EL PROBLEMA DE LA CRÍTICA HUMANISTA
Los evangelios han sido firmemente discutidos por el sector crítico, que cuestiona su historicidad en muchos aspectos con el fin de desprestigiar la inerrancia bíblica y negar la inspiración plenaria de la Escritura. Sin embargo, a pesar de sus denodados esfuerzos, han sido incapaces de demostrar científicamente tal cuestionamiento. A lo largo del tiempo, los documentos históricos extrabíblicos encontrados han servido de segura confirmación, haciendo incuestionables los relatos sobre la vida y obra de Jesucristo registrados en ellos. Es verdad que la tradición ha llenado de leyendas aspectos atribuidos a Jesús que no pueden ser vinculados como complemento a lo que se encuentra en ellos.
El tema que se considera corresponde más bien a la bibliología, donde se trata con mayor amplitud. Sin embargo, puesto que la cristología descansa esencialmente en el texto bíblico, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, será bueno recordar algunos aspectos elementales sobre la llamada Alta crítica. La certeza de la inerrancia bíblica es asunto de capital importancia en el estudio de los distintos aspectos de la teología sistemática. El examen de los libros de la Escritura, autoría, datación, aceptación canónica, etc. es, sin duda, una necesidad para el estudioso de la Palabra. Por otro lado, el hecho de que no existan originales de ninguno de los sesenta y seis libros de la Biblia exige la investigación pormenorizada de las muchas copias que han llegado a nosotros, con algunas divergencias entre ellas; a este cotejo y selección de las copias consideradas como más fieles se dedica la llamada crítica textual. El término Alta crítica apareció por primera vez en el año 1787 en un escrito de Johann Gottfried Eichhorn. Este sistema somete a prueba todos los escritos bíblicos, buscando debilitar o cuestionar lo tradicionalmente aceptado por la Iglesia a lo largo de los siglos sobre autoría, datación, composición, en pos de una supuesta desmitificación de la Escritura, tratándola del mismo modo que cualquier otra obra literaria. Con todo, la Alta crítica no aguanta un análisis metodológico desprejuiciado en relación con sus conclusiones, teniendo en cuenta que su metodología está condicionada por una actitud negativa hacia todo lo que no sea lógico, marginando de cualquier conclusión positiva todo lo sobrenatural.
Es, en cierta medida, una expresión de lo que se llama actualmente posverdad, en las conclusiones que se alcanzan como probabilidades y son elevadas al rango de certeza o seguridad. La Alta crítica es la expresión más firme de la negación, sin que las propuestas que genera estén sustentadas en otra cosa que apreciaciones, probabilidades y suposiciones del técnico.
En relación con el Nuevo Testamento, base fundamental de la cristología, los escritos han sido aceptados como inspirados. Es cierto que alguno de ellos fue cuestionado en cuanto a su autoría, como la epístola a los Hebreos, llegando a la conclusión de que probablemente no sea del apóstol Pablo. De igual manera, Dionisio cuestionó la autoría de Apocalipsis por parte del apóstol Juan, apuntando a aspectos lingüísticos. Es sorprendente que ninguna crítica cuestionó los aspectos que la Alta Crítica cuestiona en el período de la patrística, lo que se extendió también a la época escolástica.
La Alta Crítica trató de manera puntual con las formas relacionadas con el Antiguo Testamento, debatiendo especialmente la autoria del Pentateuco. No obstante, uso otra metodología para el Nuevo Testamento, especulaciones filosóficas, con el fin de cuestionar asuntos de la fe cristiana, algo especialmente usado por los protestantes liberales.
El racionalismo alemán del s. XVIII descartó todo lo sobrenatural de los escritos del Nuevo Testamento y, por tanto, de forma especial, los milagros de Cristo. Se llegó a extremos tales como promover dudas sobre la ética de Jesús, como ocurre con las tesis de Reimarus (1694-1768). La progresión de las propuestas de los críticos condujo a cuestionar el origen de los escritos del Nuevo Testamento, considerándolos como simples obras literarias de las que hay que retirar toda cuestión relacionada con Dios mismo. Esto trajo como consecuencia que la autoridad e inerrancia de los evangelios quedo gravemente afectada. La Alta Crítica afirma que los relatos de los milagros de Jesús son el producto de la fantasía de los apóstoles que crearon hechos sobrenaturales que pueden y deben ser entendidos como resultado de causas naturales. Tales posicionamientos, contrarios a la realidad de los escritos del Nuevo Testamento, especialmente de los evangelios, condujo a una distinción hartamente peligrosa que presenta al Jesús de la historia, el verdadero Jesús humano, y al Jesús de la fe, que es el resultado de la fantasía de los apóstoles. La vida de Jesús fue abiertamente cuestionada sobre la base de que el Nuevo Testamento es el resultado de posiciones antagónicas entre judaísmo y cristianismo.
Las teorías de la Alta crítica fueron cuestionadas tanto por protestantes ortodoxos como por católicos, ocasionando un serio golpe contra el sistema liberal, representado por Baur, al insistir en el valor histórico de los evangelios y en la aceptación de las obras sobrenaturales que se encuentran en ellos. Sin embargo, esta corriente conservadora propone la dependencia de Mateo y Lucas del primer evangelio escrito - según ellos, el de Marcos. En cuanto al evangelio según Juan, la crítica propone que el autor no fue el apóstol, sino el presbítero, que escribió a principios del s. Il.
Sin embargo, aun cuestionando la autoría, el problema principal recae sobre el valor histórico del evangelio, presentado como un compendio de teología, pero no como una auténtica historia. Es fácil encontrar en el argumento de la Alta Crítica la idea de que la
teología contenida en este escrito es demasiado elaborada, lo que necesariamente exige un tiempo largo de reflexión que va más allá del tiempo de los sinópticos. A esta propuesta se puede argumentar que, con mucha seguridad, el evangelio según Juan debió haber sido el último de los escritos del apóstol y, probablemente, el último de los libros del Nuevo Testamento cronológicamente hablando. La crítica del texto bíblico es solo aceptable en cuanto a diferencias textuales y alternativas de lectura, lo que se conoce como Baja crítica, lejos de presupuestos racionalistas que desvían de la verdad revelada. Basten estas breves consideraciones a los efectos de entender la base bíblica de la cristología, especialmente en el apartado de cristología histórica.
[Samuel Pérez Millos, CRISTOLOGÍA, Barcelona, CLIE, 2023. 28-31]
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