EL MINISTERIO EN EL NUEVO TESTAMENTO
Justo C. Anderson
INTRODUCCIÓN ETIMOLÓGICA
La voz griega para "ministerio" es diakonia1248; es significativo que este término era en la época del NT, y sigue siendo así, la manera más adecuada de referirse inclusivamente a los funcionarios de la iglesia, y a sus obras realizadas. Cuando el apóstol Pablo, en sus epístolas más antiguas, habla de las varias funciones realizadas por los creyentes en las iglesias neotestamentarias (1 Cor. 12:4–30), las describe como "diversidad de ministerios". Se refiere a sí mismo y a otros obreros como "ministros", y a sus obras como "un ministerio de la reconciliación" (2 Cor. 3:6; 11:23; Col. 1:7, 25; 4:7; 2 Cor. 5:18; etc.). La carta a los Efesios, unos años más tarde, utiliza el mismo vocablo cuando resume la responsabilidad de los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores-maestros, a saber: "a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio …" (Efe. 4:12). La palabra "ministerio", en griego o en español, quiere decir sencillamente "servicio". Aun el apostolado, con toda su autoridad especial y única, es considerado como diakonia. Aunque pronto llegó a referirse a un oficio eclesiástico, diakonia jamás dejó de connotar su sentido original e inclusivo de servicio humilde. Aun en el día de hoy la palabra "ministro" es apta para indicar a un arzobispo, a un pastor humilde o a un humilde ujier en un templo.
EL PRINCIPIO BÁSICO
Mientras que las iglesias primitivas crecían y se organizaban para servir mejor, líderes dotados paulatinamente asumían la dirección del proceso. "Hay que recordar la correlación, únicamente cristiana, de los tres conceptos: liderazgo, servicio y dones; el liderazgo depende del servicio, y el servicio se hace posible por medio de los dones del Espíritu Santo que capacitan al creyente para servir a la comunidad", dice Thomas M. Lindsay. En otras palabras, el creciente número de oficios eclesiásticos seguían siendo formas de servicio (diakonia). Las diferencias básicas entre los oficios que surgieron en la iglesia primitiva eran funcionales, no vocacionales; porque en aquel entonces, como en el día de hoy, todos los creyentes tenían la vocación ministerial. Ante Dios no hay distinción entre clérigo y laico. El principio bíblico del sacerdocio del creyente es la base de todas las vocaciones. Los líderes de las iglesias primitivas fueron escogidos para servir a Dios y al prójimo; y al igual que su Señor, "no para ser servidos". Todos ellos—no importaban sus títulos: anciano, pastor, diácono, obispo, etc., todos términos neotestamentarios—compartían un ministerio común. La división de labores era un asunto de necesidad práctica, no una distinción de oficio eclesiástico. Por lo tanto, un examen del NT revela dos tipos de ministerio: el ministerio general de todos los creyentes, lo vocacional; y el ministerio oficial de algunos creyentes, lo funcional.
Este concepto del ministerio emana del famoso principio de la Reforma: el sacerdocio del creyente. Los evangélicos lo consideran de suma importancia, no porque Martín Lutero lo redescubrió en el siglo XVI, sino porque es netamente neotestamentario. El corolario colectivo de este principio personal es la democracia en la práctica y en las relaciones de la congregación local. Contra el sacerdotalismo católico romano de su día, Martín Lutero proclamó con denuedo el sacerdocio de todos los creyentes. Sin embargo, no lo llevó a cabo en la práctica. Según un profesor alemán, citado por Franklin Littell: "la miseria del Protestantismo alemán tiene sus raíces en el hecho de que las iglesias constituidas durante la Reforma eran iglesias dominadas por pastores. La misma iglesia que descubrió 'el sacerdocio de los creyentes' no ha podido fomentar un sentido de responsabilidad en los laicos".
Las iglesias evangélicas llevaron el principio a su conclusión lógica. Debido a este "sacerdocio" en el orden personal, la institución, la congregación local que agrupa a estos "sacerdotes", tendrá que ser democrática. La democracia y la autonomía caracterizan su gobierno. Una élite no debe existir en una congregación neotestamentaria. Todos los miembros tienen igualdad de vocación, pero diversidad de función. Todos son sacerdotes y ministros comunes; algunos son sacerdotes y ministros oficiales.
EL MINISTERIO COMÚN
En el sentido más estricto, todo creyente tiene vocación ministerial. "Vocación" significa llamamiento. El adjetivo "ministerial" se refiere esencialmente a la idea de servicio. Todo hijo de Dios es llamado para servir. No hay lugar para los haraganes en el reino de Dios. Todos tienen algún ministerio que desempeñar. Pero no todos somos llamados a servir de la misma manera. Como dijo Pablo a los corintios: "a cada cual le es dada la manifestación del Espíritu para provecho mutuo" (1 Cor. 12:7). Es decir, cada creyente tiene alguna capacidad para servir a los demás (1 Ped. 4:10, 11), pero no todos hemos de servir de la misma manera, pues "hay diversidad de ministerios" (1 Cor. 12:5). Como lo expresó el mismo Apóstol en su carta a los romanos: "todos los miembros no tienen la misma función" (Rom. 12:4). Esta verdad tan clara en el NT es malentendida, y generalmente descuidada, en una gran parte de las iglesias locales de la cristiandad. El clericalismo ha llegado a dominar la mayoría de las denominaciones cristianas, incluyendo a los bautistas. Los laicos, a veces no sienten la obligación de servir al Señor; piensan que el servicio cristiano es el deber del ministro oficial. Mientras tanto, como resultado de este malentendido, los ministros oficiales tratan de hacer todo. No se dan cuenta de que su deber es ser el entrenador técnico de un equipo de creyentes laicos y no un jugador solo en la cancha del ministerio cristiano. Es imprescindible captar de nuevo la enseñanza sobre el ministerio común y general del NT, y su relación precisa a los ministros oficiales de la congregación local. Todos los creyentes son ministros generales; algunos son ministros oficiales.
