Jesús y los demonios
Hno Álvaro Torres Forero. Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Bucaramanga, año 2000. Estudios distritales para pastores.
Cuando Jesús comenzó a predicar el evangelio, en ese primer capítulo de Marcos, que ojalá usted lo lea despacio en su casa, completo. Arranca Cristo predicando el evangelio, y en seguida le salió el diablo al encuentro.
"Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu impuro, que gritó"
No es verdad que todas las personas del mundo tienen espíritus inmundos. Eso no es cierto. Pero ahí había uno que sí tenía.
"No te metas conmigo que te voy a ganar la pelea", no señor, los demonios saben lo que dicen. No estaban ahí frente a cualquier predicadorcito, por ahí sin en Espíritu Santo.
"¿Qué tienes con nosotros Jesús nazareno? ¿Has venido para entretenernos?" ¡Hay poder en Jesús! No hermano, qué entretención ni qué juego, esto es en serio. Fíjese en la palabra que usa, porque los demonios sabían a qué había venido Cristo. No había venido solo a vencerlos, la palabra destruir es grave. "Has venido a destruirnos".
—¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios.
Ellos saben quién es Jesús. Fíjese usted la reacción de ese espíritu inmundo al estar en la presencia de Jesús. ¿Jesucristo ha cambiado? ¿Él está en nosotros? ¿Sí o no? Entonces saque conclusiones, porque se dicen muchas cosas, y con una vehemencia, con una hilación de pensamientos que parecen verdad; pero no, es que la Biblia dice lo que dice y nosotros tenemos que tener nuestra doctrina es fundamentada en la Palabra. Ahí no hay más nada. Ni lo que usted haya sentido, ni lo que yo haya sentido. Porque las experiencias son muy subjetivas.
¡Sé quién eres: el Santo de Dios! Pero Jesús, dijo "uy! Ya me molestó este demonio Dios mío, qué hago yo con este demonio por aquí, ya me echó a perder el culto." Ese no es el Cristo que nosotros conocemos. El Cristo que nosotros conocemos no le pide excusas a nadie.
"¡Cállate!" Y ya, eso fue todo lo que dijo. "¡Cállate!" y ¿qué dijo el demonio? "¡Pues no me callo!" Eso da risa, cuando Jesús habla la cosa es seria. Repito, cuando Jesús habla la cosa es seria.
Esas otras cosas las hemos inventado nosotros, pero no la Palabra de Dios. Un día que hubo un problema de los discípulo con un endemoniado, con un hombre del que no pudieron echar fuera un demonio, Cristo no los alabó por eso, les dijo "ustedes sí son incrédulos. ¡Hombres de poca fe!" Eso no debe suceder. No debe suceder. Eso sucedió porque no estaban en las condiciones que debieron estar, sobre todo no creían. Hombres de poca fe.
El verso 32 dice "Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados". Así que las enfermedades no siempre son demonios, había enfermos y endemoniados. "Toda la ciudad se agolpó a la puerta. 34 Y sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque lo conocían." Es decir, que lo demonios no hablan cuando quieran.
Yo quisiera que usted tuviese cuidado cuando ora, porque es que a veces uno ora: "¡Espíritu de enfermedad, sal fuera!" ¿Cuántas veces Cristo dijo eso? Entonces tenga cuidado.
Porque por ahí dicen que todas las enfermedades son demonios, y no son. Algunas son, entonces el ministro eso es lo que debe saber. Debe estar lleno del Espíritu Santo para tener discernimiento.
Pero usted ¿cómo le va a decir a un hermano lleno del Espíritu Santo disque "¡espíritu de enfermedad, sal de él!"? Eso es ser uno atrevido. El Espíritu Santo está ahí.
Pero algunas enfermedades sí son dadas por algunos demonios. Algunas, por eso seguiremos echando fuera los demonios claro que sí.
Pero no los invente, no les invite, no los mande traer. Échelos.
¡Sé quién eres: el Santo de Dios! Así que muchos endemoniados venían donde él y él los echaba.
La Biblia dice, y seguramente uno lo ha oído, que si el hombre fuerte toma sus presos los amarra y los tiene cautivos ¿hasta cuando? Hasta que llega uno más fuerte que él.
