martes, 31 de marzo de 2015
el escritor a los tesalonicenses
lunes, 30 de marzo de 2015
modernidad
¿Una modernidad autoritaria?
Hasta hace unas pocas décadas en nuestras ciudades existían espacios físicos e instituciones que facilitaban algún grado de convivencia entre personas de diferentes estamentos y grupos sociales.En los cafés de los centros de las ciudades convivían y platicaban políticos, intelectuales, comerciantes y estudiantes universitarios, y algo parecido sucedía en las iglesias, cuando la gente todavía asistía a misa en proporciones elevadas. Los parques, los tranvías y luego las busetas y los buses, antes de que se masificara el automóvil particular, mal que bien también fueron espacios y medios de encuentro entre gentes de orígenes diversos. La universidad pública, aunque tenía una cobertura muy baja, permitió a los estudiantes de provincia interactuar con profesores y estudiantes de las familias más acomodadas de la capital.
Con el paso del tiempo, esos espacios de encuentro y esas instituciones que permitían en alguna forma acercar a unos estamentos sociales con otros han ido desapareciendo o transformándose en forma radical. Los cafés de los centros de las ciudades o desaparecieron o dejaron de ser lugares de encuentro cuando fueron reemplazados por cafés gourmets altamente estratificados. Los parques han sentido la competencia de los centros comerciales, en tanto que la universidad privada fragmentó a la población universitaria, mientras la gente dejó de ir a misa en las proporciones que lo hacía antes. Además, con la masificación del automóvil, muchos estudiantes de los sectores más acomodados dejaron de utilizar el transporte público.
Estos cambios resquebrajaron esos espacios e instituciones en los que los miembros de los distintos grupos sociales podían interactuar y verse a los ojos, pero hubo, al menos, una institución que aguantó las arremetidas de un nuevo mundo moderno: la familia.
Hasta la llegada de la radio y luego la televisión, la familia fue un lugar de reunión y convivencia por excelencia. Se comía y se rezaba juntos y, sobre todo, se aprendía a hablar y a escuchar mirando a los ojos a los papás y a los hermanos. En alguna medida, la televisión comenzó a quebrantar esta escuela fundamental de convivencia, pero, mal que bien, la convivencia se mantuvo y era posible dialogar.
Pero, con la llegada de la internet, las tabletas y los teléfonos móviles se está rompiendo el papel de la familia como formadora de seres dialogantes, tal como lo ha ilustrado el sociólogo polaco Zygmunt Baumann. En lo que él denomina la "modernidad líquida," la familia ya no come unida, ni reza unida, ni siquiera ve la televisión unida.
Se dirá que ahora hay más parques que antes, que se construyen muchos centros comerciales o que las ciclovías y el Transmilenio son también lugares de convivencia. Esto es cierto, pero también es cierto que por esos espacios transitan, caminan y trotan miles de hombres y mujeres que parecen zombies, con audífonos en los oídos o pegados como autómatas a celulares y tabletas.
Las consecuencias políticas y sociales del uso de todas esas tecnologías son impredecibles. Quizá la más preocupante es que el diálogo, no sólo entre estamentos sociales, sino en el interior de cada estamento y de cada grupo social está desapareciendo y con ello las antiguas formas de solidaridad, convivencia y defensa con que ha contado la sociedad civil.
¿Será que al atomizarse la sociedad estaremos cada vez más expuestos a nuevas formas de dominación por parte de los centros de poder y en particular del Estado?
Santiago Montenegro | Elespectador.com
miércoles, 25 de marzo de 2015
obedecer
martes, 24 de marzo de 2015
obediencia
La obediencia a Dios
Leer | Daniel 1.1-8
24 de marzo de 2015
La historia de Daniel ilustra algunos elementos clave de la obediencia. Vemos al sabio joven haciendo lo que ordenó el Señor, tanto de la manera correcta como en el momento correcto.
Daniel sabía que la ley de Dios prohibía comer cosas que habían sido ofrecidas a los ídolos. Pero él estaba viviendo en cautiverio en Babilonia, una nación que adoraba a dioses falsos, y pronto enfrentó una situación difícil. El rey Nabucodonosor había ordenado que la comida más exquisita que había sido presentada primero a los ídolos, le fuera enviada después a Daniel. ¿Era mejor obedecer al Señor y arriesgarse a la ira del rey, o desobedecer a Dios y satisfacer al gobernante?
A primera vista, el conflicto de Daniel se debía a si la comida era o no aceptable. Pero, en realidad, era un asunto de fidelidad a Dios. Él podía haber dado razones convincentes para violar el mandamiento divino, diciéndose a sí mismo que era un siervo y que no tenía otra opción. Pero Daniel resolvió no comer la comida del rey, y buscó la manera de honrar al Señor y acatar su ley.
Hoy, muchas cosas que nuestro mundo considera aceptables se encuentran fuera de lo que Dios quiere para sus hijos. Algunas no son buenas para nosotros, mientras que otras no le honran. Nuestro deseo debe ser obedecer al Señor, pues la obediencia a Dios es siempre la mejor opción.