EL MINISTERIO OFICIAL
Dentro de esta "diversidad de ministerios" que el Señor ha colocado en su iglesia existe uno que reviste características especiales. Por falta de un nombre mejor, y para distinguirlo del servicio común de todos los creyentes, se llamará el ministerio "oficial". Varios pasajes neotestamentarios se refieren a este ministerio, entre ellos Efesios 4:8, 11. Ahí los hombres que desempeñan tal ministerio reciben "dones especiales" del Cristo resucitado, y su función es designada como la de apóstoles, profetas, evangelistas y pastores-maestros.
¿Cuál es la característica distintiva de este ministerio "oficial"? ¿Qué caracteriza a este ministerio que ha de ser a la vez apostólico, profético, evangelístico y pastoral? Dos pasajes del NT tratan el tema: Hechos 6:4: "Y nosotros continuaremos en la oración y en el ministerio de la palabra". Después de nombrar a los siete, los apóstoles describen dos funciones del ministerio oficial: adoración y predicación. Primera Timoteo 4:13–15: "Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, en la exhortación y en la enseñanza. No descuides el don que está en ti, que te ha sido dado por medio de profecía, con la imposición de las manos del concilio de ancianos. Dedícate a estas cosas; ocúpate en ellas, para que tu progreso sea manifiesto a todos".
Pablo y los apóstoles de ninguna manera querían decir que hay creyentes que no deben leer las Escrituras en público, exhortar, orar, predicar o enseñar si sus dones los capacitaban para ello. Pero lo que sí querían decir era que un hombre llamado de Dios, como lo era Timoteo, debía dedicarse en forma especial a estos deberes. Debían ser para él la pasión dominante de su vida. Por eso, lo que distingue al ministerio "oficial" del ministerio "común" no es tanto la clase de trabajo que ha de ser efectuado, como la medida en que la persona ha de ocuparse en él. En cuanto pueda, todo creyente tiene la obligación de orar, de enseñar las Escrituras a otros y de exhortarles a recibir a Cristo como Salvador y Señor de sus vidas. Pero hay algunos creyentes a quienes Dios llama para que hagan del estudio de las Escrituras, de la oración, de la enseñanza bíblica, de la exhortación y del cuidado pastoral de las almas la tarea primordial de su vida entera. Por eso, hay un ministerio "oficial" en la iglesia local que funciona como una especie de entrenadores que ayudan a "los ministros generales" (a veces, llamados laicos) a desempeñar sus ministerios en la congregación.
Tipos del ministerio Oficial
Varios términos se usan en el NT para designar a las personas que efectuaron varias funciones del ministerio oficial de la iglesia. Al principio eran descripciones del ministerio efectuado, y no designaban oficios eclesiásticos. Las personas dotadas eran designadas por los siguientes términos para indicar la naturaleza del ministerio efectuado:
Apóstol (apostolos652): El apóstol era "uno enviado" por el Señor como mensajero especial y único. Los apóstoles fueron los primeros que testificaron del hecho de la vida, muerte y resurrección. Eran testigos oculares y no podían tener sucesores.
Profeta (profetes4396): Los profetas eran, desde el tiempo del AT, hombres de Dios quienes tenían el don de interpretación de la Palabra de Dios. Indagaron la Palabra escrita para comunicar la verdad a su comunidad. Antes del tiempo del NT, o interpretaron el AT, o recibían directamente de Dios una palabra que ellos tenían que comunicar al pueblo de Dios. Sin embargo, al formularse el NT, el profeta paulatinamente llegaba a ser uno que podía interpretar y predicar la palabra escrita. Probó los sistemas de pensamiento a la luz de la Palabra, y proclamaba el mensaje de Dios a través de la palabra escrita y bajo la inspiración del Espíritu Santo. Fueron grandes intérpretes de la revelación de Dios. Hoy en día, la profecía es la fiel predicación de la Biblia aplicada a la situación actual. A veces, los profetas neotestamentarios predecían los acontecimientos venideros o advertían al pueblo de Dios en cuanto a sus juicios. Eran portavoces de Dios mismo de una forma directa al pueblo. Su voz audible fue gradualmente desplazada por las enseñanzas escritas de Jesús y de los dirigentes apostólicos. No encontramos evidencia alguna de la voz confiada de un profeta después de que se hubo terminado la era apostólica. De manera que el profeta no fue dejado de lado por ninguna decisión deliberada en favor de la revelación escrita, sino por un cambio gradual de actitud influida por el sentido creciente de que el cristianismo poseía autoridad en las Escrituras (AT) y los escritos apostólicos (todavía en ese tiempo sin un canon definitivo). En cambio, hoy en día el verdadero profeta interpreta bien y proclama con denuedo el mensaje de la Biblia. En otras palabras, la predicación netamente bíblica es la profecía moderna.
