UN PADRENUESTRO
Andrea Alves
Padre nuestro que estás en el cielo, y en mi ciudad convulsionada, y en mi pais ya tan cansado. En mi pequeño barrio de caras conocidas y bajo el viejo árbol de mi patio tranquilo.
Santificado sea tu nombre, tantas veces mal usado, abusado y malgastado. Tu nombre que no sabe de manipulaciones ni de engaños. Tu nombre bendito al que los necios desprecian: tu nombre sagrado al que recurren los hombres que son justos.
Venga a nosotros tu reino... para instalarse en nuestro corazón, para transformar nuestros infernos en paraiso. Para tener la fuerza de cambiar lo que sabemos que hace daño, para mirar con tus ojos — los del Reino a nuestro prójimo y a nosotros mismos.
Que se haga tu voluntad así en la tierra como en el cielo, y no la nuestra tan egoísta y egocéntrica. Ni la voluntad de los que cruelmente deciden quiènes sí y quiénes no tienen derechos. Ni de los que tienen el poder de decidir sobre la gente, o de levantar muros, o declarar una guerra.
Danos hoy nuestro pan de cada día, sencillo pan que alegre la mesa en la familia, generoso pan que podamos compartirlo con el pobre; pan como recompensa segura y justa al que trabaja con honra.
Y perdona nuestras ofensas que ya se han hecho tan comunes y cotidianas. Que faltan el respeto a las que amamos; ofensas con forma de injusticia, olvido e indiferencia.
Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden...
¿Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden?
Y no nos dejes caer en la tentación de creernos mejores, ni de que tenemos la razón; de creer que a nadie necesitamos, ni de que ya nada tenemos que cambiar. De creer que ya no es necesario contar contigo, o que ya no es preciso erar...
Mas libranos del mal, y de la desesperanza. Mas libranos de olvidarte y prescindir de ri. Libranos del desamor y del desánimo. Libranos de la incredulidad y de la falta de paz en el alma...
Porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén.
[Andrea Alves es de la Ciudad de Córdoba, Argentina Es Profesara de Literatura y Lengua y también se desempeña como Correctora Editorial. Ha desarrollado su ministerio en la Escuela Bíblica de niños y adolescentes. Durante más de 30 años se ha desempeñado como Instructora de maestros cristianos en LAPEN (Liga Argentina Pro Evangelización del Niño), y como autora de materiales para campamentos organizados en dicha entidad. Forma parte del equipo de trabajo de "Ediciones Crecimiento Cristiano", editorial de la ciudad de Villa Nueva, Córdoba.]
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Andrea Alves
Padre nuestro que estás en el cielo, y en mi ciudad convulsionada, y en mi pais ya tan cansado. En mi pequeño barrio de caras conocidas y bajo el viejo árbol de mi patio tranquilo.
Santificado sea tu nombre, tantas veces mal usado, abusado y malgastado. Tu nombre que no sabe de manipulaciones ni de engaños. Tu nombre bendito al que los necios desprecian: tu nombre sagrado al que recurren los hombres que son justos.
Venga a nosotros tu reino... para instalarse en nuestro corazón, para transformar nuestros infernos en paraiso. Para tener la fuerza de cambiar lo que sabemos que hace daño, para mirar con tus ojos — los del Reino a nuestro prójimo y a nosotros mismos.
Que se haga tu voluntad así en la tierra como en el cielo, y no la nuestra tan egoísta y egocéntrica. Ni la voluntad de los que cruelmente deciden quiènes sí y quiénes no tienen derechos. Ni de los que tienen el poder de decidir sobre la gente, o de levantar muros, o declarar una guerra.
Danos hoy nuestro pan de cada día, sencillo pan que alegre la mesa en la familia, generoso pan que podamos compartirlo con el pobre; pan como recompensa segura y justa al que trabaja con honra.
Y perdona nuestras ofensas que ya se han hecho tan comunes y cotidianas. Que faltan el respeto a las que amamos; ofensas con forma de injusticia, olvido e indiferencia.
Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden...
¿Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden?
Y no nos dejes caer en la tentación de creernos mejores, ni de que tenemos la razón; de creer que a nadie necesitamos, ni de que ya nada tenemos que cambiar. De creer que ya no es necesario contar contigo, o que ya no es preciso erar...
Mas libranos del mal, y de la desesperanza. Mas libranos de olvidarte y prescindir de ri. Libranos del desamor y del desánimo. Libranos de la incredulidad y de la falta de paz en el alma...
Porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén.
[Andrea Alves es de la Ciudad de Córdoba, Argentina Es Profesara de Literatura y Lengua y también se desempeña como Correctora Editorial. Ha desarrollado su ministerio en la Escuela Bíblica de niños y adolescentes. Durante más de 30 años se ha desempeñado como Instructora de maestros cristianos en LAPEN (Liga Argentina Pro Evangelización del Niño), y como autora de materiales para campamentos organizados en dicha entidad. Forma parte del equipo de trabajo de "Ediciones Crecimiento Cristiano", editorial de la ciudad de Villa Nueva, Córdoba.]
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