ALEGORÍA Y TIPOLOGÍA
La interpretación bíblica está íntimamente vinculada a dos elementos: por un lado el texto a interpretar, por otro el intérprete que debe darle el significado. Ambas cosas no pueden desconectarse. Debe tenerse en cuenta que no se puede llegar a una comprensión profunda y correcta del texto sin un análisis exhaustivo que permita determinar lo que el autor quiso decir, cuando lo dijo y para quienes lo quería decir. En forma más sencilla, debe determinarse lo que el escritor pensaba y quiso comunicar. Cualquier otra forma de interpretación producirá efectos contrarios, distorsionando el mensaje y acomodándolo al criterio subjetivo del intérprete.
Como Palabra de Dios, la Biblia tiene una sola interpretación. Por tanto, la asistencia del Espíritu Santo para interpretar la Escritura es esencial (1 Co. 2: 10-12; 3:2, 3).
Todo intérprete bíblico ha de ser objetivo en la interpretación. Objetividad es la disposición para interpretar el texto desde la realidad del mismo sin influencia externa que condicione el criterio interpretativo. La subjetividad condiciona la interpretación. Nadie esta absolutamente libre de prejuicios personales, de ahí que el intérprete ha de hacer un gran esfuerzo personal, al acercarse al texto bíblico, para hacerlo sin condicionantes subjetivos, de manera que acceda al texto con la mayor neutralidad posible. Si las presuposiciones teológicas o filosóficas se convierten en árbitros de la interpretación, peligran decididamente las conclusiones del intérprete. El racionalismo produce intérpretes que niegan todo lo sobrenatural, relegándolo a la condición de leyenda, pero el dogmatismo interpreta la Escritura buscando en ella la sustentación de sus concepciones teológicas o religiosas. El intérprete está condicionado por aspectos filosóficos, históricos, teológicos o psicológicos, personales que le condicionan, en alguna medida para una aceptación del texto y su mensaje sin condicionantes. El único condicionante que el intérprete debe tener es la propia Escritura, en una armonización general del texto bíblico y su interpretación. Es condición esencial del intérprete bíblico interesarse por alcanzar mayor conocimiento de la verdad revelada.
Interpretar, o interpretación es dar el significado del pasaje conforme a lo que el autor tuvo en mente cuando lo escribió y para quienes lo hizo. Dejando a un lado la historia de la interpretación que necesariamente tendría que ser considerada desde los tiempos de Israel, especialmente a partir del retomo de cautiverio de Babilonia, pasando luego por la patrística de la Iglesia, luego por el tiempo de la edad media, siguiendo por el resurgir interpretativo en la Reforma, para concluir con los sistemas liberales del modernismo, cosa que excede al tema de este excursus, pasamos a considerar brevemente el sistema de interpretación alegórica.
Alegoría.
El sistema alegórico, llamado también en la interpretación bíblica, alegórico-místico, es el que busca un significado oculto diferente al propio que las palabras indican. Consideran los partidarios de este método que toda la Biblia es una sucesión de alegorías que ocultan las enseñanzas espirituales, que han de ser descubiertas por el intérprete. Históricamente los creyentes de Alejandría ante ciertas aparentes dificultades en la interpretación de la Escritura, recurrieron a este método frente a los gentiles cultos de entonces. Aunque el sistema tuvo sus opositores en Antioquía, pero el método ha influenciado en la interpretación a lo largo de la historia, especialmente en tiempos de la edad media. Actualmente algunos que emplean el método lo hacen con el pretexto de eliminar lo que consideran contradicciones científicas que aparecen en la Biblia. En la medida que se considera de poco valor la literalidad del texto bíblico y se coloca a un lado, no existe la necesidad de cuidar por su exactitud histórica. El peligro de este método es que la interpretación queda a juicio del intérprete, por lo que la Biblia puede decir lo que al intérprete le interese que diga.
Aunque no se considere correcto el método alegórico, no impide reconocer alegorías en el texto bíblico, como es el caso de la utilización histórica de Agar, Sara y Jerusalén, que el apóstol aplica en el pasaje que se ha estudiado (4:24 ss.).