Evangelista (euangelistes2099): Los evangelistas eran hombres dotados en la predicación misionera del mensaje de Dios. Eran testigos de las buenas nuevas de salvación en Jesucristo. Eran celosos en compartir el evangelio, especialmente a las gentes no alcanzadas por este mensaje. En lo posible, se dedicaron por completo a su tarea con entusiasmo. Posiblemente serían llamados "misioneros" en el lenguaje del día de hoy. Ellos, y los apóstoles, no eran oficiales de una congregación local, sino oficiales de la iglesia espiritual; eran oficiales generales del reino de Dios.
Pastor (poimen1166): Los pastores tenían el don de la obra pastoral. Sabían responder a las necesidades más apremiantes de la iglesia local y de la comunidad donde se encontraban. Servían en las congregaciones locales donde atendían la vida espiritual de los miembros. Visitaban a la grey con el fin de servir. Predicaban y enseñaban mientras administraban los asuntos de la congregación local. En el tiempo del NT las congregaciones solían tener una pluralidad de estos oficiales. No limitaban esta función a un solo hombre.
Maestro (didaskalos1320): Los discípulos consideraban a Jesús como el gran maestro. Él llamó a otros a ser maestros. La tarea del maestro era instruir en las Escrituras y aplicar las verdades cristianas a la vida cotidiana. En Efesios 4:11, 12 el apóstol Pablo incluye esta función en el oficial que llama "pastor-maestro".
Obispo (episkopos4245): Los obispos eran los administradores de las iglesias locales. Eran sobreveedores de la vida congregacional. Al principio, el término no llevaba ningún sentido de autoridad sobre los demás.
Anciano (presbuteros4245): Los ancianos de la iglesia eran generalmente los hombres de edad que eran fieles y que tenían un peso moral entre los creyentes. Se destacaban por su estabilidad y sabiduría, y eran consejeros de los demás. Con el correr de los años, no necesariamente se refería a su edad, sino a su madurez espiritual y moral. Eran los guías espirituales de la congregación.
Diácono (diakonos1249): Quiere decir sencillamente "ministro". Se usa de varias maneras para describir ciertos tipos de ministerio. Poco a poco llegó a designar un oficial de una congregación local y asumió un sentido eclesiástico.
La actividad de la iglesia en la era apostólica se desarrollaba sobre una base distintivamente misionera. Había un ministerio itinerante que se movía de lugar en lugar plantando congregaciones, evangelizando, sirviendo a las congregaciones. Estos oficiales ofrecían voluntariamente sus servicios y sus dones a las iglesias, pero nunca podían tener alguna conexión oficial con las iglesias (apóstoles, profetas, evangelistas, maestros, etc.). H. E. Dana los llama "los oficiales generales del reino". Sin embargo, el desarrollo eclesiástico del primer siglo produjo a algunos oficiales de las congregaciones locales que comenzaron a actuar y a ser reconocidos. Estos oficiales, y sus funciones y cualidades, surgieron en las epístolas neotestamentarios escritas al fin del primer siglo. En otras palabras, había un desarrollo paulatino en la historia del mismo NT que produjo la estructura eclesiológica evidente al fin del período apostólico. Es necesario analizarlos ahora.
El ministerio oficial en la congregación local
La primera mención de algunos oficiales definida, y esencialmente relacionados con una congregación local, la encontramos en el capítulo 6 de Hechos, donde "los siete" son elegidos para servir a las mesas, y para solucionar la controversia étnica que giraba alrededor de la distribución de los bienes a las viudas palestinas y helenistas. (Es interesante que aun en la iglesia primitiva había prejuicio racial y conflicto entre partidos étnicos, etc., que demandaba la creación de un oficial para resolverlo. Es casi cierto que aquí tenemos el antecedente histórico que después resultó en el oficio de diácono en la iglesia local). La primera mención de "ancianos" aparece en Hechos 11:30. De este punto en adelante, a frecuentes intervalos, se refleja el hecho de funciones oficiales en las iglesias locales. Los pasajes en orden cronológico son: Hechos 6:1–6; 11:30; 14:23; 1 Tesalonicenses 5:12, 13; Santiago 5:14; Hechos 20:17, 28; Filipenses 1:1; 1 Pedro 5:1–5; 1 Timoteo 3:1–13; 5:17–22; Tito 1:5–9; Hebreos 13:17. El estudio de estos pasajes en conjunto revela que, de una forma definitiva, había un servicio oficial en las iglesias neotestamentarias, y que había dos grados de oficiales que eran obispos (llamados también ancianos y pastores) y diáconos.
El diácono. El origen del oficio del diácono es generalmente atribuido a Hechos 6:1–6; pero en este pasaje no se aplica ningún nombre al oficio recién creado y, por consiguiente, no hay pruebas ciertas de que deba considerarse idéntico al diaconado de las últimas epístolas paulinas. "Los siete" servían las mesas, y el vocablo "servir" viene de la raíz griega diaconia1248, de donde emana la voz "diácono". Pero, realmente el uso de este verbo constituye una evidencia muy leve ya que es empleado a menudo en pasajes donde no hay posibilidad de que se haga referencia alguna al diaconado como un oficial en la congregación local.