Y ese más fuerte que él ¿qué es lo que hace primero? Escuche bien esto en el temor de Dios.
Si estas cuatrocientas o quinientas personas que estamos acá verdad hemos sido liberadas de satanás, que era el hombre fuerte que nos tenía cautivos, ésta sola congregación aquí presente
sería suficiente para saber que el hombre más fuerte ató al fuerte que nos tenía cautivos.
Saque conclusiones. ¡Por favor! Saque concusiones. Tenemos que salir de aquí con la convicción de que no hay fuerza que nos detenga, no nos va a parar nadie a nosotros.
Pero es que aveces es el miedo con el que salimos "Uy! Dios mío". ¡No! Relájese, que cuando el hombre fuerte tenía a sus cautivos llega otro más fuerte. Cristo no vino aquí a dejar las cosas como estaban, él vino a cambiarlas. Vino a cambiar los asuntos que estaban en problemas Y lo que él cambió, cambiado está.
A veces uno toma las Escrituras y unos pasajes los interpreta mal y otros los lee incompletos. Por ejemplo, uno dice "porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados y potestades en las regiones celestes, por tanto tomad toda la armadura de Dios". ¿Entonces? ¿Por qué estamos diciendo que para vencer el mal hay que hacer otra cosa? Eso es lo que dice la Biblia, tenemos que vestirnos de toda la armadura de Dios.
Algunos dicen, "Ahí vamos, luchando, y luchando, y luchando". ¿Eso es lo que dice su Biblia?
"Para que habiendo acabado todo estéis firmes". ¿Qué cuento de armadura desgastada? Yo no me puedo tragar esa frase. Quizás el escritor se refiere al estado de ánimo, que uno como que se siente cansado después de la lucha. Pero esa es una sensación del ánimo. Pero la armadura que nosotros tenemos no se desgasta, no se puede desgastar, pues ella es la que nos va a garantizar el éxito en el momento final, ¿cómo se va a desgastar? entonces quedamos sin nada. La armadura la hizo Dios y me dijo "póngasela hijo mío y pase por donde sea que no se desgasta, y cuando termine todo estará usted firme!"
El hombre más fuerte llegó y trajo un cambio radical.
La Biblia nos enseña que los demonios se le sujetaban. Él anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quitó de en medio clavándola en la cruz. Y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Col 2:14–15).
La Biblia dice que él triunfó sobre los demonios en la cruz. Jesucristo los exhibió públicamente y triunfó sobre ellos. Si el diablo se hubiera imaginado que precisamente la muerte de Cristo sería su triunfo, seguro que le pone alrededor unos cuarenta demonios para que fueran sus guardaespaldas y se aseguraran de que no muriera.
Porque si lo hubieran conocido, jamás hubiesen crucificado al Señor de la Gloria. Él era el Señor de Gloria.
Así que el secreto de Cristo era la muerte. Muchos no entienden ese versículo del misterio de Dios El Padre y de Cristo, porque ellos creen que se refiere a dos personas. Por desgracia la traducción Reina Valera no ha sido muy clara, pero es que el arma secreta de Dios el Padre era Cristo, la forma humana de Dios era el arma secreta que el diablo no conocía. Y si él la hubiera conocido seguramente hubiera dicho "no lo toquen que es una bomba de tiempo". El diablo activó esa mina y lo que estaba en Cristo se liberó. Así que tenemos una vida cristiana victoriosa. La victoria de Cristo fue total. "Triunfo sobre ellos en la cruz". Cristo no vino a experimentar. "El sacó a la luz la Vida y la inmortalidad por el evangelio". Así que el triunfo de Cristo es total.
Cualquier doctrina, religiosa o filosofóica, que disminuya en un ápice la doctrina de Cristo es diabólica.
El catolicismo no dice nada malo de Cristo, dice que Cristo murió por nuestros pecados, que Cristo resucitó. Pero fíjese la sutileza del diablo, se enseña que Cristo murió por la culpa, pero no por la pena. Dice que Cristo murió por el pasado de Adán, pero no sufrió el castigo por ese pecado merecía, por lo que hay que irse hasta el purgatorio a terminar de pagar. Eso hace incompleta la obra de Cristo y por eso es diabólica.
