes que no viven de forma totalmente entregada responden ante los mensajes sobre el compromiso total del mismo modo que los rebeldes responden ante los mensajes sobre el arrepentimiento. Imagínate que estás ante cien mil chavales en un concierto de rock y dices: "Vais por mal camino. Por favor, reconsiderad el rumbo que está tomando vuestra vida. Caed de rodillas, y arrepentíos de vuestra rebeldía contra Dios, y recibir a Cristo como vuestro Salvador". Te aseguro que verías mucha hostilidad.
Yo me he encontrado con el mismo tipo de resistencia cuando he retado a cristianos de domingo a que se entreguen a Cristo de forma completa. Siempre que saquemos a la luz la adicción que muchos creyentes tienen a la gratificación, encontraremos que muchos se ponen a la defensiva.
Los pastores lo notamos enseguida. Un domingo predicamos sobre un tema delicado del discipulado, y la reacción de la iglesia no es nada positiva. Al domingo siguiente predicamos sobre la reconstrucción de la autoestima, y la gente queda encantada. Entonces, ¿de qué predicas el tercer domingo? ¿Por qué tipo de tema te inclinas?
¿Cómo expresan los seres humanos esa resistencia? "Has sido demasiado duro. No estás siendo realista. Aún no estamos preparados para eso. ¿Por qué no predicas sobre algo como 'Dios te ama tal como eres'?" Si no recibiera el apoyo de mis ancianos, no podría predicar sobre el compromiso, porque a veces la resistencia que me encuentro es demasiado fuerte.
Recientemente pasamos un cuestionario a los miembros de la iglesia que están más comprometidos. Una de las preguntas que les hicimos fue la siguiente: "¿Estás usando tus dones espirituales en esta iglesia para la gloria de Dios cada semana?". Un 53% contestó afirmativamente. Si pensamos en el mensaje de la Biblia, ese porcentaje no es suficiente. Así que en uno de mis mensajes, mencioné esa estadística y dije: "Doy gracias a Dios por los que estáis usando vuestros dones espirituales. Y oro por los que estáis dolidos por alguna razón y necesitáis un tiempo de sanidad antes de empezar a servir de nuevo. Pero para el resto, tengo una pregunta, una pregunta un tanto dura: ¿Pero qué os pasa? Si habéis sido redimidos y ahora formáis parte de la familia de Dios, deberíais pasar noches enteras sin dormir pensando de qué manera podéis mostrarle a Dios vuestra gratitud. Una manera de hacerlo es descubriendo y usando vuestros dones espirituales. Si no lo estáis haciendo, ¡algo anda mal!".
Tengo que confesar que una vez incluso usé la palabra "parásito" para describir a las personas "que comen y viven la vida, que disfrutan de los beneficios de pertenecer al Cuerpo de Cristo, pero no aportan nada al Cuerpo".
Después de esa predicación, uno de los ancianos me cogió aparte y me dijo: "Una palabra magnífica. Ésa es una verdad que se tenía que decir. Así que, ¡bien hecho!". Yo necesitaba aquellas palabras de afirmación y de ánimo, porque al día siguiente, recibí un sinfín de correo criticando mis duras palabras: "Solo porque he decidido no servir en esta iglesia no puedes decir que soy un parásito". "No tenías ningún derecho a presionarnos de esa manera". "Eres un egoísta que cree que tiene el derecho de decirle a los demás cómo deben vivir".
Respondí cada uno de los correos y ofrecí mi disponibilidad para hablar más sobre el tema. No obstante, me reafirmé en mi comprensión de 1ª Corintios 12: si decís que sois parte del Cuerpo, entonces tenéis que funcionar como corresponde a una parte del Cuerpo.
La cuestión es que, cuando tenemos la convicción de que hemos de confrontar a la congregación, en ese momento necesitamos el apoyo de los ancianos, necesitamos que nos digan: "Ése es el mensaje que debes dar, siempre que lo des con la actitud adecuada. No dejes que los ataques de los creyentes acomodados te echen para atrás".
Por eso, siempre que voy a predicar sobre un tema particularmente desafiante, aviso a los ancianos con antelación. A veces me dicen: "Bill, eso más bien parece la crítica de algo que te molesta a ti personalmente, y no tanto la preocupación del consejo de la iglesia. Así que ten cuidado". Si me dicen algo así, suelo echarme atrás, o esperar hasta haber alcanzado una mejor perspectiva del tema en cuestión.