El estudio simple de este pasaje, entonces, no nos ofrecería una conclusión final, pero un repaso histórico de todo el hecho del diaconado en la vida del NT hace prácticamente cierto que estos siete fueron realmente los primeros diáconos. La gran mayoría de las denominaciones libres y evangélicas en el día de hoy, incluyendo a los bautistas, creen que Hechos 6:1–6 fue el origen del diaconado oficial. Por lo menos, este pasaje provee el antecedente histórico para el desarrollo del oficio más adelante en las otras iglesias locales del NT.
La palabra "diácono", aplicada a un oficio local, se usa por primera vez en Filipenses 1:1, pero este versículo no arroja ninguna luz sobre la naturaleza del oficio. La más amplia discusión del asunto la tenemos en 1 Timoteo 3:8–13. Sin embargo, el pasaje habla más de las cualidades del diácono que las funciones del oficio. Cuando se compara lo que se dice del oficio en el NT con el significado de la raíz de la palabra, se hace probable que el diácono era el asistente personal y especial del anciano (u obispo-pastor), y aquel cuyo deber era atender el lado material de la vida de la iglesia, quizás en particular la obra de la distribución a los pobres.
Las cualidades del diácono son especificadas en 1 Timoteo 3:8–13 con tal detalle que nosotros podemos deducir que en las iglesias griegas de esa fecha el oficio estaba ya bien establecido. Evidentemente las iglesias, mientras iban constituyéndose, emularon el ejemplo de la iglesia en Jerusalén y nombraron a hombres con ciertas cualidades para que ayudaran a los ancianos (obispos-pastores) en la obra administrativa y espiritual de la congregación local. Nunca jamás debemos limitar la obra del diaconado a lo material. Iban a participar también en la vida espiritual de la congregación. Es interesante que las cualidades del diácono se asemejen a las del anciano. Son casi iguales. Según Timoteo, el diácono debe ser un hombre de carácter idóneo, honesto, sobrio, maduro, consecuente, y un hombre que sabe y cree una doctrina sana. También, el diácono debe exhibir una vida moral intachable. Sin embargo, hay un requisito mencionado para el diácono que no está en la lista de las cualidades de los ancianos. En el griego es la palabra "derecho". Literalmente, la palabra dilogos1351 quiere decir "hablando con dos lenguas". El pasaje en 1 Timoteo 3 dice que el diácono no puede practicar dilogos. En otras palabras, él no debe ser hombre "de dos caras". Debe andar "derecho" en su vida cotidiana. Una traducción libre en castellano sería "un hombre recto". Por eso, es sumamente importante que una congregación tenga en cuenta estas cualidades antes de elegir a sus diáconos. Si no hay hombres que reúnen tales cualidades, es mejor no tener diáconos.
A pesar de la escasez de información bíblica sobre la función del oficio, sin duda, el diaconado formaba parte de la estructura eclesiástica al fin del primer siglo. Parece que los diáconos formaban una especie de gabinete del obispo-anciano-pastor (estoy usando el término "obispo-anciano-pastor", anticipando la explicación del uso de estas palabras más tarde. En breve, fueron tres funciones del mismo oficio. No se referían a tres oficios), o sea una "junta consultiva" (¡nunca jamás ejecutiva!) de la congregación para facilitar la obra. Ayudaban en la administración de las finanzas, la celebración de las ordenanzas, la disciplina, el planeamiento de la obra, la coordinación de los departamentos de la iglesia y, posiblemente, un sinnúmero de otras tareas. Jamás debían usurpar la autoridad de la congregación o las funciones del obispo.
Si aceptamos Hechos 6:1–6 como el antecedente histórico del diaconado, por supuesto, los diáconos deben ser elegidos por una iglesia local. Toda la congregación debe participar en su elección. Sin embargo, no encontramos nada sobre la cuestión de su duración en el oficio. Quizás, en iglesias pequeñas la elección debe ser vitalicia; siempre que el diácono mantenga sus calificaciones. No obstante, muchas iglesias grandes en el día de hoy tienen un sistema de rotación en que el diácono sirve por un período determinado. Sobre este particular, y otros detalles relacionados al diaconado, el NT mantiene silencio.
La ordenación de diáconos es otro tema de preocupación. Por falta de orientación neotestamentaria es una cuestión abierta también. Depende de la interpretación de Hechos 6:1–6. Si pensamos que es el origen del diaconado, hay base para la práctica de la imposición de manos, o sea un culto de ordenación. De todos modos, aunque la forma puede variar conviene tener un culto especial para la instalación de los diáconos después de su elección. Esto aporta seriedad y dignidad al oficio. (Un examen de los manuales de eclesiología presentan varias formas de ordenación de diáconos. En todas hay la imposición de manos. Sin embargo, no hay base bíblica para ello, todo ha surgido de la tradición eclesiástica como base).