Cualquier doctrina que disminuya lo que Cristo hizo es una enseñanza diabólica, pues Cristo hizo su obra perfecta y "con una sola ofrenda hizo perfecto para siempre a los santificados".
No hay ninguna doctrina, aunque hable bonito de Cristo, como los trinitarios que creen que Cristo es divino, pero que no es el único divino, eso es diabólico. Esa es la sutileza del diablo.
Cristo estableció su nombre. Triunfó sobre sobre los demonios. Ese nombre triunfante de Jesús conquistó todo.
Le ha sido dado un nombre que es sobre todo nombre, mencione cualquiera, Belzebú, Jesús está por encima. La serpiente antigua, Jesús está por encima. Principe de las tinieblas, Jesús está por encima.
En el trono está sentado uno que es soberano.
Una vez en Montreal uno de los grandes teleevangelistas leyó Marcos 16, y uno de la congregación se puso en pie y le hizo una pregunta:
-Pastor, ¿usted de verdad cree lo que dice ahí?
-Claro que sí , yo lo creo.
-Porque pastor, yo soy abogado, y lo que usted acaba de leer el Marcos 16 no es otra cosa que un PODER, un documento jurídico que le autoriza al creyente a actuar en el nombre de Jesús en toda amplitud, como si el mismo Jesús estuviera presente allí haciendo las cosas.
-Precisamente eso es lo que ocurre.
Como los demonios están jerarquizados y están programados para reconocer la autoridad del superior, nosotros no actuamos en nombre propio, cuando nos enfrentamos a Satanás actuamos como una investidura, con un PODER, con una autorización, ni más ni menos que de aquel que en la cruz le dio una paliza al diablo que él jamás olvidará.
Dios no nos está haciendo pequeños dioses, nos está autorizando a hablar en nombre de Jesucristo. Y al actuar en su nombre, estamos actuando en nombre de Soberano.
Yo voy a la notaría a hacer una Escritura de una casa que estoy comparando a nombre de la Iglesia, y el notario me pregunta:
-¿Y usted quien es?
- Soy Fulano de Tal.
- Pero disculpe usted, solo puede comprar a nombre de la Iglesia el representante legal de ella, y usted no lo es. A menos que él le haga un poder.
- Ah ya. ¿Será este documento que tengo acá?
- A ver veamos… Sí señor, éste es un poder que lo autoriza a usted a comprar a nombre de la Iglesia.
Y ya! Se acabó la discusión. Si tener que gritar, sin tener que ponerme rojo haciendo fuerza, solo fue mostrar el documento y ya. Así son las cosas legales.
Cuando usted vaya a reprender un demonio, no se ponga a tratar de sacar una voz bien potente, se va quedar sin voz usted haciendo fuerza con su garganta. No hay necesidad de cantar 40 coros antes. No le ponga en énfasis en lo que no es. Le ponen el poder al pujo. Pero el poder está en el nombre de Jesús.
Pero es que a veces confundimos las cosas. Algunos piensan que el poder está en los sonidos. J, E, S, U, S, ¡Jesús! y se piensa que el sonido es lo que trae el poder, Y no es así. No depende del ruido, de la bulla que se haga.
Es por la fe en su nombre.
La unción imprime carácter, y en eso los católicos sí tiene algo de razón, porque ellos dicen que "la Ordenación Sacerdotal imprime carácter", es decir, que un hombre una vez ordenado eso ya no se le puede quitar, no se le puede rebajar la licencia. La Ordenación no es una licencia, es una unción, y eso no se puede quitar.
Así que cuando usted habla con unción, usted tiene el respaldo del cielo. Aunque a veces quien habla no ande muy bien, Dios los juzgará por eso. Porque los dones del Señor son sin arrepentimiento, irrevocables.
Somos ungidos de Dios, con esa unción debemos trabajar, que esa unción fluya.
La autoridad del nombre de Jesús no está en las cinco letras. Está en la investidura. Un nombre que está por encima de todos se ha sentado en a diestra de la majestad en las alturas.
¡Pero vemos a éste Jesús coronado de gloria y de honra! Es Rey de reyes y Señor de señores.
¡Hay poder, poder, sin igual poder en Jesús!
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