Para llegar a ser como Daniel, debemos comprometernos a obedecer al Señor y a valernos siempre de la Palabra de Dios para tomar decisiones. Después, cuando vengan los desafíos, tendremos valentía para obedecer los preceptos del Señor
Atlanta, Georgia 30340-3604 | Tel: 1-800-303-0033
miércoles, 18 de marzo de 2015
Trabajo en equipo
por John C. Maxwell
Los grandes desafíos demandan un gran trabajo de equipo y la cualidad que más se necesita entre los compañeros de equipo en medio de la presión de un reto difícil es la colaboración. Note que no dije «cooperación» porque la colaboración es más que eso. Cooperación es trabajar juntos placenteramente. Colaboración es trabajar juntos agresivamente. Los miembros colaboradores de un equipo hacen más que sim- plemente trabajar unos con otros. Cada persona trae algo a la mesa que añade valor a la relación y sinergia al equipo. La suma de un trabajo de equipo hecho realmente en colaboración es siempre mayor que sus partes.
Convertirse en un jugador que colabore con el equipo requiere un cambio de enfoque en cuatro áreas:
1. Percepción: Vea a sus compañeros como colaboradores, no como competidores
Fíjese en cualquier equipo y podrá ver el potencial para la competencia. Los hermanos se pelean por conseguir la atención paterna. Los trabajadores compiten por aumentos de sueldo y ascensos. Los jugadores se esfuerzan por comenzar el juego y no quedarse en la banca porque todos tienen esperan- zas, metas y sueños que quieren alcanzar. Pero para los miembros que colaboran, ayudarse unos a otros es más importante que competir unos contra otros. Se conciben como una unidad trabajando juntos y no permiten que la competencia entre ellos dañe al equipo entero.
2. Actitud: Apoye a sus compañeros en lugar de sospechar de ellos
Hay personas que se preocupan tanto por sus intereses que sospechan de todo el mundo, incluyendo sus compañeros de equipo. Pero adoptar la actitud de completar la tarea y no competir con sus compañeros es posible sólo si deja de sospechar de los demás y se transforma en alguien que apoye.
Es cuestión de actitud. Esto significa asumir que los motivos de las demás personas son buenos mientras no se pruebe lo contrario. Si usted confía en la gente, los va a tratar mejor, y si los trata mejor, ambos estarán en mejores condiciones de crear una relación de colaboración.
3. Enfoque: Concéntrese en el equipo, no en usted
Como parte de un equipo, por lo general hará una de dos preguntas cuando ocurra algo: «¿Cómo me beneficia esto?» o «¿Cómo beneficia esto a mi equipo?» Donde ponga su atención dirá mucho sobre si compite con otros o los complementa. El escritor Cavett Roberts lo dice de esta manera: «El verdadero progreso en cualquier campo es una carrera de relevo y no una carrera individual».
Si se enfoca en el equipo y no sólo en usted, podrá pasar el batón cuando sea necesario en lugar de tratar de comple- tar la carrera solo.
4. Resultados: Cree la victoria a través de la multiplicación
Cuando trabaja junto a sus compañeros de equipo puede hacer cosas muy importantes. Si trabaja solo, se le quedan muchas victorias sobre la mesa. La colaboración tiene un efecto multiplicador en todo lo que hace porque libera y perfecciona no sólo sus habilidades sino las de los miembros de su equipo.
¿Es usted una persona colaboradora? Quizás no esté traba- jando contra el equipo, pero eso no significa necesariamente que esté trabajando para él. ¿Aporta colaboración y añade va- lor a sus compañeros de equipo aun cuando sean personas que no le simpatizan totalmente? ¿Ayuda a multiplicar los esfuerzos de los demás? ¿O el equipo se hace lento y menos eficaz cuando usted participa? Si no está seguro de las respuestas, hable con sus compañeros de equipo.
Extracto del libro 17 Cualidades esenciales de un jugador de equipo que están por John C. Maxwell (9780881137378 ) ©2008 por Grupo Nelson. Usado con permiso de Grupo Nelson.
EL NOMBRE
- Cuando Jacob luchó con el hombre en Peniel (una manifestación de Dios), él pidió, Declárame ahora tu nombre. Dios no le dio a conocer Su nombre, pero sí le bendijo (Génesis 32:29).
- Manoa, el padre de Sansón, le preguntó al ángel de Jehová cuál era su nombre y recibió esta respuesta: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable? (Jueces 13:18).
- El profeta Agur preguntó acerca de Dios, ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? (Proverbios 30:4). El miraba al futuro, tratando de ver con qué nombre Dios se daría a conocer cuando Él apareciera como el Hijo.
- Zacarías profetizó que un tiempo vendría cuando Jehová sería el rey sobre toda la tierra, y En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre. (Zacarías 14:9).