El obispo-anciano-pastor. El otro ministro oficial en las iglesias neotestamentarias era lo que llamamos nosotros "el pastor", pero el NT usa dos otros términos para describir este oficio: anciano y obispo. En los temas tratados antes, se da cuenta de que los tres términos se usaban intercambiablemente. Esto no fue un accidente, porque en el NT se refieren al mismo oficio en la congregación local. No hay duda alguna de que el obispo moderno no tuvo lugar en el NT. El mismo oficio, de acuerdo con el aspecto en que se le consideró, fue indistintamente designado obispo y presbítero (anciano en castellano). Cada iglesia era una hermandad; a ningún hombre le fue concedida la supremacía sobre ella. Conviene trazar el desarrollo de estos términos en las iglesias y pasajes del NT.
El vocablo "anciano" (presbuteros4245), en el sentido de designar a un oficial de una congregación, se encuentra por primera vez en Hechos 11:30: "Y lo hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo". Esta fue la ocasión en que se levantó una ofrenda en la iglesia en Antioquía para el auxilio de los discípulos que sufrían hambre en Jerusalén. Estos debían haber sido en ese tiempo oficiales reconocidos por las congregaciones locales. Es probable que estos ancianos asumieran paulatinamente sus funciones a medida que los apóstoles se retiraban de la ciudad para atender la obra de evangelización en las afueras. El de mayor influencia fue Santiago, el hermano de nuestro Señor, quien eventualmente llegó a tener más influencia en Jerusalén que cualquiera de los apóstoles.
Otro pasaje que arroja luz sobre el asunto es Hechos 14:22, 23. Se nos dice que Pablo y Bernabé "volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, fortaleciendo el ánimo de los discípulos … Y después de haber constituido ancianos para ellos en cada iglesia y de haber orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído". Se destacan dos cosas acerca del oficio de anciano. Primero, parece que los dos apóstoles lo consideran esencial para la buena marcha de la iglesia local. De hecho, parece que se pensó como peculiarmente esencial, siendo que no se menciona que los misioneros hubieran tenido el cuidado de proveer de otros oficiales a las iglesias. Suponemos que Pablo y Bernabé consideraron el oficio de anciano como la función más necesaria para la vida eficiente de la iglesia local.
En segundo lugar, es interesante investigar el método de nombramiento utilizado por Pablo y Bernabé. La palabra griega traducida "constituir" significa, literalmente, "extender la mano", esto es, votar levantando la mano. Si bien es cierto que la palabra llegó a ser aplicada en muchos casos a nombramientos sin elección popular, no hay suficiente razón para rechazar la fuerza natural del término aquí. Además, parece que habla de una especie de ceremonia acompañada por oración y ayunos para ordenarlos. De todos modos, parece que el método de elección era muy similar al que se describe en Hechos 6:1–6 con referencia a "los siete". Probablemente los miembros de la congregación, bajo la orientación y el consejo de Pablo y Bernabé, declararan su elección, la cual fue confirmada por los apóstoles en ordenación pública y formal. La construcción gramatical griega indica que fueron nombrados "para ellos" y no "sobre ellos", lo que afirma que los intereses y deseos de los miembros fueron enteramente respetados.
El pasaje que más luz arroja sobre la naturaleza y la función de este oficio congregacional es Hechos 20:17–38, especialmente los versículos 17 y 28. Allí se nos dice, en el v. 17, que Pablo, en su memorable y último viaje de regreso a Jerusalén, se paró en Mileto, y enviando a Éfeso, "hizo llamar a los ancianos de la iglesia". En el v. 28, en el curso de su exhortación, él se dirige a los ancianos así: "Tened cuidado por vosotros mismos y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo os ha puesto como obispos, para pastorear la iglesia del Señor, la cual adquirió para sí mediante su propia sangre". La función del anciano no podría presentarse más claramente que como lo está aquí. Él es llamado un "obispo" (episkopos1985), o sea sobreveedor; el que tenía a cargo la supervisión general de los asuntos de la iglesia local. Aquí tenemos la función de la administración. La palabra "pastorear" (poimen1166) significa cuidar como un pastor apacienta y cuida a su rebaño. Esto expresaba su función como el principal custodio de los intereses espirituales de la iglesia. Entonces, aquí tenemos tres términos que aparentemente se refieren al mismo oficio. Pablo estaba hablando al mismo grupo de personas. Debido al respeto en que su oficio era tenido, su título fue el de anciano; en su función de sobreveedor él fue llamado obispo; como el cuidador espiritual del rebaño él fue llamado pastor (véase 1 Ped. 5:1–3). En fin, parece que aquí tenemos un solo oficio en la iglesia local que tenía tres funciones, descritas por las tres palabras.
La presencia de estos tres términos que se usan intercambiable e indistintamente en el NT ha sido la fuente de varios sistemas eclesiásticos tal como el católico, el presbiteriano, el metodista y el ortodoxo. En estos sistemas significan distintos oficios en una jerarquía de la iglesia. Ellos tienen obispos, ancianos y diáconos, cada uno es un oficio distinto en una jerarquía eclesiástica.