Las palabras, en el lenguaje escrito, deben interpretarse literalmente. Normalmente en la lectura habitual nadie busca un significado oculto tras la literalidad del texto. Sin embargo, en cualquier pasaje escrito, bien sea de alta calidad literaria, como de una mas elemental, hay expresiones que no pueden tomarse al pie de la letra, porque carecerían de significado. Cuando se lee una expresión como esta: se abrió la puerta del buen tiempo, nadie pretende entender que una puerta, literalmente hablando, fue abierta por alguien para que por ella entrara el buen tiempo. Es una expresión literaria que da podría expresarse como ya comenzó el' buen tiempo. El lenguaje figurado forma parte natural del modo de expresión. Así es habitual decir que una persona está en las nubes, para decir que está despistado.
Tal sistema de expresión ocurre en todos los idiomas del mundo, incluidos los que fueron utilizados para escribir la Biblia. Una palabra tiene sentido figurado cuando expresa una idea diferente a la que tiene en su sentido literal. A las figuras del lenguaje se les da el nombre de tropos, como · traducción literal de la voz griega que significa vuelta o cambio. Este modo de lenguaje enriquece notablemente la expresión idiomática y es una forma habitual para hablar o escribir. De la misma manera para dar un mayor significado a las expresiones, suele recurrirse con frecuencia a establecer comparaciones o analogías, que hacen fácilmente comprensibles las ideas que se desean comunicar.En relación con el lenguaje figurado en la Biblia, escribe J. M. Martínez:
"La inmensa mayoría de las figuras del lenguaje que hallamos en la Escritura están tomadas del entorno del autor. Los profetas del Antiguo Testamento recurren una y otra vez a los elementos pictóricos de su mundo, tanto los referidos a la naturaleza como los relativos a las mil y una actividades humanas. Todo se convertía en fuente de ilustración; todo enriquecía y vigorizaba ·el lenguaje como convenía en la comunicación de un mensaje que frecuentemente entrañaba decisiones de vida o muerte. En el Nuevo Testamento también abundan los tropos derivados del contexto existencial. Jesús mismo fue verdadero maestro en el uso de este material.
Dejando a un lado sus parábolas... podemos recordar sus múltiples alusiones a seres del mundo animal (zorras, camellos, ovejas, gorriones, peces, escorpiones, etc.), del reino vegetal (lirios, cañas, higueras, etc.), del mundo inanimado (señales meteorológicas, relámpagos, piedras, polvo), de las actividades laborales (siembra, siega, tirilla, pastoreo, construcción, administración), de las relaciones familiares (entre padres e hijos, entre esposos, entre amigos, etc.), de los objetos más usuales (lámpara, vestido, comida, sal, agua, etc.), de la esfera política (reyes, gobernadores, reinos en conflicto). La enumeración podríamos prolongarla aun bastante más. Y la impresión que nos produce ese casi constante uso que Jesús hace de las imágenes del mundo exterior es que, con toda naturalidad, su mensaje es comunicado no mediante proposiciones abstractas, sino mediante un lenguaje enraizado en la vida cotidiana de sus oyentes. Pero precisamente a causa del hondo contenido vital del habla de Jesús es indispensable captar no sólo la belleza retórica de sus figuras, sino las sublimes verdades que en ellas se atesoran y que posiblemente nos pasarían desapercibidas de haber sido expuestas de manera menos pictórica. Algo parecido podemos decir respecto al lenguaje.figurado de toda la Biblia".
Dentro de las llamadas figuras compuestas, está la alegoría, que es una ficción mediante la cual una cosa representa o significa otra diferente. Habitualmente es una sucesión de metáforas establecidas a modo de narración, de cuyo significado literal se prescinde. Su característica principal radica en la multiplicidad de sus aplicaciones.
A modo de ejemplo se puede citar la alegoría del Buen Pastor (Jn. 10:7-18), en donde se aprecia la combinación de las metáforas que la forman. Así están presentes el pastor, las ovejas, el rebaño, los ladrones y salteadores, los asalariados. Todas estas metáforas tiene un significado diferente: El Pastor es Cristo; las ovejas son los discípulos; los ladrones y asalariados, los falsos maestros y guías religiosos de Israel.
Cabe mencionar aquí alegorías destacables : La viña de Egipto (Sal. 80); los días malos de la ancianidad (Ecl. 12:3-7); la puerta y el pastor (Jn. 1O:1-16); la vid y los pámpanos (Jn. 15:1-16); la peregrinación por el desierto (1 Co. 10:1-12); Agar y Sara (Gá. 4:21:31); la responsabilidad en la edificación (1 Co. 3:10-15); la nueva pascua (1 Co. 5:5-8); la armadura del cristiano (Ef. 6: 11-17). Una mención especial, por indicarlo el propio texto es la que se ha considerado de Agar y Sara en la Epístola.
