La guía del Espíritu nos libra del pecado.
Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.
Gálatas 5.16 LBA
Hace falta que salgan las tiernas hojas del roble al comenzar la primavera para deshacerse del resto del follaje marchito que quedó del último otoño. Sólo lo vivo puede expulsar lo muerto. Sólo lo bueno puede echar fuera lo malo.
Algunos de los enemigos de Pablo podían argumentar que la vida de la libertad espritual según el evangelio de Pablo podía guiarlos a los caminos del pecado.
DESARROLLO
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais.
La carne es mencionada aquí por Pablo como la naturaleza pecaminosa.
Hay un conflicto entre el Espíritu y la carne, así que también entre la naturaleza nueva y santificada del creyente y su antigua y pecaminosa naturaleza.
Andad está en el tiempo presente que indica algo continuo o un estilo de vida que es habitual. El camino del Espíritu es uno de libertad y de amor. El contraste al caminar en el Espíritu es el satisfacer la carne.
La naturaleza carnal quiere satisfacer sus deseos carnales. La naturaleza espiritual quiere agradar a Dios. El apóstol Pablo mencionó estas dos naturalezas en conflicto en su propia vida (Rom. 7:7–25).
Para el cristiano, hacer lo que la naturaleza espiritual pide es experimentar la vida que tiene en Cristo (Rom. 8:2).
Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la Ley.
El cristiano debe ser guiado por el Espíritu Santo y la vida en el Espíritu no es legalismo ni da licencia para vivir una vida en la carne. Es dejar que el Espíritu le guíe. La respuesta al Espíritu se puede interpretar en tres palabras que aparecen en este pasaje y son: Andad, guiados, vivimos (Gál. 5:16, 18, 25).
Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas.
El caminar en la carne es evidente por sus frutos. Cuando Pablo menciona la palabra evidentes no necesariamente se está refiriendo a los pecados cometidos en público donde se puedan ver, sino que todos estos hechos son producto de la naturaleza pecaminosa del hombre.
La lista de vicios que se ha dado no pretende ser exhaustiva. Sólo es representativa, como lo indican las palabras "y cosas como estas".
La lista anterior puede compararse con otras en las demás cartas del apóstol:
Ro. 1:18–32;
1 Co. 5:9–11; 6:9;
2 Co. 12:20, 21;
Ef. 4:19; 5:3–5;
Col. 3:5–9;
1 Ts. 2:3; 4:3–7;
1 Ti. 1:9, 10; 6:4, 5;
2 Ti. 3:2–5;
Tit. 3:3, 9, 10.
En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Aunque no es posible obtener la entrada al reino de Dios mediante lo que se tiene por prácticas sanas (obras de la ley), sí es posible que una persona pueda cerrarse la puerta a sí mismo por prácticas pecaminosas.
Una persona debe decir adiós a todas las obras de las tinieblas. De otro modo, está probando que todavía no anda en la luz (1 Co. 6:11; Ef. 4:20; 5:7–11).
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Son producto del mismo Espíritu Santo y no del hombre.
El fruto del Espíritu es la evidencia del Nuevo Nacimiento, y de la obra del Espíritu Santo (que es quien sumerge o bautiza al creyente en el cuerpo de Cristo). La Biblia menciona muchas veces el concepto de frutos. La palabra se menciona 106 veces en el AT y 70 veces en el NT. El creyente da frutos no por su propio esfuerzo pero por el poder de Dios que está basado en una relación entre el cristiano y Dios (Juan 15:1–17).
La naturaleza de la ley es mostrar el aspecto pecador del hombre. El fruto del Espíritu no cae en el aspecto pecaminoso del hombre y por esto no tiene nada que ver con la ley. Estas virtudes no pueden ser reguladas por la ley. El Apóstol lo expresa más claramente cuando dice: La ley no ha sido puesta para el justo, sino para los rebeldes (1 Tim. 1:9).
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
El crucificar tiene que ver con matar o ejecutar a una persona. Lo que Pablo quiere decir es que la ley y la carne no tienen nada que ver en la vida del creyente por la simple razón que Cristo en la cruz salva al hombre y mata o crucifica la carne y así elimina el dominio de la ley sobre el cristiano. Las pasiones y deseos están muertos en el sentido que ya no tienen dominio de mantenernos esclavizados como antes de aceptar al Señor.
Es importante aclarar que la analogía paulina de la crucifixión de la carne no quiere decir que los deseos carnales hayan muerto ( Rom. 7:14–21). La crucifixión de la carne quiere decir que el poder de la carne o del viejo hombre ha sido quebrantado. El poder del Espíritu en Cristo Jesús puede mantener el dominio de la carne sin ningún poder en el creyente, si él camina en el poder del Espíritu. Para el creyente, el poder de la carne ya no es como antes que estaba esclavizado en su dominio.
Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Si la fuente de nuestra vida es el Espíritu, al Espíritu también debe ser permitido dirigir nuestros pasos, de manera que progresemos, avanzando paso a paso hacia la meta de una perfecta consagración al Señor.
Dado que el creyente tiene una nueva vida en Cristo, debe caminar según esta nueva vida.
El vivir en el Espíritu es la raíz o el corazón de la vida cristiana. El andar en el Espíritu es la manifestación de esa vida espiritual. El fruto del Espíritu es la evidencia del carácter espiritual del cristiano. El Espíritu da vida nueva y el cristiano debe mostrar esa nueva vida en el caminar en este mundo.
CONCLUSIÓN
Mientras uno se deje guiar por el Espíritu, seguramente no dará satisfacción a los deseos de la carne, pero, ¿cuán a menudo pasa que la persona no deja que el Espíritu le guie?
Aquellos que son dirigidos por el Espíritu (5:18) son los mismos que andan por el Espíritu (5:16), y vice versa. Volviendo un poco más atrás, notamos que a su vez éstos son los que han sido libertados (5:1; 4:30, 31), los que pertenecen a Cristo (3:29), y que son "de la fe" (3:9). Por lo tanto, todos los verdaderos creyentes son dirigidos por el Espíritu.
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. (Ro 8.14).
APLICACIÓN
La vida cristiana significa mucho más que el simple hecho de pasar adelante para registrar la decisión de consagración en una reunión de avivamiento después de haber oído un mensaje poderoso, evangélico, y que apela al corazón, y mientras uno está bajo la influencia del canto de viejos himnos familiares entonados por un gran coro.
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no solamente cuando estoy presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Flp 2.12–13)
BIBLIOGRAFÍA
Hendriksen, W. (2005). Comentario al Nuevo Testamento: Gálatas (222). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-). Comentario bı́blico mundo hispano Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón (1. ed.) (80). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com/
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