La distinción entre "ancianos maestros" y "ancianos gobernantes", característica del sistema presbiteriano, no cuenta con firme terreno exegético en el NT. Se basa principalmente en fuentes precristianas y judaicas que fueron incorporadas en las iglesias cristianas después del primer siglo. El único fragmento de evidencia que puede encontrarse en el NT es 1 Timoteo 5:17, donde se lee: "Los ancianos que dirigen bien sean tenidos por dignos de doble honor, especialmente los que trabajan arduamente en la palabra y en la enseñanza". Es ciertamente una interpretación demasiado forzada el demandar que este versículo presente dos clases de ancianos, ancianos que enseñan y ancianos que gobiernan; particularmente cuando no existe otro pasaje en el NT que dé apoyo a tal concepto. El autor de este artículo prefiere interpretar este versículo como una ilustración de la variedad de dones que tenían los obispos-ancianos-pastores. Algunos se destacaban más en una función que en otra; es decir, aquí no tenemos tres oficios, sino tres funciones del mismo oficio en una congregación. Evidentemente, muchas de las iglesias primitivas tenían pluralidad de estos ministros oficiales, o sea el obispo-anciano-pastor (Hech. 11:20; 20:17).
Siendo que no había facilidades amplias para la comodidad de una reunión de la iglesia en un lugar, se hizo necesario que los miembros de las iglesias apostólicas se congregaran en hogares o en cualquier lugar que se les pudiera ofrecer. Esto hizo que hubiera un número de congregaciones que componían una iglesia, hecho que bien pudo haber sido una causa que contribuyó a la costumbre de tener una pluralidad de ancianos. Sin embargo, la costumbre de la sinagoga judía, la cual fue el modelo histórico para la iglesia del NT, fue la razón básica. Habla una pluralidad de ancianos en las sinagogas. Lo mismo se ve en las grandes iglesias evangélicas en el día de hoy. Hay congregaciones que tienen más de cuarenta pastores ocupándose de distintos aspectos del pastorado según sus dones y capacidades.
En fin, vemos que había un funcionario, indistintamente llamado obispo, anciano y pastor, en las iglesias neotestamentarias que administraba, predicaba y enseñaba. Todo esto tenía el fin de preparar a los creyentes (los verdaderos ministros) para el ministerio evangelístico y el servicio cristiano. Entre las iglesias libres y evangélicas (no protestantes ni católicas), especialmente entre los bautistas, las palabras "obispo" y "anciano", aunque usadas frecuentemente en el NT, no se usan mucho en el día de hoy. Tales denominaciones basan su eclesiología sobre el NT más que las otras, pero las connotaciones resultantes del desarrollo histórico eclesiástico han arruinado el sentido de las palabras "obispo" y "anciano" para estas denominaciones. Connotan la autoridad clerical y el gobierno episcopal o presbiteriano que las iglesias libres han rechazado. Por eso, la mayor parte de ellas, practicando el gobierno congregacional, usan la palabra "pastor" para designar este oficio en la congregación local.
Las cualidades que este obispo-anciano-pastor debe reunir están claramente enumeradas en 1 Timoteo 3:1–7. Este "pastor" será un hombre probado, casado, intachable, maduro, sobrio, prudente, sabio, disciplinado, recto y dedicado. A estas cualidades personales, el pasaje agrega la hospitalidad, la administración, la compasión, la honestidad, la enseñanza y la pacificación. Por supuesto, es imposible encontrar la totalidad de estas cualidades y talentos en un solo hombre, pero la enumeración de ellos hace resaltar la dignidad y la importancia de este oficio en la iglesia local. El obispo-anciano-pastor debe ser un hombre sumamente idóneo.
Primera Timoteo 5:17 no solamente presenta las funciones del oficio, sino también enseña que este funcionario de la iglesia local merece un sustento financiero. Juntamente con otros textos neotestamentarios (Gál. 6:6; 1 Ped. 5:2; 1 Cor. 9), este sirve como base para la doctrina del sustento pastoral, practicada por la gran mayoría de las congregaciones protestantes y libres. La frase "doble honor" bien podría ser traducida, quizás más correctamente, "doble paga". En otras palabras, el pastor que sirve bien es digno de un buen sustento. Una iglesia local debe tomar muy en serio esta enseñanza. Aunque la remuneración en la época apostólica era variada y poca, el pastor contemporáneo que cumple bien con su cometido debe ser bien sostenido por la congregación local. Una parte de la buena administración debe ser un buen programa de mayordomía, y tal tema debe formar una parte imprescindible de la enseñanza de la iglesia local. Sin embargo, esto no niega la importancia de los pastores bivocacionales. Desde el tiempo del mismo apóstol Pablo hasta el día de hoy, el pastor bivocacional ha ocupado un debido lugar en la obra. Hay ciertas situaciones misioneras que lo demandan. Hay una amplia base bíblica para el bivocacionalismo que debe jerarquizar este tipo de ministerio. Posiblemente, la actuación de pastores bivocacionales que se sostienen mientras desarrollan su ministerio en nuevas iglesias será la clave a la evangelización de las grandes ciudades del mundo.
Antes de dejar el tema del obispo-anciano-pastor, conviene tratar su elección y ordenación. No encontramos mucho en el NT sobre estos asuntos, pero ciertas prácticas bíblicas han contribuido al desarrollo de las tradiciones eclesiásticas de distintas denominaciones. Por ejemplo, dos criterios neotestamentarios deben regir en la elección del pastor. Primero, todos los miembros de la iglesia deben participar en tal elección. Ningún concilio eclesiástico, ninguna comisión para buscar un pastor debe usurpar el lugar de la congregación. Segundo, generalmente la congregación debe considerar a los candidatos uno por uno. La práctica de nominar a varios candidatos y votar listas puede crear grandes problemas y dividir a la congregación. En base a la democracia en el gobierno de la iglesia local, tan evidente en el NT, la mayor parte de las denominaciones libres nombran a una comisión que toma el tiempo necesario para considerar las necesidades y deseos de los miembros, y luego recomienda a los candidatos uno por uno para la votación de la congregación. Las votaciones deben ser por voto secreto y una mayoría de votos a favor de un candidato no necesariamente constituye un factor determinante. Si tal "mayoría" no constituyera un consenso bastante amplio de la membrecía, sería mejor reconsiderar el asunto hasta que la congregación llegue muy cerca de la unanimidad. La elección de un pastor demanda mucha seriedad.