Para interpretar una alegoría debe tenerse en cuenta la diferencia entre alegoría y alegorización. La primera es una figura del lenguaje, mientras que la segunda es un método de interpretación mediante el cual el intérprete da arbitrariamente el significado a un texto, apartándose del pensamiento y propósito del autor. La interpretación de las alegorías no es siempre sencillo. A modo de ejemplo Eclesiastés 12:3-7, en donde la mayoría de los intérpretes están de acuerdo en el sentido de las metáforas que la forman, de modo que los guardas de la casa, se entiende como referencia a los brazos del hombre; los hombres fuertes, representan las piernas; los que miran por las ventanas, apuntan a los ojos; las puertas de afuera, señalan a los oídos. Sin embargo, el problema principal está en el sentido que debe dársele al interpretar el v. 6, si tiene un sentido individual o uno general, y en estas opciones cual es el significado.
Para encontrar el significado y, por tanto el sentido de una alegoría, hay que prestar atención a algunos aspectos. Determinar los lectores o los oyentes originales y las circunstancias que les rodeaban. Atender al contexto histórico general. Determinar el propósito del autor. Hacer una distinción entre las metáforas esenciales que deben ser interpretadas y las secundarias, como elementos complementarios a la narración y, por tanto, sin interpretación específica.
En el caso concreto de la alegoría que Pablo utiliza en el capítulo, se ha considerado que, aunque no deja de ser alegoría y él mismo lo indica, no puede dejar de considerarse como una interpretación tipológica de un acontecimiento histórico.
La revelación de Dios en la Palabra no sólo se expresa a modo de conceptos y verdades directamente enunciadas, sino que también ocurre por medio de hechos. Algunos de ellos representan realidades futuras que se producirían en un momento preciso. Es necesario descubrir el carácter típico o simbólico de ellos para conocer la revelación que Dios quiso dar por su medio.
Es evidente la importancia del estudio de la simbología bíblica. Desconocer el significado tipológico del Antiguo Testamento impide apreciar la dimensión de muchas de las doctrinas del Nuevo Testamento, ya que como dice Anderson, "la tipología del Antiguo Testamento es el alfabeto del lenguaje en que están escritas las doctrinas del Nuevo Testamento". El estudio de la tipología bíblica no es del interés de algunos, aduciendo que es algo dificultoso en cuanto a comprensión, para encubrir con ello una cierta desidia a la hora de estudiar la Palabra. No cabe duda que el estudio de la tipología demanda esfuerzo, pero sobre todo, oración y dedicación. Sin embargo, los resultados son magníficos, al entender sus ricas enseñanzas que permiten una mejor comprensión de los detalles doctrinales de las realidades del Nuevo Testamento.
La Escritura define los tipos como "sombra de lo que ha de venir" (Col. 2: 17). Es evidente que la sombra se produce cuando la luz incide en el cuerpo que la proyecta, por tanto en el Antiguo Testamento aparece la sombra de las realidades que se revelan en el Nuevo. Los tipos y símbolos son lecciones objetivas por las cuales Dios revela aspectos de su obra y gloria. Es, pues, preciso dedicarles la atención y el estudio que requiere todo lo relativo a la revelación de Dios.
La relación entre los tipos y símbolos como figuras del lenguaje, los tropos considerados y los otros modos del lenguaje figurado, está en que tanto unos como otros expresan algo distinto de lo que se entiende en su sentido literal. Por otro lado, si el lenguaje figurado de la Biblia, es semejante a las otras figuras de cualquier otro escrito no bíblico, la tipología bíblica es radicalmente distinta, porque no queda al arbitrio del intérprete determinar cual es, sino que surgen básicamente de indicciones contenidas en la misma Palabra.
Tipología bíblica.
Tipo es una representación o ilustración, divinamente establecida, mediante personas, lugares, objetos, oficios, instituciones o sucesos, preparados para configurar una realidad espiritual futura.