Otras veces, los ancianos me reafirman, y entonces subo al púlpito a predicar con confianza y una mayor convicción.
¿Por qué sigo predicando este mensaje?
¿Sabéis qué me ayudó a convencerme de que tengo que predicar un evangelio de absolutos, un evangelio que exige una entrega total? Darme cuenta de que vivir una vida genuinamente cristiana o de entrega absoluta a Dios es el único camino a la satisfacción plena.
Todos los días escribo en mi diario mis impresiones, mis oraciones, y renuevo mi compromiso con Dios. Digo, como el autor del himno: "Que mi vida entera esté / consagrada a Ti, Señor". O "Yo quiero ser, Señor amante / como el barro en manos del alfarero; / toma mi vida, hazla de nuevo". Entonces, con la vida del Espíritu Santo, intento seguir esos compromisos durante el día.
Nunca me he arrepentido de mis esfuerzos por someterme a Dios. De hecho, los momentos de mayor entrega han sido los momentos de mayor gozo. Y en esos momentos me he visto llevado a decir como el salmista: "¿Qué daré al SEÑOR por todos sus beneficios para conmigo?".
Por otro lado, he pagado con creces por las veces en las que no me he sometido, en las que he sido egoísta, carnal, rebelde o huraño. Acordarme de ello me ayuda cuando llego a la parte del mensaje en la que animo a la congregación a comprometerse de forma absoluta con Cristo. Es fácil sentirse poco seguro cuando te das cuenta de que le estás pidiendo a un hombre que renuncie a un buen sueldo, o a una mujer que ponga punto y final a una relación sobre la que ha puesto toda su confianza, o a un adolescente que no ceda ante la presión de sus compañeros. El Enemigo me nubla la mente y me hace pensar que no puedo retar a la los hombres y mujeres de esta forma.
Entonces, recuerdo lo siguiente: el compromiso total es la única forma de encontrar la bendición, la paz, la emoción y la aventura para las que hemos sido creados. Cuando seguimos a Jesús de forma radical, Dios se agrada de nosotros y nos permite experimentar su compañía de forma constante. Acordarme de eso me empuja a querer subir a la cima de la montaña para gritar a los cuatro vientos: "Lo mejor que puedes hacer es caer de rodillas ahora mismo y decir 'Señor, aquí estoy. Me entrego a ti. En tus manos estoy' ".
Nunca he conocido a nadie que se haya arrepentido de su decisión de convertirse en un cristiano entregado. No obstante, podría llenar un estadio con personas que fueron a la deriva por no responder al llamamiento de Dios. Hay personas que me escriben diciendo: "Si tan solo pudiera volver atrás; si no hubiera sido tan obstinado en mi relación con Dios; si tan solo hubiera escuchado".
El compromiso total con Jesucristo es un duro desafío, pero lleva a una vida plena. Como sabemos que eso es verdad, tenemos que hacernos una pregunta: ¿Nos vamos a amedrentar, y dejaremos de animar a la congregación a hacer lo que más le conviene y lo que más gloria va a dar a Dios, o seremos siervos fieles que proclaman la verdad, que tiene el poder de cambiar vidas?
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://adonayrojasortiz.blogspot.com
1 comentario:
Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mi,nos dice San Pablo en Galatas 2, 20.
Cuanta razon tienes en tus lineas que leei, faltaria considerar algunas palabras sobre la sangre derramana para nuestra salvación y el perdon de nuestros pecados, cuando comprendamos y asimilemos lo que Jesucristo hizo por nosotros nos daremos cuenta que una vida sin él, no tiene sentido, porque seriamos como esa higuera sin frutos.
El comprometerce con llevar el Evangelio a otros hijos de Dios es mucho mas que ponerse la camiceta, es entregarse completo "sin tiempo ni distancia", es dejar vacaciones, reuniones, fiestas, capacitaciones... por hablan de Dios a grupo de personas.
Unirse a Dios es como la union de Jesús con la cruz, no puede haber salvación sin el dolor y el sufrimiento de su Pasión.
Toda la pasión que vivio Jesucristo es un martirio para el que no conoce el amor que él nos tiene, asi es el compromiso con la Palabra Divina, a muchos les pesa dejar sus actividadaes cotidianas por hablar del que vencio a la muerte, a muchos les pesa dedicarle por lo menos 8 hrs a Dios.
Gracias por tu aportación y reflexion. Atte Héctor Cholula S.
predicadoresbamos@gmail.com cel. 442 1399 148
Publicar un comentario