En cuanto a la ordenación del pastor, el NT tiene muy poco. Sin embargo, casi todas las denominaciones practican una forma u otra de ordenación. Las congregaciones evangélicas practican la ceremonia de la imposición de manos. Sin duda, la imposición de manos, heredada del judaísmo, se usaba en la iglesia primitiva. Era una ceremonia sencilla para instalar a alguien en un oficio (Hech. 6:6; Hech. 13:3; 1 Tim. 4:14; 5:22). De ninguna manera llevaba una eficacia especial o mística. Es una manera solemne de dignificar el ministerio y dejar bien grabado en el candidato un sentido de responsabilidad. Cuando la congregación toma en serio la consideración de las cualidades espirituales, morales, culturales e intelectuales que presupone la ordenación, el acto tiene una gran contribución a la jerarquización del ministerio oficial.
Otros oficiales neotestamentarios
Antes de dejar el asunto del ministerio de los oficiales en las iglesias locales neotestamentarias, es necesario mencionar dos posibles oficiales no bien definidos por el NT. Había en algunas de las iglesias primitivas una obrera femenina la cual era designada, al menos ocasionalmente, por la palabra diakonos1249, siendo la forma tanto para el masculino como para el femenino en el griego. En Romanos 16:1, en donde Pablo habla de Febe como una "diaconisa de la iglesia que está en Cencrea", él usa la palabra griega diakonos1249. Así es que es posible pensar de ella como una diaconisa, o sea un ministro oficial. Sin embargo, no hay evidencia alguna de que ella mantuviera alguna relación oficial con la iglesia. La palabra, según la emplea Pablo en este pasaje, es probablemente descriptiva más bien que oficial. Las mujeres cuyas cualidades son definidas en 1 Timoteo 3:11 pueden haber sido oficiales femeninas, aun cuando no hay mucha certeza. La palabra que se usa pudiera significar "esposas", y puede referirse a las esposas de los diáconos mencionados. No obstante, muchas iglesias evangélicas tienen diaconisas oficiales elegidas por la congregación. Parece que hay base bíblica para esta práctica.
En 1 Timoteo 5:3–16 hay abundantes instrucciones relativas a las viudas que eran mantenidas por la iglesia. Es evidente que estas viudas estaban comprometidas a prestar servicios en recompensa de la ayuda que ellas recibían de la iglesia. Es probable que estas viudas fueran las "diaconisas" del NT. Su función era del todo diferente de la función de las diaconisas del día de hoy. La posición de ellas en las iglesias era solamente semioficial. También, Pablo enumera en detalle los requisitos para ser incluido en este grupo.
A través de los siglos el desarrollo de las iglesias cristianas ha hecho necesario otros oficiales en las congregaciones locales. Por ejemplo, casi todas las congregaciones tienen tesoreros, secretarios, directores de las Escuela Dominical, administradores y otros. Estos oficiales "por necesidad" no aparecen en las páginas del NT, pero siempre que sus funciones y prerrogativas no quebranten los principios del NT, no existe razón alguna para que no sean escogidos y se les permita funcionar en las capacidades oficiales de la iglesia. Otros oficiales pueden ser agregados para la buena marcha del ministerio cristiano. Sin embargo, una iglesia no debe desarrollar ningún oficio que atente en contra de los principios escriturarios de la vida de la iglesia.
El ministerio oficial resumido
Concluimos, entonces, que no puede haber duda de que los términos "anciano", "obispo" y "pastor" fueron aplicados al mismo oficio. Por consiguiente, los únicos oficiales conectados con las iglesias locales del NT fueron el obispo-anciano-pastor y el diácono. Es también evidente que estos fueron elegidos por el voto de la congregación. Las instrucciones de Pablo a Tito (Tito 1:5) no contradicen esta afirmación, como dicen algunos. A Tito se le dice que constituya ancianos para las iglesias de Creta, pero el verbo traducido por constituir o poner es el mismo que el que se emplea en Hechos 6:3, donde la iglesia debía seleccionar a los oficiales, y los apóstoles habían de "nombrar", literalmente "apartar" u ordenar para la tarea. El mismo método general fue sin duda común en todos lados donde trabajaron los apóstoles o sus representantes personales.
A la luz del NT, podemos deducir que la ekklesia1577 era un cuerpo local e independiente, cuyo ministerio en el mundo iba a ser llevado a cabo por todos sus miembros. En otras palabras, todos los creyentes miembros iban a ser "ministros" sirviendo al Señor por medio de la iglesia. Ellos constituían el ministerio común, que llamamos el ministerio general. Dentro de este ministerio común y general, había dos grados de ministros oficiales, pastores (u obispo-anciano) y diáconos, elegidos por la congregación con el fin de equipar a todos los miembros para la obra del ministerio. Estas congregaciones locales eran la manifestación de la iglesia espiritual en el mundo para la extensión del reino de Dios.