El tipo es una figura que fue preparada por Dios para configurar algo, no sólo una ilustración apta. El tipo bíblico debe determinarse mediante un texto que lo afirme. En el caso concreto del sentido que le da Pablo a parte de la historia de Agar y Sara, se entiende como un tipo porque el mismo apóstol lo indica en el texto al llamarle alegoría. A cada tipo corresponde la realidad que se denomina antitipo. De esa manera Agar es figura de los que dan hijos para la esclavitud debido a someterlos a la ley, mientras que Sara es figura o tipo, de quien genera hijos para libertad porque son hijos de la promesa, esto es, del Espíritu y no de la carne.
Las conexiones (entre el tipo y el antitipo) no se efectúan arbitrariamente. No son, como en la interpretación alegórica, producto de la fantasía. Corresponden al desarrollo de la revelación progresiva y tienen su fundamento en Dios mismo, quien dispuso los elementos típicos del Antiguo Testamento de modo que entrañaran y prefiguraran las realidades que se manifestarían en la época novotestamentaria.
Características esenciales.
Tanto el tipo como el antitipo son realidades históricas que se corresponden. El tipo debe ser correspondido por la realidad del antitipo, para no convertir la tipología en mera ilustración o alegorización. El tipo no prefigura algo contrario a su propia condición. Así Jonás es tipo de Cristo, pero la relación tipológica entre ambos es tan sólo lo relativo a la permanencia del profeta en vientre del gran pez tres días y tres noches, equivalente al tiempo de la sepultura de Jesús (Mt. 12:40). Los otros aspectos de la vida de Jonás no tienen nada que ver con la realidad de la persona y obra de Jesucristo.
El tipo tiene siempre un carácter predictivo y descriptivo. Es "sombra de lo que ha de venir" (Col. 2:17; He. 10:1). El tipo describe siempre rasgos que se hacen claramente apreciables en el antitipo. A modo de ejemplo: los sacrificios del Antiguo Testamento preanuncian el de Cristo, señalando algunas de sus cualidades esenciales: Su carácter purificador (He. 9: 13-14);
Su eficacia para la remisión de pecados y consiguientes disfrute de la herencia divina (He. 9:15); Su valor para una obra de mediación (He. 9:24- 25).
Los tipos respaldados por el Nuevo Testamento, se refieren a aspectos de la Persona y obra de Jesucristo. Esto debe evitar la búsqueda de tipología en el Antiguo Testamento en elementos que no pueden considerarse como tales. Una tipología que esté interesada en pormenores sin importancia no se ajusta al espíritu de la tipología del Nuevo Testamento.
En todo tipo debe distinguirse entre lo principal y lo accesorio. Si el tipo está formado por un todo, no debe intuirse que cada una de las partes que lo integran tienen también significado tipológico.
Escribe J. M. Martínez: "Uno de los ejemplos más claros es el tabernáculo israelita. Globalmente, al igual que algunos de los objetos en él contenidos, es evidentemente típico; pero ver en cada uno de los materiales, en cada una de las medidas y en cada uno de los colores el tipo de alguna realidad superior sería traspasar los límites de una tipología sensata".
El tipo está determinado por Dios mismo. No corresponde al intérprete determinar lo que es un tipo y lo que no lo es.
Niveles de la tipología bíblica.
Tipos expresamente manifestados. Son aquellos que la misma Escritura los identifica sin reservas, como ocurre con Adán (Ro. 5:14), o con el tabernáculo (He. 9:24). Por tanto, son aquellos que expresamente se usan para referirse a aspectos concretos de la Persona y obra de Jesucristo, aún sin indicarlo formalmente, como ocurre con la pascua israelita (Le. 22: 14-20); Melquisedec (He. 7: 1-3).
Tipos probables. Son aquellos que sin expresarlo directamente la Escritura, pueden relacionarse con notoria seguridad con alguna realidad del Nuevo Testamento. Así podría considerarse el sacrificio no consumado de Isaac, como tipo del de Cristo (Gn. 22: 1-8).
Tipos dudosos. Son aquellos que pudieran representar alguna realidad del Nuevo Testamento pero que, ni tienen referencia expresa, ni una inequívoca relación. Así ocurre si se toma al criado de Abraham como tipo del Espíritu Santo y a Rebeca como tipo de la Iglesia (Gn. 24). Es necesario hacer una clara distinción entre tipo e ilustración.
Clases de tipos.