Es necesario reconocer que los oficios de pastor-obispo-anciano y diáconos en los tiempos del NT eran completamente diferentes de las funciones que nosotros ahora designamos con estos nombres. Sin embargo, en principio los dos ministerios, lo general y lo oficial, siguen siendo lo mismo. Los cambios y diferencias en función son cuestiones de adaptación más bien que de distorsión.
Las iglesias neotestamentarias con los ministros generales y oficiales efectuaron un ministerio en sus comunidades descrito por tres palabras griegas usadas en el NT: kerugma2782, koinonia2842 y diakonia1248. Kerugma se refería a la proclamación del evangelio, o sea la predicación y el testimonio intencional de los miembros. Bajo la dirección de sus ministros oficiales, toda la comunidad de la congregación cooperaba como testigos en esta obra. Además, toda la congregación se gozaba de la koinonia, o sea compañerismo fraternal. Este ministerio impactó mucho en el imperio romano. Los creyentes se amaban los unos a los otros, y fue aquel amor desinteresado que produjo la diakonia, o sea el servicio cristiano a la comunidad.
Otro elemento en el ministerio colectivo de las iglesias neotestamentarias fue la adoración. Los creyentes se reunían frecuentemente para adorar a Dios. La lectura bíblica y la oración formaban parte de aquella adoración. Los ministros oficiales, los pastores y los diáconos, formaban el liderazgo de las congregaciones. Su función era equipar a los santos, o sea los creyentes, para las obras del ministerio colectivo de la iglesia. Hechos 9:31 describe bien la naturaleza y ministerio de las iglesias primitivas: "Entonces por toda Judea, Galilea y Samaria la iglesia tenía paz. Iba edificándose y vivía en el temor del Señor, y con el consuelo del Espíritu Santo se multiplicaba".
CONCLUSIÓN
Ministrar significa servir. En un sentido general todos los creyentes están llamados a ser servidores, es decir, ministros de la causa cristiana. Pablo dice a los tesalonicenses que se convirtieron de los ídolos a Dios "para servir al Dios vivo y verdadero" (1 Tes. 1:9).
No obstante, Dios llama particularmente a algunos de sus hijos para que consagren toda su vida a su servicio, lo que implica la exclusión de otra vocación secular, como tarea en la que han de ocupar su vida.
Es indudable que dentro de esta vocación o llamamiento integral de toda la vida al servicio del Señor, hay diversidad de ministerios, de la misma manera que hay diversidad de dones.
En el capítulo 4 de Efesios Pablo nos dice que, dentro de la unidad que constituye la iglesia y los fundamentos básicos que la sostienen como un cuerpo, un Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, "un solo Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos" (vv. 4–6), "a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo" (v. 7). Otorgados esos dones generales a todos sus hijos, "dio dones a los hombres" (v. 8), y de acuerdo con ellos, constituyó a algunos para funciones, o sea ministerios o servicios especiales: "constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros" (v. 11). Los dos primeros, apóstoles y profetas, fueron constituidos como fundamento para el establecimiento de la iglesia: "Habéis sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo Jesucristo mismo la piedra angular. En él todo el edificio, bien ensamblado, va creciendo hasta ser un templo santo en el Señor" (Efe. 2:20, 21).
Para hacer posible ese crecimiento están los otros dones y su correspondiente ministerio: los "pastores" que conducen el rebaño y lo cuidan; los "evangelistas" que llevan las buenas nuevas y ganan a otros para Cristo y para su iglesia; los "maestros" que particularmente se dedican a impartir la Palabra.
Toda esta variedad de dones y ministerios tenía un propósito determinado: "a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio [es decir, servicio], para la edificación del cuerpo de Cristo, [que es su iglesia]" (Efe. 4:12, énfasis añadido). De todo esto se deduce que el ministerio de servicio integral abarca más que el ministerio pastoral propiamente dicho. ¿Cómo ubicamos este hecho dentro del cuadro general del servicio al Señor? Por supuesto, hay otros ministerios, pero diríamos que el pastorado es el ministerio con mayúscula. El NT usa varios términos que ya hemos mencionado. Describen las funciones del pastorado, pero falta un aspecto más. No hay solamente variedad de nombres, sino también la variedad de dones requeridos para el oficio. En 1 Corintios 12:1–6, Pablo menciona: "diversidad de dones, diversidad de ministerios y diversidad de actividades". El ministro "pastor" tiene que ser un hombre dotado de una combinación de dones que le ayuden a cumplir con las funciones de su oficio. Este elemento de los dones espirituales no debe ser descuidado en la consideración del ministerio cristiano.
La doctrina del ministerio en el NT es de tanta importancia que no merece el descuido general que recibe en la enseñanza teológica del día de hoy. Es de suma importancia para la teología misionera y evangelística. Las iglesias contemporáneas tienen que librarse del clericalismo y captar de nuevo la doctrina desafiante y dinámica y el ministerio de todos los creyentes, o sea la doctrina del ministerio en el NT.
Juan Carlos Cevallos and Rubén O. Zorzoli, Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 22: 1 Y 2 Tesalonicenses, 1 Y 2 Timoteo Y Tito (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2009), 9–21.
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