Personales. Cuando el tipo se establece en una persona. Como ocurre con Adán como tipo de Cristo, en cuanto a cabeza de una raza (Ro. 5:14,19; 1 Co. 15:45); Abraham tipo de las personas que son justificadas por fe (Gn. 15:6; Ro. 4:3; Gá. 3:6); Abraham e Isaac (He. 11:17-19); Melquisedec tipo de Cristo como sacerdote (He. 7:1-13, 15-17); Moisés tipo de Cristo en su fidelidad con la casa de Dios (He. 3:2-6), igualmente en su oficio profético (Dt. 18: 15,18; Hch. 3:22; 7:37); Josué tipo de Cristo como dador del reposo (Mt. 11 :28, 29; He. 4:8 , 9), en sí mismo (Jos. 1: 15; He. 4:8); David (Is. 55:3 Hch. 2:25-32); Salomón tipo de Cristo como rey y en su relación con Dios (2 S. 7:12-14; He. 1:5); Jonás (Mt. 12:40). En este mismo grupo debe introducirse las personas de Agar y Sara, consideradas en este capítulo.
Materiales. Cuando el tipo se establece sobre diversos objetos. Así ocurre con el Tabernáculo israelita, tipo del Hijo de Dios encarnado, que puso su tienda entre los hombres (Jn.1:14); lugares y aspectos del tabernáculo, como el lugar santísimo como tipo del cielo (He. 9: 12, 24), la sangre de los sacrificios tipo de la sangre expiatoria de Cristo (He. 9: 13-22); el maná, tipo de Cristo en su poder vivificador (Jn. 6:32-35).
Institucionales. Son los tipos establecidos sobre asuntos institucionales. De este modo el sábado como tipo del descanso de los creyentes (He. 4:4-9); La pascua como tipo de la institución de la cena del Señor (Mt. 26: 17-29; Mr. 14: 12-25 ; Le. 22:7-32).
Históricos. Son los tipos establecidos sobre acontecimientos históricos. Por ejemplo, el éxodo de los israelitas como tipo de la liberación del pecado en razón de la obra de Cristo (Ro. 6:17-18; Gá. 5:1; 1 P. 1:17-19); la colocación de la serpiente de bronce, como tipo de la crucifixión del Señor (Jn. 3:14); los acontecimientos históricos de Israel en el desierto, como tipos de lo que debe ser evitado en la vida cristiana (1 Co. 1O:11); el diluvio, como tipo del bautismo (1 P . 3:20-21).
Modo de interpretar los tipos.
Primero es necesario seleccionar todos los pasajes del Nuevo Testamento que hagan alusión al tipo en cuestión. Seguidamente deben establecerse todos los puntos que se cumplan en el antitipo. Debe tenerse muy en cuenta no atribuir al tipo más de lo que realmente prefigure. Es necesario también determinar el contenido del tipo a la luz del Nuevo Testamento. Valga el ejemplo práctico de detallar el tipo que representa la serpiente de bronce en relación con la obra de Cristo.
Tipo.
Números 21:4-9.
- El pueblo pecó contra Dios y Moisés.
- Las serpientes muerden al pueblo y muchos murieron.
- El pueblo confesó sus pecados. Moisés oró por el pueblo.
- Dios mandó hacer una serpiente de bronce.
- Dios prometió saludo por mirar a la serpiente.
- Moisés obedeció levantando la serpiente.
- Todo el que miraba la serpiente era salvo.
Antitipo.
Juan 3:14-15.
- Todos pecaron (Ro. 3:23).
- El pecado pasó a todos (Ro. 5: 12).
- Necesidad de volver a Dios (Mr. 1: 15). Jesús intercede por nosotros (He. 7:25).
- Dios constituyó a Cristo como sacrificio por el pecado (2 Co. 5:21).
- La mirada de fe a Cristo para salvación (Jn. 3:16).
- El Hijo del hombre sería levantado (Jn. 3:14).
- Todo aquel que cree es salvo (Jn. 3:15, 16).
A la vista del pasaje de Gálatas, es necesario entender que la alegoría que Pablo utiliza es más bien un tipo que se cumple plenamente en el antitipo del Nuevo Testamento, como se ha considerado en el comentario.
Samuel Pérez Millos, COMENT ARIO EXEGETICO AL TEXTO GRIEGO DEL NUEVO TEST AMENTO GALATAS, 2013 EDITORIAL CLIE